
Serie de Trabajos Varios 97
Los raspadores en el Paleolítico Superior: tipología, tecnología y función en la Cova del Parpalló (Gandía, España) y en la Grotte Gazel (Sallèles - Cabardès, Francia)
Paula Jardón Giner
2000
, ISBN 84-7795-266-3
978-84-7795-266-4 , 182 p.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Tipología, tecnología y función en la Cova del Parpalló (Gandía, España)
y en la Grotte Gazel (Salleles-Cabardes, Francia)
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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SERVICIO DE INVESTIGACI~N
PREHIST~RICA
DPUTACI~N PROVINCIAL DE VALENCIA
SERIE DE TRABAJOS VARIOS
Núm. 97
LOS RASPADORES EN
EL PALEOLÍTICO SUPERIOR
Tipología, tecnología y función en la Cova del Parpalló (Gandía, España)
y en la Grotte Gazel (Salleles-Cabardes, Francia)
VALENCIA
2000
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE VALENCIA
SERVICIO DE INVESTIGACI~N
PREHIST~RICA
SERIE DE TRABAJOS VARIOS
Núm. 97
I.S.B.N.: 84-7795-266-3
Depósito Legal: V-1753-2001
Imprime: Textos i Imatges, S.A. Pol. Ind. Virgen de la Salud. Ronda del Este s/n. 46950 Xirivella. Tel. 963 13 40 95
ISSN: 1989 - 0540
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"Agnlleta iJi1 per la filla rrierta,
pei-poder cosir la solzeta serta.
Ai, qiri11agitller! Ai. quina Dag~ieta!,
ja fai~ca irllets la i1ierta .riq~teta.
els
"
A Santi. Violeta y Juana
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AGRADECIMIENTOS
"Roberr Dentan, en slrs rrabajos de canipo e n ~ r e sernais de
los
Malasia, descubi-ió que nadie da janiás las gracias por la carne
recibida de orro cazadoc Expresar agradecinlierito por la ración
que
recibida i~ldica se es el tipo de perso~ianiezquirla que calcula
lo que da y lo que recibe. EIIeste cori~exto
reslilta ofeiisivo dar las
gi-acias. pues se da a enterlder que se ha calcttlado el valor de lo
recibido y por atiadidtim, que IZO se esperaba del doila~lte
tanta
ge~zerosidadA los p~teblosigilali~arios repugna sugerir siquieles
ra que karl sido tratados col1 generosidad. " (Marvin Hams, 1985:
"Jefes, cabecillas, abicsorles ", Alianza 100, no 8, p. 7 y 8).
Sin embargo si expresamos en estas líneas nuestro agradecimiento no es porque intentemos medir la magnitud de la ayuda
que hemos recibido para la realización de este trabajo (porque es
incalculable) sino por hacer pública la generosidad de los que
nos han apoyado.
Para la realización de este trabajo se contó con cuatro ayudas
de viaje de la Conselleria de Cultura i Educació de la Generalitat
Valenciana de un mes de duración cada una y una beca de intercambio con la Universidad de Lieja del Ministerio de Asuntos
Exteriores del Estado Español de nueve meses de duración. Las
instituciones que nos facilitaron el estudio fueron: el Museo de
Prehistoria de la Diputación Provincial de Valencia, la Universitat de Valencia, la Universidad de Lieja y el Laboratorio de
Prehistoria de Carcassonne del CNRS.
Agradezco a mi director Valentín Villaverde Bonilla, que me
contagió, en los años de estudio de la especialidad, su entusiasmo por la Prehistoria y que ha potenciado la realización de mi
trabajo.
A Marcel Otte, quien me acogió durante un año en la Universidad de Lieja, me permitió revolver su biblioteca personal, apoyó todas nuestras iniciativas y me acostumbró a la reflexión crítica. Con él aprendí a distanciarme lo suficiente de mi objeto de
estudio para obtener una visión global con la que replantearme
continuamente mis objetivos. Él me puso en contacto con especialistas de todo el mundo.
A Dominique Sacchi, que me confió el estudio del material de
la Grotte Gazel y que ha aportado siempre reflexiones maduradas
desde su amplio conocimiento del Paleolítico. Mireille Sacchi, la
alegría espiritual y gastronómica de la excavación de Gazel, me
recibió en Carcassonne y en Salleles-Cabardks. Allí compartí con
los colaboradores habituales de la excavación y del estudio del
yacimiento (Jean-Luc y Marie Christine BrCilé, Philippe Villette,
Anne Bertrand. Elisa Domenech, Corinne Crovetto ...) algo más
que la miel de nueslro vecino, Monsieur Escourrou.
Francesco d'Errico, ha potenciado mi sentido autocrítico y
me ha enseñado a dominar las técnicas y los materiales necesarios para la realización de réplicas de las superficies a estudiar
con el MEB. Él y M" Fernanda Sánchez me recibieron cada vez
que pasé por París y con ellos discutí frecuentemente de nuestro trabajo.
En Lieja trabajé con "mi colega y sin embargo amigo", Fernand Collin. Las discusiones traceológicas delante del microscopio fueron cotidianas. Laurence Henri intervino en las que mantuvimos "fuera de horas". En la experimentación sobre enmangues de raspadores que organizamos juntos participaron muchos
amigos y alumnos de la Universidad de Lieja. En mi estancia en
Bélgica coseché amistades que intervinieron de una u otra forma
en mi trabajo: Ivan Jadin, Nicolas Cauwe, Daniel Marcolungo,
Carine Havard. Jean Marc Léotard,... El personal del Service de
Préhistoire, principalmente Josiane y Ives, me ofreció siempre su
amable colaboración.
Rafa Martínez Valle, Mara Cegara y Paco Blay colaboraron
en algunas experimentaciones.
El contacto con otros traceólogos de la Península Ibérica (y
las islas Canarias). fue favorecido desde 1986 (con la organización de un seminario sobre análisis de huellas de uso) por Assumpció Vila. Este germen de relación cuajó en varias reuniones informales, pero no por ello menos fructíferas, en las que
participaron además Jesús Emilio González , Juan José Ibáñez,
Carmen Gutiérrez, Nacho Clemente, Amelia Rodríguez y Robert Sala.
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Oreto García aportó su "saber hacer" al acabado de los dibujos del material experimental y Teresa Oi-ozco me acompañó en la
salida al U 1 del Moro y me ayudó a documentai-lo y desci-ibii-lo.
1
Louis Pirnay, Jacques Tixier, Jean Paul Texier y Jacques Pelegi-iii me iniciaron en las técnicas de talla del sílex.
Carmen Gloria Rodnguez me acogió en su casa de Valboniie.
Ivan Jadin y Anne Hauzer, del Institut Royal des Sciences
Naturelles de Bruselas, no sólo corrigieron la forma de la parte
del texto en francés, sino que aportaron su visión crítica al contenido. Luis Angel Aloi~so, la Universidad Politécnica de Vade
lencia, revisó la Primera parte del texto limpiándolo de incorrecciones en el vocabulario petrográfico y me abrió su biblioteca.
Juan Alonso, del Instituto Hidrológico del CSIC, Juan
Usera, de la Facultad de Biológicas de la Universitat de
Valencia, Jose Vicente Gimeno de Química Analítica d e la
misma universidad, E. Reyes de la estación Experimental del
Zaidín del CSIC, Francisco Anguita de la Facultad de Geología de la Universidad Complutense de Madrid, y Jesús Rincón
del Instituto de Cerámica y Vidrio del CSIC atendieron amablemente mis consultas sobre petrología y análisis con microscopía electrónica.
Bryan Hayden y Nathan Schlanger me facilitaron bibliografía que precisaba.
Pilar Gómez, Tomás Montán y Agustín Tato del Servico de
Microscopía Electrónica de la Universitat de Valencia, me ayudaron en el análisis con el Microscopio Electrónico de Barrido.
Alfredo Arlandis, me ayudó a conseguir pieles de cabi-a. conejo, ternei-a... En la cal-nicería La Poi-rina de Benimámet ine facilitaron coi1 una boniisa huesos, pieles y tripas.
En el Departamento de Prehistoria y Arqueología, Pepa Vázquez y José Luis Peña me escucharon en múltiples ocasioiies
cuando i-ealicé el análisis microscópico. Compartí con Ernestiiia
Badal y Elena Grau el microscopio óptico de reflexión. Quiero
agradecerles el que siempre me animaran en mi trabajo.
En los últimos meses me fue de gran ayuda el que algunas
personas cuidaran con cariño a mi hija Violeta. Gracias a: Piru
Peraita Vicente Manresa, Adiiana Peraita, Teresa Lahoz. Ana ViIlaiiueva y sobre todo a Clara Pérez.
La ayuda de Begoña Soler, Josepa Rodrigo y Emilio Aura solo puede entenderse y agradecerse desde una profunda amistad.
Gracias a mi padre, que fomentó mi vocación arqueológica e
insistió en numerosas ocasiones en que acabara este trabajo. y a
mi madre, cuyo sentido práctico me fue de gran ayuda en mis
primeras experimentaciones con útiles líticos. Mis hermanos Ignacio, Rafael, Almudena, María y Roge me han apoyado en múltiples ocasiones. Rafa y Santi desenredaron para mí muchos
enigmas informáticos.
Finalmente Santi, ha pasado miles de fichas a la base de datos y las tablas de análisis del material de Parpalló, me ha acompañado en las prospecciones de materia prima, me ha apoyado financieramente, ha cuidado de nuestras hijas y ha soportado mis
peores momentos.
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ÍNDICE GENERAL
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.1. Breve historia de la investigación traceológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.1.1. La sistematización de un nuevo método de análisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.1.2. Orientaciones en la aplicación del análisis de huellas de uso a conjuntos Iíticos prehistóricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2. Las huellas observadas y su intei~retación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.1. Modificaciones de la inorfología de los utensilios Iíticos: las melladuras y las fracturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.1 .1. La mecánica de fracturación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.1.2. Experimentos encaminados a determinar la acción y el tipo de materia trabajada a partir de las melladuras . . . . . . . . . . . .
2.2.2. Modificaciones de la microtopografía de los utensilios Iíticos: los pulidos. los desgastes,las estrías y los residuos . . . . . . . . . . . . .
2.2.2.1. La estructura del sílex . Formación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.2.2. Procesos de modificación microscópica por uso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Hipótesis sobre la formación de pulidos y estrías de uso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-Variables y factores que intervienen en la formación de los pulidos y estrías de uso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.3. Observaciones con microscopía electrónica de las modificaciones superficiales en útiles experimentales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.3.1. Planteamientos y objetivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.3.2. Métodos y técnicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.3.3. Análisis y resultados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-Análisis de muestras de sílex sin utilizar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-Análisis de piezas experiinentales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.4.Experimentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.4.1. La experimentación como base inferencia1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.4.2. Experimentación con reproducciones de utensilios Iíticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-Eltrabajodelapiel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-Eltrabajodelastayelhueso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-Eltrabajodelamadera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-Elprocesadodecaineanimal
....................................................................
-Eltrabajodelaconclia
.........................................................................
- El trabajo de la piedra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- El uso de proyectiles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Marcas producidas por la talla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-Alteraciones
.................................................................................
-Huellasdeenmangue
..........................................................................
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SEGUNDA PARTE: LOS RASPADORES
i .ANÁLISIS MORFOL~GICOLA TIPOLOG~A LOS RASPADORES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.
DE
1.1. Defiiiición de raspado y tipos de raspadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.2. La dislribución porceiitual de los raspadores del Paleolítico Superior . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.FUNCIONDELOSRASPADORES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.1. Funcionalidad de los raspadores eii la Preliistoiia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2. Funcionalidad de los i-aspadores según la Etnografía de pueblo actuales y subactuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.1. Fabricación. reavivados y mangos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.2. Integración del i-aspador eii la cadena operativa del trabajo de la piel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.
3 EXPERIMENTACIÓN CON RASPADORES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3.1. El trabajo con raspadores Iíticos.
Estudio experimental de alguiios factores que intervienen en la formación de huellas de uso en los raspadores
3.2. Reconstitución experimental de la cadena operativa del trabajo con raspadores: talla. enmangue. uso y reavivados . . . . . . .
1.%A VIDA DE UN ÚTIL'~:LOS RASPADORES MAGDALENIENSES DE LA GROTTE GAZZEL
(Fabricación. utiluacióii. ravivados y enmangues) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
85
.
2 ANÁLISIS TTPOL~GICO.
MORFOMÉTRICO Y FUNCIONAL DE LOS RASPADORES DEL
PALEOLÍTICO SUPERIOR DE LA COVA DEL P A R P A L L ~ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.
94
2.3. Metodología para el estudio funcional de un conjunto de raspadores arqueológicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
96
2.3.1. Análisis morfométrico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
...................................................................................
2.4.Aiiálisisdedimensiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
96
97
98
2.3.2. Análisis traceológico
2.5. Análisis morfológico descriptivo por períodos y tipos de raspadores . (Tipología. soportes y frentes) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
107
2.6.Análisistraceológico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
136
CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
147
LÁMINAS de experimentación y de huellas de uso en los raspadores de Parpalló . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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"La herrai17ientario es rzi causa rli
efecto, 1 eii la cadeiiafirería-lzerrarliierlta1
r~~areria es inás que el testirnorzio de la
110
esteriori~aciórz un gesto @caz ".
de
(André Leroi-Gourhan, "El kornbre y la
i~lateria.
Ei~olucióiz técnica 1")
y
Desde hace dos décadas el análisis funcional de los utensilios
líticos que participaron en las actividades de la humanidad prehistórica se ha unido a otros métodos y técnicas para ofrecer una visión integrada de aspectos sociales, económicos, tecnológicos y
culturales de la cotidianeidad de la Prehistoria. Multitud de aplicaciones del método traceológico en los últimos años constituyen
ejemplos de las inmensas posibilidades de reconstrucción paleoetnológica y paleoeconórnica que ofrecen las excavaciones en extensión de los yacimientos prehistóricos.
Sin embargo, la formulación y sistematización metodológica de
los análisis de huellas de uso en materiales líticos ha encontrado
obstáculos, insalvables por el momento, que han suscitado fuertes
críticas. Estos problemas han provocado el que en la actualidad muchos investigadores duden de la aplicación y validez del método
traceológico.
La mayor limitación de este método va unida a su carácter experimental. LESposible deducir a partir de experimentaciones todas
las condiciones de utilización posibles? ¿Es necesario? Sólo un tipo de análisis, de entre los que se aplican al material recuperado en
las excavaciones, es comparable a la traceología: el de la tecnología
de talla. Si consideramos el tiempo y los esfuerzos invertidos en el
estudio del trabajo de un solo material, la roca, y lo comparamos
con la variedad de técnicas de trabajo y de materiales que hay que
considerar a la hora de realizar un análisis funcional de útiles y materias variadas podemos llegar a vislumbrar la complejidad que presenta este último.
Se une a ello la dificultad de comunicación de las experimentaciones llevadas a cabo por cada uno de los traceológos. La inexistencia de centros especializados en la aplicación de este método dificulta aún más la comunicación y el aprendizaje. Como consecuencia, cada investigador ha de repetir experimentos ya realizados por otros para comprender los procesos que intervienen en
las alteraciones por uso (y por otros factores) y a partir de este
aprendizaje inferir su propio protocolo de deducción funcional.
Por ello el método avanza lentamente y con no pocos sobresaltos
y reticencias.
Al plantear un análisis funcional se suelen tomar como objeto del
mismo todos los artefactos líticos de un yacimiento o una campaña de
excavación con la finalidad de realizar una reconstmcción paleoetnográñca. Si consideramos la magnitud de la aportación de esta visión integrada, puede parecer un tanto simplificado,modesto o poco ambicioso un estudio que se refiera solamente a un tipo de útil. No obstante en
muchos yacimientos, como en las cuevas ocupadas de manera más o
menos continuada, unas mínimas garantías de contemporaneidad no
son posibles. Al no poder asegurar la unidad temporal de los conjuntos
a estudiar la reconstrucción paleoetnográfica se ve seriamente limitada
Los resultados del análisis funcional se traducen en este caso en una
enumeración de actividades sin significado conductual.
Conscientes de las limitaciones del método y de la muestra a
analizar, decidimos emprender el estudio de un sólo tipo de utensilio: el raspador.
Para algunos investigadores un tipo no es más que una convención de clasificación, de comunicación entre prehistoriadores,
que responde a un cúmulo de contingencias estilísticas, funcionales y tecnológicas cuyo verdadero significado se nos escapa. Pero
la presencia o ausencia de determinado tipo y hasta a veces, como
en el caso que nos ocupa, su proporción relativa parece tener connotaciones culturales.
Para otros el raspador es uno de los utensilios con características tipológicas mejor definidas que, a priori, se destinaría a un trabajo especializado, por lo que no tendría mucho sentido estudiar la
función de una muestra tan amplia. Una pequeña selección sería
suficiente. Sin embargo tanto los ejemplos etnográficos como los
análisis funcionales realizados hasta el momento demuestran que
no hay tanta homogeneidad en el empleo de este tipo de utensilio
(cfr. Segunda Parte I,2).
Por otro lado parece ya superada la etapa en la que se planteó a
la traceología si la tipología podía tener también un significado
funcional (Semenov, 1969; Bordes, 1967; Pradel 1972; Bordes,
1965;' Binford, 1966).
Los análisis de huellas de uso de diferentes complejos Musterienses (Beyries, 1987) indican una baja relación tipo-función en
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este periodo. En el caso del Paleolítico Superior los estudios realizados hasta el momento parecen señalar la existencia de útiles algo
más especializados (Vaughan, 1980; Plisson, 1985, etc.) y lo mismo ocurriría en el Neolítico (Caspar, 1988; Van Gijn, 1989, etc.).
¿Cuáles son entonces las razones que nos llevaron a elegir una
muestra de raspadores del Paleolítico Superior?
Nos pareció de interés el realizar una aproximación tecnológica a las industrias líticas, considerando el concepto de tecnología
en su sentido más amplio y no sólo referido a la talla. La talla de la
piedra forma parte de la tecnología, pero también en la selección
de los soportes para fabricar útiles y en la forma de retocarlos, reavivarlos y enastarlos se reflejan las tradiciones técnicas, al igual
que ocurre en la selección de las materias primas. La manera de
trabajar las diferentes materias (hueso, asta, piel, madera, etc.)
también forma parte del bagaje tecnológico de una sociedad. El
objetivo sena pues centrar el estudio en estos aspectos.
Una primera aproximación a este tipo de análisis integrado se
ensayó con el material lítico de la Grotte Gazel (Segunda Parte TI, 1).
El interés de los resultados obtenidos nos impulsó a aplicar nuestro
procedimiento a una muestra más amplia procedente de varios niveles de la Cova del Parpalló.
Lo ideal hubiera sido estudiar las técnicas de trabajo del Paleolítico Superior, considerando todo tipo de útiles y de procesos de
trabajo sobre diferentes materias, pero pronto nos convencimos de
la excesiva magnitud de nuestras intenciones por lo que decidimos
circunscribir nuestro estudio a una sola técnica o un sólo útil.
Chocábamos desde el principio con impedimentos metodológicos:
- Los resultados del trabajo con útiles prehistóricos no se conservan en la mayoría de los casos (madera, piel, plumas, vegetales
no leñosos, etc.) con lo que resultaría imposible observar directamente el resultado de las técnicas aplicadas.
- Para el estudio de las técnicas disponíamos sólo del utillaje
lítico y probablemente no de todos los útiles. La etnografía nos
muestra que algunos trabajos se llevan a cabo sin útiles y que en
otros casos los utensilios son fabricados con materias perecederas.
Dada la imposibilidad de realizar una aproximación a todas las
técnicas de trabajo del Paleolítico y sus modificaciones en los diferentes períodos, decidimos elegir un tipo de útil a fin de detectar
variaciones en su morfología y función. Comprobdamos si estas
variantes morfológicas podían asociarse a funciones distintas sobre
diferentes materias, a la función concreta dentro de la cadena operativa, al estadio de uso o reavivado en el momento del abandono,
a diferencias en los enastados ... Una vez identificados y comprendidos los procesos que habían afectado a estos útiles podríamos
comparar su papel en los diferentes tecnocomplejos del Paleolítico
Superior.
De esta manera se podría averiguar si realmente todos los útiles de la misma morfología sirvieron para lo mismo, lo que significaría cierta especialización del utillaje. También se podría comprobar si dentro de un mismo grupo tipológico se incluían útiles de
trabajo de características diferentes.
Si detectábamos variaciones en el estado de las materias trabajadas durante su elaboración, en las formas de enastado y reavivado podríamos deducir diferencias en las cadenas operativas y valorar su significado funcional, cronológico, paleoambiental, cultural...
El raspador reúne unas características que lo hacen especialmente deseable para un tipo de estudio como el que nos planteábamos:
1. Posee una alta homogeneidad tipológica. Excepto en algunos casos, como el del raspador nucleiforme, parece estar claro lo
que es tipológicamente un raspador. En todo caso la idea de iaspador típico y de frente de raspador está bien definida Sin embargo,
y al mismo tiempo, existen caracteres como ángulo del filo. delineación del frente, dimensiones generales, retoques en zonas distintas del soporte, etc. que ofrecen un nivel de variabilidad que
puede resultar funcionalmente muy significativo.
2. Tal y como se desprendía de los análisis traceológicos realizados hasta el momento, posee una alta relación tipo-función.
Durante el Paleolítico Superior se empleó en la mayoría de los casos en trabajos de adobado de la piel. Pero ¿qué procesos se llevaron a cabo en la elaboración de las pieles? ¿Existió realmente la
curtición? ¿Este tipo de técnicas se mantuvo sin cambios durante
todo este período?
3. Es un útil fundamentalmente típico del Paleolítico Superior,
aunque aparece en otros períodos de la Prehistoria y existen casos
de utilización por aborígenes de diferentes zonas de nuestro planeta para diferentes funciones. Mediante la Etnografía podemos acceder a una información que, aunque no sea directamente comparable por razones evidentes, sitúa al raspador dentro de un marco
real de utilización.
4. En el análisis de tecnocomplejos se le considera generalmente como una pieza con bajo significado cultural dentro del Paleolítico Superior si se compara con la importancia de otras piezas: en
concreto las puntas de proyectil. Contradictoriamente su cantidad
relativa se emplea a la hora de definir algunos tecnocomplejos.
5. Metodológicamente dos cuestiones iban a facilitar nuestra
tarea:
- El raspador ofrece las mayores garantías de conservación
de huellas de uso. En primer lugar por las características de los filos, cuya angulación y el hecho de estar retocados los hace más resistentes a las alteraciones mecánicas. En segundo lugar, si se conf m a b a la utilización mayoritaria sobre piel, contm'amos con pocos problemas de identificación traceológica ya que, como han demostrado los ensayos sobre alteración (Plisson y Mauger, 1988),
las huellas de uso producidas por el trabajo de la piel siguen siendo
distinguibles incluso en piezas alteradas.
- Las características morfológicas de este tipo de útil nos
permitían distinguir a priori el frente de raspador del resto de
zonas de utilización o retoque. Ello facilita tanto el procesado de
los datos como su comparatividad. También restringe bastante la
experimentación al limitar la morfología de la zona usada. Su
significado funcional se confirmaría o rechazaría con el análisis
traceológico.
Elegimos una muestra de raspadores procedentes de los niveles
Gravetiense, Solutrense, Solutreogravetiense y Magdaleniense del
yacimiento de Parpalló. Con ello éramos conscientes del alcance que,
por las características de la muestra, tendría nuestra interpretación:
- Estaba restringida culturalmente y tecnológicamente al
Paleolítico Superior. La cuestión sobre lo que ocurría con los raspadores de otros periodos quedaría sin respuesta, salvo en consideraciones basadas en análisis realizados por otros traceólogos. Por
otro lado las técnicas de trabajo de la piel en un contexto de economía de caza y recolección no podían variar tanto como si las
comparábamos con otro tipo de economías.
- Estaba restringida regionalmente al Mediterráneo español
con las connotaciones faunísticas y climáticas que este hecho con-
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lleva. Al no existir cambios en la fauna nos quedaríamos si11saber
por ejemplo si diferentes tipos de pieles se trabajaron distintamente. La ventaja es que al ser estable la composición faunística podíamos aislar mejor la variable tecnológica. Si encontrábamos procesos diferentes en cronologías distintas no era por una cuestión de
adaptación al tipo de piel sino quizá al aprovechamiento dilerencial de las mismas o a procesos de elaboración distintos.
- Estaba restringida tecnológicamente, ya que nos sería imposible interpretar la cadena operativa completa respecto a la materia trabajada si el útil estaba dedicado a un gesto concreto. En este caso podríamos conocer una de las etapas del trabajo y, en función del significado de la misma, el grado de elaboración de la materia que se trabajó. La ventaja es que llegaríamos a reconstruir la
cadena operativa de este útil concreto desde su fabricación hasta su
abandono. Por otro lado, a causa de la inexistencia de análisis tecnológicos del resto del material lítico en algunos de los periodos
considerados, no podríamos distinguir decisiones tecnológicas como la elección del soporte para la fabricación de raspadores o la
economía de materia prima.
- Por último, estaba restringida a un yacimiento y desconocíamos al detalle la función concreta del yacimiento en algunos
períodos. Por lo tanto en algunos casos no podríamos hacer interpretaciones sobre la organización económica.
En resumen, nuestros objetivos han sido:
- Llevar a cabo el estudio de un tipo de utillaje lítico, en el que
combinando el análisis morfológico, el tecnológico y el traceológico se pudiera contribuir a comprender el comportamiento humano y la finalidad que lo guiaba en la fabricación de ese instrumental. Ello nos permitiría paralelamente comparar nuestra visión cla-
sificadora de los útiles respecto de la de los grupos humanos
prehistóricos y quizá detectar la existencia de útiles y trabajos especializados. Pensamos que sobre la base del análisis de un útil lan
característico como el raspador podremos plantear el esludio de
otros tipos de útiles.
-Analizar diferencias y convergencias de los períodos del
Paleolítico Superior de Parpalló respecto al comportamiento
tecnológico en su sentido más amplio: elección de materias primas, fabricación de útiles, enastado, utilización, reavivados y
abandono.
En la presentación de este trabajo comenzaremos por las bases teóricas y metodológicas (Primera Parte) con una revisión del
significado y de los enfoques que han tenido hasta el momento los
estudios de la tecnología, funcionalidad y tipología líticas. Consideramos necesario recoger en este capítulo también el estado de
la cuestión en traceología y algunas reflexiones sobre las modificaciones por uso de las estructuras silíceas observadas con microscopía electrónica, así como las bases experimentales en las
que se fundamenta nuestro aprendizaje del método traceológico y
el proceso de inferencia funcional.
La Segunda Parte va referida al análisis de los raspadores. Se
recogen los ejemplos conocidos por la etnografía actual y las experimentaciones sobre el enmangue y utilización de este tipo de
utensilios como bases referenciales. La aplicación a una muestra
arqueológica más reducida, los raspadores magdalenienses de la
Grotte Gazel, sirve de ejemplo y de prueba de la metodología que
luego se aplica al conjunto arqueológico más amplio de la Cova
del Parpalló. En ella se describe el método empleado en el análisis
morfométrico y funcional y sus resultados.
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l. EL SIGNIFICADO CULTURAL DE LAS
INDUSTRIAS LÍTICAS
La tecnología como manifestación de la actividad huinana es
el resultado de la elección de soluciones pai-a un problema concreto. En cada hecho tecnológico esta elección se ve condicionada por
cuestiones funcionales y por cuestiones ligadas a la cultura en que
este hecho se inscribe. La historia de [a tecnología muestra innumerables ejemplos de la variedad de procedimientos y útiles que
se emplean para transformar una misma materia.
De la Prehistoria se conservan los útiles. Es a partir de ellos
que hemos de descubrir los procedimientos. conscientes de que la
relación entre unos y otros dista mucho de ser directa.
El primer paso en el análisis del material lítico prehistórico fué
su clasificación. Los tipos definidos según su morfología sirvieron
para establecer secuencias cronológicas y regionales. Tras la elaboración de tipologías se propuso que la morfología era el reflejo
de opciones funcionales y culturales.
La existencia de dos clases de caracteres morfológicos en los
útiles líticos, unos ligados a la función, con significado meramente
práctico, y otros estilísticos, que tendrían valor cultural, simplifica
en extremo el significado de la tecnología en las sociedades. Por
un lado la posibilidad de distinguir unos caracteres de otros nos
parece absolutamente remota. Además creemos que en todos los
aspectos de la vida de una sociedad hay connotaciones culturales
más o menos directas.
La tecnología es la respuesta concreta a una necesidad funcional. Esta respuesta no es siempre igual porque se pueden conseguir
objetivos distintos por medios variados. Una actividad puede llevarse a cabo de manera eficaz con útiles muy distintos. Inversamente un mismo útil puede ser capaz de llevar a cabo diversas funciones.' La elección de uno u otro método, de uno u otro útil, es
cultural. Todo eilo dentro de los límites de las posibilidades materiales de cada sociedad. De ahí se desprende el interés de los estudios funcionales: el determinar los materiales trabajados por un
grupo humano carecería de significado si no fuera porque contribuye a determinar las opciones y comportamientos que lo distinguen de otros y que forman parte de su estrategia económica y tecnológica.
Con ello queremos decir que la elección de una determinada
morfología para realizar una acción también es un hecho cultural.
De modo que en muchos casos es prácticamente imposible desligar los caracteres morfométricos que tiene un significado estilístico de aquellos que tienen un significado funcional.
Pero tanto lo que se ha dado en llamar tecnología lítica (la talla)
como la función poseen también un significado culturai. De comparar los conjuntos de útiles y discutir si las agrupaciones de útiles
tienen un significado funcional o cultural (Binford, 1973) se pasa a
intentar aislar caracteres funcionales y caracteres culturales. Algunos autores (Sackett, 1973) han planteado que las industrias líticas
poseen un significado cultural ligado a su estilo (composición tipo-
lógica) y un significado funcional ligado a sil utilización. Por esta
razón se ha llegado a afirmar que una vez conocidos los caracteres
de la industria Iítica que responden a las necesidades funcionales
podrían aislarse aquellos que corresponden a la cultura.
La comparación entre agiupaciones tipológicas de útiles en los
yacimientos arqueológicos abocó a la constatación de diferencias
que se interpretaron como indicios de giupos culturales distintos.
La hipótesis de que estas composiciones tipológicas respondieran
a especializaciones funcionales (Binford. 1973) se demostró ilusoria con la aplicación de análisis traceológicos.'
Por otro lado, esta hipótesis no contaba con la existencia de
grados de utilización dentro de los mismos conjuntos tipológicos
(Schiffer, 1972).
El útil es uno de los testigos materiales de la aplicación de la
tecnología, pero no el único. Para comprender los procesos tecnológicos es necesario tener en cuenta no sólo los útiles con los que
se trabaja sino también las características físicas de las materias
trabajadas, los posibles métodos de acción sobre cada materia para
transformarla y sus resultados. Para poder interpretar la tecnología
como manifestación cultural, hay que conocer el contexto económico y funcional de la misma.
Gracias al análisis funcional (que utiliza como método la traceología) es posible comparar no sólo los útiles de trabajo sino
también las técnicas aplicadas en la elaboración de cada materia.
2. SISTEMATIZACI~N
METODOL~GICA
DEL ANÁLISIS FUNCIONAL
2.1. Breve historia de la investigación traceológica
2.1.1. La sistematización de un nuevo método de análisis
' Es evidente que existen ciertas limitaciones. Por ejemplo, es imposible cortar una
El desarrollo, durante los últimos ciento cincuenta años, de
métodos de aproximación a la función de los utensilios líticos hace
posible que dispongamos en la actualidad de un cuerpo de datos
que facilitan la comprerisión de las sociedades prehistóricas. No
obstante, el camino hacia una cierta sistematización metodológica
ha estado sembrado de los penodos de euforia y escepticismo que
acompañan siempre a la aplicación de nuevos métodos científicos.
Las bases sobre las que se asienta el análisis funcional son tres:
- La observación de las marcas de uso en utensilios prehistóricos.
- El establecimiento de paralelos funcionales entre los utensilios prehistóricos y los etnográficos.
- La realización de experimentaciones con copias de los utensilios recuperados en excavaciones arqueológicas.
Estos tres aspectos se contemplan tanto en las primeras inferencia sobre la utilización como en los más recientes análisis traceológicos.
Ya en el segundo cuarto del siglo XIX existieron intentos aislados por conocer la función de los instrumentos de trabajo prehistóricos. No vamos a remontamos a estos inicios en detalle puesto
materia blanda como la carne con un filo obtuso. Del mismo modo que cuando un
filo muy agudo trabaje un material duro (como el hueso) las fracturas que se producirán durante el uso pueden limitar la duración de su eficacia. Esto no quiere decir
que porque un útil se fracture durante el uso no se haya empleado así, de hecho algunas hojitas con muesca son lo que se ha llamado "útiles a posterior?'.
'En el cápitulo 1.1 de la Segunda Parte analizaremoscómo afectan estos plantemientos al estudio de los raspadores.
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que ya Iian sido exhaustivamente recogidos cn otros trabajos (Seitzer Olaussoii. 1980 y Vaughan. 1985). Sin cmbargo sí que consideramos necesario hacer un breve rccoil-idode la historia de la sistematización del rnétodo y su aplicación para poder comprender
los aspectos que se discutii-finen la metodología.
Los trabajos dc Semenov ( 1957) y de Keeley (1980) fuei-on los
hitos del proceso de sistematización del análisis funcional. La pi-emisa sobre la que se asentó el desarrollo del método es, que las acciones realizadas sobre diferentes materiales alteran de forma diferencial la morfología macroscópica y microscópica de los utensilios líticos prehistóricos. Por lo tanto caracterizando las diferentes
alteraciones producidas por cada una de las materias trabajadas y
acciones es posible llegar a reconstruir el uso. Esta caracterización
se materializa en la experimentación.
Semenov distinguió la existencia de varios tipos de huellas de
uso que empleó para determinar la utilización de las herramientas
prehistóricas. Su objetivo fue analizar la evolución de las técnicas
de trabajo en la prehistoria. Su principal aportación fue el conjugar, para llegar a ello, observación traceológica, experimentación
y analogías etnográficas .
En cuanto a Keeley, la realización de una clasificación de las
principales huellas de uso y el intento de asociar su presencia a las
diferentes acciones y materias trabajadas, marca el desarrollo de la
metodología traceológica en Occidente.
En la década de los 70 se declararon dos tendencias en la metodología traceológica. La primera de ellas, denominada "low power approach" y defendida por Tringham y Odell, se centraba en
el análisis con lupa binocular a pocos aumentos de las superficies
microscópicas de los utensilios. Mediante esta técnica es posible
deducir la cinemática del uso y la dureza de los materiales trabajados (aunque no su categoría específica) a partir de la observación
de estrías, desgastes y micromelladuras a menos de 100 aumentos.
La segunda, llamada "high power approach" y representada
principalmente por Keeley, afirmaba que las posibilidades de identificar las materias trabajadas por los utensilios Iíticos se incrementaban al poder observar los micropulidos de uso, entre 100 y
400 aumentos, mediante microscopios de luz reflejada. Estas dos
posiciones se apoyaban en la realización de tests ciegos sobre material experimental (Keeley y Newcomer, 1977 y Odell y OdellVereecken, 1980). La postura de Keeley, al ofrecer mayores potencialidades, consiguió más adeptos en Europa Occidental. En América, dónde la presión sobre la rentabilidad económica de los análisis era mayor debido a las vías de fmanciación de la investigación
arqueológica, se mantuvo algo más el empleo de pocos aumentos,
ya que requiere una infraestructura menos costosa y el tiempo de
análisis de cada artefacto es mucho menor.
A partir de la tesis de Keeley, otros investigadores aplicaron la
metodología traceológica a los análisis funcionales de conjuntos 1íticos prehistóricos (Vaughan, 1985; Plisson, 1985; Mansur, 1986;
Moss, 1983; Caspar, 1988; Collin, 1986; entre otros). Aunque todos estos trabajos reconocían el empleo de todo tipo de trazas de
uso (estrías, desgastes, micromelladuras y pulidos) para la determinación funcional, fue el análisis de los micropulidos el que se
consideró más significativo para la identificación de las materias
trabajadas. Este periodo de optimismo permitió la generalización
del método traceológico, siempre matizado por consideraciones referentes a las alteraciones post-deposicionales (Plisson, 1985; Plisson y Mauger, 1988). Pero algunas de las potencialidades de iden-
tificación generadas en estos nioiiientos. como la caracterización
de "pulidos de pescado", "p~ilidosde enastado" o de los "pulidos
de canle". han sido ~iliei-ioi-inentc
puestas en entredicho.
Paralelamente se fueioii desarrollando las teorías, ya planteadas
en el congreso de Vancouver de 1975, sobre la formación y alteración
de las huellas de uso microscópicas (Hayden, 1979). Esta cuestión.
que tratarenlos con más detalle en el siguiente apartado, generó el interés en una nueva vía de análisis funcional: la de los residuos minerales de las mateiias trabajadas sobre los utensilios prehistóricos (Anderson, 1980; Mansui; 1986: d' Emco et alii, 1995).
Pero al mismo tiempo que los analistas iban definiendo los 1ímites del método, surgió una crítica sobre la capacidad de diagnóstico del análisis de miciap~ilidos
generada en base a un test-ciego que se llevó a cabo en el "lnstitute of Archaeology" de Londres
(Newcomer, Grace y Unger-Hamilton, 1986). Aunque la interpretación de los resultados de este test ha sido ampliamente contestada con posterioridad (Moss, 1987; Hurcombe, 1986; Bamforth,
1988; Plisson et Van Gijn. 1989), la importancia de este cuestionamiento ha conducido a muchos arqueólogos a dudar del valor
diagnóstico de los micropulidos de uso en particular y, por extensión e injustificadamente, de los análisis traceológicos en general.
A pesar de que muchas de las cuestiones que suscitó este test-ciego
ya habían sido señaladas anteriormente por otros traceólogos y que
haya que matizar su interpretación y valoración, cierto es que la
formulación conjunta y explícita de las mismas sirvió de revulsivo
y provocó, al tiempo que un rechazo a un tipo de crítica tan extrema, la concienciación general de los límites de la detenninación
traceológica y de las orientaciones que era preciso tomar en el perfeccionamiento del método.
2.1.2. Orientaciones en la aplicación del análisis traceológico
a conjuntos líticos prehistóricos
Las orientaciones de la arqueología en los diferentes países y
períodos influyeron desde el principio en el desarrollo del método
traceológico y en su aplicación al estudio funcional de los conjuntos líticos prehistóricos.
En la antigua Unión Soviética el análisis funcional de los utensilios prehistóricos se consideró fundamental ya que permitía la
aproximación a los "dos aspectos básicos del trabajo: el técnicoorganizativo y el socioeconómico" (Korobkova, 1986). El cambio
social constituyó una de las preocupaciones básicas de los arqueólogos soviéticos. Según Marx: "No son los objetos realizados sino
cómo se hicieron y con qué instrumentos, lo que nos capacita para
distinguir las diferentes épocas económicas. Los instrumentos de
trabajo no sólo proporcionan un modelo del grado de desarrollo alcanzado por el trabajo humano, sino que también son indicadores
de las condiciones sociales bajo las cuáles se lleva a cabo este trabajo." (Marx, 1980). El estudio de la tecnología juega un papel
fundamental, pero al no identificar tecnología con los utensilios sino con los procesos de trabajo, se pretende situar las herramientas
en su contexto de utilización. Esto se refleja tanto en el planteamiento de la investigación como en la presentación de los resultados. Se intenta clasificar los instrumentos de trabajo por su uso, no
por su morfología.
En Europa Occidental la aplicación generalizada de estudios
funcionales responde a enfoques diferentes. En primer lugar, la
tipología había jugado un importante papel en la seriación de los
conjuntos prehistóricos aunque existía alguna propuesta de
interpretación funcional de la composición tipológica de los
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conjuntos inustcrienses (Biiiford, 1966).Además los pai-alelos etnográficos que se habíati considerado en la form~ilacióiiterminológica dc a l ~ ~ i i i tipologías produjeron ideas pi-econcebidas resas
pecto al empleo de determinados utensilios. Lo que se transluce
es un intento de asociación entre morfología y función que era
consecuencia. o de los necesarios esfuerzos taxonómicos que se
habían llevado a cabo con anterioridad, o bien de la alta especialización de las herramientas de trabajo modernas. Por ello, en la
presentación de los resultados traceológicos se incluyó desde el
principio la relación entre tipos morfológicos y función.
En segundo lugar, en los años 80 se había extendido el método de excavación en extensión e interpretación paleoetnográfica de
Leroi-Gourhan. La traceología era la gran esperanza para la reconstrucción del funcionamiento paleoeconómico y social de los
yacimientos, suelos de ocupación y estructuras. A partir de la primera publicación que integra aspectos tecnológicos, económicos y
microespaciales (intra yacimiento) (Cahen et alii, 1979), la interpretación paleoetnográfica de los datos traceológicos se incorpora
a casi todos los análisis funcionales de material arqueológico.
Un tercer enfoque se centra en los aspectos tecnológicos para
aproximar la explotación de las materias primas e integrar la fabricación y la utilización.
En los estudios traceológicos de material arqueológico en la
década de los 80 se analizan los resultados bajo estos tres puntos
de vista: relación tipología-función, integración de los datos en el
análisis microespacial y económico, y relación tecnología-materia
prima-función con la consecuente interpretación paleoetnológica.
2.2. Las huellas observadas y su interpretación
Durante la fabricación, utilización y abandono de las herramientas líticas se producen modificaciones en la morfología general del utensilio y en la microtopografía de la roca. Estas modificaciones pueden ser intencionales, como en el caso de la fabricación
mediante la talla o preparación de la misma, o involuntarias, como
ocurre durante su uso o abandono. El primer paso p v a la realización de un análisis de la tecnología de talla o de un análisis de la
función es poder distinguirlas. A veces es el tipo de marcas lo que
nos proporciona los criterios discriminatorios, pero en la mayoría
de las ocasiones hay que recurrir al contexto en que se encuentran.
Nos referimos a la disposición en el utensilio, la asociación con
otros caracteres morfológicos y su regularidad: "Les stigmates issus d'un travail précis sont généralement localisés et répétitifs."(Dauvois, 1979).
Vamos a centramos en el estudio de huellas de uso en herramientas de sílex, pues aunque el análisis traceológico se ha aplicado a otros tipos de rocas (cuarzo, cuarcita, obsidiana ...), el material
arqueológico objeto de nuestro estudio está fabricado en rocas silíceas del grupo del sílex.
El análisis funcional de utensilios de sílex toma en consideración varios tipos de trazas o huellas de uso: las melladuras, los desgastes, las estrías y los micropulidos. Para su definición y descripción hemos distinguido dos grupos de huellas:
- Micromelladuras y fracturas, que son consecuencia de la fragilidad de las rocas silíceas y modifican, en mayor o menor medida, la morfología general de la pieza lítica.
- Desgastes, micropulidos y estrías, que son consecuencia de
otros caracteres físicos y químicos de la roca y que alteran la microtopografía de la misma.
2.2.1. Modificacioiies de la morfología de los utensilios y los
filos Iíticos: las melladuras y las fracturas.'
En la Prehistoria el síiex fue la roca escogida en la mayoría de
las ocasiones para fabricar utensilios Iíticos por medio de la talla.
Ello fue así dcbido a su dureza, que la hace deseable para el trabajo de muchos materiales. y a su carácter isotrópico y de fragilidad
elástica, que se convierte en una aptitud para la talla, al poderse
controlar el modo de fracturación (Speth, 1972). Estas características físicas del sílex son la causa de que también durante el uso se
produzcan fracturas. Las fracturas de uso son de dos tipos:
- Fracturas que se inician cn la zona utilizada, como las micromelladuras que se producen al cortar, raspar, percutir, etc. o las
fracturas de impacto que se extienden en mayor o menor medida a
partir de la punta de los proyectiles líticos.
- Fracturas de una parte del soporte, que se inician lejos de la
zona de uso con intervención de las fuerzas que convergen durante
el trabajo y que en determinado momento se concentran en alguna
zona del soporte, produciendo fracturas por flexión.
El primer tipo de fracturas, llamadas melladuras o desconchados, se utiliza sistemáticamente en los análisis traceológicos para
aproximar el uso, el segundo tipo se ha considerado en algunos casos para establecer hipótesis sobre el movimiento durante la utilización, pero nunca de forma sistematizada.
Las melladuras o desconchados del filo de trabajo se observan
a pocos aumentos (hasta un máximo de IOOX, pero en general entre 10 y 40X). Fueron objeto de una de las primeras sistematizaciones de huellas de uso, realizada por la escuela de Harvard
(Tringham et alii, 1974) y son la principal traza de uso en la que se
centran las determinaciones funcionales a bajos aumentos (Odell,
1975, 1979, 198 1; Odell y Odell-Vereecken, 1980). Odell define
melladura en los siguientes términos: "edge scarring is take here to
mean the tiny chips removed from the edge of a stone under pressure". A esta definición añadiremos que también puede producirse
por percusiónP
Uno de los principales problemas con los que se encuentra el estudio de los desconchados en los filos de trabajo es la distinción de
los desconchados producidos por el uso de aquellos que se producen
accidentalmente y de las melladuras de uso en filos retocados. Aunque algunos autores sugirieron la regularidad y el tamaño como criterios válidos de discriminación (Tiingham et alii, 1974: 181) no está demostrado que sea así. La recurrencia en artefactos similares de
desconchados en la misma posición es la base de algunos trabajos
(Bordes, 1973; Rigaud, 1977). Sin embargo es más difícil, si no imposible, distinguir melladuras de uso, de melladuras de retoque o accidentales, en utensilios cuya morfología no esté mínimamente estandarizada. En otras ocasiones ha ocurrido incluso al contrario, el
uso ha sido la causa de la existencia de "retoques" recurrentes que
han configurado t tipo^"^ (Kantman, 1970; Bocquet, 1980; Barton,
1986). Por ello en el caso de las melladuras en filos retocados no
fDenominamos indistintamente melladuras, desconchados o descamaciones a las
fracturas que afectan al filo de trabajo. Son generalmente microscópicas aunque algunas de ellas, particularmente las que se producen en trabajos de percusión, pueden llegar a extenderse hasta 1 cm.
' A veces no se considera que se puedan realizar acciones de percusión con el sílex,
suponemos que por su fragilidad, pero Iiny que pensar que el objetivo es llevar a ca-
bo una acción con eficacia aunque eso suponga la destmcción del filo de trabajo o
del útil.
Lo que se llama "útiles n posler.iori".
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estamos de acuerdo en que el tamaño sea definitorio, puesto que hay
útiles cuya morfología res~onde uso. no al retoaue. Además al real
tocar un utensilio pueden producirse rnicromeliadurasjunto a levantamientos intencionales.
Los únicos criterios que pueden ayudar a discernir las melladuras accidentales, o de retoque, de las de uso es la presencia de
pulidos, estrías o desgastes asociados a ellas. El tipo de melladuras, su regularidad, la recurrencia, su concentración y disposición
espacial respecto a la morfología del filo y de la pieza lítica pueden aportar indicios a la hora de formular una hipótesis de utilización coherente.
La segunda cuestión es, si a partir de la observación de las melladura~
pueden deducirse el material trabajado y las caracteristicas del trabajo.
Dos aproximaciones contribuyen a la comprensión de los factores que entran en Juego en la f~rmación desconchados.La primera
de
se centra en el estudio de la mecánica de fracturas de sólidos elásticos frágiles. La segunda se apoya en la realización de experimentos
controlados con el objetivo de observar si existen recurrencias en los
desconchados para materias trabajadas o acciones similares.
-
2.2.1.1. La mecánica de fracturación
El proceso mecánico que interviene en la formación de las melladura~ el mismo que se produce durante la talla intencional. La
es
morfología de las fracturas responde a las condiciones en que se
han producido. La primera clasificación de las fracturas se realizó
en la reunión de Vancouver y es la llamada del Ho-Ho Comitee
Repport (Hayden, 1979). Sin embargo no todos los especialistas se
atienen estrictamente a esta clasificación.
Los trabajos que tratan el análisis de fracturas en sólidos elásticos frágiles permiten distinguir tres tipos de inicio de las fracturas (fig.1):
lar
*
Figura 2.- Descripción de partes de la cara ventral de una fractura
hertziana. (Según Cotterell y Kamminga, 1990).
platafom~a e iniciacijn
d
...
, ,
INICIACI~N
HERTZTANA
POR FLEXIÓN
EN CIJÑA
.
.
.
Figura 3.- Descripción de las partes de la cara ventral de una fractura por flexión. (Según CottereU y Kamminga, 1990).
\
Figura 1.- Esquema de iniciación de fracturas de rocas silíceas.
(Según Cottereil y Kamminga, 1990).
-Fractura en cono hertziano o concoidea. Se producen por
una tensión por compresión (fig. 2). Se inicia en el punto donde se
ha aplicado la fuerza. Se caracterizan por un bulbo marcado. También llamadas fracturas a (Prost, 1993).
-Fractura por tensión producida por flexión (fig. 3). Se inicia a alguna distancia del punto de aplicación de la carga (Cotterell
y Kamminga, 1979; Lawrence, 1979; Tsirk, 1979). No presentan
bulbo. También se les llama fracturas b (Prost, 1993). No se producen nunca levantamientos parásitos "en navecilla". Se suele asociar a percutores blandos y a filos muy agudos.
-Fractura en cuña (fig. 4). Se produce cuando el objeto que
aplica la fuerza es afilado. No se ha reconocido como huella de
USO, aunque sí que se asocia a núcleos bi~olares a percutores
y
agudos (Lawn y Marshall, 1979).
Figura 4.- Descripción de las partes de la cara ventral de una fractura en cuña. (Según Cotterell y Kamminga, 1990).
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Las terminaciones de las fracturas son también variadas (tig. 5):
gradual
en escalón
reflejada
Figura 5.- Esquema de terminación de fracturas de lascado en rocas
silíceas. (Según CottereU y Kamniinga, 1990).
-Normal o gradual. La fuerza se dirige hacia el interior del
objeto lítico y el proceso de fractura continúa sin ser perturbado.
-En charnela o reflejada. Se produce un cambio radical en la
dirección del frente de la fractura.
-En escalón. La esquirla o bien se desprende con una fractura
perpendicular a la dirección que inicialmente llevaba, o bien se
produce una fractura perpendicular a la dirección que llevaba y se
desprende solamente el inicio, quedando el final adherido al núcleo, porque no acaba de fracturarse.
Prost propone una clasificación más diversificada de las mismas que no aporta datos para el análisis funcional, ya que nos parece que redunda en sus morfologías. Consideramos aparte, como
este autor, un tipo de fracturas que sólo se producen por flexión.
-Terminación brusca en fracturas por flexión. La fractura
se desarrolla en el plano de espesor de la pieza. Es recta y no suele presentar bulbo (fig. 6). También se le ha llamado transversa
(Ibáñez, 1994) y en plano perpendicular (Jardón et alii, e.p.).
FLEXIONES
inflexión
retroflexión pseudobifurcación
Figura 6.- Trayectoria de fracturas en flexión. (Según CottereU y
Kamminga, 1990).
2.2.1.2. Experimentos encaminados a determinar la acción y el
tipo de materia trabajada a partir de los desconchados
Las melladuras de uso se han descrito y clasificado exhaustivamente con el fin de intentar ver si se co~-relacionaban matecon
rias trabajadas y10 modos de acción.
La clasificación realizada por el grupo de Harvard (Tringham
et alii, 1974) distinguía, en razón a la delineación, seis categorías:
escama, triangular, irregular, rebanado, rectangular y trapezoidal.
En su experimentación se constata que los materiales duros iieriden a producir menor proporción de micromelladuras en escama y
más alto índice de rectangulares y trapezoidales que los blandos.
en acciones similares. Independientemente del material trabajado.
en acciones transversales se producen también mayor número de
melladuras rectangulares y trapezoidales.
profundidad y taKeeley cuantifica las melladuras por fom~a,
maño sin intentar definir los agentes causantes (Keeley, 1980).
Sin embargo para Vaughan es más significativa la sección del desconchado que su forma (Vaughan, 198 1). Nosotros consideramos
acertada esta observación ya que las formas de las melladuras son
resultado de su sección. Las triangulares están producidas por una
aplicación de la fuerza oblicua al filo con terminación reflejada o
en escalón, las trapezoidales y cuadrangulares sólo son posibles
con terminaciones reflejadas y en escalón y las melladuras en media luna se relacionan con terminaciones normales y rara vez reflejadas, pero nunca en escalón.
Los trabajos de Akoshima e Ibáñez Estévez constituyen intentos de sistematizar el empleo de los desconchados para determinar la materia trabajada y la acción. Los dos toman en cuenta la
forma, sección, tamaño, distribución y cantidad. Los dos señalan
las tendencias en la formación de las fracturas de uso indicando
los factores, aparte de acción y materia trabajada, que influyen en
la morfología de los desconchados. Pero todas las investigaciones
que han pretendido relacionar directamente la presencia de desconchados con el tipo de materia trabajada o acción han llegado a
la conclusión de que existen ciertas tendencias, pero que no es posible correlacionar un sólo tipo de melladura con una materia trabajada o una acción. Como señala Moss, solamente de esta manera los tipos de melladuras serían importantes para la determinación funcional.
"Classification of edge damage by type however; can only
reach its full usefulness when there is gerzeral agreenierzt
anzong wear analysts that particular types signifi specific
hand ~rlotiorlsand tractability of worked rnaterials " (MOSS,
1983: 232).
Un enfoque diferente es el que presenta Odell (1981). Su
trabajo se refiere a 10 situaciones de contacto distintas y a las
modificaciones que causan. El tipo de actividad se refleja fundamentalmente en la distribución de las melladuras en la pieza.
Introduce interesantes puntos de vista respecto a la evolución
de las fracturas tras un uso prolongado y al efecto de las mismas en el aumento o disminución de la eficacia del filo. Se trata de un planteamiento de dinámica cinemática cuyo objeto es
más comprender los procesos de uso que cuantificar o relacionar directamente efectos con causas.
En resumen, las melladuras son huellas de uso que aportan indicios sobre la función pero en cuya ocurrencia influyen muchos
factores además de la materiatrabajada o la acción. Por ello, han
de tenerse en cuenta las siguientes consideraciones:
-No pueden distinguirse las melladuras de uso de las accidentales, de talla o de retoque ni por su tamaño, ni por su morfología. Por ello se considerarán solamente como micromelladuras de uso aquellas que se encuentren en filos no retocados o
en la cara opuesta al retoque en los filos retocados y que por su
regularidad, agrupamiento entre ellas o asociación con otras
huellas de uso sean coherentes con una hipótesis cinemática
comprobable por experimentación.
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-La ausencia de microinelladuras no sigiiilica riecesariarnciite
ausencia de uso (Grace. I988: 48). especialmeiite si la delineación
del filo en sección es recta6 (Moss. 1983: 238). A pai-tir dc la presencia de micropulidos o estrías. cuando existan. será posiblc detectar usos que no hayan producido descoiicliados.
-La regularidad o irregulai-idad de las micromelladuras no
indica por sí misma presencia de uso. ha de apoyarse en otras
huellas de uso y en la morfología dcl utensilio.
-Las micromelladuras más características son las que se
producen por impacto en la punta de un proyectil (Fischer e/
alii, 1984). En estos casos se asocia la morfología de la pieza 1ítica con las irielladuras, para indicar su uso más probable.
-El filo de trabajo llega un momento en que se estabiliza,
dejando de producirse melladuras. Por ello es importante considerar las melladuras dentro dc un proceso cinemático dinámico
y no bajo un punto de vista meramente taxonómico.
q ~ i c la produccióii y la foi-inade la iiicllad~irainfluye tariibiéii la
eii
morfología inicial del borde (fig. 7).
clelir~eaciórl1 seccióri delfilo del ~i.al>ajo. una accióii
e1
En
longit~idinallas sinuosidadcs en sección del filo pi-oduccnque haya puntos con planos de presión que propician la Ii-act~iración.
Sin
embargo cuando el filo es totalmente recto la presión se ejerce en
la misma arista por lo que las condiciories pai-a la producción de
desconchados no son tan buenas. Por lo tanto para el mismo tipo
de acción y de materia trabajada se producirán más desconchados
en filos sinuosos que en filos rectos (fig. 8) (Tringhain et alii,
1974 y Moss, 1983: 238).
-Las condiciones que influyen en su formación son:
rilateria prilna e11que está fabricado el uterzsilio. Cada tipo de roca tiene unas cualidades físicas que influyen en el momento en que es sometida a una tensión. Los diferentes tipo de
rocas silíceas empleados en la Prehistoria tienen similares formas de fracturación. Sin embargo el que se produzca o no u11
desconchado está en función de la presencia de planos de cristalización, cambios en la estructura de la roca, en el tamaño del
grano, etc.
*fi~erza
desarrollada por e1 trabajador: el factor irzdividiral.
Como es lógico, a mayor fuerza aplicada, mayor probabilidad
de producir fracturas. Además los gestos propios de cada persona, que conllevan una mayor o menor precisión en el movimiento con diferentes grados de aplicación de la fuerza, pueden hacer variar enormemente el número de desconchados (Collin y
Jardón, 1991).
ángulo delfilo. Los filos de ángulos agudos son más susceptibles de ser fracturados que los obtusos. Además en filos agudos
hay más abundancia de melladuras por flexión (tipo b) (Prost,
1993) y de fracturas en media luna (Ibáñez Estévez, 1993) y menor de triangulares, cuadrangulares y trapezoidales. En filos obhlsos ocurre al contrario ya que se necesita más fuerza para conseguir que la fractura se propague regularmente y termine gradualmente.
perfil del borde y iizorfología de la cara opuesta a la que se
aplica lafierza. La forma de la zona donde se aplica la fuerza y de
la cara por donde se extenderá el desconchado es fundamental para
que se inicie una fractura, como ocui-re durante la talla voluntaria.
La trayectoria de la fractura es determinada más por la topografía
de la superficie que se talla que por el método de talla usado para
realizarla (Cotterell y Kamminga, 1979). El plano sobre el que actúa la máxima fuerza principal es paralelo a la superficie libre y
causa la difusión lateral controlada por la presencia de una arista en
la superficie dorsal (Crabtree, 1972: 15). De todo ello se desprende
"Las sinuosidades del filo se presentan durante el uso como planos de presión que facilitan la iniciación de fracturas.
Figura 7.- Influencia de la morfología de la cara de lascado en la
propagación de fractnras.
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desgastes que se producen a lo largo del ti-abajo. Sólo de cxperiencias mecánicas, como las ircalizadas por Prost. en las que todas las variables que interviciicii cstfii coiitroladas. p~iedcn
deducirse las leyes de fracturacióii que actúa11en cada acción.
n'r~grrlo rt-rrhjo. El á r i ~ ~ ide trabajo influye en la cantidad.
de
lo
forma y tamaño de los desconcliados. Las vaiiaciones en el ángulo
durante el trabajo produce11~ i i aumento del número de desconchados.
i
Figura 8.- Influencia del contorno en sección de los filos en la ocurrencia de fracturas. La lámina de la izquierda al tener un contorno
con más curvas está más expucsta a que se produzcan ineiiaduras en
una acción de corte paralela al filo de trabajo. (Según Moss, 1983).
tipo de accióil. La posición de las melladuras, en una cara
de la pieza lítica o en las dos, y su forma, pueden indicar el movimiento: unidireccional o bidireccional, longitudinal o transversal o de rotación. Como ya hemos comentado, la existencia
de melladuras disimétricas y triangulares indica acciones paralelas y oblicuas al filo. La disposición en las dos caras de los
desconchados se ha utilizado como criterio para distinguir el tipo de acción. Los desconchados en una sola cara pueden indicar
una acción transversal unidireccional. Si son de diferente tipo en
las dos caras indican una acción transversal. Si son del mismo
tipo en las dos caras pueden estar indicando una acción longitudinal. Sin embargo Ibañez señala que "tanto el grado de aiilbig~iedad error que presentar1 estos criterios, conlo la posibiliy
dad que se corte corz árigi,los de trabajo oblicuos, Ilevarz a considerar que la distribucióri de los descorzclzados no es suficier~te
por sí tnisrna para deterriiir~ar lorigit~ldinalidad trarlsversala
o
lidad de uri riioiiiniier1to... " (Ibáñez, 1994: 129).
Las acciones de percusión producen fracturas con terminaciones reflejadas o en escalón (Odell, 1981: 206). Sin embargo
también parece influir el ángulo del filo en el tipo de melladuras
que se producen por percusión ya que "a rnedida que ardtiler1ta
el ángulo del filo dismiriuyeri las terrninacior~es
abruptas" (Ibáñez, 1994: 108).
Las tendencias señaladas se refieren a variaciones en el movimiento en las que el resto de variables (materia trabajada, ángulo
de trabajo, delineación en sección del filo, ángulo del filo, etc.) se
mantuviera estable. Sin embargo estas condiciones rara vez son
estables en un contexto de trabajo humano y menos aún cuando
las características de los filos cambian por las fracturaciones y
ri~ateriatrabajada. El tipo de inatcrial con el que entra en
contacto el utensilio Iítico determina que el tipo de contacto que se
produce entre los dos sea p~intual difuso. iniciándose diferentes
o
tipos de fracturas según se ti-ate de lino u otro. Las materias blandas producen más desconchados por tlexión (forma de media luna,
terminación afinada) y menos en cono hertziano con terminaciones
reflejadas o abiuptas (formas triangulares, trapezoidales y rectangulares). Lo contrario ocurre con las materias más duras. Esta diferenciación es menos evidente en filos agudos, en los que la proporción de terminaciones afinadas y de iniciaciones por flexión es
mayor, sea cual sea la materia trabajada. A pesar de que esta tendencia es señalada por todos lo autores, también entran en juego
otros factores, como el ángulo del filo y la acción.
Estos son, en líneas generales. los indicios que nos proporcionan las melladuras en los filos o ápices líticos activos. Sin embargo para realizar un análisis traceológico el razonamiento ha de desarrollarse al contrario. A partir de los caracteres que presentan
los filos es necesario descartar las diferentes posibilidades de uso
hasta conseguir deducir las más probables. Aunque casi todos los
traceólogos trabajan de esta forma, sólo Grace e Ibáñez Estévez
han formulado explícitamente tal procedimiento. Todos combinan
los indicios que tienen que ver con la morfología de la pieza y del
filo (variables independientes) con las diferentes huellas de uso
(variables dependientes). Cuando discutamos nuestro material experimental comprobaremos si los criterios que se han indicado se
cumplen también en nuestra experimentación y cuando no sea así
intentaremos determinar las causas (apartado 2.2.4.2). Para ello
tendremos en cuenta además de las fracturas, otros tipos de huellas de uso que tratamos en el siguiente apartado: los desgastes,
pulidos y estrías.
2.2.2. Modificaciones de la rnicrotopografíade los utensilios Iíticos: los pulidos, los desgastes, las estrías y los residuos
2.2.2.1. Estructura mineralógica del sílex. Formación
Vamos a introducir cuestiones generales sobre la composición,
estructura, formación y alteración de las rocas silíceas que nos serán luego necesarias para comprender los factores que pueden influir en los procesos de alteración microscópica por uso o por causas naturales.
Bajo la denominación corriente, aunque no siempre petrológicamente correcta, de sílex se esconde una gran variedad de rocas
silíceas utilizadas por las sociedades prehistóricas para la fabricación de sus utensilios (radiolaritas, sílex, jaspes, sílices hidrotermales, areniscas silíceas, etc.) (Masson, 1981).
El sílex es una roca sedimentaria de composición total o mayoritariamente silícea procedente de la substitución ion por ion del
calcio por silicio en las arcillas carbonatadas antes de su compactación (Río y Chamalet, 1980). Es una roca criptocristalina compuesta fundamentalmente de S i 0 2 pero que puede incluir otros
componentes que hacen variar su color.
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Se presenta en forma de iiódulos o lentejones en las formaciones calcareas (sílex o chevt) o en foi-macioncs ígneas. Las silificaciones se producen poi- precipitación del silicio cuando se alcanza
el nivel de saturación o mediante la actuación de organismos de
esqueleto silíceo como espongiaiias. radiolarios o diatomeas.
Las principales rocas silíccas de esta variedad están constituidas
esencialmente de tetraedros de sílice (Si04) que se presentan en tres
formas cristalinas diferentes (cuarzo, ciistobalita y tiidimita) y una
forma fibrosa (la calcedonia).' El ópalo (Si02 nH20) también suele
estar presente en su forma amorfa (ópalo A) y su forma cristalina
imperfecta (ópalo cristobalita-tridimita). Estas dos formas sólo son
distinguibles por difracción de rayos X (Jones y Segnit, 1971).
Es tan frecuente encontrar cuarzo detrítico como autígeno xenomorfo (figs. 1ld, 10 y 28) como automorfo (figs. 1lb y c). Como todas las rocas sedimentarias contienen frecuentemente fósiles
como diatomeas, radiolarios o incluso gasterópodos (figs. 12, 14 y
13). Estos microfósiles pueden ser indicativos del tipo y la edad de
las formaciones geológicas de las que procede la roca, por ello son
importantes cuando se pretende realizar estudios de economía de
materias primas. La concha del microfósil se encuentra en ocasiones fosilizada en forma fibrosa o presenta en su interior cristales de
cuarzo automorfo (fig. 13).
Como componentes de las rocas silíceas se encuentran a veces
otros minerales en cantidades menores (arcillas, calcita, óxidos
metálicos, etc.). Su presencia puede ser ínfima, pero es importante
conocerla cuando se realizan análisis químicos intentando detectar
residuos de las materias trabajadas. Lo mismo ocurre con elementos que contribuyen a su coloración y que se han empleado como
elementos traza, ya que algunos métodos analíticos llegan a detectarlos. Es importante en este caso poder registrar incrementos
cuantitativos que pudieran ser externos a la propia roca a partir de
series de referencia .
2.2.2.2. Procesos de modificación microscópica por uso
En este epígrafe vamos a tratar conjuntamente los indicios de
uso que se observan a partir de 100X, fundamentalmente con microscopio óptico (por reflexión de luz) y con Microscopio Electrónico de Barrido. El motivo de que hablemos paralelamente de pulidos, estrías, desgastes y residuos es que pensamos que los tres
primeros son resultado de procesos simultáneos y el último se ha
considerado ligado a los procesos de formación de pulidos o incluso formando parte de ellos. Por lo tanto sería incoherente en nuestra discusión aislar los unos de los otros.
Como ya vimos más arriba el análisis de los micropulidos de
uso focalizó la atención de los traceólogos pues se consideró una
de las huellas más significativas para el análisis funcional. Sin em-
' El Si02 cristaliza como cuarzo por debajo de 870°C. como tridimita entre 870°C y
1470°C y como cristobalita a partir de 1470°C. Las dos últimas fases son metaestables en las condiciones ambientales, hallindose ejemplos naturales de las mismas.
Se diferencian en la disposición de los Si04 unidos por los vértices dando esquemas distintos para cada mineral: el cuarzo romboédrico, la tridimita hexagonal y la
cristobalita cúbica. Esto explica que sean metaestables, ya que para pasar de una fase a otra es necesaria la rotura del enlace entre tetraedros, y estas uniones son muy
fuertes (de ahí la resistencia del cuarzo a la erosión). AdemSs de estas fases, cada
una de ellas tiene formas de alta y baja temperatura perfectamente reversibles con
puntos de inversión a 5734 1 4 0 y 240°C. Esto sería debido a un movimiento de los
tetraedros que no implicaría la rotura de los enlaces tetraedro-tetraedro, lo cual explica la reversibilidad del fenómeno...
... El cuarzo sólo se ataca con F1H y por fusión con KOH.
M. Font Altaba (1970).
bargo nunca ha estado claro cóino se pi-oducen las inodificaciones
superficiales que dan coino res~iltadop~ilidos
discriminantes de las
mateiias trabajadas. Subyace en la terminología la idea de que son
hechos individualizados. Su identificación y distinción es desciiptiva, a partir de coinparaciones basadas en el material expciimental
que se utiliza como referencia. No se ha iricidido lo suficiente en
la descripción e interpretación de los procesos porque se trata con
finalidad tipológica, no procesual.
Vauglian define pulido como: " i r ~srrpe-ficie alterada de sí~a
lex qlle rejeja la lirz y qlre no pirede ser elirrlirtada cori ácidos, buses ni di~oli~eitres"~
(Vaughan. 1985: 132). Esta definición no intenta explicar cuáles son los procesos de formación aunque entraría en contradicción con las teorías que consideran que el pulido es
una capa fusiona1 de sílice amorfo y no es un mero fenómeno superficial. Además no está claro que no pueda ser afectado por
agentes químicos ya que en algunos ensayos con determinados
compuestos químicos se ha conseguido alterar su aspecto e incluso
eliminarlos (Plisson, 1986; Plisson y Mauger, 1988; Levi-Sala,
1986; Clemente, e.p.).
Vaughan distingue, a partir de sus observaciones con microscopio óptico del material experimental, tres etapas en la formación
de pulidos:
-Micropulido indiferenciado. En el que el pulido no está lo suficientemente desarrollado como para ser característico de un material trabajado.
-Pulido liso con agujeros. Aún no posee las características definitorias.
-Pulido típico. Corresponde a micropulidos bien desarrollados, extendidos y con rasgos característicos que han podido ser definidos (Vaughan, 1985).
Para este autor, el trabajo de las materias más blandas produciría pulidos de tipo indiferenciado, es decir, que no pasan'an del
primer estadio. Lo mismo ocurriría con útiles tallados con rocas de
grano grueso ya que en ellas la velocidad de formación es menor.
Sin embargo mantiene que los procesos de formación de pulidos
son distintos para cada materia trabajada.
Por el contrario Grace defiende la idea de que los tipos de pulidos no pueden ser asignados a los tipos de materias trabajadas y
que sus diferencias moifológicas responden a grados de desarrollo
(Grace, 1989: 60-61). Ello comporta consecuencias importantes
con respecto a la significatividad de las huellas de uso para la interpretación funcional.
De hecho algunos investigadores han llamado la atención sobre lo improcedente de terminologías como "pulido de asta" o
"pulido de piel":
"...since "polislz" types are nan~ed
after worked ~naterials
,
the tnetliod col2fuses description and iriterpretation " (Yamada y
Sawada, 1993: 448).
"Laprimera deducción de la aplicación del ?nodelo reológic o y de la ntecárzica de medios continuos a nlrestro canzpo de estudio es la necesidad de plantear qlle no se pirede estudiar f e 1 6
inerlos Nzdividirales para, a través de ellos, identificar la materia
trabajada. Este iíltinzo corioci~~ziento se obtiene de forilla dino
y
recta sirlo n~ediática sieinpre a través de una interpretación
contpleja. " (Sala Ramos, 1993: 86).
' Traducción de la autora.
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¿,Qué es ~ i i iriiicropulido de uso? ¿Cómo se produce'? ¿En qué
se diferencia de un desgaste'? ¿,Setrata de un solo proceso o de diferentes tipo5 de procesos? ¿.Qué factores infliiyen en estas niodificacioiies que Ilainarnos pulidos7 i,Cuál es su composicióii y estiuctura? ¿,Soii todos ellos ig~ialinenteresistentes a las alLeraciones?
¿Se producen las esti-ías simultáneamente, por disgregación del
mismo grano de la roca o por apoites de partículas foráneas? hay
componentes residuales foiniaiido parte de los micropulidos?.
Para intentar responder a estas preguntas realizamos a continuación una revisión de los coiiocin~ientos se tienen Iiasta el
que
momento y de las hipótesis planteadas. Posteriormente presentaremos nuestro estudio de las modificaciones estructurales observadas con MEB.
-Hipótesis sobre la formación d e pulidos y estrías d e uso.
Semenov define pulido como "laforrila de desgaste de la herraniierlta por fricción corl otro objeto, que se produce cuando hay
iol aunlerito de la presión, coiz la dispersiórz de las partículas niás
graildes" (Semenov, 1957; trad. castellano, 1981: 29). Esta definición apunta aspectos referentes a la formación del pulido al considerarlo un proceso de desgaste que implícitamente supone una
pérdida de materia.
La aplicación de la metodología traceológica corre paralela al
desarrollo de hipótesis sobre los procesos que abocan a modificaciones morfológicas.
Dos hipótesis fundamentales dividen las opiniones sobre cómo
ocurren estas modificaciones por uso. Las dos se desarrollan con
la profundización del estudio de los procesos y con la ampliación
de los métodos y técnicas aplicadas para su análisis:
Teoría abrasiva. Esta teoría es la primera en asociarse al desarrollo de los pulidos, fundamentalmente al lustre de cereal. Se
entendía como resultado del frotamiento contra las sustancias que
contienen sílice, como las plantas que habían sido cortadas, o la
arena del suelo y el polvo depositado en los tallos de los vegetales,
que provocaban la abrasión de la superficie (Curwen, 1930).
Diamond (1979) se decanta por la explicación que implica
desgaste por abrasión, el filo es alterado y hay una pérdida de material. Las estrías intersectan las rugosidades de la superficie y pueden observarse sobre el pulido, luego deben intervenir en él. Piensa que todos los procesos de uso suponen una pérdida de material.
Otros autores que son partidarios de que la pérdida de materia es
el factor que más influye en las modificaciones son: Dauvois (1979)
Meeks et alii (1982), Masson et alii (1981), Grace (1989), Yamada
(1993), Unger-Hamilton (1984) y Levi-Sala (1988 y 1993).
Teoría fusional. También fue formulada para explicar el lustre
de cereal. Witthoft afirmaba que cuando el sílex atraviesa, al cortarlas, las partículas de ópalo contenidas en la hierba, produce un
calor friccional capaz de fundir las moléculas de ópalo, construyendo una capa cada vez más gruesa de sílice amorfo. La apariencia fluida de la superficie venía a contribuir a esta idea (Witthof,
1967). El modelo se apoyaba en las conclusiones de Spurrell
(1 892) sobre la formación de pulidos en metales.
Los investigadores que se decantan por la existencia de una
fusión superficial con adición de materia foránea y formación de
una capa de sílice amorfo son: Anderson-Gerfaud (1980, 1981),
Mansur-Franchomme (1986), Sala (1993), Andersen y Wittlow
(1983), Christensen y Walter (1991), Christensen, Walter y Menu (1992).
se
Debido a qiic eslas dos teiidencias f~iiidarnentales han
desarrollado poco a poco. añadiéndose iiiatices que 1-edundanen sii
Sorinulacióii. a coiitiil~iacióiii-evisamosbrevemente los aiguineiilos
que presenta cada investigador para apoyar sus conclusiones.
Kaminiiiga distiiiguc cl pulido de fitolito (fiisional y aditivo)
del pulido abi-asivo. El pi-iinero intervendría en la foi-mación del
lustre de cereal. el seg~indo
sería responsable del resto de los pul¡dos definidos poi- Keeley (Kamniinga, 1979).
Del Benc forinula el modelo de translocación y deposición o
pulido aditivo. pues observa el relleno de las áreas intersticiales
(1979: 175, fig. 10 y 12). Con una imagen similar F. d7Eiricoy Espinet-Moucadel (1986) hablan de amontonaniento del grano de la
roca con disminución de la porosidad.
Eri su figura 5 (Del Bene, 1979: 171) presenta sus argumentos
contra la posibilidad de que la capa de pulido se funda con la superficie. Los fitolitos se depositarían sobre la superficie (sin fundirse con ella) mediante mecanismos de tipo químico, eléctrico o
de tensión superficial. Anderson-Gerfaud (198 1: 104) opina que la
imagen que muestra no es la de un fitolito sino de un defecto de
metalización, ya que los residuos de las plantas no tienen ese aspecto. Pensamos que bien puede tratarse de un residuo similar a
los que observamos en nuestro análisis con MEB (fig. 45).
Por primera vez se introduce un factor más en la explicación
de los pulidos: el de que están constituidos por residuos de la misma roca o de la materia trabajada que conservan sus características
estructurales y10 su composición química.
Anderson-Gerfaud propone otra explicación retomando aspectos de la teoría de Witthof (fusión superficial), ampliándola con la
de reacción química entre el sílice, el agente de pulido y el agua,
que anotaba Comish y recogía Kamminga en 1979.'
Según Anderson-Gerfaud los micropulidos se producen por la
disolución de la capa superficial del sílex, que se transforma en
gel de sílice y se solidifica seguidamente en forma de sílice amorfo. La reacción química depende de la concentración de agua en el
sílex, la alta temperatura, presión, el Ph > 9 y el contacto con otros
geles de sílice y ácidos de las plantas. Para la formación de sílice
amorfo haría falta una proporción de sílicelagua de más de 115
partes por millón en condiciones de Ph mayores a 9 y temperatura
de 25°C. La formulación de esta hipótesis va acompañada de la
identificación de la familia de las plantas que se han cortado por
los fitolitos conservados sobre, o semicubiertos por los pulidos.
Aplica también esta explicación a los pulidos que se producen trabajando vegetales leñosos más duros. En los útiles usados para
trabajar hueso y otros tejidos animales observa que las áreas fundidas (Anderson-Gerfaud, 1980: fig. 1 2 4 contienen calcio y silicio, pero es difícil saber qué cantidad de silicio proviene del mineral del hueso y cuál de la disolución del sílex. Sin embargo estos
residuos pueden eliminarse:
"Wlzer~
residltes slich as tl~ose I plate ISa aild c were remoN
vedfr-oiii the tool sijrface lvitlz HCI ( t1ze.y corilprise calciuiiz arld
pl~ospkorus) s111ootA
a
dissolired-appearing tool s~trface
rernairled, witlz riiore grailular-areas ~~lzer-e residite elei?lentskad betlze
en, iniplyiizg that tlze sltrface "dissolutior~"is i ~ ojrrst drte to dist
solved mineral iizaterials spreadirig over the area iit qrrestiorl but
is acco1ilpai1ied by an act~ral
dissolutioil of thefliizt aild a chailge
iil its srtrface stntcticre" (P. Anderson-Gerfaud, 1980: 189).
Y
Este último autor proponía, basftndose en niodelos de pulido del vidrio, que el agua
que esti presente en las plantas trabajadas hidroliza la siiperficie del útil de piedra.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Maiisui- ( 1986)esiablccc una clasificación de cstrías y explica
sil foi-inacicíii apoyáiidosc en la disolucióii supei-ficial poi- factores
q~iímicos
coiifl~iyeiites.Cada tipo de estría se asocia a 1111 cstado de
la s~ipei-l'icie: sólido. gel fluido y gel iiiterrnedio. Siii embargo
pel
s~is
Ihipóiesis sobre la forinación de las estrías están en liincióii de
que se deiii~iesirela existencia de amorfizacióri superficial.
Uiigci-Haiiiilton ( 1984) señala que hay elementos que fonnaii
paite de la estructura dcl sílex que pueden llegar a confundirse con
residuos iiicl~iidos una capa de sílice amorfo.
en
"Tliei-efoi-c ir is dcsirable /o study rrtirrsedflit~tfi-om/he rele\jatlr soirrres iriider rlie SEM befoi-e residires or1 the e.i-peritiierita1
o r airl~neological
tools cati be idetitified iziirli certairrty... ...Tlie
ot~ly
tusidtres clearly dire to use-ivear wich 1 have detecred are deposited otr top of theflirit si~rface,atid have rzot sutzken Nlto it...
... Tlie getlei-al sirlfrices of the irsedflir~t
edges appear to D
e
sti~ootl~ plaried, a t ~ rhe t-itigs iti~riiediately
utid
d
s~rrroirt~ditig ob/he
jects appeai- /o be tiielted. Tlzis leads tiie to sirppose that polisli fortiiatiotl itii~ol~~es
a strorig cheti1ical itzteracriotz ratlzer tliut~
tiieclzatiical abi-usioti ot~ly. (Unger-Hamilton, 1984: 94-96).
"
La principal crítica a la hipótesis de formación de una capa de
sílice amorfo la realizan Meeks et alii. La observación con MEB de
cortes en sección de elementos de hoz demuestra que no existe ninguna capa aditiva de silicio amoifo distinguible de la estructura criptocristalina, al menos con la resolución del MEB (200 Amslrongs)
(Meeks er alii. 1982: fig. 13). El alisado o abrasión de la superficie
criptocristalina del sílex imparte a la superficie propiedades de reflexión de la luz que inducen a esta confusión.
Por otro lado el análisis por difracción de rayos X de hojas de
hoz de Mureybet que llevan a cabo Masson et alii (1981) no permite detectar ninguna capa superficial de sílice amorfo y fitolitos
en forma de ópalo orgánico amorfo (ópalo A), ni de ópalo cristobalita tridimita (ópalo C-T), por lo que también se inclinan por la
teoría de la atrición. Los autores admiten la posibilidad de una disolución superficial de la superficie del sílex por atrición, pero a
escala demasiado pequeña como para ser detectada por difracción
de rayos X o como para contener fitolitos. El problema metodológico que plantea la difracción de rayos X es que hay que preparar
la muestra triturándola, con lo que se destruye y modifica en cierto
modo la superficie a analizar.
Andersen y Wittlow apuntan a otros problemas metodológicos
de este análisis:
"As it ,vas not possible /o obtaitz a large fat, worri surface,
grazit~g
iticidetice d#ractiot~ could riot be condrrcted atid we shall
kere poitit oirt tlzat $r/ie ariiorplzoits [ayer is a tkit? as post~rlated
above, tlie sigrial frotlt tlze cristalitze Iayer below woilld rotally dotnNiate tlie dzffractiotz pattet-r1. " (Andersen y Wittlow, 1983: 471).
Para cambiar la reflectividad óptica de la superficie, la capa de
sílice amorfizado solo necesitaria ser del orden de 100 a 500 nm.
Realizan un análisis con microsonda iónica (IBA) con un
acelerador Van der Graaff que permite detectar cambios superficiales. El estudio de los perfiles de hidrógeno por emisión de
rayos X inducida por protones (PIXE) y la retrodispersión iónica de alta energía (RBS), según ellos, apoyan la existencia
de ópalo amorfo superficial. Sobre material experimental Ilevan a cabo una comparación del contenido de hidrógeno de zonas pulidas y zonas no pulidas y sus resultados indican un mayor contenido de hidrógeno de las superficies de micropulido.
Esto se interpreta como la transformación del sílice cristaliza-
do o f'ihroso (Si07) en sílice hidratado (Si02+nH20). es decir
cn ópalo A.
Pei-o csia distiiicióii parece ser inayor sobre piezas experiincntales que sobre piezas ai-queológicas. Si revisamos su protocolo
obsei-vaiiios que las piezas experimentales se lavan únicamente
con agua, poi- lo que podemos sup.oner que queden residuos adheridos a la superficie de la materia trabajada, que en el caso del material arqiieológico habrían desaparecido en parte. Esto podría justificar la mayor presencia de agua en estas zonas.
Posteriorinente Cliristensen, Menu y Walter llevan a cabo
otros análisis realizados con MEB y con técnicas similares de análisis isotópico y se determinan composiciones diferentes de los pulidos de uso (Christeiisen y Walter, 1991; Christensen, Walter y
Menu, 1992; Cliiistenseii et alii, 1993). Varios son los problemas
que liemos encontrado a estos análisis:
-En cuanto a la preparación de las muestras el problema sigue
siendo el señalado respecto al estudio de Andersen y Wittlow:
pueden existir residuos pucs el material experimental se lava "a
I'eair sai~otit~eirse, 6 I'acetorze et eiifitz 6 I'alcool" (Cliristenpiris
sen y Walter, 199 1: 153).
-Sorprendentemente con análisis con microscopía electrónica
(EDAX) se determinan diferentes composiciones para los pulidos
de uso prod~icidospor materias trabajadas distintas. Esto entra en
contradicción con los análisis realizados por otros investigadores
(Mansur, 1986: 227; Gutiérrez, 1990: 136-138; Van Gijn, 1989: 5;
este volumen, Iám. 73 y 87) en los que el único elemento químico
identificado en las zonas pulidas era el sílice.
Van Gijn lleva a cabo un análisis con MEB de una pieza utilizada experimentalmente para el trabajo del hueso. La mitad de la zona
con un pulido bien desarrollado fue sometida a limpieza química
(con CIH al 10% y con KOH) y la otra mitad fue lavada cuidadosamente con agua y detergente. Sus resultados fueron los siguientes:
"Tlle latrerfi-agmetit exhibited high peaks ofphosplzol; carborl
and calcium when exainiized with the EDAX Ifigs. 1y 2); spors dispayitig this eletnetztal cot~rpositiotz coiisidered to be residue.
are
Tlze halfof the rool wlzich liad beeti chenzically cleatred, howevel;
slzowed tlo suclz peaks: the polish spots looked different (fig. 3)
a t ~ apparetltly cotzsisted of silica only, as did the surroui~ditid
d
unpolislledflitit surface. " (Van Gijn, 1989: 5).
-También sorprendente es la ausencia de sílice en las zonas
que Christensen y Walter señalan como pulidos:
"Lafigure 3 préset~te cartographie des élérnents d~c
la
tratzchanr d'rrri silex expériti~ental
ayatit travaillé de 1'0s: la présence
utziqite de calciitnz et dephosphore, sarls traces de silice, est retirarq~rable
datrs la zotiepolie. " (Christensen y Walter, 1991: 154-155).
La causa de estas contradicciones es el haber considerado el
pulido como un resultado eminentemente residual del trabajo:
"Cette rizétlzode cotzsiste a rnettre erz evidetzce les traces contetiires datis le silex et dans la rnari2t-e adhératzte a l'outil (le poli) pet~datlt
sorz ~ttilisatiotz"(Christensen y Walter, 1991: 150 y
158, fig. 7 y 8).
El carácter residual de los pulidos está por demostrar y aunque
la existencia de residuos no se ponga en duda, no quiere ello decir
que no exista un proceso de modificación micromorfológica, independiente de la existencia o ausencia de residuos, que ha sido
constatado en multitud de ocasiones.
-La aplicación de técnicas de análisis de elementos mucho
más afinadas (PIXE) presenta otros problemas metodológicos.
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Con ellas idciiiificaii en el material arqueológico diferentes clcmentos (C. Pli. Al...). lo que les induce a afirmar que deteiininaiido
las cantidadcs irclativas de cada uno de estos elementos en las inateiias trabajadas y por comparación con los elementos i-esiduales.
podrían identificarse qué materias han trabajado los útiles.
"Le bruii de foiid esi eri effet tres irfér-ielira celiri obser-vé lors
des aiialvses irtilisaiit 1111 faiscealr iriciderlt d'électr-011s( M E B ) ei
rerid ceiie riiéthode plirs favorable a la riieslrr-e de faibles coriceritratioris. " (Cliristensen y Walter, 1991: 153).
El problema reside en que estas técnicas pueden llegar a analizar elementos traza, por lo que la presencia de elementos distintos
del silicio, oxígeno o hidrógeno, puede estar I-elacioiiadamás con
la misma composicióii del sílex que con los restos de las materias
trabajadas en los útiles prehistóricos. Heinrich señala conio elementos traza para el cuarzo: Li, Na, K, C, Fe, Al, Ti, Mn, para la
tridimita: Al. Na, K, y Ca; para la cristobalita: Ca, Fe, Al y quizá
Na (Heiiuich, 1970: 119, 125, 127).
Rottlander analiza varios tipos de sílex y encuentra Al y Fe:
"Tlze clzeriiical arialysis offlirlt frorii various deposits slzows
altrii~iniurii be preserit ir1 higher coriceritrationtlzat irori e.xcep/ ir1
to
sorne varieties ofbrowrz jint " (Rottlader, 1975: 107).
Además existen en el sílex inclusiones que pueden confundirse con residuos como calcita de esqueletos de equinodermos o
inoceramidos, o restos de tejidos orgánicos como de dinoflagelados (Unger-Hamilton, 1984: 95), o inclusiones minerales (este
volumen lám. XXII).'"
El trabajo de Sala aborda el estudio de las modificaciones por
uso desde una perspectiva teórica más correcta, pues se plantea definir las deformaciones morfológica y químicamente, de manera
independiente respecto de la interpretación.
Analiza tres tipos de fenómenos: las fracturas debidas a comportamientos elásticos, los puntos deformados plásticamente con
compresión de partículas y las roturas de enlaces químicos. Los
medios empleados para el análisis son el MEB acoplado a una sonda de electrones y la difracción de rayos X. Según este autor se detectan en el dominio de las deformaciones plásticas:
una compactación de las partículas microscópicas.
depósitos de silicio con rotura de la red cristalina, pérdida de
otros elementos que estaban presentes y formación de un
fluido que se deposita, lateralmente, en zonas de menos esfuerzo
fracturas de los depósitos, generadas posteriormente o durante el enfriamiento del fluido (Sala, 1995: 92). Este tipo de fracturas han sido anteriormente observadas en material arqueológico
(Sussman, 1988: fig. 5 y 8) y hemos podido localizarlas también
en nuestro material experimental (figs. 66b, 27a, y 37a y b). F. Collin las menciona como diagnósticas para distinguir los pulidos de
hueso de los de asta (Collin, 1985-86: 22).
Sin embargo la existencia de este tipo de modificaciones se
apoya en interpretaciones de la morfología de las imágenes del
MEB. (Por ejemplo la zona señalada como demostrativa de la
existencia de una capa de fluido sobrepuesta a la microtopografía
"' "Dennoch rührt die schwnrze F a r k k i gresserer Schichtdicke Ncht van FeS2 , viel-
mehr feinverteilten Kohleustoff her...
...MICHEELSEN fülirt in seiuer Anilyse kein kilium auf; degegen h a k u G. de SIEVEKING und wir selbst Kalium geíunden. Dies mag an solchen Scliwnnkungen der
Zusammensemng liegen, die an denFundort gebunden sind". Rottlkder, 1989: 15-16.
en la Iáii~iiia
XLVlll C de R. Sala está eii la iil-iageiien sombra. con
lo cual no se aprecia la transicióii de la paite pulida a la no pulida).
En las otras muestras experiincntales. a nuestro entender. se Iiaii
inteiprctado conio capas de fluido redepositado las diferencias en
la intensidad de los pulidos causadas por la inici-otopografía pi-eexisteiite. Es decir. si existe un microagujero (zona no pulida) rodeada de pulido liso. se considera que la profundidad del rnicroagujero es la de la capa fluida depositada.
Este estudio presenta otros problemas metodológicos. El análisis por difracción de rayos X sirve para detectar cambios en los erilaces químicos. En el caso del sílex, en el que inayoritariainente
existen fases cristalinas y no cristalinas de silicio (cuarzo. cristobalita, tridimita, ópalo amorfo...), de este análisis se obtendría un inforinación fundanlental. El problema es que las modificaciones que
queremos observar son muy superficiales y la preparación de las
muestras es destructiva ( hay que machacarlas). De modo que en el
caso de que fiiera posible extraer muestras muy pequeñas de la superficie (sin modificarlas durante el machacado) sería inevitable
mezclar en el análisis materia de las capas interiores. El resultado es
un análisis en el que obtenemos la composición global de la muestra, sin que podamos distinguir fases que corresponden sólo a su superficie. Por otro lado si la muestra es pequeña y captamos un pequeño cristal de cuarzo o una zona de cuarzo fibroso o más morfizada, el resultado del análisis se verá sesgado por esta circunstancia.
Para probar la existencia de una capa depositada sobre la roca
no alterada, se presentan secciones de objetos utilizados experimentalmente. El método de fracturación empleado consiste en el aserrado con una sierra de diamante en un principio y la terminación de la
fractura por flexión (Sala, 1995: 133). Recordemos las modificaciones de la zona a observar que se introducen con este método que ya
fueron señaladas por Meeks et alii (Meeks et alii, 1982).
Sala se pronuncia por la existencia de un depósito que no sería
de material amorfo sino de partículas desestmcturadas, que puede
alcanzar unas 10 micras.
Sin embargo "110 puede deterriiirzarse si rirt pulido es por adicióil o desgaste simplerlrer1te por su apariencia " (Yamada, 1993:
439). Comparando las transformaciones de la morfología superficial de la roca por uso Shoh Yamada no encuentra evidencias de
la formación de una capa superficial espesa (Yamada, 1992: fig.
8.1, 8.4 y 8.2). Si existe, debe ser del orden de menos de 1 micra.
Para llegar a esta conclusión, Yamada lleva a cabo la observación con MEB del progresivo desarrollo de pulidos producidos por
el trabajo de cereales, de piel seca y de hueso:
"lf rlze silica gel theory is right, distrib~rtiorlof tiiicrofeatures
suck as striatioi~s pits will greatly charlge as rhe polish deveniid
lops. If the wear tlzeoiy is riglzt, such featzires will grad~rally
be
snioothed witlzour changirzg tlzeir locatioru. " (Yamada, 1993: 439).
Llega a la conclusión de que el proceso que pule las superficies es el desgaste, porque la superficie se hace cada vez más
lisa y los microagujeros preexistentes desaparecen gradualmente. En algunos casos aparecen unos microagujeros producidos
por uso. Distingue dos tipos de desgastes: "a cuttirlg type acconlpanied by striatiorls aild a fracture type accornpar~iedby
pits" (Yamada, 1993: 444). Para este autor los caracteres diagnósticos de los tipos de "pulidos" son producidos por la dureza,
las propiedades elásticas y viscosas, la textura de la superficie
del material trabajado y la topografía de la superficie de la roca. El efecto de la humedad en el desarrollo de los pulidos se
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debe a los cambios de propiedades elásticas y viscosas de las
materias trabajadas, al efecto lubrificante. a la aceleración de la
hidratación o a las tres causas.
La presencia de agua. así como de otros aditivos, se señalan como factores que influyen en la velocidad de formación e intensidad de
las modificaciones microscópicas. En el siguiente apartado vamos a
comentar cuáles son las variables que se ha considerado que toman
parte en la formación de pulidos, desgastes y estrías en base a la comparación de experiencias llevadas a cabo por diferentes investigadores.
-Variables y factores que influyen en la formación d e los
pulidos y las estrías d e uso.
Hasta ahora hemos tratado la variabilidad de los pulidos en base
a observaciones de la moifología modificada de la roca. No sabemos
si hay un solo proceso de formación de pulidos y estrías o estos son
variados. Sin embargo se ha observado y comprobado experimentalmente que hay factores que intervienen en la velocidad e intensidad
de desarrollo. Estos factores, que comentamos a continuación, se han
tenido en cuenta a la hora de formular cada una de las explicacionesy
teorías sobre la formación de los pulidos y las estrías:
Características de la materia trabajada: niateria trabajada y su estado.
Desde que Keeley en 1980 afvmara que los pulidos producidos por
el trabajo de diferentes materiales son morfológicamentedistintos, gran
cantidad de experirnentacioneshan conseguido matizar esta aíirmación.
Primero se ha comprobado que el desarrollo de los micropulidos de uso es gradual. En un primer momento se produce una alteración ligera de la superficie. Es lo que se ha denominado micropulido indiferenciado. Este tipo de alteración ligera puede producirse en fdos y aristas por causas naturales. De hecho, sólo puede
afirmarse la existencia de una zona de uso con un micropulido tan
ligero cuando se descarte que se trata de una alteración, mediante
un análisis del estado general de las superficies de la pieza y10 por
la concurrencia de otros indicios. Estos pueden ser la presencia de
otras huellas de uso (micromelladuras, estrías) o la localización
muy concreta del micropulido en una zona de uso aislada.
Para obtener micropulidos bien desmliados es necesario un tiempo de trabajo mínimo, que depende de lamatena trabajada y de la micromorfología de la materia prima con la que se ha fabricado el utensilio.
Sin embargo hay también solapamientos y convergencias entre
las morfologías de micropulidos de uso que por su grado de desarrollo deberían ser completamente distinguibles (Vaughan, 1985). Así
por ejemplo algunos pulidos producidos por el trabajo del asta se
aproximarian al aspecto de los de hueso (Unrath et alii, 1984185186:
161) y los que produce la piel fresca a los de carne, los de vegetales
leñosos a los no leñosos. En estos casos se trata de convergencias
debidas a la similaridad de los materiales que los producen. En
otros, como las convergencias de asta remojada y madera verde, la
explicación no es tan fácil. (Plisson y Van Gijn, 1989).
El estado de la materia trabajada y las condiciones de trabajo
también influyen en el aspecto del pulido resultante. En el testciego realizado en Tübingen se señala la confusión existente entre
algún pulido de piel con madera debido a que se trabajó la piel sobre un soporte rígido de madera (Unrath et alii, 1984185186).
En la experiencia realizada en la Universidad de Lieja se observa
un fenómeno del mismo tipo, pues la piel gruesa de vaca, seca y
tensada, dio micropulidos similares a los producidos por materias
duras (Collin y Jardón, 1993: fig.3a y 3c).
En las experiencias realizadas por Levi-Sala con Ln pulidor
i
mecánico se demuestra que un pulidor de lana y uno recubiei-to
de ante producen el mismo tipo de pulido. Cuando se trabaja materia blanda sobre base dura, el pulido es más parecido al del uso
sobre materiales duros o rígidos que al de blandos. Sobre materias duras los puntos altos de la microtopografía se pulen primero. Los siguientes estadios consisten en una homogeneización
(linking-up) del pulido, en la que influye la cantidad de líquido
presente (Levi-Sala, 1988).
Fullagar lleva a cabo dos experimentos de trabajo de hielo
con sílex para comprobar hasta que punto son responsables del
alisado de la superficie las partículas orgánicas o inorgánicas del
material trabajado:
"Ice, inade frorn purified aizd distilled water; ouglzr to have
rzothing in ir except the typical Iattice of hidrogen and oxigen
rriolecules...The results indicate thatflint tools used to work ice do
sustairz ver- anal1 areas of polish ..."water artd a hard surface are
sufficierit conditions for polish forniatiorz "... "residuesfrom the
rriaterial worked are rzot necessarily contributors to polish developrnent." (Fullagar, 1991:3).
Todas estas consideraciones convergen hacia la explicación que
ofrece Yamada: los caracteres diagnósticos de los tipos de "pulidos"
son producidos por la dureza, las propiedades elásticas y viscosas y
la textura de la superficie del material trabajado y la topografía de
la superficie de la roca. Por lo tanto no se trata de la materia en sí la
que produce pulidos diferenciables (como parecía desprenderse de
la metodología de Keeley) sino de sus propiedades físicas.
Sin embargo es difícil que materias tan distintas como la piel
seca y los vegetales lleguen a presentar, en alguno de los estados
en que se trabajan, propiedades físicas similares que hagan confundibles las huellas de uso resultantes. En todo caso, la observación del material arqueológico y la subsecuente experimentación
deben realizarse teniendo en cuenta estas apreciaciones.
Características de la acción: El tiempo de trabajo, el movirniento, la fuerza.
El tiempo de trabajo influye en el desarrollo de los pulidos. A
mayor tiempo de trabajo, mayor desarrollo de los pulidos. Sin embargo existe un límite del desarrollo que va relacionado con la materia trabajada. Llegado un punto de desarrollo, el pulido se estabiliza, si no varía la materia trabajada o las condiciones de utilización.
El movimiento influye de dos maneras:
- Los movimientos que producen mayor contacto (transversales) dan como resultado pulidos más desarrollados.
- Cuanto más preciso y repetitivo sea el movimiento más se
desarrollará el pulido.
Independientemente del efecto del movimiento, es el hecho de
que, por las características del filo, el movimiento realizado produzca fracturas eliminando las zonas que se van puliendo por uso.
Cuanto mayor sea la fuerza aplicada, más rápida e intensamente
se desarrollará el pulido. Sin embargo en filos agudos y10 materias
duras cuanto mayor sea la fuerza será más fácil que se produzcan
desconchados con la consecuente pérdida de superficies pulidas.
La inateria prinia del útil: durera, corrlposición,granulometría, colzesión.
A. Masson señala que la influencia del material sobre el aspecto de los pulidos de uso se ejerce a través de dos pares de caracteres: el grano y la heterogeneidad, y la cristalinidad y dureza
(1982).
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Dentro de la misma categoría petrográfica las variaciones de
grano no modifican las categorías dcl pulido, aunque sí su grado y
velocidad de desamollo (Mansur, 1983). Lo mismo afirma Beyries
(1982), que ti-abajaexperimentalmente madera, hueso y asta con 5
tipos de sílex, dos de cuarcita y una saiiukita, en diferentes acciones. Concluye que a cada acción y a cada roca corresponde un
conjunto original de huellas microscópicas, pero que acciones diferentes producen los mismos desgastes si se mantienen igual la
materia prima y el material trabajado.
El tiempo que tarda en desarrollarse un pulido típico depende
de la granulomentría de la roca en que esté fabiicado el útil. En el
caso de algunas materias de grano muy grueso no llegan nunca a
desarrollarse pulidos que puedan ser distintivos. Como se desprende de nuestro análisis con MEB, cuanto mayor es la proporción de
material cristalino con respecto al amorfo más difícilmente se modifica la roca.
Se han analizado las huellas de uso en otras materias primas
como el cuarzo (Knutsson, 1988; Sussman, 1988), la cuarcita
(Plisson, 1985), el basalto (Plisson, 1985; Rodríguez, 1993), el
cristal de roca (d'Errico, Gaillard y Misra, 1987) y la obsidiana
(Aoyama, 1993; Fullagar, 1993; Plisson, 1985; Mansur, 1986).
- L a teriiperatura di~rante uso.
el
Se ha señalado como una de las causas de formación de pulidos el aumento de la temperatura durante el uso (Anderson, 1980).
Masson considera que:
"...Étant donné la faible corlductibilité du silex erz général, il
est possible que les teriipératures atteintes fugaceine~ztlors d'un
travail irzterzsif soierit de l'ordre de 700°C.''
Sólo a 1200°C el cuarzo microcristalino o fibroso se transforma en cristobalita y la temperatura de fusión del cuarzo es de
1610°C (Weymouth y Williamson, 1951). A 900°C no aparece ningún enrriquecimiento de material amorfo sino un reordenamiento
estructural de la superficie (Guinier, 1956).
De las experiencias realizadas por 1 Levi-Sala con una pulido.
ra y pasta de diamante se deduce que el sílex debe calentarse por la
velocidad de rotación, pero solo pocos grados porque el pulidor de
lana no muestra haber sufrido un aumento de temperatura (Levi-Sala, 1988). Luego el aumento de temperatura no parece intervenir.
El agua.
La humedad se ha propuesto en varias ocasiones como elemento favorecedor del desarrollo de los pulidos (Anderson, 1980,
1981), comprobándose experimentalmente sus efectos (MansurFranchomme, 1983).
Ya hemos mencionado cuando se discutió las teorías de formación de pulidos la posibilidad de un proceso de hidrolización que
facilitase una arnorfización del silice (transformación de S i 0 2 en
Si02+nH20).
El rol que juega el agua en la formación del pulido probablemente no es sólo químico porque se han obtenido incrementos en
la intensidad de desarrollo del pulido usando aceite hidrocarbónico, que es muy diferente al agua en términos de polaridad (Levi-Sala, 1988). Habría que considerar el efecto del agua más bien
como lubricante. "Waterprornotes thepolislzirzg process by soflerzing the worked iiiaterial and inaking contact arld adherence betweerl tlze two surfaces more intiiilate" (Levi-Sala, 1993: 409).
Los abrasivos.
Mansur analiza la influencia de los abrasivos en el desarrollo
de los pulidos y llega a la conclusión de que los pulidos son más
intensos en presencia de ahi-asivos. Ella lo atribuye a la transformación de los granos de cuarzo en sílice amorfo:
"Tlze great dei~eloppeii~erit /he riiicropolisli obseri~ed rhe
qf
ori
edges irsed ro ivork ic~erred
liide i ~ co~ljirrictioriit~itlz
i
salid, sriggest
tlzat a parr of rlze ariiorplior~s
silica coirld co~iiefroriitlze qtrartz
graiiis of tlze abrasii)e."(Mansur-Francli61nme, 1983: 229).
Señala además otras iiuellas de uso que se incrementan con la
presencia de abrasivo. coino los desgastes y las estrías:
"Roirndiiig of the edge. abrasio~i the iiiicrosiirface arid
of
striatiorl for7iiatiorl are rlie iirost i~iipor-taiit
featirres related to the
preseilce of abi-asiile agerits 0 1 1 d r : ~
hide ivorkir~g1001s. The workirlg edges of tlze espeririie~~tal izlere niuck iiioip ronr~ded
tools
and
sniootlzed wlzerl the w o d ivas accornplished ir1 corlj~rrzctior~ a11
witlz
abrasive agerzt. Tlzese reslrlts slrpport those of Briilk (1978)."
(Mansur-Franchomrne, 1983: 229).
Sin embargo las estrías no se forman únicamente en presencia
de abrasivos:
"7'hepreserice of striatioris docioilented optically arzd with tlze
SEM ir1 tlie abseilce of diist, dirt arid added abrasives suggest that
the asperities of tlzeflirit are therizselves beirlg dragged across the
surfaces. " (Levi-Sala, 1993: 409).
Los abrasivos parecen modificar el aspecto de los pulidos que
dejan de ser distintivos de las materias que se trabaja:.
Levi-Sala añade talco como abrasivo para trabajar madera y
concluye:
"The appearance of the polislz irzstead of beirlg better developed oit the high poirzts as is usual with Iiard niaterials, was consistent with that wich inight be expected froin workirzg a soft material wich, by mouldiizg itself better to tlze flirzt topography, polishes the low poirlts at the sarne tirite as de high points" (LeviSala, 1988: 86).
2.2.3. Observaciones con microscopía electrónica de las modificaciones superficiales en útiles experimentales
2.2.3.1. Planteamientos y objetivos
El principal objetivo fue comprender el proceso de alteración
de la roca que desembocaba en la formación de las morfologías
corrientemente denominadas "micropulidos de uso" y que se
aprecian con microscopía óptica a partir de unos 100X. Pretendíamos también saber si el que existan "pulidos" muy característicos
del trabajo de diferentes materias responde a alteraciones diferentes de los elementos microestructurales, así como si los procesos
de alteración variaban en cada situación de uso.
Hemos visto en el apartado precedente, que el análisis por
bombardeo de iones llega a captar hasta los elementos traza,
por lo que no es posible saber si la variedad de elementos que
se han detectado es debido a residuos de la materia trabajada
o a la propia composición de la roca. De los análisis de zonas
pulidas con EDAX n o s e desprendía una diferencia en la
composición de los pulidos respecto de las zonas no alteradas
por uso.
De todo ello deducimos que las modificaciones que conocemos con el nombre de pulidos son principalmente morfológicas
y que en el caso de que existan reestructuraciones o desestructuraciones cristalinas, estas son muy superficiales y difícilmente
identificables con las técnicas de que se dispone en la actuali-
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dad." Sólo pueden detectarse coriiparando los Iilos y siiperficies
a escala inicroscópica antes y desp~iés liso.
del
Por ello realizamos iiii estudio de riiodificacioiies de la microtopografía del sílex con iiuciascopio electi-ónico. Este cstiidio se
llevó a cabo con material cxpei-imciilal y ticnc como precedente
los trabajos de Yainada (1993). Se dilei-cncia de ellos cii la metodología (nosotros hemos trabajado con réplicas) , y eii el tipo de
muestras (comparamos en nuestro estudio iitensilios enlpleados
para cl trabajo de madera, hueso y piel animal). Nuestro análisis
es fundamentalmente morfológico, aiiiique se realizaron análisis
de coinposición con EDAX para caracterizar alguiias estructuras
y para detectar la presencia de residuos procedentes de la materia
trabajada o rilatcrial detrítico de la propia roca.
El análisis de huellas de uso pretende distinguir las materias
trabajadas a partir de características diferenciales de los pulidos.
Sin embargo hemos visto cómo a veces existen solapamientos entre pulidos producidos por materias diferentes que ya Iian sido señalados por muchos investigadores (Vaughan. 1985). Incluso para
algunos de ellos (Grace, 1989) el proceso sería el mismo y las diferencias morfológicas que se observaii serían fruto de un grado
de modificación mayor o menor.
Aunque sí que existen ciertas tendencias, no parece existir
una relación directa entre las materias trabajadas y las características de los pulidos que producen.
Se ha señalado también qiie hay un componente abrasivo mayor en el trabajo de determinadas materias, como la piel seca, que
en otras, como los vegetales. En el pulido producido por el trabajo de vegetales la fusión del sílice se indica como la causa más
importante de las modificaciones. Por todo ello se eligió realizar
las experiencias sobre pocas materias pero que fueran muy diferentes, como la madera, la piel y el hueso.
Los filos de trabajo obtusos en acciones transversales son los
que permiten un mayor desarrollo de alteraciones superficiales
(desgastes y pulidos de uso) porque el contacto con la materia trabajada es más regular e intenso. Además se conservan mejor las
zonas usadas porque la resistencia a la fractura es mayor.
Esta fue la causa de que realizáramos acciones de raspar con
los filos que analizamos. De este modo obtuvimos pulidos muy
desarrollados y típicos.
La granulometría de la materia prima parece afectar tanto a la
velocidad de formación como al grado de desarrollo final de los
micropulidos de uso.
Por ello nos interesaba realizar todas las experiencias con la
misma materia prima. Además debíamos elegir un tipo de sílex
que tuviera zonas con estructuras microscópicas de diferente granulometría de manera que pudiéramos observar en el mismo filo
utilizado, la influencia de este factor para el desarrollo del pulido.
La consideración de que en ocasiones pueden haberse confundido
las características estructurales y de composición de la roca con
las modificaciones por uso y los residuos, nos llevó a realizar un
trabajo preliminar de caracterización de estructuras microscópicas
de la roca que eniplearíamos en nuestro estudio.
2.2.3.2. Métodos y técnicas
Al ser el sílex una roca criptocristalina, las estructuras susceptibles de modificarse solo se distinguen a partir de unos
"
La difracción de rayos X es inadecuada por su cardcter destructivo y la iniposibilidad
de localizar con la suficiente esactibd la zona que se estd aiializando.
6OOX. Con niicroscopio óptico la profundidad de cainpo es insiificiente para una correcta obscrvación. El niicroscopio clcctróiiico de barrido se i-evela coino indispensable para esle tipo de análisis de superficies. Sin embai-go coiisiderainos conveniente con]binar iiiiestras observaciones con inicroscopio óptico de reflexión
a 200X con las realizadas con MEB de 25 a 1200X, de manera
que pudiéramos tener una con-espondencia entre ambos tipos de
imágenes.
Nuestro trabajo se centró eii la observación. Los análisis de
dispersión de rayos X (EDAX) sirvieron para identificar las estructuras y residuos que se observaban.
Se empleó para el estudio el equipo óptico del laboratorio de
Prehistoria y Arqueología de la Universitat de Valencia: una lupa
modelo Nikon stereoscopic microscope SMZ 10 con objetivo zoom de 0.66 a 4X y oculares de 10X para observaciones de 6.6X a
40X, un microscopio de luz reflejada modelo Nikon Optiphot con
objetivos de 5X a 40X y oculares de 10X. para observaciones de
50X a 400X. A ambos se acopla un tubo de fotografía con un objetivo de 5X y un cuerpo Nikon con sistema de impresión de datos en la película. Las fotografías se realizaron con película Kodak Tmax de 100ASA de formato universal.
Los análisis con microscopía electrónica se llevaron a cabo en
el Servicio de Microscopía Electrónica de la Universitat de Valencia. Utilizamos un microscopio electrónico de barrido marca Hitachi modelo S-2500 al que va acoplado un detector de rayos X marca Kevex Quantum modelo Delta IV con el software KEVEX para
el análisis de composición.
Las piezas Iíticas se fracturaron tras seleccionar con el microscopio óptico la zona que interesaba estudiar en fragmentos entre
0,5 y 2 cm para que cupiesen en la cámara del microscopio electrónico. Las muestras de piezas experimentales utilizadas se sumergieron durante doce horas en agua oxigenada de 110 vol. y una
hora en ácido acético al 5%. Las de roca sin utilizar se lavaron con
agua destilada y acetona.
Previamente se habían realizado dos réplicas del filo activo
antes de utilizarlo. Con objeto de poder comparar las mismas s ~ i perficies antes y después de su uso, se realizaron reproducciones
de las piezas líticas experimentales. Para ello nos basamos en la
técnica puesta a punto por d'Errico (dlErrico, 1988). Con elastómero dental (Provil L Bayer) se tomaron improntas de los filos
que se utilizarían posterioimente. De estos negativos se obtuvieron positivos en resina de poliéster (RBS T2L Chiinie, 11230
Chalabre).
Los intentos de realizar las réplicas con hojas de acetato fueron fallidos. Esta técnica consiste en colocar una hoja de acetato
previamente humedecida con acetona sobre la zona a estudiar presionando ligeramente para extraer una réplica de su microtopografía. Aunque nos parece adecuada para realizar réplicas de superficies, encontramos graves dificultades para realizar réplicas
de los filos ya que se producen pliegues y burbujas de aire al intentar acoplar la hoja flexible en estos puntos (fig. 921).
La silicona fluida resultó más adecuada a nuestros propósitos
dando una calidad de reproducción muy buena. Sin embargo hemos de señalar que la silicona empleada caduca al poco tiempo de
abrir el tubo (un mes aproximadamente), sobre todo con temperatura ambiente mayor a 25". La consecuencia es que el aceite de silicona se separa de la base y si no se mezcla bien puede quedarse
justo en la zona que preteiidemos reproducir (fig. 9c, 9d y 9e). Si
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apartamos el aceite prescindiendo de él, la réplica es más rígida y
se encuentran problemas para desmoldarla. La dificultad es mayor
cuanto mayor sea el relieve.
Estas réplicas y los originales, ya utilizados sobre diferentes
materias, se adhirieron con esmalte de plata a un soporte metálico
(moneda) y esta a los portas de latón. Posteriormente se sombrearon con una capa de oro-paladio de 150nm con un Fine coat marca
JEOL modelo Ion Sputter JFC-1 10, lo que posibilita la conductividad en rnicroscopía electróni~a.'~
Las observaciones se realizaron con un voltaje de 15kv y
20kv a 36 mm de distancia al detector. En las ocasiones en que se
deseaba una aproximación mayor al detector para obtener una
mayor resolución, se disminuyó esta distancia. Pronto observamos que, en el caso de las réplicas en resina, cuando se disminuía
la distancia señalada, la concentración del rayo de electrones que
se producía a más de 800X provocaba una fusión de la resina en
la zona observada.
Las fotografías se realizaron con película AGFA APX de 25
ASA. Se tomaron a los mismos aumentos sobre las piezas usadas y
no usadas.
El pequeño tamaño de las estructuras y su regularidad en
las zonas a analizar dificultó la localización de las mismas zonas exactamente a altos aumentos. Para poder localizar los
puntos observados sobre la muestra original (usada) y la réplica en resina (antes de utilizarla) tomamos como puntos de referencia accidentes topográficos microscópicos de la roca tales
como foraminíferos, cristales xenomorfos de mayor tamaño
(figs. 28 y 36), zonas de cristalización diferencial (fig. 26), retoque (figs. 32, 33, 36, 38), etc.
Una vez elegida la materia prima (sílex)" que sería objeto de
la experimentación, se tomaron pequeñas muestras para observarlas con el microscopio electrónico y familiarizarnos con las
estructuras de la roca sin alteraciones de uso. Se realizaron análisis con EDAX a fin de determinar la composición de los accidentes y morfologías que se observaban. (En los gráficos del
análisis aparece el pico de oro correspondiente a la capa de sombreado que cubre la muestra). Cuando encontramos otros elementos distintos del silicio los localizamos mediante mappings
de distribución.
Análisis de muestras de silex sin utilizar.
Entre las muestras de sílex recogidas en la cima y la ladera
del U11 del Moro se encontraron dos tipos de sílex de coloración y
aspecto diferentes.
2.2.3.3. Análisis y resultados
El análisis se llevó a cabo en dos fases. En la primera se analizaron muestras de la roca virgen, para conocer previamente las
microestructuras originales de la misma y su composición. En la
segunda fase analizamos muestras de filos utilizados experimentalmente y de las réplicas de los mismos filos sin usar para determinar exactamente las modificaciones superficiales que se habían
producido. Todas las piezas experimentales se elaboraron con el
sílex de Penella mencionado en el apartado anterior.
"
l'
Por ello se detecta en todos los análisis la existenciade oro.
El sílex empleado para este estudio procede de un nivel de conglomerados que
aflora en la umbría del monte denominado U11 del Moro de la Serreta o Sierra de
Ondoches, en la zona llamada Penella (término municipal de Cocentaina, Alicante)
que se encuentra en la cabecera del barranco del mismo nombre (coordenadas
~~
U.T.M. 22-7 2 5 1 86A2 87; foto aérea 9278,9277,26111,26112, vuelo 1956)
Los nódulos empleados para tallar las piezas experimentalesse encontraron en posición secundaria en la matriz arcillosa del barranco de Penella y provienen de un
nivel de conglomerados y margas salmón del Oligoceno (T A-Ba3.12)q~ese localiza en la cumbre de la montaña.
'
Figura 9.- Defectos de réplica.
a) moblemas de réplica con Iiiafol. Las superficies quedan bien impresas pero en los fdos se producen pliegues y la reproducción no es buena.
b) Burbuja de aire atrapada en un microagujero. Réplica de resina.
c) ,d) y e) La silicona de dentista empleada se altera con el calor y
con el paso del tiempo (caduca).En estos casos el aceite de silicona
que forma parte de su composición se separa de la matriz y si no se
mezcla bien puede formar una película entre el original y la silicona
impidiendo una buena reproducción del microrrelieve.
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Figura 10.
Las microagujem conesponden a micmfósiles. 40X
a) Aspecto de la superñeie del sílex de la muestra P2 con lupa bimocular e iluminación lateral =te.
b) Aspecto de la superficie de la misma muestra con microscopio óptico de reflexión. En el centro de la foto se observa
un cristal de cuarzo xenomorfo. 200X.
Figura 1 . Muestra observada con microscopio electrónico de sílex de Peneila (P2).
1a) Microtopografia general de la lasca. La zona encuadrada corresponde a un microagujero aumentado en b.
b) Agujero tapizado de cristales de cuarzo automorfo. La zona encuadrada aparece ampliada en c.
c) Cristales automorfos de cuarzo.
d) Cristal xenomorfo señalado con una flecha y esferas silíceas señaladas por dos flechas.
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~
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"~l50b
Vrr~;
~ t i n~ = ~
e
5B008 s o u n t í
Figura 12.
a) Microfósil con esferas siliceas en su interior.
b) Detalle de la esfera observable en la foto anterior.
c) Microanálisis (EDAX) de la esfera de la figura 12b.
2t r e c ~ n d r n
o
Diso= !
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Elaosed=
150 r i r r
150 r e c í
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Figura 13.- Muestra de sílex de Penella observada con microscopio electrónico. P2b.
a) Esferas en el interior hueco de una concha de forami~fero.
1000X.
b) Aspecto de la superficie de la roca a 49X. Se observan en color claro L s foraminíferos existentes y en color negro los cristales xenomorfos.
o
c) Foraminífero fosilizado. Las paredes de la concha han fosilizado ya que su composición es exclusivamente silícea.
En el interior hueco hay cuarzo detrítico y cuarzo automorfo.
d) Hueco interior de1 foraminífero con cuarzo automorfo.
- Síiex gris:
Marcado con una P (Penella), procede del barranco y la ladera
y es de coloración gris con microagujeros (fig. 10). Cuando hay pátina es blanquecina y el córtex es muy poroso.
La roca está constituida mayoritariamente por granos de bordes
redondeados englobados en una matriz amorfa. Se observan también cristales xenomorfos (figs. 11 y 10b).
Algunos de los microagujeros con bordes blanquecinos que se
observan con la lupa binocular a 22X corresponden a microfósiles
(figs. 12 y 13) también observables con microscopio óptico a 200X
(fig. 14). Estos forarniníferos han perdido la composición calcárea
de su concha, que ha sido sustituida por silicio exclusivamente (fig.
13). En el hueco correspondiente al interior de la concha se han formado glóbulos silíceos (figs. 1Id, 12a, 12b y 13a) y cristales automorfos de cuarzo (fig. 13d) Otros de los microagujeros están tapizados en su interior de cristales de sílice automorfo (figs. 11 y 15).
Como podemos observar por los análisis de dispersión de rayos X
(figs. 15 y 12) todas las estmcturas observables se componen de silicio.
- Sílex anaranjado:
Lo hemos denominado con las siglas UM (Ull del Moro) y procede de la cima, aunque se encuentran nódulos también en el barranco. Es de coloración anaranjada con partes opacas y otras translúcidas, con abundantes manchas y bandas grises de tamaños variados y manchas escasas marrones oscuras. De un mismo núcleo se
extrajeron varias lasquitas para este primer análisis y se emplearon
lascas y hojas más grandes para confeccionar los útiles experimentales que se estudiaron a continuación.
Como podemos observar en la figura 16a, las zonas de color
gris (a la derecha) son de grano algo más grueso que las de coloración anaranjada (a la izquierda). En la zona gris hay mayor proporción de cristales pequeños agrupados en maclas (figs. 16c y d) y
menor proporción de matriz amorfa que en la zona anaranjada.
El agujero localizado en la zona naranja (fig. 16e) parece corresponder a un cristal xenomorfo que se hubiera desprendido.
Además hemos encontrado también en la zona anaranjada oolitos
de composición exclusivamente silícea (fig. 17).
Figura 14.
a) Microfósil de foraminífero que aparece en la figura 12a visible con microscopía óptica de reflexión con fondo oscuro. 200X.
b) Microfósil de forami~fero
observable con microscopía óptica de reflexión (fondo oscuro). 200X.
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12-5ep-1'391
13:94:14
Executinn t i m e =
913508
Vert.
50880 c n u n t r
3 secniids
Disp= 1
Preset-
Elapsed=
150 s e c r
155 s e c r
Figura 15.- Análisis por dispersión de rayos X (EDAX) de la Muestra P2.
a) Análisis de la zona observable en la figura lla.
b) Análisis del cristal xenomorfo observable en lld.
Figura 16.- Muestras de silex de la cima del U 1 del Moro ( UM2Aa y UM2Ab).
1
a) A la izquierda en tono más oscuro zona de cristalización más fina (en observación directa es la zona anaranjada del silex) y a la derecha en tono más
claro zona de mayor tamaño de grano de la roca (en observación directa corresponde a una mancha de color gris).
b) Contraste entre la estructura del córtex, de grano más grueso (a la derecha) y la del interior del nódulo (a la izquierda), de grano más fino.
c) Maclas de cuarzo. d) Detalle de la fotografía anterior. e) Agujero dejado por un cristal xenomorfo desprendido de la matriz.
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22-Nov-1991
18:80:38
E r ~ c o t l o nt i m e
vrrt.
914618
=
18880 c r i u n t .
2 recondr
Dirp. 1
preset-
Elaprid-
a
200 s e c s
280 r e c r
b
Figura 17.- Muestra UM2D2. a) Cocolito silicificado. b) Análisis (EDAX) del cocoiito.
25-Nnu-1591
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914770
Verti
89:56:25
time
=
10008 c o u n t r
2 reconds
Dlrp-
1
u
d
Figura 18.- Muestra UM2cl.
a) Restos de un foraminífero parcialmente silicificado.
b) Mapping de la distribución del silicio en la foto anterior.
c) Mapping de la distribución del calcio en la foto anterior.
d) Análisis (EDAX) de la zona encuadrada en las fotos precedentes.
Sin embargo no hallamos diferencias en la composición de estas zonas de coloraciones diferentes. Todas ellas están compuestas
de silicio y los elementos que hacen variar su color se encuentran en
cantidades no detectadas por el microanáiisis: son elementos traza.
Entre la zona de córtex y el interior del nódulo existen diferencias de cohesión intergranular. En el córtex hay mas espacio intergranular y los granos son más redondeados (fig. 16b). Los microfósiles que se encuentran en la zona del córtex están parcialmente silicificados aunque existen concentraciones de calcio que hemos po-
dido detectar en los mapping de distribución de calcio y de silicio
(fig. 18).
Existen en estos núcleos algunas zonas de color marrón oscuro
(fig. 19). Se diferencian de las zonas grises y anaranjadas por una
tamaño mayor de los cristales y una proporción menor de materia
amorfa englobándolos (fig. 26d y comparar figura 26b con 28d). El
rnicroanálisis de estas zonas da como resultado la presencia de hierro (fig. 20 y 22) que, como vemos en los mapping realizados, se
concentra en puntos más concretos (figs. 21 y 23). La única carac-
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Figura 19.- Muestra UM2Ah. La zona marrón en la parte superior de la foto corresponde a las zonas de las figuras 20,21,22 y 23, con concentraciones de óxidos férricos. Lupa binocular 22X.
Erccutlon tlnc
un
Vert-
=
2 rccondr
914267
50008 counts
Dirp- 1
Preret-
Elapred=
388 r c c r
388 a e c r
1
4-
8.086
Range-
20.460 k t v
Integral 0
-
28.226 -t
368721
Figura 20.- Microanálisis de la muestra UM2Ag.
a) Análisis (EDAX) de la zona encuadrada en la figura 21a. b) Análisis (EDAX) de la zona encuadrada en la figura 21d.
Figura 21.- Muestra UM2Ag.
a) Imagen de una zona del sílex con coloración marrón. b) Mapping de distribución de Fe.
C)Detalle de la foto anterior. d) Detalle de la zona de grano más ñno en la que se concentra el hierro.
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-
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2 SCCO"~.
9 1 4 3 .7 5 2 0 0 0 0 c o u n t .
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8-Nov-1991
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Exccutlon t l m e =
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380 rccr
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12
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10.230 keV
1
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,e+-m--,
1
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l8
-
,910.230
-k
b
a
Figura 22.- a) Análisis (EDAX) de la figura 23a. b) Análisis (EDAX) de la figura 23b.
Figura 23.- a) Detalle de la zona enmarcada con un recuadro en la figura 19. b) Detalle de la zona enmarcada con recuadro en a.
c) Mapping de distribución de hierro de a. d) Mapping de distribución de silicio de a.
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1
Preret-
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ZBO
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O
5 - i i
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Figura 24.- Muestra de UM alterada con ácido fluorhídrico. a) imagen de la microtopografía con gran cantidad de huecos entre el grano de la roca.
h) Detalle de un cristal xenomorfo que ha quedado más claramente aislado al desaparecer las estructuras que lo rodeaban. c) Análisis (EDAX) de a.
terística morfológica propia de la microtopografía de los puntos
con concentraciones de hierro es un tamaño de grano algo menor,
pero en ningún caso se observan minerales diferenciables.
Con el fin de detectar la resistencia de las diferentes microestructuras a la alteración, atacamos con ácido fluorhídrico una
muestra del sílex. El resultado fue un aspecto más poroso de la
superficie (fig. 24a), en la que se conserva sin alterar un cristal
xenornorfo (fig. 24b), pero que ha perdido gran parte de materia
arnorfa
Análisis de piezas experimentales.
- 167 bis: Hoja elaborada con sílex procedente de la cima del U11
del Moro (fig. 25). La hoja tiene las tres zonas de coloración diierente que ya estudiamos en el epígrafe anterior. En la parte dista1 se encuentra la zona marrón oscura en la que se había detectado la presen-
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cia de hierro. Luego presenta una parte de color gris de grano más
grueso que la anaranjada de los dos tercios proximales. Con el fin de
conocer cómo influye la estructura en el desarrollo del rnicropulido
se eligió este filo que comprende las tres zonas. La parte usada se señala con una línea discontinua paralela al filo en la figura 25.
El filo, de unos 35" de angulación, se utilizó para raspar madera de pino seca durante 30 minutos.
Se analizaron con el microscopio electrónico de barrido las réplicas del filo antes y después de ser usado en los puntos marcados
con números en el dibujo.
Descripción del punto 1 figura 26a, b y c):
Elegimos como punto de referencia y de análisis una concentración de cristales más grandes que los circundantes que se observa a la derecha de las fotos 26a y b.
167 bis
La figura 26a corresponde al filo antes de ser utilizado. La figura 26b al mismo después de su uso. Aparecen marcadas con
tres flechas los mismos puntos en los dos casos. La flecha de abajo a la izquierda señala un cristal que aparece fracturado en la foto 26b. Las dos flechas superiores señalan dos puntos en los que
se observa una pérdida de materia. En la de la izquierda un punto
prominente del filo original se presenta como concavidad en la
segunda fotografía. En la de la derecha el redondeamiento del filo
es notorio. La disminución de distancia entre los cristales inferiores y el borde pone de manifiesto una pérdida de materia.
La fotografía 26c muestra los cristales de esta zona (tras la
utilización) a 1200X. Se observa un redondeamiento de los bordes de los cristales.
Deducimos de estas observaciones tres fenómenos. El primero es la fracturación de los cristales en algunos puntos (flecha inferior), el segundo es un desprendimiento de los granos (flecha
superior izquierda), el tercero es una homogeneización superficial
por redondeamiento de las aristas de los cristales (flecha derecha y
26c). Como ya discutiremos más abajo, no podemos saber si esta homogeneización se produce por desgaste o por amorfmción superficial, aunque sí que se detecta (por la disminución de la distancia des-
o
Figura 25.- Pieza experimental 167bis, utilizada para raspar madera
durante 30 minutos. La matena prima en la que se ha tallado
procede de nódulos de sílex euglobados en conglomerados de la cima
del U 1 del Moro (ver muestras analizadas en las figuras 16 a 24).
1
La zona a) corresponde a la que contiene concentraciones
ferruginosas. La zona b es de grano más grueso que la c y las
diferencias de color deben atribuirse a la presencia de elementos
traza en cantidades ínfimas, no detectadas por el EDAX.
Los números indican las zonas de análisis microscópico que se
comentan en las figuras siguientes.
Figura 26.- (Ver fig. 25).
a) Punto situado en la zona marrón antes de utilizar
(zona 1del dibujo de la figura 25).
Fotografía tomada de una réplica de resina sintética.
b) Misma zona después de su utilización. Las zonas marcadas con
las flechas han perdido granos durante el uso. (Comparar con a).
c) Detalle de la zona usada. Las aristas del grano de la
roca aparecen ligeramente redondeadas.
d) Diferencias de estructura entre la zona marrón (derecha) y zona
gris (izquierda) (zona 2 del dibujo de la figura 25).
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Figura 27.- (Ver figura 25). a) Pulido desarrollado en la zona 3 del dibujo de la figura 25. Las flechas marcan una grieta paralela al fdo.
b) Análisis (EDAX) de la zona pulida.
de algunos de los cristales hasta el borde) una pérdida de materia.
Descripción del punto 2 ($gura 26d):
En la fotografía se observan las diferencias existentes entre al
zona marrón oscura, de microrrelieve más accidentado, y la zona
de coloración gris, de grano más fino.
Descripción del punto 3 (figura 27):
Paralela al filo existe una grieta similar a las mostradas por R.
Sala (1995) en su estudio y que él atribuye a una compresión del
borde. Sin embargo podemos observar una grieta similar en el
molde del filo sin usar del punto 4 (fig. 28c).
El análisis de la zona pulida ofrece como resultado una composición exclusiva de silicio.
Descripción del punto 4 (figuras 28 y 29):
Elegimos como referencia un cristal xenomorfo.
Las imágenes 28a y 28c corresponden al filo antes de usarlo
y las 28b y 28d al mismo después de su utilización. La figura 29
presenta una imagen del original y un análisis de composición de
la zona pulida. Este último da como único componente silicio.
Si comparamos las fotografías tomadas a 1200X, descubrimos,
en los puntos señalados por dos flechas negras hacia abajo y tres
flechas negras hacia arriba, que los microagujeros siguen existien-
do, luego no hay un relleno de las áreas intersticiales. Por otro lado
las flechas huecas señalan la desaparición de algunos microagujeros. ¿Se debe esta desaparición a un relleno de los mismos o al desgaste de las superficies que los rodean, que afecta hasta el fondo a
la concavidad haciéndola desaparecer? Las dos flechas que señalan
hacia arriba nos sirven como punto de referencia para analizar el
borde que se encuentra a la izquierda de estos fenómenos. A pesar
de que el ángulo de incidencia de los electrones (por la inclinación
de la pieza) no es exactamente el mismo, por lo que la imagen es
simiIar pero no idéntica, es posible constatar que la distancia de estos dos microagujeros al filo ha disminuido y que el filo se presenta en la imagen b) biselado. Pensamos que hay una pérdida de materia en esta zona. Si existe amorfización es muy superficial.
La nueva superficie es más homogénea. Si todas las microestructuras se erosionan por uso con la misma intensidad
lo que ocurre es que hay una homogeneización por desgaste no diferencial. El microrrelieve desaparece porque las estructuras más
sobresalientes se desgastan.
Descripción del punto 5 (figura 30):
Microtopografía de la zona anaranjada con presencia de concentraciones de maclas de cristales más grandes en la parte derecha de
Figura 28.- (Ver figura 25). Pulido desarrollado en la zona 4 del dibujo de la figura 25. Fotos tomadas de réplicas de
resina sintética antes y después de la utilización. Un cristal xenomorfo ha servido de punto de referencia a altos aumentos.
a) Micromorfología del borde antes de ser utilizado. 1200X.
b) Micromorfología del borde después de su utilización.Filo pulido. Comparar con a.
Las flechas en las dos fotos indican la permanencia de microagujeros preexistentes. 1200X.
C)Misma zona que a (antes de la utilización) a 790X.
d) Misma zona que c después de la utilización. 790X.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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de la zona pulida.
Figura 30.
Topografía de la zona anaranjada (zona 5 en la figura 25)
de la roca a 170X.
b) Microanálisis (EDAX)
de la zona 5.
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Figura 31.- Pieza experimental número 168 bis, utilizada para raspar piel durante 45 minutos.
La materia prima en la que se ha tallado procede de nódulos de silex
englobados en conglomerados de la cima del U 1 del Moro (ver mues1
tras analizadas en las figuras 16 a 24).
La zona coloreada en marrón corresponde a la que contiene concentraciones ferruginosas. La zona coloreada en gris es de grano más
grueso que la anaranjada y las diferencias de color deben atribuirse
a la presencia de elementos traza en cantidades ínfimas, no detectadas por el EDAX. Los números indican las zonas de análisis microscópico que se comentan en las figuras siguientes.
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Figura 33.- a) Fotografía tomada de la zona 2 (ver dibujo de la figura 31) antes de la utilización de una réplica de resina. b) Fotografía
tomada de la misma zona que a después de la utilización. Pieza original. Comparar con a. Obsérvese el desgaste de las aristas del retoque. c) Detalle de la zona marcada con un recuadro en a. d) Detalle
de la zona marcada con un recuadro en b. Comparar con c.
Figura 32.- a) Fotografía tomada de la zona 1 (ver dibujo de la figura 31) antes de la utilización en una réplica de resina.
b) La misma zona después de la utilización. Pieza original.
C)Detalle de la parte derecha de la fotografia a (antes de la utilización).
d) La misma zona que c, después de la utilización.
e) Detalle de la microtopografía antes de la utilización.
f) Detalle de la microtopografía después de la utilización.
la foto. El microanálisis da silicio como único componente.
- 168 bis: Hoja retocada en su borde lateral izquierdo. Como en
el caso anterior está tallada en sílex de Ull del Moro y también presenta las tres zonas de coloración y granulometría diferente. Se utilizó el filo retocado para raspar piel de cabra durante 45 minutos.
Para la observación con el microscopio electrónico a altos aumentos se tomaron como referencia las aristas del retoque, con este
fin se realizó una ampliación del borde retocado con la lupa binocular
a 20X (fig. 31).
Se analizaron con el microscopio electrónico de barrido las réplicas del filo antes y después de ser usado en los puntos marcados
con números en el dibujo.
Descripción del punto 1 (figura 32):
Las figuras 32a, c y e corresponden al filo antes de ser usado. Las
figuras 32b, d y f corresponden al mismo, después de su utilización.
En la figura 32b apreciamos a 34X cómo se ha producido un desgaste del filo que era vivo cortante antes del uso (fig. 32a). Las aristas
horizontales que se observan en la parte derecha de la foto b han desaparecido después del uso (fig. 32d). Antes del uso era posible distinguir el grano de la roca con bordes bien definidos (fig. 32e). Después de la utilización los granos de la roca quedan unidos dando una
superficie alisada con microagujeros que corresponden a los espacios
intergranulares (fig. 32f).
Pensamos que el nuevo aspecto de la superficie se debe al desgaste, con pérdida de materia. El borde aparece romo después de su
UO
S.
Este desgaste, que elimina aristas del retoque, no llega a afectar
al fondo de los rnicroagujeros que hay entre el grano, por lo que el aspecto es más rugoso que en la experiencia anterior (fig. 32d).
Descripción del punto 2 (figura 33):
También en este caso se constata un desgaste importante que
afecta a las aristas de las micromelladuras del retoque que existían
antes del uso. Este desgaste se hace evidente si comparamos las zo-
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Figura 34.- a) Fotografía tomada de la zona 3 (ver dibujo de la figura 31) antes de la utilización de la réplica de resina. b) Fotografía de la
misma zona que a después de la utilización. c) Detalle de la zona enmarcada en a. d) Detalle de la zona enmarcada en b.
nas a la derecha del recuadro de las fotos 33a y 33b, en las que sólo
han quedado las aristas de los desconchados más grandes. El redondearniento (fig. 33b) causado por la acción de raspar la piel, afecta
al filo vivo que existía antes (33a).
Sin embargo el alisado del grano de la roca no es tan
importante. La superficie pulida no es completamente lisa y se
aprecian estrías muy finas que podrían haberse producido al
desprenderse granos disgregados de la misma roca (fig. 33d).
Descripción del punto 3 ('gura 34):
Este punto se halla también situado en la zona de sílex anaranjado. Como en la anterior, se distingue claramente un desgaste
que anula completamente la agudeza del filo y los desconchados
más pequeños preexistentes.
El desgaste afecta más profundamente al filo que en la pieza
167bis.
Aunque hasta 600X se distinguen bien los espacios intergranulares (lo cual no es posible ya a estos aumentos en la pieza anterior),
la impresión de alisado es muy importante a 1200X (fig. 34d)
- 177: Raspador tallado en sílex de U11 del Moro. También hemos aprovechado una lasca que tuviera las tres zonas del sílex
(marrón, gris y anaranjada) para conformar el frente por retoque y
utilizarlo. También en este caso hemos tomado las aristas del retoque como referencia para la observación a altos aumentos, dibujándolas a 20X (fig. 35). En este dibujo hemos señalado los
puntos en los que se hicieron las observaciones con microscopio
electrónico de barrido.
Este raspador se ha empleado experimentalmente para raspar
madera de naranjo seca durante 15 minutos.
El punto 1 del análisis se sitúa en una zona anaranjada. Los
puntos 2 , 3 y 4 en la zona marrón en la que había concentraciones
de hierro en la roca original.
Descripción del punto 1 (figura 36a y b).
La homogeneización de la roca es similar a la observada en
la pieza 167bis (36b). Como ocurría en la pieza 168 bis, el desgaste ha afectado a las aristas del retoque pero en menor grado
(36a).
Descripción del punto 2 (figura 37):
En este caso hemos empleado un cristal xenomorfo, como
punto de referencia para situamos a altos aumentos.
Si comparamos las fotos 37a y 37b constatamos varios fenómenos:
Figura 35.- Pieza experimental número 177, utilizada para raspar
madera de naranjo seca durante 15 minutos.
La materia prima en la que se ha tallado procede de nódulos de
sílex englobados en conglomerados de la cima del U 1 del Moro (ver
1
muestras analizadas en las figuras 16 a 24).
La zona coloreada en marrón corresponde a la que contiene concentraciones ferruginosas. La zona coloreada en gris es de grano
más grueso que la anaranjada y las diferencias de color deben
atribuirse a la presencia de elementos traza en cantidades ínfimas, no detectadas por el EDAX. Los números indican las zonas
de análisis microscópico que se comentan en las figuras siguientes.
- Un redondeamiento del filo probablemente debido al desgaste en la zona marcada con cuatro flechas negras hacia abajo.
- Homogeneización muy ligera de la superficie. La homogeneización es mayor en la zona anaranjada (comparar con el punto
1, fig. 36a y b).
- Debajo de estas se observa en la foto 37b una grieta. Esta
grieta podría interpretarse como una compresión de la zona adyacente que llega a cerrar el agujero que se observa en la foto 37a.
Sin embargo pensamos que también la definición clara de esta
grieta puede haberse producido por el desgaste del filo en su parte superior y al fracturarse los cristales señalados con las flechas
huecas en su parte inferior.
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Figura 36.- a) Desgaste de las aristas del retoque en la zona señalada con un 1en la figura 35.
b) Detalle de la misma zona que a. c) Desgaste del grano de la roca por uso en la zona señalada con un 4 en la figura 35.
d) Detalle de la zona encuadrada en c.
Figura 37.
a) Imagen de la zona 2 antes de la utilización (ver dibujo en la
5.
figura 3 ) Fotografía tomada de una réplica de resina.
b) Misma zona después de la utilización. Fotografía tomada del original.
C) Grieta rodeada de cristales, parecen acumulaciones de residuos
o de granos residuales desprendidos por el uso aunque podrían
formar parte de la composición original de la roca.
d) Microanálisis (KEVEX) de la zona fotografiada en c.
La grieta presentada en la foto 37c se encuentra a la izquierda de la zona que aparece en a y b. Se halla rodeada de
granos que aparecen algo sueltos y de cristales. Ignoramos si
estos cristales forman parte de la composición de la roca original o son acumulación de residuos o de granos residuales de la
roca desprendidos por el uso y concentrados en la grieta. El
análisis de composición de esta grieta muestra una concentración de calcio inusual (fig. 37d).
Descripción del punto 3 (figuras 38, 39 y 40):
En las fotos 38a y 38b aparece la misma zona antes y después de su utilización. En b observamos el desgaste de las aristas y la presencia de residuos atrapados en los desconchados, a
pesar de haber lavado la pieza experimental con agua oxigenada
y ácido acético.
Si se comparan las fotos 38c y 38d, se observa un residuo adherido al desconchado de la parte superior y otro en la parte inferior
izquierda (fig. 38d)). Este último aparece ampliado en la figura 40a
y se analiza en la 40b. Su composición es mayoritariamente calcio.
Por otro lado, en la zona marcada con un recuadro en 38c,
se ha producido una homogeneización mayor que en las superficies que la rodean (comparar con 38d). El análisis de composición de esta zona, que aparece de un color más claro en 39b,
da como resultado una concentración de hierro que ya hemos
visto que forma parte de la roca (figs. 20, 21, 22 y 23).
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Figura 38.- a) Imagen de la zona 3 antes de utilizar de una réplica de resina (ver dibujo en la figura 35). b) Misma zona después de la utilización. Pieza original. c) Detalle de la zona enmarcada con un recuadro en a. d) Misma zona que c después de la utilización.
Figura 39.- a) Detalle de la zona enmarcada con un recuadro en la figura 38c (ver dibujo en la figura 35).
b) Misma zona después de la utilización. Obsérvese en el filo una zona ligeramente más clara y compactada que se analiza en c.
C)Microanálisis (KEVEX) de la zona del filo señalada en b por una coloración algo más clara en la foto.
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Figura 40.- a) Detalle del residuo que se obsewa en la figura 38d, parte izquierda de la foto. b) Análisis (KEVEX) de este residuo.
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Figura 41.- a) Residuo atrapado entre el relieve del retoque. Zona 4 (ver dibujo en la figura 35. b) Detalle de a. c) Microanálisis de b.
Figura 42.- Pieza experimental número 204, utilizada para raspar asta de ciervo remojada durante 10 minutos.
Lavada con ácido acético y agua oxigenada de 110 vol. (ver también la figura 76).
La materia prima en la que se ha tallado procede de nódulos de sílex englobados en conglomerados de la cima del U 1 del Moro
1
(ver muestras analizadas en las figuras 16 a 23).
Los números indican las zonas de análisis microscópico que se comentan en las figuras siguientes.
Descripción del punto 4 (figuras 36 y 41):
Respecto a este punto hay dos cuestiones a señalar:
En primer lugar se observa una menor homogeneización en general en los puntos situados en la zona marrón (ferruginosa) que en
la anaranjada (sólo silícea). (Comparar la fig. 28d con la 38d). Sin
embargo la homogeneización es mayor en los puntos de concentración de hierro (fig. 39a y 39b). De ello deducimos que la cristalización de grano más grueso de las zonas donde se encuentran las concentraciones de hierro &culta la alteración. Sin embargo los puntos donde se concentra el hierro (fig. 39) se alteran con más intensidad, quizá debido a una menor dureza o cohesión de estos granos.
En segundo lugar, los residuos adheridos en los desconchados
que son de composición calcárea se distinguen por su morfología
de la roca modificada (fig. 41a, b y c). Este hecho confirma el microanálisis de los otros residuos (fig. 40).
- 204: Raspador tallado en sílex de Uii del Moro. La pieza está
constituida exclusivamente por la zona anaranjada de grano más fino y cohesionado de esta roca (fig. 42).
Se utiüzó experimentalmente para raspar asta de ciervo remojada durante 10 minutos.
Descripción del punto 1:
El desgaste que se aprecia es mucho menor que en las otras pie-
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Figura 43.- a) Desgaste en zona 1(ver figura 42). b) DetaUe de a. c) Detalle de b. d) Microanálisis del pulido que se observa en c.
Figura 44.- a) Zona 2 antes de la utilización (ver figura 42). b) Misma zona después de la utilización. c) Detalle de la zona 2 antes de la utilización. d) La misma zona después de la utilización. Obsérvese la abundancia de residuos atrapados entre las aristas del retoque.
e) Detalle de la zona 3 a 700X. f) DetaUe de la zona 3.
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Figura 45.- a) Residuo en la zona 2. b) Microanálisis (EDAX) del residuo observable en a.
zas experimentales (fig. 43a, b, c). Es importante sin embargo la
homogeneización de la superficie y la composición exclusivamente
silícea de las zonas modificadas (43d).
Descripción del punto 2:
El análisis de la zona antes (fig. 44a y c) y después de su uso
(fig. 44b y d) pone de relieve la presencia de residuos atrapados en
los desconchados. El microanálisis de los residuos, con presencia de
cloro y calcio, confirma su procedencia externa a la roca (fig. 45).
Descripción del punto 3 figuras 44e y f y 46):
También aquí se ve una acumulación de residuos (fig. 44e y f)
compuestos en gran parte por calcio (fig. 46).
El análisis morfológico y de composición con el microscopio
electrónico de barrido pone de manifiesto la composición exclusivamente siiícea del pulido de uso y la presencia de residuos que no
desaparecen ni con los lavados que hemos realizado pero que son
identificables morfológicamente y están adheridos, pero son independientes de la roca.
2.2.4. Experimentación
"Experimentación:Método cientijico de investigación, basado
en la provocación y estudio de los fenómenos. " (Diccionario de la
Real Academia de la Lengua Española. Vigésima primera edición.
Madrid, 1992).
b
2.2.4.1. La experimentación como base inferencial
La experimentación es la base inferencial del método
traceológico. Las huellas de uso que se observan en los útiles experimentales se cotejan con las que se observan en el material arqueológico para deducir su función.
"La experimentación es importante porque además de probar
las cualidades mecánicas de los útiles antiguos proporciona una experiencia fisiológica que sirve para hacer una apreciación de las
costumbres de trabajo primitivas, obtener una impresión viva respecto de la racionalidad de las formas de las herramientas de piedra
empleadas en el trabajo, etc." (Semenov, 1981: 9).
Es una etapa fundamental en la formación del traceólogo, ya que
sirve para obtener unas referencias sobre cómo las principales acciones y materias pueden alterar la roca durante el trabajo. "El recurrir a
ella se hace indispensableen todas las etapas del análisis, para probar
un material particular, evaluar la duración de la utilización, dar validez a una interpretación o sugerir nuevas hipótesis" (Cahen y Caspar,
1984: 279). Además ''familiariza al investigador con los gestos y actividades estudiadas, le sensibilizarespecto a las implicaciones particulares de las tareas efectuadas" (Anderson-Gerfaud et alii, 1987). Se
ha utilizado además para comprobar la validez del método traceológico mediante test-ciegos (Keeley y Newcomer, 1977; Unrath et alii,
1984-85-86; Newcomer et alii, 1986).
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Figura 46.- a) Residuo cercano al filo en la zona 3 (ver figura 42). b) Microanálisis (EDAX) del residuo observable en a.
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No obstante la experimentación en tecnología tiene unos iímites
claros. El más importante es que pueden existir varios medios para
llegar a un mismo fin. Aunque se demuestre experimentalmente que
una acción se puede llevar a cabo de una manera, ello no quiere decir que no pueda realizarse de otro modo. Por ello es fundamental la
traceología, porque el análisis de las huellas de uso sirve para averiguar las condiciones de trabajo.
Las consideraciones sobre la eficacia de los útiles han de apoyarse en un conocimiento y una destreza en el trabajo de las distintas
materias que son costosos de alcanzar.
Los útiles líticos se modifican a medida que se trabaja con ellos
y estas modificaciones pueden redundar en una pérdida o un mantenimiento de su eficacia. Cuando hay pérdida de eficacia, 10s sucesivos reavivados modifican la morfología, pero además eliminan zonas utilizadas, de manera que una parte de la información funcional
se pierde. Por ello pensamos que es arriesgado hacer estimaciones
sobre la duración del trabajo.
Cuando no hay pérdida de eficacia, puede haber modificaciones
de la morfología general del utensilio. Por ejemplo, en el caso de un
filo agudo que se empleara para trabajar una materia dura y se fuera
fracturando, o de un ápice de buril que se fuera utilizando con diferentes inclinaciones para corregir la pérdida de eficacia producida
por los desconchados. Esto significa que la experimentación correcta tendrá que reproducir el útil antes de que se modificara por uso y
después llegar a conseguir esas mismas modificaciones.
La consecuencia es que la experimentación no debe convertirse
en un ejercicio de posibilidades sino en la demostración y confirmación de hipótesis cinemáticas. Para ello es necesario concebir el útil
como un elemento dentro de una dinámica y las huellas de uso como fruto de acciones que pueden llegar a ser bastante complejas.
2.2.4.2. Experimentación con reproducciones de utensilios líticos
Para llegar a comprender esta dinámica realizamos experimentaciones de dos tipos. En algunos casos se llevaron a cabo acciones
muy concretas, que no tienen como fin emplear un utensilio hasta el
límite de su eficacia ni reproducir cadenas operativas completas, sino observar cómo reacciona la roca, o lo que es lo mismo, qué huellas de uso se producen con el trabajo. De este modo pudimos observar sobre nuestros útiles los tipos de huellas que habían sido descritas ampliamente con anterioridad por otros traceólogos. En este caso
el tiempo de trabajo siempre fue corto y la acción se interrumpía
cuando se observaba que el útil dejaba de ser eficaz.
Un segundo tipo de experimentación es la que se centra no tanto
en las huellas que son consecuencia del uso, sino en cómo se realiza
una tarea completa y cómo evolucionan el ú i y las hueilas de uso. Patl
ra el diseño de los experimentos nos basamos en análisis funcionales
llevados a cabo por otros investigadores y en observaciones etnológicas y tecnológicas de diferentes épocas referenciadas bibliográíicamente. En este caso los tiempos de trabajo son largos, los movimientos son más variados y complejos y en ocasiones empleamos varios
utensilios o reavivamos filos para llevar a cabo una misma labor.
Presentamos a continuación el resultado de la experimentación
por materias trabajadas. Realizaremos una descripción general de las
huellas de uso que corresponden a cada una de las acciones, ya que
presentamos las más caracteristicas en las fotografías. A continuación comentaremos los casos en los que, por las huellas de uso presentes o ausentes, no se podría identificar la zona usada, la acción o
la materia trabajada. Los experimentos se llevaron a cabo entre 1986
y 1995. A finales de 1995, tras 9 años de experiencia en la observa-
ción de material experimental propio y ajeno y de material arqueológico, realizamos una revisión de nuestro material experimental
con el microscopio óptico. Aplicando los criterios que se emplean
comentemente en la determinación de las funciones de útiles líticos
(que se describen en cada apartado) valoramos qué piezas presentaban huellas de uso que posibilitaban la identificación de la experimentación realizada y cuáles no. En los cuadros aparecen resumidas
las conclusiones que comentamos en el texto.
Para la observación microscópica se utilizó una lupa Nikon stereoscope microscope SMZ equipada con un objetivo zoom de 0,66x
a 4x y oculares de 10x, así com un microscopio de luz reflejada Nikon Optiphot con objetivos de 5x, 10x, 20x y 40x y oculares de 10x.
Las fotografías se tomaron con ayuda de un sistema automático
adaptable a los dos aparatos descritos con películas Kodak Tmax
100 ASA.
Todo el equipo óptico pertenece al Departament de Prehistoria i
Arqueologia de la Universitat de Valencia.
El trabajo de la piel (figuras 47 a 49)
La piel animal puede trabajarse en carne (o fresca), seca y remojada. Se documenta en Etnografía además el trabajo de la piel seca con
abrasivos (arena, cenizas, ocre), el ahumado y la inmersión de las pieles en agua, en sustancias macerantes ( heces, orina ), curtientes (agua
con raíces u hojas de plantas, grasa, aceite, sesos). En la segunda parte,
cuando tratemos la función de los raspadores, entraremos con más detalle en los métodos y técnicas para la elaboración de la piel.
"Se llama cuero la piel de los animales transformada en una sustancia inalterable, que no puede entrar en putrefacción.
El cuero según el empleo a que se destine, puede ser más o menos
impermeable, mórbido o duro, rígido o flexible." (Gansser, 1953).
El proceso por el cual la piel se transforma en cuero es la curtición. En la documentación etnográfica de pueblos cazadores actuales y subactuales consultada hay pocos casos en los que se realice
una curtición completa. La mayor parte se limitan a descarnar, secar
y reblandecer por zurrado o raspado.
Las acciones que se realizan para tratar las pieles son:
- Descarnado. Eliminación de los restos de carne y grasa adheridos a la parte interior de la piel en contacto con la carne. Para pieles de animales pequeños (como el conejo) puede llevarse a cabo sin
útiles. Para pieles de animales grandes (ciervo, toro, caballo, etc.) se
realiza con un filo cortante y un ángulo de trabajo bajo. El movimiento es de cortar rebanando, al tiempo que se estira la carne o grasa como desgarrándola. Los indios de Kentucky y Tennessee Uevaban a cabo este trabajo con un útil dentado de hueso por percusión
(Schaefer, 1973). Por ello hemos experimentado la percusión con un
raspador de frente denticulado (piezas 110 y 128).
Los esquimales eliminan la gruesa capa de grasa de la piel
de foca con raspadores (Nissen y Dittemore, 1974; Hayden,
1979) con un movimiento "en positivo" (Rigaud, 1977).
- Raspado de la piel seca o remojada para adelgazarla, reblandecerla e igualarla.
Para adelgazarla es necesario que el filo raspe suficiente. Es
adecuado un raspador lítico recién retocado. Conforme se va desgastando el borde es necesario reavivar, si no se reaviva hay que
cambiar de útil (Clark, 1981).
Para reblandecerla e igualar la superficie hay que romper las
fibras en seco con o sin abrasivos, o humedeciendo y raspando
(movimiento "en negativo" [Rigaud, 19771) a un tiempo. El útil
puede ser romo siempre que haya un trabajo de abrasión por frotamiento o por la presencia de abrasivos.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Materia
N" de pieza Trabajada
Piel Cabi-a
Piel Cabra
Piel Conejo
I'iel Vaca
Picl Vaca
Piel Vaca
Piel Vaca
Piel Vaca
Piel Vaca
Piel Vaca
Piel Vaca
Piel Vaca
Piel Vaca
Piel Vaca
Piel Vaca
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
L
Estado
Aditivos
Húmeda
Agua
Húincda
Fresca
Seca
Seca
Húineda
Húineda
Húineda
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Húmeda
Seca
Húmeda
Grasa, Ceniza
Seca
Ceniza
Medio Seca
Remojada
Seca
Ceniza
Seca
Remojada
Seca
Remojada
lieiiipo
(Minutos)
Accióii
RaspaiCortar
Raer
Raspar
Raer
Rasllar
Gi-abar
RaspaiCortar
Raspar
Raer
RaeiRaer
Raspar
Perforar
Raspar
Raspar
Raspar
Raspar
Raspar
Raspar
Raspar
Raspar
Raspar
Rlaiigo
Ideiitificacióii
Ideiitificacióri
Ideiitificacióii
Accióii
Zoiia de uso Materia Trabajad2
60
1o
15
5
.
Piel Ternera
Piel Ternera Secándose
Piel Ternera Secándose
Ceniza
Raspar
Raspar
Raspar
5
1o
1o
20
15
5
1o
20
15
30
30
10
45
90
60
5
20
70
30
15+15+15+1
(4 derivados
60
60
3
Navette
Patagonia
Arnericaii(
Patagonia
Gundane
Gundane
Navette
Patagonia
Gundane
Gundaiie
Amerinanc
Americanc
Figura 47.- Condiciones de experimentación de las piezas que trabajaron piel.
I
I I
N" de pieza Trabajada Estado
Materia
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Teinera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Conejo
Piel Conejo
Piel Conejo
Piel Ciervo
Piel Conejo
Piel Conejo
Piel Ciervo
Piel Ciervo
Piel
Piel Cabra
Piel Cabra
Piel Cabra
Piel Cabra
Piel Cabra
Piel Cabra
Aditivos
Fresca
Agua
Fresca
Fresca
Fresca
Fresca
Fresca
Seca
Fresca
Seca
Arena, Agua
Seca
Seca
Ocre
Seca
Ocre
Fresca
Seca
Ocre
Seca
Ocre
Fresca
Fresca
Seca Mantequilla, Ocre
Seca
Seca
Seca
Ceniza
Seca
Seca
Seca
Acción
Cortar, Raer
Cortar, Raer
Cortar, Raer
Cortar, Raer
Cortar, Perforar
Cortar, Perforar
Cortar, Raer
Percutir
Raspar
Raer
Raer
Raspar
Cortar, Raer
Raspar
Raer
Cortar, Percutir
Cortar
Extender aditivos
Raer
Raspar
Raspar
Raspar
Raer
Raspar
Tiempo
(Minuto:
Mango
Identificación Identificación
Identificación
Acción
Zona de uso Materia Trabajad
Navette
Gundane
Americanc
Navette
istil ciervm
Navette
istil ciervm
Figura 48.- Condiciones de experimentación de las piezas que trabajaron piel.
La ceniza como aditivo se añade para absorber la grasa que
haya quedado adherida después del secado de la piel. Mason
(189 1) menciona baños de ceniza y agua para macerar la piel y fa-
cilitar la caída del pelo, entre los indios Crow y los de Pitt River.
Las figuras 50 a 63 y 3 1 a 34 muestran las huellas de uso producidas por el trabajo de la piel.
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Materia
No de pieza Trabajada
143
166
171
176
168 bis
180
205
207
Piel Cabra
Piel Nutria
Piel Nutria
Piel Nutria
Piel Cabra
Piel Cabra
Piel Cabra
Piel Cabrito
Estado
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Fresca
Aditivos
Grasa, Ocre
Grasa, Ocre
Grasa, Ocre
Grasa, Ocre
Acción
Tiempo
(Minutos)
Raer
Raspar, Raer
Raspar
Raspar
Raspar
Raspar, Raer
Raer
Coríar, Raer
15
20
5
5
45
20
20
30
Mango
Hueso
Astil ciervo
Identificación
Identificación Identificación
Zona de uso Materia Trabajada
Acción
sí
sí
no
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
no
no
sí
no
sí
sí
no
sí
no
sí
sí
no
sí
sí
Figura 49.- Condiciones de experimentación de las piezas que trabajaron piel.
Figura 50.- Pieza experimental número 76, utilizada para raspar piel humedecida durante 20 minutos. Fotografía de la cara ventral. 100X.
Figura 51.- Pieza experimental número 82, utilizada para raspar piel seca humedecida durante 30 minutos.
a) Borde dorsal del frente de raspador. 200X. b) Borde ventral del frente de raspador. 100X.
c ) Borde ventral del frente de raspador. 200X. El micropulido que se observa no es característico del trabajo de la piel y podría
erróneamente identificarse como producido por una materia dura humedecida (asta) o una materia de dureza media (madera).
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Figura 52.- Pieza experimental número 91, utilizada para raspar piel de ternera tensada, con cenizas que absorbiesen la grasa, durante 90 minutos.
a) Cara ventral del frente de raspador, dónde se observa un pulido y un desgaste típicos del trabajo de la piel y una micromeliadura accidental. 50X.
b) La misma zona a 100X. c) La misma zona a 200X.
Figura 53.- Cara dorsal del frente de raspador de la pieza experimental número 91 (ver también figura 52),
utilizada para raspar piel de ternera tensada, añadiendo cenizas, durante 90 minutos.
a) Morfología del frente retocado antes de la utilización, tal y cómo se observa en una réplica de resina. 100X.
b) La misma zona que a, después de la utilización. Obsérvese el desgaste del filo. 100X.
C)Imagen del desgaste general del füo dorsal. 50X.
d) Detalle de pulido muy desarrollado. 100X.
e) Pulido muy desarrollado y estrías. 100X. f) La misma zona que e. 200X.
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Figura 54.- Pieza experimental número 97, utilizada para raspar piel de ternera tensada durante 70 minutos, sin aditivos.
La pieza Iítica iba atada a un mango de madera con un trozo de piel de morena, estando la cara
dorsal en contacto con la madera y la ventral con la piel que servía para sujetarla al mango.
a ) Pulido en la extremidad izquierda ventral del frente del raspador, producido por la materia de enmangue. 100X.
b) Detalle de la misma zona. 200X. c) Cara ventral del frente del raspador con pulido y desgaste típicos. 200X.
Figura 55.- Pieza experimental número 113, utilizada para raer durante 60 minutos, con un movimiento bidireccional
y un ángulo de trabajo bajo, una piel de conejo seca. El resultado del trabajo es una piel flexible y afieltrada.
a) Cara ventral del frente. Sólo lavada con agua y jabón neutro, por lo que la imagen del pulido tiene algo de miduos de la materia trabajada.
Se observan alvéolos abundantes probablemente debidos a micromelladuras y granos de la roca que se han perdido,
cuyos bordes se han pulido en un segundo tiempo del uso. 200X.
b) Otra zona de la cara ventral del frente. 200X.
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Figura 56.- Pieza experimental número 114, utilizada
para raer durante 15 minutos, con un movimiento bidireccional y un ángulo de trabajo bajo, una piel de conejo
ya raspada añadiéndole ocre.
a) Cara ventral del frente.
Sólo lavada con agua y
jabón neutro. El pulido contiene restos de la materia
trabajada que desaparecieron tras lavarla con ácido
acético y detergente enzimático. 2 0 0 ~b j La misma
.
zona anterior. 50X. c) Pulido
muy liso y extremadamente
brillante desarrollado en la
cara dorsal del frente de raspador tras estar sumergida
la pieza durante 12 horas en
detergente enzimático. Los
bordes de las mnas que presentan esta morfología están
patinados. Desconocemos si
se trata de una alteración o
de un residuo. 50X. d)
Detalle de la misma zona.
100x.
Figura 57.- Pieza experimental número 127, utilizada para raer una piel seca
de conejo con ocre. Las
melladuras en la cara ventral son escasas y pequeñas
y presentan bordes desgastados (flecha en foto b).
a) Cara ventral del frente
del raspador. 50X.
b) Cara ventral. l00X
c) Cara dorsal. 100X.
d) Cara dorsal. 50X.
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-
Figura 58.- Pieza experimental número 129, utilizada para extender grasa y ocre sobre una piel. a) Cara ve1ntral del frente. 50X.
b) Detalle de a. 100X. c) Cara ventral del frente. 100X. d) Detalle de c. 200X.
Figura 59.- Pieza experimental número 143, utilizada para raspar piel de cabra seca con movimiento bidireccional.
Fotografia de la cara ventral del frente de raspador en la que se observa desgaste y una micromelladura de forma 1.riangular en la que se inicia
una estría corta y profunda. 200X.
-
Figura 60.- Pieza experimental número 166, utilizada para raspar una piel de nutria seca con graisa y ocre.
a) Cara ventral del frente. Zona central con desgaste de uso. 200X.
b) Cara ventral del frente. Zona lateral reavivada. 100X.
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Figura 61.- Pieza
experimental número 166
(ver también figura 60).
a) Cara ventral del frente. Zona
central con desgaste de uso. 200X.
b) Cara ventral del frente. Zona
I?teral derecha reavivada. 100X.
c) Apice lateral derecho en contacto
con el mango de hueso durante el
uso y el reavivado con melladuras
y puntos de pulido. 100X.
d) Detalle de la foto anterior. 200X.
Figura 62.- Pieza experimental número 180, utilizada durante 20 minutos para raspar y alisar piel.
Fotografía de desgaste y pulido poco desarrollado, con algunas melladuras de terminación gradual cuyos bordes se han desgastado por el uso. 200X.
Figura 63.- Pieza experimental número 205, utilizada para raspar piel de cabra seca previamente sumergida en una solución de sesos.
a) Cara ventral del frente en la que se observa un pulido y un desgaste poco desarrollados. Las micromelladuras indican la acción. 100X.
b) Detalle de la foto anterior. 200X.
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Tanto el cortar ~01110 raspar la piel producen desgastes del fiel
lo caractei-ísticos, Este desgasie es apreciable comparando el filo
antes y despli6s de utilizarlo tanto con inicroscopio óptico de reflexión (comparar fig. 533) con 53b)). como con el ~iiicroscopio
clectrónico de barrido (comparar fig. 32a con 32b. 32c con 37d, 333
coi1 33b. 33c con 33d y 34a con 34b).
Con tiempos de trabajo muy largos y10 cuando se añaden abrasivos los desgastes suelen ser macroscópicos.
La superficie peilnaiiece rugosa con presencia de inici-oagujeros
sin pulir (fig. 50, 51c. 52, 53b, 54, 55, 56a y b, 57. 59. 6Oa. 6la. 62 y
63b). El pulido se ha descrito como mate (Keeley. 1980; Mansui;
1986; Colliii, 1986) o de brillo medio (Plissoii. 1985). de topografía
irregular u ondulada y trama abierta o cerrada (Ibáñez Estévez, 1993).
Keeley señala la presencia de descamaciones en escalón. Nosotros no las liemos observado en acciones de raspado ("en negativo"). Más bien al contrario, la comparación de las fotografías de
los filos antes y después del uso indican la ausencia de nuevas micromelladuras. Sin embargo no podemos descartar que se produjeran con filos agudos y trabajos sobre soportes duros.
En acciones "en positivo" si que aparecen micromelladuras en la
cara ventral de los raspadores pero son sobre todo reflejadas y en escalón, mientras que en acciones en negativo, cuando se producen accidentalmente en la cara ventral, son de terminación gradual.
Cortando la piel se producen micromelladuras escasas y también de morfología variada.
Algunos autores señalan que el pulido producido por la piel se
extiende en cumbres y depresiones de la microtopografía. Nuestras
fotografías con el MEB contradicen esta afirmación (figs. 31 a 34).
Otros autores señalan diferencias entre el trabajo de la piel
fresca y seca. El pulido producido por la piel fresca es más brillante (Vaughan, 1985; Moss, 1983; Plisson, 1985; Collin, 1986), de
topografía irregular (Ibáñez Estévez, 1993). Hemos observado que
tanto el desgaste como el pulido tardan más en desarrollarse cuando se trabaja sobre piel fresca que sobre piel seca, pero creemos
que es difícil distinguir el pulido producido por la piel seca con poco tiempo de trabajo del de la piel fresca, sobre todo en material arqueológico en el que siempre hay una ligera alteración de los bordes y aristas (ver apartado de alteraciones experimentales).
Hemos observado en nuestro material experimental un tipo de
pulido más desairollado que el descrito en los párrafos anteriores (fig.
Sla, 53d, e y f). Se localiza en la cara dorsal de algunos raspadores
que presentan en la cara ventral un pulido rugoso con desgaste intenso. En un caso (fig. 51a) se trata del trabajo de piel de vaca húmeda.
En el otro (53d, e y f) se raspó piel de ternera medio seca a la que se
Iiabía añadido ceniza para absorber la grasa que quedaba después del
descamado. La presencia de un tipo de pulido diferente en cada una
de las caras se ha planteado como una incógnita en el material arqueológico, en concreto en relación a un tipo de piezas Iíticas neolíticas
denominadas "j-ites" (Van Gijn, 1989; Sliva y Keeley, 1994).
Otro pulido también diferente es el que se observa sobre la pieza número 130 (fig. 58). Este raspador fue empleado para extender
grasa animal sobre una piel (pieza experimental cedida por d'Errico). El pulido que presenta es brillante y macroscópico y se asemeja al que producen los vegetales leñosos. Sólo su distribución y sobre todo su extensión, podrían dar una pista sobre el uso.
De 58 piezas experimentales, es posible identificar: en 48 de
ellas la zona de uso, en 36 la materia trabajada y en 43 la acción.
Pasamos a analizar el porqué de esta falta de huellas características.
-Pieza número 34. No se identifica la materia trabajada ni la
acción. Desgaste muy ligero del filo. No hay pulido, ni micromeIladuras, ni estrías. Acción breve y poco intensa.
- Núm. 51. No se identifica la materia trabajada. Pulido poco
desarrollado en la cara ventral. En la cara dorsal es muy intenso,
como de materia dura, siniilar a los que aparecen eri las I'iguras 5 1
y 53. En este caso no Iiabía aditivos, pero la piel dc vaca es gruesa
y muy dura cuando está seca. El tipo de coiitacio dui-anteel trabajo
debe ser similar al que se produciría con una inaicria dura.
- Núm. 54. No se identifica la acción. Hay pocas inelladuras en
la cara ventral. que indiquen una acción eii positivo. Tieinpo de trabajo demasiado breve.
-Núm. 55. No se identifica la inateria trabajada. El desgaste y
el pulido son iiidifereiiciados. En material arqueológico se coiifundirían con una alteración. Tiempo breve. Trabajo poco intenso.
- Número 72. No se ideiitifica ni la zona de uso. ni la materia
trabajada ni la acción. Zona de uso demasiado restringida. no se desarrolló pulido. Fuerza aplicada poco intensa. no Iiay descamaciones. Tiempo breve y acción poco intensa, no hay esti-ías.
-Número 77. Desgaste ligero. En mateiial arqueológico podría
confundirse con alteración como la que observamos en la figura
100 6 102. Tiempo de trabajo breve, trabajo poco intenso.
-Núm. 81. No se identifica la zona de uso, ni la materia trabajada, ni la acción. Pulido poco desarrollado, en material arqueológico se podría tomar por una alteración. Esta pieza se empleó para
la depilación en seco de piel de vaca. El ángulo de trabajo era bajo
y el trabajo poco regular y poco intenso aunque bastante efectivo.
- Núm. 82. No se identifica la materia trabajada. El pulido es
demasiado desarrollado, parece producido por el trabajo de una
materia más dura como la madera. (fig. 5 1). Trabajo muy intenso.
Piel en estado húmedo, pero tensada.
- Núm. 83. No se identifica ni la zoria de uso, ni la acción, ni
la materia trabajada. La acción es poco regular y hay fracturaciones
de la punta que eliminan zonas potencialmente pulidas. El ápice del
perforador retocado presenta un relieve muy accidentado y es difícil que se desarrollen zonas pulidas. El pulido se distribuye en puntos muy restringidos.
-Núm. 95. No se identifica ni la zona de uso, ni la materia trabajada, ni la acción. La zona del filo usada es de grano grueso, con
mayor proporción de cristales de cuarzo que de materia amorfa. El
tiempo de trabajo es demasiado breve como para modificar una
microtopografía tan accidentada.
- Núm. 99. No se identifica la zona de uso, ni la acción, ni la
materia trabajada. Poco tiempo de trabajo tras el último reavivado.
-Núm. 102. No se identifica ni la acción, ni la materia trabajada, ni la zona de uso. Tiempo de trabajo demasiado breve.
-Núm. 104. El pulido es típico de piel, pero al estar el filo retocado y ser robusto, no se han producido desconchados. Tampoco
hay estrías. Por ello es imposible identificar la acción.
-Núm. 107. Pieza cuyo filo presenta las mismas características
que la anterior. Se ha utilizado durante un tiempo demasiado breve,
por lo que no hay huellas de uso que permitan identificar la zona
usada, ni la materia trabajada, ni la acción.
- Núm. 125. No se identifica la materia trabajada porque el pulido es indiferenciado.La materia es blanda. La acción es posible identificarla por la ausencia de melladuras importantes que se producirían
si un filo tan agudo se emplease en una acción transversal. Esta misma ausencia es indicativa de que no se trabajó una materia dura.
- Núm. 128. No se identifica la materia trabajada más que de una
forma genérica (blanda) por las mismas razones que en el caso anterior.
- Núm. 129. No se identifica las materia trabajada ni la acción
porque el desgaste y el pulido son muy ligeros y en material arqueológico serían fácilmente confundibles con una alteración.
- Núm. 130. No se identifica la materia trabajada porque el pulido está muy desarrollado y es de trama cerrada (similar al producido
por vegetales) por efecto de la grasa que actúa de lubricante. No existe desgaste a causa del tipo de movimiento realizado. La acción es difícil de identificar al no haber desgaste, ni estrías ni desconchados.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
N de pieza
6
Rlateria
Traba,j:ida
Estado
Accióii
Moviiiiieiito
43/48
44
45
46
47
49
53
56
58
59
Hueso
Hueso
Asta ciervo
Asta ciervo
Hueso
Hileso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
N de pieza
Materia
Trabajada
Estado
Acción
Movimieiito
60
61
74a
74b
74c
75
103
178
186
187
193
20 1
203
204
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Asta ciervo
Asta ciervo
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Remojado
Remojado
Ranurar
Ranurar
Raspar
Raspar
Raspar
Serrar
Cuña
Ranurar
Taladrar
Taladrar
Taladrar
Cuña
Raspar
Raspar
Unidireccional
Bidireccional
Unidireccional
Bidireccional
Unidireccional
Bidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Bidiieccional
Bidireccional
Bidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Unidireccional
7
II
12
I6a
I6b
19
20a
20b
23
37
38
39
40
41
42
Ticiiipo
(Miiiutos)
Ide~itificacióii Idciitiliracióii
Zona de uso Rlatcria .kñh:!jada
Keino.jado
Rali~irar
liiiidireccio~ial
90
sí
Reino.jado
Serrar
Uiiidirccciotial
30
sí
Rebajar
Reiiiojado
Uiiidii-ecciolial
15
no
Re~iiojado
RaspaiUnidireccional
1O
sí
Seco
Raer
lliiidireccioiial
1O
sí
Seco
Racr
Uiiidireccional
20
sí
Fresco
Raiiurar
Bidireccioiial
sí
10 + 10
Fresco
Rantirar
Bidireccional
sí
1O
Fresco
Raiiurar
Bidireccional
sí
1O
Reinojado
Cuña
Unidireccional
5
sí
Ranurar
Remojado
Unidireccioiial
sí
20
Seco
Raspar
Unidireccioiial
sí
5
Ranurar
Remojado
Unidireccional
40
sí
Ranurar
Remojado
Unidireccional
1O
sí
Remojado
Ranurar
Unidireccional
sí
25
Remojado
Raspar
U~lidireccional
4
sí
Remojado
Serrar
Bidireccional
5 + 30
sí
Remojado
Ranurar
Unidireccional
sí
12
Remojado
Bidireccional
Perforar
8
sí
Seco
Unidireccional
Cuña
1O
sí
Seco
Rebajar
Unidireccional
sí
1O
Seco
Unidireccional
Raspar
1O
sí
Seco
Bidireccional
Raer
3
no
Fresco
Raspar
Unidireccional
sí
5
Fresco
Ranurar
Unidireccional
sí
3
Fresco
Raspar
Uiiidireccional
3
110
Figura 64.-Condiciones de experiinentación de las piezas que trabajaron asta y Iiueso.
110
sí
110
110
110
110
sí
sí
sí
110
sí
sí
no
no
no
sí
sí
sí
sí
no
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
no
sí
sí
sí
no
110
10
1
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
110
110
no
no
sí
sí
1o
1
110
Tiempo
(Minutos)
Ideiitificación
Ideiitificació~i Identificación
Zona de uso Materia Trabajada
Acción
8
10 + 15
10
10
no
no
sí
no
no
no
11o
sí
no
no
no
1o
1
sí
sí
sí
no
sí
no
2
no
sí
15
sí
15
sí
25
15
sí
sí
15
sí
20
sí
15
sí
7
sí
1O
Figura 65.- Condiciones de experime~itación las piezas que trabajaron asta y Iiueso.
de
-Núm. 132. No se identifica la materia trabajada iii la accióii.
El trabajo se realizó apoyando sobre una losa de piedra por lo que
el contacto es como el de una materia dura y no hay desgaste, ni
pulido extenso. Al no Iiaber estrías, micromelladuras ni desgaste es
imposible deteimiiiar la acción y la materia trabajada.
- Núm. 141. Hubo un accidente durante la utilización y cayó al
suelo. Se produjeron micromellad~iras eliminaron la zona usada.
que
- Núm. 143. No se identifica la acción porque no hay melladuras
en la cara ventral solo estrías debido a la poca intensidad del tilibajo. El
raspado de la piel era muy ligero, sólo para igualar su supeificie.
- Núm. 171. No se identifican la materia trabajada, ni la accióii,
ni la zona usada, debido a que se reavivó el filo tras la acción.
- Núm. 176. No se identifica la materia trabajada porque la acción, poco iiiteiisa. y la materia prima, de grano grueso. 110Iiaii permitido el desarrollo de u11 pulido suficientemente característico.
- Núm. 180. No se identifican ni la materia trabajada ni la acción porque el pulido es indeterminado (poco desarrollado) y el
movimiento durante la acción no Iia sido regular.
Ideiitificació~~
Acción
sí
no
sí
no
no
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
Las causas de no identificación de la acción, la zona usada, y
la materia trabajada son:
- Condiciones de utilización que varían el tipo de contacto establecido entre el útil y la materia trabajada.
-Trabajo breve, de poca intensidad y con movimientos poco
regulares.
- La piel fresca produce micropulidos indiferenciados. Por
ello la identificación d e la materia trabajada es genérica: materia
blanda. Si hay poco desgaste es posible que no se distinga de la alteración en material arqueológico.
- Reavivados y accidentes que fracturan el filo de trabajo.
- Materia prima de grano gmeso y10 mayor proporción de material
cristalino que amorfo, por lo que los pulidos se han desarrolladomenos.
El trabajo del asta y el hueso (figuras 6rl y 65)
En el trabajo del asta y del hueso Iiay dos operaciones fundamentales: la obtención de soportes o preformas y el acabado (alisado, pulido y decoración por grabado).
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Las acciones para la obtención de soportes son: serrado, ranurado y fracturación con cuña.
Las acciones para el acabado son: rebajar, raspar, raer, perforar, taladrar y grabar. Una acción de acabado que no se realiza con
útiles tallados pero que es identificable por el análisis de los objetos de hueso es la regularización de las superficies con piedras
abrasivas y el pulido con materias blandas (cuero).
-
Tanto el asta como el hueso se trabajan mejor mojados. En el
caso del asta es suficiente sumergirla en agua unas horas porque
absorbe fácilmente la humedad. En el caso del hueso hay que remojarlo durante el trabajo, pues al tener una estructura más compacta no llega a absorber el agua por capilaridad.
Las figuras 66 a 76 y 42 a 45 muestran huellas de uso producidas por el trabajo del asta y el hueso.
Figura 66.- Pieza experimental número 37, utilizada para ranurar asta durante 20 minutos.
a) Cara ventral del ápice triédrico del buril. 200X. Micropulido bien desarrollado.
b) Zona a la izquierda de la foto anterior. 200X. La flecha señala una grieta abierta en la zona pulida.
Figura 67.- Pieza experimental número 37.
a) Cara ventral del ápice triédrico del buril. 200X. Las flechas señalan una grieta abierta en la zona pulida.
b) Cara ventral del ápice triédrico del buril. 200X. Detalle de la grieta anterior.
Figura 68.- Pieza experimental número 38, utilizada para raspar asta durante 5 minutos. Foto de la cara ventral del frente de raspador. 100X.
Se observa un micropulido bien desarrollado en las zonas altas de la microtopografia.
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Figura 69.- Pieza experimental número 39, utilizada para ranurar asta de ciervo durante 40 minutos. a) Cara ventral de la arista del buril. 50X.
b) Cara ventral de la arista del buril. 200X. Las flechas señalan grietas en la zona pulida. c) Arista del buril. 100X.
d) Cara lateral de la arista del buril. 200X.
Figura 70.- Pieza experimental número 41, utilizada para ranurar asta de ciervo durante 25 minutos.
a) El micropulido situado en la arista de la cara dorsal del golpe de buril señala el contacto de esta zona con la materia trabajada durante el trabajo.
Contraste de la zona pulida y no pulida a 50X.
b) La misma zona a 200X. El mi~ropulido
afecta preferentemente a las lancetas que se pmducen durante la talla al ser lo más prominente del micromlieve.
c) Apice triédrico. Borde lateral. 200X. d) Arista de la cara dorsal del golpe de buril a 200X.
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Figura 71.- Pieza experimental número 43/48, utilizada para rebajar asta remojada
durante 30 minutos con un movimiento oblicuo y a veces perpendicular al filo.
a) Cara ventral. 100X. b) Cara ventral. 200X. Las estrías más grandes corresponden al movimiento perpendicular,
las más finas (indicadas por la flecha) probablemente, al oblicuo.
Figura 72.
Pieza experimental número 44, utilizada para ranurar asta durante 12 minutos. Fotografía de la cara ventral de la extremidad. 100X.
Figura 73.- Pieza experimental número 47, utilizada para serrar y rebajar asta de ciervo seca. a) Cara dorsal. 200X. Micropulido poco desarrollado. Las estrías indican el movimiento. b) Cara ventral. 200X. Micropulido poco desarrollado pero orientado indicando el movimiento.
Micromelladuras producidas por la acción.
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Figura 74.- Pieza experimental númiero 178, utilizada para ranurar hueso durante 25 minutos con el ápice extremo
y para raspa1 hueso con el borde lateral izquierdo durante 2 minutos.
a) Micropulido de uso en el ápice diedro en su cara derecha. 200X. b) Micropulido de uso en el ápice diedro en su cara izquierda. 200X.
c) Borde lateral derecho del ápice, cara ventral. 100X. d) Detalle de la misma zona. 200X.
Figura 75.- Pieza experimental número 203, utilizada para raspar asta durante 7 minutos y posteriormente alterada con ácido fluorhídrico.
a) Cara ventral del frente, lavada sólo con ácido acético y con agua oxigenada de 110 vol. 100X. b) Detalle de la zona anterior. 200X.
c) Zona anterior atacada con ácido fluorhídrico durante 10 segundos. Se observan microagujeros, señalados con flechas en la foto.
Comparar con a. 100X. d) Detalle de la fotografía anterior. 200X.
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Figura 76.- Pieza experimental número 204, utilizada para raspar asta humedecida durante 10 minutos.
a) Cara dorsal del frente de raspador usada. 100X. b) Cara ventral del frente de raspador usada. 200X.
Algunos autores han distinguido las huellas de uso que producen
el hueso de las que produce el asta. Nosotros no las distinguimos porque pensamos que las diferencias señaladas responden a la mayor humedad en el trabajo del asta que es compensada en el caso del hueso
cuando este se humedece regularmente durante el trabajo. La estructura y la materia de los dos son muy similares y creemos que han sido
las condiciones de experimentación las que han inducido a algunos
investigadores a diferenciarlas. En la actualidad cada vez menos analistas las distinguen en el material arqueológico y se identifican con
un genérico "materia dura animal".
El trabajo de las materias duras animales produce en general
gran cantidad de desconchados a veces incluso macroscópicos. El
pulido es muy brillante y liso (figs. 66,67,74 y 43), a veces ondulado (figs. 68 a 73,75 y 76) y se extiende más cuanto más húmedo
esté el material. Con el trabajo en seco el pulido se reduce al mismo filo. H. Plisson (1985) señala tramas laxas a unidas. Ibáñez
(1993) las define como compactas para el hueso y variadas para el
asta (de semicerradas a cerradas).
Los fdos que han trabajado estas materias no están desgastados.
En ocasiones (taladros) presentan un redondeamiento causado por la
superposición de abundantes microfracturaciones (lo que Mansur
[1983] denomina "tranchanteffn'té").
Las estrías son más frecuentes que cuando se trabajan otras materias. Se producen al desprenderse los desconchados que rayan la superficie adyacente (figs. 71 y 73).
Como ya han señalado otros investigadores, en ocasiones la superficie del pulido está grieteada (fig. 67, señalada con las flechas).
De un total de 41 zonas utilizadas es posible identificar en 35 casos la zona de uso, en 19 la materia trabajada, en 28 la acción.
Veamos cuáles son los motivos:
- Núm. 6. Materia prima de grano muy grueso. Puntos de pulido
limitados a las zonas más altas de la microtopografía.Falta de extensión del pulido, que no se ha desarrollado lo suficiente.
- Núm. 7. Por la misma razón que la pieza anterior no es posible
identificar ni la materia trabajada ni la acción.
- Núm. 11. También en este caso la materia en que está fabricado
el utensilio es de grano muy grueso y el pulido no ha llegado a desarrollarse lo suficiente.
- Núm. 16a. No se identifica la acción porque el uso es breve y el
movimiento poco regular.
- Núm. 19. No se identifica la acción porque la zona pulida es demasiado poco extensa para apreciar la distribución.
- Núm. 20a. Hay puntos de pulido y micromelladuras que permiten identificar la zona usada, pero no la materia trabajada ni la acción.
- Núm. 20b. Ocurre igual que en la pieza anterior.
- Núm. 23. Las micromeiladuras y las fracturas por su posición
permiten identificar la acción y la zona de uso, pero la materia trabajada sólo puede identificarse genéricamente como "materia dura".
- Núm. 40. No puede identificarse la acción porque aunque el pulido es típico está poco extendido y la distribución no indica la acción.
- Núm. 46. Ocurre lo mismo que en la pieza 23.
- Núm. 47. Las estrías indican la acción, pero por las melladuras
y el pulido (que es poco extenso) sólo puede afirmarse que es una
materia dura.
- Núm. 49. El pulido está poco desarrollado y es muy limitado en
extensión. En material arqueológicono podría determinarse.
-Núm. 53. Pulido en puntos aislados. La melladuras se confundirían con un retoque intencional. En material arqueológico no podría
identificarseel uso.
- Núm. 59. Hay un pulido restringido al filo que podría confundirse con una alteración (como las de las figuras 97,98 y 101) o con
un pulido producido por el retoque.
- Núm. 60. W d o desarrollado pero al ser poco extenso no puede
apreciarse la trama, por lo cual es indistinguible de un pulido de madera.
- Núm. 61. No hay huellas identificables. El trabajo bidireccional
produce más fracturaciones que eliminan partes del filo que se iban
puliendo.
- Núm. 74b. Las mismas observaciones que la pieza núm. 53.
- Núm. 74c. Las mismas observaciones que la pieza núm. 53.
- Núm. 75. El pulido está poco desarrollado pero por la
distribución de las melladuras y la morfología del filo puede identificarse la materia trabajada genéricamente como materia dura.
- Núm. 103. Ocurre lo mismo que en las piezas 23 y 46.
- Núm. 186. Pulido poco extendido, por ello no se identifica la
materia trabajada. Las melladuras, estrías y la morfología de la zona
de uso permiten deducir la acción.
- Núm. 187. Desgaste y estrías claras de la acción. No hay pulido.
- Núm. 193. Las micromeiladuras indican la acción y la zona de
uso. No hay pulido. Por estos indicios sólo puede afirmarse que la
materia trabajada es dura.
- Núm. 201. Sirven para esta pieza las observaciones hechas para
las piezas 23,46 y 103.
Las causas de no identificación de la función son:
- Pulido poco extenso o poco desarrollado debido a la fracturación continua de la zona de uso o al contacto limitado con la materia
trabajada. Esto ocurre siempre con las cuñas, cuya acción puede
identificarse por la disposición de los desconchados en la pieza.
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No de pieza
Materia
Trabajada
Estado
Acción
Movimiento
Tiempo
(Minutos)
1
2
5
21
22
24
26
27
50
52
57
65
66
144a
144b
167bis
177
179
184
183
196
206
Chopo
Boj
Chopo
Caña
Caña
Madera
Madera
Madera
Madera
Pino
Haya
Sauce
Sauce
Pino
Pino
Pino
Naranjo
Pino
Naranjo
Pino
Pino
Pino
Seca
Verde
Verde
Verde
Verde
Verde
Seca
Seca
Verde
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Verde
Serrar
Rebajar
Serrar
Serrar
Serrar
Rebajar
Serrar
Cincel
Raspar
Raspar
Ranurar
Raspar
Raer
Raspar
Rebajar
Raspar
Raspar
Raspar
Raspar
Raer
Ranurar
Raspar
Bidireccional
Unidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Unidireccionai
Unidireccionai
Unidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Bidireccional
Unidireccional
15
15
12
15
15
60
10
15
15
10
4
20
15
20
15
30
15
10
15
10
15
30
Identificación
Identificación
Identificación
Zona de uso Materia Trabajada
Acción
sí
no
no
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
no
no
sí
sí
sí
sí
no
sí
no
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
no
no
sí
sí
sí
sí
no
sí
no
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
Figura 77.- Condiciones de experimentaciónde las piezas que trabajaron madera.
- Uso breve y movimiento poco regular.
- Roca de grano muy grueso que no ha permitido desarrollarseel
pulido.
El trabajo de la madera (figura 77)
En el trabajo de la madera hay también dos operaciones fundamentales: el troceado y el acabado de los objetos.
Para el troceado por percusión lanzada se emplean útiles más
voluminosos que los que forman parte de la tipología en sílex del
Paleolítico Superior a la que se refiere fundamentalmente nuestra
experimentación. El troceado por presión se realiza serrando.
También es posible hendir una rama en sentido longitudinal, respetando sus fibras, con una cuña.
Para el acabado de objetos se utilizan fundamentalmente tres
acciones: rebajar, rasparlraer y ranurar.
Las figuras 78 a 82,25 a 30 y 35 a 41 muestran las huellas de
uso producidas por el trabajo de la madera.
El trabajo de la madera produce micromelladuras de disposición variada (que a menudo indica la acción) y pocas estrías.
El pulido se desarrolla pronto y es muy brillante y ondulado,
pues afecta a las prominencias y depresiones de la microtopografía, por lo que los microagujeros presentan bordes pulidos
no abruptos. El redondeamiento del filo es mayor que en el caso del trabajo del asta o el hueso, pero menor que en el caso de
la piel.
De un total de 22 filos usados sólo 4 presentan falta de huellas
de uso, o huellas de uso no características, que impiden identificar correctamente la función.
- Núm. 2. Acción breve e irregular. Filo poco eficaz para la acción.
-Núm. 5. Granulometría gruesa por lo que el pulido está poco
desarrollado y no se identifica la materia trabajada.
- Núm. 27. Por las fracturaciones no se desarrolla pulido. Sirven aquí las mismas observaciones hechas para las cuñas que se
usaron para trabajar materias duras animales.
- Núm. 52. El pulido no es lo suficientemente extenso como
para identificar la materia trabajada. Ello es debido a que la zona
de contacto es reducida. Las micromelladuras existentes podrían
confundirse con un retoque intencional porque el filo era muy
agudo y son abundantes. El trabajo era muy eficaz.
Figura 78.- Pieza experimental número 57, utilizada para ranurar madera durante 4 minutos.
a) Cara lateral del golpe de buril. 200X. Micropulido restringido a la arista. b) Cara lateral del golpe de buril. 100X.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Figura 79.- Pieza experimental número 66, utilizada para raer madera durante 30 minutos. Fotografía de la cara ventral donde se observa
un micropulido de madera muy desarrollado sobre las prominencias de las lancetas. 200X.
Figura 80.- Pieza experimental número 179, utilizada para raspar madera durante 10 minutos. a) Borde izquierdo, cara dorsal. 100X.
b) Detalle de la misma zona. 200X. c) Zona al lado de la anterior de coloración marrón con presencia de óxidos de hierro. 200X.
Figura 81.- Pieza experimental número 184, utilizada durante 15 minutos para raspar madera.
a) Cara ventral. 100X. b) Detalle de la anterior. 200X.
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Figura 82.- Pieza experimental número 196, utilizada durante 15 minutos para ranurar madera.
a) Fotografía de la cara ventral del ápice triédnco. 100X. b) Detalle de la fotografía de la figura 82a. 200X.
c) Borde lateral del golpe de buril. 100X. d) Detalle de la fotografía anterior. 200X.
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El procesado de los animales (figura 83)
El procesado de los animales desde que son cazados Iiasta que
se consumen comprende varias acciones: desollado, desri~embi-ado de partes del cueipo y fileteado de la carne.
El pulido del trabajo de la carne se define como brillante. indiferenciado y que afecta a las partes altas y bajas de la microtopografía.
N de pieza
3
4
13
14
15
17
18
25
28
29
30
31
32
70
71
138
165
197
198
Materia
Trabajada
Estado
Conejo
Conejo
Cordero
Cordero
Cordero
Caballo
Caballo
Dorada
Ternera
Caballo
Caballo
Dorada
Tiburón
Tapir
Tapir
Caballa
Nutria
Conejo
Gacela
Fresco
Fresco
Cocido
Cocido
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Congelado
Fresco
Fresco
Acción
objetos de elaboración compleja en concha, nos hemos limitado a
dos
experimentar la realización de perforaciones. Distinguin~os
acciones: perforar y taladrar. La primera es a mano alzada y L sea
gunda con un perforador de arco.
El trabajo de esta materia produce estrías abundantes. pulidos brillantes puntuales y poco extensos y numerosas micromeIladuras.
Tiempo
Identificación
Identificación
Identificación
(Minutos) Zona de uso Materia lkabajada
Acción
Movimiento
Bidireccional
Coi tar
Cortar
Unidireccional
Cortar
Bidireccional
Raspar
Bidireccional
Cortar
Bidireccional
Cortar
Bidireccional
Cortar
Bidireccional
Descarnar
Unidireccional
Cortar
Unidireccional
Cortar
Bidireccional
Cortar
Unidireccional
Cortar
Bidireccional
Cortar
Bidireccional
Desmembrar
Bidireccional
Desmembrar
Bidireccional
Cortar y raspar Bidireccional
Cortar y raspar Bidireccional
Cortar y raspar Bidireccional
Cortar y raspar Bidireccional
10
2
15
15
3
15
10
10
10
60
5
1O
30
7
?
1O
60
15
25
sí
no
no
no
no
no
no
no
sí
sí
sí
no
no
no
no
no
no
no
no
no
sí
no
no
no
no
no
sí
no
no
no
no
no
no
no
no
no
no
no
sí
no
no
no
no
no
no
no
no
no
sí
no
no
no
no
no
sí
no
no
Figura 83.- Condiciones de experimentación de los útiles que intervinieron en el procesado de animales.
De todas las experiencias que hemos realizado ninguna ha dejado suficientes huellas como para identificar claramente la función. El uso de estos útiles puede aproximarse por eliminación.
De 19 experiencias, en cinco piezas puede identificarse la zona usada por las micromelladuras y las estrías, en 3 puede deducirse la acción por la orientación y posición de desconchados y
estrías y pulidos indiferenciados, y sólo en una podría decirse que
se trata de un trabajo sobre materia blanda.
En la mayoría de los útiles experimentales existe un pulido ligero
en los fdos que podría facilitar el diagnóstico. Sin embargo en material
arqueológico este ligero pulido no podría distinguirse de la ligera alteración de supeficies que afecta casi siempre a este tipo de material.
El trabajo d e la concha (figura 84)
El trabajo de la concha comprende fundamentalmente dos acciones: serrar y perforar. Como en el Paleolítico no se conocen
N" de pieza
Acción
Movimiento
9a
9b
Perforar
Perforar
Taladrar
Taladrar
Perforar
Perforar
Perforar
Perforar
Perforar
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
1O
137
188
189
190
191
192
De 9 filos o ápices usados son identificables en 8 la zona
de uso, en 7 la acción y solo en un caso la materia trabajada.
Ello es así debido a lo breve de las acciones, a la presencia
abundante de micromelladuras, que impiden el desarrollo de
pulidos, y a lo reducido de la zona usada, que generalmente es
puntual.
El trabajo d e la piedra (figuras 85 y 86)
Hemos considerado dos acciones en el trabajo de la piedra caliza: grabar y raspar.
Este trabajo produce huellas de uso muy similares al de l a
concha: estrías abundantes, pulidos muy restringidos a zonas
puntuales y melladuras. Generalmente el pulido no llega a desarrollarse, aunque cuando lo hace (pieza 87, fig. 86) no se diferencia del producido por otras materias duras como el hueso o el
asta en seco.
Tiempo
(Minutos)
Identificación
Zona de uso
Identificación
Materia lkabajada
Identificación
Acción
15
15
10
sí
sí
no
sí
sí
no
no
no
no
no
no
no
no
sí
sí
no
no
15
25
1O
15
20
25
sí
sí
sí
sí
Figura 84.- Condiciones de experimentación de las piezas que trabajaron conchas de gasterópodos y bivalvos.
sí
sí
sí
sí
sí
sí
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Materia
Trabajada
Acción
Movimiento
Piedra
Sílex
Sílex
iedra abrasi
erbas silvest
Pelo
Tendón
Piedra caliza
Piedra caliza
Node pieza
Grabar
Retocar
Retocar
Raspar
Cortar
Cortar
Cortar
Grabar
Grabar
Tiempo
(Minutos)
Identificación
Zona de uso
Identificación
Materia Trabajada
Identificación
Acción
Unidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Unidireccional
Figura 85.- Condiciones de experimentación de los útiles que se utilizaron para trabajar piedra, plantas no leñosas y pelo y tendones animales.
Figura 86.- Pieza experimental número 87, utilizada para grabar una plaqueta caliza durante 5 minutos.
Fotografía de la cara ventral del ápice. 200X. Se observa un pulido puntual pero muy intenso, acompañado de estrías que indican el movimiento.
El uso de proyectiles (figuras 87 y 88)
li
Fischer et a i (1984) realizan una descripción exhaustiva de
las huellas producidas por impacto.
La experimentación con proyectiles comprendió el lanzamiento con dos armas: el arco y el propulsor. En los cuadros 10
y 11 aparece detallado el tipo de enmangue con el que fueron ligados los proyectiles a un astil de madera. La fracturación del
No de pieza
Enmangue
Arma
145
146
147
148
149
150
151
152
153
154
155
156
157
158
159
160
161
162
163
164
193
194
208
209
210
Resina y tendón
Resina y tendón
Resina y tendón
Resina y tendón
Resina y tendón
Tendón
Resina y tendón
Resina
Tendón
Resina y tendón
Resina
Tendón
Resina
Resina y tendón
Tendón
Resina y tendón
Resina y tendón
Resina y tendón
Resina y tendón
Tendón
Resina
Tripa y resina
Tnpa
Tripa y resina
Tripa y resina
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Propulsor
Propulsor
proyectil se produce cuando este choca contra una materia dura
(sea esta el hueso del animal sobre el que se tiraba, una piedra o
un árbol). Ninguna de las puntas que cayeron al suelo de tierra se
fracturó.
El impacto de un proyectil produce fracturaciones de dos tipos: fracturas de impacto en la punta (fig. 89) o en la base (figs.
90 y 91) y fracturas por flexión en la base (fig. 92), la punta (fig.
Número de
impactos
Fractura de
la punta
Fractura del
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
Escama y pp.
Bunnante
Pulido en
la punta
Lengüeta
Lengüeta
Lengüeta
PP.
Escama
Escama
Escama
Mm. y lengüeta
Lengüeta
PP
Lengüeta
l
Lengüeta
1
1
1
1
1
1
1
1
Escama y pp.
Lengüeta
Mm.
Mm.
Lengüeta
Mm.
Lengüeta
Escama
Lengüeta y escama
PP. y mm.
Figura 87.- Condiciones de experimentación en el lanzamiento de proyectiles Iíticos y fracturas resultantes.
Estrías en
la punta
no
no
no
no
no
sí
no
no
no
no
no
no
no
no
no
no
no
no
no
no
sí
no
no
sí
<í
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No de pieza
21 1
212
213
214
215
Enmangue
Arma
Número de
impactos
Fractura de
la punta
Fractura del
pedúnculo
Pulido en
la punta
Tripa y resina
2
Lengüeta
Propulsor
Mm.
Propulsor
8
Tripa y resina
PP.
PP.
Propulsor
Tnpa
18
Tripa y resina
1
Propulsor
PP.
PP.
Propulsor
2
Tripa y resina
Figura 88.- Condiciones de experimentación en el lanzamiento de proyectiles Iíticos y fracturas
Estrías en
la punta
no
sí
sí
sí
no
resultantes.
sí
sí
sí
sí
no
Figura 89.- Pieza experimental número 151, utilizada como proyectil de arco. Fractura de la punta en escalón. 20X.
Figura 90.- Pieza experimental número 152, utilizada como proyectil de arco. Fractura en escama de la punta. 20X.
Figura 91.- Pieza experimental número 155, utilizada como proyectil de arco. Fractura en lengüeta del pedúnculo. 20X.
93a) o la parte mesial del proyectil (fig 93b). Indican el impacto
porque la fuerza tiene su origen en uno de los extremos del proyectil y se desarrolla en el sentido del lanzamiento. Las más características son las burinantes y las que tienen terminación gradual y se inician en la punta y/o la base (Jardón et alii, e.p.1.
A veces se observan pulidos puntuales y estrías producidos
por las melladuras que se desprenden y frotan la superficie (fig.
94). Este tipo de microhuellas es sin embargo escaso. De un total
de 30 experimentaciones sólo se observaron puntos de pulido en
7 casos y estrías en la punta en 8 casos.
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Figura 92.- Pieza experimental 149, utilizada como proyectil de arco.
Fracturas del pedúnculo enmangado en flexión y en escalón producidas al chocar contra una pared de piedra. 20X.
Figura 93.- Pieza experimental número 156, utilizada como proyectil de arco.
a) Fractura en lengüeta de la punta. 20X. b) Fractura en plano perpendicular con escama en un extremo en el pedúnculo.2OX.
Figura 94.- Pieza experimental número 150, utilizada como proyectil de arco.
Fractura y estrías en la cara ventral dista1 de la parte mesial. 100X.
Figura 95.- Pieza experimental número 200. Retoque con canto de cuarcita.
Fotografía de estrías de percusión. 100X.
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Figura 96.- Pieza experimental número 202. Frente retocado con asta de ciervo.
Cara ventral del frente sin utilizar. 200X.
Marcas producidas por la talla (piezas núm. 36,62,63,67,
68,69,134,136,175,199,200,202)
El retoque y la talla con percutor duro dejan en la superficie
del sílex bandas de estrías paralelas anchas y profundas (fig. 95).
El percutor blando deja ligeras bandas de pulido (fig. 96). Este tipo
de huellas fue detalladamente descrito por Ibáñez et a i (1987).
li
El retoque por presión también produce estrías en el borde.
En los retocadores (piezas núm. 62 y 63) se distinguen dos tipos de huellas según la morfología del borde retocado. El contacto por percusión con ápices como los de los buriles o los de la
cornisa de núcleo produce en el retocador concavidades de las
que salen estrías, al derrapar éste sobre el ápice. Cuando el borde
retocado es de perfil rectilíneo se producen en el retocador bandas
de estrías cortas o pequeñas zonas raspadas.
Alteraciones
Las experiencias de alteración que se han llevado a cabo se
han centrado únicamente en alteraciones mecánicas. Las alteraciones químicas han sido ampliamente desarrolladas por otros
investigadores (Plisson y Mauger, 1988; Levi-Sala, 1986). Consideramos que los resultados obtenidos por ellos son lo suficientemente claros como para no tener que repetir estas experiencias.
Las piezas experimentales números 115, 116, 117, 118, 119,
120, 121, 122 y 123 fueron sometidas a un proceso de simulación
de alteración mecánica.
- Núm. 115. Se introdujo en una bolsa de plástico que se colgó durante 2 horas de un agitador de probetas. Se observa sobre el
filo lateral derecho un pulido liso y brillante como el que produce
una materia dura, acompañado de estría. (fig. 97 y 98c). Si comparamos las fotografías 98a y 98b (antes del uso) con la 98c y 98d
podemos evaluar la magnitud y morfología de la alteración. Se
observan puntos de pulido sobre toda la arista.
- Núm. 116. Esta pieza se agitó durante 5 minutos también acompañada de otras piezas líticas en una bolsa de plástico. Hay sobre la
arista un pulido ligero y estrías en las superficies adyacentes (fig. 99).
- Núm. 117. Esta pieza iítica fue introducida en un saquito de
piel de conejo (reblandecida por raspado con ocre) y sometida a
agitación durante dos horas. Presenta un desgaste sobre la arista
dorsal recuerda a los desgastes producidos por el trabajo de la piel
seca (fig.100b).
- Núm. 118. Esta hoja se introdujo en una bolsa de plástico
junto con otras piezas líticas que se agitaron durante dos horas.
- Núm. 119. La experiencia con esta hoja fue la misma que
con la anterior. Se observan puntos de pulido intenso con estrías
en la arista dorsal que recuerdan las que se producen por el trabajo de materias duras (fig. 101).
- Núm. 120, 121 y 122. Estas piezas se introdujeron en una
bolsa de plásticojunto a las piezas 115 y 118 y se agitaron durante
2 horas. Presentan también puntos de pulido en sus filos y aristas.
-Núm. 123. Este buril se introdujo en una bolsa de plástico
junto con otras piezas líticas y óseas y se agitaron durante 11 horas. Las superficies presentan, como las de algunas piezas arqueológicas, algo de lustre. Al microscopio, las aristas están muy romas, como los filos cuando han trabajado un material muy abrasivo como la piel seca (fig. 102).
Figura 97.- Pieza experimental número 115. Se sometió la pieza a una simulación de alteración mecánica que consistió en introducirla en una
bolsa junto con otras dos piezas Iíticas que se colgó de un agitador de probetas durante dos horas.
Fotografía de la cara dorsal del borde lateral derecho, en la zona marcada con un cuadrado en el dibujo.
Se observa un pulido puntual muy I i o y brillante. 200X.
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Figura 98.- Pieza experimental número 115.
a) Arista dorsal, zona más blanquecina que el resto, con cristales más gruesos. Antes de la experiencia. 200X.
b) Arista dorsal, zona de grano más fino y menos cantidad de cristales. Antes de L experiencia. 200X.
a
C)Cara dorsal del borde lateral derecho. Zona marcada con un recuadro sobre el dibujo. Micromelladura accidental, micropulido
indiferenciadoy estrías (señaladas con flechas en la foto). 200X. Pieza experimental número 115.
d) Arista dorsal después de la experiencia. Redondeamiento, puntos de pulido y estrías. 100X. e) Arista dorsal después de la experiencia. 200X.
Figura 99.- Pieza experimental número 116. Simulación de alteración mecánica que consistió en introducirla en
una bolsa plástica y colgarla durante 15 minutos de un agitador de probetas.
Fotografía de la arista dorsal tras la experiencia. Pulido poco desarrollado en la arista y estrías que ya existían antes de la experiencia. 200X.
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a
b
Figura 100.- Pieza experimental número 117. Simulación de alteración que consistió en introducirla en un saquito de piel con ocre y colgarla
durante dos horas de una agitador de probetas. a) Arista dorsal antes de la experiencia. 200X.
b) Arista dorsal después de la experiencia. Redondeamiento de la arista producido por la experiencia. 200X.
Figura 101.- Pieza experimental número 119. Simulación de alteración mecánica que consistió en introducirla en una bolsa plástica junto con
otras piezas Iíticas y agitarlas durante dos horas en el agitador de probetas. Fotografía de la cara dorsal del fdo derecho en la que se observa un
pulido desarrollado con estrías, parecido al que produce el uso sobre una materia dura.
Figura 102.- Pieza experimental número 123. Simulación de alteración mecánica que consistió en introducirla en una bolsa junto con otras piezas Iíticas y óseas y moverlas con un agitador de probetas durante 11 horas.
Fotografía de la cara ventral del borde lateral izquierdo del golpe de buril. Desgaste intenso de la arista. 100X.
Los pulidos, desconchados y estrías causados por esta simulación tienen una disposición aleatoria en bordes y aristas que 10s
diferencia de los que se producen por uso. Aunque por su morfología se asemejen a huellas de uso, su disposición en la pieza permite distinguirlos. No ocurre lo mismo en el caso de las ligeras
huellas de enmangue que se observan en ocasiones sobre las aristas y que no se diferencian en nada de este tipo de alteraciones.
Huellas de enmangue
No hemos encontrado huellas de enmangue en ninguna de las
piezas utilizadas en esta experimentación. Como ya ha sido apun-
tado en otras ocasiones creemos que el hecho de que la pieza lítica esté bien fijada al mango impide que haya rozamientos que
puedan producir huellas.
Por otro lado en la experimentación sobre enmangues de
raspadores que llevamos a cabo con Collin encontramos algunos
pulidos sobre las aristas de piezas que se movían ligeramente
dentro del mango porque la fijación no era buena. Estos pulidos
son muy similares a los pulidos de alteración que hemos descrito en el apartado anterior y que pueden observarse en las figuras
97, 98, 99 y 101
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3. CONCLUSIONES METODOL~GICAS
Y
PLANTEAMIENTO DE LAS VIAS DE
ANÁLISIS
Hasta hace poco tiempo la metodología del análisis de huellas de uso se basaba en la premisa de que a cada materia trabajada y acción correspondía iin tipo de hiiellas de uso características.
Bajo esta consideración subyacía la idea de que las variables que
intervienen de manera más determinante son la materia trabajada
y la acción.
El objetivo de los programas experimentales de los analistas
de huellas de uso era descubrir asociaciones causa-efecto entre esy
tas dos variables y los rnicropulidos, estrías, micron~elladuras
desgastes resultantes del uso. Por ello se observaron y describieron detalladamente las variaciones en la morfología de las huellas
de uso y se intentaron correlacionar con las variables que permitirían deducir la función. Sin embargo se constataron problemas
de varios tipos:
- Respecto de las micromelladuras se observó que hay ciertas
tendencias que asocian sus diferentes tipos y la función. Pero esta
correlación no es directa. Existen unas leyes de fracturación en las
que intervienen variables, aparte de la acción y de la materia trabajada, que son difíciles de cuantificar: las que están relacionados con la regularidad del movimiento y la fuerza aplicada, pero
sobre todo con la morfología del borde. Por ello ha sido imposible asociar un tipo o frecuencia de micromelladuras a una materia
trabajada o a una acción.
- Respecto de los micropulidos se observan convergencias entre los que han sido producidos por diferentes materias trabajadas.
Las simulaciones experimentales de pulido con instrumentos
mecánicos (Levi-Sala, 1988) revelaron que el desarrollo de pulidos de uso está en relación con el tipo de contacto más que con la
materia trabajada. El tipo de contacto puede variar en función del
estado de la materia, la presencia de aditivos y lubricantes, etc.
Nuestra experimentación muestra que en condiciones de experimentación similares a las que han puesto en práctica otros investigadores, los micropulidos resultantes son absolutamente
comparables. Pero hay también pulidos atípicos producidos por
condiciones de experimentación no aplicadas con anterioridad, y
que hacen variar el tipo de contacto entre el útiI y la materia.
Es muy difícil medir este tipo de variables, de modo que para
interpretar las huellas de uso que se observan es más importante
comprender los procesos que influyen en su formación que obtener morfotipos de pulidos, melladuras y estrías y cuantificarlos.
Contrariamente a lo que parece deducirse de los intentos fallidos de correlación directa huellas de uso-trabajo realizado (experimentalmente), pensamos que las huellas de uso se producen según unas leyes físicas y mecánicas y que en los casos en los que
no se ha hallado la relación causa-efecto es porque no se han tenido en cuenta todas las variables significativas.
Por tanto la experimentación debe ir encaminada a descubrir
los factores que intervienen y hasta qué punto lo hacen, es decir a
reconstruir procesos de uso y no tipos de huellas. Es necesario
concebir el útil como elemento dentro de una dinámica y las huellas de uso como fruto de una acumulación de acciones que pueden llegar a ser complejas y que en todo caso implican al útil desde su fabricación hasta su abandono.
Hemos comprobado sobre nuestras piezas experimentales qué
que
funciones podrían identificarse en base a las h~iellas corrientemente se iitilizan para diagnosticar el liso.
Las causas de una ausencia de huellas de uso caracteiísticas son:
- Granulometría de la roca muy gruesa que impide un suficiente desarrollo de los pulidos.
-Acción breve. poco intensa o movimieiito poco regular.
- Materia trabajada blanda.
- Reavivados, accidentes y fracturación coiitiiiiia durante el
uso que eliminan partes del filo de trabajo.
-Zona de contacto reducida debido a la dureza de la materia
trabajada.
-Condiciones de uso no experimentadas con anterioridad por
nosotros ni por otros analistas, que han hecho variar el tipo de
contacto.
Las materias trabajadas más fáciles de identificar a partir de
las huellas de uso son la madera, la piel y las plantas. Las inaterias que producen huellas menos características son las materias
más blandas y las más duras. Las primeras porque no llegan desarrollar pulidos, las segundas porque la zona de contacto es tan reducida que el pulido es poco extenso.
En el primer caso hay que deducir por eliminación de posibilidades. Una vez identificada la zona usada es importante valorar
la ausencia de desconchados importantes y de desgaste para eliminar la posibilidad de uso sobre otras materias.
En el segundo caso, se identifica la materia como "materia
dura" sin poder distinguir entre, concha, hueso, asta, piedra o madera dura.
En todo caso pensamos que es arriesgado realizar una identificación funcional basada en un razonamiento por exclusión, como el que es necesario llevar a cabo para deducir trabajos sobre
materias blandas o trabajos breves y10 poco regulares sobre el resto de las materias. Es decir, cuando nos encontramos con pulidos
y desgastes poco desarrollados y distribuciones de micromelladuras poco características.
Los movimientos más fáciles de identificar son los peipendiculares al filo. Las acciones que implican movimientos paralelos
al filo producen desconchados en función de la delineación en
sección del filo y además el contacto suele ser menos regular. Los
micropulidos que se desarrollan con este último tipo de acciones
tienen también una distribución menos característica.
Las observaciones del material experimental nos permiten definir mejor los límites del análisis funcional de material arqueológico y las implicaciones para la interpretación de los conjuntos iíticos prehistóricos:
- Es necesario disponer de referencias experimentales para
cada tipo de roca en que esté fabricado el material arqueológico.
- No podrá ser identificada la materia trabajada con la suficiente fiabilidad en los siguientes casos: los trabajos sobre materias blandas, los trabajos breves y poco regulares, los trabajos
en los que la zona de contacto sea reducida y en los que existan
importantes fracturaciones que dañen gravemente la zona de
uso. En el caso que se identifiquen por una distribución de huellas muy característica, esta debería ser suficientemente explícita y documentada.
- Las acciones con movimientos perpendiculares al filo producen huellas de uso más desarrolladas y características que las
acciones que implican movimientos paralelos al filo.
- Las referencias experimentales están basadas en las accio-
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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nes más co1-i-ientessobre las materias de que disponían los grupos
prelustóricos. El estudio de las técnicas empleadas por diferentes
sociedades para el trabajo de cada materia ayuda a deducir posibles gestos de trabajo. Sin embargo pueden haber existido acciones no detectadas en etnografía. De allí los límites de la experimentación. y por lo tanto de la interpretación. Las huellas de uso
observadas sobre el inaterial arq~ieológico la única base posison
ble sobre la que fundamentar el diseño de la experimentación y
por lo tanto para deducir la función, aunque en algunos casos esta
base no sea lo suficientemente inteligible.
- No pensamos que sea posible identificar huellas de enmangue sobre material arqueológico, ya que en los casos en que estas
se han producido, no son distinguibles de las alteraciones mecánicas producidas por frotamiento de unas piezas contra otras y durante la talla.
-A todas estas limitaciones que son controladas por la experimentación se añade la desaparición de marcas de uso por alteraciones post-deposicionales y reutilización de material lítico en la
Prehistoria.
Concluimos que la morfología de la zona de uso se ha de
considerar como un factor importante y que los análisis traceológicos han de reconstruir los procesos de uso. La experimentación
es una base limitada. La determinación funcional se puede realizar con el apoyo de la experimentación siempre y cuando esta sea
lo suficientemente explícita como para poder revisarse con posterioridad.
De nuestro análisis con MEB de las modificaciones micromorfológicas por uso en material experimental se desprende que:
- El pulido existe como modificación de la superficie de la
roca independiente de la existencia de residuos que se distinguen
claramente de la superficie de la roca (figs. 40, 41, 44, 45 y 46).
El análisis con EDAX revela una composición química exclusivamente silícea del pulido (figs. 27, 29 y 43) (contra M. Christiansen y Ph. Walter, 1991).
Si existen residuos formando parte del pulido, estos están a
nivel de elementos traza y no serían distinguibles de los elementos traza de la propia roca más que por comparación cuantitativa
de series de referencia. Por el momento esta cuantificación no se
ha intentado.
- La comparación de la morfología de la roca antes y después
del uso indica:
Las modificaciones de la morfología microscópica de la roca
son más intensas en las zonas de grano más fino y menos intensas
en las zonas con cristales de cuarzo (comparar figs. 28 y 38). En
las primeras llegan a homogeneizar totalmente la superficie, que
se presenta lisa.
El trabajo de la piel produce mayor desgaste del borde, que el
del hueso o la madera. Sin embargo el grano de la roca se presenta menos alterado por lo que la superficie usada está menos homogeneizada que en los otros dos casos. Lo definiríamos como
una alteración más extensa pero menos intensa.
Existe en todos los casos analizados una pérdida de materia que
se deduce de la reducción de la distancia al borde de ciertos accidentes microtopográficos que empleamos como referencia. Cuando
hay cristales de cuarzo, se constatan también fracturaciones.
Hay también algunos casos de homogeneización superficial
que pensamos que se produce por erosión de los elementos más
sobresalientes, reduciéndose de este modo la profundidad de los
microagujeros superficiales y la agudeza de las aristas del retoque. Esta hornogeneizacióii es más intensa en las piezas que trabajaron materias duras y se cxtiende inás en la superficie de la
pieza que trabajó la madera. En la pieza que ti-abajó la piel no ha
llegado a producirse el alisamiento de la superficie. Esta se presenta rugosa hasta 300X.
No está demostrada por el momento la disolución superficial del sílice, pero tampoco hay más argumentos para negarla
que los que se desprenden del conocimiento de las condiciones
capaces de alterar las diferentes estructuras silíceas. Estas condiciones de temperatura, acidez y presión no pueden cumplirse en
un contexto de uso de material Iítico prehistórico. En todo caso si
existiera una amorfización superficial esta sería inferior a 2,s micrones, que es el tamaño menor de los microagujeros situados en
el filo del útil que hemos analizado y que no llegan a desaparecer
por completo (fig. 28).
Existe una cuestión no contemplada hasta el momento y que
es fundamental para interpretar las imágenes comparadas que hemos presentado. Si hay microagujeros en la masa pétrea silícea o
no los hay (es decir huecos entre el grano de la roca).
Si hay microagujeros en la roca y el pulido se produce por
una erosión de la superficie, deberían aparecer nuevas concavidades tras homogeneizarse las que existían en la superficie, puesto
que se llega a capas más profundas. En este supuesto al no aparecer en nuestras piezas experimentales nuevas concavidades se
confirmaría el relleno de los huecos intergranulares con un material que pudiera ser amorfo.
Si suponemos que no hay microagujeros en la roca analizada
es perfectamente posible que la erosión llegue a homogeneizar la
superficie hasta el punto de producir pulidos de morfología extremadamente lisa.
Las imágenes del MEB demuestran que las modificaciones
microscópicas producidas por diferentes materias trabajadas son
similares. Su extensión y disposición en los bordes es diferente según el tipo de contacto que se haya establecido durante el uso.
La naturaleza de las alteraciones por uso (fracturas, pulidos,
desprendimientos del grano de la roca, etc.) depende en gran medida del tipo de microestructura sobre la que se esté actuando
(proporción de materia amorfa y cristalina, tamaño de los cristales y el grano). Es importante considerar las características petrológicas de la roca alterada por uso. La imagen de pulido con microscopio óptico es el resultado de una mayor o menor homogeneización de las microest~cturas
pétreas.
Es posible identificar la función de los útiles prehistóricos
siempre y cuando se consideren las huellas de uso en su contexto.
La disposición de las huellas en el utensilio es la que permite diferenciar las alteraciones naturales de las producidas por uso e
identificar la acción. La combinación de las diferentes huellas de
uso (fracturas, desconchados, desgastes, estrías y pulidos) y su situación en la pieza son los indicios sobre los que basar la reconstrucción de los procesos de utilización. Esta combinación de huellas y el contexto en el que se encuentran será tanto más significativo cuanto más recurrente.
El objetivo de la Segunda Parte de este estudio va a ser intentar detectar recurrencias en unos utensilios de morfología muy característica: los raspadores líticos.
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SEGUNDA PARTE: LOS RASPADORES
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1. MORFOLOGÍA Y FUNCIÓN DE LOS RASPADORES LÍTICOS
DE LA PREHISTORIA A LA ACTUALIDAD
1. MORFOLOGÍA. LA TIPOLOGÍA DE
LOS RASPADORES
"Es nzuy probable que el koirzbre prelzistórico no Izaya hecho
iiiza división estricta de las funciones entre las diversas categorías de útiles de trabajo, que a veces adjudicara distii~tas
funcioizes
al nzisrno instrnnzento, o que einpleara distiiztos iítiles de trabajo
para la nzistna función. Sin erizbargo es evidente que el hombre
prehistórico creó un variado iizveiltario de útiles de trabajo, izo
conformándose corz unos pocos. "
(Semenov, 1957 [1981]: 8)
1.1. Definición de raspador y tipos de raspadores
Según Evans (1897) el término raspador es empleado por primera vez por Lartet & Christy (1875) que lo define como sigue:
"A typical scraper iilay be defized as a broadpake, the end of
wich has beei~
chipped to a seniicircirlar belleved edge roud the
ilzargin of the iizrzer face, sinzilar iiz character to tlzat of a 'ro~ind
izosed turizing clzisel'".
Por similitud con los ejemplares etnográficos ya observados
en el siglo pasado los prehistoriadores denominaron raspadores a
las piezas líticas que presentaban una morfología similar.
El raspador es un útil característico del Paleolítico Superior,
aunque está también presente de forma testimonial en algunos
conjuntos musterienses y forma parte del utillaje usual en conjuntos Epipaleolíticos, Mesolíticos y Neolíticos.
En su tipología Iítica del Paleolítico Superior SonnevilleBordes y Perrot (1954-56) definen tipológicamente el raspador
simple como:
"ime laine ou éclat préseiztai~t I'~azede ses extrefnités rine red
touche coiztii~ue abi-upte - sairfeiz cas de réavivage- délin~itant
r~oiz
~ r ifroizt généraleii~eitt
z
phu ou ii~oins
arroizdi, plus rarenzeiif recriligrle ou oblique." (Sonneville-Bordeset Perrot, 1954: 328).
Tras esta definición básica, que tiene en cuenta el soporte sobre el que se fabrica el útil y la morfología del borde considerado
activo, definen en su lista-tipo del Paleolítico Superior otros 14 tipos de raspadores y tres útiles dobles (raspador doble, raspadorburil y perforador-raspador) que se diferencian del primero por
sus dimensiones (raspador unguiforme), tipo de soporte (raspador
sobre hoja auriñaciense, raspador sobre hoja o lámina retocada,
raspador sobre lasca, raspador carenado, raspador nucleiforme,
rabot) morfología del soporte (raspador en abanico) y morfología
del frente (raspador ojival, raspador atípico, raspador circular, raspador carenado atípico, raspador espeso con hocico, raspador plano con hocico u hombrera).
Con esta tipología se realizaron los análisis cuantitativos de
los conjuntos del Paleolítico Superior. Sin embargo su aplicación
generalizada planteaba algunos problemas. Se trataba de listas cerradas que habían demostrado su operatividad en las regiones en
que se habían definido e incluso en otras regiones que pertenecían
a los mismos tecnocomplejos, pero la división por tipos estaba definida de forma intuitiva y primaba los tipos característicos de la
región de referencia (el Périgord francés).
Por ello se intenta crear tipologías más descriptivas (Laplace,
1962-64). Los raspadores se definen según esta tipología en función del frente y su retoque:
"L'éléinent essentiel de tout grattoii; déizoi~ziné,
se1011les cas,
front ou iniiseau, est obteizu par le faconi~age,d ['aide d'une rerouche continile simple ou surélévée, de l'extréiizité d'iriz éclat ou
pouvaizt se proloizger sur
d'uiz fraginent de laine, cette reto~iclze
les c6tés de l'outil, de part et d'autre du froizt 011 du 1711rseair.
Parfois le front ou nziiseau, relativerlzeizt abrrrpts, r~otaininent
daiis le
cas d'un réavivage, peuveilt évoquer une troizcatirre. Parfois ce
in&itefroizt ou ce intrne iizuseau soizt écaillés plus ou inoiizs largeinelzt sur la face non retouchée priinitivement, et l'oiitil preitd
l'aspect d'uiz burin plan.
Le mode de la retoilche dépeild de l'épaisseur de l'éclat ou la
laine br~its " (Laplace, 1962-64: 3 1).
...
La subdivisión en dos grupos fundamentales se lleva a cabo
en función de la delineación del frente y del modo de retoque (es-
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te úl~irilo coiisidei-a que es fuiicióri del espesoi-de la pieza). LOS
se
tipos secundarios se definen poi- la posición del li-ente con respecto al talón, de ius cai-acteres técnicos de su elaboración, su forma,
su inclinación con respecto al eje de la pieza, la forma del áiigulo
de iinióil enti-e el retoque lateral y el frente, de otros retoques, de
las proporciones del útil, etc.
La tipología analítica s~ifre
posterioi-iiientenumerosas inodificaciones fruto tanio de la autocrítica de su autor corno de la confrontación con la realidad y de investigaciones realizadas por él y
s ~ i colaboradores (Laplace, 1968, 1976, 1977; Galiberti et Gians
noni, 1986-87).
Siguiendo con la misma intención de liberar la taxonomía de
útiles Iíticos de opciones subjetivas y dentro de las tendencias de
aplicación de análisis de atributos a la arqueología, se desarrollan
algunos estudios que descomponen los caracteres morfológicos
en atributos. El objetivo es la definición de tipos a partir de la
cuantificación de la asociación de atributos mediante tests estadísticos (Sackett, 1966; Movius et alii, 1968; Bricker & David,
1984; Montet-White. 1973; Delporte et Mazikre, 1977; Bandelier
et Hericher, 1979). Los útiles son considerados como conjuntos
de atributos y la definición de los tipos procede de una asociación
no aleatoria de atributos. Las clases mayores de útiles (entre las
que se encuentra el raspador) se subdividen según la premisa de
que son objetos que tienen la misma función y son el producto de
una secuencia de eventos tecnológicos que reflejan hábitos motores individuales y concepciones tecnológicas que están sujetas a
cambios en el tiempo y el espacio.
En la elección de atributos subyace la idea de que algunos
de ellos tienen un significado funcional y otros un significado
estilística. Sin embargo el verdadero significado de la asociación de atributos queda oculto. No es posible dilucidar si las diferencias observadas entre utensilios responden a especializaciones funcionales, a adaptaciones a mangos o a estadios de elaboración o de reavivado.
El raspador es uno de los útiles más característico del Paleolítico Superior por lo que algunos de estos análisis se refieren exclusivamente a estas piezas (Movius & Brooks, 1971; Bietti y Zanello, 1980; Neira et alii, 1991-92). Sin embargo es curioso como
desde un inicio se denominan raspadores tanto a los ejemplares
sobre lasca y hoja que tienen su paralelo en Etnografía como a
fragmentos nucleiformes con retoques laminares o a laminillas
con una zona retocada realmente pequeña. Es evidente que la potencialidad funcional de cada uno de estos subtipos es diferente.
La única razón que explica una única denominación es la existencia de ejemplares de morfologías intermedias entre, por ejemplo,
el raspador sobre hoja o lasca y el raspador nucleiforme. No es de
extrañar que se haya planteado si este último es realmente un
utensilio (Utrilla, 1984; Schulte im Walde, 1987).
ponder a difereiiies esii-ntcgiascc»iióinicas. iiitensidad o fi-ecuencia de ocupación, api-ovecliriii~iento
intensivo de la materia prima.
adaptaciones ecológicas. dilei-entes estadios de liso c, a especializaciones fiiiiciorialcs.
La proporcióii de raspadores con respecto a la de buriles se ha
empleado incluso para defiiiir conjuritos. No obstante según los
análisis funcionales i-ealizados hasta el presente estos dos útiles
no son substituiblcs (Jardón. 1990) (cfr. Segunda Parte 2.1).
¿Por qué en algunos tecnocomplejos los raspadores simples
llegan a suponer mas de un 40% y en otros no llegan al lo%?
La tipología tradicional tiene coriio objetivo describir conjuntos,
no explicarlos.
Los intentos por valorar el significado de la variabilidad tipológica en el Paleolítico Medio no parecen corresponderse con el
resultado de los análisis funcionales (Binford, 1966, 1973; Beyries, 1987; Anderson, 1980).
Debe existir un trasfondo cultural que se expresa en los restos
materiales:
"A broad spectrirrii o f c ~ r l t ~ ~ r a l l ) ~
corzditio~ted
activities pres~rinably irivested the coriceptiori, rliarli~actlrre, use of any giverz
arzd
artifact, arld artifacts are of colrrse studied precisely beca~rse
the
pattertis of forrnal attributes tkey exlzibit are believed to reflect
tlzese activities. " (Sackett, 1973: 3 19).
Aunque el análisis tipológico haya servido para definir conjuntos regionales y temporales es necesaria la aplicación de otros métodos, como el análisis de materias primas, de la tecnología de talla
y de la función para explicar algunos fenómenos desde un punto de
vista conductual. La relación tipología-función no puede ser directa
ya que la tipología inherentemente considera el útil como un elemento estático, como un resultado morfológico. El análisis funcional es dinámico, parte de una morfología para intentar reconstruir
las acciones que la han producido. La presencia de un mayor o menor número de raspadores es el resultado de un comportamiento
que sólo puede explicarse partiendo del análisis funcional.
2. FUNCIÓN DE LOS RASPADORES
"La techniq~re 2 la fois geste et outil, organisés en chalne
est
par ltrze véritable syntaxe qlti dorztie au.x séries opératoires 2 la
fois leur5xité er lelir sorrplesse" ( A . Leroi-Gourhan, "Le geste et
la Parole", 1964: 164).
2.1. Funcionalidad de los raspadores en la Prehistoria
(figura 103)14
1.2. La distribución porcentual de los raspadores en el
Paleolítico Superior
La aplicación de los estudios funcionales a conjuntos líticos
prehistóricos en los últimos quince años nos brinda un conjunto
numéricamente importante de resultados, que permite evaluar la
entidad del raspador como tipo de útil especializado.
Tanto las tipologías tradicionales como las obtenidas por análisis de atributos tienen en cuenta, para la definición de tipos, el
criterio de utilidad para dilucidar filiaciones culturales o cambios
en el tiempo.
Sin embargo la presencia de unos tipos y ausencia de otros, en
diferentes yacimientos y niveles arqueológicos, pueden corres-
IJNo incluimos en este cuadro los resultados de anilisis realizados a pocos aumentos
como los llevados a cabo por Bordes que observa una situación preferencial de los
desgastes de los frentes de raspador del Perigordiense de Corbiac (Bordes, 1973).
el análisis de raspadores neolíticos de Bagolini i Scanavini (1986) o el de raspadores magdalenienses de La Garenne (Rigaud, 1977).
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Figura 103.- Cuadro resumen de utilización de los raspadores en la Prehistoria
según análisis traceológicos con altos aumentos.
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La función más frecuente realizada por los frentes de los raspadores es el trabajo de la piel, tanto en los yacimientos paleolíticos como neolíticos. También se identifica, aunque con una importancia numérica mucho menor, el raspado de la madera, el asta
y el hueso. Una excepción concreta es el material del yacimiento
de Mureybet en el que los raspadores fueron empleados mayoritariamente para trabajar la madera por percusión. La utilización
por percusión se ha documentado también en el Paleolítico Superior en la Garenne (Rigaud, 1977).15
Sin embargo no queda claro en qué momento del procesado
de la piel interviene el raspador. Algunos analistas han propuesto
la identificación de diferentes estados de la piel durante su elaboración. Somos escépticos respecto a esta posibilidad, ya que no
pensamos que pueda distinguirse a partir de las huellas de uso el
trabajo de la piel seca lubrificada o de una piel fina humedecida
del de la piel fresca. Además en muchos casos el reblandecido se
lleva a cabo durante el proceso de secado y el estado de la materia
cambia desde el inicio hasta el final de la actividad. En nuestra
opinión es más fácil distinguir el tipo de acción, y a partir de ésta
deducir el estado de la piel (e incluso la existencia o no de un soporte en el que se apoya la piel durante el trabajo).
Pero en los resultados de análisis funcionales publicados tampoco queda claro qué tipo de acción o movimiento se realiza durante el raspado. Tal y como veremos en el epígrafe siguiente y se
refleja en el esquema de Rigaud (fig. 104), hay dos movimientos
fundamentales en el trabajo de la piel con raspadores.
COUPE
POSITIVE
1
COUPE NÉGATIVE
Figura 1 4 -Dos maneras de utilizar un raspador según A. Rigaud
0.
(1975). A la izquierda, corte positivo, con la cara dorsal en la parte
delantera durante el movimiento. A la derecha, corte negativo, con
la cara ventral en la parte delantera del movimiento.
'$Esta identificación no aparece en nuestra tabla, al no haberse utilizado para ella la
misma metodología. Sin embargo los levantamientos macmscópicos en uno de los
extremos, o los dos, del eje mayor de los raspadores es suficientemente revelador de
este género de acciones y un análisis microscópico no aportaría mucha más información respecto a la materia trabajada (dura) por las mismas razones que adujimos
al discutir sobre el empleo de cunas en experimentación. (Primera Parte 2.2.4.2).
Anderson-Gerfaud los distingue claramente:
"Theparticular dichotomy of principal use-motions idsed for
working hide in our sample: - "pushing" with the tool held at a
low angle to the working surface, often for wetter or fresher hides, and "pulling" the tool towards the user as ir is held nearly
perpendicular to the working surface, and used to work hide in a
dry state, has also been observed for stone-working tools of the
Nuniamut Eskimo, as opposed to the Plains Indians (Hayden,
1979)" (Anderson, 1987: 12).
También Wilmsen en 1968 los había descrito suficientemente:
"Thefact that the polished area on some specimens extends
over the dorsal surface suggests that some hide-scrapers (Paleoindian as well as Paleolithic) were pulled over the skin with the
ventral surface facing the direction of motion, in contrast to the
recent Eskimo practice of pushing the scraper and thus producing
ventral wear" (Wilmsen, 1968: 159).
Algunos analistas de huellas de uso no los distinguen, por lo
que nos resulta imposible saber a qué trabajo se refieren. Por
ejemplo H. Plisson et J.P. Caspar hablan de "raclage des peawl',I6
mientras que F. Collin lo denomina "grattage". En ocasiones en
las fotografías de la experimentación observamos que se refieren
a una de ellas: H. Plisson y S. Philibert realizan una acción "en
positivo" con un ángulo de trabajo bajo (Plisson, 1987: 133, fig.
11; Philibert, 1993: 134, pl .l) que identifican con un trabajo de
acabado de la piel por alisado con y sin abrasivos.
D'Errico propone un movimiento "en negativo" para los microrraspadores mesolíticos. Sin embargo si comparamos las microfotografías (D'Emco, 1984, figs. 3 y 7) observamos en algunas piezas un desgaste sin melladuras en la cara ventral (lo que indicaría un movimiento "negativo") y en otras hay desconchados
abundantes (lo cual es un indicio de movimiento "positivo")(d'Emco, 1984: 7 y 10).
Para una misma distribución del desgaste Semenov realiza el
siguiente razonamiento:
"Puesto que las huellas del desgaste están ausentes por completo de la cara ventral y sólo se observan en el borde mismo del
filo y en la parte inferior del extremo, quiere decir que la herramienta se movía, durante su utilización, frontalmente con la cara
ventral delante" (Semenov, 1957 [19811).
Keeley distingue entre "fleshing" y "scraping" pero en el primer caso no define el movimiento:
-"scraping": ...If the implement, with a steeply retouched edge,
is heldat a right angle to the worked surface... (Keeley, 1980: 51)".
Mazo propone el término cepillar, alisar y rebajar para la acción "en positivo" y el término raer o raspar para la acción "en negativo" (Mazo, 1991: 54).
Gutiérrez asocia el término raer a un trabajo bidireccional con
un ángulo de trabajo recto (ella lo llama perpendicular), mientras
que raspar y alisar serían trabajos con movimientos bidireccionales pero ángulos de trabajo agudos (ella los denomina oblicuos).
Rebajar y cepillar son para esta autora las acciones unidireccionales (Gutiérrez, 1990).
"Graner":Fmner avec quelque chose de duren entamant trés légirement la su!face.
"Racler": Frotter rudement (une surface) avec quelqire chos de dur ou de tranchant de maniire 6 égaliser au a détacher ce qui adhire (A. Rey et J. Rey- Debove diréc. [1988]. Petit Robert 1. Dictionnaire alphabétique et analogique de la
Iangue francaise).
lb
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Van Gijn cita varios ii~oviinientospara el trabajo de la piel:
"Motio~is
iriclirded bol-irrg. crrttiiig, scrnpirig, aiid skiiririirg"
(Van Gijn. 1989).
Tampoco en este caso se define exactamente el movimiento
de "scrapir~g".
Brink. en su experimentación utiliza úiiicamente el movimiento "en negativo" (Brink. 1978).
Esta distinción de dos niovimientos diferentes es importante ya
que permite diferenciar dos gestos de la cadena operativa del trabajo
de la piel, y ha producido algunas confusiones en la interpretación
(Siegel, 1984; Hayden, 1986). Dada la indeterminación existente no
podemos distinguir entre una y otra acción a partir de los resultados
publicados hasta el momento del análisis del material arqueológico.
En nuestra experimentación intentamos establecer criterios discriminantes (cfr. Pnmera parte 2.2.4.2 y Segunda Parte 3.1 y 3.2.).
Hay una proporción importante de raspadores sin huellas de
uso (fig. 103). En su reflexión sobre la tecnología paleolítica a
partir de comportamientos tecnológicos del mundo aborigen australiano Hayden indica el abandono de los útiles poco después de
su últiino reavivado:
"Edge utility was also gauged by short trials. For iizstance af
ter the fila1 resharpeiziizg of a tool, it was ofetz briejly tried aizd
then discarded, or soinetinzes izot eveiz tested at all. úz the later case it was rtsually evideilt that tlze avarzced state of retouching renderedfirtlzer effective resharpening dificult. " (Hayden, 1979b: 14)
Este mismo factor es señalado por Mason:
"Tlzis coizstant skarpeizings also accouritsfor the fact that few
specin~eizs
shows sigizs of great wear It is inzportaizf to repeat
this, that tlze constarrt use of edgitig tool rapidly wears down the
scraper blade aizd keeps the edge sharp. This accoitizts for the
i
great diffei-eirce i ~ tlie lerzght of the blades in olir cabinet and for
the fact fhat they show so little sign of use. " (Mason, 1889: 586).
Respecto a los raspadores nucleiformes, existen pocos análisis publicados y los resultados son contradictorios. En Geissenklosterle (Symens, 1988) hay dos ejemplares que trabajaron materia dura, uno que trabajó madera y otros dos que no presentan
huellas de uso. El análisis de los raspadores nucleiformes de Mitoc Malul Galben (Jardón et Collin, 1993) dio como resultado una
ausencia de huellas de uso y una presencia abundante de estrías
de percusión. De ello deducimos que se trata de núcleos.''
2.2. Funcionalidad de los raspadores según la
Etnografía de pueblos actuales y subactuales
No pretendemos afirmar, presentando este capítulo, que los
comportamientos de los pueblos cazadores actuales y subactuales
sean directamente comparables con los de los cazadores de la
Prehistoria europea. Sin embargo pensamos que sus respectivas
tecnologías son más parejas entre ellas que con la nuestra, por lo
que acercamos a las soluciones de los pueblos cazadores actuales
puede arrojar alguna luz a las cuestiones prehistóricas. Un repaso
de la información etnográfica que hemos manejado permite, por
otro lado, definir sobre que bases y condiciones nos apoyamos.
"Una vez más es el contexto arqueológico el que permitirá valorar si la ausencia de
huellas de uso se debe o no a la Función del asentamiento. En este caso podrla trat a s e de un taller en el que se hubieran abandonado algunos útiles, en otros casos
habría que considerar la posibilidad de que existiera un almacenamiento de útiles
para un uso posterior.
La información a la que Iieinos podido acceder en relación
con el uso de raspadores Iíticos por pueblos aborígenes de diferentes partes del muiido es en niuchos casos fragmentaria. Los etnólogos, más preocupados pos los aspectos sociales que por los
tecnológicos. no desci-ibeii todo el proceso. desde la fabricación
hasta el abandono de los útiles de trabajo. Las observacioiies de
etnoarqueólogos presentan un mayor interés, ya que no solo describen el utensilio y su utilización sino también el contexto en que
se emplea y la dispersión espacial de utensilios tras su uso.
Sólo hemos encontrado tres casos de utilización de raspadores
en tareas no relacionadas con el procesado de pieles animales. El
primero es el de los yilrigwa de Australia Central. Estos útiles líticos están fabricados sobre hoja o lasca, retocada o no retocada, y
morfológicamente son idénticos a los empleados en el Paleolítico
Superior europeo. J. O'Connell estudia un conjunto de veintisiete
ejemplares provenientes de excavaciones arqueológicas y recoge
información entre los abon'genes. Según los informadores Aljawara estos útiles se empleaban para vaciar tubérculos cocidos y
consumir su interior (O'Connell, 1974). Se trataría por lo tanto de
una especie de cucharas.
El segundo caso es citado por Gallagher en su publicación sobre le trabajo de la piel con raspadores entre los Gurage etíopes:
"One iilforniaizt did state tlzat the sarile oval scrapers were
used in old days to iiiake spoorzs fronr Irortz. " (Gallagher, 1977)
(fig. 105).
En tercer lugar, en el análisis funcional de utillaje lítico australiano, Gould, Koster & Sontz demuestran que las lascas con filos abruptos o purpunpa (algunas de las cuáles son tipológicamente raspadores) se emplean como azuelas para trabajar la madera. El retoque se realiza por presión entre los dientes (Gould et
alii, 1971).
Existen en la bibliografía otras sugerencias respecto a la
función de los raspadores sin base etnográfica, experimental ni
traceológica. Por ejemplo, Cox pretende un uso de los raspadores como cucharas para extraer la médula de los huesos que es
contestado por Over, quien defiende que su función está relacionada con el trabajo de la madera (Cox, 1937; Over, 1937).
Ray experimenta con los raspadores del Noreste de Missouri y
llega a la conclusión de que son muy eficaces para cepillar o
raspar (Ray, 1937).
El resto de los usos documentados refieren diferentes estadios
en el proceso de elaboración de las pieles.
2.2.1. Fabricación, reavivados y mangos
Pocos autores inciden, en sus descripciones del trabajo con
raspadores, en la forma de retocarlos inicialmente. Los raspadores
utilizados por los Gurage se fabrican con lascas de unos 6 cm. de
y
longitud, por 4 cm. de a~ichura 2 cm. de grosor. Gallagher describe el gesto del retoque como sigue:
"The blank is held in one haizd, veiztral side up. The forefingers are placed directly uizder the spot where ajlake is to be detached. Work generally starts o11the dista1 eizd where a scraper edge is nzade... Tlzen tlze bulb is thiizized or reinoved. Finally the lateral edges areJlaked to rnake the piece izarrower and sornewhat
thinizer ifit is specially thick" (Gallagher, 1977: 41 0).
Después de conformar el utensilio se presta una especial atención al filo de trabajo:
"The retouch frequently iilvolvesfirst takirrg a few very lighr
strokes otz the edge to streizgthen ir. This iizay also be accornplished by rubbing the edge with the haininerstoize" (Gallagher,
1977: 410).
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Provenance
i
1
support
état de la peau
addififs
animal
amincir
-
pendue
seche
eau
vache
Tehuelche
méridional
amincir
-
sol
seche
-
guanaco renard
autruche vache ?
Tehuelche
méridional
amincir
-
sol
seche
-
guanaco
Sellc'nam
amincir
-
sol
seche
-
guanaco renard
Yamana
amincir
-
sol
skche
-
phoque renard
Tchouktchi
assouplir
+
bois
seche
eau ?
renne
Indiens
d'Amérique
du Nord
amincir
asseuplir
épier
-
+?
tendue
sol
seche
eau
cendre
cerf
buffaco
assouplir
0
action
Guraghe
9
but de travail
+
urine
phoque
semi-seche
+?
?
skhe
humide
Figura 105.- Utilización de raspadores por pueblos actuales y subactuales
El raspador debe ser lo suficientementegrueso como para soportar sucesivos reavivados y lo suficientemente reducido como
para entrar en el orificio del mango.
También las mujeres tehuelche retocan los bordes laterales de
los raspadores para que no corten los tendones que sirven para fijarlos al mango. El retoque se realiza por contragolpe:
"Se toma la lasca (fragmento de vidrio) o el raspador de vidrio o piedra, y se coloca sobre un canto angosto - un aro de metal
de unos 10 cm. de alto y un diámetro de 25 cm., o una piedra aguzada apicalmente- que obran como yunque. Se la sujeta allí con
los dedos índice y pulgar puesta apoyada sobre la cara en que debe producirse el retoque...g olpeando apenas su borde activo va
produciendo sobre él ... las saltaduras que habrán de crear elfilo
o activarlo ... " (Casamiquela, 1978 en: Mansur, 1986: 144).
R. Feustel recoge otra técnica por contragolpe, aunque colocando el raspador a la inversa (el talón de dónde parte el retoque
se apoya sobre el yunque y la percusión se aplica sobre la cara
dorsal del soporte que se retoca):
"Die Gegenschlag-Technik" unterscheidet sich von der technique bipolaire dadurch, dass nicht mehr direkt vom Percuteul; sondem allein vom Amboss aus, insofem also nur indirekt, der Arbeitsgegenstnnd zerlegt wird. '"eustel,
1973: 52-53 y Abb. 23) (fig.106).
Más arriba hemos mencionado una técnica más para el retoque de los piezas líticas similares a los raspadores: por presión entre los dientes (O'Connell, 1974).
Los raspadores empleados en el trabajo de adelgazado de la piel
precisan ser reavivados a menudo. Hemos encontrado explicaciones
de cómo se lleva a cabo este reafilado entre los curtidores gurage etíopes. Para raspar una piel entera hacen falta cuatro raspadores líticos
que van insertados en dos mangos (dos raspadores por mango) (fig.
107 D), de manera que cuando se reaviva hasta el límite uno de los
raspadores se da la vuelta al mango y se emplea el otro.
Según Gallagher cada 100 movimientos aproximadamente se
reavivan los raspadores sin extraerlos del mango.
...the handle is tumed upside down, exposing the ventral surface of the scraper. The gundane is held in one hand, and the
scraping edge is retouched exceedingly gently with the iron hammerstone to even and resharpen the edge (Gallagher, 1977: 41 1).
En la descripción del empleo de este mismo tipo de utensilios
etíopes, Clark & Kurashina a f i i a n que el reavivado se produce
cada 15 ó 20 movimientos:
"After 15-20 scrapes the scraper has to be resharpened and
this done by "brushing" the edge with the ironfabricatol: Sometimes when the angle between the ventral and dorsal faces becomes
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Figura 106.- a), b) y d) Raspadores de la Grotte Gazef con marcas
de impacto y fracturas en el punto donde converge el retoque de raspador. e) Microfotografía de L s punto de impacto en el raspador a.
o
0 Técnica de retoque empleada por aborígenes americanos
(según Feustel, 1975) que produce este tipo de huellas.
too steep- a rejuvenatingflnke is struck to removes the whole of
the scraping edge. " (Clark & Kurashina, 1977: 308).
De este reavivado resulta una reducción de la longitud de la
pieza de lcm. por hora. Además la delineación en planta del filo
de trabajo y el ángulo del filo se ven progresivamente modificados. El filo de trabajo formado por la cara ventral y dorsal pasa de
una media de 44" a unos 57". Este intervalo corresponde bien con
el que proponía Wilmsen para los raspadores paleo-indios destinados al trabajo de las pieles (Wilmsen, 1968).In
Los Tahltan también reafilan los raspadores durante su utilización, pero parece que la vida de estos útiles Iíticos es mucho
mas larga. La razón puede ser el hecho de que son fabricados
con basalto y que se emplean en la fase de reblandecido de las
pieles que no precisa de filos muy agudos (al contrario que en el
adelgazado).
"Dressing stones appear to have a long life span. Two or three
hides can be dressed with a tool before it requires resharpening...
With continued use and resharpening, tools become smaller iiz size
and may dzTer in shapekom newly mnufactured tools. " (Albright,
1984: 57-58).
ISEsteautor realiza un análisis de agmpaciones de ángulos de frente de raspadores
paleo-indios y llega a la conclusión que los raspadores para piel tienen ángulos de
filo entre 46" y 55" y que en los raspadores para madera el ángulo del filo es más
abrupto (Wilmsen, 1968).
Figura 107.- Raspadores experimentales enastados. A- Mango de madera con hendidura en la que se inserta el raspador que luego es atado
con tripa. B- Reproducción de mango tehuelche septentrional; los dos
raspadores están insertados en posiciones opuestas y pegados con un
mastique. C- Reproducción de mango de la llanura de L s Estados
o
Unidos, realizado con una rama, aprovechando el encuentro con otra
para conseguir la inclinación adecuada del raspador con respecto a la
zona de agarre del mango. D- Reproducción de mango guraghe; dos
raspadores son situados en posiciones opuestas insertados en el mango
y pegados con un mastique; el agujero central del mango facilita el agarre. E- Mango realizado con un hueso de cordero cuya espongiosa ha
sido eliminada; el raspador va insertado en la diáfisis y pegado con
mastique. F- Mango de madera con un escalón esculpido que sirve
para situar el raspador; este va atado con tripa al mango. G
Reproducción en madera de una navette magdaleniense; los raspadores
insertados en el mango en posiciones opuestas van luego asegurados
mediante una atadura de tendón. H- Astil de ciervo cuya espongiosa ha
sido eliminada para introducir el raspador y pegarlo con mastique.
El reavivado continuo de los raspadores esquimales es también descrito por el lugarteniente Stoney según Mason:
"Lieutenant Stoney, speaking of his experience at Kotzebue
Sound, says that the leather-worker is incessantly touching up his
scraper edge with the chippec and that in time he wears it out to a
mere stub. This constant sharpenings also accounts for the fact
thatfew specimens shows signs of great weal: It is important to repeat this, thar the constant use of edging tool rapidly wears down
the scraper blade and keeps the edge shalp. This accounts for tke
great difference in the lenght of the blades in our cabinet and for
the fact that they show so little sign of use. " (Mason, 1889: 586).
La mayor parte de los raspadores utilizados en el trabajo de
las pieles documentados se emplean insertados en un mango. Sólo hemos encontrado una mención de uso sin enmangar:
"Sometimes largec broad flakes were retouched as scrapers,
when this happens, they are not mounted in the handle but used
directly in the hand in the sume way. " (Clark, 1981: 74).
Los raspadores gurage están insertados en orificios opuestos
en el mango. Se trata en realidad de una modalidad de raspadores
dobles. Su posición con respecto al eje mayor del mango tiene
una inclinación entre 110" y 120" (fig. 108)j9.Las piezas líticas
quedan fijas con mastique en los orificios rectangulares practicados a tal efecto. Un orificio en la parte proximal del mango facilita el agarre durante el trabajo.
'YAgradecemos colaboración de S. Beyries y J. Tixier que nos permitieron el exala
men de un ejemplar de su propiedad.
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Figura 108.- Raspadores guraghe según Clark & Kurashiia (1981).
Arriba se observa la reducción de la parte sobresaliente del mango
del raspador de la derecha por el retoque intensivo, a diferencia del
raspador de la izquierda que no ha sido retocado. A la derecha se
aprecia el cambio de tamaño, de morfología y de ángulo del filo del
raspador por el uso y el reavivado.
Otros casos de enmangue de dos raspadores se documentan
entre los indios de Patagonia. Se trata de los tipos tehuelche septentrional y Selk'Nam . Las piezas líticas están dispuestas en ellos
a modo de hojas de cepillo de carpintero y se fijan con resina en
el primer caso y con ligaduras de cuero en el segundo (fig. 105)
(Mansur, 1986).
La disposición lateral oblicua con respecto al eje mayor del
mango se documenta también entre los indios de la Llanura de
América del Norte, indios Pueblo y indios Gros Ventres de Dakota (Mansur, 1986: fig. 8; Mason, 1891: Iám. XCI, 1 y XCII, 2)
(fig. 105). Sin embargo en este último caso el raspador está atado
con piel "so as to be removed easily for resharpening" (Mason,
1891: Iám.XCIi, 1). Mansur atribuye a este tipo de raspadores un
uso por raspado en "acción negativa" mientras que Mason habla
de una utilización por percusión como si se tratara de azuelas de
carpintero. En la figura publicada por este último se aprecia la
disposición del raspador a la inversa, con la cara ventral hacia la
parte distal del mango, lo que facilitaría la posición del filo activo
con respecto a la materia trabajada en este movimiento.
Un ejemplar hallado en una cueva de Sudáfrica estaría fijado
al mango (que no tiene ninguna perforación ni preparación especial) mediante una bola de resina, como se desprende de la comparación de un mango, con resina adherida pero sin pieza Iítica,
que se conserva en el Albany Museum (Deacon & Deacon, 1980).
La pieza Iítica presenta una inclinación similar a las de los mangos
patagones y etíopes respecto al eje mayor del mango (fig. 109).
Los raspadores esquimales también se sitúan en posición inclinada respecto al mango pero su uso es diferente. El movirniento que realizan presenta la cara retocada delante (acción positiva)
(fig. 105).
Los indios Tehuelche meridonales sitúan sus raspadores en
posición distal, a continuación del eje mayor del mango atados
con tendón (fig. 105)
Figura 109.- Raspador montado en resina de Boomplaas Cave. La
vista de perfil muestra la posición sugerida de la pieza lítica en relación al mango, basada en la comparación con el ejemplar C981 del
Albany Museum. (Según Deacon & Deacon, 1980).
El último ejemplo de enmangue de raspador que queremos señalar es el utilizado por lapones y los tchouktchi de los alrededores del estrecho de Benng (Leroi-Gourhan, 1952). En una pieza de
madera alargada se sitúa la raedera en su parte central y se preparan los dos laterales para empuñar el utensilio con las dos manos.
La pieza litica es un lasca cortical con un desgaste mate muy pronunciado. Se destina al reblandecido de las pieles de reno. Este útil
recuerda en gran manera a los empleados por los curtidores desde
la Edad Media. También en ese caso la hoja que trabaja se sitúa en
una posición central del útil. Se emplea a dos manos para trabajar
la piel que se apoya sobre un caballete (fig. 105).20
Hasta el momento hemos descrito los testimonios etnográficos
de raspadores y sus mangos, falta inscribir estos útiles en su contexto funcional. A partir de ahora detallaremos los gestos y las materias de manera que podamos reconstruirlos experimentalmente
con objeto de comprobar si son traceoIógicarnente identificables.
2.2.2. Integración del raspador en la cadena operativa del
trabajo de la piel
La descripción de los procesos de trabajo de la piel y de los
útiles empleados es en muchos casos fragmentaria. A la gran
En el Museo de Stavelot (Béigica) y el Museo de Artes Populares de Lieja (Bélgica)
hemos podido observar útiles similares provenientes de talleres artesanales de época
histórica en los que la hoja del raspador es un fragmento de vidrio muy desgastado.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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variedad de métodos puestos eri práctica por diferentes pueblos
se suma el hecho de que el proceso también es distinto según el
tipo de picl. su laiiiaño. su contenido en grasa y pelo y el uso al
que vaya a destinarse. Por ello vamos a empezar describiendo las
fases principales de la cadena operativa junto con los útiles que
intervienen. los gestos de ti-abajo y los aditivos que se emplean
para la elaboración de cada tipo de piel. El raspador puede utilizarse en una o eri varias de estas fases. Sin embargo en algunos
casos se emplea otro tipo de útiles de hueso o metal para determinadas tareas. Haremos referencia a estos otros útiles, que no
son objeto de nuestro trabajo, mediante una sucinta descripción.
Hemos elegido proceder por este orden ya que, aunque tiene el
inconveniente de no seguir la cadena operativa de forma lineal,
presenta la ventaja de poder comparar diferentes caminos a seguir para llegar a un mismo objetivo.
El desollado se lleva a cabo sin útiles o con un cuchillo afilado. Sólo hemos encontrado la descripción en el caso de los indios
de América del Norte (Mason, 1891).
El primer paso tras el desollado de un animal es el descarnado, que consiste en la eliminación de los restos de carne y grasa
que hayan quedado adheridos a la piel. Esta fase es más importante en el caso de animales con alto contenido en grasa, como
las focas. Robbe refiere el uso por los esquimales Ammassalimiut de un útil de hoja afilada (el rsake) para este menester (Robbe, 1975). La piel se extiende en el suelo o se sostiene con la otra
mano. Los indios de América del Norte se sirven de un útil dentado de hueso que se emplea por percusión sobre la piel colgada
de un tronco (Schaefer, 1973: fig. 3 y 4). Mason menciona la
existencia de una tabla sobre la que se apoyan las mujeres esquimales: "tlie skin tlteit laid o11a board, and with the woinank knife tlte r~~eritbraite
r~rzderr~eath blubber is separated fron~the
tlze
skiii" (Mason, 1891: 561)
Tras el descarnado, la piel se extiende para el secado sobre el
suelo (patagones), en bastidores (indios de América del Norte) o
clavadas en las paredes de las casas (lapones y esquimales). Sólo
en los lugares más fríos (esquimales y lapones) se señala el sol
como una ventaja para el secado. En el resto de los casos el sol es
un inconveniente ya que produce manchas en la piel.
El segundo paso es el adelgazamiento y preparación de las pieles para agregarles sustancias curtientes por raspado. El raspador
Iítico es empleado mayoritariamente en este trabajo. Tanto los raspadores de Patagonia (Mansur, 1986) como los Gundane etíopes
(Clark y Kurashina, 1981) intervienen en esta fase de la elaboración. En el primer caso se trabaja en seco, en el segundo, la piel es
remojada continuamente. En esta fase se extraen virutas de piel:
"Ce travail rl'est pus destiné a rtettoyer la partie irtterne de
la peau corrinte orz le slrppose couramntent, rnais b l'aniinicir
darts le véritable serts dtd nzot, c 'est d dire en enlévanr des lambeairx poirr ert dirnirluer son épaisse~tr quelqires inillim2tres"
de
(Mansur, 1986: 148).
Los indios Sioux realizaba el adelgazado con el weitbaja un
raspador enmangado y usado a modo de azuela.
Los esquimales remojan continuamente la piel de foca seca
en esta fase del raspado. Se raspa con el kililerriek" y luego se
frota con grasa y se vuelve a escurrir con el mismo útil.
"Le kililrr~~ek 111i grnftoirfíir d'irne se~rle
rsl
piice irrbtolliqiteplnre d'rrn rnillin~?fre
d'bpnissrrir; pliée de relle 17imtiire9ire les deux exfreinifbs,unefois repliées e f érrnssées, doniierir ln fornie er nssurent lo rigidiié de l'instrunieiit" (Robbe, 1975: 203).
Los lapoiies i-aspaii la piel por el lado de la carne primero con
una hoja iiietálica dentada por uno de sus lados y emplean esta
parte para iniciar cl raspado. dejando la parte lisa de la hoja para
el acabado (Delaporte et Roué. 1978). Después la engrasan con
aceite de hígado de pescado. harina y sal.
La tercera fase es la eliminación del pelo y de la flor. La finalidad de la eliminación de la flor o epidermis es perniitir la absorción de las sustancias curtientes. El depilado puede hacerse
afeitando el pelo con un útil cortante o un raspador. Schaefer describe el 1-aspadode la piel tensada con este propósito. Es necesario que el raspador esté afilado. El movimiento es en acción negativa.
"Wi~h rrrck of the skin irpperinost o17 the fraine, tlze handtlte
led scmpei- is rtsed i7 a dowr~wai-d
r
inotiorz ir1 tlze sai~ie
directioit
in wich tlte llair lais ... Tltis grairz nzzistbe removed, one way o r
aiiotlier; to produce i~eliretsoft buckskiri. Tlie scraper rizade arld
sliarper~ed
pr-oper-/ywill get the grairi off' (Schaefer, 1973: 16).
Otra manera de eliminar el pelo consiste en dejar macerar la
piel en agua. o en agua con cenizas, huevas fermentadas o con
orina, de manera que comience el proceso de putrefacción (Mason, 189 l). Entonces se arranca fácilmente el pelo con la mano o
con un útil no muy cortante, como el que utilizaban los indios
Naskopi, consistente en un radio de reno un poco afilado en su
parte central que se agarra con las dos manos de las dos epífisis.
Los indios de California empleaba una costilla de alce para tal
fin y los Navajos un cubito de ciervo.
Los indios de Pitt River eliminaban la flor de la piel empleando la ceniza como abrasivo.
En algunos casos se añaden sustancias curtientes ylo impermeabilizantes. Los esquimales introducen grasa por frotamiento
durante el último reblandecido a mano. Los Lapones colocan las
pieles sobre ramas de abedul, que tiene propiedades curtientes,
para construir las tiendas.
En Norteamérica los indios convertían las pieles en gamuza
o ante para la elaboración de vestidos. Para ello se emplean los
sesos como sustancia lubricante e impermeabilizante, que se
aplica a la piel antes de ahumarla.
Eliminación de sustancias curtientes. Los lapones de Kautokeino eliminan la mezcla de grasa y harina con ayuda de su raedera manejada a dos manos (jiek'ko) (Delaporte et Roué, 1978).
El reblandecimiento de las pieles puede llevarse a cabo por
frotamiento con útiles no cortantes o a mano. El fin que se pretende en esta fase es desagregar las fibras de la piel que han quedado compactadas tras el secado. Además se homogeneiza la superficie, eliminando cutículas que aún queden en la piel.
Entre los aborígenes de la Patagonia se consigue dar a la piel
morbidez mediante el sobado a mano y la aplicación de tierra roja y grasa sin útiles.
Se documenta entre los Tuski el uso del ocre para el reblandecimiento (Mason, 1891: 566).
Los lapones reblandecen también a mano e introducen grasa
al mismo tiempo. Robbe menciona el reblandecimiento de la piel
mediante una pieza de madera de 80 cm. de largo en cuya extremidad se sitúa una pieza metálica plana con ángulos redondeados.
La piel se coloca sobre el suelo y es frotada con este instmmento.
La receta de fabricación de ante a la manera india que recoge Schaefer, comprende el raspado y batido de la piel tensada en
el bastidor con un palo largo de extremidad redondeada (Schaeffer, 1973: 26).
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Un trabajo similar es el que realizan las mujeres Tathlan en
Canadá con un útil de piedra tallada enmangado en una larga
pieza de madera. Para ello la piel se encuentra tensada en un
bastidor.
"The dressing tool is used with two hands, one grasping the
hafted stone pushes with some force against the skin, the other
hand grasping the end of the handle pulls towards the body. This
dressing action completes softening of the skin by taking off remainig cutticles offlesh, thins it and makes it more porous so that
smoke can penetrate it. The stretching frame is turned so that al1
edges and both sides can be worked" (Albright, 1984: 56).
Para este trabajo el útil no debe ser muy cortante:
"A sharp edge is considered undesirable for softening hides
since ir would tear the skin. " (Albright, 1984: 57).
La piel en este momento está húmeda y va secándose al
tiempo que se trabaja.
Entre estas mismas poblaciones canadienses se emplean lascas pequeñas sin mango para reblandecer las pieles más pequeñas, lo cual requiere mucho menos esfuerzo. También se utilizan
para reblandecer las prendas de vestido tras su lavado (que tradicionalmente se hace con orina). Estos útiles tras un uso continuado presentan filos muy pulidos (Albright, 1984: 58).
El reblandecimiento de la piel se realiza en muchos casos
con una cuerda tensa que sirve para frotarla con un movimiento
de vaivén y con piedras abrasivas (Mason, 189 1 : 572).
Además de los útiles empleados en la curtición, el trabajo de
la piel para la elaboración de objetos acabados requiere de otros
utensilios y técnicas que no son objeto del presente trabajo. En
el caso de que las pieles se cosan son necesarias leznas para
agujerearlas y agujas de coser. Como curiosidad señalemos el
tejido de tiras de piel para la elaboración de vestidos con pieles
pequeñas:
"A menudo las pieles mejores y más calurosas proceden de
mamljCeros relativamente pequeños. En la mayoría de los sitios
la solución consiste en coser las pieles, pero muchos indios norteamericanos utilizan una técnica de tejido. Esta es especialmente común en Utah y Nevada, donde los únicos animales numerosos son los conejos. Las pieles de conejos se cortan en tiras y se retuercen sobre sí mismas formando una larga soga de
piel, o se enrollan alrededor de una cordel. Los cordeles se tensan luego sobre un armazón, constituyendo una urdimbre, y las
sogas de piel o los cordones cubiertos de piel se emplean a modo de trama en una técnica sencilla de tejido. El resultado es
una túnica o manta suave y cálida en lugar de una prenda entallada " (Beals y Hoiser, 1974: 409).
La elaboración de las pieles finaliza con su decoración. Hemos encontrado referencias respecto a al uso de ocres y colorantes en Patagonia y América del Norte para pintar las pieles, sin
embargo no se ha documentado el grabado de la piel.
3. EXPERIMENTACI~N
CON
RASPADORES
El análisis traceológico de los raspadores arqueológicos se
ha basado en dos experimentaciones específicas. La primera tenía como objetivo evaluar la influencia de algunas variables en
el desarrollo de las huellas de uso en los frentes de los raspado-
res y en las huellas de enmangue. Para ello hemos probado cada
variable en acciones aisladas de duración limitada.
La segunda experimentación se centra en las modificaciones
morfológicas de los raspadores como consecuencia de las diferentes acciones a las que son sometidos: la fabricación, el enastado, la utilización sobre la piel y el reavivado. Esta experimentación se fundamenta en las bases etnográficas tratadas en el capítulo precedente y ha sido realizada tras un primer examen de
una serie de raspadores de la Grotte Gazel. Tiene como objetivo
la reconstitución de una cadena operatoria completa.
3.1. El trabajo de la piel y de la madera con
raspadores de silex: estudio experimental
de algunas variables que intervienen en la
formación de las huellas de uso en raspadoreszz
3.1.1. Objetivos de la experimentación y elección de variables
La finalidad de esta experimentación era probar si es posible
reconocer las condiciones de trabajo con la observación de las
huellas de uso presentes en los raspadores. Hemos elegido algunas variables que a priori podían influir en la presencia y/o el
desarrollo de las huellas de uso.
Figura 110.- Mangos y enmangues experimentalesde raspadores.
1- Mango recto. 2- Mango para las manos. 3- Mango con inclinación de
45". 4- Mango con inclinación de 90".a) Enmarque con mantique. b)
Enmarque en madera hendida con atadura. c) Enmarque con atado.
" Este estudio ha sido realizado en colaboración con Femand Collin, en la Universidad de Lieja en 1989 (Collin et Jardón, 1993).
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Dos materias, la piel y la madera fueron raspadas en acción
positiva y negativa. Se trabajó una piel de vaca en dos posiciones : colocada sobre el suelo y tensada con cuerdas en un bastidor de madera. Se cortaron troncos de 1-20 m de longitud de pino verde de 15 cm de diámetro sin descortezar. Durante el raspado los experimentadores eliminaban primero la corteza y luego las fibras de madera, siguiendo siempre la dirección de las
fibras
Los mangos tenían formas que permitían la disposición distal de los raspadores con ángulos de O", 45" y 90" en relación a
su eje mayor (fig. 110). En los mangos en codo, el raspador estaba colocado con la cara dorsal tocando la parte interior o la
parte exterior del mango.
Estas disposiciones de las piezas en los mangos tienen correlación en con los ejemplos etnográficos (fig. 105). El tipo l
es similar a los mangos tehuelches meridionales (Mansur,
1983). El tipo 2 se documenta entre los Tchouktchi (LeroiGourhan, 1952) y los Lapones (Delaporte et Roué, 1978). El tipo 3 ofrece paralelos con los enmangues de los Tehuelche septentrionales (Mansur, 1983), los Indios de América del Norte,
los Gurage de Etiopía (Clark, 198l), así como algunos raspadores esquimales americanos (Mason, 1891). El tipo 4 se parece
al de las tribus de las llanuras (Schaefer, 1973), al de los indios
Selk'Nam de Tierra de Fuego (Mansur, 1983) e incluso a los
enmangues de los raspadores holocenos de África del Sur (Deacon & Deacon, 1980).
Los enmangues experimentales eran de tres tipos : inserción
del raspador en una madera hendida y atado con tripa, introducción
del útil en un agujero practicado en la madera y fijado con una
mezcla de resina y cera y atadura simple del raspador con tripa.
La parte no enmangada del raspador sobresalía 1, 2 ó 3 cm
del mango. Esta variación se estableció para evaluar la posibilidad de fracturación de la pieza Iítica durante el uso.
Cada experimentador utilizó un solo tipo de mango. En total, cada uno de ellos disponía de 18 raspadores para raspar la
madera, la piel apoyada y la piel tensada, ejerciendo dos movimientos (acción positiva y acción negativa), salvo en los casos
en los que la forma del mango impedía el trabajo en positivo. El
tiempo de trabajo se limitaba a 15 minutos, sin reavivado del
frente del util.
La combinación de todas estas variables constituyó un conjunto de 360 raspadores experimentales enmangados, que representaban cada uno de ellos un caso único respecto a una variable y compartían con otros el resto de las condiciones experimentales.
Se controlaron las otras variables no definidas por nosotros
pero que intervenían en el trabajo: la morfología del frente, el
ángulo del frente, el ángulo de enastado, el ángulo de trabajo y
los factores personales introducidos por los individuos.
La morfología del frente es descrita por su forma general o
delineación (recta, semicircular u ojival), su inclinación (hacia
la derecha, hacia la izquierda o en el eje), y la morfología del filo activo (regular, sinuoso o denticulado). Estos criterios pretenden determinar si la distribución de las marcas está en rela-
" El ángulo que hemos medido, denominado dngulo de trabajo es el que Unrath et
aiii (1986) llaman "angle de contact" y Mazo (1991) "ángulo de destalonado".
ción con la forma del frente. Para detectar si se Iiabían producido nuevos desconchados en los frentes retocados, grabamos con
vídeo la imagen de lodos los frentes.
Durante la experimentación cada participante anotó indicaciones relativas a la eficacia y a los resultados de su acción sobre la materia. Cada uno de ellos dibujó un croquis sobre la forma de sujetar el mango.
Medimos los ángulos de los frentes de raspador y los ángulos de trabajo con un goniómetro fabricado con un transportador al que se atornilló una lengüeta de plástico fijada en el punto cero. Se considera como ángulo de trabajo en todos los tipos
de acción el ángulo delimitado por la cara ventral del raspador
y la superficie de la materia trabajada.13
3.1.2. Muestra
Para el análisis microscópico apartamos 288 raspadores
después de realizar una selección eliminando las piezas utilizadas poco tiempo. Para el análisis estadístico de los datos de la
experimentación y del análisis microscópico sólo tuvimos en
cuenta los raspadores que habían llegado a trabajar 15 minutos,
a fin de asegurar que las marcas fueran comparables.
3.1.3. Análisis microscópico
La observación microscópica de las piezas experimentales
fue realizada con dos microscopios ópticos de luz reflejada (Nikon Optiphot et Olympus BHM equipados con oculares de 10x
y objetivos de 5x, 10x, 20x y 40x) y de una lupa binocular (Nikon SMZ). Este equipo pertenece al Service de Préhistoire de
1'Université de Likge, al Institut Royal des Sciences Naturelles
de Belgique y al Departament de Prehistoria i Arqueologia de la
Universitat de Valencia.
La limpieza se efectuó con detergente neutro líquido, CIH
diluido al 5% y agua oxigenada de 100 vol. Cuando se realizaron varias observaciones las piezas fueron limpiadas de nuevo
con acetona o alcohol.
Los índices traceológicos que se registraron son los que parecen en la ficha de registro elaborada para esta experimentación (fig. 11l).
3.1.4. Resultados
No se ha determinado ninguna constante absoluta de los intentos de correlación entre las huellas de uso registradas (distribución y extensión de los pulidos de uso y de enmangue, distribución sobre la microtopografía, desgaste del borde, presencia
o ausencia de desconchados y de estrías y sus tipos) y las variables de la experimentación (morfología de la pieza, ángulo y
forma del frente, materia trabajada, acción, ángulo de trabajo,
ángulo de enmangue y tipo de mango).
Sólo algunas tendencias subrayan la interacción de ciertos
parámetros con los estigmas de uso:
-Materia trabajada y rzaturaleza del contacto
Fueron trabajadas dos materias: la piel de vaca seca humidificada y la madera. La dureza del contacto en le caso de la
piel varió según se trabajase la piel tensada en un bastidor o
apoyada en el suelo.
Estas diferentes condiciones de contacto influyeron en el desarrollo, la distribución y la extensión de las huellas. Los micropulidos producidos por el trabajo de la piel apoyada y los de la
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- N" d'inventaire
2. rebreussées
3. en marche
4. 1+2
- Longueui
- Largeur
5.2+3
6. l+3
7. 1+2+3
- Epaisseur
- Morphologie front
l. droit
2. detni-cercle
3. obival
1. droit
2. droite
3. gauche
l . droit
2. sinueux
3. deiiticulé
- Localisation
- Localisation des stries
-Type de manche
3. os
4. peuau
l . gauche
2. centre
3 . droite
5. autre
- Matikre emmanchement
1. boyau
2. tendon
3. cire
1 -Matikre travaillée
1. peau posée
2. peau tendue
4. résine
5.3+4
3. bois
4. peau tendue, détendue
3.3 cm
3. humideltrempée
4. fraisltrempée
5. humidelgrasse
6. ocre
7. tannée
9. indéterminable
2. Négative (-)
3. Positive et
négative (=, -)
-Additifs
-Temps d'ussage
-Angle de travail
- Fracture de i'outil
0. non
1. oui
- Fracture du manche
O.non
1.oui
- Fracture emmanchement
- Esquillement i I'emmanchement
1
1
1. droitier
2. gaucher
1. bon
2. mauvais
- Efficacité du travail
0. non
1. oui
1. oui
l . oui
confortable
1. oui
- Localisation de I'IUZ
- Localisation de Z'iT
-Type d'IUZ et de ZTT
1. IUZ isolé
2. IUZ plus ou moins complktement superposée i une autre IUZ
4. N Z couverte par une substance d'emmanchement
5. Z'IT due 2 la retouche intentionnelle
6. Z'IT due i la préhension directe
7. ZTT due 2 l'emmanchement
8. Z?T due a une abrasion intentionnelle
9. Bripht spot
10. Z7T de débitage
11. ZTT diffuse comme altération
12. denticulé des bords
0. pas d'émoussé du bord
1. émoussé microscopique prononcé
3. émoussé macroscopique léger
4. émoussé macroscopique prononcé
O oui
.
1. dks le départ jusqu' au moment auquel la pikce a
commencé i bougr
- Limite du poli (endroit oG il s'arrete)
2. droite
l. continu
3. spots rares
2. discontinu
4. spots fréquents
- Intensité dans la répartition
- Intense
1. gauche
- Modéré
2. centre
- Faible
3. droite
-Caractkre du poli
1. tipique
2. atypique
-Localisation écaillures front (F.V.)
-Type d'écaillures et no
1. normales
1. abondantes
(F.D.)
- Extension maximale micropoli (F.V.)
- Mouvement de i'outil/manche
1. gauche
3. rares
- Extension maximale micropoli
- Efíicacité de I'emmanchement
0. non
2. présentes
- Émoussé
- Expérimentateur
1. femme
2. homme
l. superficielle
2. profonde
3. additive
4.colinatée
-D'emmanchement
0. non
- État de la matikre travaillée
1. positive (=)
1. longue
2. courte
- Quantité de stries
- Travail
- Contact pikce - emmanchement
O No an IUZ
.
1. frais ou vert
2. skche
6.2+3
7. l+3
1
O. non
- Contact pikce - manche
1
1. lage
2. étroite
1. abondantes
2.2 cm
4. 1+2+3
5. 1+2
-Types de s t k s
6. chanvre
7. bois
- Sailie de I'outil
1.1 cm
des écaillures bord gauche
- Localisation des écaillures bord droit
-Angle front
l. bois
2. bois de cervidé
2. presentes
3. rares
4. localisées
J . peu développé
en microns
en microns
4. 1+2+3
5.1+2
6.2+3
7. 1+3
- Extension du poli
1. limité au ti1 du tranchant
2. limité au front
3. couvrant
Figura 111.- Datos experimentales y traceológicos registrados en la experimentación sobre mangos y enmangues de raspadores.
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Figura 112.- a) Filo de raspador utilizado experimentalmente en acción negativa para raspar una piel tensada durante 15 minutos. 200x.
b) Pulido y desgaste producidos por el trabajlo de la piel seca con estrías orientadas. 200x.
c) Borde de raspador experimental con pulido producido por el trabajo de la madera. 200x.
d) Arista dorsal de un raspador experimental con puntos de pulido producidos por un mango de madera. 200x.
madera son característicos (cfr. capítulo 2.2.4.2) (fig. 112b y c).
El pulido producido por el trabajo de la piel de vaca tensada es
completamente diferente que lo que se considera como "pulido de
piel" típico (fig. 112a). Es brillante, ocupa las partes altas de la
microtopografía y recuerda el aspecto de los micropulidos producidos por el trabajo de las materias duras animales. Se extienden
y se desarrollan poco, incluso con tiempos de trabajo de 15 minutos. El desgaste del borde rara vez se produce.
Algunos experimentadores trabajaron la piel apoyada en acción positiva sobre una tabla de madera. Las huellas resultantes
son también diferentes, pues este tipo de soporte favorece la aparición de tantos desconchados escaleriformes como los que se
producen por el trabajo de la madera.
- Acción
El trabajo en corte negativo (fig. 104) debe producir menos
levantamientos sobre la cara ventral que la acción en corte positivo por razones ligadas a la mecánica de fracturación. En el gráfico de la figura 113, se observa que la presencia de melladuras en
la cara ventral no es despreciable. Esto puede ser debido a un movimiento involuntario de vaivén. En todo caso el trabajo en corte
positivo produce descamaciones más grandes que las que se observan en los raspadores esquimales (Nissen & Dittemore, 1974).
La extensión del pulido sobre la cara dorsal y ventral no está
en relación con la acción, sino con el ángulo de trabajo y el ángulo del frente.
No se han observado nuevas melladuras macroscópicas sobre
la cara dorsal del frente de los raspadores, en relación con la grabación en vídeo.
- Mangos y huellas de enastado
No es posible distinguir el tipo de mango a partir de la distribución de las huellas de uso sobre los útiles.
Se han observado pocas huellas de enmangue. El enastado con
una mezcla de cera y de resina no deja huellas. Las ataduras con tripas y el contacto de la arista dorsal con la madera de mango dejaron algunas veces ligeros pulidos, de desarrollo discontinuo. Su extensión es demasiado reducida y no es posible identificar una materia de contacto. Es difícil distinguirlas de las huellas tecnológicas,
que se producen sobre las aristas de las hojas durante la talla.'"
Hemos observado en el microscopio metalográfico hojas no utilizadas. Sobre las aristas dorsales de las hojas y las lascas descubrimos la existencia de puntos de pulido atipico. Pensamos que la arista dorsal de las hojas ha frotado contra los bordes de las exuacciones precedentes cuando se desprendían del núcleo. El pulido producido por los mangos es poco desarrollado e imposible de distinguir del que se produce durante la talla.
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2 Melladuras reflejadas
200
180
PT: Piel tensada
160
140
.
'
120
3
a
100
&
80
U
U
60
40
20
o
1
2
3
1+2
2+3
1+3
1+2+3
b
a
Figura 113.- Tipo de desconchados producidos en la cara ventral de los raspadores en función de la materia trabajada y de la acción.
- Influencia de la acción sobre lafracturación del raspador
Todos los raspadores fracturados durante la utilización están
rotos en la extremidad del mango. Los ejemplares que presentaban una parte extensa fuera del mango tienen las tasas de fracturación más altas. No se fracturó ninguna de las piezas líticas con
una parte sobresaliente del mango inferior a 1 cm.
Se observaron tres tipos de fracturaciones:
- Una fractura que parte de la cara ventral y produce un lengüeta sobre la cara dorsal. Se produce con el trabajo en negativo.
- Una fractura que parte de la cara dorsal y que produce una
lengüeta sobre la cara ventral. Este tipo de fractura se produce
más bien con el trabajo en positivo.
- Fracturas compuestas, que parten del centro de la hoja y se
extienden hacia los dos bordes con forma de X o hacia las dos caras con dos lengüetas. Se asocian a las dos acciones pero resultan
de un movimiento violento (choque) en el momento en el que el
raspador se pone en contacto con la materia trabajada.
- Influencia del ángulo del frente sobre el ángulo de trabajo
Los experimentadores eligieron el ángulo de trabajo que les parecía más eficaz para la acción que realizaban. Independientemente
del ángulo del frente, el ángulo de trabajo vaxía para las acciones en
negativo entre 45" y 90°, y para las acciones en positivo entre 1O y
"
60". No encontramos ninguna relación entre el ángulo del frente y
el ángulo de trabajo aunque teóricamente debería existir alguna relación. La explicación más lógica de esta falta de relación es que en
realidad no medimos el ángulo activo del frente que es sólo apreciable microscópicamente. Este ángulo es diferente del "spine plane
angle" a causa del modo de fracturación concoidea del sílex. Los
ángulo que medimos fueron los formados por la intersección de las
dos caras o spine plane según Tringham et alii (1974).
- Influencia del ángulo de enastado sobre el ángulo de trabajo
No hay correspondencia entre estos dos ángulos porque sea
cual sea el ángulo de enastado, los experimentadores comgieron
sus gestos para adoptar un ángulo de trabajo entre 4' y 90" para
5
la acción negativa y entre 10 y 60 para la acción positiva.
- Influencia de la orientación del frente sobre la distribución
de los micropulidos
Sea cual sea la orientación (desviada hacia la derecha, a la izquierda o centrada en el eje) los micropulidos se sitúan preferentemente en el centro y en la derecha del frente. Esto se explica por
la presencia de 18 experimentadores diestros de entre los 20 participantes.
- Influencia del utilizador sobre las huellas observables
Por acción y por materia trabajada hemos podido observar
una tendencia a la homogeneidad de las microhuellas entre los
raspadores empleados por un mismo experimentador.
A lo largo de la experimentación, cada utilizador eligió su propio gesto sin haber realizado un aprendizaje previo. La intensidad
del trabajo, la fuerza ejercida y la regularidad del gesto debieron
jugar un importante papel en el desarrollo de las marcas de uso.
3.1.5. Discusión
Esta experimentación pone en evidencia el hecho de que la
variabilidad en la intensidad, la distribución y la cantidad de marcas producidas por un mismo trabajo es debida a la intervención
del factor individual. El trabajo humano no siendo mecánico, puede ser más o menos regular. Esta regularidad es fundamental para
el desarrollo de huellas de uso identificables (Primera Parte, 3).
Se observan huellas de uso clásicas, parecidas a las que han
sido descritas por otros autores antes: pulidos producidos por el
trabajo de la madera y de la piel, descamaciones en la cara ventral
para las acciones positivas, ... Sin embargo, las variables tales como el factor individual, la presencia y naturaleza del soporte, (piel
tensada o apoyada sobre el suelo o sobre madera) y algunos parámetros difíciles de controlar en arqueología como la regularidad y
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la intensidad de la utilización coiivierlcii eii difícil muchas veces
la iiiterpretación del gesto y eii ocasioiies de la inateria trabajada.
Solo la recurrencia de las Iiucllas de tiso sobi-e los mismos tipos de útiles permiten llegar mas lejos en la interpretación funcional. revelando constantes ligadas a una ti-adición técnica y a un
trabajo especializado.
3.2. Reconstitución experimental de la cadena operativa del trabajo de la piel con raspadores de piedra:
talla, enastado, uso y reavivado
3.2.1. Descripción d e la experimentación
La experimentación se realizó con 30 raspadores sobre lasca
o hoja. Fueron retocados por percusión lanzada con un retocador
de asta de ciervo o un canto de caliza.
Veinte raspadores fueron insertados en mangos de formas diferentes y utilizados. Otros cinco se emplearon sin mango.
Algunos mangos, con los que se enastaron los raspadores, son
reproducciones de mangos etnográficos: el mango de los raspadores indios de la llanura central de América del Norte (fig. 107c)
Fijación
Mango
1
Madera hend.
2
Tehuelche
3
4
América N.
Tehuelche
5
G
Gurag
Gurage
7
Madera escul.
8
9
Tehuelche
Gurage
10
11
Gurage
Madera hend.
12
13
14
Navette mad.
Gurage
15
16
17
Madera Hend.
18
19
Madera
Madera escul.
20
21
Asta ciervo
Navette Madera
Aditivo
Piel tensada
Ninguno
Tendon
Negativa
Negativa
Ternero
Ternero
Cenizas
Cenizas
60'
90'
Mastique
Mastique
Negativa
Ternero
Sol
Piel tensada
Piel tensada
Piel tensada
Mastique
Piel de morena
Negativa
Negativa
Ternero
Ternero
Ninguno
Ninguno
60'
Negativa
Piel tensada
Cenizas
Ternero
Mastique
Negativa
Negativa
Piel tensada
Piel tensada
Piel tensada
Agua
Ninguno
Número de
Reavivados
1O'
Mastique
Mastique
Crin caballo+Mastique
Piel de cerdo
Mastique
Mastique
Esparto
Negativa
Negativa
Tendon
Tripa
Mastique
Tripa
Ternero
Ternero
Ternero
Ternero
Positiva
Negativa
Ternero
Ternero
Negativa
Positiva
Posit+Negat
Conejo
Conejo
Posit+Negat
Negativa
Negativa
Negativa
Conejo
Conejo
Cabra
Cabra
Cabra
Cabra
Piel tensada
Ninguno
Cenizas
Piel tensada
Piel tensada
Ninguno
Ninguno
Sol
Muslo
Muslo
Arena+Agua
Hematita
Hematita
Muslo
Madera
Ninguno
Hematita
Piel tensada
Piedra
Ninguno
Ninguno
Ninguno
Ninguno
26
Hueso Cordero
Hueso de Cordero
Asta ciervo
Madera
Tendón
Asta ciervo
Mastique
Cabra
Cabra
Piel tensada
Ninguno
Ninguno
Negativa
Piel cabra
Negativa
Negativa
Piel tensada
Piel tensada
Piel tensada
Negativa
Hueso cordero
Madera
Duración
Ternero
27
28
29
30
Variedad
de piel
Negativa
Crin caballoiMastique
Mastique
22
23
24
25
Acción
(Mason, IS91), el iliaiigo de los raspadoi-esteh~ielclies(fig. 107b)
(Mansur. 1986) y el mango de los ,giii-age(fig. 107d) (Gallagher,
1977).
Elaboramos otros cinco modelos. El priiiiei-o es una madera
hendida atada con tendones, tripas o esparto (fig. 107a): el segundo, también de madera posee una cavidad de inserción (fig. 107
f); el tercero es de asta de ciervo (fig. 107h) y el cuarto de hueso
de cordero al que se le eliminó la spoilgiosn (fig. 107e). El último
es una reproducción en madera de una riailette magdaleniense
(fig. 107g).
Para probar la eficacia de los filo y observar el desarrollo de
los desgastes, 25 de ellos fueron utilizados para trabajar pieles de
ternero, de conejo, de cabra y de nutria en condiciones de trabajo
y procesos de empleo diferentes (fig. 114).
Hemos podido observar que la presencia de puntas y aristas
en el filo puede desgarrar la piel. Cuanto más fina es la piel, el
riesgo es mayor.
Un raspador fue reavivado según la técnica documentada por
Feustel (1973) y que era practicada por los indios de América del
Norte (fig. 106). Otros diez raspadores fueron reavivados dentro o
fuera del mango para observar las modificaciones en el contorno y
Nutria
Nutria
Piel tensada
Piel tensada
Negativa
Negativa
5'
15'
70'
15'
60'
4
75'
40'
30'
120'
15'+15'
60'
60'
1
15'
60'
20'
60'
5'
10'+10'
1
Hematita
15'
20'
1
Ninguno
10'
1
1
1
1
1
Nutria
5'
1
Figura 114.- Experimentación sobre el trabajo de la piel con raspadores enmangados.
81
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Figura 115.- Dos movimiento y ángulos de ataque para el retoque de los raspadores.A- Retoque "cepillando" el filo. El ángulo del filo aumenta con
los levantamientos abmptos o reflejados y marginales. B- Retoque invasor. Se consigue un ángulo más agudo a costa de una mayor reducción de la
longitud del raspador. C- Pequeños desconchados que se producen por el retoque de un raspador enmangado en las extremidadesdel arco del frente.
en los ángulos del frente y poner en evidencia las implicaciones técnicas del retoque. Dos retocadores, uno de asta de ciervo y otro de
caliza fueron utilizados para los reavivados en percusión lanzada.
Se reavivaron los raspadores de dos formas. La primera de ellas
consiste en percutir con un movimiento desde el interior de la pieza
hacia el filo según un ángulo rasante, como "cepillando el borde"
(fig. 115). La segunda es un movimiento que sigue una curva desde
el filo hacia el interior de la pieza según un ángulo obtuso (fig.
115). Durante el retoque, la cara dorsal del frente está en contacto
con la palma o con los dedos de la mano que sujetan el útil.
Por otro lado la parte de la pieza lítica sobresaliente del mango se va reduciendo por los reavivados y llega un momento en
que no es posible mantener un ángulo de trabajo eficaz porque el
mango roza con la superficie de la materia trabajada (fig. 116).
O
O
O
@
Figura 116.- Arriba, reducción de la longitud sobresaliente del
l
mango de un raspador reavivado, pérdida d ~ángulo eficaz para el
trabajo por rozamiento con el mango. Abajo, rozamiento con la
,materia trabajada de algunos de los tipos de mangos estudiados.
3.2.2. Análisis microscópico
Todas las piezas experimentales fueron lavadas primero con
agua jabonosa, después con agua oxigenada de 110 volúmenes y
finalmente con una solución de ácido acético al 5%. Los restos de
grasa producidos por la manipulación fueron limpiados con acetona o alcohol puro.
Los raspadores se replicaron antes de su utilización con elastómero dental Provil L (Bayer, Levrekeusen, Alemania). Estas improntas permitieron las realización de positivos de resina poliester (RBS, T2L Chirnie, Chalabra, Francia), según la técnica puesta a punto por F. D'Errico (1988).
Para la observación microscópica y el registro fotográfico,
utilizamos el equipo descrito en la Primera Parte 2.2.4.
3.2.3. Resultados
- Huellas de uso
El análisis microscópico de los raspadores experimentales
muestra que el trabajo de la piel produce un fuerte desgaste de los
filos. Este desgaste es más pronunciado en el caso del trabajo en
seco. Nos parece imposible distinguir en materiales arqueológicos
el trabajo de piel fresca de los trabajos de corta duración sobre al
piel seca. La intensidad de los desgastes depende del tiempo de
trabajo pero también de la presencia de abrasivos.
Algunos raspadores han desarrollado sobre la cara dorsal
pulidos muy intensos que se parecen a los que produce el trabajo de la madera, mientras que en la cara ventral se pueden obServa' las superficies nigOSaS típicas de los ~ u l i d o de ~ i e(figs.
s
l
53, 51 y 58) (cfr. 2.2.4.2). este fenómeno podría explicar por
qué en ciertas piezas del Neolítico antiguo belga, llamadas "jri-
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se ha obser\lado ~ i i ip~ilido
doble (Van Gijn, 1989; Sliva &
Keelcy, 1994).
Los desgastes se limitan primero a las partes más sobresalientes del frentc (aristas del retoque). Poco después modifican todo
el Eilo. El resultado es una erusióri del borde del útil que produce
una hornogeneización de las superficies más próximas al filo.
La existencia de una delineación irregular provoca una localización del desgaste en las zonas más activas y la ausencia de redondeamiento en las partes cóncavas. El paso de una zona a la
otra se hace gradualmente y sin ruptura brusca. Solo los frentes
reavivados después de la utilización presentan un intenupción de
las microhuellas.
El raspado de las pieles con una acción en negativo no provocó levantamientos ni sobre la cara dorsal ni sobre la cara ventral
del frente. Esto confirma en parte las observaciones de Brink
(1978), según las cuales solamente el trabajo del hueso produce
descamaciones más consecuentes. Por el contrario, el trabajo de
descarnado en percusión lanzada, en positivo sobre la piel fresca,
provoca microdesconchados en la cara ventral del útil.
res"
- Huellas de enastado
Como en la experimentación descrita en el capítulo 3.1, no se
ha observado inguna huella de enmangamiento en las piezas líticas
fijadas con mastique. Los pulidos que se sitúan en las aristas de la
cara dorsal de las piezas enmangadas con ligaduras no se distinguen de los que se producen accidentalmente durante la talla.
- Huellas de retoque y nlorfología de los frentes reavivados
El retoque sobre yunque (fig. 106) produce machacados en la
cima en la que convergen los retoques del frente, similares a los
que se observan en los raspadores de la Grotte Gazel.
El reavivado en el mango produce modificaciones del contorno, del ángulo del filo y del tipo de retoque del frente (figs. 117 a
123). Como se observa en los raspadores de los Gurage publicados por Clark (1980) (fig. 108) el radio del arco del frente se reduce como consecuencia del reavivado en el mango y el ángulo
del frente aumenta. Ello es debido a la dificultad de retomar el retque desde las extremidades del arco del frente cuanto más nos
acercamos al mango. Además cada vez es más difícil percutir sobre las aristas del retoque y el retoque es cada vez mas escamoso,
abrupto o reflejado conllevando un pérdida de filo (figs. 117 y
118). Para recuperar la agudeza del frente, sería necesario cambiar
el ángulo de percusión o bien situar el punto de impacto alejado
del borde (figs. 119, 120, 121 y 122). Las dos soluciones provocan una reducción importante de la longitud del raspador.
Los reavivados fuera del mango permiten atacar las extrernidades del arco y mantener un contorno regular en semicírculo, el
ángulo del frente constante y el retoque regular (fig. 123).
El retoque de los raspadores experimentales alojados en un
hueso o asta de ciervo produce pequeños levantamientos en la cara ventral de las extremidades del arco del frente (fig. 115), si este está cerca del mango. Los golpes dados sobre la cara ventral
del frente crean tensiones en la cara dorsal de los bordes en contacto con el mango y producen estos desconchados. No hemos reproducido experimentalmente este tipo de esquillamientos durante el trabajo con raspadores enmangados pero pensamos que es
perfectamente posible que ocurran en condiciones de trabajo
puesto que el juego de fuerzas que intervienen es muy similar y
en consecuencia teóricamente posible.
3.2.4. Discusión
¿Cómo p~iede
deducirse la existeiicia de un mango en ausencia de huellas de ciiasiado?
Cuatro caractcies pueden indicar la presencia de un mango:
- Un fi-ente de tipo B (fig. 119) con una punta desgajada del
frente por retoques abruptos o escamosos. acompañado de un microdesgaste con interrupción brusca en la parte que forma el arco
regular.
- Uii frente con un ángulo obtuso y un contorno en arco rebajado, con hiiellas de LISO o sin ellas (tipo A ) (fig. 118).
- Un frente que haya trabajado la piel, configurado por levantamientos paralelos con ángulo agudo y extremidades laterales
muy agudas (tipo C) (fig. 121). Si estas extremidades hubieran estado sin cubrir (sin mango o sustancia de enastado) habrían desgarrado la piel.
- Un pulido de materia dura sobre la cara dorsal o ventral de
la extremidad lateral del frente y10 levantamientos microscópicos
sobre la cara ventral de una o de las dos extremidades.
¿Se puede reconstituir la forma del mango de los raspadores?
La localización de la zona usada y el movimiento que realizan
los útiles en acción determinan el diseño de los mangos (Stordeur,
1987). En el caso del raspador el emplazamiento del elemento 1ític0 debe ser terminal. La parte activa puede ser paralela o perpendicular al eje mayor del mango. La etnografía atestigua la
existencia de la piimera (Lapones, Tuchtki) y de la segunda posibilidad (Gurage, Indios de América del Norte, Patagones, Esquimales, etc.).
La cavidad necesaria para albergar un raspador puede ser de
dimensiones próximas a las de la pieza lítica. Sin embargo, algunas sustancias de enastado son necesarias y suficientes para mantener la pieza lítica en el mango sin que tengan que estar ajustadas
(Deacon & Deacon, 1980). En este caso, las dimensiones de la
pieza lítica no tienen mucha importancia.
¿Cómo saber si ha habido reavivado de los frentes del raspador?
Se podría pensar que la presencia en el frente de microlevantamientos no laminares, a veces reflejados o abruptos que parecen
realizados posteriormente al retoque laminar principal, es una
prueba de la existencia de reavivado.
Sin embargo, estas microdescamaciones pueden ser debidas o
a la regularización del filo para suprimir aristas demasiado cortantes que dañarían las pieles o a la utilización. No hemos producido estas descamaciones sobreimpuestas al borde retocado con el
trabajo de la piel (fig. 53) ni con el trabajo de la madera (cfr. Segunda Parte, 3.1 .). Éstas pueden ser debidas también a una utilización sobre una materia dura animal (fig. 44), como el hueso o el
asta (Brink, 1978). La única manera de diferenciarlas es la existencia de una interrupción brusca del desgaste o del pulido.
La morfología rebajada del arco del frente y un ángulo abrupto es un indicio, pero no una prueba del reavivado en el mango.
La mayor parte de los indicios señalados no constituyen pruebas incontestables. Solamente la constatación de una recurrencia
de comportamiento técnico sobre las piezas arqueológicas, aprehendida por la morfología de los útiles y por las huellas de uso
puede proporcionar las bases del razonamiento funcional.
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1. "LA VIDA DE UN ÚTILY LOS
RASPADORES MAGDALENIENSES
DE LA GROTTE GAZEL
1.1. Muestra estudiada
El material arqueológico estudiado comprende un conjunto de
raspadores sacados a la luz en la capa 7 de la Grotte Gazel (Salleles-labardes, Francia) hasta el 1 de septiembre de 1993. Este
estrato constituye la base inferior de los depósitos arqueológicos
de la sala central de la galería superior de la cavidad.
La capa 7 ofrece un conjunto de artefactos característico del
Magdaleniense Medio de facies pirenaica. La fauna que acompaña a esta industria es mayoritariamente de reno (Sacchi, 1986).
Su edad radiométrica es de 15.070 + 270 años BP (Gif-2.655),
según la medida de la tasa de radiocarbono de los carbones que
provienen del mismo conjunto.
La muestra estudiada comprende un total de 117 raspadores
fabricados sobre lasca o sobre hoja. Veintiuna piezas atípicas y
nucleiformes han sido separadas de la serie estudiada y dejadas
para un estudio ulterior.
La observación preliminar de los frentes de raspador en el microscopio metalográfico orientó la experimentación que ha sido
descrita en el capítulo 3.2.
1.2. Huellas de uso y huellas de alteración
Los raspadores de la Grotte Gazel presentan a simple vista
un aspecto de buena conservación, aunque se observa a veces
un ligero brillo de las superficies. A 200X, estas mismas superficies aparecen mucho menos frescas. Los bordes y las aristas
son a menudo alteradas y presentan una abrasión homogénea.
Sin embargo, las abrasiones que se observan sobre los filos de
los frentes permiten reconocer el uso producido por el trabajo
de la piel, en la mayoría de los casos. En primer lugar porque
estas abrasiones son muy intensas y modifican sensiblemente la
micromorfología de los filos. En segundo lugar, porque están a
menudo acompañadas de estrías paralelas perpendiculares al filo que no pueden producirse sin intervención humana.
De los 117 frentes de raspador analizados, 65 han sido
sometidos a una acción de raspado: 55 sobre piel, 1 sobre madera
y 9 sobre una materia dura no identificada (figs. 124 y 125).
Otros cuatro raspadores fueron empleados como percutores
intermedios o cuñas sobre una materia dura. Presentan levantamientos muy invasores sobre la cara ventral del frente y marcas
de impacto o levantamientos en la zona proximal. Los pulidos
situados en la proximidad de estas dos zonas no se distinguen de
los pulidos de alteración.
En los frentes de catorce piezas se observan micropulidos no
identificados y 23 no presentan huellas de uso. Finalmente, 2 frentes
fueron sometidos a una acción no identificada sobre una materia dura
y otros dos fueron empleados uno para raer una materia dura y el otro
una sustancia indeterminada. Las supeificies de 10 piezas están demasiado alteradas para que pueda realizarse un análisis traceológico.
1.3. Distribución de las huellas de uso, de elaboración
y morfología de los frentes
Hemos clasificado los frentes según las morfologías observadas previamente sobre el material arqueológico y definidas por
la experimentación (cfr. cap. 3.2.). Los indicios de uso después
del reavivado fueron igualmente registrados (figs. 124 y 125).
La clase A agrupa los frentes de figura más o menos semicircular, que poseen microdesconchados paralelos y reflejados
(fig. 117). 42 raspadores pertenecen a esta clase. 18 de entre ellos
muestran zonas usadas y no usadas sobre el mismo frente. 8
muestran una interrupción brusca de la zona roma con relación a
la zona virgen. 22 operaron sobre piel y 10 no presentan marcas.
Uno de los raspadores trabajó una materia dura y otro la madera.
En 9 de 42 raspadores no se ha podido identificar la utilización.
Cuatro de 110s estaban demasiado alterados y en los 5 restantes no
se pudo identificar la materia trabajada.
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Figura 117.- Arriba, proceso de reavivado de un frente de raspador enmangado (la zona rayada es la parte cubierta por el mango). El ángulo del
filo se hace más obtuso y los levantamientos del reavivado son cada vez más reflejados al no poder retomar las aristas laterales, por estar éstas
cubiertas por el mango. Abajo, ejemplo de este tipo de morfología de frente en un raspador procedente de la Grotte GazeL El desgaste de la
extremidad izquierda del frente es una pmeba de que ha sido utilizado con anterioridad al retoque. La ausencia de huellas de uso en el centro y el
ángulo obtuso puede asociarse con el retoque del raspador enmangado.
Figura 118.- Reproducción experimental de un frente de tipo A por reavivado del raspador enmangado. a) Raspador antes de ser reavivado.
b) Raspador tras el reavivado.
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Figura 119.- Arriba, proceso de reavivado de un frente de raspador enmangado. Se produce una muesca en el arco del frente que reduce
considerablementela parte del raspador fuera del mango en un lado. Abajo, ejemplo de este tipo de morfología de frente procedente de la
Grotte Gazel. a) Zona usada que se interrumpe a la izquierda por el retoque. b) Zona retocada que no presenta huellas de uso. e) Zona en contacto con el mango que presenta levantamientos en la cara ventral. d) Pulido puntual en la cara dorsal (cfr. fig. 115).
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Figura 120.- Reproducción experimental de un frente de tipo B. a) Zona usada. b) Zona readvada. c) Zona en contacto mn el mango que presenta levantamientos en la cara ventral.
1
Figura 122.- Ejemplo de un frente con morfologia del tipo C, prncedente de la gntte Gazel. E retoque que lo conforma es subparalelo.
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Figura 121.- Arriba, proceso de reavivado de un frente de raspador enmangado por levantamientos paralelos e invasores. Se produce una pérdida de longitud de la pieza litica junto con la disminución del ángulo del fdo. Abajo, reproducción experimental de un frente de tipo C.
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Figura 123.- Arriba, proceso de reavivado de un raspador no enmangado. Es posible retomar las aristas laterales del frente y mantener un
retoque laminar convergente. Abajo, ejemplo de raspador con esta morfología procedente de la Grotte Gazel. Este raspador presenta además un
machacado de la cima del frente donde converge el retoque, confirmando la existencia de retoque por contragolpe sobre yunque (cfr. fig. 106).
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Figura 124.- Tabla resumen del análisis morfológico y traceológico de los raspadores de la Grotte Gazel. (Continuación en la figura 125).
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Referei~cia
FI 474
U2 2078
12 2512
F50 3646
52 4722
52 472b
F50 R55
F50 3288
F50 3607a
F50 36071,
G1'1826a
G1'1826b
G50 re13 1
G1'1533
FI 533
F50 R59
H22111
H I ' re176 sb
G50 814
H 1 're165
CS
G0 706
G2 943
H2 1608
F50 R59
12 1321
F1 'R97
F1 1179
F1'1308
F50 3453
Fl'R97
12 2286
11 879 a
11 879 b
G1 1457
F1 557
Fll-C7
SB C7
Hl ' re176sb
F1529
12 639
11 2240
F2 462
F50 2519
H 1180
O
H2 1682
H2 R98
H50 319
F1 R118
12 675
150 1587
F50 3521
H1'2290
HI' 1686
F1 R122a
F1 R122b
F1 R122c
Tipo de
Frente
Al
A1
Al
Al
A1
A2
A1
Al
Al
CI
A1
A2
Al
Al
A1
Al
Al
A1
Al
a1
A1
Al
Al
A1
Al
A2
A2
A2
A2
A2
A2
A2
A2
A1
A2
A2
A2
A2
A2
A2
A2
B
B
B
B
B
B
B
B
B
B
B
B
B
B
D
C2
Interrupción
del desgaste
Melladuras veiitrales
e11uii borde
Accióii
Marcas de percusióii
e11la ciiiia del frente
Raspado
+
Alterado
Piel
Raspado
?
,?
Madera
S
Rlateria
traha,jada
Piel
,
Raspado
S
*
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S
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Alterado
Piel
Piel
Piel
Piel
Alterado
e
e
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
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*
e
S
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4
*
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Raspado
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Piel
Piel
Piel
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?
Piel
Piel
Piel
Piel
Piel
Piel
Piel
Piel
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
?
*
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*
*
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Piel
*
*
?
Piel
Mat. dura
Piel
Piel
Piel
Piel
Alterado
Piel
Piel
Piel
Piel
Mat. dura
Piel
Mat. dura
Alterado
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
Piel
Piel
Piel
Piel
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
*
*
*
*
*
*
L
*
*
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
*
*
e
Figura 125.- Tabla resumen del análisis morfológico y traceológico de los raspadores de la Grotte Gazel. (Viene de la figura 124).
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Quince raspadores pertenecen a la clase B (fig. 119). Prescntan una puiita (pulida o iio pulida) en la extremidad latei-al del
frente. Hay abrasioiles producidas por el trabajo de la piel en lodos los ejemplares, a excepción de 4. Dos trabajaron una materia
dura , uno no lleva huellas y otro está demasiado alterado. Entre
.los raspadores de la clase B, 4 presentan micromelladuras sobre el
borde lateral, como las que se describen en el programa expei-imental (cfr. cap. 3.2 ).
3 1 raspadores poseen frentes conformados por un retoque
paralelo (tipo C) (fig. 121). Ocho piezas muestran por otra
parte desconchados en uno de los lados. De 15 artefactos que
mostraban retoques sin desgastes, 10 se distinguen por una
repartición neta de zonas sin huellas y zonas desgastadas. Entre
los 31 raspadores de tipo C, 15 se destinaron a trabajar la piel. 5
no tienen huellas de uso, 4 presentan huellas de un uso no identificado y 4 han trabajado una materia dura. Finalmente 3
frentes de raspador estaban demasiado alterados para el análisis.
24 piezas tienen un frente semicircular sin indicios de reavivados (tipo D) (fig. 123). Su desgaste ha sido producido por el
trabajo de la piel en 10 casos y por una materia dura en cuatro
casos. Otros ocho no presentan huellas de uso y las marcas de
dos no han podido ser identificadas. Cuatro raspadores del tipo
D presentan una interrupción brusca entre las zonas desgastadas
y las partes vírgenes. Se observan levantamientos en un borde
ventral de 5 de los raspadores del tipo D. Dos no tienen huellas
de uso en el frente, lo cual indica un reavivado sin uso posterior
intenso.
También hemos detectado la existencia de machacados en la
cima de los frentes en la que convergen los levantamientos del retoque probando el empleo de una técnica de retoque conocida por
la etnografía (Mansur, 1986; Feustel, 1973) y probada experimentalmente. Sobre 35 frentes de los raspadores de Gazel existen estas marcas de impacto, que en cinco casos han provocado la fracturación del frente (fig. 106). Este procedimiento de retoque sobre
yunque ha debido ser ejecutada sobre el raspador no enmangado.
1.4. Conclusiones
Retoque
Sobre 35 raspadores, se atestigua la existencia de una técnica
de retoque conocida etnográficamente (fig. 106). ¿Es este gesto
idiosincrásico de un tallador? ¿Forma parte de una tradición técnica? Por el momento no llegamos a evaluar la envergadura de esta constatación. Sería necesario observar otros conjuntos contemporáneos y diacrónicos bajo este punto de vista.
uso
La mayor parte de los raspadores de la Grotte Gazel han sido
utilizados para el raspado de la piel animal. Los desgastes presentes en los frentes no están acompañados de micromelladuras
en la caras ventrales de las zonas usadas. Esta falta de melladuras
indica un uso en "negativo" (fig 104) como lo hemos demostrado
experimentalmente (cfr. 3.2.3).
En alg~inos
casos, el desgaste es macroscópico (piezas FI C7450, G 1 C7- 1826 frente b, G 1' C7- 1893. 12 C718-2532 y F1
C7bis relevé 98 frente a). Hemos obtenido en experimentación
este tipo de uso sólo en presencia de abrasivos.'*
En consecuencia i-econoceiiios al menos dos etapas en la cadena operatoria del trabajo de la piel: el raspado de la piel en
seco siti abrasivo y con abrasivo. El primero tiene como objetivo
el ablandado y el adelgazado. El segundo tipo de raspado pretende solamente el reblandecido de la piel. En este caso el filo ya
no es cortante y no se reaviva porque la finalidad del trabajo es
romper las fibras de la piel por frotamiento con un borde romo.
En toda la serie estudiada, no hemos encontrado raspadores
que hubieran trabajado la piel en acción "positiva" (fg. 104). Este
tipo de acción, según los casos etnográficos y nuestra experiencia,
tiene como objeto el descarnado de la piel fresca o el alisado
(acabado) de la piel seca.
Sobre algunas piezas (Fl'C7bisR98b; Fl'C7bR97;
Fl'C7b1308; GlC7R66 y F50C7 3453), se puede observar el
doble pulido descrito en la experimentación: superficie rugosa en
la cara ventral y lisa en la cara dorsal (cfr. Primera Parte, 2.2.4.2
y Segunda Parte, 13.2.).
Algunos ejemplares han trabajado como percutores intermedios
en materias duras. Como los raspadores de La Garenne, presentan
levantamientos invasores en la cara ventral del fiente y a veces también en la extremidad extremidad opuesta. ¿Es esta una utilización
secundaria a posteriori de ciertos raspadores, o una preparación de
los frentes para emplearlos como cuñas para hendir?
Reavivado
En el caso de los raspadores reavivados la articulación entre
la zona roma y la zona no desgastada indica el momento de abandono del útil.
En 29 raspadores el desgaste es homogéneo. Han sido abandonados después de la utilización. Se observa una interrupción
del desgaste con levantamientos no desgastados en otros 37 raspadores. En este caso, o bien no ha habido utilización después del
reavivado o esta no ha tenido la duración necesaria para el desarrollo de nuevas huellas.
Solo 11 raspadores muestran en el frente levantamientos poco
o nada desgastados y a veces una zona roma. Se puede deducir de
ello que el reavivado se ha realizado después de un uso intenso y
antes del desgaste observado, que no ha sido tan largo como la
fase precedente de la utilización.
La presencia de zonas no usadas junto a zonas de uso intensivo prueba la existencia de un reavivado durante la utilización. Los
frentes con una morfología del tipo A o C, cuando presentan melladuras en las extremidades ventraies indican un reavivado (o un
uso) manteniendo la pieza insertada en su mango (incluso en
ausencia de huellas de uso).
No obstante, estos indices de ravivado no están siempre presentes. Como consecuencia, es difícil evaluar el tiempo y la cantidad de trabajo realizado.
- S . Beyries nos mostró un raspador con un desgaste igualmente intenso producido
por el trabajp de la piel sin abrasivos por los indios de Canadá.
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2. ANÁLISIS TIPOL~GICO,
MORFOMÉTRICO Y FUNCIONAL DE
LOS RASPADORES DEL PALEOL~TICO
SUPERIOR DE LA COVA DEL P A R P A L L ~
2.1. La muestra estudiada
El presente estudio comprende una muestra procedente de las
excavaciones de D. Luis Pericot en el yacimiento de la Cova el
Parpalló (Gandía) desde el año 1929 al año 1931 (Pericot, 1942).
No vamos a extendemos en la descripción de este yacimiento arqueológico, sobrada y justificadamente conocido tanto por la riqueza
del conjunto artístico en plaquetas que contiene (que ha sido objeto
de los análisis d e h (1985, 1986), Velasco (1985) y Porte11 (1986)
y recientemente estudiado por Villaverde (1994)). como por la circunstancia de recoger en su estratigrafía los restos materiales de los
grupos que la frecuentaron durante una buena parte del Paleolítico
Superior: desde el Gravetiense hasta el Paleolítico Superior Final. De
estos restos existen ya estudios que preceden al nuestro. Sobre ellos
vamos a apoyamos a la hora de desarrollar ciertos aspectos funcionales y tecnológicos más generales (Aura, 1988, 1995; Davidson,
1989; Fullola, 1983; Rodrigo, 1988; Miralles, 1982).
Únicamente vamos a recordar aquí la existencia de tres dataciones absolutas. Una es del Solutrense Superior (1 8080+800), la segunda del Solutreogravetiense(179-340) y la última del Magdaleniense Superior (13975-00) (Boffinger y Davidson, 1977).
Se ha elegido analizar el total de los raspadores correspondientes a los niveles con industrias atribuibles al Gravetiense, Solutrense Inferior, Solutrense Medio y Solutrense Superior. De los
materiales procedentes de los niveles solutreogravetienses y magdalenienses se han seleccionado únicamente los raspadores que
provienen de la última fase de la excavación que se realizó en el
talud testigo. La excesiva abundancia de material lítico en estos
niveles hacía imposible el contemplar el estudio de su totalidad. La
reciente revisión realizada por J.E. Aura del material magddeniense
del Talud permite abordar su estudio funcional sobre unas bases sólidas (Aura, 1995). Por un lado, la revisión de la documentación de
L. Pericot referente a las excavaciones ha permitido demostrar el
rigor con que se realizó esta última fase de la excavación, en la que
se distinguieron las capas naturales de la estratigrafía de Parpalló.
Por otro, el análisis morfotécnico y morfométrico de la industria Iítica que lleva a cabo Aura nos dota de una información sobre las características generales de la industria lítica de este período en las que
inscribir el comportamiento técnico respecto a los raspadores. Esta
información falta para el resto de los niveles.
La adscripción cronológica de las diferentes capas cuyo material
se ha estudiado es la que proponen Aura (1988) y Villaverde (1993).
Cuando llevamos a cabo el análisis morfológico de los raspadores de
Parpalló tomamos como atribuciones cronológicas las propuestas por
Aura en su tesis inédita. Por ello manteníamos individualizadala capa 12 del talud. En la publicación posterior de su tesis el autor incluía
el material de esta capa en el Solutreogravetiensepor su laminaridad.
Hemos incluido en nuestras tablas generales (Anexo 111) L c q a 12
a
en el Solutreogravetiense, pero mantenemos la subdivisión en las
tablas parciales ya que según nuestro análisis se confirma la idea de
Aura de que está más cercana al Solutreogravetiense que al Magdaleniense Antiguo que la sucede.
Se incluyen en el análisis útiles Iíticos cuya moilología de filo se
aproxima a la del raspador sobi-e lasca u hoja simple o a los raspadores espesos y nucleifoi-mes:tiuncadui-as. piezas de retoque continuo conformando un arco (como las piezas de retoque alterno del
Magdaleniense Antiguo de Parpalló). raspadores esquirlados y algunas rasquetas. El muestre0 respecto a estos útiles no ha sido exhaustivo. Únicamente se han estudiado los que se encontraban en las bolsas de material retocado junto a raspadores."'
Se ha realizado un análisis morfométrico de todas las piezas seleccionadas (n=3320), que contienen un total 3483 frentes de raspador (considerando los raspadores dobles). Para el análisis traceológico se seleccionaron 1066 piezas al azai; procurando que estuviesen contemplados todos los tipos más representativos de cada
uno de los conjuntos de distintas cronologías.
El estado de conservación de las superficies microscópicas
del utillaje lítico de Parpalló es bastante bueno. La presencia de
piezas con pátina blanca es muy escasa y las alteraciones de tipo
lustre (o los briglzt spots, como suele denominarse en jerga traceológica) son aún menos frecuentes que en el material de Gazel.
Únicamente existe el problema de las posibles alteraciones postexcavación. Durante la recogida del material en la excavación no
se observaron los procedimientos que actualmente se aconsejan
para todo material que tenga que ser objeto de análisis traceológico (no lavado, conservación en bolsas de plástico individuales, no
siglado, etc.). El material se recogió en paquetes de papel y posteriormente se ha trasladado a bolsas de plástico (por grupos de
piezas), buena parte de él no fue lavado durante el proceso de excavación y el estudio de Pericot. La sigla no está escrita sobre la
pieza sino en un papel introducido en la bolsa, salvo en aquellas
que fueron dibujadas para la publicación de Pericot, o estudiadas
posteriormente. Por lo tanto el tipo de alteración, por tratamiento
post-excavación, que cabe esperar es el que se produce al chocar
unas piezas contra otras, pero no el derivado de otro género de
manipulaciones.
No obstante, los sucesivos estudios a que se ha sometido este
matenal, han introducido algunos agentes de alteración. Sabemos
que actuaciones como verter una bolsa llena d e útiles sobre la
mesa para su observación puede producir alteraciones mecánicas
de tipo micromelladuras y pulidos ligeros (Gero, 1978; Plisson,
1985; Vaughan, 1985; Gutiérrez et alii, 1988). Nuestra experimentación recoge algunas de las alteraciones producidas por el
choque de las piezas unas contra otras (Primera Parte, 2.2.4.2). En
general son estigmas distinguibles por su distribución no regular
ni localizada. Se ha considerado la posibilidad de existencia de
estas marcas, es decir, no se ha tenido en cuenta para el análisis
funcional la presencia de puntos de pulido aislados, no asociados
a bordes activos y10 no regulares ni suficientemente desarrollados
y extensos." Tampoco se ha utilizado la presencia de micromelladuras como único criterio para realizar interpretaciones funcionales.
El material se conserva en bolsas que agrupan las piezas retocadas por un lado y
las piezas no retocadas por otro. Los raspadores se hallan junto a otros útiles retocados. Querernos agradecer aquí k colaboraciónde B. Soler, quien bas realizar los trabajos de inventario de material Iítico de Parpalló, nos indicó qué bolsas, entre las del
material retocado, contenían riispadores Respecto a los útiles Iíticos con morfologías
de filo similares a las del raspador, se han estudiado únicamente aquellos que se encontraban en estas bolsas.
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Más grave que ninguna otra, porque deja el matei-ial defiiiitivamente inservible pai-a iodo análisis iraceológico. es la costunibre de pasar el lápiz sobre las aristas y los filos para "ver inejor el
retoque" a la hora de dib~ijarlas. hemos conseguido eliminar
No
los restos de grafito que quedan adheridos a la roca. con ninguno
de los procedimientos que utilizamos habitualmente para su lavado (lámina VI1 b). Los con.juntos más afectados por este tipo de
alteración son el Gravetieiise y el Solutrense.
La mayor paite de las piezas analizadas no tienen un número de
inventario individual que las identifique en su lugar de conservación,
ya que se encuentran agrupadas en bolsas. De cara a poder identificarlas a lo largo de este análisis y a hacer posible posteriores comprobaciones, registramos el número de inventario de la bolsa de almacén
en la que se conservan y dibujamos y adjudicamos un número de inventario a cada una de las piezas analizadas.
2.2. Objetivos
"Still it is clear tlzat tool ii~orpltology
reflects a coizscio~rs
atteinpt to fashioii a rool for a specific task or ser of related tasks,
and subseqlrerzt use or recm " (Schiffer, 1972).
Nuestra aproximación actual al conjunto de raspadores difiere de
las realizadas hasta el momento en que nuestro objetivo no es clasificatorio. El objetivo final es identificar comportamientos técnicos
idiosincrásicos para cada uno de los tecnocomplejos analizados y
averiguar cuál es el grado de relación entre la morfología de las piezas
y de los filos y la función a que se han destinado.
La clasificación tipológica que hemos llevado a cabo sigue los
criterios de la propuesta por Sonneviile-Bordes y Perrot. Independientemente de la tipología aplicada, vamos a servirnos de un conjunto de
caracteres morfológicos para describir las piezas, tanto su soporte como el frente del raspador. Los caracteres descriptivos del frente no
han sido elegidos al azar, sino que responden a hipótesis sobre la potencialidad funcional de los raspadores que se desprenden tanto de
nuestro propio material experimental como de los fenómenos observados en Etnografía.Algunos datos se refieren también a las técnicas
de retoque o reavivado y al estado del frente en el momento de su
abandono. Otros caracteres rnorfológicos ya han sido propuestos con
anterioridad (Movius et alii, 1968) y se retornan aquí por su significado funcional. El registro de evidencias traceológicas también recoge
criterios diagnósticos de las técnicas y procedimientos ya mencionados. Todo ello ha sido aplicado con anterioridad al conjunto mas reducido de raspadores de la Grotte Gazel. observamos después cómo
se distribuyen estos caracteres entre los diferentes tipos de raspadores
y en los diferentes espectros temporales de Parpalló. La comparación
entre los tipos de soporte del material retocado y los de los raspadores
de los diferentes conjuntos (de los períodos de los que disponemos de
esta información respecto al total de la industria) permitirá valorar si
ha habido una selección de los soportes para la elaboración de raspadores.
La relación entre los datos funcionales y los morfológicos se
llevará a cabo posteriormente. De este modo pensamos evaluar
"En cuanto a los pulidos y desgastes de uso producidos por el trabajo de la piel, sabemos que so11los inis resistentes a todo tipo de alteraciones debido a que modifican en un grado inuy intenso la microtopografía de la roca. (Plisson, 1983; Plisson et
Mauger, 1988: 12)
qué significado tiene la distribución poi-ceiitual de los raspadores
dentro de los diferentes coi~juntos.y si existe una relación entre
tipología y función en cada uiio o e11todos los períodos analizados.
El análisis riiétiico se Iia aplicado más conci-etarnentea tres tipos
de raspadores que presentan morfologías de frente más homogéneas
y cuya atiibución funcional es iaiiibién más recurrente. Se trata de
los raspadores siniples (tipo I ). los raspadores sobre lasca u hoja retocada (tipo 5) y los raspadores dobles (tipo 3).
Se observarán las diferencias y coiivergencias entre los
diferentes períodos analizados respecto a:
A.- Morfolozía. Análisis desciiptivo de la morfología de los raspadores de cada pei-íodo a partir de las frecuencias de grupos
tipológicos, de morfología de los soportes y de los frentes (las dimensiones, ángulos de los filos y delineación del frente). Una vez
descritos estos caracteres se intentará relacionarlos con las técnicas
de retoque, de reavivado, posibilidades de enmangue y función.
B.- Técnicas de retoque. de reavivado y estadio en el que se
abandona el útil. Se consideran significativos para indicar gestos técnicos de retoque y reavivado los siguientes caracteres:
- Presencidausencia de estrías de percusión. La presencia de estrías de percusión en la cara ventral de los raspadores es indicativa
de dos tipos de circunstancias. La primera es la ausencia de uso. Un
filo no desgastado del que parten estrías de percusión en una pieza
con morfología nucleiforme está indicando una alta probabilidad de
que se trate de un desecho de talla (núcleo o fragmento de núcleo) y
no de un útil.
La segunda circunstancia que indican las estrías de percusión es
la utilización de un retocador de materia Iítica y no ósea o vegetal
(estos dos últimos no dejan estrías de percusión sino pulidos orientados muy ligeros, que en nuestro conjunto no podrían distinguirse
de los que se pueden haber producido por alteración post-excavación).
- Presencidausencia de machacados en la cima del frente. Las
marcas de percusión en el centro de la cara dorsal del soporte del
raspador, muchas veces en el punto donde converge el retoque, indican un retoque sobre yunque (cfr. Segunda Parte 1.3.2y 11.1).
- Fracturas del frente. La presencia de una fractura que parte de
la cara dorsal es indicativa de la misma técnica de retoque señalada
en el párrafo anterior.
- Morfología del retoque. Modo (simple, abrupto, sobreelevado,
variable), dirección (directo o inverso), tipo (convergente o no). Los
retoques sobreelevados y los abniptos, y los tipos no convergentes
pueden estar asociados a reavivados intensivos.
- Delineación irregular o sinuosa del frente. El contorno del filo
retocado denticulado o sinuoso y los tipos de frentes A, B y C, que
definimos en el estudio de los raspadores de Gazel.
- Ápice lateral. La existencia de un ápice lateral puede estar asociada al reavivado en presencia de un mango.
- La relación altura del arcolanchura del arco (del frente de raspador) favorable a la segunda se relaciona con mayor reavivado.
- Un contorno general rebajado o asimétrico.
-Articulación usolno uso o interrupción brusca del desgaste o
del pulido.
- Grado de desgaste.
C.- Enastado. Se evalúa la posibilidad de existencia de enastados a partir de:
- Homogeneidad en la anchura del soporte, el espesor y la
longitud.
- Modificación de los bordes laterales.
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- Exteiisión del retoque de los bordes laterales y contorno del
soporte (lados paralelos. convergentes o divergentes).
- Tipo de soporte.
- Modificaciones de la zona proximal u opuesta al frente.
- Ápice latcral.
D.- Función. Las huellas de uso que permiten identificar la
función de los frentes de raspador son:
- Presencia o ausencia de desgaste y tipo.
- Desgaste inacroscópico.
- Estrías: tipos y orientación.
- Morfología y distribución del pulido.
- Micromelladuras en la cara ventral.
Teniendo en cuenta el significado que tienen los caracteres
mencionados para la reconstrucción de las funciones de los raspadores y la identificación de comportamientos técnicos, elaboramos una ficha de registro con los campos que se detallan en el
siguiente apartado.
2.3. Metodología para e l estudio funcional d e un conj u n t o de r a s p a d o r e s arqueológicos
2.3.1. Análisis morfológico y métrico
Han sido objeto de este análisis 3320 piezas líticas elegidas
según los criterios detallados en el apartado 2.1. Se han tenido en
cuenta algunos caracteres que tienen que ver con la morfología
del soporte y otros que describen la morfología del frente del raspador. Las dimensiones de las diferentes partes de las piezas se
tomaron con un calibre de plástico, para evitar dejar residuos
metálicos en las superficies de las piezas líticas.
La descripción del soporte se formaliza con los siguientes
caracteres:
- Tipo d e soporte.
0.- Irreconocible.
1.- Hoja regular.
2.- Hoja irregular.
3 .- Hoja de preparación del núcleo.
4.- Lasca.
5.- Lasca laminar.
6.- Lasca de preparación del núcleo.
7.- Nucleiforme.
8.- Desecho de talla.
9.- Hojita irregular.
10.- Hoja irregular.
- Contorno del soporte.
1.- Lados paralelos.
2.- Lados convergentes.
3.- Lados divergentes.
4.- Otros.
- Sección del soporte.
1 .- Triangular.
2.- Trapezoidal.
3.- Variable.
4.- Piramidal.
5.- Otra.
- Dimensiones.
- Longitud máxima (en mm).
- Anchura máxima (en mm).
- Espesor máximo (en rnm).
- Distancia del frente a bordes laterales modificados (en mm).
- Anchui-ade la zona con bordes laterales modificados (en mm).
- Espesor de la zona con bordes laterales modificados (en mm).
- Modificación de bordes laterales.
1 .- Reg~ilai:
2.- Muesca pronunciada.
3.- No están modificados.
- Localización y descripción de retoques en los bordes
laterales.
- Retoque siiiiestro distal.
- Retoque siniestro mesial.
- Retoque siniestro proximal.
- Retoque dextro distal.
- Retoque dextro mesial.
- Retoque dextro proximal.
En cada una de las localizaciones se describe la dirección, la
extensión, el modo y el tipo de retoque con los siguientes cuatro
dígitos:
1.- Directo. 2.- Inverso. 3.- Mixto. 4.- Alternante. 5.- Bifacial.
1.- Marginal. 2.- Profundo.
1.- Simple. 2.- Plano. 3.- Abrupto. 4.- Sobreelevado. 5.- Burinante.
1.- Escaleriforme. 2.- Muesca. 3.- Denticulado. 4.- Escamoso.
5.- Auriñaciense.
- Distribución del retoque en los bordes laterales.
1.- Parcial en un borde.
2.- Parcial en los dos bordes.
3.- Total en un borde.
4.- Total en los dos bordes.
5.- Discontinuo en un borde.
6.- Discontinuo en los dos bordes.
7.- Parcial en un borde y total en el otro.
- Zona proximal. (En nuestra descripción consideramos como
zona proximal la opuesta al frente).
1.- Fractura por flexión.
2.- Buril.
3.- Retoque.
4.- Esquirlarniento.
5.- Bulbo.
6.- Eliminación intencional del bulbo.
7.- No se distingue.
8.- Perforador.
9.- Truncadura.
10.- Raspador.
11.- Zona dista1 del soporte (el raspador es basal).
12.- Lateral (el frente de raspador se sitúa en uno de los bordes laterales del soporte).
13.- Bec.
El frente del raspador se describe como sigue:
- Contorno general.
1.-Desviado hacia la izquierda.
2.- Desviado hacia la derecha.
3.- Arco rebajado.
4.- Ojival o apuntado.
5.- Regular.
6.- Hocico.
7.- Hombrera.
8.- Circular.
- Contorno del filo retocado.
1.- Regular.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
2.- Denticulado.
3.- Sinuoso.
- Tipo de frente (según los tipos que definimos tecnológicaniente
por expei-iinentación y aplicamos al análisis de los raspadores de
Gazel (Segunda Parte, 1.3.2 y 11.1; fig. 17, 19. 21 y 23).
1 .-Tipo A.
2.- Tipo B.
3.- Tipo C.
4.- Tipo D.
- Modo de retoque.
1.- Simple
2.- Abrupto.
3.- Esquirlado.
4.- Variable.
5.- Sobreelevado.
- Tipo de retoque.
1 .- Convergente. (El retoque del frente converge en un solo
pu11to).
2.- No convergente.
3.- Semiconvergente. (Cuando hay varias aristas en las que
converge el retoque)
- Perfil del frente.
O.- Variable.
1.- Cara ventral cóncava.
2.- Cara ventral convexa.
3.- Cara ventral recta.
- Frente fracturado.
O.- No.
1.- Desde la cara dorsal.
2.- Desde la cara ventral.
3.- Desde un lateral.
4.- No se distingue.
5.- Esquirlamiento.
- Ápice lateral.
O.- No.
1.- Sí, asociado a retoque escamoso.
2.- Sí, no asociado a retoque escamoso.
- Marcas de percusión en la cúspide del frente o zona central
de la cara dorsal.
N.- No.
Y.- Sí.
- Dimensiones.
- Anchura del frente (en mm).
- Altura del frente (en rnm).
- Ángulo del filo (en grados sexagesimales).
2.3.2. Análisis traceológico
Hemos llevado a cabo este análisis sobre un total de 1173
frentes de raspador (1066 raspadores, si consideramos como un
único útil, los raspadores dobles).
El análisis funcional está basado en algunas huellas de uso
que se han considerado significativas de determinados comportamientos técnicos. Para reconstruir la función es necesario identificar la materia trabajada y la acción. Ya planteamos en la
Primera Parte la problemática de la identificación de materias trabajadas a partir de los mcropulidos. Como ya argumentamos más
arriba, el tipo de contacto que se produce entre el utensilio y la
materia que se trabaja es el que determina el desarrollo de los micropulidos de uso, y este puede presentar una gama de mor-
I¿)logías iii~iy
divei-sas según las condiciones en que se realice un
11-ahajo. ello registramos aderiiás de la iilorfología de los p~iliPor
dos. oti-os caracteres que en ocasiones van a presentarse como argumentos más importantes para el diagnóstico funcional (presencia de desgastes macroscópicos. desconchados en la cara ventral
del frente de raspador. pulido con alvéolos orientados. etc.). Veremos en los cuadros de resultados que hemos señalado algunos
casos de estadios diferentes de material trabajado (piel seca. piel
con abrasivos. etc.). En estos casos siempre hay algún factor,
además del micropulido, que resulta determinante del estado de la
materia trabajada. Por ejemplo, se identifica un trabajo de piel seca en las piezas con un desgaste microscópico intenso o
macroscópico ligero muy regular y con pocas estrías. Cuando las
estrías son muy profundas y abundantes se señala la presencia de
abrasivos.
Hemos encontrado también en el material de Parpalló pulidos
dobles que describimos en la Segunda Parte 1.3.2. y en la Primera
Pai-te 2.2.4. Aunque estamos convencidos, por haberlos observado en material experimental, que se producen del trabajo de una
sola materia con situaciones de contacto distintas en las dos caras
del filo activo, los hemos distinguido en las tablas como
"maderalpiel".
- Preparación del rnateriul a estudiar y observación
El material arqueológico se lavó con ácido acético al 5% y
con agua oxigenada de 110 vol. Para eliminar los restos de grasa
producidos por la manipulación lavamos el material con detergente neutro y agua y lo dejamos secar al aire. En determinados
casos, en los que a mitad observación se introducían manchas de
grasa de los dedos, se limpió con alcohol etílico.
La observación se realizó con el equipo de micoscopía óptica
del Departamento de Prehistoria y Arqueología de Ia Universidad
de Valencia descrito en la Primera Parte 2.2.4.2.
- Registro
El registro de huellas de uso está centrado en la determinación
funcional de los frentes de los raspadores. Las descripciones de
otras zonas de uso se incluyen en las observaciones.
Los datos registrados durante la observación se refieren a
huellas de uso que se consideran significativas de determinados
modos de acción o materias trabajadas. En las tablas de resultados
se presenta la acción y la materia trabajada identificada, es decir
la interpretación que damos a tales huellas de uso. Por ello vamos
a definir a continuación junto a la descripción de los caracteres
registrados su significado funcional.
- Estrías de percusión en la cara ventral
N.- No.
Y.- Sí.
Los útiles de morfología nucleiforme sin huellas de uso y con
estrías de percusión se identifican como núcleos.
- Magnit~cddel desgaste
O.- No.
1.- Microscópico ligero. Desgaste sólo apreciable con el microscopio a 200x. Puede producirse por alteración o por el trabajo
de materias de dureza media (madera, asta remojada).
2.- Microscópico intenso. Desgaste apreciable con microscopio a 100x. Se considera diagnóstico de trabajo de la piel,
cuando va acompañado de un micropulido de morfología rugosa.
3.- Macroscópico ligero. Desgaste apreciable con lupa binoc-
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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d a r a 6x.Se identifica como tilo que ha trabajado la piel durante
un tiempo largo.
4.- Macroscópico intenso. Desgaste que llega a redondear el
filo e incluso las aristas de retoque cercanas a estc. Lo relacionamos con el trabajo de la piel con abrasivos.
- Típo de desgaste
1.- Desgaste ligero que afecta a la cara dorsal asociado a melladuras pequeñas y en escalón en la ca-a ventral. Se identifica con acciones positivas (la cara dorsal va delante durante el movimiento).
2.- Desgaste que afecta a la cara ventral principalmente pero
que presenta alveolos orientados. De algunos de ellos salen estrías
que se extienden por la cara ventral. Se identifica como acción
positiva sobre piel apoyada en base a las experimentaciones descritas en Segunda parte 1.3.l.
3.- Desgaste regular y homogéneo que suele afectar a las dos c r s
aa.
No hay melladuras en la cara ventral . Acción negativa sobre piel.
4.- Desgaste regular y homogéneo que afecta a las dos caras
acompañado de micromelladuras de terminación gradual. Acción
negativa sobre piel. Las melladuras probablemente son accidentales
Micropulido
Se identifica por su morfología con la denominación de la materia trabajada o de su dureza relativa, en función de las descripciones
y observaciones que se hicieron en la Pnmera Parte capítulo 2.2.4.2.
Intensidad del micropulido
O.- No.
1.- Típico, claramente aislado.
2.- Existente sin límites claros.
3.- Atípico o alterado.
4.- Poco desarrollado.
En los casos 3 y 4 se identifica la existencia de un uso pero no
la acción ni la materia trabajada si no hay otros caracteres que lo
permitan.
- Distribución del micropulido
l.- Continuo.
2.- Discontinuo.
3.- Puntos escasos de pulido.
4.- Puntos frecuentes.
En los dos primeros casos se considera una acción regular, en
los dos últimos puede tratarse de una acción corta o poco irregular
o de una alteración.
- Extensión en el borde ventral y extensión en el borde dorsal
l.- Limitado al filo.
2.- Limitado al borde.
3.- Cubriente.
En el caso 1 puede tratarse de un uso corto o de una alteración. En el caso 2 nos encontramos ante un uso sobre una materia medianamente dura (como la madera o la piel gruesa seca y
no tensada) o un uso corto sobre una materia blanda abrasiva (como la piel). En el caso 3, si se asocia a un pulido característico de
piel seca, se identifica como tal.
- Localización
1.- Izquierda.
2.- Derecha.
3.- Centro.
4.- 1+2+3.
5.-1+2.
6.- 2+3.
7.-1+3.
-
- Límite izquierdo y Iínlite derecho
Se divide el frente en 6 sectores y se localiza donde empieza y
donde acaba ei pulido.
- I~iterrupciónbrusca del desgaste o del pulido
N.- No.
S.- Sí.
Se identifica como reavivado siempre que esté acompañada
de levantamientos n~acroscópicos.(Cuando es así se identifica
no
como alteración post-deposicional).
- Estrías
Se describen las estrías con 5 dígitos:
1.- Ancha. 2.- Estrecha.
1.- Larga. 2.- Corta.
1.- Superficial. 2.- Profunda. 3.- Aditiva.
1.- Abundantes. 2.- Presentes. 3.- Escasas.
1.- Izquierda. 2.- Derecha. 3.- Centro 4.-1+2+3. 5.- 1 +2. 6.2+3. 7.-1+3.
- Desconchados en la cara ventral
Se describen con cinco dígitos:
O.-No hay desconchados.
1.- Terminación gradual. 2.- Reflejada. 3.- En escalón.
1.- Microscópicas marginales. 2- Microscópicas invasoras. 3.Macroscópicas marginales. 4.- Macroscópicas invasoras.
1.- Abundantes. 2.- Ocasionales.
l.- Izquierda. 2.- Derecha. 3.- Centro 4.-1+2+3. 5.-1+2. 6.2+3. 7.-1+3.
1.- Desgaste sobrepuesto. 2.- No desgastadas.
Pulidos atribuibles a nzango
1.- Arista. 2.- Borde derecho. 3.- Borde izquierdo. 4.- Ápice
- Estado de conservación
1.- Fresca.
2.- Alteración microscópica de aristas.
3.- Lustre ligero.
4.- Lustre intenso.
5.- Pátina sobre aristas.
6.- Pátina general.
7.- Quemada.
- Observaciones
Descripción de otras zonas de uso.
-
2.4. Análisis de dimensiones
Para analizar las dimensiones generales de los soportes de los
raspadores se han elaborado gráficos de puntos combinando 1011gitud con anchura, longitud con espesor y anchura con espesor.
La razón de expresar de esta forma nuestras observaciones, en vez
de utilizar los índices de carenado y espesor, es que pensamos que
los gráficos ofrecen más detalle y es posible vislumbrar más
claramente la intensidad de las concentraciones.
Vamos a presentar únicamente resultados generales de cada
penodo y los correspondientes a los raspadores simples (tipo 1) y
los raspadores sobre lasca u hoja retocadas (tipo 5). Queremos
comparar los módulos de los raspadores con el fin de establecer
posibles modificaciones o reducciones debidas al uso o al enmangue.
Realizaremos una descripción general de los módulos de todos los raspadores de cada grupo cronológico para luego compararlos con los tipos elegidos.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Gravetiense (fig. 126)
Lo más característico de los raspadores Gravetienses es su
laminaridad y su módulo relativamente grande. La longitud está
dispersa entre 25 y 50 milímetros y la anchura mucho más concentrada entre 15 y 25 mm. El espesor está concentrado entre 4
y 1Ornm.
Dado el reducido número de raspadores estudiados no consideramos que la distribución por tipos sea significativa aunque
se aprecia que los raspadores de mayor longitud son los raspadores simples y sobre soportes modificados y que no existe un
módulo que concentre a los raspadores más retocados (tipo 5).
GWmnENSEVOMS LOS TfWSi
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Figura 126.- Relación entre longitud, anchura y espesor de los soportes de los raspadores en el Gravetiense de Parpalló.
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Solutrense Inferior (fig. 127)
La longitud está entre 20 y 40 mm, la anchura entre 10 y 30
rnrn y el espesor entre 4 y 14 mm.
En los tipos 1 y 5 no se aprecian diferencias con las dimensiones generales. La mayor parte de los raspadores de este período son del tipo 1 por los que las diferencias con el cuadro general
son prácticamente inexistentes. Con respecto a los raspadores sobre soportes retocados, el número total es demasiado reducido como para poder extraer conclusiones.
SOLUTRENSE INFERIOR ( I O W S L N TIPOSI
42
Q
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20
LDNGWO
SDLUTRENSE INFERIOR VODOS LOS nP05)
SOLUTRENSEINFERiOR (TIPO 1)
SOlllrRENSE INFERIOR(TIPO 5,
ANCHUWA
SOLUTRENSE lNFERiDR V P D 6)
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ANCHUR*
Figura 127.- Relación entre longitud, anchura y espesor de los soportes de los raspadores en el Solutrense Inferior de Parpalló.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Solutrmse Medio (fig. 128)
La longitud se concentra entre 15 y 40 m m y la anchura entre
10 y 25 mm, el espesor está centrado entre 2 y 10 r r .
nn
En los gráficos que relaciona anchurallongitud y espesorlanchura se observa que el tipo 1 se concentra en la banda baja de la
anchura. Esto significa que en los raspadores de soportes más estrechos no se retocan los bordes laterales. Los raspadores de tipo 5
recogen el módulo generalizado a todos los tipos.
En cuanto al espesor vemos que no varía en los raspadores del
tipo 1, si los comparamos con el gráfico general. Sin embargo los
raspadores del tipo 5 son los menos espesos.
SOLWRENSE UEOIO ( TS
SOLUTRENSE MEOiD (TOMSLOS TIWSI
LOS TIWS)
ANCHURA
SOLUTRENSEMEOiO lTlW 11
SDLUTRENSEME080 ViW I l
ANCHURA
SMLITRENSE MEMO WPOS]
LOWOlTUD
ANCHUR*
Figura 128.- Relación entre longitud, anchura y espesor de los soportes de los raspadores en el Solutrense Medio de Parpalló.
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Solutrense Su~erior 129)
(fig.
La mayor parte de los raspadores de este gmpo se concentran
por su longitud entre 15 y 40 rnm y por su anchura entre 10 y 25.
El espesor es de 2 a 10 mm. El tipo 1 sigue la tendencia general al
período respecto a anchura y a longitud aunque tiende a ser
menos ancho, al igual que ocum'a en el Solutrense Medio.
Los raspadores del tipo 5 se concentran también la banda de
menor grosor.
Solutreogravetiense (fig. 130)
Como se aprecia en el cuadro general, en el que se relaciona anchura y longitud, la anchura es menor que en los períodos solutrenses
BOLLIIRENSE SUPERIOR ITO-
SOIUTRENSE SUPERIOR WWS LOS TIPOS)
LOS TIPOSI
LONOlTUD
SOLUTRENSE SUPERIOR (7iPO 11
LONGiTUO
SOLUTRENSE SUPERIOR mPO Il
O
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ANCHURA
SOLUTRENSE SUPERiOR mP0 S)
LOWOlND
SOLUmENSE SUPERIOR
ANCHURA
Figura 129.- Relación entre longitud, anchura y espesor de los soportes de los raspadores en el Solutrense Superior de Parpalló.
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(entre 11 y 20 rnm). En el gráfico que relaciona espesor y anchura se
observa que es también menos espeso (entre 3 y 7 mm). Estas dos
claves describen una industria claramente más laminar que la solutrense. El módulo en el Solutreogravetiense está mucho más homogeneizado, en los gráficos hay una menor dispersión de los valores.
El tipo 1 sigue la media general y el tipo 5 no abarca los raspadores más cortos. Esto indica una falta de variación entre los
raspadores más o menos retocados, y puede interpretarse como
una adaptación de los raspadores retocados al módulo de los no
retocados.
SULUTREOOWV~ENSEPODOS LOS TIPOS)
S O L m E O G W W E W S E (TODOS LOS nPOS1
ANCHURA
S<>LUTREOOR*V~ENSE~P~~)
Figura 130.- Relación entre longitud, anchura y espesor de los soportes de los raspadores en el Solutreogravetiensede Parpalló.
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Magdaleniense Antiguo A (fig. 131)
La anchura general es de 10 a 25 mm, la longitud es de 10 a
36 mm, y el espesor esta entre 3 y 15 mrn. Las medidas de espesor reflejan la presencia de nucleiformes, ya que si comparamos
el gráfico que recoge todos los raspadores con el que se refiere
únicamente a los raspadores simples (tipo 1 ) se observa que los
típicos tienen un espesor entre 3 y 10 mm. Esta tendencia aún es
más marcada en el tipo 5, que recoge los elementos menos espesos con una banda muy concentrada entre 5 y 7 mm.
Lo mismo ocurre con la anchura, que es más reducida en los
tipos 1 y 5 .
WGOALENIENSEM n0WS LOS TIPOS)
O
I
/
O
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I
m
2
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w
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LONGITUD
MAGONENIENSEM F O W S LOSiiPOSl
ANCHURA
Figura 131.- Relación entre longitud, anchura y espesor de los soportes de los raspadores en el Magdaleniense Antiguo A de Parpalló.
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Magdaleniense Antiguo B (fig. 132)
En los gráficos que describen las dimensiones de todos los
tipos de raspadores observamos una longitud concentrada entre
10 y 25 mm y una anchura similar. El espesor es de 3 a 12 mm.
Son en general más cortos que los raspadores del Magdaleniense
Antiguo A.
Los raspadores de tipo 1 recogen tendencias generales respecto a la longitud y la anchura, aunque son algo menos espesos.
Los del tipo 5 también recogen módulos similares a los del tipo 1.
UAGOALENIENB AB mOOOS LOS TIPOSI
MAODALENIENSEIIB ITOOOS LOS T I W S I
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Figura 132.- Relación entre longitud, anchura y espesor de los soportes de los raspadores en el MagdalenienseAntiguo B de Parpalló.
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Magdaleniense Superior (fig. 133)
La anchura está entre 10 y 25 mm, concentrándose entre 10 y
20 mm. La longitud está entre 10 y 35 mm pero hay gran número
de raspadores con longitudes entre 15 y 30 mm. El espesor bascula claramente entre 3 y 8 mrn.
Los raspadores del tipo 1 siguen las tendencias generales de
anchura, longitud y espesor, aunque son algo menos espesos y
más estrechos.
El tipo 5 sigue la tendencia general agrupándose en las zonas
de mayor concentración general con tendencia a ser menos espeso, menos ancho y abandona las más cortas.
>
s
m
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m
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LONGITUD
MAGOALENIENSE (TODOS LOS TIPOS)
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MAGDUENIENSE S (TIPO I )
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ANCHURA
Figura 133.- Relación entre longitud, anchura y espesor de los soportes de los raspadores en el Magdaleniense Superior de Parpalló.
m
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2.5. Análisis morfológico descriptivo p o r períodos y
tipos d e raspadores. (Tipología, soportes y frentes)
Este análisis tiene por objeto describir la inorfología general
de los soportes y de los frentes de raspador en cada período. Se
pretende además determinar si hay tipos de raspadores que
prevalecen en los diferentes periodos. Para poder estimar la interrelación entre los caracteres elegidos se han elaborado tablas
combinándolos. Las discusiones de cada una de las tablas pretenden vislumbrar, a partir de la variabilidad observada, aspectos
técnicos y funcionales que se retomarán más adelante cuando se
trate el análisis traceológico.
Comuosición ti~ológicapor períodos (fig. 134,135 y 136)
Teniendo en cuenta la escasez de algunos de los tipos elegidos
inicialmente se han realizado tablas simplificadas en las que no se
incluyen aquellos tipos cuya representatividad era menor a quince
ejemplares sumando los procedentes de todos los niveles.
Se trata de los raspadores sobre hoja auriñaciense (tipo 6), los
raspadores circulares (tipo 9), los buriles-lámina truncada (tipo
19) y los raspadores-perforadores (tipo 21). Dada su escasa presencia los hemos eliminado de todos los análisis.
Asimismo se agruparon los tipos mas afines:
- Espesos, carenados y nucleiformes (números 11 a 16 en la
lista tipo).
- Raspadores-útiles compuestos (17 y 18).
Los raspadores más abundantes en todos los niveles son los
raspadores simples (tipo 1 en la lista tipológica de SonnevilleBordes y Perrot). Algo menos numerosos son los raspadores so-
bre hoja o lasca 1-eiocada (tipo 5 ) . Se observa una mayor variabilidad de tipos en el Soluti-ense Medio. Superior y Solutreogravetiense. Los raspadores atípicos (tipo 2) y dobles (tipo 3)
están presentes en todos los períodos en proporciones que van
de 3% a 1 1 % excepto en el Soluti-ense Inferior dónde sólo existe
un atípico.
Además de estas tendencias generales se observan tendencias
particulares en algunos períodos:
- Alta proporción de raspadores espesos y nucleiformes (tipos
11 a 16) en el Magdaleniense Antiguo A y B, y presencia en el
Magdaleniense Superior.
- Los raspadores ojivales (tipo 4) están presentes en el Solutrense Medio, Solutrense Superior, Solutreogravetiense y Magdaleniense Superior.
- Lo mismo ocurre con los raspadores sobre lasca (tipo 8).
- Los raspadores unguiformes son muy escasos, aparecen sobre todo en el Magdaleniense Superior (tipo 10).
- Los útiles compuestos, también poco numerosos, (tipos 17 y
18) registran su mayor número en el Solutrense Medio, Solutreogravetiense y Magdaleniense Superior.
- Los raspadores esquirlados se encuentran en los niveles solutrenses (tipo 76).
Además de los raspadores, se consideraron en el análisis algunas piezas que por la morfología de su zona retocada pudieran
haber tenido un uso similar al del raspador (fig. 134):
- Las raederas (tipo 78) del Magdaleniense.
- Las rasquetas del Magdaleniense Antiguo y Superior.
- Las truncaduras del Solutrense, Solutreogravetiense y Magdaleniense (tipos 60 a 64).
Raspador
1
Gravetiense
35
Solutrense Inferior
53
Solutrense Medio
210
Solutrense Superior
217
Solutreogravetiense
190
Magda1enienseA.A. 179
Magda1enienseA.B. 200
Magdaleniense Superior 434
Total
2
3
2
1
57
44
13
47
34
54
4
6
27
13
24
39
15
47
4
5
9
9
114
75
35
54
1 81
18 189
1
19
22
8
2
6
7
8
9
10 11
12 13 14 15
1
1
1
1
2
1
1 1
15 < 2 0
1 2 2 7 1
12 2
5
71 107 2
1518252 175 71 566 6 116 157 3
3
1
2
5 1 1 1
1 4
1
1 33 20 9
1 8 4 2 1 1
2
11 12 2 4
21 58 27 17
5
3
2
47
1
13
79
Figura 134.- Típología de los raspadores por períodos (números absolutos).Los números corresponden a los tipos definidos por SonnevilleBordes y Perrot.
Figura 135.- Tipología por períodos. Tabla simplificada (números absolutos).
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Raspador
1
2
3
4
S
7
8
10
11 a 16
17 y 18
Total
Gravetiense
Soluti-eiiseIriferior
Solutrerise Medio
Solutrense Superior
Soliitreogravetiense
MagdalenieiiseA.A.
Magdaleniense A.B.
Magdalenieiise Supenoi
67
70
42
51
6I
41
55
44
4
O
1
4
5
3
O
O
1
4
>
6
o
o
17
12
23
18
II
12
22
22
O
l
3
4
11
9
5
8
8
5
3
8
9
4
4
4
O
I
I
o
o
O
O
O
1
O
O
o
o
2
4
O
1
2
26
7
7
2
I
7
2
7
O
o
o
1O
0
1O
0
1O
0
1O
0
1O
0
1O
0
1O
0
100
Total
48
8
6
2
18
4
5
1
6
3
1O
0
1
11
1O
1
O
Figura 136.- Tipologia por penodos.Tabla siniplificada (porcentajes por períodos).
Discusiórz de las figuras 134, 135 y 136
1.- Los raspadores más abundantes en todos los periodos son
los del tipo 1 y los del tipo 5. Confrontando estos datos con los de
dimensiones (Cfr. 11. 2.4 ) observamos:
- Que sólo en el Solutrense Medio y Superior y Magdaleniense Superior hay diferencias entre el módulo general de los
raspadores y los de los tipos 1 y 5 : los del tipo 1 son algo más estrechos indicando que se busca reducir la anchura, al retocar los
bordes laterales de los del tipo 5.
- El tamaño de los soportes varía diacrónicamente indicando
que los raspadores se fabrican sobre los soportes que las técnicas
de talla de cada momento permiten.
Queda por comprobar si los raspadores se abandonan porque
sus frentes ya no son útiles, no pueden ser reavivados o porque se
ha acabado el trabajo para el que fueron fabricados. El grado de
desgaste y la morfología y ángulo de los frentes pueden aportar
indicios a este respecto.
2.- Hay raspadores atípicos en todos los períodos pero en mayor
cantidad en los períodos con mayor cantidad total de piezas. ¿Se
debe al mayor tamaño de la muestra o corresponden a otra función?
Pensamos que hay mayor cantidad de piezas no fácilmente clasificables cuanto mayor sea la muestra, pero como veremos más abajo
también corresponden a funciones más variadas.
3.- Los raspadores dobles existen con porcentajes similares en
todos los periodos. ¿Se trata de reutilización de soportes para la
misma función? En ese caso el ángulo de filo será mayor para ellos que para el resto de raspadores simples. Como veremos más
abajo el ángulo del filo es mayor.
4.- Los raspadores ojivales (tipo 4), en abanico (tipo 7) sobre
lasca (tipo 8) y unguiformes son escasos en todos los penodos y en
algunos casos inexistentes. Comparando los caracteres del frente y
el uso de estos raspadores con los típicos (tipos 1 y 5) podremos
saber si se trata del mismo útil que se clasifica en grupos diferentes
por características que no son funcionalmente significativas.
5.- Algunos tipos son característicos de determinados períodos:
- Raspadores espesos y nucleiformes (tipos 11 a 16). Sólo significativamente presentes en el Magdaleniense. La función nos indicará si son realmente raspadores. Además a partir del análisis de
soportes y frentes podremos distinguir los caracteres que los hacen morfológicamente distintos.
- Raspadores-útiles compuestos (tipos 17 y 18). Se documentan en el Solutrense Medio, Solutreogravetiense y Magdaleniense
Superior, precisamente los períodos de mayor laminaridad. ¿Se
utilizó la otra zona de útil retocado? Si fue así se trata de un comportamiento comparable al de los raspadores dobles en cuanto a
reempleo de soportes, pero en este caso probablemente para otras
funciones.
6.- Los raspadores esquirlados se encuentran en los niveles
solutrenses. A partir del análisis funcional podremos saber si son
raspadores reutilizados como cuñas, esbozos de piezas bifaciales,
o raspadores utilizados por percusión.
T i ~ o de so~orte períodos v tiuos de ras~ador
s
por
(figuras 137 a 141)
La división inicial en 10 tipos de soporte se ha simplificado
considerando cuatro grupos: los desechos de talla y soportes
irreconocibles (O y S), las láminas (1, 2 y 3), lascas (4, 5 y 6) y
larninitas (9 y 10).
Soporte
O
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Total
1
2
3
4
5
6
7
3
2
36
15
5
2
5
16
4
3
22
3
20
11
3
31
13
38
260
335
94
255
330
433
6
13
76
25
47
17
13
116
1
23
1
4
33
9
15
1
4
1
1
3
29
24
95
54
127
34
5
275
12
643
81
97
1758
313
86
8
9
10
Total
1
3
5
46
12
18
2
1
1
47
13
3
1
2
14
5
18
1
1
129
1
1
54
84
535
444
322
449
392
1040
85
67
171
7
3320
3
1
Figura 137.- Tipo de soporte por periodos (números absolutos). O=irreconocible, l=hoja regular, 2=hoja irregular, 3=hoja de preparación del
núcleo, 4=lasca, 5=lasca laminar, 6=lasca de preparación del núcleo, 7=nucleiforme, 8=desecho de talla, 9=hojita regular, lO=hojita irregular.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Soporte
Total
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Supenor
Total
Figura 138.- Tipo de soporte por períodos. Tabla simplificada
(números absolutos).
Soporte
Oy8 1,2y34,5y6
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Total
O
O
2
O
1
11
3
1
3
36
60
62
34
63
29
81
16
45
47
67
11
4
8
9
32
53
25
64
7
9y10
Total
0
1
O
1
2
11
3
2
4
3
6
6
O
1
13
100
100
100
100
100
100
100
100
3
6
100
1
Figura 139.- Tipo de soporte por períodos. Tabla simplificada (porcentajes).
Se observa el empleo preferente de lascas para fabricar raspadores en todos los períodos excepto en el Gravetiense y el Solutreogravetiense. Los raspadores sobre lasca son especialmente
mayoritarios en el Solutrense Superior y Magdaleniense Antiguo
A y B. En el Magdaleniense Antiguo A se utilizan además de lascas, restos de talla y nucleiformes. Los raspadores sobre hojita alcanzan su mayor número en el Magdaleniense Superior (ver
fig. 139).
La relación de tipos de raspador con los soportes en los que
se realizan se analizan por períodos en las figuras 140 y 141:
- Gravetiense (fig. 141): La mayoría de los raspadores son
sobre lasca u hoja bruta de talla (tipo 1). Entre éstos, el soporte
elegido preferentemente es laminar. Los ejemplares de ras-
padoi-es sobre lasca u hoja retocada (tipo 5 ) se realiza11pi-efci-entcmente sobre lasca. El resto de los tipos tienen una presencia
minoritaria. De los cuatro raspadores dobles. tres tienen sopoi-te
laminar.
- Solutrense Inferior (fig. 141): Los mayoría de los soportes
son lascas en todos los tipos de raspadores presentes. A pesar de
ello la laminaridad es considerable. Los raspadores son del tipo 1,
3 y 5. El resto alcanzan muy escasa representación.
- Solutrense Medio (fig. 141): Los raspadores son en su
mayoría sobre soportes no modificados (tipo 1). También Iiay
gran abundancia de raspadores sobre hoja o lasca retocada
(tipo 5) y en general una mayor diversificación de tipos: están presentes los atípicos, dobles, en abanico y sobre lasca.
En todos los casos el número de lascas como soportes supera
ampliamente a los soportes laminares. Aparecen algunos sobre hojita.
- Solutrense Superior (fig. 141): Mayoría absoluta de raspadores simples sobre lasca. Menor proporción del tipo 5 que en
el período anterior. Las proporciones de raspadores sobre lasca de
los tipos 2, 3, 4, 7 y 8 son similares a las que aparecían en el
período anterior. Se registran algunos nucleiformes y algunos sobre hojita.
- Solutreogravetiense (fig. 141): Proporción mayor de raspadores sobre hoja. Sin embargo los del tipo 5 siguen realizándose sobre lasca. Disminuye la cantidad de raspadores del tipo 8.
Mayor número de raspadores sobre hojita. Gran cantidad de raspadores dobles. Disminuyen los atípicos y los ojivales. Existen
escasos nucleiformes.
- Capa 12 (fig. 141): Hay una mayoría absoluta de raspadores
simples. Los soportes son lascas casi exclusivamente. No hay raspadores sobre hojita.
- Magdaleniense Antiguo A (fig. 141): Los soportes de los
raspadores siguen siendo preferentemente las lascas para todos
los tipos de raspadores incluidos los nucleiformes que son en
este momento muy abundantes. También se registra un notable
incremento de raspadores sobre fragmentos de talla e irreconocibles.
- Magdaleniense Antiguo B (fig. 141): Casi todos los raspadores son sobre lasca. Se registra aún la presencia de nucleiformes sobre lasca.
- Magdaleniense Superior (fig. 141): Hay un aumento de raspadores sobre hoja y hojita. La proporción de estos es menor en el
tipo 5 que en el tipo 1. Hay relativamente pocos nucleiformes.
Raspador
Figura 140.- Número en la lista tipo versus tipo de soporte en todos los períodos.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Gra\,etieiise
lista tipo
1
Solutreogravetierise
lista tipo
2
3
1
3
I
5
5
8
7
Total
o
OY8
1,2,3 23
12
4,5,6
7
9 y 10
1
Total
2
35
11
10 a16
>
4
1
30
19
o
I
O
4
2
9
O
O
O
1
51
Solutrense Inferior
lista t i ~ o
Magdaleniense Inicial
lista tipo
1
OY8
1,2,3
4,5,6
7
9 y 10
Total
Solutrense Medio
lista t i ~ o
2
25
1
2
4
1
2
3
8
4
21
6
180 47
39
Solutrense Superior
lista tipo
Total
13
217
45
3
10
2
O
4
1
7
1 1 1
20 64
7
2
2
54
8
1
0
1
11
27
75
5
12
27
8
1
14
40
5
1
22
1
O
34
O
-
5
Magdaleniense AB
5
1
8
23
2
O
1
Magdaleniense AA
lista tipo
Total
4
11
1OaI6Total
1
I
1
1
10 5
Oy8
3
25
1,2,3
4,5,6 143 37
7
1
2
9y10
1
3
8
7
5
1
6
19
1
1
2
1
OY8
4 6 5
1.2.3
4 3 5 166 39
7
9 y 10
1
4
4
3
Magdaleniense Superior
lista t i ~ o
Figura 141.- Número en la Lista tipo versus tipo de soporte en cada período.
0
1
O
O
I
1
Total
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Discrrsióíi de las jiglrrrrs 137 a 141
Pai-a valorar si esta distribución de tipos de soporte responde a
una seleccióii o no. hay que teriei-en cuenta las técnicas de talla y el
carácter inás o menos larniiiai-de la industria.
No disponemos de datos completos de la tecnología de talla de
cada periodo, aunque si que se encuentran referencias. en los estudios llevados a cabo anteriormente. respecto a la distribución de los
soportes.
Pericot hace la siguiente descripción de la presencia relativa
de hojas: ... "En general la proporción de hojas es mayor en los
niveles superiores, en especial las hojitas, numerosísimas y muy
variadas hasta cerca de los dos metros de profundidad. De los dos
a los cuatro metros, la proporción de lascas es fuerte, y las hojas,
como todos los útiles, son inuy toscos. Más allá de los cuatro metros, las hojas son bastante numerosas, pero las hojitas no lo son
tanto como en las capas superiores, y una proporción normal de
hojas se mantiene hasta la capa más profunda del yacimiento;
notemos asimismo que en estas capas inferiores aparecen las hojas de mayor tamaño observadas en la cueva, al mismo tiempo
que, como veremos, aquí es dónde más abundan las hojas retocadas." (Pericot, 1942: 29).
En las observaciones de Pericot se refleja en primer lugar la
laminaridad de los momentos Magdaleniense Superior y Solutreogravetiense separados por el episodio Magdaleniense Antiguo en
el que la proporción de lascas es la manifestación de una talla no
laminar. Esto mismo se señala en el análisis morfométrico Ilevado a cabo por Aura sobre el material retocado de las capas 1 a 13
de la excavación del talud: "Pasando ya al comportamiento y
evolución de los soportes clasificados vemos en primer lugar que
a partir de la comparación de sus respectivos índices laminares se
nos destacan tres conjuntos bastante homogéneos:
- El primero, sería el formado por las capas 13 (ilam: 64%) y 12
(ilam: 48%), con una significativa frecuencia de útiles obtenidos sobre hojas-hojitas más acorde con la dinámica Solutreogravetiense..."
- "El segundo bloque es el constituido por las capas 11(Ilam:
18%), 10 (ilam: 11%), 9 (Ilam: 4%), 8 (Ilam: 2,7%), 7 (Ilam: 7,1%)
y 6 (Ilarn: 8,9%). Aunados por unos bajos porcentajes de utillaje retocado sobre soportes laminares ..."
- "El tercer bloque es el formado por las capas 5 Olam: 31%), 4
(ilam: 68%), 2 (ilam: 61,7%) y 1 (ilam: 55%), parciales más acordes
con las características laminares repetidamente señaladas en los momentos avanzados del Magdaleniense." (Aura, 1988:148)
En segundo lugar Pericot señala que la laminaridad se continúa desde los cuatro metros hasta las capas más profundas del
Gravetiense. La confirmación de la laminaridad muy marcada del
Gravetiense viene de1 estudio de Miralles que señala un índice
laminar alto para el material no retocado (41,60%) y además en el
material retocado ... "El índice laminar, con un valor del 62,33%
es mucho más elevado que el dado para el desecho de talla, lo que
nos indica una mayor preferencia por hacer los útiles sobre piezas
laminares." (Miralles, 1982).
Sobre estas bases se destaca que:
1.- La laminaridad de la industria se refleja en la realización de
raspadores en el Gravetiense y en el Solutreogravetiense pero no
tanto en el Magdaleniense Superior en el que teniendo un índice
laminar similar para el material retocado hay una mayor proporción
de raspadores realizados sobre lasca. La razón de esta diferencia
puede ser o bien la ausencia de selección de soportes en este mo-
ineiito. o bien el Iieclio de que cii el indicc laminar en el Magdaleniense incluye soportes mici-olaiiiiiiai-esq~ic su tamaño no son
por
adecuados para la fabricacióii de raspadores. Nos refeilmos a la
abundancia de hojitas de dorso enire el iiiaterial retocado y al
tamaño general de la talla lamiiiai
Otra explicación podi-ía sci- que los raspadores en este peiíodo
estén más reavivados reduciendo su longit~id manera que al agnide
par las lascas laminares con las lascas. los soportes que antes del LISO
y del reavivado fueron láminas se han considerado como lascas.
Pero esta explicación no es posible ya que en los datos no simplificados se refleja una baja propoi-ción de lascas laminares si se compara con el número de lascas (figura 137).
2.- La utilización de soportes laminares en el Gravetiense y
el Solutreogravetiense es más marcada para los raspadores del
tipo 1 (raspadores sobre soportes no modificados) y 3 (raspadores dobles) que para los del tipo 5 (raspadores sobre hoja o
lasca retocada), en los que las lascas son ligeramente más abundantes. El análisis de las dimensiones del Solutreogravetiense no
indica diferencias en la anchura del módulo apreciables entre los
tipos 1 y 5. Este hecho podría interpretarse como un intento de
unificar el módulo por retoque si no fuera porque el intervalo de
anchura (entre 15 y 25 mm) es demasiado amplio como para ser
significativo.
En el caso del Gravetiense los raspadores del tipo 5 son precisamente los que presentan anchuras más dispares indicando una falta
de relación entre el retoque y un eventual enmangue.
3.- En los momentos Solutrenses (para los que Pericot señalaba
"una proporción normal de hojas") observamos una elección marcada de las lascas como soportes para todos los tipos de raspadores,
excepto los carenados y nucleifonnes. No ocurre lo mismo en el
Magdaleniense Antiguo en el que los nucleiformes también se realizan sobre lasca.
4.- El Magdaleniense Antiguo se destaca claramente de todo el
resto de la secuencia en el uso casi exclusivo de las lascas para todos
los tipos de raspadores. El uso de desechos de talla y de fragmentos
de soportes irreconocibles indica un comportamiento de
aprovechamiento máximo de la materia prima, por lo menos en
cuanto a la talla se refiere, que deberá ser matizado o confirmado
por el análisis traceológico.
5.- Los raspadores carenados y nucleiformes, cuyo número alcanza una gran significatividad en el Magdaleniense Antiguo, se realizan frecuentemente sobre lascas y deseclios de talla. La morfología nucleiforme de los soportes no permite distinguir en ocasiones el origen de los mismos. El análisis traceológico permitirá
definir si existió una utilización de los frentes o si se trata de núcleos
y fragmentos de núcleos, en cuyo caso se reflejada de nuevo el
aprovechamiento intensivo de la materia prima.
6.- Los raspadores atípicos (tipo 2), ojivales (tipo 4) y sobre lasca (tipo 8) parecen seguir las tendencias de los raspadores sobre soportes modificados (tipo 5). Los raspadores dobles (tipo 3) y los raspadores en abanico (tipo 7) presentan proporciones de soportes laminares paralelizables a las de los raspadores simples (tipo 1). ¿Son
asimilables estos dos grupos respecto a otros caracteres morfológicos o respecto a la función?
7.- Las hojitas están presentes en el Solutrense Medio, Superior
y Solutreogravetiense y de manera mucho más significativa en el
Magddeniense Superior. Los raspadores sobre estos soportes tan pequeños ¿tienen la misma utilización que el resto?
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Contoriio del souorte por ueríodos v tipos de raspador
(figuras 142 a 145)
Los iraspadores se realizan mayontariamente en soportes con
lados paralelos en todos los períodos. En el Gravetiense llegan a
constituii- el 81% de las piezas. En todos los niveles hay también
un alto porcentaje de raspadores fabricados en soportes de lados
convergentes y escasos de lados divergentes. Solamente en el
Magdaleniense Antiguo los soportes con lados divergentes llegan
a cifras proporcionalmente altas. También en este momento la
cantidad de raspadores en otros tipos de soportes no regulares es
mayor (figuras 142 y 143).
En general todos los tipos de raspadores, excepto carenados
y nucleiformes, se realizan mayoritariamente en soportes de lados paralelos en todos los periodos. La proporción de lados paralelos respecto de los de lados convergentes en el caso de los raspadores simples (tipo 1) es casi siempre mayor al doble. En el
caso de raspadores sobre lasca u hoja retocada las proporciones
relativas de lados convergentes y lados paralelos están más
igualadas. Sólo en el Solutrense Superior los soportes con lados
Gravetiense
Solutrense lnferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
MagdalenienseA.B.
Magdaleniense Superioi
convergentes superan a los de lados paralelos en los raspadores
del tipo 5. 7. 8 y 10. En el Solutrense Medio las cifras de estos
son también altas aunque no llegan a juperar a los de lados paraen
lelos más que en los 1-aspadoi-es abanico.
Los dobles (tipo 3) se realizan sobre soportes de lados paralelos. No se aprecian tendencias pi-eferentesen los raspadores espesos y atípicos eii ningún período.
Los nucleiformes (tipo 15) se fabrican preferentemente sobre
formas no regulai-es (figura 144).
Disc~isiólzde lasfigici-as 142 a 145
Un enmangue de raspador cubre la parte proximal del mismo
dejando libre para el uso únicamente el frente.
Los soportes con lados paralelos y convergentes son, en
líneas generales, más aptos para el enmangue por la misma regularidad general de la pieza. Sin embargo el inconveniente de encontrar un soporte no muy regular o con bordes laterales divergentes puede no ser importante si el grado de irregularidad o divergencia no es muy marcado y es, en todo caso, subsanable por
el tipo de enastado o la materia de enmangue.
La elección de un tipo de morfología y sobre todo su modificación voluntaria reflejan los condicionantes del tipo de enastado.
Hechas estas aclaraciones, pasemos a comentar los resultados
reflejados en las tablas:
1.- En general, dejando a un lado los raspadores carenados
y nucleiformes, los soportes de lados paralelos son los elegidos
en todos los periodos. Esto es lógico si tenemos en cuenta que
un raspador presenta por definición un frente retocado en forma
de arco en una de las extremidades del soporte. Ya analizaremos más adelante los casos de frentes situados en los bordes
laterales.
2.- Los lados convergentes, menos abundantes, responden a
las leyes de fracturación propias de las rocas silíceas que se
aprovechan para su talla.28Pero cuando existen retoques en los
bordes laterales esta morfología convergente puede estar indicando una modificación voluntaria del soporte para que cumpla unas
características morfológicas algo más "exigentes". El Solutrense
Superior y, en menor medida, el Solutrense Medio parecen perfilar esta peculiar conducta tecnológica. Recordemos además la
abundancia de lascas en estos períodos (figura 141).
3.- La gran abundancia de soportes de lados paralelos en el
Gravetiense se justifica por la laminaridad del conjunto acompañada por la mayoría de raspadores sobre soportes no modificados.
4.- El hecho de que los raspadores dobles se realicen casi exclusivamente en soportes de lados paralelos indica únicamente el
deseo de conseguir anchuras similares en los dos frentes opuestos,
probablemente para una misma función.
Figura 143.- Contorno de los soportes de los raspadores por períodos. Porcentajes.
Si el frente de raspador se sitúa en la parte dista1 del soporte, es Iógico que los lados converjan hacia el punto de percusión.
Contorno
Total
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
MapdalenienseA.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
181
99
44
59
1001
3176
Figura 142.- Contorno de los soportes de los raspadores por penodos. Números absolutos. l=lados paralelos, 2=lados convergentes,
3=lados divergentes, 4=otros.
Contorno
1
1
4
5
2
6
36 328
16 204
13 24
6 10
4
2
71 566
6
1
7
3
8
1
4
9
10
4 73
112 53
15
16
1
1
9
10
1
2
116 157
3
21
1
Total
12
13
14
15
16
17
18
19
21
,6:4
76
16 11
9
5
9
3
2 4 8
5
5
3
4
2
1
2
22
9
7
41
3
37
13
2
1
37
1
2
23
15
4
1
1
22
8
4
6
28
16
2
2
17
5
79
5
43
52
39
40
48
11
58
27
1
Figura 144.- Número en la lista tipo versus contorno de los soportes para todos los períodos.
77
1 78 IG.B.(
Total
[page-n-123]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Solutrcogravctiense
lista tipo
Gravctictisc
lista tipo
1
1
2
3
4
Total
3
2
1
1
3
1
3
4
5
7
1
8
1
2
4
O
9
O
1
2
3
4
33
16
3
1
Total
53
2
3
4
7
1
6
1
8
1
20
13
11
2
9
23
8
33
11
2
7
8
9
1
1
72
-
O
Magdaleniense AA
lista tipo
2
3
4
5
9417
58 17
1 1 4
15 9
23
3
1
12
1
1
25
23
4
2
Total 178 47
39
2
54
1
4
5
7
8
146
40
15
9
26
20
4
7
21
5
65
44
5
2
13
1
12
3
3
1
12
5
1
2
Total 210
57
27
19
114
15
20
1
2
3
4
1
2
3
4
132
55
17
13
23
6
6
10
9
4
Total 217
45
13
O
Magdaleniense AB
lista tipo
Solutrense Superior
lista tipo
4
O
44
23
4
1
3
3
0
-
1
2
2
1
Total
0
1
5
4
1
1
8
5
1
1
1
Solutrense Medio
lista tipo
1
2
3
4
7
Total 165
O
1
1
5
Magdaleniense Inicial
lista tipo
5
4
2
4
19
4
Solutrcnse Inferior
lista tipo
1
7
5
2
1
1
2
3
4
1
35
.
124
34
4
3
1
5
2
2
3
2
5
7
8
7
7
4
4
26
42
2
5
1
11
22
75
12
1
0
10
14
3
2
3
27
5
1
2
3
4
22
Total
Magdaleniense Superior
lista tipo
1
1
2
3
4
2
3
4
5
7
281 25
104 6
27
5
22 18
35
8
10
4
4
126
57
4
2
1
70
18
189
71
Total 434
54
4
47
Figura 145.- Número en la lista tipo versus contorno de los soportes para cada período.
O
1
1
10 a14
19
11
1
10
23
1
63
Total
178
114
31
61
384
[page-n-124]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
5.- El Magdaleniense Antiguo sigue distiiiyuiéndose ya que
aparecen soportes de lados divergentes y con otras formas. Esto
no se debe solaineiite a la gran cantidad de i-aspadores espesos y
n~icleiforines
sino que ocurre igual en los raspadores típicos.
Parece como si cualquier soporte se empleara para conseguir un
frente de raspador sin que sea determinante sil forina. ¿O acaso
hay funciones diversas para los frentes de i-aspador en este momento? Tanto la diversidad interna de los caracteres del frente como el análisis traceológico permitirán profundizar en esta
cuestión.
.
oor
s
Sección del s o ~ o r t e oeríodos y t i ~ o d e raspador
(figuras 146 a 149)
En el Gravetiense y Solutreogravetiense Iiay tendencia a la
utilización de soportes de sección trapezoidal. A partir del Magdaleniense Antiguo la opción por un tipo de sección no parece ser
Disc~isión lasfig~~ras a 149
de
146
La sección de los soportes está relacionada fundamentalmente
con la técnica de talla y con la elección de soportes bmtos ya que
en ella no influyen las modificaciones por retoques posteriores.
Se confirman las tendencias apuntadas anteriormente respecto
a estos factores:
1.- La laminaridad de los periodos Gravetiense y Solutreogravetiense se refleja en los soportes de los raspadores.
2.- Al contrario, la talla de lascas del Magdaleniense Antiguo también se ve reflejada en los soportes empleados en este
momento que presentan secciones muy variadas. Además no se
eligen soportes estandarizados en cuanto a la sección. Parece
haber por tanto aprovechamiento máximo y escasa selección de
soportes. Sólo el análisis traceológico y de morfología de los
frentes puede solucionar la cuestión de una posible diversidad
interna.
3.- El Solutrense se distingue de las industrias de lascas magdalenienses por la presencia de secciones trapezoidales, pero se
acerca a ellas por la utilización de gran cantidad de soportes con
secciones variables u otras (figura 147). Interpretarnos estas tendencias como una presencia de técnica laminar que no se refleja
en la elección de los soportes para la realización de los raspadore~.?~
Secciói
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
MagdalenienseA.B.
Magdde~ense
Superior
18
31
161
112
97
97
90
367
Figura 146.- Sección del soporte por períodos. Números absolutos.
l=triangular, 2=trapezoidal,3=variable, 4=piramidal, %otra.
Secciór
3
5
Total
13
12
4
17
6
7
7
4
O
4
22
24
37
1
1
13
3
1
2
8
22
27
7
30
38
15
100
100
100
100
100
100
100
100
31
Gravetiense
Solutrense lnfenor
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
4
7
3
21
100
o
cióii trapezoidal que ti-iaiigularen el Gi-avctieiise, Solutreograve- tiense y Magdaleniense Supeiior se inantiene en todos los tipos de
raspadore>, poi- lo que no parece ser tipológica, sino tecnológica.
ligada a la mayor laminaridad de estas industrias (figuras 148 y
149). Lo mismo ocurre en el Magdaleniensc Antiguo. aunque
aparecen todo tipo de secciones para todos los tipos de raspadores. Lógicamente en los raspadores ii~icleiformes carenados
y
las secciones son piramidales u otras.
El Solutrense se distingue del Gravetiense y del Solutreogravetiense por la menor presencia de soportes con secciones trapezoidales y mayor número de secciones variables, piramidales y
otras. No responde este hecho a criterios tipológicos como
podemos ver en la figura 149.
Zona ~ r o x i m a por veríodos v tiuos de raspador
l
(figuras 150 a 154)
En casi todos los períodos la mayoría de los raspadores conservan el bulbo en la parte proximal del soporte. Sólo en el el Solutreogravetiense hay un número algo mayor de soportes con zona
proximal fracturada por flexión. En el resto suele haber un
Figura 147.- Sección del soporte. Porcentajes por períodos.
muy importante o bien se utilizan todo tipo de soportes para la realización de raspadores (figuras 146 y 147).
La tendencia a haber un mayor número de soportes de sec-
" Desconocemos cuál es el grado de laminaridad del resto de h industria Solutrense
de Parpalió
17
7
9
10
11
12
13
14
15
24 159
28 250
4 44
4
15 108
2
4
1
49 39
47 37
1 2 2 6 1
2
1
8 53
8
8
3
4
4
2
7
10
2
3
1
5
6
2
3
2
8
9
4
15
22
6
1 15 20
9
1 2 3 2 2 1
3
1
1
4
32
2 9 2 4 6
Total 1518 253 175 71 565
6
3
21
58
27
17
5
1
2
3
4
5
2
3
513 53 65
626 67 62
95 23 7
1 1 7 5
273 103 36
4
5
8
116 157
79
16
5
43
18
19
6
1
52
1
21
,664
76
7
2
16
1 1 4 1 9
2
4
1
17
9
4
40
48
Figura 148.- Número en la lista tipo versrrs sección del soporte para todos los períodos.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Gravetiense
lista tipo
1
13
1 8
3
1
2
3
4
5
Total
2
3
2
4
1
2
I
5
7
8
11
a16 Total
17
1
26
7
10
>
>
7
o
1
1
35
2
4
O
9
O
O
51
1
O
RASPADORES DE LA CUEVA DE PARPALLO
Solutrense Inferior
Magdaleniense Inicial
Total
Magdaleniense AA
- lista tino
Solutrense Medio
1
2
3
4
5
Total
-
Magdaleniense AB
lista tipo
Solutrense Superior
lista tipo
1
1
2
3
4
5
Total
6
2
4 7
7 3 9
28
9
1
52 19
217
45
5
7
4
6
5
8 2 0 4 3
6
2
6 2 0
6
5
3 1 4
1
1 12
5 20
1
1
13
22
75
12
11
a16 Total
112
1 1 2 4
68
3
112
2
10
8
3
27
2
3
3
5
1
1
2
3
4
5
Total
419
Magdaleniense Superior
lista tipo
1
1
2
3
4
5
Total
3
4
181 14
9
203
1 0 3
1
39 28
2
20
18
1
1
7
9
7
434
47
18
54
2
5
7
51 32
105 35
10 2
22
5
2
3 6
55 10
1 2 2
4
7616
200
34
3
4
5
22
26
7
2
3
2
1
7
'i'
Total
1 2 6
15
1
1-
81
Total
2
188 71
Figura 149.- Número en la lista tipo versus sección del soporte para todos los períodos.
O
1
15
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
núriiero alto de li-act~iras
por flexión de la zona proxiinal (aiiiiq~ie
menos que las zonas psoxirnales con bulbo) excepto en el Magdalcnieiise Antiguo. En este últirno destaca la canti¿ad de soportes en los que e s imposible reconocer dónde se encuentra la
zona proxirnal (figura 152).
Hay que destacar la cantidad absoluta d e raspadores con
zona pi-oximal retocada, con truiicadusa y con eliminación in-
teiicional del biilbo en el Solutseiise Medio y el Superior. Eii el
Solutreogi-aveticiise destaca cl iiúinero de raspadoi-es-buril
(figura 150).
Los raspadores proximales y laterales están presentes en
el Solulrense Inferior y en menor proporción e n el Solutreogravetiense. Soliitrense Medio y Magdaleiiiense Antiguo B y
Superior-.
Zoiia proxiinal
4
5
6
7
1
3
2
1
30
32
192
190
79
6
158
181
351
5
4
14
28
3
3
7
9
29
1
8
41
39
8
3
140
96
106
1219
102
442
Gravetieiisc
8
Solutrense Infei-ior
15
Solutrense Medio
136
Solutrense Superior
104
Solutreogravetiense
97
Magdaleniense inicial
8
Magdaleniense A.A.
35
Magdaleniense A.B.
27
Magdaleniense Superior 303
6
3
18
3
4
2
27
11
33
19
6
4
1
2
2
7
Total
63
119
42
733
3
28
20
7
1
1G
9
10
11
I
I
21
4
8
I
3
15
47
23
40
8
31
18
116
2
52
171
301
Total
1
1
2
54
84
535
444
288
34
449
392
1040
3320
1
6
2
9
4
6
28
14
24
1
37
10
47
13
12
8
I
3
13
l2
33
10
72
Figura 150.- Morfología de la zona proximal del soporte de los raspadores por períodos. Se considera zona proximal la opuesta al frente. l=fractura
por flexión, 2=buril, 3=retoque, 4=esquirlamiento, ->=bulbo,
6=eliminación intencionada del bulbo, 7=no se distingue, 8=perforador, 9=truncadura,
lO=frente de raspador (raspador doble), ll=zona dista1 del soporte (el frente raspador se sitúa en la zona proximal), 12=lateral, 13=bec.
Zona oroximal
Zona proximal
-
2,3,8
1 9y13 4
Gravetiense
8
Solutrense Inferior
15
SolutrenseMedio
131
SolutrenseSuperior 104
SolutreograveOense
97
Magdaleniense Inicial 8
MagdalenienseA A
35
MagdalenienseA B
25
MagdalenienseSupenor 299
Total
1
4
54
26
30
4
24
15
69
5
6
7
3 0 5 1
3
28
6
6 184 13 34
4 186 25 34
2
77
8
3
1
3
6
3
2 155
5 134
2 170
9 85
2 332 28 100
4 4 5 3
76
6 14
27 49 498
13 37 429
22 42 281
8
1
34
39 41 435
15 48 369
47 124 1001
2,398
1 9y13 4
10lly12 Total
722 227 19 1168
94 405
174 367 3176
Figura 151.- Morfología de la zona proximal del soporte de los raspadores por períodos. Tabla simplificada. Números absolutos.
5
6
7
10 11y12 Total
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense Inicial
Magda1enienseA.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
15
20
26
24
35
24
8
7
30
2
5
11
6
11
12
6
4
7
O
O
1
1
1
3
O
1
O
57
37
37
43
27
18
36
46
33
9
2
4
8
3 7
6
8
1 3
9
9
1 31
2 23
3 10
8
8
5
3
8
3
9
4
5
8
18
10
9
15
24
9
13
12
100
100
100
100
100
100
100
100
100
Total
23
7
1
37
3
5
12
100
13
Figura 152.- Morfología de la zona proximal del soporte de los raspadores por períodos. Tabla simplificada. Porcentajes.
Raspador
Figura 153.-Número de la Lista tipo versus morfología de la zona proximal para todos los períodos.
[page-n-127]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Gravetiense
tipo
Solutreiise Iiiferior
Solutrense Medio
tino
Solutrense Superior
Magdaleniense Superior
tipo
Solutreogravetiense
tipo
tinn
Zona
prnx
1
2
4
5
1
2.3.8
9y13
4
5
6
7
lly12
70
5
4
15
Total
Magdaleniense Inferior
tioo
Zona
,,,,
1
1
2.3.8
Yy13
4
5
6
7
lly12
2
1
3
3
1
8
Total
25
4
5
8
10
1
1
165
Y
1
:t4
6
4
8
3
2
11
2
1
6
1
O
-
---
1
33
O
-
4
1
1
33
3
3
O
~
Y6
7
2
77
3
6
41
4
232
1
8
4
~
1
8
2
0
1
4
1
1
2
3
Tntal
1
1
2
5
31
3
tinn
7
1
1
2
1
Magdaleniense AA
7
2
2
8
2
1
3
2
5
7
-
Magdaleniense AB
tipo
Figura 154.- Número de la lista tipo versus morfología de la zona proximal para cada período.
O
~
~
~
t
a
~
[page-n-128]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Los distintos tipos de raspadores pi-eieiitan las /ollas pi-oxiriiales que siguen (figura 154):
- GI-avetiense:Tanto lo> sin~ples
(tipo 1 ) coiiio los sobre soporte retocado (tipo 5 ) conservan en su mayoría el bulbo
- Solutrense Inferior: Siguen la misma tendencia que en el
período anterior pero hay un mayor número de rahpadoi-es proximalcs y laterales.
- Solutreiise Medio: Gran número de los raspadores sirnples
conservan el bulbo, pero hay mayoría de piezas coi1 zona proximal tlexionada (tipo 1). En el caso del tipo 5 ocurre algo parecido
aunque el número de raspadores que conservan el bulbo casi duplica a los que tienen fractura proximal. Los retoques proximales
junto con las eliminaciones intencionales del bulbo son abundantes. También lo son los raspadores proximales y laterales. Los
raspadores en abanico suelen conservar el bulbo
- Solutrense Supeiior: La mayoría de los raspadores poseen el
bulbo en la zona proximal. Solo en los raspadores simples las
zonas proximales fracturadas por flexión son importantes. En los
raspadores sobre soporte retocado el bulbo se conserva mayoritariamente, aunque también existen con flexión proximal y algunos con retoques. Hay una cantidad considerable de raspadores
proximales y laterales así como de algunos en los que no se aprecia la zona proximal. La eliminación intencional del bulbo sigue
apareciendo en número mayor al período anterior.
- Solutreogravetiense: Dominan los raspadores con zona
proximal flexionada en todos los tipos presentes excepto en los
raspadores en abanico (tipo 7). Se encuentran proporciones similares de raspadores que conservan el bulbo. Son más abundantes
que en el periodo anterior los raspadores con frentes proximai o
r---
-
Medidas (mm)
Total
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Figura 155.- Longitud máxima para los raspadores con flexión proximal por períodos. Números absolutos.
Medidas (min)
>5 y >10 >15 y >20 y
<=5 <=lo <=15 <=20 <=30
latei-al.Sin cinbai-gocasi no exisicii raspadores con rcioqucs eii la
zona proximal o eliniiiiacióri iiitencioiial del bulbo y soportes no
orientables.
- Capa 12: Mayoría de raspadores simples con fractura por
flexión eii la zona proximal y frentes laterales o proximales.
- Magdaleniense Antiguo A: Las piezas más abundantes son
los raspadores de tipo 1 que conservan el bulbo. De este mismo
tipo hay un riúinero importante de soportes iil-econocibles y una
cantidad algo menor de frentes en la zona proximal y lateral. Gran
cantidad de carenados y nucleiforines en los que la zona proximal
es iil-econocible y algunos que conservan el bulbo.
- Magdaleniense Antiguo B: Casi todos los raspadores consei-van la zona proximal, tanto los simples como los sobre lasca retocada. Un número menor, pero también importante están hechos
sobre soportes en los que no se distingue la dirección de lascado.
Pocos tienen la zona proxirnal fracturada por Hexión.
- Magdaieniense Superior: Las zonas proximales con el bulbo
siguen siendo importantes aunque aumenta de forma espectacular
el número de raspadores con fracturas por flexión proximales. Así
como en el tipo 1 las flexiones de la zona proximal superan a las
que tienen el bulbo, no ocurre así en los raspadores sobre hoja o
lasca retocada (tipo 5 ) ni en los raspadores sobre lasca (tipo 8).
Tanto los ojivales como los en abanico conservan el bulbo. Hay
buena representación tanto de soportes en los que no se distingue
la dirección de lascado como de aquellos en los que el frente se
sitúa en la zona proximal o lateral.
Discrcsión de las figuras 150 a 154
Las modificaciones de la zona proximal pueden realizarse
con objeto de adaptar mejor la morfología del soporte a un
mango o para conseguir conformar una segunda zona activa.
Con la realización de frentes de raspador en las zonas proximales se consigue aprovechar la zona generalmente más espesa
del soporte facilitando al mismo tiempo la posibilidad de enmangue, ya que la zona dista1 del lascado s~iele más delgada
ser
y estrecha.
Las siguientes cuestiones se tendrán en cuenta en la realización
del análisis traceológico:
1.- Hemos visto cómo existe una mayoría de zonas proximales que conservan el bulbo en casi todos los periodos. Por lo
tanto no siempre la eliminación del bulbo se considera necesaria
o conveniente. En el Magdaleniense Antiguo esta tendencia es
aún más marcada y, unida a la cantidad importante de soportes
cuya zona proximal es irreconocible, refuerza la impresión que
los otros caracteres de morfología del soporte han ido indican-
>30 Total
Medidas (mm)
>5 y >10 >15 y >20 y
<=S <=lo <=15 <=20 e 3 0
>30 Total
1
2
18
14
15
5
3
41
100
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magda1enienseA.A.
Magda1enienseA.B.
Magdaleniense Superior
O
O
1
O
O
O
O
O
O
O
2
7
6
O
4
3
O
O
5
16
10
20
40
11
13
13
19
25
11
17
44
29
25
60
60
34
45
46
12
52
63
27
14
18
28
17
O
5
100
100
100
100
100
100
100
100
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magda1enienseA.A.
Magda1enienseA.B.
Magdaleniense Superior
O
0
100
O
O
O
O
O
0
0
8
29
25
O
4
33
0
0
8
20
13
8
12
40
1
1
15
15
7
4
7
51
1
45
5
4
19
20
30
6
O
16
Total
O
3
12
23
48
13
100
Total
100 100
100
100
100
100
Figura 156.- Longitud máxima para los raspadores con flexión proximal por períodos. Porcentajes por períodos.
1
3
23
10
14
5
Figura 157.- Longitud máxima para los raspadores con flexión proximal por períodos. Porcentajes por tamaños.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
do: no existen preferencias evidenics eii la conformacióii de los
soportes, por lo menos en cuanto a los caracteres considerados
se refiere.
2.- En el Gravetierise hay muy pocas modificaciones de la
zona proximal en todos los tipos de raspadores. ¿Se modifican los
laterales? Si no es así podrenios afiriiiai- la ausencia de preparaciones para el enastado que puede estar motivada por una mayor
regularidad general del módulo (conseguida por la talla estandarizada) o quizá por la ausencia de mangos.
3.- En todos los periodos. excepto en el Magdaleniense Antiguo, hay gran cantidad de fracturas por flexión de la zona proximal.
Destaca la mayoría de fracturas proximales que existe en el
Solutreogravetiense. Este tipo de fracturas puede ser un accidente
de talla, una eliminación voluntaria de la zona bulbar o un accidente durante el uso. En el primer caso la abundancia de estos soportes constituirÍa una selección de los mismos o, por lo menos, el
hecho de que no se considera importante la ausencia de esta zona
para la fabricación de raspadores. La segunda posibilidad se suma
a otros tipos de modificaciones, como el retoque, para adaptar la
zona proximal a un mango o para conformar otra zona activa. La
tercera posibilidad se puede matizar considerando la longitud general de estas piezas con fractura proximal (figura 155).
La ausencia de las fracturas por flexión en el Magdaleniense
Antiguo es completamente lógica teniendo en cuenta que los soportes de este periodo son lascas, más cortas y más espesas que
las hojas, y por lo tanto menos susceptibles de ser fracturadas accidental o intencionalmente.
4.- El Solutrense (sobre todo el Medio y el Superior) reúne
modificaciones variadas de las zonas proximales de los soportes:
un gran número de fracturas por flexión, y un número proporcionalmente alto de modificaciones proximales si sumamos los
retoques, las eliminaciones intencionales del bulbo y los raspadores cuya zona proximal no se distingue. Los raspadores distales son también abundantes. Esta apreciación es un tanto forzada en cuanto a proporciones relativas, pero nos parece señalada en
las cifras absolutas (figura 151). Hemos visto más arriba cómo la
abundancia de soportes con lados convergentes en los raspadores
sobre hoja o lasca retocada podría indicar modificaciones voluntarias más abundantes que en el resto de los periodos. Vemos ahora que existen retoques intencionales y eliminaciones del bulbo
tanto en este tipo de raspadores (tipo 5) como en el raspador simple (tipo 1). ¿Se trata de adaptaciones para el enastado? Volveremos a considerar esta cuestión cuando analicemos los retoques en
bordes laterales.
Las fracturas por flexión son proporcionalmente más importantes en los raspadores simples (tipo 1) que en los raspadores del
tipo 5. En estos últimos las proporciones de otros tipos de modificaciones son sin embargo algo mayores.
5.- Los raspadores ojivales (tipo 4) y los raspadores en abanico (tipo 7) y sobre lasca (tipo 8) suelen conservar el bulbo en todos los periodos.
6.- Existen raspadores distales y laterales en todos los períodos.
7.- En el Magdaleniense Superior el aumento de fracturas por
flexión debe relacionarse con la mayor laminaridad de los soportes. La fractura por flexión se asocia más a los raspadores simples (tipo 1) que a los que tiene soportes modificados (tipo 5 y 8).
Éstos últiinos conservan en iiiás ocasioiies cl bulbo. Se cncueiitraii iiiodificacioiies de la zona proximal de todo tipo. en proporciones sinlilares a las del Solutrense. En el aiiálisis de iiiodificaciones de bordes laterales volvereinos a ti-aiai-la posibilidad de
adaptaciones a un rnango.
Flexión ~roximai/ion~itud
máxima (figuras 155 y 156)
Se observa en la figura 156 cóino cii el Gravetiense los raspadores con flexión proxirnal tienen una longitud mayor a
30rnm.. En el Solutrense Inferior y Medio inás del 60% están entre 20 y 30 inrn de longitud. En el Solutrense Superior y Magdaleniense Superior están entre 15 y 30 mm. En el Solutreogravetiense la mayor parte es mayor a 20 mm. En el Magdaleniense
Antiguo A está más distribuido entre 10 y 30 mm. En el Magdaleniense Antiguo B la mayoría se encuentran entre 10 y 20 rnrn.
Discusiórr de las Jigzrrns 1.V n 1.57
La utilización de un filo transversal al eje principal de la
pieza lítica en un movimiento de raspado produce fracturas accidentales por flexión del soporte. Las mismas fuerzas entran en
juego cuando se retoca un frente de raspador.
La combinación de la presencia de una fractura por flexión en
la parte proximal con la longitud máxima del soporte permite matizar la causa de esta fractura. Experimentalmente hemos comprobado que cuando se produce una fractura durante el uso o el reavivado de raspadores enmangados esta ocuire a nivel del punto de
inflexión entre la pieza lítica y el mango (Collin et Jai-dón, 1993).
La resistencia de un soporte de raspador a la fractura está en función del espesor de la pieza y de la proporción de la misma que
queda fuera del enmangue. Interviene también la fuerza aplicada.
1.- El significado que tiene la alta presencia de fracturas por
flexión en el Solutreogravetiense jse debe a fracturas durante el
uso o a eliminaciones de una parte del soporte para su adaptación al
mango? Observamos en la figura 156 que, precisamente en este periodo la mayona de los raspadores con fractura en su zona proximal
tiene una longitud mayor a 20 mm, por lo que es difícil que la fractura sea un accidente durante la utilización o el reavivado del raspador enmangado. Sin embargo debemos considerar la posibilidad
de que el espesor de los soportes permitiese dejar más parte de la
pieza Iítica fuera del enmangue sin un riesgo evidente de fractura.
2.- En todos los periodos los raspadores con fracturas por
flexión proximales tienen longitudes mayores a 15 mm excepto
en el Magdaleniense Antiguo. En este momento este tipo de morfología es muy escasa por lo que bien podría deberse a accidentes
durante el uso o el reavivado. Sin embargo la longitud general de
los soportes debe ser también menor ya que se trata de industrias
de lascas.
Modificación de bordes laterales Dor Deríodos v t i ~ o de
s
raspador (figuras 158 a 161)
En todos los periodos existe un número mayor de raspadores
que no tienen sus bordes laterales conformados por retoques que
de aquellos que sí que lo están. Solo en el Solutrense Medio y en
el Superior el número relativo de piezas retocadas es ligeramente
superior que el de las no retocadas en sus bordes laterales. En todos los períodos la existencia de muescas laterales es poco importante (figuras 158 y 159).
El retoque en los bordes entra en la definición tipológica de
los raspadores del tipo 1 y 5. A pesar de ello hemos clasificado los
[page-n-130]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
1
2
1
13
9
9
20
10
6
31
45
228
192
204
242
217
507
53
76
498
429
315
435
369
1001
70
1666
adaptación a L I I ~eiiinaiigiie o a un accidente durante el LISO del raspadoi-. Para que este accidente se produzca los bordes laterales
deben ser fi-6gilesy el i-aspadoi-no debe estar muy bien sujeto permitiendo que en i i i i nionieiito dado la resistencia al desenmague
se produzca en los piiiiios más vulnerables de los bordes laterales
y no en el conjunto del soporte. Evidentemente un enmangue correcto debe conseguir que la pieza y su mango funcionen como un
todo. Cuando no es así el riesgo de fracturas y desenmangues accidentales es mayor. Observamos que la presencia de muescas laterales es marginal en todos los periodos por lo que concluin~os
Total
1440
Total
3
20
30
257
228
102
173
142
488
Gi.;ivetiense
Solutrense Iiiferior
Solutreiise Medio
Solutrense SuperioiSolutreogravetieiisc
~ a ~ d a l e n i e nA.A.
se
Magdaleiiiense A.B.
Magdaleniense Superioi-
2
3176
que "0 se trata de una adaptación voluntaria al mango sino robablemente de un accidente o quizá de un uso alternativo poco frecuente del soporte.
2.- En general la proporción de soportes de raspadores con
bordes laterales modificados está bastante igualada con los no
modificados y dominan estos últimos. Los únicos casos en que no
es así son los correspondientes al Solutrense Medio y al Solutrense Superior. Ya henios considerado al tratar las modificaciones de las zonas proximales y la presencia de bordes convergentes la posibilidad de que en este momento los retoques de
adaptación a un mango fueran considerables. Parece ahora confirmarse esta posibilidad. Como ya vimos en los gráficos de dimensiones del Solutrense Medio y del Solutrense Superior, los raspadores del tipo 1 son los más estrechos indicando quizá que el
retoque del tipo 5 tiene un objetivo de acercamiento al módulo de
los no retocados.
3.- La proporción de soportes modificados, aunque es menor
que en el Solutrense, también se destaca del resto de los periodos,
en el Magdaleniense Superior. Las modificaciones de las zonas
proximales eran proporcionalmente considerables. iSe trata aquí
también de adaptaciones al enmangue?
Figura 158.- Retoques el, los bordes laterales por períodos. Números
absolutos. I=regular, I=muesca pronunciada, 3=no están modificados.
Contorno
1
2
3
Total
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
38
39
52
53
32
40
38
49
4
1
3
2
3
5
3
1
58
59
46
45
65
56
59
51
1O0
100
100
1O0
1O0
1O0
1O
0
100
Total
45
2
52
100
Figura 159.- Retoques en los bordes laterales por períodos.
Porcentajes.
raspadores como del tipo 1 en las ocasiones en las que el retoque
era marginal, con pequeñas modificaciones que no parecen alterar
el soporte en su conjunto y que podnan incluso deberse al uso o
al roce con el enmangue. De todos modos la mayoría de los raspadores del tipo 1 no tienen retoques en los bordes laterales y los
del tipo 5 sí los tienen. En el Solutrense Medio y Superior y en el
Magdaleniense Superior los raspadores con retoques son muy
abundantes.
Los raspadores atípicos no parecen seguir una norma, aunque
la mayoría no tiene los bordes retocados. En el caso de los raspadores dobles (tipo 3) siempre es bastante superior el número de
raspadores con bordes laterales no retocados. Entre los raspadores
ojivales los bordes laterales retocados y no retocados están bastante igualados pero son ligeramente más abundantes los no retocados. Los espesos y nucleiformes no suelen tener bordes retocados. El resto de los tipos (5,7, 8, 10) tienen mayoritariamente los
bordes laterales retocados.
Discusión de las figuras 1-78a 161
1 .- La presencia de muescas laterales puede deberse a una
Extensión de retoaues en otras zonas vor veriodos v tioos
de raspador (figuras 162 a 166)
Hay más cantidad de piezas que tienen un sólo borde retocado. No existe sin embargo una preferencia por retocar parcial o
totalmente los bordes laterales en ninguno de los períodos estudiados.
Por tipos se observa que los raspadores simples (tipo 1)30
suele tener retoques parciales y en uno solo de los bordes cuando
son continuos. El raspador sobre lasca u hoja retocada (tipo 5)
suele presentar retoques continuos, más a menudo en uno de los
' Los retoques en raspadores simples que se consideran aquí son los muy marginales o poco extendidos en los bordes ya que de ser más intenso o extenso se clasificarían como del tipo 5 (raspador sobre Iioja o lasca retocada).
tipo
1
1
2
3
Total
6
7
8
9
10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 21
4: :
5
96 65
2 1
17 91
1
3
2
12
5
2
16 16 9
1 2
5 41 16
1516 253 246 636 571 121 272 160 24
79 85 44
22
84
2
3
4
5
433 86 80 33 522
22
8 3 1 24
1061 159 92 37 19
1
21
3
55
1
4
84 48
20 27
1
22 25
1
95
53
76 77 78 G.B. Total
14
7
1
26
26
2
20
23
9
2
1500
72
1743
86
85
53 19 318
3315
1
12
3
5 42
Figura 160.- Número en la lista tipo versus retoques en los bordes laterales para todos los períodos.
[page-n-131]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Gravetiense
M;~gd;ilenieiise I n i c i a l
-
Solutreogravetiense
tipo
1
2
3
1
2
3
3 0 2 9
4
1
131 6 14
Total
165
9
23
4
Solutrense Superior
tipo
5
7
3 3 0
1
5
2
4
33
11
8
7
8
2
2
1
1
10 a14 Total
83
G
4
166
O
1
3
4
5
7
8
10
1
2
3
73
4
140
13
1
3
9
10
72
3
12
26
5
3
12
Total
255
4
2
217
45
13
22
Solutrense Medio
1
2
3
1
2
3
14
1
38
1
53
1
4
5
1
2
3
64 21
4
3
111 23
11
1
27
1
1
179 47
39
2
54
7
43
5
6
Total
27
5
5
7
8
10
1
1
1
1
O
7
8
3
34
1
9
221
9
189
75
2
1
Total
3O
1
49
1
6
1
1
O
72
Magdaleniense AB
tipo
Magdaleniense AA
tipo
3
12
9
4
4
Total
2
2
1
1
Total
Solutrense Inferior
tipo
1
1
1
1
O
1
1
Total
81Oa1', 1 18
159
18
5
208
40
0
2
3
2
3
36 10
3
160 24
3
1
11
Total
199 34
15
1
385
63
1
1
4
5
1
75
4
2
81
5
O
Magdaleniense Superior
tipo
1
2
3
4
5
1
2
3
147 11
1
285 43
24
23
11 178
5
5
7
Total
433
54
47
18 188
7
8
61
24
9
83
70 107
1
1
10 a14 Total
7
469
6
6
5 13 473
11
20
Total
9
3
1
1
1
1
1
10 a14
1
6
948
Figura 161.- Número en la lista tipo versus retoques en los bordes laterales para cada período.
1
134
9
208
15
351
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Exteiisióii
1
2
8
12
55
66
39
52
43
75
Esteiisióii
2
2
21
26
10
22
11
48
4
5
6
7
Total
4
3
12
6
83 61
66 51
35 17
81 37
82 18
161 153
1
2
12
2
7
6
2
2
53
34
10
7
8
62
2.3
34
791
245
113
199
162
512
350 142 524 346
22
18 177
1579
Gravetieiise
Solutrense Inferior
Solutreiise Medio
Soliitrense Superior
Soluti-eogravetieiise
Magdalenieiise A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Total
3
6
7
3
4
7
43
39
23
27
35
25
27
16
14
6
9
12
11
12
7
11
19
35
28
28
31
41
49
31
10
19
21
20
14
18
12
30
14
O
19
13
9
4
5
12
23
10
33
22
11
50
31
10
7
8
60
1
3I
270
234
112
176
154
499
154
495
328
169
1497
44
2
Contorno general del frente por periodos v tinos
de raspador (figuras 167 a 170)
Son los contornos en arco rebajado (3) y los semicirculares
regulares (5) los más abundantes en todos los periodos. Los
primeros superan a los segundos excepto en el Solutrense Superior, Solutreogravetiense y Magdaleniense Antiguo A. Esta tendencia es más marcada en lo que se refiere a los raspadores del tipo
1. Los raspadores sobre lasca u hoja retocada (tipo 5 ) no muestran tendencias tan marcadas, con excepción de los raspadores del
Magdaleniense Superior que se abandonan mayoritariamente
cuando su contorno es rebajado (tanto los del tipo 1 como los del
tipo 5). En el Magdaleniense Antiguo los raspadores dobles presentan sin embargo mayoría de frentes en arco rebajado. Los
frentes asimétricos son más importantes en el Gravetiense, Solutrense Inferior y Solutreogravetiense. Esta morfología de frente
está presente en todos los periodos y dominan los desviados hacia
la derecha. Los frentes de raspador en hocico y en hombrera
comienzan a estar algo más presentes a partir del Magdaleniense
Antiguo A reduciéndose de nuevo después de este período (figuras 169 y 170).
Discusióll de las figuras 167a 170
El contorno general del frente puede ser indicativo del momento de abandono del raspador en la cadena operativa de fabricación, utilización, con mango o sin él, y reavivado.
Los contornos en arco rebajado unidos al retoque abrupto o
sobreelevado pueden indicar la presencia de un mango que cubra
los bordes laterales impidiendo otro tipo de reavivados, como ya
vimos en el estudio de los raspadores de la Grotte Gazel o en los
raspadores etíopes (Clark, 1981).
100
100
100
100
100
100
100
100
Total
2
6
57
47
16
31
18
151
351
Total
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
MagdalenienseA . A .
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
4
11
76
65
35
73
76
155
3
41
80
3
2
25
27
12
21
11
53
9
12
62
64
39
Total
Figura 163.- Distribución del retoque en los bordes laterales por
períodos. Números absolutos. Tabla siinplificada.
Extensióii
2y6
4
Zy6
Gravetieiise
Solutrense Inferior
Soliitreiise Medio
Solutrense Superior
Solutreogiavetiense
Magdaleiiiense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleiiiense Superior
Figura 162.- Distribución del retoque en los bordes laterales por
períodos. Números absolutos. l=parcial en u11 borde, 2=parcial cn
los dos bordes, 3=total en un borde, 4=total en los dos bordes, 5=discontinuo en u n borde, 6=discontinuo en los dos bordes, 7=parcial en
un borde y total en el otro.
ly5
7
3
1y5
100
Figura 164.- Distribución del retoque en los bordes laterales por
periodos. Porcentajes. Tabla simplificada.
dos bordes que en los dos. Solo el raspador en abanico se retoca
más en los dos bordes y con retoques continuos. El resto de los
tipos no muestra tendencias particulares.
Discusión de las figuras 162 a 166
1.- El retoque en los dos bordes que destaca para los raspadores en abanico no se considera muy significativo al ser este
un tipo de raspador cuya presencia es marginal y al necesitarse
generalmente este retoque bilateral para la conformación general
del soporte que es intrínseca a la definición del tipo.
2.- El hecho de que haya una mayoría de piezas con retoque
unilateral apunta a una intención de adaptación al mango o, en todo caso, a un uso secundario.
Tipo
1
1
2
3
4
5
6
7
Total
2
3
167 29 14
54 10 6
145 29 31
45 1 9 1 8
1 0 1 1
9
3
30 5 10
460
4
5
6
10
5
9
3
1
57
39
212 1
1554
5
5
7 75
93 83 35 548 5
7
8
7
7
22
43
1
1
17
13
8
13
23
11
12 13 14 15 16 17 18 19 21
1
4
1
5
2
5
2
6
2
3
2
4
2
3
10
98 67
1
2
1
2
1
1
2
1
2
15 17
11
5
8
1
7
5
9
1
1
5 22
6
1
5
1
-
7
2
7
7
1
-
5
3
9
6
1
4
1
6
2
4
1
348
142
1 5 2 4
347
22
18
176
14 7
1
f4
:
1
3
21 27 O
-
77 78 G.B. Total
2
10
76
2
1
3
4
9
1 12 28
-
-
-
Figura 165.- Número en la Lista tipo versus distribución del retoque en los bordes laterales para todos los períodos.
1
5
1
1577
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Gravetieiise
tipo
Magdalciiieiise Inicial
tipo
Solutrense Medio
ti~0
Magdaleniense Inicial
tipo
1
2
ly5
2y6
3
4
7
6
38
12
1 8 3
4
4
4
1
Total
76
14
3
4
3
4
5
2 1 0
3 3 4
1 1 6
1 1
3
2
2
10
11
5
75
Solutreogravetiense
tino
8
2
1
2
1
3
4 1 5
0 5 4
1
75
26
10 a114 Total
1
2
4
Magdaleniense AB
tioo
1
2
3
1 ~
2~ 6
3
4
7
523
6
31
5
2
7
5
6
5
Total
67
23
4
5
1
1
5
4
1
1
7
5
23
13
2
12
1
50
7
8
10
11
a 14 Total
1
O
O
6
4
7
4
2
44
21
74
31
7
1
23
177
Magdaleniense Superior
tioo
Figura 166
1
62
27
65
46
29
1
229
2
Magdaleniense Inicial
tioo
Magdaleniense AA
tipo
7
.-Número en la lista tipo versus distribución del retoque en los bordes laterales para cada período.
[page-n-134]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
O
2
3
2
1
Gravetiense
Solutrense Infel-ior
Solutrense Medio
Solutreiise Superior
Solutreogravetiense
Magdalenieiise A.A.
Magda1enienseA.B.
Magdalenieiise Superior
1
8
14
44
32
43
46
50
81
9
5
45
38
31
41
31
72
17
44
227
132
99
147
159
577
2
Total
5 6,7,8 Total
4
6
16
3
16
32 172
52 180
22 138
21 183
29 104
76 231
5
6
5
36
9
11
Figura 167.- Contorno general del frente por períodos. Números
absolutos. l=desviado Iiacia la izquierda, Z=desviado hacia la
derecha, 3=arco rebajado, 4=ojival o apuntado, 5=regular, 6=liocico,
7=hombrera, 8=circular
1
3
4
O
O
O
O
O
O
1
O
14
17
8
7
13
10
13
8
16
6
9
9
9
9
8
7
30
54
43
30
29
31
41
55
11
4
6
12
6
4
8
7
28
20
33
41
41
39
27
22
2
O
1
1
1
8
2
1
100
100
100
100
100
100
100
100
Total
73 3351
1
Gravetieiise
Solutiense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetieiise
Magdaleniense A.A.
Magdalei1ienseA.B.
Magdaleniense Superior
57
82
525
442
339
474
384
1048
1
5 318 272 1402 241 1040
O
O
9
8
42
7
31
2
100
5 6,7,8 Total
Figura 168.- Contorno general del frente por períodos. Porcentajes.
Tipo
1
159
106
672
69
502
6
4
2
3
4
35
40
84
13
67
7
6
1
37
31
165
24
77
7
5
3
2
1
63
1
1
5
10 11
12 13 14 15
10
12.
68 70
1
11 6
28 57 2
6
4
17 15
1 3
3 28
2
2
4
8
2
6
2
3
7
52
55 1
212 1
33 2
208 1
4 1
3
I
Total
9
6
8
G
2
1518 253 346 71 564 6 116 157 3
1
5
2
9
21 58 27 17
16
17 18 19 21
2
1 7
2 3
22 28 1
2 1
16 13
3
6
34
3
25
4 3
1 4
1
1
2
5 79
5
,6t4 76
4
3
28
1 1
3 1
4
1
19
2
19
1
43 52
1
4 37 46
Figura 169.- Número en la Lista tipo versus contorno general del frente para todos los períodos.
Los contornos desviados indican o un mayor desgaste por
lateralidad del gesto humano (Bordes, 1973) o el abandono del
reavivado por excesiva disminución del tamaño de la pieza lítica, en cuyo caso entraría en juego el modo de retoque.
Del análisis del contorno general de los frentes se desprende:
1.- Que en todos los períodos los raspadores se abandonan
mayoritariamente cuando presentan un contorno rebajado excepto
del Solutrense Superior al Magdaleniense Antiguo A. Este factor
se tendrá en cuenta al analizar los otros caracteres de descripción
del frente ya que por sí sólo no es definitorio.
2.- Que los raspadores con frentes en hocico o en hombrera
alcanzan su mayor representación en el Magdaleniense Antiguo y,
aunque no de manera absoluta, suelen asociarse a raspadores espesos y nucleiformes.
3.- La morfología desviada indica un mayor número de inclinaciones hacia la derecha en todos los periodos excepto el Solutrense Medio y el Superior lo que supondría una lateralidad
diestra. Sin embargo si lo comparamos con contornos asimétricos
izquierdos su proporción relativa no es concluyente.
-
Contorno del filo retocado por periodos y tipos de ras(figuras 171 a 175)
El filo de los raspadores es siempre en mayor o menor medida
regular y alcanza sus más altas cotas de regularidad en el Gravetiense y el Solutreogravetiense y las más bajas en el Magdaleniense Antiguo A y B. Existen no obstante cifras considerables de
frentes de raspador con filo denticulado y sinuoso en todos los periodos excepto en el Gravetiense.
No hay asociación entre los filos denticulados y sinuosos y
los tipos de raspadores (figuras 174 y 175). Su presencia aumenta
en los momentos magdalenienses pero sigue habiendo un mayor
número de filos regulares. En el caso de los raspadores atípicos y
dobles la presencia de filos irregulares y sinuosos es mayor que
en el resto de los tipos.
Discusiórz de las figuras 171 a 175
1.- La gran abundancia de filos denticulados y sinuosos en el
Magdaleniense Antiguo indica o el reavivado hasta sus últimas
posibilidades o la presencia de utilizaciones diversas dentro de lo
que se clasifica como raspador. Ya apuntamos estas posibilidades
al tratar los soportes más aniba. Es el análisis traceológico el que
debe dar respuesta a esta disyuntiva.
2.- La regularidad de los frentes de raspadores gravetienses y
solutreogravetienses puede indicar que los frentes no se reavivan
hasta sus máximas posibilidades, que se abandonan en estadio
aún utilizable. Se perfilaría en este caso un menor economía en el
aprovechamiento de los útiles retocados que en los otros momentos. Por otro lado la laminaridad de estas industrias produce el que
la realización de reavivados esté menos constreñida al uso de retoques abruptos. Aunque el retoque simple sacrifique más la longitud del soporte esto no supone un problema pues los soportes
son más largos.
Estos indicios se han de contrastar con los tipos de frentes, el
ángulo del filo, la convergencia en el retoque y el modo de retoque.
3.- Los raspadores dobles presentan más filos denticulados y
sinuosos que los simples. Es posible que su utilización hasta el
máximo de reavivado sea mayor en otros tipos de raspadores.
[page-n-135]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Soliitrciise liiferior
tino
1
I
3
2
8
3
4
5
6.7 y 8
79
I
12
1
33
I
11
a14 Total
1
4
5
47
3
14
O
I
5
12
1
I
Total
10
1
2
1
7
2
8
7
5
4
I
I
9
1
Solutrense Medio
tipo
78
Solutrense Superior
tipo
Solutregravetiense
tipo
O
O
1
1
Magdaleniense Inicial
tipo
11
.
- 1 - 3 - 5 - 8 -a 4 T o t a 1
- 2- 4 - 7 - 1 0
1
2
3
4
5
67 y8
.
Total
2
3
23
14
57
2
78
5
4
9
13
1
5
6
6
6
3
1
6
24
5
179
47
78
1
2
3
4
5
6.7~8
Total
4
2
2
25
5
7
8
2
1
1
4
2
1
1
2
1
o
O
2
1
11
10a14Tota1
5
3
17
1
25
3
54
5
5
14
7
21
10
O
O
1
43
38
133
18
163
29
63
1
424
Maedaleniense Superior
254
21
93
29
434
54
67 Y 8
.
Total
1
4
14
1
15
1
Magdaleniense AB
tipo
Magdaleniense AA
tipo
1
4
10
1
10
Figura 170.- Número en la lista tipo versus contorno general del frente para cada período.
O
1
O
35
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Coiitoriio de filo
Total
Coiitoriio dc kilo
1
O
1
2
3
Total
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Supei-ior
Solutreogravetieiise
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdalenieiise Superior
O
O
O
O
1
O
1
O
89
65
68
69
73
42
40
68
7
23
19
21
39
37
23
4
12
14
1O
7
19
23
10
1O
0
1 00
100
1O
0
1 O0
1O
0
1 O0
1O
0
Total
O
62
25
13
1O
0
Gravetiense
Solutrense Inferior
Soliitrense Medio
Solutreiise Superior
Soluti-eogravetieiise
Magdaleniense A.A.
Magdaleiiiense A.B.
Magdalenieiise Superior
Figura 171.- Coiitoriio del filo retocado por períodos. Núiiicros
absolutos. l=regular, 2=denticulado, 3=siiiuoso.
19
Figura 172.- Contorno del filo retocado por períodos. Porcentajes
por períodos.
Coiitoriio de filo
0
Total
2
3
Total
O
O
O
33
33
O
33
O
2
2
3
17
15
1O
10
7
O
2
12
11
8
22
17
28
O
2
17
1O
6
21
20
24
2
2
16
13
10
14
31
100
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetieiise
MagdalenienseA A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
1
100
100
100
1O0
11
Figura 173.- Contorno del filo retocado por períodos. Porcentajes
por tipo de contorno.
Tipo
1
2
3
4
5
6
7
13
14 15
8
9
10 11 12
13 15 6 5 2 24
38
3 35 13 3
5 8 8 9 3 1 7
1
2
3
1006 109 196
329 101 103
182 43 47
66 378
4 122
1 64
2
4
83 105
19 37
14 15
2
1
Total
1517 253 346
71 564
6 116 157
3
21 58 27
17
5
79
16
17 18
19 21
4: :
1
4
23 34
17 12
3 6
1
43 52
1
5
3
76
77 78 G.B. Total
1
1
15 18 17 8
18 15 12 5
4 1 3 8 3
4
37 46 37 16
2
1
Figura 174.- Número en la lista tipo versus contorno del filo retocado para todos los períodos.
Habrá que tener en cuenta esta posibilidad cuando se revise el
análisis funcional.
Tiuo de frente uor períodos v tipos de rasuador
(figuras 176 a 180)
La mayoría de frentes de raspador estudiados presentan un
filo con retoques abruptos y sobreelevados superpuestos a los
retoques laminares o sublaminares que conforman el filo del
raspador en general. Solo existen dos excepciones: en el Solutreogravetiense el retoque laminar convergente no se ha visto
rectificado por retoques posteriores en más de la mitad de los
ejemplares (tipo de frente=4) y lo mismo ocurre en el Solutrense Superior pero sólo en los raspadores simples. En el
Magdaleniense Antiguo B más de la mitad de los frentes están
realizados con retoques subparalelos (tipo de frente=3) que coincide con la escasez de raspadores con retoques laminares en
sus frentes.
Por tipos de raspador se observa una mayoría de frentes
con retoques sobreelevados (tipo de frente=l) para los raspadores simples (tipo 1) en todos los periodos excepto en el Solutrense Superior y Solutreogravetiense. En estos momentos
dominan los frentes con retoques laminares convergentes para
los raspadores simples. No ocurre lo mismo con los raspadores
sobre hoja o lasca retocada (tipo 5 ) , que en el Solutrense Superior y Solutreogravetiense tienen frentes con retoques sobreelevados y abruptos.
A partir del Magdaleniense Antiguo A hay una cantidad considerable de frentes con retoques subparalelos (tipo de frente=3)
que se convierte en mayoritario en el Magdaleniense Antiguo B.
Esta mayoría es producida por los raspadores simples y los dobles
pero no por los raspadores sobre lasca u hoja retocada.
Los frentes con muesca y ápice lateral (tipo de frente=2) son
muy escasos en todos los períodos y alcanzan los mayores porcentajes en el Gravetiense ( 5 % ) y el Magdaleniense Antiguo A.
[page-n-137]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Solutrense Inferior
tipo
tipo
1
2
3
I
2
3
32
2
1
1
1
7
1
Totiil
35
2
5
4
7
11
10,14Totai
8
3
4
5
7
4
3
2
9
1
1
0
5
7
8
9
0
0
0
8
2
2
1
1
0
55
Total
53
1
12
1
3
4
5
1
2
3
150
31
29
33
19
5
33
13
8
19
82
17
15
Total
210
57
54
19 114
26
15
4
8
Total
210
9
45
8
11 24
16 21 51
2
17
6
7
3
1
6
1
1
217
45
25
3
22
74
12
27
Magdalenieiise Inicial
-
5
5
3
1
23
15
0
7
Solutreoeravetiense
tipo
135
23
7
152
45
2
Total
15
1
2
3
4
2
1
2
3
8
3
4
4
52
17
9
I
1
2
3
10
0
78
Solutrense Superior
tipo
1
2
Tohl
10
38
10
5
1
I
8
11
,l4
1
I
2
3
Solutrense Medio
tipo
1
2
49
4
2
9
8
1
7
25
5
3
10
33
11
8
1
1
1
2
11
Total
10,14 2
212
2
49
16
0
4
277
Magdaleniense A B
tipo
Maedaleniense A A
1
1
2
3
Total
2
3
82
72
46
12
16
6
7
13
8
4
1
200
34
28
1
5
7
8
1
34
32
15
4
81
5
Magdaleniense Superior
Figura 175.- Número en la lista tipo versus contorno del fdo retocado para cada periodo.
(1
11
a14 Total
1
301
2
S7
2
42
1
2
5
3
430
[page-n-138]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
O
1
2
3
4
4
Total
Gravetiense
Soliitrense Inferior
Soliitrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleiiiense Si~perior
Gravetiense
Solutreiise Inferior
Solutrense Medio
Solotrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A .A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleiiiense Superior
Total
( 14 ( 1 3 6 2 129 1 9 2 2 ( 9 2 4 1351
Figura 176.- Tipo de frente por períodos. Números absolutos. O=otro,
l=tipo A, l=tipo B, 3=tipo C, 4=tipo D (definidos en el análisis de los
raspadores de la grotte Gazel).
1 Total
Total
41
4
28
28
LO0
O
Figura 177.- Tipo de frente por períodos. Porceiitajes por períodos.
Frente
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
1
2
3
4
Figura 178.- Tipo de frente por períodos. Porcentajespor tipos de frente
Total
Figura 179.- Número en la lista tipo versus tipo de frente para todos
los períodos.
Los raspadores atípicos no siguen las tendencias generales.
Los raspadores dobles mantienen siempre cifras considerables de
frentes con retoques sobreelevados. Los raspadores ojivales por el
contrario mantienen cifras más elevadas de frentes con retoques
laminares convergentes.
Disc~lsión las figuras 176 a 180
de
A partir del estudio de los raspadores de la Grotte Gazel
definimos varios tipos de morfología de los frentes de raspador
que en aquel caso estaban en relación con los estadios de abandono de estos útiles.
Los hemos utilizado en este análisis ya que, aunque combinan diferentes caracteres (delineación, modo de retoque, presencia de ápices laterales, etc.), nos parecen más operativos para describir la variabilidad de caracteres dentro de un mismo frente.
1.- La mayoría de frentes del tipo 1 (de contorno general
regular y retoques abruptos o sobreelevados superpuestos a retoques más o menos laminares y convergentes) indica un
abandono de los útiles en una fase en la que han sido objeto
por lo menos de un reavivado. También indican la presencia
de una técnica de reavivado "como cepillando el borde del filo
con el retocador" documentada ampliamente en la etnografía.
Con esta técnica se consigue un filo vivo sin que sea necesario
mantener una ángulo de filo muy agudo. Este tipo de filos es
particularmente adecuado para el trabajo de las pieles por raspado con objeto de eliminar capas finas de la piel al tiempo
que se rompen las fibras para reblandecerla. Esto no quiere decir que todos los raspadores que presentan esta morfología se
utilizaran necesariamente para este trabajo sino simplemente
que el tipo de filo es potencialmente adecuado para este fin. El
análisis traceológico e s el que debe dar respuesta a esta
hipótesis.
2.- En el Solutreogravetiense no existe esta modificación secundaria del filo en más de la mitad de los ejemplares (tipo de
frente=4) principalmente en el caso de los raspadores simples.
¿Responde a una ausencia de esta técnica de reavivado? En el epígrafe anterior se discutió lo que esto significaría respecto a la utilización no intensiva de los soportes. En el Solutrense Superior
aparece esta misma circunstancia, aunque menos marcada, en los
raspadores simples (tipo 1).
3.- Por el contrario los raspadores sobre hoja o lasca retocada
que, del Solutreogravetiense y el Solutrense Superior parecen
haber sido frecuentemente reavivados con retoques abruptos o sobreelevados.
4.- La abundancia de frentes del tipo 3 (retoques simples y
subparalelos) en el Magdaleniense Antiguo para los raspadores
simples y los dobles puede ser indicativa de dos cuestiones. La
primera es la utilización de una técnica de retoque no laminar. La
segunda es la presencia de enmangues que impidan retomar los
bordes laterales para volver a conseguir ángulos de filo agudos.
La abundancia de frentes del tipo 1 parece confirmar este extremo. El análisis traceológico puede contribuir a aclarar esta
cuestión.
5.- La escasez de frentes del tipo 2 (con retoque sobreelevado
en una parte del frente y ápice lateral) señala la accidentalidad de
esta circunstancia o quizá la ausencia de esta conducta en las técnicas de reavivado de los raspadores de Parpalló.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Gravetieiise
tipo
Solutrciisc Iiif'erior
t i 11 o
Solutrense Medio
Solutreiise Superior
tipo
1
2
3
I
2
3
4
69 20 1 1
6
3
I
3 9 5 4
9
103 17
Total
217
45
25
1
2
3
1
2
3
4
10
3
5
6
1
Total
24
Magdaleniense AA
tipo
I
2
3
4
Total
2
3
4
5
95
9
49
26
28
1
13
5
33
2
20
23
1
1
179 47
2
54
8
10
31
7
4 1 6
13 20
4
3
7
1
9
1
5
12
1
2
152
19
80
176
12
27
5
2
429
11
10 ,14
Total
5
22
74
5
7
1
1
1
3
1
1
4
2
4
O
2
Magdaleniense AB
tioo
29
4
14
7
78
7
Total
Magdaleniense Inicial
tipo
Solutreogravitense
tipo
1
11
5
4
7
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10
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Total
1
O
O
33
4
10
16
219
20
107
78
1
63
424
Magdaleniense Superior
tia0
Figura 180.- Número en la lista tipo versrrs tipo de frente para cada período.
8
14
3
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1
1
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O
1
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Retoque
O
Gravetieilse
Soliitreiise Inferior
Soliitrense Medio
Soliitreiise Superior
Sol~itreogravetiense
Magdalenieiise A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Total
1
2
2
3
2
1
6
1
38
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325
316
251
222
214
700
II
12
146
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255
105
2 10
15
2122
832
3
4
1
4
2
9
2
I
5
3
12
5 Total
6
57
14
82
49 525
56 4-42
38 339
6 474
52 384
134 1048
0,3y4
Gravetieiise
Solotreiise Infei-ior
Solutreiise Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleiliense A.B.
Magdaleiiieiise Superior
1
2
S
Total
2
O
5
5
2
11
13
4
15 355 3351
Figura 181.- Modo de retoque por períodos. Números absolutos.
O=otros, I=simple, 2=abrupto, 3=esquirlado, 4=variable, 5=sobreelevado.
Figura 182.- Modo de retoque por períodos. Números absolutos.
Tabla simplificada.
Retoque
0,3y4
1
2
5
Total
l
Gravetiense
Soiutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Figura 183.- Modo de retoque por períodos. Porcentajes por períodos. Tabla simplificada.
Figura 184.- Número en la lista tipo versus inodo de retoque para todos los períodos.
6.- Las proporciones de frentes de raspadores dobles con retoques sobreelevados parece indicar el reavivado de al menos uno
de los dos frentes y su utilización intensiva. El ángulo de los filos
y el grado de uso pueden aportar indicios más concluyentes a este
respecto.
Modo de retoaue por periodos v tipos de raspador
(figuras 181 a 185)
El retoque para conformar el frente es mayoiitariamente
simple pues el modo de retoque se encuentra explícito en la
definición tipológica del raspador Sin embargo en el Magdaleniense Antiguo A el retoque abrupto llega a superar al retoque
simple. En genera1 el retoque abrupto aumenta a partir del
Magdaleniense.
El retoque sobreelevado no es muy abundante y se sitúa en
todos los casos alrededor del 15% excepto en el Magdaleniense
Antiguo A y Solutrense Medio, en los que es bastante inayor.
No hay asociación clara entre el tipo de raspador y el modo
de retoque excepto para los espesos y nucleifoimes que siempre
tienen mayor número de abruptos.
Discusiórz de las figuras 181 a 185
Como ya adelantamos al tratar los tipos de frente definidos
por nosotros (que son objeto de las figuras 176 a 180) encontramos dificultades al analizar la significatividad funcional del
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
1
S o l u t r c n s c Iiifci-ior
tino
8
1
7
-
11
Toial
a 14
52
II
7
4
3
14
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1
1
1
2
3
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7
Total
1
2
3
4
5
136 30 27
17
50 22
1
1
2
2 2 3 1
Total
210
57
5
8
7
10
10
7
10
7
79
30
7
6
5
1
1
19 114
15
20
Total
3
15
2
0
54
l1
a 14
Total
94
77
4
o
o
1
9
2
3
4
5
7
8 24
30
2
6
9
45
2
10
36
1
3
7
33
8
33
2
20
23
4
5
2
47
78
2
1
2
i
9
1
I
1
2
Total
5
7
8
10
27
12
16
1
19
3
51
10
11
18
3
3
4
5
492
2
4
162
33
1
2
304
137
1
4
46
O
O
22
6
8
217
45
25
22
74
12
309
63
o
7
2
4
13
Total
2
27
5
8
10
55
7
429
Magdaleniense Inicial
tipo
8
9
1
1
11
1
2
3
1
2
3
4
5
1
2
16
7
4
1
1
25
0
2
4
5
7
2
1
1
11
a 1 4 Total
21
12
o
o
2
2
O
4
2
2
O
O
1
O
1
7
8
35
10
Magdaleniense A B
tino
7
8
1
0
30
24
54
1
11
a l4
2
7
1 1 5 1 5 1 8
4
60 10
1
1
1
3
6
7
18
Total
1
O
4
3
1
2
3
4
5
1
O
2
1
4
179
1
3
Magdaleniense A A
tipo
1
2
3
4
5
1
2
Total
2
4
4
12
164
1
4
10
1
Solutreogravetiense
tino
Total
1
8
Solutrense Superior
tipo
Solutrense Medio
tino
1
2
3
4
1
2
3
4
5
7
5
7
4
5
Total
1
135
17
4
3
197
1 4 3
22
1
80
Magdaleniense Superior
tiiin
- - S- -
1
2
3
7
8
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1
2
3
4
5
309
75
25
24
55
15
17 128
42
58
4
65
27
9
2
50
5
1
23
1
16
9
1
14
Total
434
54
94
18 187
71
107
4
1
5
11
Total
3
10
669
199
7
11
2
3
11
a14
1
8
3
3
125
20
996
o
Figura 185.-Número en la lista tipo versiis modo de retoque para cada período.
Total
3
15
28
34
5
5
O
1
203
102
2
5
49
15
361
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Retoque
Retoque
o
2
3
27
21
1-31
96
109
101
49
-332
24
37
258
241
135
257
271
470
9
24
136
100
93
115
61
246
57
82
525
442
339
474
384
1001
Gravetieiise
Soluti-eiiseInferior
Soliitreiise Medio
Solutreiise Superior
Soiutreogravetiense
Magdaleiiierise A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
916
216
281
1048
2
O
O
I
1
O
I
O
Total
40
2O
Total
I
Gravetiense
Solutreiise IiiferioiSolutrense Medio
Solutreiise Superior
Sol~itreogravetiense
Magdalenieiise A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Supeiior
1
1
26
O
5
2
1
3
Total
Figura 186.- Tipo de retoque en el frente por períodos. Números
absolutos. l=convergente, 2=no convergente, 3=senuconvergente.
1
2
3
2
3
437 50 87
742 153 169
336 49 90
4
5
27 114
23 309
21 141
Total 1515 252 346 71
564
3
Total
42
32
21
l3
-2
3
45
49
55
40
54
71
45
16
29
26
23
27
24
16
23
1O
0
1O
0
1O
0
1O
0
1O
0
100
100
1O0
76
74
123
100
25
7J
-
-A
Figura 187.- Tipo de retoque en el frente por períodos. Porcentajes.
Tipo
1
?.
6
7
S
9
10
11
12
13
14
15
16
3
3
44
50
22
26
95
36
1
1
1
3
13
5
21
20
17
5
14
7
3
6
8
1
2
2
17
34
27
6
116 157
3
21
58
26
17
5
78
17
z4
78 G.B. Total
18
19
21
1
4
11 15
23 29
9 8
1
2
2
2 1 3 3
34 23 30
2 1 1 4
15
1
5
43 52
1
4
38
16
76
77
47 37
2
1
885
1796
800
3
3481
Figura 188.- Número en la lista tipo versus tipo de retoque para todos los períodos.
Perfil
Perfil
O
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Total
1
2
3
Total
2
3
4
5
1
5
3
33
43
210
158
140
165
133
48 1
4
6
43
21
13
66
65
71
18
33
269
259
181
242
181
493
57
82
525
442
339
474
384
1048
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
1386
1652
1965
5027
3351
Total
O
1
2
3
Total
4
O
1
1
1
O
1
O
58
52
40
36
41
35
35
46
7
7
8
5
4
14
17
7
32
40
51
59
53
51
47
47
100
100
1O0
1O
0
1O0
1O
0
100
100
41
49
59
150
100
Figura 190.- Perfil del frente por períodos. Números absolutos.
O=variable, l=cara ventral cóncava, 2=cara ventral convexa, 3=cara
ventral recta.
Figura 191.- Perfü del frente por períodos. Porcentajes por períodos.
modo de retoque de los frentes de raspador pues en algunas ocasiones el reavivado no afecta al retoque inicial.
Solamente volvemos a incidir en la abundancia de retoques
abruptos en el Magdaleniense Antiguo que por el momento no es
posible interpretar.
Discilsión de las figuras 186 a 189
El retoque convergente se concentra más en las industrias
más laminares y está casi ausente en el Magdaleniense Antiguo
debido quizá a la mayor regularidad de los soportes de las
primeras.
Tiuo de retoaue uor períodos v tipos de rasuador
(figuras 186 a 189)
La convergencia en el retoque del frente es similar en todos
los periodos, dominando el no convergente. En el Magdaleniense
Antiguo B esta preponderancia se hace extremadamente acusada
llegando a suponer el 7 1% de los frentes de raspador.
Se destaca el caso de los frentes con retoque convergente en los
raspadores simples del Gravetiense como excepción y un porcentaje
mayor al 30%en el Solutreogravetiensey el Magdaleniense Superior.
Perfil del frente por períodos v tipos de raspador
(figuras 190 a 192)
El perfil del frente es en general cóncavo o recto. El perfil
convexo es siempre escaso aunque hay que señalar que en el
Magdaleniense Antiguo A y B hay un aumento significativo de
este tipo de perfil.
Discsoióiz de lasfigsrras 190 a 192
El aumento del perfil convexo en el Magdaleniense Antiguo no se
asocia a la existencia de mayor número de frentes proximales que ex-
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Gravetieiise
ti130
Solutretise Inferior
tinn
1
2
3
17
2
3
13
Total
53
I
2
Solutrense Medio
tino
10
5
7
3
6
1
1
0
8
a14
8
1
2
1
17
1
Total
20
36
22
2
1
1
0
78
Solutreiise Superior
tipo
1
2
3
4
5
7
8
10
1
2
3
60
108
49
9
32
3
4
11
10
4
10
8
11
47
16
,2
9
I
5
16
6
5
Total
217
44
25
22
74
12
27
5
-
Magdaleiiiense Inicial
Solutreogravetiense
tipo
1
2
3
4
5
7
58
61
45
5
3
8
25
5
3
10
1
26
15
4
Total164
9
45
8
33
11
1
2
3
1
1
1
9
4
3
1
1
8 1 0 a 1 4
2
1
1
2
1
2
4
0
Magdaleniense Superior
tipo
Magdaleniense AB
1
2
3
3
160
173
101
11
28
15
35
40
19
11 43
3 100
4 45
34
20
17
Totiil
434
54
94
18 188
1
2
Magdaleniense AA
tipo
1
2
3
4
5
1
2
3
38
8
10329
38 10
18
43
17
2
179
47
78
2
54
5
7
7
8
1
0
Total
-
1
12
31
11
Total
4
0
0
92
233
99
1
424
Figura 189.- Número en la Lista tipo versus tipo de retoque para cada período.
8
1
0
17
66
24
3
6
2
71 107
11
1
1
a 14 Total
96
1
1
239
93
2
428
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
l'il>0
1
1
2
3
Total
2
3
4
5
6
7
8
9
1
0
11
12
13
1.1
15
16
17
1
18
9
31
3
7
16
4
1
12
I
1
3
37
3
38
2
1
2
2 2 2 6
1
1
20 25
1
58
26
17
5
78
5
43 52
1
624 90 157 32 23.3
129 40 29 3
43
759 121 157 35 286
2
1
3
46 59
1 1 3
69 84
2
6
6
9
1512 251 343 70
6
116 156
3
21
562
18
19
21
1
60 76
a 64
77
78 G.B.
Total
3
10
4
23
28
5
12
11
5
20
3
3
10
2
1417
306
1743
4
37
45
36
16
3
3466
1
Figura 192.- Número en la lista tipo versirs perfil del frente para todos los períodos.
Lateral
Lateral
I
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
1 Total
374
272
370
242
77 1
1
2808
801
O
1
1
1
2
1
Total
1
2808
1
801
1
3894
1
3351
I
1
1
3894
1
3751
1
Total
Figura 193.- Ápice lateral por períodos. Números absolutos. O=no, l=sí,
asociado a retoque escamoso, 2 3 í , no asociado a retoque escamoso.
Figura 194.- Ápice lateral por períodos. Porcentajes por períodos.
plicaría la convexidad por la presencia de zonas bulbares como se
puede observar en las figuras 150 a 154. Quizá esté asociado a las técnicas de obtención de los soportes (talla en "rodajas de salchichón").
Gravetiense y Solutrense Inferior. No obstante el número de casos es
proporcional a la cantidad absoluta de raspadores en cada período.
Discusió~zde las figuras 193 a 195
Como ya comentamos en las figuras 176 a 180, apartado 5,
esta morfología del filo parece más accidental que reiterada.
Áuice lateral uor períodos v tipos de rasuador
(figuras 193 a 195)
La proporción de raspadores que presentan un ápice en la extremidad lateral de frente es en general bastante reducida y siempre
inferior al 40%. En el Solutrense Inferior y el Magdaleniense Antiguo B llega a superar el 30% pero no es así en el resto de los periodos. Aún son más escasos los raspadores en los que se asocia al
ápice mencionado. una muesca realizada con retoque sobreelevado.
Los períodos en que más alto es el porcentaje de ápice lateral son el
1
1
1
Gravetiense
Solutrense Iiiferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleiueiise Superior
29
89
1
(
1
Marcas de uercusión en la cúspide por ueríodos v tiuos de
rasuador (figuras 196 a 199)
El número de casos en los que se observan marcas de percusión en la cúspide es muy escaso: solamente 234 de los 3318
raspadores analizados. El mayor número es de raspadores simples
(tipo 1) y dobles (tipo 3). Les siguen en cantidad los raspadores
sobre hoja o lasca retocada.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Raspador
Gravetiense
Soluti-ense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
MagdalenienseSuperior
1 Total
Figura 196.- Número en la lista tipo versus percusión en la cúspide. Números absolutos.
Raspador
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Total
2
3
4
5
7
8
10
11 a 16
17 y 18
5
7
8
1O
6
7
2
58
O
O
1
4
3
2
O
O
O
O
4
O
G
1
O
O
O
O
O
O
O
O
O
1
1
1
O
O
14
O
1
1
1
O
O
O
3
O
O
O
1
O
O
O
O
O
O
O
1
O
O
O
O
2
18
1
O
O
O
O
O
1
4
2
3
4
4
21
1
1
7
1
34
39
1
1
17
6
Figura 197.- Número en la Lista tipo versus percusión en la cúspide. Números absolutos. Tabla simplificada.
103
Total
9
12
18
16
16
16
7
117
2
211
Total
Raspador
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
2
3
4
5
7
8
10
11 a 16
17 y 18
5
7
O
O
14
O
O
57
O
29
12
9
6
O
18
3
O
53
O
O
1O
0
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
100
O
O
O
6
6
6
O
O
82
O
17
17
17
O
O
O
50
O
O
O
10
O
O
O
O
O
O
O
O
50
O
O
O
50
8
10
6
7
2
56
3
10
5
8
10
10
54
4
G
9
8
8
8
3
55
Total
100
1O
0
1O
0
1O
0
1O
0
100
100
100
1O
0
1O
0
1O
0
Figura 199.- Número en la Lista tipo versus percusión en la cúspide. Números absolutos. Tabla simpLif1cada.Porcentajes por número en la lista tipo.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Discrrsióri cle lasj?g~rras o 199
196
Las marcas de percusión en la cúspide de la arista cciitral cercana al frente indican una técnica atestiguada etnogi-áficarnente
(Feustel, 1973) y ampliamente documentada en los raspadores
rnagdalenienses de Gazel. Se trata del retoque por contragolpe:
apoyando el filo que se retoca en un yunque y golpeando en la
cara dorsal del soporte.
Como puede observarse en la figura 196 más de la mitad de
los casos registrados se encuentran en los riiveles asignados al
Magdaleniense. ¿Se trata de una técnica utilizada sólo en este momento?
La escasa presencia en el resto de los niveles del Paleolítico
Superior de Parpalló nos indica el empleo ocasional de una técnica que está más generalizada en el Magdalenien~e.~'
Media de ángulo del filo uor períodos v tipos de raspador
(figura 200)
El ángulo del filo del frente para los raspadores simples y sobre lasca u hoja retocada (tipos 1 y 5 ) está alrededor de los 65" en
todos los periodos excepto el Magdaleniense Antiguo en el que se
encuentra alrededor de los 75". Es casi siempre un poco más alto
en los raspadores del tipo 5 que en los del tipo 1.
Los raspadores atípicos y carenados no presentan tendencias
marcadas. Los raspadores dobles tienen generalmente ángulos de
filo mayores como media.
Discusión de la figura 200
1.-El ángulo algo mayor de los raspadores sobre soportes
modificados apunta hacia un más frecuente reavivado de éstos.
2.- En el Magdaleniense Antiguo el ángulo del filo es mayor
que en el resto de los períodos. Valgan aquí las observaciones que
realizamos en las discusiones de las figuras 171 a 175, punto 1 y
figura 176 a 180, punto 4.
3.- Los raspadores dobles tienen medias de ángulo de filo del
frente mayores probablemente debido a un uso más intensivo de
éstos. Esta posibilidad ya la apuntamos al discutir el tipo de frente
(figuras 176 a 180, punto 6) así como el modo de retoque y el
contorno general del frente. Volveremos sobre esta cuestión en el
análisis traceológico.
se han estudiado exhaustivamente los frentes fracturados que pueden encontrarse entre el material clasificado como no retocado y cuya separación, dada la
abundancia de material Iítico de la Cova de Parpalló es una larga tarea.
" No
Medidas (iiun)
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
MagdalenienseA.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Aiicliura
Altura
media iiuiiim inaxiiii inedia iiiiiiiiii iiiaxiin
6
5
5
6
9
6
5
4
3
2
2
1
3
1
1
1
15
13
15
19
27
23
19
18
10
18
18
18
19
31
18
18
15
6
8
15
5
8
5
Figura 201.- Altura y anchura del frente. Núiiieros absolutos.
Anchura y altura del frente uor periodos (figura 201)
La media de la anchura y altura del frente es similar en todos
los periodos: alrededor de los 5 mm la altura y de los 18 mm. para
la anchura.
Discusión de la figura 201
Pensamos que la media no refleja en este caso la variabilidad
interna, pues las diferencias entre el máximo y el mínimo son
muy altas.
2.6. Análisis traceológico (figura 202 y siguientes)
Este análisis tiene por objeto determinar las materias trabajadas y las acciones llevadas a cabo por diferentes tipos de frentes
de raspador y útiles de morfología similar.
Hemos elaborado en primer lugar tablas que recogen la utilización de los diferentes tipos de raspadores a lo largo de todo el
periodo cronológico que se registra en la estratigrafía de Parpalló.
Comprobada una cierta afinidad en el uso de raspadores simples,
sobre lasca u hoja retocada y dobles, hemos correlacionado los
distintos usos con la morfologías de frentes asociando estos tres
tipos. Compararemos los resultados con los que presentan los raspadores nucleifonnes.
Finalmente, se ha tenido en cuenta la intensidad del desgaste,
que puede relacionarse con estadios de mayor elaboración en la
cadena operativa del trabajo de las pieles.
Puesto que la mayor parte de Los frentes de raspador analizados fueron empleados en acción negativa, en las tablas solo se
menciona la acción cuando se identifican movimientos de otro
género (percusión lanzada, acción positiva ...)
Número de lista tipo
Soporte
38
27
48
40
32
43
36
41
9
-
1
2
3
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogrevetiense
MagdalenienseAA
Magdaleniense A
B
Magdaleniense Superioi
63
66
64
66
131
74
75
65
69
59
66
67
148
84
78
72
71
75
74
73
157
74
74
68
Total
604 643 666 440 614 374 478 320 136 425 371 220 368 283 473
Figura 200.- Número en la lista tipo versiis media de ángulo
4
5
6
71
53
58
61
62
76
72
59
66
67
65
67
131
74
76
67
7
75
70
65
86 129
59
97 76
61 63
8
9
10
11 12 13 14
15
78 G.B. Total
-
77
555
732
949
1.109
1.501
1.393
1.482
1.611
233
95 9.330
57
56
72
66
67 74 69
57
70
87
67
69 62 66
77
71
60
74
67
77 83 80 73
79 71 80 72
75 67 77 81
69
89
80
77
81
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
1
5
6
9
9
69
23
32
1O
16
11
3
GI-avetiense
Solutrense inferior
Solutrense Medio
Solutrense Siipeiior
Solutreogi-avetiense
Magda1enienseA.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
-35 2
53 1
112 27
54 10
154 8
19 4
27 6
57
4
Total
511 58 107
6
13
9
24
26
8
17
1
4
4
8
13 14 15
I
4
2
1
7
8
I
10
5
11
9
10 11 12
l
10
5
2
3
3
1
1
20
4
1
1
4
1
II
2
38
3
O
18
5
1
1
1
30
,661 76
77 78 G.U. Total
7
1
I
7
1 13
II
2 3
54
84
285
127
273
80
63
1O
0
1
5 35
7
19 21
1
I
4 14
I
13 9
1
I
17 179
16 17 18
1
1
2
1
1
19 27
O
O
O
1066
Figura 202.- Aiiálisis traceológico. Recuento de piezas analizadas por períodos.
no Iiuellas
tipo piel piel? piel+ madera piel
piel piel + materia dura materia materia
asta
piel Iiúmeda seca abras percusión
dura dura? madera madera? hueso hueso? de uso ?
Gravetiense
Solutrense inferior
Solutrense medio
Solutrense superior
Solukopvetiense
Magdaleniense A
A
Magdaleniense AB
Magdal. superior
1
5
1
5
1
5
1
5
1
5
1
5
1
5
1
5
12
2
12
1
25
1 6
1
6
56
12
5
2
3
1
1
1
12
6
11
7
15
2
1
2
2
8
4
1
2
1
5
2
2
1
4
1
1
1
1
1
2
3
3
3
5
2
14
3
13
1
80
3
1
6
2
16
5
2
17
5
38
22
13
1
2
41
11
3
1
9
3
11
3
23
14
9
3
25
4
4
2
2
2
2
1
2
1
4
7
8
2
2
1
11
1
2
1
1
3
1
1
1
3
4
1
2
1
1
167
Total
I
3
2
5
25
14
12
18
5
6
11
1
183
+? Total
37
9
53
9
1110
69
1 57
23
158
33
19
9
5
o
8
3
62
14
121 2 6 6 7
Figura 203.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas por periodos. Sólo los raspadores de los tipos 1y 5.
Análisis traceológico de los ras~adores
simpies (tipo 1) v los
ras~adores
sobre lasca v hoia retocada (tiw5) Cfigura203)
Hemos asociado en una sola tabla los resultados del análisis
traceológico de los raspadores de los tipos I y S, ya que presentan
frecuencias funcionales similares.
De un total de S1 1 raspadores simples y 179 sobre lasca u hoja
retocada, 270 han trabajado la piel en acción negativa. Sobre 167
se reconocieron huellas de uso del raspado de la piel sin que pueda
especificarse el estado. A estos se añaden 80 cuyo desgaste es intenso y que probablemente también se deba al trabajo de la piel y
16 que presentan el pulido doble del que discutimos en la Primera
madera piel+ mat.
no Iiuellas
? total
piel piel + piel abras dura madera de uso
Gravetiense
Solut.Iiiferior
Solut.Medio
Solut. Superior
Solutreograv.
Magdal. A.A.
Magda1.A.B.
Magdai. Supior
Total
5
2
1
1
9
1
1
1
2
1
1
2
1
6
1
1
1
1
1
1
2
15
7
4
28
2
1
1
1
5
2
16
19
9
4
2
O
1
53
Figura 204.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas
por periodos. Sólo los raspadores de tipo 2.
Parte, capítulo 2.2.4.2 y Segunda Parte, capítulos 1.3.2 y 11.1. Otros
5 ejemplares trabajaron la piel seca, produciendo un desgaste muy
intenso. Aún más intensos son los desgastes acompañados de numerosas estrías de los 7 raspadores que se emplearon sobre piel
con abrasivos.
El raspado de una materia dura sin especificar, dejó huellas de
uso sobre 39 raspadores. En general las huellas de uso producidas
por acciones de raspado de otras materias distintas a la piel afecta
a 87 frentes de raspador.
Sobre algunas piezas no es posible identificar la materia trabajada (aparecen bajo la columna con "?"). 183 raspadores no
presentan huellas de uso.
Solamente 4 raspadores se emplearon en una acción de percusión lanzada y 14 trabajaron en acción positiva.
En todos los conjuntos estudiados el trabajo de la piel en acción
negativa es mayoritario, salvo en los momentos magdalenienses.
En el Magdaleniense Superior hay una proporción no despreciable
de útiles empleados en tareas de raspado de las pieles, sin embargo
en el Magdaleniense Antiguo hay una proporción mayor de raspadores que no presentan huellas de uso.
Disczisión de lafigilra 203
Se confirma según este análisis la asociación del raspador
típico con el trabajo de la piel. Hay que destacar sin embargo la
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
pieV
pieV
piel iiiat.dusa
Gravetiense
Solutr. InferioiSolutr. Medio
Soluti: Superior
Solutreograv.
Magdal. A.A.
Magdal. A.B.
Magdal. Superior
Total
pieV
niadera
I
I
piel?
I
1
1
1
2
3
I
1
>
I
I
7
5
3
19
1
4
pieV madera/iio iiiat.dura/nia niat.dura/
no l1.u.
h.u.
t.dura
no 1i.u. ?/?
2
iio li.u.1
no 1i.u.
?/no percusióii
1i.u. laiizada
+
total
4
1
2
2
5
2
1
3
16
9
1
1
1
1
I
2
I
I
5
1
2
6
1
2
1
2
4
1
1
I
6
16
I
I
2
5
1
2
I
I
1
2
1
12
11
22
15
4
20
93
1
2
8
2
.
2
Figura 205.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas por períodos. Sólo los raspadores de tipo 3.
piel
Gravetiense
Solut. Inferior
Solut. Medio
Solut. Superior
Solutreograv.
Magdal. A.A.
Magdal. A.B.
Magdal. Superior
Total
inat. mat. Dura
dura perforar madera?
1
I
2
4
2
2
1
1
3.
1
2
1
cantidad de raspadores sin huellas de uso y sobre todo el reducido número de tareas de elaboración de pieles en el conjunto del
Magdaleniense Antiguo.
Análisis traceolóeico d e raspadores atíuicos (tipo 2)
(figura 204)
Entre los raspadores atipicos, la mayona no presentan huellas de
uso (28) y el resto se ha utilizado para trabajar materias diversas. Sólo 9 ejemplares presentan huellas de uso del trabajo de la piel.
Discusión de la figura 204
Los raspadores atípicos no muestran las mismas distribuciones de USO que 10s típicos. La ausencia de huellas de USO en
casi la mitad de los frentes y la presencia de usos variados en el
resto puede interpretarse de dos formas. La primera posibilidad
es que el reavivado del frente los haya transformado en atípicos
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdalenieuse Superior
Total
4
1
5
5
15
piel ?
mad.pie1
Análisis traceológico de los r a s p a d o r e s dobles (tipo 3)
(figura 205)
1
4
6
8
O
O
O
0
2
1
6
8
2
2 1
Figura 206.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas
por períodos. Sólo los raspadores de tipo 4.
piel
e inadecuados para el uso. por lo que se han abandonado.
La segunda posibilidad es que se trate de útiles elaborados para
variados fines que se asemejan a los raspadores.
no Iiuellas
?
de uso total
materia
dura
Casi la mitad del total de raspadores dobles analizados han
trabajado la piel al menos con uno de sus frentes. 19 ejemplares
presentan en sus dos frentes huellas de uso características del trabajo de la piel, mientras que 16 tienen huellas de uso en uno sólo
de los frentes. El resto de las utilizaciones para las que se han empleado es marginal.
Discusión de la figura 205.
La distribución uso-no uso de los raspadores dobles parece indicar que se emplean mayoritariamente sobre piel y que es frecuente que uno de los frentes presente huellas de uso intensivas y
el otro no. Durante el análisis observamos además que los raspadores que presentan huellas en los dos frentes tienen uno de ellos mucho más intensivamente utilizado y reavivado que el otro.
Por este motivo pensamos que en es en realidad un útil doble y
que se emplean sucesivamente uno y otro frente,
Análisis traceolóeico d e los rasuadores
(figura 207)
Los raspadores en abanico presentan distribuciones de huellas
de uso similares a 10s simples. Hay un uso mayoritario en el raspado en acción negativa de la piel y en segundo lugar, cuantitativamente hablando, se encuentra un grupo de raspadores en abanico sin huellas de uso.
materia dura
+
madera?
madera
+
?
no huellas
de uso
1
1
1
3
1
3
3
4
12
2
1
1
1
1
en abanico (ti00 71
1
1
1
1
2
1
1
1
Figura 207.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas por períodos. Sólo los raspadores de tipo 7.
total
O
1
10
4
11
O
O
11
37
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
no Iiuellas estrías de
piel materia
piel iiiadera piedra dura ? de uso percusióii total
madera
Gravetieiise
Solutreiise InferioiSolutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Supeiior
I
Craveiieiise
Solui.liikiior
Soliii.Medio
Solut.Superior
Soluireograv.
Ma;dal. A.A.
Magda1.A.B.
Magddal. Supetior
Total
Total
Figura 208.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas
por períodos. Sólo los raspadores de tipo 8.
15
1
4
I
20
2
2
6
I
1
1
1
I
I
1
2
1
1
4
Total
Gravetieiise
Solut.liiferior
SolutMedio
Solut. Superior
Solutreograv.
Magdal.A.A.
Magda1.A.B.
Magdal. Supior
11
3
Figura 210.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas
por períodos. Sólo los raspadores de tipo 17.
materia
dura
5
2
1
1
Total
1
9
1
Figura 212.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas
por períodos. Sólo los raspadores de tipo 76.
Discusión de la figura 207
En nuestra opinión los raspadores en abanico pertenecen a
la misma categoría funcional que los simples y sobre lasca retocada.
Análisis traceolóeico de los ras~adores
sobre lasca ( t i ~ o
8)
(figura 208)
También en este caso hay una proporción pareja de raspadores empleados sobre piel y raspadores sin huellas de uso.
Discusión de la figura 208
Al igual que los raspadores en abanico, los raspadores sobre
lasca, son funcionalmente análogos a los tipos 1 y 5.
1
7
4
2
1
1
1
5
53
1
1
1
2
1
6
28
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
17
1
2
16
1 9
9
4
2
O
1
Figura 211.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas por
períodos. Sólo los raspadores de tipo 18.
Total
Total
1
no
1i.u. total
2
15
1
2
1
1
1
no Iiuellas
de uso total
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdal. Supenor
40
Figura 209.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas
1
por períodos. Sólo los raspadores de los tipos 1 a 16.
piel inat. Iiueso
piel piel? abrasivo dura asta madera? ?
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdal. Supenor
I
3
O
2
5
22
2
5
3
2
3
Total
23
18
51
19
88
25
8
32
1
2
15
16
19
4
3
12
1
14
6
7
2
4
4
24
21
80
41
114
31
15
44
264
72
34
370
Figura 213.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1 , 3 y 5
utilizados para trabajar la piel. Cronología versus contorno del filo
retocado. l=regular, 2=denticulado, 3=sinuoso.
Análisis traceológico de los ras~adores
esDesos v nucleiformes (tipos 11 a 16) (figura 209)
La mayoría de los raspadores de estas categorías no presentan
huellas de uso. Los únicos estigmas microscópicos que se observan son estrías de percusión en las caras ventrales, que interpretamos como plataformas de golpeo.
Discusión de lafigura 209
Los raspadores espesos y nucleiformes no son útiles sino núcleos. En alguna ocasión se han empleado en tareas cortas y poco
regulares sobre materias fundamentalmente duras, pero son usos
no estandarizados.
[page-n-150]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutreiise Superior
Solutreogiavetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Total
4
1
6
6
2
2
3
I
I
6
2
3
2
1
2
2
24
7
l
2
5
Total
4
2
7
6
4
2
6
5
36
Figura 214.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1 , 3 y 5
utilizados para trabajar madera, hueso o materia dura. Cronología
versus contorno del filo retocado.
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogavetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B .
Magdaleniense Superior
Total
13
Total
1
1
1
3
O
2
5
21
7
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
40
Total
18
3
3
9
9
4
4
4
6
2
22
45
69
32
290
7
7
18
67
20
77
7 -
-7 -7
Figura 215.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1, 3 y 5
sin huellas de uso. Cronología versus contorno del filo retocado.
2
2
8
6
1
1
5
1O
4
16
11
10
12
198
Total
3
I
Total
2
6
20
48
12
57
18
6
31
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Sol~i
treogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
2
I
3
10
2
3
1
1
14
6
38
16
26
13
7
14
134
3
4
Total
1
6
10
23
8
23
6
6
10
4
4
17
13
60
12
2
19
24
20
80
41
114
31
15
44
12
92
131
369
2
2
4
5
1
Figura 216.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1 a 16
sin huellas de uso. Cronología versus contorno del filo retocado.
Figura 217.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1,s y 5
utiiizados para trabajar la piel. Cronología versus tipo de frente.
l=tipo A, l=tipo B, 3=tipo C, 4=tipo D.
Análisis traceolóeico de los rasvadores esauirlados
(tipo 76) (figura 212)
Las piezas esquirladas presentan pocas trazas de uso. Sobre más de
la mitad no se observan pulidos de uso y sólo en 13 ejemplares hay
spots de pulido que permiten
un uso sobre una materia dura.
Discusión de la figura 212.
Ya comentamos en el apartado de experimentación cómo la utilización como cuña no permite el desarrollo de pulidos de uso. Es la fiacturación intensa de los filos la que caracteriza este tipo de utilizaciones.
Este parece ser el uso más habitual de los raspadores esquirlados.
Relación de la función con la morfología del frente:
rasvadores simvles. sobre sovortes retocados
y rasvadores dobles aue no presentan huellas de uso.
Contorno del filo retocado (figura 215)
Es también mayoritaria la proporción de frentes de contorno
regular, aunque proporcionalmente hay más cantidad de filos denticulado~ sinuosos que en los raspadores con huellas de uso.
y
Relación de la función con la morfolo~ía frente: rasdel
padores simples. sobre soportes retocados y raspadores
dobles aue han operado sobre piel.
Contorno del filo retocado (figura 213)
Los raspadores que han trabajado la piel presentan en todos los
períodos estudiados frentes de morfología mayoritariamenteregular.
Ya vimos en el análisis morfológico preliminar que los raspadores
dobles presentaban proporciones importantes de frentes denticulados y
sinuosos, atribuibles a un último reavivado sin posterior reutilización.
Relación de la función con la morfoloeía del frente:
raspadores simples. sobre soportes retocados
y rasvadores dobles Quehan o~erado
sobre madera. hueso o materia dura. Contorno del filo retocado (figura 214)
También en este caso, la mayoría presentan filos de contorno
regular. Los raspadores del Magdaleniense Antiguo destacan por
presentar más filos denticulados y sinuosos.
Relación de la función con la morfoloeía del frente:
raspadores carenados v nucleiformes Contorno del filo
retocado (figura 216)
En el caso de los raspadores espesos y nucleiformes, que como hemos visto en la tabla 26 no han sido utilizados en su mayoría, hay una mayor proporción de frentes denticulados y sinuosos que regulares.
Discusión de lasfiguras 213 a 216
La mayor parte de los raspadores presentan filos de contorno
regular, exceptuando los carenados y nucleiformes que en su mayoría no han sido utilizados. Según esta constatación, podrían distinguirse los núcleos de los raspadores por su contorno más irregular. Si comparamos la distribución de contornos de filo de raspadores utilizados con la distribución general que se presentaba en
la tabla 10, observamos que la mayor proporción de raspadores
con filos denticulados y sinuosos se constata en el Magdaleniense
Antiguo, precisamente el momento con mayor proporción de raspadores espesos y nucleiformes, pero que esta morfología de filo
afecta también de forma mayoritaria a los raspadores simples.
[page-n-151]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdalenieiise A.B.
Magdaleniense Superior
Total
2
3
1
Total
1
1
J
2
5
2
7
6
4
2
6
I
I
I
4
2
1
1
4
I
14
7
I
2
2
2
I
2
I
1
3
5
1O
12
37
Figura 218.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1 , 3 y 5
utilizados para trabajar madera, hueso o materia dura. Croiiología
versus tipo de frente.
Gravetiense
Solutreiise Iiiferior
Solutreiise Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdalenieiise A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Total
Total
Total
3
13
26
7
29
15
6
14
I
1
2
I
1
3
8
23
5
9
7
13
II
7
17
7
36
1O
2
17
7
28
67
20
76
33
22
45
113
9
77
99
298
1
1
1
Figura 219.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1 , 3 y 5
sin huellas de uso. Cronología versus tipo de frente.
1
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
4
2
1
2
5
Total
15
15
54
26
91
19
9
35
2
2
22
8
11
12
1
6
4
4
7
12
5
5
4
23
21
80
41
114
31
15
44
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
264
63
42
369
Total
2
4
1
5
4
2
5
1
Total
2
3
2
2
2
2
3
1
1
1
5
2
7
6
4
2
6
5
21
13
3
37
1
Figura 220.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1,3 y 5
utilizados para trabajar la piel. Cronología versus modo de retoque.
l=simple, 2=abrupto, 5=sobreelevado.
Figura 221.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1 , 3 y 5
utilizados para trabajar madera, hueso o materia dura. Cronología
versus modo de retoque.
Los raspadores utilizados sobre materias más duras que la piel
tienen una proporción algo mayor de raspadores con frentes sinuosos y denticulados, al igual que los que no presentan huellas de
uso. En el último caso podría tratarse de reavivados tras los que se
ha trabajado poco tiempo (en el caso de los filos regulares) o que
han modificado de tal forma el filo, que lo han hecho inadecuado
para el trabajo (en el caso de los filos denticulados o sinuosos).
Relación de la función con la morfoloeía del frente: raspadores simvles. sobre soportes retocados v raspadores
dobles aue han traba-iadola madera. el hueso o materia
dura. Tivo de frente (figura 218)
Los tipos de frente están regularmente repartidos. NO
prevalece ninguno de ellos.
Relación de la función con la morfoloeía del frente:
rasvadores simples. sobre soportes retocados
y rasvadores dobles aue han trabaiado la viel. T i ~ o
de frente (figura 217)
Hay una proporción importante de raspadores con frentes en arco rebajado con levantamientos reflejados identificados como del
tipo A (que definimos para el estudio de los raspadores de Gazel,
fig. 28) y en arco regular con retoques convergentes (tipo D).
Los raspadores del tipo B, con un ápice lateral y retoque escamoso en una parte del frente son escasos. Los frentes de raspador del tipo D, con un frente en arco regular conformado por
retoques convergentes, son tan abundantes como los del tipo A,
pero se concentran fundamentalmente en el Solutrense Superior,
Solutreogravetiense, y Magdaleniense Superior (que son de los
períodos que presentan mayor laminaridad). Sin embargo en el
Gravetiense y el Solutrense Inferior, que tienen una industria muy
laminar, los raspadores que han trabajado piel presentan filos del
tipo A, es decir, probablemente reavivados.
Relación de la función con la morfología del frente: raspadores simples. sobre soportes retocados v rasvadores
dobles aue no vresentan huellas de uso. Tivo de frente
(figura 219)
Entre los raspadores sin huellas de uso la distribución es similar a la de los frentes que han trabajado la piel, la madera o las
materias duras antes de su abandono.
Discusión de las figuras 217 a 219
De los cuatro tipos de frentes que propusimos experimentalmente. Ninguno de ellos prevalece de forma absoluta en
ninguna de las circunstancias de uso. Únicamente se destacan
los frentes de tipo A en el Gravetiense y el Solutrense Inferior,
pese a ser industrias laminares. Pensamos que esto está indicando un mayor grado de reavivado de los frentes en estos dos
períodos que en las otras industrias laminares que muestran una
preferencia por el tipo D. En el Magdaleniense Antiguo hay
mayor número de frentes de raspador de los tipos A y C que del
tipo D. Esta circunstancia indica también mayor frecuencia de
reavivados.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutreiise Supei-ior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Total
2
4
10
44
13
54
16
13
34
2
4
18
3
8
16
2
6
197
59
3
4
5
total
7
5
1
1
39
Gravetiense
Solutreiise Iiiferior
Solutreiise Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdalenieiise A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
6
28
67
20
76
33
22
45
297
5
4
4
14
I
1
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
3
4
5
I
2
1
>
6
5
I
19
Total
Figura 222.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1,3 y 5
sin huellas de uso. Cronología versus modo de retoque.
2
1
I
I
14
1
18
1
1
1
1
O
2
total
I
3
O
2
5
21
7
I
40
Figura 223.-Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1 a 16.
1
Cronología versus modo de retoque.
piel
70
65
68
68
65
69
82
63
tipos 1 , 3 , 6
mat. dura
58
81
62
57
70
80
76
66
no 11.11.
68
68
66
70
67
72
73
64
tipos
11 a 16
57
77
75
67
83
82
79
Figura 224.- Análisis traceológico. Cronología versus media del
ángulo del filo por tipos de raspadores y materias trabajadas.
Relación de la función con la morfología del frente:
rasaadores simples. sobre soportes retocados v ras~adores
dobles aue han trabaiado la aiel. Modo de retoaue
(figura 220)
Como cabe esperar, ya que forma parte de la definición de raspador, hay una gran mayoría de raspadores con frente conformado
por retoque simple. El mayor número de retoques abruptos se producen en el Solutrense Medio y en el Magdaieniense Antiguo A.
Relación de la función con la morfoloeía del frente: raspadores simules. sobre soaortes retocados v rasuadores
dobles que han trabaiado la madera. el hueso o una materia dura. Modo de retoaue (figura 221)
Pese a haber una mayoría de retoque simple, hay una buena
proporción de retoque abrupto.
Relación de la función con la morfoloeía del frente: raspadores simules. sobre soportes retocados v rasaadores
dobles sin huellas de uso. Modo de retoaue (figura 222)
Entre los raspadores que no tienen huellas de uso hay mayona de
retoque simple en la conformación del frente, sin embargo la proporción de retoque abrupto o sobreelevado es también importante.
Relación de la función con la morfología del frente: raspadores esmos v nucleiformes Modo de retoque (figura 223)
En general tienen retoque simple. Sin embargo en el Magdaleniense Antiguo, que es cuando más nucleiformes hay, el retoque es mayoritariamente abrupto.
Discusión de lasfiguras 220 a 223
El modo de retoque que delinea el frente de raspador suele ser
simple. Solamente en el Magdaleniense Antiguo A, el retoque
abrupto es muy común. Entre los raspadores analizados traceológicamente son los nucleiformes los que presentan este modo
de retoque. Sin embargo si observamos la tabla 12K podemos
comprobar que entre los raspadores simples hay también muchos
con retoque abrupto.
Relación de la función con el ángulo del filo. Tiuos 1.3.5
v 11 a 16 (figura 224)
Observamos una media de ángulo de filo centrado entre 63"
y 68" para los raspadores que han trabajado la piel, con dos excepciones: los del Gravetiense y los del Magdaleniense Antiguo.
Como vimos en las figuras 227 a 219, en el Gravetiense había una
buena proporción de frentes de tipo A. El ángulo del frente parece
confirmar el abandono de raspadores ya reavivados en este penodo.
Los ángulos de los raspadores que han trabajado materias
duras son más variables, aunque en general son más abruptos.
Lo mismo ocurre con los raspadores que no presentan huellas
de uso.
Los raspadores nucleiformes y espesos tienen ángulos de filo
más abruptos.
Huellas de uso en otras zonas del útil (figuras 226 y 227)
Se documenta en todos los períodos el empleo circunstancial
de los bordes laterales y la zona proximal. En el caso de los raspadores simples (tipo 1) y los raspadores sobre lasca u hoja retocada (tipo 5) se emplea fundamentalmente uno de los dos filos
laterales para trabajar una materia dura.
Otra cuestión es la de los útiles dobles, raspador-truncadura y
raspador-buril (tipos 17 y 18) que se revelan como tales, al
mostrar huellas de uso en sus zonas activas opuestas al frente.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
DESG ASTE=Q
1
Gravetieiise
Solutreiise Iiifci-ioiSolutrense Medio
Solutrensr Superior
Soluti-eogravetieiise
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdalenieiise Supeiior
2
4
23
21
6
30
5
5
1
1
2
2
20
20
49
25
73
14
7
3
2
8
34
1
Gravetiense
2
5 .
6
6
2
5
8
2
10
1
2
I
I
5
9
2
3
3
4
3
1
7
2
1
1
2
39
5
3
8
13
26
25
9
9
3
3
2
7
8
10
I
2
2
4
1
I
6
2
1
1
2
3
4
4
5
3
37
12
15
5
1
6
5
17 y 18
1
1
5
11 a 16
2
I
4
I
3
4
2
5
8
10
11 a 16
17 y 18
1
7
1
4
1
3
1
1
1
4
1O
9
2
3
3
7
8
10
3
8
7
28
15
1
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
4
1
1
Gravetieiise
Solutreiise Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdalenieiise A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdalenieiise Superior
3
1
15
8
7
2
3
1
3
3
2
1
2
5
7
8
10
17 y 18
3
1
1 a 16
1
9
1
11
7
3
4
1
6
11 a 16
17 y 18
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
1
2
1
2
1
1
1
2
3
4
5
2
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11 a 16
17 y 18
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
1
2
1
1
Figura 225.- Análisis traceológico. Tipología versus cronología y desgaste. Desgaste: O=no, l=desgaste ligero en la cara dorsal con melladuras en la cara
ventral, 2=desgaste principalmente en la cara ventral con alvéolos en los que se inician estrías, 3=desgaste regular que afecta a las dos caras, no hay
melladuras en la cara ventral, 4=desgaste regular y homogéneo que afecta a las dos caras con melladuras de tenninación gradual en la cara ventral.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Referencia
2160
2 183
2207
2166
2176
2181
2191
2201
2230
2247
2256
1927
1985
2029
203 1
2033
2322
2323
2354
2374
2383
2298
2310
2321
2050
2056
2312
2303
2314
2316
2317
2318
2319
2417
240 1
205 1
2062
2400
2305
2111
2147
2726
2741
2744
2745
2749
2807
2728
2142
2085
2729
3180
3181
3247
3281
3284
3135
Período
Gravetiense
Gravetiense
Gravetiense
Gravetiense
Gravetiense
Gravetiense
Gravetiense
Gravetiense
Solutrense inf.
Solutrense inf.
Solutrense inf.
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutreogravetiense
Solutreogravetiense
Solutreogravetiense
Solutreogravetiense
Solutreogravetiense
Solutreogravetiense
Tipo
I
1
5
I
I
1
1
1
5
1
I
3
1
5
5
5
1
5
1
5
1
2
5
1
18
18
18
18
18
18
18
18
18
18
17
17
17
17
62
5
5
1
5
1
1
1
1
5
3
17
8
1
1
1
5
5
17
Materia
trabajada
inat. dura
inat. dura
madera
mal. dura
mat. dura
mat. dura
mal. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
piel
mat. dura
mat. dura
piel
piel
?
?
?
?
?
?
madera
mat. dura
mat. dura
piel
piel
hueso
mat. dura
madera
?
?
?
?
hueso
hueso
hueso
?
?
madera
madera
piel
mat. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
hueso
mat. dura
mat. dura
piel
?
?
madera
mat. dura
mat. dura
Accióii
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
cortar
ranurar
cortar
raspar
raspar
cortar
cortar
raspar
raspar
raspar
raspar
ranurar
cortar
raspar
raspar
raspar
ranura
cortar
cortar
ranurar
raspar
ranurar
raspar
raspar
raspar
raspar
ranurar
raspar
raspar
cortar
raspar
ranurar
ranurar
perforar
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
cuña
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
ranurar
Borde
lat. dereclio
Borde
lat. izquierdc
+
*
*
*
%
.
*
*
e
e
*
*
*
*
*
*
*
*
e
*
e
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
e
*
*
*
*
*
e
e
*
*
Figura 226.- Utilización d e los bordes laterales y zona proximal en los raspadores de Parpalló (sigue en 227).
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Rcfcrc~icia
3318
33 16
3313
3308
3306
3102
312
305
563
566
573
590
297
1068
1193
1196
1504
924
1832
1759
1826
Período
Tipo
Materia
trabajada
Acción
Solutreogravetieiise
Solutreogravetieiise
Solutreogravetiense
Soliitreogravetiense
Solutreogravetiense
Solutreogravetiense
Magdaleniense ant.
Magdaleniense ant.
Magdaleniense ant.
Magdaleniense ant.
Magdaleniense ant.
Magdaleniense ant.
Magdaleniense sup.
Magdaleniense sup.
Magdaleniense sup.
Magdaleniense sup.
Magdaleniense sup.
Magdaleniense sup.
Magdaleniense sup.
Magdaleniense sup.
Magdaleniense sup.
17
17
17
17
21
18
I
I
piedra
iuat. dura
mal. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
madera
rnat. dura
mat. dura
mat. dura
raniirar
rai~urar
raiiurar
ranurar
raspar
ranurar
cortar
raspar
ranurar
ranurar
raspar
cortar
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
perforar
raspar
raspar
1
I
2
5
1
I
1
I
I
5
I
18
17
?
?
?
mat. dura
mat. dura
piel
madera
Borde
lat. dereclio
Borde
lat. izquierdo
Zona
proxinial
*
4:
L
*
*
*
*
%
L
e
*
Figura 227.- Utilización de los bordes laterales g zona proximal en los raspadores de ParpaUó (viene de 226).
*
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CONCLUSIONES
El objetivo que nos habíamos propuesto al principio de este
trabajo era el situar el raspador como útil tanto de forma sincrónica como diacrónica. Es decir, inscribirlo dentro de la cadena operativa de la que forma parte como herramienta de trabajo
y comprender su papel como útil transcultural. El análisis del
material de la Grotte Gazel y de la Cova del Parpalló se ha
orientado con este fin.
Sin embargo vamos a comenzar resumiendo las conclusiones
más generales a que hemos llegado al planteamos la metodología
empleada para realizar el análisis funcional de los raspadores y
que se refieren fundamentalmente a dos aspectos: el método
traceológico y su aplicación al material prehistórico.'?
Las bases en que sustentamos nuestra revisión crítica del
método aplicado (el método traceológico) son una amplia experimentación y un análisis a altos aumentos de las modificaciones de
la superficie de la roca.
¿Cuáles son los procesos que intervienen en las modificaciones microscópicas del aspecto de la superficie de la roca (micropulidos)? El análisis a altos aumentos con microscopía electrónica de filos utilizados experimentalmente nos ha permitido
apreciar los mecanismos que producen estas modificaciones. De
la comparación de las imágenes de la superficie de los filos experimentales antes de su uso (sus réplicas en resina) con las imágenes de las mismas zonas después de la utilización (sobre las
piezas originales) se desprende en primer lugar que el pulido de
uso existe como modificación de la superficie de la roca y que la
causa fundamental de las modificaciones que denominamos pulidos es una pérdida de materia por erosión (desgaste) (coiztra Anderson, 1980). Estamos de acuerdo con los investigadores que
afirman que el aspecto "fundido" de los pulidos es un efecto óptico consecuencia de una homogeneización o alisado de las superficies (Yamada, 1993; Levi-Sala, 1988 y 1993). En segundo
lugar, el análisis con microsonda revela una composición exclusivamente silícea de las zonas pulidas. Pensamos que los análisis
realizados por algunos investigadores con técnicas con mayor
resolución (bombardeo de iones y acelerador de partículas) lle-
gan a detectar elementos traza de la roca y estos elementos traza
son interpretados erróneamente como residuos de la materia trabajada (contra Christiansen et alii, 1995). Los residuos que
quedan adheridos a la roca son visibles en algunas de nuestras
piezas experimentales y se distinguen morfológica y químicamente de las modificaciones que son resultado de la alteración
por uso de la microtopografía.
En tercer lugar, la micromorfología de la superficie de la roca
es muy importante en el desarrollo de las modificaciones por uso.
La proporción de materia cristalizada o amorfa y el tamaño del
grano de la roca determinan el aspecto de las superficies alteradas
por uso, y su grado de alteración. Hemos observado además que
se producen fracturas de cristales y grietas.
Hasta el presente, la metodología traceológica se sustenta en
la afirmación de que a cada materia trabajada y a cada acción
corresponde un tipo de huellas de uso característico. El objetivo
de la experimentación era descubrir relaciones causa-efecto entre
estas dos variables y las huellas de uso resultantes. Las huellas de
uso que se analizan son generalmente de cuatro tipos: micropulidos, desgastes, estrías y desconchados. Se consideran importantes
para el diagnóstico de la acción, la distribución de los micropulidos y los desgastes, el tipo y distribución de los desconchados y
la dirección de las estrías. Para identificar la materia trabajada la
base fundamental es la tipología de los micropulidos y la presencia o ausencia de determinados tipos de desconchados.
Comprobamos en nuestra experimentación tendencias que ya
habían sido señaladas por otros investigadores. Hemos evaluado
cuáles, de entre las experimentaciones realizadas, son identificables
y cuáles no lo son y llegamos a la conclusión de que las acciones de
corta duración, poco intensas y10 poco regulares son difíciles de reconocer. También confirmamos que el trabajo de materias blandas
sólo se puede identificar a partir de una argumentación negativa, es
'' Una discusión más detallada puede encontrarse en
la Primera Parte, punto 3.
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decir, un proceso de razoiia~iiiento va excluyendo posibilidades
que
pero cuya deducción final depende del estado de alteración de la
stipe~ticie útil Iítico. Se coiioboian experimentalmente la exisdel
tencia de coiivergei-iciasen el aspecto de los micropulidos de uso
producidos por diferentes iiiaterias. sin embargo también observanios aspectos muy diferentes en micropulidos producidos por una
sola mateiia. De todo ello se desprende que no es la naturaleza de
la matei-ia trabajada sino su estado físico el que produce efectos
diferentes en el útil que incide sobre ella. Además materias trabajadas de diferente natiiraleza (y10 dureza) pueden producir tipos de
contacto similares."
Los intentos de otros investigadores de hallar una relación
directa entre las materias trabajadas y acciones y los desconhan
c h a d o ~ resultado fallidos. Según nuestra experimentación,
las leyes mecánicas de fracturación intervienen durante el trabajo, pero la materia trabajada y la acción no son las principales variables que influyen en el desconchado de los filos activos. La regularidad e intensidad del movimiento, pero sobre
todo la morfología microscópica del borde, participan de una
forma determinante.
Otras de nuestras observaciones no habían sido explícitamente señaladas con anterioridad. En concreto advertimos la dificultad de identificar huellas de enastado por su débil desarrollo y
porque existen pulidos de distribución e intensidad similar de entre los producidos por alteración o por la talla. Apuntamos además
a partir de la experimentación una solución a la presencia de niicropulidos dobles (de diferente aspecto en cada una de las caras
del filo) que han sido detectados arqueológicamente por otros
analistas y que encontramos bien documentados entre el material
de Gazel y de Parpalló. Dedujimos que la causa no es el trabajo
de dos materias diferentes sino el tipo de contacto que se establece entre el útil y la materia trabajada que es diferente en distintas partes de un mismo filo.
La amplia experimentación desarrollada en la Universidad de
Lieja con un mismo tipo de útil, el raspador, y diferentes tipos de
mangos y usuarios pennitió introducir un nuevo factor que hace
variar la intensidad de las huellas de uso y en ocasiones su distribución y morfología: el factor individual. La fuerza, la destreza,
la regularidad en los movimientos es una variable más, difícil de
apreciar cuando se analiza material arqueológico.
Sin embargo comprobamos que en las mismas condiciones
de trabajo, el aspecto de los micropulidos de uso y la distribución de los desconchados y las estrías son recurrentes en sucesivas experimentaciones. S i trabajamos experimentalmente
diferentes materias con diferentes modos de acción, la distribución y el tipo de huellas resultantes son distintas. Sin embargo el
problema se ha de plantear a la inversa. ¿Son estas huellas de uso
discriminantes de una materia o de una acción concreta? Como
hemos visto hay convergencias entre las huellas producidas por
materias similares. Además el tipo de contacto entre la materia
trabajada y el útil puede variar en función del estado de la materia, la presencia de aditivos lubricantes o abrasivos, la regularidad del movimiento, la fuerza ejercida, etc.
"De esta forma se explican las convergencias entre micropulidos de asta y Iiueso y
entre estos y los producidos por madera duras. También se explica así el hecho de
que el trabajo de piel tensada produzca micropulidos similares a los de materia dura.
'
Dc iodo ello sc deduce q ~ i c Iiay iiiicropiilidos producidos
no
por una u 011-a iiiarei-ia y10 acción sino por una u oti-a situación de
contacto. Pai-a interpi-etai- las huellas dc uso es inás inipoi-tantc
cornpreiider los procesos que influyen en las inodificaciones que
clasificai- ~ipológicaineiitclas huellas de uso e intentar cuantiticarlas. Proponemos por esta razón un enfoque teciiológico del
análisis funcional: cl útil se concibe como un elemento dentro de
tina dinámica y las hitellas de uso como consecuencia de una acumulación de acciones. Estas acciones pueden ser complejas y
afectan al útil desde su fabricación a su abandono.
La rcvisión de los resultados de análisis de raspadores prehistóricos nos indica un uso mayoritario en el trabajo de las
pieles. Los raspadores Iíticos de pueblos aborígenes actuales y
subactuales de distantes partes de la tierra también se emplean
mayorilariamente para la elaboración de las pieles de animales.
La documentación etnográfica del empleo de los raspadores
nos sirve de base para identificar ciertas técnicas en la talla y la
utilización. Los indicios macroscópicos y microscópicos que presentan los 1 18 raspadores de los niveles magdalenienses de la
Grotte Gazel son relacionados con algunas de las técnicas que se
documentan en etnografía tras una comprobación experimental.
Los esquirlamientos de la cara dorsal de los soportes de los
raspadores se identifican con una técnica de talla por contragolpe.
Se detecta la existencia de mangos en los que irían insertados los
raspadores a partir de la distribución de las huellas de uso y de la
morfología macroscópica de los frentes de raspador.
Dos tipos de acciones se asocian al trabajo de las pieles con
raspadores en Etnografía. La primera (acción positiva) se utiliza
para descarnar las pieles. El raspador se mueve con la cara dorsal
delante y un ángulo de trabajo reducido. La segunda (acción
negativa) se emplea para adelgazarlas y reblandecerlas. El raspador se mueve con la cara ventral delante. Estos dos tipos de trabajo producen huellas distintas y reflejan diversos grados de elaboración de las pieles.
Sin embargo queda por dilucidar si las variantes técnicas
identificadas corresponden a gestos de individuos, a cadenas
operativas que son necesarias para unas materias trabajadas y no
para otras, o son generales a cada sociedad. Esta distinción es
fundamental para evaluar el significado cultural de la tecnología.
El estudio morfológico y funcional de los raspadores del Paleolítico Superior de la Cova del Parpalló se ha realizado en base
a los índices macroscópicos y microscópicos detectados en el
análisis de los raspadores magdalenienses de la Grotte Gazel. Se
ha analizado la morfología de los soportes y de los frentes de un
total de 3320 raspadores y la función de 1173 frentes de raspador
(1066 raspadores) con dos objetivos fundamentales: evaluar la
homogeneidad tipológica y funcional del raspador lítico y descubrir conductas técnicas del trabajo con raspadores idiosincrásícas para cada período. Respecto a nuestro primer objetivo hemos
observado algunos comportamientos recurrentes en todos los
períodos. La morfología y la función de los frentes de los raspadores simples, dobles, en abanico, sobre lasca y sobre lasca u
hoja retocada (tipos 1, 3, 5, 7 y 8 de la tipología de SonnevilleBordes y Perrot) es similar en todos los períodos. Se documenta
un uso mayoritario en el trabajo de la piel en acción negativa. Hay
usos puntuales para otros trabajos. Este tipo de usos cortos en actividades simples estaría asociado a útiles conservados (curated
tools, en la terminología anglosajona) y de "vida larga" simple-
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mente porque al conservarse siempre está disponible cuando se
necesita un útil afilado (Hayden, 1986).
Los raspadores dobles presentati una incidencia mayor de
ti-entes con ángulo obtuso, retoques sobreelevados y filos denticulados y sinuosos. Es corriente encontrar uno de los filos muy desgastado y el otro casi sin huellas. Todos estos factores nos indican
que se trata de útiles dobles cuyos frentes se emplean sucesivamente.
Los raspadores atípicos presentan morfologías de frente irregulares y usos poco típicos. Puede tratarse tanto de útiles distintos de los raspadores en algunos casos, pero en otros la irregularidad del frente se debe a un reavivado fallido.
Los retoques laterales de los soportes afectan mayoritariamente en todos los períodos a uno solo de los dos lados.
Consideramos este hecho un indicio de la adaptación a un mango.
Los raspadores espesos y nucleiformes no suelen presentar
huellas de uso. Es bastante común encontrar sobre ellos estrías de
percusión que indican que se trata de núcleos. Sus frentes de raspador están conformados con retoques abruptos y tienen ángulos de filo superiores a los verdaderos raspadores.
Los raspadores esquirlados se concentran en los momentos
solutrenses y la mayoría no presenta micropulidos de uso identificable~. los levantamientos macroscópicos la mayor parte
Por
pueden haber servido como cuñas. Sin embargo los levantamientos bifaciales que encontramos en algunos de ellos apuntan otra
posibilidad: el que se trate de lascas en las que se ha intentado un
retoque bifacial fallido. El análisis traceológico no arroja más luz
sobre esta cuestión. Quizá un estudio de la cadena operativa de
técnicas de retoque bifacial del Solutrense pudiera aclarar este extremo.
Hay un número bastante elevado de raspadores sin huellas de
uso. Ya señalamos en el capitulo 2.1. de la Segunda Parte que se
documenta etnográficamente el abandono del útil tras un uso corto que se produce después del último reavivado. Esta sena una
razón de la ausencia de huellas de uso.
Aunque el uso de los raspadores simples es bastante homogéneo, los soportes, la morfología de los raspadores y de los frentes
varía de unos períodos a otros.
En el Gravetiense se realizan sobre hoja, coincidiendo la proporción de raspadores sobre hoja con el índice laminar. La mayor
parte de los frentes desviados hallados corresponden a este período y al Solutreogravetiense. Podría esto deberse a la utilización de
los raspadores sin mango, ya que el empleo de mangos hace que
el gesto sea más regular. Precisamente estos dos conjuntos son los
más laminares de Parpalló. El retoque es en su mayoría convergente, pero abundan los frentes de tipo A, es decir con un probable reavivado que produce un retoque abrupto.
En el Solutrense Inferior se tallan los raspadores sobre lasca.
Hay un buen número de ellos que tiene un ápice lateral. También
aparecen raspadores esquirlados.
En el Solutrense Medio aumenta enormemente el número de
útiles. También hay una mayor variabilidad. Se encuentran algunos raspadores en abanico, ojivales y útiles compuestos. A pesar de que Pericot señala una laminaridad importante en este momento, la mayor parte de los raspadores son sobre lasca o lasca
laminar. Son más numerosos los raspadores de tipo 1, pero hay
muchos con bordes laterales y zonas proximales retocados. En
general el nivel de transformación del soporte es importante. Hay
un iiúiilei-o iinportante de raspadores de este peiiodo a los que se
les suprimió el bulbo mediante una muesca clactonieiise en la
parte pi-oxiirial o una truncadura.
Tanto en el Solutrense Medio como en el Solutrense Superior
los módulos de los raspadores simples son más estrechos que los
de los raspadores sobre soportes retocados (tipo 5) indicando una
inteiicionalidad de acercar las dimensiones de los soportes que
podría estar relacionada con el enastado.
En el Solutrense Superior las características de los raspadores son similares a las del Solutrense Medio pero hay más
proporción de raspadores sobre lasca. Los soportes están también
muy modificados. Se destaca una tendencia que se mantiene en
el Solutreogravetiense: los raspadores simples tienen frentes conformados por retoque laminar convergente, los raspadores sobre
lasca retocada presentan más frecuentemente retoques sobreelevados. ¿Se debe a un reavivado más intenso o a la existencia de
un tipo de raspador que se reaviva en el mango (tipo 5: sobre lasca u hoja retocada) y otro que se utiliza sin mango o al menos se
reavi va fuera del mango (tipo 1: simple)?
En el conjunto Solutreogravetiense aumenta la proporción de
raspadores sobre hoja. Hay muchas fracturas por flexión de la zona
proximal, pero no creemos que se hayan producido por uso porque
se sitúan a 20 rnm del frente. También aquí hay una dualidad entre
frentes del tipo D asociados a raspadores simples, y frentes de tipo
A asociados a raspadores sobre lasca u hoja retocada.
A partir del Magdaleniense el empleo de la técnica de retoque
de los raspadores por contragolpe que observamos entre los raspadores de Gazel es más frecuente. El uso de restos de talla y nucleiformes en la fabricación de raspadores refleja la tendencia
general de la industria del Magdaleniense Antiguo A. En el Magdaleniense Antiguo B los nucleiformes son sobre lasca, revelando
un aprovechamiento máximo de la materia prima. En todo el
Magdaleniense Antiguo hay gran número de soportes con lados
divergentes, filos obtusos, retoques abruptos, frentes denticulados
y sinuosos. Los frentes son del tipo C, es decir con retoques paralelos no convergentes. En el Magdaleniense Antiguo B esta morfología del frente alcanza el 71% de los raspadores. Además un
30% de los raspadores de este período presentan un ápice lateral,
paralelamente y en cuanto a la función de estos útiles tan difícilmente clasificables, hay también muchas piezas que no presentan
huellas de uso. Esta industria sobre lascas ha sido intensamente
reavivada. La ausencia de huellas de uso típicas se debe a utilizaciones cortas y poco regulares y es posible que estemos ante un
conjunto de útiles polifuncionales que se reavivan en sus mangos.
Abundan las piezas de retoque inverso y los raspadores dobles alternos, con retoque directo en un extremo e inverso en el opuesto.
Aura señala la evolución interna del Magdaleniense Antiguo
A al Magdaleniense Antiguo B. De una industria con mayoría de
raspadores se pasa a un conjunto en el que hay menor cantidad de
raspadores y más abundancia de piezas del substrato (denticulados, raedera, piezas con retoques continuos). Pensamos que esta
transición pudiera tener justificación tecnológica y no tipológica.
En el conjunto del Magdaleniense Antiguo A los raspadores nucleiformes son muy abundantes, por ello aparece hinchado el
índice de raspadores. En el Magdaleniense Antiguo B hay gran
cantidad de piezas que son fragmentos de núcleos, de muy pequeñas dimensiones y fácilmente clasificables como denticulados
o piezas de retoques continuos. Pensamos que el aprovechamien-
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to de la materia prima lítica se hace aún más iiiteilso en el Magdaleniense Antiguo B. En todo caso es difícil la clasificación morfologica de esta industria, pero también su análisis traceológico.
En el Magdaleniense Superior se emplean lascas para tallar
frentes de raspador, sin embargo el índice laminar de esta industria es alto (Aura, 1988). Creemos que la explicación es que este
índice refleja en realidad la microlaminaridad de la industria. Los
soportes lo suficientemente grandes como para fabricar raspadores son las lascas. Las zonas proximales están fracturadas por
flexión y hay también mayor número de útiles compuestos (tipos
17 y 18).
En resumen, las modificaciones importantes de los soportes
que es posible asociar a la existencia de mangos aparecen en el
Solutrense Medio y se hacen intensas en el Magdaleniense Antiguo.
Un comentario aparte merece la industria sobre lasca del
Magdaleniense Antiguo. El enastado de los útiles debe jugar aquí
un papel primordial. Salvando las distancias (temporales y
geográficas) un comportamiento que podría servir de explicación
es recogido por Hayden (1986). Señala para las azuelas multifuncionales y sumamente reavivadas de los aborígenes australianos
que son más retocadas que cualquier otro útil. La explicación que
se ofrece es que el tiempo y el esfuerzo que se necesita para reenmangar otro útil hace que siempre se intente reavivarlo al máximo. Una reconstrucción de las técnicas de talla y reavivado
probablemente explicaría mejor el funcionamiento tecnológico de
este peculiar conjunto leptolítico.
La explicación pasa también por el análisis de
aprovechamiento de la materia prima. Un comportamiento de este
tipo puede asociarse a una escasez de materia prima. Bamforth
(1986) señala como causas para una escasez de materia prima,
apai-te de la escasez regional. aquella que se del-iva del comportamiento de los grupos y que restringe el acceso a la niateiia pi-ima. Según este autor la escasez de matei-iaprima que provoca el
reavivado exhaustivo se asocia a "collecting societies" en las que
determinados grupos desplazan el alimento desde su origen hacia
un campamento central. En las sociedades en las que todo el
grupo (foraging societies) se mueve de una fuente de i-ecui-sosa
otra, no existiría esa escasez. A la espera de que un estudio de las
procedencias de las materias primas de Parpalló arroje más luz
sobre esta cuestión pueden apuntarse algunos indicios basados en
la intensidad del reavivado de los raspadores.
Para Keeley (1982) la incidencia del reenmangue puede estar relacionada con la duración de la ocupación, estación de la
ocupación, acceso a las fuentes de materia prima, etc. Yellen
(1977) proponía que cuanto más tiempo está ocupado un asentamiento hay más evidencias acumuladas de actividades de mantenimiento. El desenmangue y reenmangue de piezas Iíticas forma
parte de las tareas de mantenimiento que se asociarían a asentamiento~ larga duración. Estas mismas tareas se realizan en
de
las épocas del año en que el asentamiento es más estable y hay
más tiempo libre. Todo en Parpalló parece apuntar a una estabilidad mayor en el asentamiento en el Magdaleniense Antiguo y a la
gran repercusión de las tareas de mantenimiento. Contrasta fuertemente con este conjunto, el comportamiento que se deriva del
análisis de los conjuntos Gravetiense y Solutrense Inferior.
Habría que relacionar los datos tecnológicos y económicos
que hemos obtenido a partir del análisis morfométrico y funcional con los que se deduzcan del estudio del aprovechamiento
de los recursos alimenticios en cada período y con los de otros
yacimientos, para establecer modelos más generales de comportamiento para la región en la que se sitúa Parpalló.
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LÁMINAS DE EXPERIMENTACIÓN Y DE HUELLAS DE USO
EN LOS RASPADORES DE P A R P A L L ~
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LÁMINA 1.- Descarnado de piel de ternera.
a) Trabajo por percusión lanzada con raspador Iítico enmangado.
b) Descarnado cortando con ángulo bajo con una raedera.
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u, útilef emplcadus para descarnar una piel de ternera.
hl ~ c c i o n descarnar durante el p m o u dc seradi, con la piel tensada.
de
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LÁMINA1iI.- Trabajo de la piel seca.
a) A la derecha se observa la zona raspada de textura afieltrada. A la izquierda apreciamos la dureza de la cutícula exterior cuando se empieza a
raspar y la compactación de las fibras que hace resbalar el raspador.
b) Acción de raspado de piel de ternera con raspador enastado en mango gundane. Primeras vimtas que eliminan la capa más superficial de la piel.
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LÁMINA N.
a) Raspado de piel a la que se ha añadido ceniza para absorber la grasa.
b) Raspado de piel con una piedra abrasiva.
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LÁMINA v.
a) Descarnado de piel de conejo sin útiles.
b) Utilización de ocre con abrasivo para reblandecer una piel de conejo.
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-
LÁMINA VI.- Raspador del Solutrense Medio (capa 5,75 6). (Número de inventario 24891).
a) Pulido de piel en la cara ventral del frente del raspador. 200x.
b) Desgaste de alteración (por sus características y disposición) en el borde lateral izquierdo, cara ventral. lOOx
c) Arista central de la cara dorsal. Pulido con estrías producidas por la talla o la alteración. 200x.
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LÁMZNAVII.
a) Raspador gravetiense. Estrías de percusión en la arista central en cresta parcial. 200x.
b) Raspador gravetiense. Residuos de grafito de lápiz producidos por el frotamiento del retoque. 50x.
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LÁMINA W .
1Raspador del nivel gravetiense.
a) Arista central. 200x.
b) Borde del frente. Cara ventral, zona central a 200x. Ligero desgaste.
c) Borde del frente. Cara ventral a 200x. No se observan huellas de uso que indiquen la acción.
d) Borde del frente. Cara ventral a 200x. No hay desgaste en esta zona.
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LÁMINA M.- Raspador del nivel gravetiense.
a) Cara ventral del frente a 200x. Ligero desgaste de uso.
b) Cara ventral del frente a 200x. Zona sin desgaste. Sólo se observan puntos de pulido de distribución aleatoria.
C) Cara dorsal del frente a 100x. Desgaste muy intenso.
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LÁMINA X.
a) Raspador del nivel gravetiense (número 2206). Cara ventral del frente a 100x. Desgaste regular del filo.
b) Raspador del nivel gravetiense (número 2207). Cara ventral del frente a 100x. Desgaste intenso y pulido alterado.
c) La misma zona que la foto anterior a 200x.
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LÁMINA XI.
a) Raspador número 2228. Cara dorsal del frente esquirlado a 200x.
Estrías producidas por las esquirlas que frotan la superficie cuando se desprenden.
b) Raspador número 3413. Se observa en la cara ventral del frente un pulido y desgaste intensos.
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LÁMINA xn.
a) Raspador número 2417. Cara ventral. Micropulido producido por el trabajo del hueso. 100x.
b) Raspador número 2417. Cara ventral. Micropulido producido por el trabajo del hueso. 100x. Zona al lado de la imagen anterior.
c) Zona al lado de la anterior. Melladuras y pulido. 100x.
d) Misma zona a 200x.
e) Gradación de intensidad del pulido desde el centro del frente hasta su borde lateral. 200x.
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LÁMINA XUI.
a) Raspador número 2401. Cara ventral del frente a 100x.
b) Raspador número 2401. Misma zona que la foto anterior a 200x.
C)Raspador número 2402. Esquirlamiento microscópico en la cara ventral del frente. 200x.
[page-n-184]
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LAMINA XN.
a) Cara dorsal del frente del raspador 2743. Desgaste intenso producido por un uso anterior al que ha producido el esquilrlamiento. 200x.
b) Cara ventral del raspador esquirlado con puntos de pulido de materia dura. 100x.
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LÁMINA XV.
a) Cara ventral del frente del raspador a 100x. Desgaste del borde.
b) Cara dorsal a 100x. Desgaste y estrías.
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LÁMINA XVI.
a) Cara ventral del frente del raspador a 50x. Desgaste intenso del borde. No se observa pulido típico.
b) imagen de la misma zona a 100x.
c) Cara dorsal del raspador a 100x. Desgaste intenso y estrías características del trabajo de piel seca con abrasivos.
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LÁMINA XVII.
a) Filo dista1 de raspador nucleiforme a 100x. Pulido típico de materia dura ósea.
b) La misma zona a 200x.
c) Marcas de percusión sobre la arista dorsal del raspador nucleiforme número 133.200~.
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LAMINA XVIH.
a) Raspador nucleiforme número 136. Extremidad proximal derecha, cara ventral a 100x. Estrías de percusión.
b) Zona central proximal de la misma pieza. Cara ventral a 100x.
c) Zona central dista1 del raspador doble nucleiforme número 254 a 100x. Estrías de percusión.
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LÁMINA m.
a) Zona proxirnal del fragmento de núcleo número 257 a 100x. Estrías de percusión.
b) Cara ventral de la zona dista1 de la misma pieza a 100x. Estrías de percusión.
c) Borde del raspador nucleiforme número 238 a 100x. Estrías profundas de percusión.
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LÁMINA XX.
a) Puntos de pulido de materia dura a lOOx en la parte proximal del raspador circular número 751.
b) Desgaste intenso a lOOx en la cara dorsal del frente dista1 del raspador doble número 1128.
e) La misma zona que b a 200x.
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LÁMINAXXI.
a) Ápice lateral izquierdo pmximal con puntos de pulido de materia dura a 1OOx. Cara ventral.
b) Zona a continuación de la anterior a 100x. Pulido orientado de materia dura.
c) La misma zona que b a 200x.
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LÁMINAXXIí.- Muestra de síiex de 1' U 1 del Moro.
1
a) Inclusión laminar no silícea en un fragmento de roca Mrgen de utilización.
b) Microanálisis EDAX de esta inclusión.
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Tipología, tecnología y función en la Cova del Parpalló (Gandía, España)
y en la Grotte Gazel (Salleles-Cabardes, Francia)
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SERVICIO DE INVESTIGACI~N
PREHIST~RICA
DPUTACI~N PROVINCIAL DE VALENCIA
SERIE DE TRABAJOS VARIOS
Núm. 97
LOS RASPADORES EN
EL PALEOLÍTICO SUPERIOR
Tipología, tecnología y función en la Cova del Parpalló (Gandía, España)
y en la Grotte Gazel (Salleles-Cabardes, Francia)
VALENCIA
2000
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DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE VALENCIA
SERVICIO DE INVESTIGACI~N
PREHIST~RICA
SERIE DE TRABAJOS VARIOS
Núm. 97
I.S.B.N.: 84-7795-266-3
Depósito Legal: V-1753-2001
Imprime: Textos i Imatges, S.A. Pol. Ind. Virgen de la Salud. Ronda del Este s/n. 46950 Xirivella. Tel. 963 13 40 95
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"Agnlleta iJi1 per la filla rrierta,
pei-poder cosir la solzeta serta.
Ai, qiri11agitller! Ai. quina Dag~ieta!,
ja fai~ca irllets la i1ierta .riq~teta.
els
"
A Santi. Violeta y Juana
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AGRADECIMIENTOS
"Roberr Dentan, en slrs rrabajos de canipo e n ~ r e sernais de
los
Malasia, descubi-ió que nadie da janiás las gracias por la carne
recibida de orro cazadoc Expresar agradecinlierito por la ración
que
recibida i~ldica se es el tipo de perso~ianiezquirla que calcula
lo que da y lo que recibe. EIIeste cori~exto
reslilta ofeiisivo dar las
gi-acias. pues se da a enterlder que se ha calcttlado el valor de lo
recibido y por atiadidtim, que IZO se esperaba del doila~lte
tanta
ge~zerosidadA los p~teblosigilali~arios repugna sugerir siquieles
ra que karl sido tratados col1 generosidad. " (Marvin Hams, 1985:
"Jefes, cabecillas, abicsorles ", Alianza 100, no 8, p. 7 y 8).
Sin embargo si expresamos en estas líneas nuestro agradecimiento no es porque intentemos medir la magnitud de la ayuda
que hemos recibido para la realización de este trabajo (porque es
incalculable) sino por hacer pública la generosidad de los que
nos han apoyado.
Para la realización de este trabajo se contó con cuatro ayudas
de viaje de la Conselleria de Cultura i Educació de la Generalitat
Valenciana de un mes de duración cada una y una beca de intercambio con la Universidad de Lieja del Ministerio de Asuntos
Exteriores del Estado Español de nueve meses de duración. Las
instituciones que nos facilitaron el estudio fueron: el Museo de
Prehistoria de la Diputación Provincial de Valencia, la Universitat de Valencia, la Universidad de Lieja y el Laboratorio de
Prehistoria de Carcassonne del CNRS.
Agradezco a mi director Valentín Villaverde Bonilla, que me
contagió, en los años de estudio de la especialidad, su entusiasmo por la Prehistoria y que ha potenciado la realización de mi
trabajo.
A Marcel Otte, quien me acogió durante un año en la Universidad de Lieja, me permitió revolver su biblioteca personal, apoyó todas nuestras iniciativas y me acostumbró a la reflexión crítica. Con él aprendí a distanciarme lo suficiente de mi objeto de
estudio para obtener una visión global con la que replantearme
continuamente mis objetivos. Él me puso en contacto con especialistas de todo el mundo.
A Dominique Sacchi, que me confió el estudio del material de
la Grotte Gazel y que ha aportado siempre reflexiones maduradas
desde su amplio conocimiento del Paleolítico. Mireille Sacchi, la
alegría espiritual y gastronómica de la excavación de Gazel, me
recibió en Carcassonne y en Salleles-Cabardks. Allí compartí con
los colaboradores habituales de la excavación y del estudio del
yacimiento (Jean-Luc y Marie Christine BrCilé, Philippe Villette,
Anne Bertrand. Elisa Domenech, Corinne Crovetto ...) algo más
que la miel de nueslro vecino, Monsieur Escourrou.
Francesco d'Errico, ha potenciado mi sentido autocrítico y
me ha enseñado a dominar las técnicas y los materiales necesarios para la realización de réplicas de las superficies a estudiar
con el MEB. Él y M" Fernanda Sánchez me recibieron cada vez
que pasé por París y con ellos discutí frecuentemente de nuestro trabajo.
En Lieja trabajé con "mi colega y sin embargo amigo", Fernand Collin. Las discusiones traceológicas delante del microscopio fueron cotidianas. Laurence Henri intervino en las que mantuvimos "fuera de horas". En la experimentación sobre enmangues de raspadores que organizamos juntos participaron muchos
amigos y alumnos de la Universidad de Lieja. En mi estancia en
Bélgica coseché amistades que intervinieron de una u otra forma
en mi trabajo: Ivan Jadin, Nicolas Cauwe, Daniel Marcolungo,
Carine Havard. Jean Marc Léotard,... El personal del Service de
Préhistoire, principalmente Josiane y Ives, me ofreció siempre su
amable colaboración.
Rafa Martínez Valle, Mara Cegara y Paco Blay colaboraron
en algunas experimentaciones.
El contacto con otros traceólogos de la Península Ibérica (y
las islas Canarias). fue favorecido desde 1986 (con la organización de un seminario sobre análisis de huellas de uso) por Assumpció Vila. Este germen de relación cuajó en varias reuniones informales, pero no por ello menos fructíferas, en las que
participaron además Jesús Emilio González , Juan José Ibáñez,
Carmen Gutiérrez, Nacho Clemente, Amelia Rodríguez y Robert Sala.
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Oreto García aportó su "saber hacer" al acabado de los dibujos del material experimental y Teresa Oi-ozco me acompañó en la
salida al U 1 del Moro y me ayudó a documentai-lo y desci-ibii-lo.
1
Louis Pirnay, Jacques Tixier, Jean Paul Texier y Jacques Pelegi-iii me iniciaron en las técnicas de talla del sílex.
Carmen Gloria Rodnguez me acogió en su casa de Valboniie.
Ivan Jadin y Anne Hauzer, del Institut Royal des Sciences
Naturelles de Bruselas, no sólo corrigieron la forma de la parte
del texto en francés, sino que aportaron su visión crítica al contenido. Luis Angel Aloi~so, la Universidad Politécnica de Vade
lencia, revisó la Primera parte del texto limpiándolo de incorrecciones en el vocabulario petrográfico y me abrió su biblioteca.
Juan Alonso, del Instituto Hidrológico del CSIC, Juan
Usera, de la Facultad de Biológicas de la Universitat de
Valencia, Jose Vicente Gimeno de Química Analítica d e la
misma universidad, E. Reyes de la estación Experimental del
Zaidín del CSIC, Francisco Anguita de la Facultad de Geología de la Universidad Complutense de Madrid, y Jesús Rincón
del Instituto de Cerámica y Vidrio del CSIC atendieron amablemente mis consultas sobre petrología y análisis con microscopía electrónica.
Bryan Hayden y Nathan Schlanger me facilitaron bibliografía que precisaba.
Pilar Gómez, Tomás Montán y Agustín Tato del Servico de
Microscopía Electrónica de la Universitat de Valencia, me ayudaron en el análisis con el Microscopio Electrónico de Barrido.
Alfredo Arlandis, me ayudó a conseguir pieles de cabi-a. conejo, ternei-a... En la cal-nicería La Poi-rina de Benimámet ine facilitaron coi1 una boniisa huesos, pieles y tripas.
En el Departamento de Prehistoria y Arqueología, Pepa Vázquez y José Luis Peña me escucharon en múltiples ocasioiies
cuando i-ealicé el análisis microscópico. Compartí con Ernestiiia
Badal y Elena Grau el microscopio óptico de reflexión. Quiero
agradecerles el que siempre me animaran en mi trabajo.
En los últimos meses me fue de gran ayuda el que algunas
personas cuidaran con cariño a mi hija Violeta. Gracias a: Piru
Peraita Vicente Manresa, Adiiana Peraita, Teresa Lahoz. Ana ViIlaiiueva y sobre todo a Clara Pérez.
La ayuda de Begoña Soler, Josepa Rodrigo y Emilio Aura solo puede entenderse y agradecerse desde una profunda amistad.
Gracias a mi padre, que fomentó mi vocación arqueológica e
insistió en numerosas ocasiones en que acabara este trabajo. y a
mi madre, cuyo sentido práctico me fue de gran ayuda en mis
primeras experimentaciones con útiles líticos. Mis hermanos Ignacio, Rafael, Almudena, María y Roge me han apoyado en múltiples ocasiones. Rafa y Santi desenredaron para mí muchos
enigmas informáticos.
Finalmente Santi, ha pasado miles de fichas a la base de datos y las tablas de análisis del material de Parpalló, me ha acompañado en las prospecciones de materia prima, me ha apoyado financieramente, ha cuidado de nuestras hijas y ha soportado mis
peores momentos.
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ÍNDICE GENERAL
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.1. Breve historia de la investigación traceológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.1.1. La sistematización de un nuevo método de análisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.1.2. Orientaciones en la aplicación del análisis de huellas de uso a conjuntos Iíticos prehistóricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2. Las huellas observadas y su intei~retación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.1. Modificaciones de la inorfología de los utensilios Iíticos: las melladuras y las fracturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.1 .1. La mecánica de fracturación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.1.2. Experimentos encaminados a determinar la acción y el tipo de materia trabajada a partir de las melladuras . . . . . . . . . . . .
2.2.2. Modificaciones de la microtopografía de los utensilios Iíticos: los pulidos. los desgastes,las estrías y los residuos . . . . . . . . . . . . .
2.2.2.1. La estructura del sílex . Formación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.2.2. Procesos de modificación microscópica por uso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Hipótesis sobre la formación de pulidos y estrías de uso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-Variables y factores que intervienen en la formación de los pulidos y estrías de uso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.3. Observaciones con microscopía electrónica de las modificaciones superficiales en útiles experimentales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.3.1. Planteamientos y objetivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.3.2. Métodos y técnicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.3.3. Análisis y resultados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-Análisis de muestras de sílex sin utilizar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-Análisis de piezas experiinentales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.4.Experimentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.4.1. La experimentación como base inferencia1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.4.2. Experimentación con reproducciones de utensilios Iíticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-Eltrabajodelapiel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-Eltrabajodelastayelhueso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-Eltrabajodelamadera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-Elprocesadodecaineanimal
....................................................................
-Eltrabajodelaconclia
.........................................................................
- El trabajo de la piedra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- El uso de proyectiles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Marcas producidas por la talla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-Alteraciones
.................................................................................
-Huellasdeenmangue
..........................................................................
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SEGUNDA PARTE: LOS RASPADORES
i .ANÁLISIS MORFOL~GICOLA TIPOLOG~A LOS RASPADORES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.
DE
1.1. Defiiiición de raspado y tipos de raspadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.2. La dislribución porceiitual de los raspadores del Paleolítico Superior . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.FUNCIONDELOSRASPADORES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.1. Funcionalidad de los raspadores eii la Preliistoiia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2. Funcionalidad de los i-aspadores según la Etnografía de pueblo actuales y subactuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.1. Fabricación. reavivados y mangos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.2. Integración del i-aspador eii la cadena operativa del trabajo de la piel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.
3 EXPERIMENTACIÓN CON RASPADORES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3.1. El trabajo con raspadores Iíticos.
Estudio experimental de alguiios factores que intervienen en la formación de huellas de uso en los raspadores
3.2. Reconstitución experimental de la cadena operativa del trabajo con raspadores: talla. enmangue. uso y reavivados . . . . . . .
1.%A VIDA DE UN ÚTIL'~:LOS RASPADORES MAGDALENIENSES DE LA GROTTE GAZZEL
(Fabricación. utiluacióii. ravivados y enmangues) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
85
.
2 ANÁLISIS TTPOL~GICO.
MORFOMÉTRICO Y FUNCIONAL DE LOS RASPADORES DEL
PALEOLÍTICO SUPERIOR DE LA COVA DEL P A R P A L L ~ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.
94
2.3. Metodología para el estudio funcional de un conjunto de raspadores arqueológicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
96
2.3.1. Análisis morfométrico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
...................................................................................
2.4.Aiiálisisdedimensiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
96
97
98
2.3.2. Análisis traceológico
2.5. Análisis morfológico descriptivo por períodos y tipos de raspadores . (Tipología. soportes y frentes) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
107
2.6.Análisistraceológico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
136
CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
147
LÁMINAS de experimentación y de huellas de uso en los raspadores de Parpalló . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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"La herrai17ientario es rzi causa rli
efecto, 1 eii la cadeiiafirería-lzerrarliierlta1
r~~areria es inás que el testirnorzio de la
110
esteriori~aciórz un gesto @caz ".
de
(André Leroi-Gourhan, "El kornbre y la
i~lateria.
Ei~olucióiz técnica 1")
y
Desde hace dos décadas el análisis funcional de los utensilios
líticos que participaron en las actividades de la humanidad prehistórica se ha unido a otros métodos y técnicas para ofrecer una visión integrada de aspectos sociales, económicos, tecnológicos y
culturales de la cotidianeidad de la Prehistoria. Multitud de aplicaciones del método traceológico en los últimos años constituyen
ejemplos de las inmensas posibilidades de reconstrucción paleoetnológica y paleoeconórnica que ofrecen las excavaciones en extensión de los yacimientos prehistóricos.
Sin embargo, la formulación y sistematización metodológica de
los análisis de huellas de uso en materiales líticos ha encontrado
obstáculos, insalvables por el momento, que han suscitado fuertes
críticas. Estos problemas han provocado el que en la actualidad muchos investigadores duden de la aplicación y validez del método
traceológico.
La mayor limitación de este método va unida a su carácter experimental. LESposible deducir a partir de experimentaciones todas
las condiciones de utilización posibles? ¿Es necesario? Sólo un tipo de análisis, de entre los que se aplican al material recuperado en
las excavaciones, es comparable a la traceología: el de la tecnología
de talla. Si consideramos el tiempo y los esfuerzos invertidos en el
estudio del trabajo de un solo material, la roca, y lo comparamos
con la variedad de técnicas de trabajo y de materiales que hay que
considerar a la hora de realizar un análisis funcional de útiles y materias variadas podemos llegar a vislumbrar la complejidad que presenta este último.
Se une a ello la dificultad de comunicación de las experimentaciones llevadas a cabo por cada uno de los traceológos. La inexistencia de centros especializados en la aplicación de este método dificulta aún más la comunicación y el aprendizaje. Como consecuencia, cada investigador ha de repetir experimentos ya realizados por otros para comprender los procesos que intervienen en
las alteraciones por uso (y por otros factores) y a partir de este
aprendizaje inferir su propio protocolo de deducción funcional.
Por ello el método avanza lentamente y con no pocos sobresaltos
y reticencias.
Al plantear un análisis funcional se suelen tomar como objeto del
mismo todos los artefactos líticos de un yacimiento o una campaña de
excavación con la finalidad de realizar una reconstmcción paleoetnográñca. Si consideramos la magnitud de la aportación de esta visión integrada, puede parecer un tanto simplificado,modesto o poco ambicioso un estudio que se refiera solamente a un tipo de útil. No obstante en
muchos yacimientos, como en las cuevas ocupadas de manera más o
menos continuada, unas mínimas garantías de contemporaneidad no
son posibles. Al no poder asegurar la unidad temporal de los conjuntos
a estudiar la reconstrucción paleoetnográfica se ve seriamente limitada
Los resultados del análisis funcional se traducen en este caso en una
enumeración de actividades sin significado conductual.
Conscientes de las limitaciones del método y de la muestra a
analizar, decidimos emprender el estudio de un sólo tipo de utensilio: el raspador.
Para algunos investigadores un tipo no es más que una convención de clasificación, de comunicación entre prehistoriadores,
que responde a un cúmulo de contingencias estilísticas, funcionales y tecnológicas cuyo verdadero significado se nos escapa. Pero
la presencia o ausencia de determinado tipo y hasta a veces, como
en el caso que nos ocupa, su proporción relativa parece tener connotaciones culturales.
Para otros el raspador es uno de los utensilios con características tipológicas mejor definidas que, a priori, se destinaría a un trabajo especializado, por lo que no tendría mucho sentido estudiar la
función de una muestra tan amplia. Una pequeña selección sería
suficiente. Sin embargo tanto los ejemplos etnográficos como los
análisis funcionales realizados hasta el momento demuestran que
no hay tanta homogeneidad en el empleo de este tipo de utensilio
(cfr. Segunda Parte I,2).
Por otro lado parece ya superada la etapa en la que se planteó a
la traceología si la tipología podía tener también un significado
funcional (Semenov, 1969; Bordes, 1967; Pradel 1972; Bordes,
1965;' Binford, 1966).
Los análisis de huellas de uso de diferentes complejos Musterienses (Beyries, 1987) indican una baja relación tipo-función en
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este periodo. En el caso del Paleolítico Superior los estudios realizados hasta el momento parecen señalar la existencia de útiles algo
más especializados (Vaughan, 1980; Plisson, 1985, etc.) y lo mismo ocurriría en el Neolítico (Caspar, 1988; Van Gijn, 1989, etc.).
¿Cuáles son entonces las razones que nos llevaron a elegir una
muestra de raspadores del Paleolítico Superior?
Nos pareció de interés el realizar una aproximación tecnológica a las industrias líticas, considerando el concepto de tecnología
en su sentido más amplio y no sólo referido a la talla. La talla de la
piedra forma parte de la tecnología, pero también en la selección
de los soportes para fabricar útiles y en la forma de retocarlos, reavivarlos y enastarlos se reflejan las tradiciones técnicas, al igual
que ocurre en la selección de las materias primas. La manera de
trabajar las diferentes materias (hueso, asta, piel, madera, etc.)
también forma parte del bagaje tecnológico de una sociedad. El
objetivo sena pues centrar el estudio en estos aspectos.
Una primera aproximación a este tipo de análisis integrado se
ensayó con el material lítico de la Grotte Gazel (Segunda Parte TI, 1).
El interés de los resultados obtenidos nos impulsó a aplicar nuestro
procedimiento a una muestra más amplia procedente de varios niveles de la Cova del Parpalló.
Lo ideal hubiera sido estudiar las técnicas de trabajo del Paleolítico Superior, considerando todo tipo de útiles y de procesos de
trabajo sobre diferentes materias, pero pronto nos convencimos de
la excesiva magnitud de nuestras intenciones por lo que decidimos
circunscribir nuestro estudio a una sola técnica o un sólo útil.
Chocábamos desde el principio con impedimentos metodológicos:
- Los resultados del trabajo con útiles prehistóricos no se conservan en la mayoría de los casos (madera, piel, plumas, vegetales
no leñosos, etc.) con lo que resultaría imposible observar directamente el resultado de las técnicas aplicadas.
- Para el estudio de las técnicas disponíamos sólo del utillaje
lítico y probablemente no de todos los útiles. La etnografía nos
muestra que algunos trabajos se llevan a cabo sin útiles y que en
otros casos los utensilios son fabricados con materias perecederas.
Dada la imposibilidad de realizar una aproximación a todas las
técnicas de trabajo del Paleolítico y sus modificaciones en los diferentes períodos, decidimos elegir un tipo de útil a fin de detectar
variaciones en su morfología y función. Comprobdamos si estas
variantes morfológicas podían asociarse a funciones distintas sobre
diferentes materias, a la función concreta dentro de la cadena operativa, al estadio de uso o reavivado en el momento del abandono,
a diferencias en los enastados ... Una vez identificados y comprendidos los procesos que habían afectado a estos útiles podríamos
comparar su papel en los diferentes tecnocomplejos del Paleolítico
Superior.
De esta manera se podría averiguar si realmente todos los útiles de la misma morfología sirvieron para lo mismo, lo que significaría cierta especialización del utillaje. También se podría comprobar si dentro de un mismo grupo tipológico se incluían útiles de
trabajo de características diferentes.
Si detectábamos variaciones en el estado de las materias trabajadas durante su elaboración, en las formas de enastado y reavivado podríamos deducir diferencias en las cadenas operativas y valorar su significado funcional, cronológico, paleoambiental, cultural...
El raspador reúne unas características que lo hacen especialmente deseable para un tipo de estudio como el que nos planteábamos:
1. Posee una alta homogeneidad tipológica. Excepto en algunos casos, como el del raspador nucleiforme, parece estar claro lo
que es tipológicamente un raspador. En todo caso la idea de iaspador típico y de frente de raspador está bien definida Sin embargo,
y al mismo tiempo, existen caracteres como ángulo del filo. delineación del frente, dimensiones generales, retoques en zonas distintas del soporte, etc. que ofrecen un nivel de variabilidad que
puede resultar funcionalmente muy significativo.
2. Tal y como se desprendía de los análisis traceológicos realizados hasta el momento, posee una alta relación tipo-función.
Durante el Paleolítico Superior se empleó en la mayoría de los casos en trabajos de adobado de la piel. Pero ¿qué procesos se llevaron a cabo en la elaboración de las pieles? ¿Existió realmente la
curtición? ¿Este tipo de técnicas se mantuvo sin cambios durante
todo este período?
3. Es un útil fundamentalmente típico del Paleolítico Superior,
aunque aparece en otros períodos de la Prehistoria y existen casos
de utilización por aborígenes de diferentes zonas de nuestro planeta para diferentes funciones. Mediante la Etnografía podemos acceder a una información que, aunque no sea directamente comparable por razones evidentes, sitúa al raspador dentro de un marco
real de utilización.
4. En el análisis de tecnocomplejos se le considera generalmente como una pieza con bajo significado cultural dentro del Paleolítico Superior si se compara con la importancia de otras piezas: en
concreto las puntas de proyectil. Contradictoriamente su cantidad
relativa se emplea a la hora de definir algunos tecnocomplejos.
5. Metodológicamente dos cuestiones iban a facilitar nuestra
tarea:
- El raspador ofrece las mayores garantías de conservación
de huellas de uso. En primer lugar por las características de los filos, cuya angulación y el hecho de estar retocados los hace más resistentes a las alteraciones mecánicas. En segundo lugar, si se conf m a b a la utilización mayoritaria sobre piel, contm'amos con pocos problemas de identificación traceológica ya que, como han demostrado los ensayos sobre alteración (Plisson y Mauger, 1988),
las huellas de uso producidas por el trabajo de la piel siguen siendo
distinguibles incluso en piezas alteradas.
- Las características morfológicas de este tipo de útil nos
permitían distinguir a priori el frente de raspador del resto de
zonas de utilización o retoque. Ello facilita tanto el procesado de
los datos como su comparatividad. También restringe bastante la
experimentación al limitar la morfología de la zona usada. Su
significado funcional se confirmaría o rechazaría con el análisis
traceológico.
Elegimos una muestra de raspadores procedentes de los niveles
Gravetiense, Solutrense, Solutreogravetiense y Magdaleniense del
yacimiento de Parpalló. Con ello éramos conscientes del alcance que,
por las características de la muestra, tendría nuestra interpretación:
- Estaba restringida culturalmente y tecnológicamente al
Paleolítico Superior. La cuestión sobre lo que ocurría con los raspadores de otros periodos quedaría sin respuesta, salvo en consideraciones basadas en análisis realizados por otros traceólogos. Por
otro lado las técnicas de trabajo de la piel en un contexto de economía de caza y recolección no podían variar tanto como si las
comparábamos con otro tipo de economías.
- Estaba restringida regionalmente al Mediterráneo español
con las connotaciones faunísticas y climáticas que este hecho con-
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lleva. Al no existir cambios en la fauna nos quedaríamos si11saber
por ejemplo si diferentes tipos de pieles se trabajaron distintamente. La ventaja es que al ser estable la composición faunística podíamos aislar mejor la variable tecnológica. Si encontrábamos procesos diferentes en cronologías distintas no era por una cuestión de
adaptación al tipo de piel sino quizá al aprovechamiento dilerencial de las mismas o a procesos de elaboración distintos.
- Estaba restringida tecnológicamente, ya que nos sería imposible interpretar la cadena operativa completa respecto a la materia trabajada si el útil estaba dedicado a un gesto concreto. En este caso podríamos conocer una de las etapas del trabajo y, en función del significado de la misma, el grado de elaboración de la materia que se trabajó. La ventaja es que llegaríamos a reconstruir la
cadena operativa de este útil concreto desde su fabricación hasta su
abandono. Por otro lado, a causa de la inexistencia de análisis tecnológicos del resto del material lítico en algunos de los periodos
considerados, no podríamos distinguir decisiones tecnológicas como la elección del soporte para la fabricación de raspadores o la
economía de materia prima.
- Por último, estaba restringida a un yacimiento y desconocíamos al detalle la función concreta del yacimiento en algunos
períodos. Por lo tanto en algunos casos no podríamos hacer interpretaciones sobre la organización económica.
En resumen, nuestros objetivos han sido:
- Llevar a cabo el estudio de un tipo de utillaje lítico, en el que
combinando el análisis morfológico, el tecnológico y el traceológico se pudiera contribuir a comprender el comportamiento humano y la finalidad que lo guiaba en la fabricación de ese instrumental. Ello nos permitiría paralelamente comparar nuestra visión cla-
sificadora de los útiles respecto de la de los grupos humanos
prehistóricos y quizá detectar la existencia de útiles y trabajos especializados. Pensamos que sobre la base del análisis de un útil lan
característico como el raspador podremos plantear el esludio de
otros tipos de útiles.
-Analizar diferencias y convergencias de los períodos del
Paleolítico Superior de Parpalló respecto al comportamiento
tecnológico en su sentido más amplio: elección de materias primas, fabricación de útiles, enastado, utilización, reavivados y
abandono.
En la presentación de este trabajo comenzaremos por las bases teóricas y metodológicas (Primera Parte) con una revisión del
significado y de los enfoques que han tenido hasta el momento los
estudios de la tecnología, funcionalidad y tipología líticas. Consideramos necesario recoger en este capítulo también el estado de
la cuestión en traceología y algunas reflexiones sobre las modificaciones por uso de las estructuras silíceas observadas con microscopía electrónica, así como las bases experimentales en las
que se fundamenta nuestro aprendizaje del método traceológico y
el proceso de inferencia funcional.
La Segunda Parte va referida al análisis de los raspadores. Se
recogen los ejemplos conocidos por la etnografía actual y las experimentaciones sobre el enmangue y utilización de este tipo de
utensilios como bases referenciales. La aplicación a una muestra
arqueológica más reducida, los raspadores magdalenienses de la
Grotte Gazel, sirve de ejemplo y de prueba de la metodología que
luego se aplica al conjunto arqueológico más amplio de la Cova
del Parpalló. En ella se describe el método empleado en el análisis
morfométrico y funcional y sus resultados.
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l. EL SIGNIFICADO CULTURAL DE LAS
INDUSTRIAS LÍTICAS
La tecnología como manifestación de la actividad huinana es
el resultado de la elección de soluciones pai-a un problema concreto. En cada hecho tecnológico esta elección se ve condicionada por
cuestiones funcionales y por cuestiones ligadas a la cultura en que
este hecho se inscribe. La historia de [a tecnología muestra innumerables ejemplos de la variedad de procedimientos y útiles que
se emplean para transformar una misma materia.
De la Prehistoria se conservan los útiles. Es a partir de ellos
que hemos de descubrir los procedimientos. conscientes de que la
relación entre unos y otros dista mucho de ser directa.
El primer paso en el análisis del material lítico prehistórico fué
su clasificación. Los tipos definidos según su morfología sirvieron
para establecer secuencias cronológicas y regionales. Tras la elaboración de tipologías se propuso que la morfología era el reflejo
de opciones funcionales y culturales.
La existencia de dos clases de caracteres morfológicos en los
útiles líticos, unos ligados a la función, con significado meramente
práctico, y otros estilísticos, que tendrían valor cultural, simplifica
en extremo el significado de la tecnología en las sociedades. Por
un lado la posibilidad de distinguir unos caracteres de otros nos
parece absolutamente remota. Además creemos que en todos los
aspectos de la vida de una sociedad hay connotaciones culturales
más o menos directas.
La tecnología es la respuesta concreta a una necesidad funcional. Esta respuesta no es siempre igual porque se pueden conseguir
objetivos distintos por medios variados. Una actividad puede llevarse a cabo de manera eficaz con útiles muy distintos. Inversamente un mismo útil puede ser capaz de llevar a cabo diversas funciones.' La elección de uno u otro método, de uno u otro útil, es
cultural. Todo eilo dentro de los límites de las posibilidades materiales de cada sociedad. De ahí se desprende el interés de los estudios funcionales: el determinar los materiales trabajados por un
grupo humano carecería de significado si no fuera porque contribuye a determinar las opciones y comportamientos que lo distinguen de otros y que forman parte de su estrategia económica y tecnológica.
Con ello queremos decir que la elección de una determinada
morfología para realizar una acción también es un hecho cultural.
De modo que en muchos casos es prácticamente imposible desligar los caracteres morfométricos que tiene un significado estilístico de aquellos que tienen un significado funcional.
Pero tanto lo que se ha dado en llamar tecnología lítica (la talla)
como la función poseen también un significado culturai. De comparar los conjuntos de útiles y discutir si las agrupaciones de útiles
tienen un significado funcional o cultural (Binford, 1973) se pasa a
intentar aislar caracteres funcionales y caracteres culturales. Algunos autores (Sackett, 1973) han planteado que las industrias líticas
poseen un significado cultural ligado a su estilo (composición tipo-
lógica) y un significado funcional ligado a sil utilización. Por esta
razón se ha llegado a afirmar que una vez conocidos los caracteres
de la industria Iítica que responden a las necesidades funcionales
podrían aislarse aquellos que corresponden a la cultura.
La comparación entre agiupaciones tipológicas de útiles en los
yacimientos arqueológicos abocó a la constatación de diferencias
que se interpretaron como indicios de giupos culturales distintos.
La hipótesis de que estas composiciones tipológicas respondieran
a especializaciones funcionales (Binford. 1973) se demostró ilusoria con la aplicación de análisis traceológicos.'
Por otro lado, esta hipótesis no contaba con la existencia de
grados de utilización dentro de los mismos conjuntos tipológicos
(Schiffer, 1972).
El útil es uno de los testigos materiales de la aplicación de la
tecnología, pero no el único. Para comprender los procesos tecnológicos es necesario tener en cuenta no sólo los útiles con los que
se trabaja sino también las características físicas de las materias
trabajadas, los posibles métodos de acción sobre cada materia para
transformarla y sus resultados. Para poder interpretar la tecnología
como manifestación cultural, hay que conocer el contexto económico y funcional de la misma.
Gracias al análisis funcional (que utiliza como método la traceología) es posible comparar no sólo los útiles de trabajo sino
también las técnicas aplicadas en la elaboración de cada materia.
2. SISTEMATIZACI~N
METODOL~GICA
DEL ANÁLISIS FUNCIONAL
2.1. Breve historia de la investigación traceológica
2.1.1. La sistematización de un nuevo método de análisis
' Es evidente que existen ciertas limitaciones. Por ejemplo, es imposible cortar una
El desarrollo, durante los últimos ciento cincuenta años, de
métodos de aproximación a la función de los utensilios líticos hace
posible que dispongamos en la actualidad de un cuerpo de datos
que facilitan la comprerisión de las sociedades prehistóricas. No
obstante, el camino hacia una cierta sistematización metodológica
ha estado sembrado de los penodos de euforia y escepticismo que
acompañan siempre a la aplicación de nuevos métodos científicos.
Las bases sobre las que se asienta el análisis funcional son tres:
- La observación de las marcas de uso en utensilios prehistóricos.
- El establecimiento de paralelos funcionales entre los utensilios prehistóricos y los etnográficos.
- La realización de experimentaciones con copias de los utensilios recuperados en excavaciones arqueológicas.
Estos tres aspectos se contemplan tanto en las primeras inferencia sobre la utilización como en los más recientes análisis traceológicos.
Ya en el segundo cuarto del siglo XIX existieron intentos aislados por conocer la función de los instrumentos de trabajo prehistóricos. No vamos a remontamos a estos inicios en detalle puesto
materia blanda como la carne con un filo obtuso. Del mismo modo que cuando un
filo muy agudo trabaje un material duro (como el hueso) las fracturas que se producirán durante el uso pueden limitar la duración de su eficacia. Esto no quiere decir
que porque un útil se fracture durante el uso no se haya empleado así, de hecho algunas hojitas con muesca son lo que se ha llamado "útiles a posterior?'.
'En el cápitulo 1.1 de la Segunda Parte analizaremoscómo afectan estos plantemientos al estudio de los raspadores.
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que ya Iian sido exhaustivamente recogidos cn otros trabajos (Seitzer Olaussoii. 1980 y Vaughan. 1985). Sin cmbargo sí que consideramos necesario hacer un breve rccoil-idode la historia de la sistematización del rnétodo y su aplicación para poder comprender
los aspectos que se discutii-finen la metodología.
Los trabajos dc Semenov ( 1957) y de Keeley (1980) fuei-on los
hitos del proceso de sistematización del análisis funcional. La pi-emisa sobre la que se asentó el desarrollo del método es, que las acciones realizadas sobre diferentes materiales alteran de forma diferencial la morfología macroscópica y microscópica de los utensilios líticos prehistóricos. Por lo tanto caracterizando las diferentes
alteraciones producidas por cada una de las materias trabajadas y
acciones es posible llegar a reconstruir el uso. Esta caracterización
se materializa en la experimentación.
Semenov distinguió la existencia de varios tipos de huellas de
uso que empleó para determinar la utilización de las herramientas
prehistóricas. Su objetivo fue analizar la evolución de las técnicas
de trabajo en la prehistoria. Su principal aportación fue el conjugar, para llegar a ello, observación traceológica, experimentación
y analogías etnográficas .
En cuanto a Keeley, la realización de una clasificación de las
principales huellas de uso y el intento de asociar su presencia a las
diferentes acciones y materias trabajadas, marca el desarrollo de la
metodología traceológica en Occidente.
En la década de los 70 se declararon dos tendencias en la metodología traceológica. La primera de ellas, denominada "low power approach" y defendida por Tringham y Odell, se centraba en
el análisis con lupa binocular a pocos aumentos de las superficies
microscópicas de los utensilios. Mediante esta técnica es posible
deducir la cinemática del uso y la dureza de los materiales trabajados (aunque no su categoría específica) a partir de la observación
de estrías, desgastes y micromelladuras a menos de 100 aumentos.
La segunda, llamada "high power approach" y representada
principalmente por Keeley, afirmaba que las posibilidades de identificar las materias trabajadas por los utensilios Iíticos se incrementaban al poder observar los micropulidos de uso, entre 100 y
400 aumentos, mediante microscopios de luz reflejada. Estas dos
posiciones se apoyaban en la realización de tests ciegos sobre material experimental (Keeley y Newcomer, 1977 y Odell y OdellVereecken, 1980). La postura de Keeley, al ofrecer mayores potencialidades, consiguió más adeptos en Europa Occidental. En América, dónde la presión sobre la rentabilidad económica de los análisis era mayor debido a las vías de fmanciación de la investigación
arqueológica, se mantuvo algo más el empleo de pocos aumentos,
ya que requiere una infraestructura menos costosa y el tiempo de
análisis de cada artefacto es mucho menor.
A partir de la tesis de Keeley, otros investigadores aplicaron la
metodología traceológica a los análisis funcionales de conjuntos 1íticos prehistóricos (Vaughan, 1985; Plisson, 1985; Mansur, 1986;
Moss, 1983; Caspar, 1988; Collin, 1986; entre otros). Aunque todos estos trabajos reconocían el empleo de todo tipo de trazas de
uso (estrías, desgastes, micromelladuras y pulidos) para la determinación funcional, fue el análisis de los micropulidos el que se
consideró más significativo para la identificación de las materias
trabajadas. Este periodo de optimismo permitió la generalización
del método traceológico, siempre matizado por consideraciones referentes a las alteraciones post-deposicionales (Plisson, 1985; Plisson y Mauger, 1988). Pero algunas de las potencialidades de iden-
tificación generadas en estos nioiiientos. como la caracterización
de "pulidos de pescado", "p~ilidosde enastado" o de los "pulidos
de canle". han sido ~iliei-ioi-inentc
puestas en entredicho.
Paralelamente se fueioii desarrollando las teorías, ya planteadas
en el congreso de Vancouver de 1975, sobre la formación y alteración
de las huellas de uso microscópicas (Hayden, 1979). Esta cuestión.
que tratarenlos con más detalle en el siguiente apartado, generó el interés en una nueva vía de análisis funcional: la de los residuos minerales de las mateiias trabajadas sobre los utensilios prehistóricos (Anderson, 1980; Mansui; 1986: d' Emco et alii, 1995).
Pero al mismo tiempo que los analistas iban definiendo los 1ímites del método, surgió una crítica sobre la capacidad de diagnóstico del análisis de miciap~ilidos
generada en base a un test-ciego que se llevó a cabo en el "lnstitute of Archaeology" de Londres
(Newcomer, Grace y Unger-Hamilton, 1986). Aunque la interpretación de los resultados de este test ha sido ampliamente contestada con posterioridad (Moss, 1987; Hurcombe, 1986; Bamforth,
1988; Plisson et Van Gijn. 1989), la importancia de este cuestionamiento ha conducido a muchos arqueólogos a dudar del valor
diagnóstico de los micropulidos de uso en particular y, por extensión e injustificadamente, de los análisis traceológicos en general.
A pesar de que muchas de las cuestiones que suscitó este test-ciego
ya habían sido señaladas anteriormente por otros traceólogos y que
haya que matizar su interpretación y valoración, cierto es que la
formulación conjunta y explícita de las mismas sirvió de revulsivo
y provocó, al tiempo que un rechazo a un tipo de crítica tan extrema, la concienciación general de los límites de la detenninación
traceológica y de las orientaciones que era preciso tomar en el perfeccionamiento del método.
2.1.2. Orientaciones en la aplicación del análisis traceológico
a conjuntos líticos prehistóricos
Las orientaciones de la arqueología en los diferentes países y
períodos influyeron desde el principio en el desarrollo del método
traceológico y en su aplicación al estudio funcional de los conjuntos líticos prehistóricos.
En la antigua Unión Soviética el análisis funcional de los utensilios prehistóricos se consideró fundamental ya que permitía la
aproximación a los "dos aspectos básicos del trabajo: el técnicoorganizativo y el socioeconómico" (Korobkova, 1986). El cambio
social constituyó una de las preocupaciones básicas de los arqueólogos soviéticos. Según Marx: "No son los objetos realizados sino
cómo se hicieron y con qué instrumentos, lo que nos capacita para
distinguir las diferentes épocas económicas. Los instrumentos de
trabajo no sólo proporcionan un modelo del grado de desarrollo alcanzado por el trabajo humano, sino que también son indicadores
de las condiciones sociales bajo las cuáles se lleva a cabo este trabajo." (Marx, 1980). El estudio de la tecnología juega un papel
fundamental, pero al no identificar tecnología con los utensilios sino con los procesos de trabajo, se pretende situar las herramientas
en su contexto de utilización. Esto se refleja tanto en el planteamiento de la investigación como en la presentación de los resultados. Se intenta clasificar los instrumentos de trabajo por su uso, no
por su morfología.
En Europa Occidental la aplicación generalizada de estudios
funcionales responde a enfoques diferentes. En primer lugar, la
tipología había jugado un importante papel en la seriación de los
conjuntos prehistóricos aunque existía alguna propuesta de
interpretación funcional de la composición tipológica de los
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conjuntos inustcrienses (Biiiford, 1966).Además los pai-alelos etnográficos que se habíati considerado en la form~ilacióiiterminológica dc a l ~ ~ i i i tipologías produjeron ideas pi-econcebidas resas
pecto al empleo de determinados utensilios. Lo que se transluce
es un intento de asociación entre morfología y función que era
consecuencia. o de los necesarios esfuerzos taxonómicos que se
habían llevado a cabo con anterioridad, o bien de la alta especialización de las herramientas de trabajo modernas. Por ello, en la
presentación de los resultados traceológicos se incluyó desde el
principio la relación entre tipos morfológicos y función.
En segundo lugar, en los años 80 se había extendido el método de excavación en extensión e interpretación paleoetnográfica de
Leroi-Gourhan. La traceología era la gran esperanza para la reconstrucción del funcionamiento paleoeconómico y social de los
yacimientos, suelos de ocupación y estructuras. A partir de la primera publicación que integra aspectos tecnológicos, económicos y
microespaciales (intra yacimiento) (Cahen et alii, 1979), la interpretación paleoetnográfica de los datos traceológicos se incorpora
a casi todos los análisis funcionales de material arqueológico.
Un tercer enfoque se centra en los aspectos tecnológicos para
aproximar la explotación de las materias primas e integrar la fabricación y la utilización.
En los estudios traceológicos de material arqueológico en la
década de los 80 se analizan los resultados bajo estos tres puntos
de vista: relación tipología-función, integración de los datos en el
análisis microespacial y económico, y relación tecnología-materia
prima-función con la consecuente interpretación paleoetnológica.
2.2. Las huellas observadas y su interpretación
Durante la fabricación, utilización y abandono de las herramientas líticas se producen modificaciones en la morfología general del utensilio y en la microtopografía de la roca. Estas modificaciones pueden ser intencionales, como en el caso de la fabricación
mediante la talla o preparación de la misma, o involuntarias, como
ocurre durante su uso o abandono. El primer paso p v a la realización de un análisis de la tecnología de talla o de un análisis de la
función es poder distinguirlas. A veces es el tipo de marcas lo que
nos proporciona los criterios discriminatorios, pero en la mayoría
de las ocasiones hay que recurrir al contexto en que se encuentran.
Nos referimos a la disposición en el utensilio, la asociación con
otros caracteres morfológicos y su regularidad: "Les stigmates issus d'un travail précis sont généralement localisés et répétitifs."(Dauvois, 1979).
Vamos a centramos en el estudio de huellas de uso en herramientas de sílex, pues aunque el análisis traceológico se ha aplicado a otros tipos de rocas (cuarzo, cuarcita, obsidiana ...), el material
arqueológico objeto de nuestro estudio está fabricado en rocas silíceas del grupo del sílex.
El análisis funcional de utensilios de sílex toma en consideración varios tipos de trazas o huellas de uso: las melladuras, los desgastes, las estrías y los micropulidos. Para su definición y descripción hemos distinguido dos grupos de huellas:
- Micromelladuras y fracturas, que son consecuencia de la fragilidad de las rocas silíceas y modifican, en mayor o menor medida, la morfología general de la pieza lítica.
- Desgastes, micropulidos y estrías, que son consecuencia de
otros caracteres físicos y químicos de la roca y que alteran la microtopografía de la misma.
2.2.1. Modificacioiies de la morfología de los utensilios y los
filos Iíticos: las melladuras y las fracturas.'
En la Prehistoria el síiex fue la roca escogida en la mayoría de
las ocasiones para fabricar utensilios Iíticos por medio de la talla.
Ello fue así dcbido a su dureza, que la hace deseable para el trabajo de muchos materiales. y a su carácter isotrópico y de fragilidad
elástica, que se convierte en una aptitud para la talla, al poderse
controlar el modo de fracturación (Speth, 1972). Estas características físicas del sílex son la causa de que también durante el uso se
produzcan fracturas. Las fracturas de uso son de dos tipos:
- Fracturas que se inician cn la zona utilizada, como las micromelladuras que se producen al cortar, raspar, percutir, etc. o las
fracturas de impacto que se extienden en mayor o menor medida a
partir de la punta de los proyectiles líticos.
- Fracturas de una parte del soporte, que se inician lejos de la
zona de uso con intervención de las fuerzas que convergen durante
el trabajo y que en determinado momento se concentran en alguna
zona del soporte, produciendo fracturas por flexión.
El primer tipo de fracturas, llamadas melladuras o desconchados, se utiliza sistemáticamente en los análisis traceológicos para
aproximar el uso, el segundo tipo se ha considerado en algunos casos para establecer hipótesis sobre el movimiento durante la utilización, pero nunca de forma sistematizada.
Las melladuras o desconchados del filo de trabajo se observan
a pocos aumentos (hasta un máximo de IOOX, pero en general entre 10 y 40X). Fueron objeto de una de las primeras sistematizaciones de huellas de uso, realizada por la escuela de Harvard
(Tringham et alii, 1974) y son la principal traza de uso en la que se
centran las determinaciones funcionales a bajos aumentos (Odell,
1975, 1979, 198 1; Odell y Odell-Vereecken, 1980). Odell define
melladura en los siguientes términos: "edge scarring is take here to
mean the tiny chips removed from the edge of a stone under pressure". A esta definición añadiremos que también puede producirse
por percusiónP
Uno de los principales problemas con los que se encuentra el estudio de los desconchados en los filos de trabajo es la distinción de
los desconchados producidos por el uso de aquellos que se producen
accidentalmente y de las melladuras de uso en filos retocados. Aunque algunos autores sugirieron la regularidad y el tamaño como criterios válidos de discriminación (Tiingham et alii, 1974: 181) no está demostrado que sea así. La recurrencia en artefactos similares de
desconchados en la misma posición es la base de algunos trabajos
(Bordes, 1973; Rigaud, 1977). Sin embargo es más difícil, si no imposible, distinguir melladuras de uso, de melladuras de retoque o accidentales, en utensilios cuya morfología no esté mínimamente estandarizada. En otras ocasiones ha ocurrido incluso al contrario, el
uso ha sido la causa de la existencia de "retoques" recurrentes que
han configurado t tipo^"^ (Kantman, 1970; Bocquet, 1980; Barton,
1986). Por ello en el caso de las melladuras en filos retocados no
fDenominamos indistintamente melladuras, desconchados o descamaciones a las
fracturas que afectan al filo de trabajo. Son generalmente microscópicas aunque algunas de ellas, particularmente las que se producen en trabajos de percusión, pueden llegar a extenderse hasta 1 cm.
' A veces no se considera que se puedan realizar acciones de percusión con el sílex,
suponemos que por su fragilidad, pero Iiny que pensar que el objetivo es llevar a ca-
bo una acción con eficacia aunque eso suponga la destmcción del filo de trabajo o
del útil.
Lo que se llama "útiles n posler.iori".
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estamos de acuerdo en que el tamaño sea definitorio, puesto que hay
útiles cuya morfología res~onde uso. no al retoaue. Además al real
tocar un utensilio pueden producirse rnicromeliadurasjunto a levantamientos intencionales.
Los únicos criterios que pueden ayudar a discernir las melladuras accidentales, o de retoque, de las de uso es la presencia de
pulidos, estrías o desgastes asociados a ellas. El tipo de melladuras, su regularidad, la recurrencia, su concentración y disposición
espacial respecto a la morfología del filo y de la pieza lítica pueden aportar indicios a la hora de formular una hipótesis de utilización coherente.
La segunda cuestión es, si a partir de la observación de las melladura~
pueden deducirse el material trabajado y las caracteristicas del trabajo.
Dos aproximaciones contribuyen a la comprensión de los factores que entran en Juego en la f~rmación desconchados.La primera
de
se centra en el estudio de la mecánica de fracturas de sólidos elásticos frágiles. La segunda se apoya en la realización de experimentos
controlados con el objetivo de observar si existen recurrencias en los
desconchados para materias trabajadas o acciones similares.
-
2.2.1.1. La mecánica de fracturación
El proceso mecánico que interviene en la formación de las melladura~ el mismo que se produce durante la talla intencional. La
es
morfología de las fracturas responde a las condiciones en que se
han producido. La primera clasificación de las fracturas se realizó
en la reunión de Vancouver y es la llamada del Ho-Ho Comitee
Repport (Hayden, 1979). Sin embargo no todos los especialistas se
atienen estrictamente a esta clasificación.
Los trabajos que tratan el análisis de fracturas en sólidos elásticos frágiles permiten distinguir tres tipos de inicio de las fracturas (fig.1):
lar
*
Figura 2.- Descripción de partes de la cara ventral de una fractura
hertziana. (Según Cotterell y Kamminga, 1990).
platafom~a e iniciacijn
d
...
, ,
INICIACI~N
HERTZTANA
POR FLEXIÓN
EN CIJÑA
.
.
.
Figura 3.- Descripción de las partes de la cara ventral de una fractura por flexión. (Según CottereU y Kamminga, 1990).
\
Figura 1.- Esquema de iniciación de fracturas de rocas silíceas.
(Según Cottereil y Kamminga, 1990).
-Fractura en cono hertziano o concoidea. Se producen por
una tensión por compresión (fig. 2). Se inicia en el punto donde se
ha aplicado la fuerza. Se caracterizan por un bulbo marcado. También llamadas fracturas a (Prost, 1993).
-Fractura por tensión producida por flexión (fig. 3). Se inicia a alguna distancia del punto de aplicación de la carga (Cotterell
y Kamminga, 1979; Lawrence, 1979; Tsirk, 1979). No presentan
bulbo. También se les llama fracturas b (Prost, 1993). No se producen nunca levantamientos parásitos "en navecilla". Se suele asociar a percutores blandos y a filos muy agudos.
-Fractura en cuña (fig. 4). Se produce cuando el objeto que
aplica la fuerza es afilado. No se ha reconocido como huella de
USO, aunque sí que se asocia a núcleos bi~olares a percutores
y
agudos (Lawn y Marshall, 1979).
Figura 4.- Descripción de las partes de la cara ventral de una fractura en cuña. (Según Cotterell y Kamminga, 1990).
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Las terminaciones de las fracturas son también variadas (tig. 5):
gradual
en escalón
reflejada
Figura 5.- Esquema de terminación de fracturas de lascado en rocas
silíceas. (Según CottereU y Kamniinga, 1990).
-Normal o gradual. La fuerza se dirige hacia el interior del
objeto lítico y el proceso de fractura continúa sin ser perturbado.
-En charnela o reflejada. Se produce un cambio radical en la
dirección del frente de la fractura.
-En escalón. La esquirla o bien se desprende con una fractura
perpendicular a la dirección que inicialmente llevaba, o bien se
produce una fractura perpendicular a la dirección que llevaba y se
desprende solamente el inicio, quedando el final adherido al núcleo, porque no acaba de fracturarse.
Prost propone una clasificación más diversificada de las mismas que no aporta datos para el análisis funcional, ya que nos parece que redunda en sus morfologías. Consideramos aparte, como
este autor, un tipo de fracturas que sólo se producen por flexión.
-Terminación brusca en fracturas por flexión. La fractura
se desarrolla en el plano de espesor de la pieza. Es recta y no suele presentar bulbo (fig. 6). También se le ha llamado transversa
(Ibáñez, 1994) y en plano perpendicular (Jardón et alii, e.p.).
FLEXIONES
inflexión
retroflexión pseudobifurcación
Figura 6.- Trayectoria de fracturas en flexión. (Según CottereU y
Kamminga, 1990).
2.2.1.2. Experimentos encaminados a determinar la acción y el
tipo de materia trabajada a partir de los desconchados
Las melladuras de uso se han descrito y clasificado exhaustivamente con el fin de intentar ver si se co~-relacionaban matecon
rias trabajadas y10 modos de acción.
La clasificación realizada por el grupo de Harvard (Tringham
et alii, 1974) distinguía, en razón a la delineación, seis categorías:
escama, triangular, irregular, rebanado, rectangular y trapezoidal.
En su experimentación se constata que los materiales duros iieriden a producir menor proporción de micromelladuras en escama y
más alto índice de rectangulares y trapezoidales que los blandos.
en acciones similares. Independientemente del material trabajado.
en acciones transversales se producen también mayor número de
melladuras rectangulares y trapezoidales.
profundidad y taKeeley cuantifica las melladuras por fom~a,
maño sin intentar definir los agentes causantes (Keeley, 1980).
Sin embargo para Vaughan es más significativa la sección del desconchado que su forma (Vaughan, 198 1). Nosotros consideramos
acertada esta observación ya que las formas de las melladuras son
resultado de su sección. Las triangulares están producidas por una
aplicación de la fuerza oblicua al filo con terminación reflejada o
en escalón, las trapezoidales y cuadrangulares sólo son posibles
con terminaciones reflejadas y en escalón y las melladuras en media luna se relacionan con terminaciones normales y rara vez reflejadas, pero nunca en escalón.
Los trabajos de Akoshima e Ibáñez Estévez constituyen intentos de sistematizar el empleo de los desconchados para determinar la materia trabajada y la acción. Los dos toman en cuenta la
forma, sección, tamaño, distribución y cantidad. Los dos señalan
las tendencias en la formación de las fracturas de uso indicando
los factores, aparte de acción y materia trabajada, que influyen en
la morfología de los desconchados. Pero todas las investigaciones
que han pretendido relacionar directamente la presencia de desconchados con el tipo de materia trabajada o acción han llegado a
la conclusión de que existen ciertas tendencias, pero que no es posible correlacionar un sólo tipo de melladura con una materia trabajada o una acción. Como señala Moss, solamente de esta manera los tipos de melladuras serían importantes para la determinación funcional.
"Classification of edge damage by type however; can only
reach its full usefulness when there is gerzeral agreenierzt
anzong wear analysts that particular types signifi specific
hand ~rlotiorlsand tractability of worked rnaterials " (MOSS,
1983: 232).
Un enfoque diferente es el que presenta Odell (1981). Su
trabajo se refiere a 10 situaciones de contacto distintas y a las
modificaciones que causan. El tipo de actividad se refleja fundamentalmente en la distribución de las melladuras en la pieza.
Introduce interesantes puntos de vista respecto a la evolución
de las fracturas tras un uso prolongado y al efecto de las mismas en el aumento o disminución de la eficacia del filo. Se trata de un planteamiento de dinámica cinemática cuyo objeto es
más comprender los procesos de uso que cuantificar o relacionar directamente efectos con causas.
En resumen, las melladuras son huellas de uso que aportan indicios sobre la función pero en cuya ocurrencia influyen muchos
factores además de la materiatrabajada o la acción. Por ello, han
de tenerse en cuenta las siguientes consideraciones:
-No pueden distinguirse las melladuras de uso de las accidentales, de talla o de retoque ni por su tamaño, ni por su morfología. Por ello se considerarán solamente como micromelladuras de uso aquellas que se encuentren en filos no retocados o
en la cara opuesta al retoque en los filos retocados y que por su
regularidad, agrupamiento entre ellas o asociación con otras
huellas de uso sean coherentes con una hipótesis cinemática
comprobable por experimentación.
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-La ausencia de microinelladuras no sigiiilica riecesariarnciite
ausencia de uso (Grace. I988: 48). especialmeiite si la delineación
del filo en sección es recta6 (Moss. 1983: 238). A pai-tir dc la presencia de micropulidos o estrías. cuando existan. será posiblc detectar usos que no hayan producido descoiicliados.
-La regularidad o irregulai-idad de las micromelladuras no
indica por sí misma presencia de uso. ha de apoyarse en otras
huellas de uso y en la morfología dcl utensilio.
-Las micromelladuras más características son las que se
producen por impacto en la punta de un proyectil (Fischer e/
alii, 1984). En estos casos se asocia la morfología de la pieza 1ítica con las irielladuras, para indicar su uso más probable.
-El filo de trabajo llega un momento en que se estabiliza,
dejando de producirse melladuras. Por ello es importante considerar las melladuras dentro dc un proceso cinemático dinámico
y no bajo un punto de vista meramente taxonómico.
q ~ i c la produccióii y la foi-inade la iiicllad~irainfluye tariibiéii la
eii
morfología inicial del borde (fig. 7).
clelir~eaciórl1 seccióri delfilo del ~i.al>ajo. una accióii
e1
En
longit~idinallas sinuosidadcs en sección del filo pi-oduccnque haya puntos con planos de presión que propician la Ii-act~iración.
Sin
embargo cuando el filo es totalmente recto la presión se ejerce en
la misma arista por lo que las condiciories pai-a la producción de
desconchados no son tan buenas. Por lo tanto para el mismo tipo
de acción y de materia trabajada se producirán más desconchados
en filos sinuosos que en filos rectos (fig. 8) (Tringhain et alii,
1974 y Moss, 1983: 238).
-Las condiciones que influyen en su formación son:
rilateria prilna e11que está fabricado el uterzsilio. Cada tipo de roca tiene unas cualidades físicas que influyen en el momento en que es sometida a una tensión. Los diferentes tipo de
rocas silíceas empleados en la Prehistoria tienen similares formas de fracturación. Sin embargo el que se produzca o no u11
desconchado está en función de la presencia de planos de cristalización, cambios en la estructura de la roca, en el tamaño del
grano, etc.
*fi~erza
desarrollada por e1 trabajador: el factor irzdividiral.
Como es lógico, a mayor fuerza aplicada, mayor probabilidad
de producir fracturas. Además los gestos propios de cada persona, que conllevan una mayor o menor precisión en el movimiento con diferentes grados de aplicación de la fuerza, pueden hacer variar enormemente el número de desconchados (Collin y
Jardón, 1991).
ángulo delfilo. Los filos de ángulos agudos son más susceptibles de ser fracturados que los obtusos. Además en filos agudos
hay más abundancia de melladuras por flexión (tipo b) (Prost,
1993) y de fracturas en media luna (Ibáñez Estévez, 1993) y menor de triangulares, cuadrangulares y trapezoidales. En filos obhlsos ocurre al contrario ya que se necesita más fuerza para conseguir que la fractura se propague regularmente y termine gradualmente.
perfil del borde y iizorfología de la cara opuesta a la que se
aplica lafierza. La forma de la zona donde se aplica la fuerza y de
la cara por donde se extenderá el desconchado es fundamental para
que se inicie una fractura, como ocui-re durante la talla voluntaria.
La trayectoria de la fractura es determinada más por la topografía
de la superficie que se talla que por el método de talla usado para
realizarla (Cotterell y Kamminga, 1979). El plano sobre el que actúa la máxima fuerza principal es paralelo a la superficie libre y
causa la difusión lateral controlada por la presencia de una arista en
la superficie dorsal (Crabtree, 1972: 15). De todo ello se desprende
"Las sinuosidades del filo se presentan durante el uso como planos de presión que facilitan la iniciación de fracturas.
Figura 7.- Influencia de la morfología de la cara de lascado en la
propagación de fractnras.
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desgastes que se producen a lo largo del ti-abajo. Sólo de cxperiencias mecánicas, como las ircalizadas por Prost. en las que todas las variables que interviciicii cstfii coiitroladas. p~iedcn
deducirse las leyes de fracturacióii que actúa11en cada acción.
n'r~grrlo rt-rrhjo. El á r i ~ ~ ide trabajo influye en la cantidad.
de
lo
forma y tamaño de los desconcliados. Las vaiiaciones en el ángulo
durante el trabajo produce11~ i i aumento del número de desconchados.
i
Figura 8.- Influencia del contorno en sección de los filos en la ocurrencia de fracturas. La lámina de la izquierda al tener un contorno
con más curvas está más expucsta a que se produzcan ineiiaduras en
una acción de corte paralela al filo de trabajo. (Según Moss, 1983).
tipo de accióil. La posición de las melladuras, en una cara
de la pieza lítica o en las dos, y su forma, pueden indicar el movimiento: unidireccional o bidireccional, longitudinal o transversal o de rotación. Como ya hemos comentado, la existencia
de melladuras disimétricas y triangulares indica acciones paralelas y oblicuas al filo. La disposición en las dos caras de los
desconchados se ha utilizado como criterio para distinguir el tipo de acción. Los desconchados en una sola cara pueden indicar
una acción transversal unidireccional. Si son de diferente tipo en
las dos caras indican una acción transversal. Si son del mismo
tipo en las dos caras pueden estar indicando una acción longitudinal. Sin embargo Ibañez señala que "tanto el grado de aiilbig~iedad error que presentar1 estos criterios, conlo la posibiliy
dad que se corte corz árigi,los de trabajo oblicuos, Ilevarz a considerar que la distribucióri de los descorzclzados no es suficier~te
por sí tnisrna para deterriiir~ar lorigit~ldinalidad trarlsversala
o
lidad de uri riioiiiniier1to... " (Ibáñez, 1994: 129).
Las acciones de percusión producen fracturas con terminaciones reflejadas o en escalón (Odell, 1981: 206). Sin embargo
también parece influir el ángulo del filo en el tipo de melladuras
que se producen por percusión ya que "a rnedida que ardtiler1ta
el ángulo del filo dismiriuyeri las terrninacior~es
abruptas" (Ibáñez, 1994: 108).
Las tendencias señaladas se refieren a variaciones en el movimiento en las que el resto de variables (materia trabajada, ángulo
de trabajo, delineación en sección del filo, ángulo del filo, etc.) se
mantuviera estable. Sin embargo estas condiciones rara vez son
estables en un contexto de trabajo humano y menos aún cuando
las características de los filos cambian por las fracturaciones y
ri~ateriatrabajada. El tipo de inatcrial con el que entra en
contacto el utensilio Iítico determina que el tipo de contacto que se
produce entre los dos sea p~intual difuso. iniciándose diferentes
o
tipos de fracturas según se ti-ate de lino u otro. Las materias blandas producen más desconchados por tlexión (forma de media luna,
terminación afinada) y menos en cono hertziano con terminaciones
reflejadas o abiuptas (formas triangulares, trapezoidales y rectangulares). Lo contrario ocurre con las materias más duras. Esta diferenciación es menos evidente en filos agudos, en los que la proporción de terminaciones afinadas y de iniciaciones por flexión es
mayor, sea cual sea la materia trabajada. A pesar de que esta tendencia es señalada por todos lo autores, también entran en juego
otros factores, como el ángulo del filo y la acción.
Estos son, en líneas generales. los indicios que nos proporcionan las melladuras en los filos o ápices líticos activos. Sin embargo para realizar un análisis traceológico el razonamiento ha de desarrollarse al contrario. A partir de los caracteres que presentan
los filos es necesario descartar las diferentes posibilidades de uso
hasta conseguir deducir las más probables. Aunque casi todos los
traceólogos trabajan de esta forma, sólo Grace e Ibáñez Estévez
han formulado explícitamente tal procedimiento. Todos combinan
los indicios que tienen que ver con la morfología de la pieza y del
filo (variables independientes) con las diferentes huellas de uso
(variables dependientes). Cuando discutamos nuestro material experimental comprobaremos si los criterios que se han indicado se
cumplen también en nuestra experimentación y cuando no sea así
intentaremos determinar las causas (apartado 2.2.4.2). Para ello
tendremos en cuenta además de las fracturas, otros tipos de huellas de uso que tratamos en el siguiente apartado: los desgastes,
pulidos y estrías.
2.2.2. Modificaciones de la rnicrotopografíade los utensilios Iíticos: los pulidos, los desgastes, las estrías y los residuos
2.2.2.1. Estructura mineralógica del sílex. Formación
Vamos a introducir cuestiones generales sobre la composición,
estructura, formación y alteración de las rocas silíceas que nos serán luego necesarias para comprender los factores que pueden influir en los procesos de alteración microscópica por uso o por causas naturales.
Bajo la denominación corriente, aunque no siempre petrológicamente correcta, de sílex se esconde una gran variedad de rocas
silíceas utilizadas por las sociedades prehistóricas para la fabricación de sus utensilios (radiolaritas, sílex, jaspes, sílices hidrotermales, areniscas silíceas, etc.) (Masson, 1981).
El sílex es una roca sedimentaria de composición total o mayoritariamente silícea procedente de la substitución ion por ion del
calcio por silicio en las arcillas carbonatadas antes de su compactación (Río y Chamalet, 1980). Es una roca criptocristalina compuesta fundamentalmente de S i 0 2 pero que puede incluir otros
componentes que hacen variar su color.
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Se presenta en forma de iiódulos o lentejones en las formaciones calcareas (sílex o chevt) o en foi-macioncs ígneas. Las silificaciones se producen poi- precipitación del silicio cuando se alcanza
el nivel de saturación o mediante la actuación de organismos de
esqueleto silíceo como espongiaiias. radiolarios o diatomeas.
Las principales rocas silíccas de esta variedad están constituidas
esencialmente de tetraedros de sílice (Si04) que se presentan en tres
formas cristalinas diferentes (cuarzo, ciistobalita y tiidimita) y una
forma fibrosa (la calcedonia).' El ópalo (Si02 nH20) también suele
estar presente en su forma amorfa (ópalo A) y su forma cristalina
imperfecta (ópalo cristobalita-tridimita). Estas dos formas sólo son
distinguibles por difracción de rayos X (Jones y Segnit, 1971).
Es tan frecuente encontrar cuarzo detrítico como autígeno xenomorfo (figs. 1ld, 10 y 28) como automorfo (figs. 1lb y c). Como todas las rocas sedimentarias contienen frecuentemente fósiles
como diatomeas, radiolarios o incluso gasterópodos (figs. 12, 14 y
13). Estos microfósiles pueden ser indicativos del tipo y la edad de
las formaciones geológicas de las que procede la roca, por ello son
importantes cuando se pretende realizar estudios de economía de
materias primas. La concha del microfósil se encuentra en ocasiones fosilizada en forma fibrosa o presenta en su interior cristales de
cuarzo automorfo (fig. 13).
Como componentes de las rocas silíceas se encuentran a veces
otros minerales en cantidades menores (arcillas, calcita, óxidos
metálicos, etc.). Su presencia puede ser ínfima, pero es importante
conocerla cuando se realizan análisis químicos intentando detectar
residuos de las materias trabajadas. Lo mismo ocurre con elementos que contribuyen a su coloración y que se han empleado como
elementos traza, ya que algunos métodos analíticos llegan a detectarlos. Es importante en este caso poder registrar incrementos
cuantitativos que pudieran ser externos a la propia roca a partir de
series de referencia .
2.2.2.2. Procesos de modificación microscópica por uso
En este epígrafe vamos a tratar conjuntamente los indicios de
uso que se observan a partir de 100X, fundamentalmente con microscopio óptico (por reflexión de luz) y con Microscopio Electrónico de Barrido. El motivo de que hablemos paralelamente de pulidos, estrías, desgastes y residuos es que pensamos que los tres
primeros son resultado de procesos simultáneos y el último se ha
considerado ligado a los procesos de formación de pulidos o incluso formando parte de ellos. Por lo tanto sería incoherente en nuestra discusión aislar los unos de los otros.
Como ya vimos más arriba el análisis de los micropulidos de
uso focalizó la atención de los traceólogos pues se consideró una
de las huellas más significativas para el análisis funcional. Sin em-
' El Si02 cristaliza como cuarzo por debajo de 870°C. como tridimita entre 870°C y
1470°C y como cristobalita a partir de 1470°C. Las dos últimas fases son metaestables en las condiciones ambientales, hallindose ejemplos naturales de las mismas.
Se diferencian en la disposición de los Si04 unidos por los vértices dando esquemas distintos para cada mineral: el cuarzo romboédrico, la tridimita hexagonal y la
cristobalita cúbica. Esto explica que sean metaestables, ya que para pasar de una fase a otra es necesaria la rotura del enlace entre tetraedros, y estas uniones son muy
fuertes (de ahí la resistencia del cuarzo a la erosión). AdemSs de estas fases, cada
una de ellas tiene formas de alta y baja temperatura perfectamente reversibles con
puntos de inversión a 5734 1 4 0 y 240°C. Esto sería debido a un movimiento de los
tetraedros que no implicaría la rotura de los enlaces tetraedro-tetraedro, lo cual explica la reversibilidad del fenómeno...
... El cuarzo sólo se ataca con F1H y por fusión con KOH.
M. Font Altaba (1970).
bargo nunca ha estado claro cóino se pi-oducen las inodificaciones
superficiales que dan coino res~iltadop~ilidos
discriminantes de las
mateiias trabajadas. Subyace en la terminología la idea de que son
hechos individualizados. Su identificación y distinción es desciiptiva, a partir de coinparaciones basadas en el material expciimental
que se utiliza como referencia. No se ha iricidido lo suficiente en
la descripción e interpretación de los procesos porque se trata con
finalidad tipológica, no procesual.
Vauglian define pulido como: " i r ~srrpe-ficie alterada de sí~a
lex qlle rejeja la lirz y qlre no pirede ser elirrlirtada cori ácidos, buses ni di~oli~eitres"~
(Vaughan. 1985: 132). Esta definición no intenta explicar cuáles son los procesos de formación aunque entraría en contradicción con las teorías que consideran que el pulido es
una capa fusiona1 de sílice amorfo y no es un mero fenómeno superficial. Además no está claro que no pueda ser afectado por
agentes químicos ya que en algunos ensayos con determinados
compuestos químicos se ha conseguido alterar su aspecto e incluso
eliminarlos (Plisson, 1986; Plisson y Mauger, 1988; Levi-Sala,
1986; Clemente, e.p.).
Vaughan distingue, a partir de sus observaciones con microscopio óptico del material experimental, tres etapas en la formación
de pulidos:
-Micropulido indiferenciado. En el que el pulido no está lo suficientemente desarrollado como para ser característico de un material trabajado.
-Pulido liso con agujeros. Aún no posee las características definitorias.
-Pulido típico. Corresponde a micropulidos bien desarrollados, extendidos y con rasgos característicos que han podido ser definidos (Vaughan, 1985).
Para este autor, el trabajo de las materias más blandas produciría pulidos de tipo indiferenciado, es decir, que no pasan'an del
primer estadio. Lo mismo ocurriría con útiles tallados con rocas de
grano grueso ya que en ellas la velocidad de formación es menor.
Sin embargo mantiene que los procesos de formación de pulidos
son distintos para cada materia trabajada.
Por el contrario Grace defiende la idea de que los tipos de pulidos no pueden ser asignados a los tipos de materias trabajadas y
que sus diferencias moifológicas responden a grados de desarrollo
(Grace, 1989: 60-61). Ello comporta consecuencias importantes
con respecto a la significatividad de las huellas de uso para la interpretación funcional.
De hecho algunos investigadores han llamado la atención sobre lo improcedente de terminologías como "pulido de asta" o
"pulido de piel":
"...since "polislz" types are nan~ed
after worked ~naterials
,
the tnetliod col2fuses description and iriterpretation " (Yamada y
Sawada, 1993: 448).
"Laprimera deducción de la aplicación del ?nodelo reológic o y de la ntecárzica de medios continuos a nlrestro canzpo de estudio es la necesidad de plantear qlle no se pirede estudiar f e 1 6
inerlos Nzdividirales para, a través de ellos, identificar la materia
trabajada. Este iíltinzo corioci~~ziento se obtiene de forilla dino
y
recta sirlo n~ediática sieinpre a través de una interpretación
contpleja. " (Sala Ramos, 1993: 86).
' Traducción de la autora.
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¿,Qué es ~ i i iriiicropulido de uso? ¿Cómo se produce'? ¿En qué
se diferencia de un desgaste'? ¿,Setrata de un solo proceso o de diferentes tipo5 de procesos? ¿.Qué factores infliiyen en estas niodificacioiies que Ilainarnos pulidos7 i,Cuál es su composicióii y estiuctura? ¿,Soii todos ellos ig~ialinenteresistentes a las alLeraciones?
¿Se producen las esti-ías simultáneamente, por disgregación del
mismo grano de la roca o por apoites de partículas foráneas? hay
componentes residuales foiniaiido parte de los micropulidos?.
Para intentar responder a estas preguntas realizamos a continuación una revisión de los coiiocin~ientos se tienen Iiasta el
que
momento y de las hipótesis planteadas. Posteriormente presentaremos nuestro estudio de las modificaciones estructurales observadas con MEB.
-Hipótesis sobre la formación d e pulidos y estrías d e uso.
Semenov define pulido como "laforrila de desgaste de la herraniierlta por fricción corl otro objeto, que se produce cuando hay
iol aunlerito de la presión, coiz la dispersiórz de las partículas niás
graildes" (Semenov, 1957; trad. castellano, 1981: 29). Esta definición apunta aspectos referentes a la formación del pulido al considerarlo un proceso de desgaste que implícitamente supone una
pérdida de materia.
La aplicación de la metodología traceológica corre paralela al
desarrollo de hipótesis sobre los procesos que abocan a modificaciones morfológicas.
Dos hipótesis fundamentales dividen las opiniones sobre cómo
ocurren estas modificaciones por uso. Las dos se desarrollan con
la profundización del estudio de los procesos y con la ampliación
de los métodos y técnicas aplicadas para su análisis:
Teoría abrasiva. Esta teoría es la primera en asociarse al desarrollo de los pulidos, fundamentalmente al lustre de cereal. Se
entendía como resultado del frotamiento contra las sustancias que
contienen sílice, como las plantas que habían sido cortadas, o la
arena del suelo y el polvo depositado en los tallos de los vegetales,
que provocaban la abrasión de la superficie (Curwen, 1930).
Diamond (1979) se decanta por la explicación que implica
desgaste por abrasión, el filo es alterado y hay una pérdida de material. Las estrías intersectan las rugosidades de la superficie y pueden observarse sobre el pulido, luego deben intervenir en él. Piensa que todos los procesos de uso suponen una pérdida de material.
Otros autores que son partidarios de que la pérdida de materia es
el factor que más influye en las modificaciones son: Dauvois (1979)
Meeks et alii (1982), Masson et alii (1981), Grace (1989), Yamada
(1993), Unger-Hamilton (1984) y Levi-Sala (1988 y 1993).
Teoría fusional. También fue formulada para explicar el lustre
de cereal. Witthoft afirmaba que cuando el sílex atraviesa, al cortarlas, las partículas de ópalo contenidas en la hierba, produce un
calor friccional capaz de fundir las moléculas de ópalo, construyendo una capa cada vez más gruesa de sílice amorfo. La apariencia fluida de la superficie venía a contribuir a esta idea (Witthof,
1967). El modelo se apoyaba en las conclusiones de Spurrell
(1 892) sobre la formación de pulidos en metales.
Los investigadores que se decantan por la existencia de una
fusión superficial con adición de materia foránea y formación de
una capa de sílice amorfo son: Anderson-Gerfaud (1980, 1981),
Mansur-Franchomme (1986), Sala (1993), Andersen y Wittlow
(1983), Christensen y Walter (1991), Christensen, Walter y Menu (1992).
se
Debido a qiic eslas dos teiidencias f~iiidarnentales han
desarrollado poco a poco. añadiéndose iiiatices que 1-edundanen sii
Sorinulacióii. a coiitiil~iacióiii-evisamosbrevemente los aiguineiilos
que presenta cada investigador para apoyar sus conclusiones.
Kaminiiiga distiiiguc cl pulido de fitolito (fiisional y aditivo)
del pulido abi-asivo. El pi-iinero intervendría en la foi-mación del
lustre de cereal. el seg~indo
sería responsable del resto de los pul¡dos definidos poi- Keeley (Kamniinga, 1979).
Del Benc forinula el modelo de translocación y deposición o
pulido aditivo. pues observa el relleno de las áreas intersticiales
(1979: 175, fig. 10 y 12). Con una imagen similar F. d7Eiricoy Espinet-Moucadel (1986) hablan de amontonaniento del grano de la
roca con disminución de la porosidad.
Eri su figura 5 (Del Bene, 1979: 171) presenta sus argumentos
contra la posibilidad de que la capa de pulido se funda con la superficie. Los fitolitos se depositarían sobre la superficie (sin fundirse con ella) mediante mecanismos de tipo químico, eléctrico o
de tensión superficial. Anderson-Gerfaud (198 1: 104) opina que la
imagen que muestra no es la de un fitolito sino de un defecto de
metalización, ya que los residuos de las plantas no tienen ese aspecto. Pensamos que bien puede tratarse de un residuo similar a
los que observamos en nuestro análisis con MEB (fig. 45).
Por primera vez se introduce un factor más en la explicación
de los pulidos: el de que están constituidos por residuos de la misma roca o de la materia trabajada que conservan sus características
estructurales y10 su composición química.
Anderson-Gerfaud propone otra explicación retomando aspectos de la teoría de Witthof (fusión superficial), ampliándola con la
de reacción química entre el sílice, el agente de pulido y el agua,
que anotaba Comish y recogía Kamminga en 1979.'
Según Anderson-Gerfaud los micropulidos se producen por la
disolución de la capa superficial del sílex, que se transforma en
gel de sílice y se solidifica seguidamente en forma de sílice amorfo. La reacción química depende de la concentración de agua en el
sílex, la alta temperatura, presión, el Ph > 9 y el contacto con otros
geles de sílice y ácidos de las plantas. Para la formación de sílice
amorfo haría falta una proporción de sílicelagua de más de 115
partes por millón en condiciones de Ph mayores a 9 y temperatura
de 25°C. La formulación de esta hipótesis va acompañada de la
identificación de la familia de las plantas que se han cortado por
los fitolitos conservados sobre, o semicubiertos por los pulidos.
Aplica también esta explicación a los pulidos que se producen trabajando vegetales leñosos más duros. En los útiles usados para
trabajar hueso y otros tejidos animales observa que las áreas fundidas (Anderson-Gerfaud, 1980: fig. 1 2 4 contienen calcio y silicio, pero es difícil saber qué cantidad de silicio proviene del mineral del hueso y cuál de la disolución del sílex. Sin embargo estos
residuos pueden eliminarse:
"Wlzer~
residltes slich as tl~ose I plate ISa aild c were remoN
vedfr-oiii the tool sijrface lvitlz HCI ( t1ze.y corilprise calciuiiz arld
pl~ospkorus) s111ootA
a
dissolired-appearing tool s~trface
rernairled, witlz riiore grailular-areas ~~lzer-e residite elei?lentskad betlze
en, iniplyiizg that tlze sltrface "dissolutior~"is i ~ ojrrst drte to dist
solved mineral iizaterials spreadirig over the area iit qrrestiorl but
is acco1ilpai1ied by an act~ral
dissolutioil of thefliizt aild a chailge
iil its srtrface stntcticre" (P. Anderson-Gerfaud, 1980: 189).
Y
Este último autor proponía, basftndose en niodelos de pulido del vidrio, que el agua
que esti presente en las plantas trabajadas hidroliza la siiperficie del útil de piedra.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Maiisui- ( 1986)esiablccc una clasificación de cstrías y explica
sil foi-inacicíii apoyáiidosc en la disolucióii supei-ficial poi- factores
q~iímicos
coiifl~iyeiites.Cada tipo de estría se asocia a 1111 cstado de
la s~ipei-l'icie: sólido. gel fluido y gel iiiterrnedio. Siii embargo
pel
s~is
Ihipóiesis sobre la forinación de las estrías están en liincióii de
que se deiii~iesirela existencia de amorfizacióri superficial.
Uiigci-Haiiiilton ( 1984) señala que hay elementos que fonnaii
paite de la estructura dcl sílex que pueden llegar a confundirse con
residuos iiicl~iidos una capa de sílice amorfo.
en
"Tliei-efoi-c ir is dcsirable /o study rrtirrsedflit~tfi-om/he rele\jatlr soirrres iriider rlie SEM befoi-e residires or1 the e.i-peritiierita1
o r airl~neological
tools cati be idetitified iziirli certairrty... ...Tlie
ot~ly
tusidtres clearly dire to use-ivear wich 1 have detecred are deposited otr top of theflirit si~rface,atid have rzot sutzken Nlto it...
... Tlie getlei-al sirlfrices of the irsedflir~t
edges appear to D
e
sti~ootl~ plaried, a t ~ rhe t-itigs iti~riiediately
utid
d
s~rrroirt~ditig ob/he
jects appeai- /o be tiielted. Tlzis leads tiie to sirppose that polisli fortiiatiotl itii~ol~~es
a strorig cheti1ical itzteracriotz ratlzer tliut~
tiieclzatiical abi-usioti ot~ly. (Unger-Hamilton, 1984: 94-96).
"
La principal crítica a la hipótesis de formación de una capa de
sílice amorfo la realizan Meeks et alii. La observación con MEB de
cortes en sección de elementos de hoz demuestra que no existe ninguna capa aditiva de silicio amoifo distinguible de la estructura criptocristalina, al menos con la resolución del MEB (200 Amslrongs)
(Meeks er alii. 1982: fig. 13). El alisado o abrasión de la superficie
criptocristalina del sílex imparte a la superficie propiedades de reflexión de la luz que inducen a esta confusión.
Por otro lado el análisis por difracción de rayos X de hojas de
hoz de Mureybet que llevan a cabo Masson et alii (1981) no permite detectar ninguna capa superficial de sílice amorfo y fitolitos
en forma de ópalo orgánico amorfo (ópalo A), ni de ópalo cristobalita tridimita (ópalo C-T), por lo que también se inclinan por la
teoría de la atrición. Los autores admiten la posibilidad de una disolución superficial de la superficie del sílex por atrición, pero a
escala demasiado pequeña como para ser detectada por difracción
de rayos X o como para contener fitolitos. El problema metodológico que plantea la difracción de rayos X es que hay que preparar
la muestra triturándola, con lo que se destruye y modifica en cierto
modo la superficie a analizar.
Andersen y Wittlow apuntan a otros problemas metodológicos
de este análisis:
"As it ,vas not possible /o obtaitz a large fat, worri surface,
grazit~g
iticidetice d#ractiot~ could riot be condrrcted atid we shall
kere poitit oirt tlzat $r/ie ariiorplzoits [ayer is a tkit? as post~rlated
above, tlie sigrial frotlt tlze cristalitze Iayer below woilld rotally dotnNiate tlie dzffractiotz pattet-r1. " (Andersen y Wittlow, 1983: 471).
Para cambiar la reflectividad óptica de la superficie, la capa de
sílice amorfizado solo necesitaria ser del orden de 100 a 500 nm.
Realizan un análisis con microsonda iónica (IBA) con un
acelerador Van der Graaff que permite detectar cambios superficiales. El estudio de los perfiles de hidrógeno por emisión de
rayos X inducida por protones (PIXE) y la retrodispersión iónica de alta energía (RBS), según ellos, apoyan la existencia
de ópalo amorfo superficial. Sobre material experimental Ilevan a cabo una comparación del contenido de hidrógeno de zonas pulidas y zonas no pulidas y sus resultados indican un mayor contenido de hidrógeno de las superficies de micropulido.
Esto se interpreta como la transformación del sílice cristaliza-
do o f'ihroso (Si07) en sílice hidratado (Si02+nH20). es decir
cn ópalo A.
Pei-o csia distiiicióii parece ser inayor sobre piezas experiincntales que sobre piezas ai-queológicas. Si revisamos su protocolo
obsei-vaiiios que las piezas experimentales se lavan únicamente
con agua, poi- lo que podemos sup.oner que queden residuos adheridos a la superficie de la materia trabajada, que en el caso del material arqiieológico habrían desaparecido en parte. Esto podría justificar la mayor presencia de agua en estas zonas.
Posteriorinente Cliristensen, Menu y Walter llevan a cabo
otros análisis realizados con MEB y con técnicas similares de análisis isotópico y se determinan composiciones diferentes de los pulidos de uso (Christeiisen y Walter, 1991; Christensen, Walter y
Menu, 1992; Cliiistenseii et alii, 1993). Varios son los problemas
que liemos encontrado a estos análisis:
-En cuanto a la preparación de las muestras el problema sigue
siendo el señalado respecto al estudio de Andersen y Wittlow:
pueden existir residuos pucs el material experimental se lava "a
I'eair sai~otit~eirse, 6 I'acetorze et eiifitz 6 I'alcool" (Cliristenpiris
sen y Walter, 199 1: 153).
-Sorprendentemente con análisis con microscopía electrónica
(EDAX) se determinan diferentes composiciones para los pulidos
de uso prod~icidospor materias trabajadas distintas. Esto entra en
contradicción con los análisis realizados por otros investigadores
(Mansur, 1986: 227; Gutiérrez, 1990: 136-138; Van Gijn, 1989: 5;
este volumen, Iám. 73 y 87) en los que el único elemento químico
identificado en las zonas pulidas era el sílice.
Van Gijn lleva a cabo un análisis con MEB de una pieza utilizada experimentalmente para el trabajo del hueso. La mitad de la zona
con un pulido bien desarrollado fue sometida a limpieza química
(con CIH al 10% y con KOH) y la otra mitad fue lavada cuidadosamente con agua y detergente. Sus resultados fueron los siguientes:
"Tlle latrerfi-agmetit exhibited high peaks ofphosplzol; carborl
and calcium when exainiized with the EDAX Ifigs. 1y 2); spors dispayitig this eletnetztal cot~rpositiotz coiisidered to be residue.
are
Tlze halfof the rool wlzich liad beeti chenzically cleatred, howevel;
slzowed tlo suclz peaks: the polish spots looked different (fig. 3)
a t ~ apparetltly cotzsisted of silica only, as did the surroui~ditid
d
unpolislledflitit surface. " (Van Gijn, 1989: 5).
-También sorprendente es la ausencia de sílice en las zonas
que Christensen y Walter señalan como pulidos:
"Lafigure 3 préset~te cartographie des élérnents d~c
la
tratzchanr d'rrri silex expériti~ental
ayatit travaillé de 1'0s: la présence
utziqite de calciitnz et dephosphore, sarls traces de silice, est retirarq~rable
datrs la zotiepolie. " (Christensen y Walter, 1991: 154-155).
La causa de estas contradicciones es el haber considerado el
pulido como un resultado eminentemente residual del trabajo:
"Cette rizétlzode cotzsiste a rnettre erz evidetzce les traces contetiires datis le silex et dans la rnari2t-e adhératzte a l'outil (le poli) pet~datlt
sorz ~ttilisatiotz"(Christensen y Walter, 1991: 150 y
158, fig. 7 y 8).
El carácter residual de los pulidos está por demostrar y aunque
la existencia de residuos no se ponga en duda, no quiere ello decir
que no exista un proceso de modificación micromorfológica, independiente de la existencia o ausencia de residuos, que ha sido
constatado en multitud de ocasiones.
-La aplicación de técnicas de análisis de elementos mucho
más afinadas (PIXE) presenta otros problemas metodológicos.
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Con ellas idciiiificaii en el material arqueológico diferentes clcmentos (C. Pli. Al...). lo que les induce a afirmar que deteiininaiido
las cantidadcs irclativas de cada uno de estos elementos en las inateiias trabajadas y por comparación con los elementos i-esiduales.
podrían identificarse qué materias han trabajado los útiles.
"Le bruii de foiid esi eri effet tres irfér-ielira celiri obser-vé lors
des aiialvses irtilisaiit 1111 faiscealr iriciderlt d'électr-011s( M E B ) ei
rerid ceiie riiéthode plirs favorable a la riieslrr-e de faibles coriceritratioris. " (Cliristensen y Walter, 1991: 153).
El problema reside en que estas técnicas pueden llegar a analizar elementos traza, por lo que la presencia de elementos distintos
del silicio, oxígeno o hidrógeno, puede estar I-elacioiiadamás con
la misma composicióii del sílex que con los restos de las materias
trabajadas en los útiles prehistóricos. Heinrich señala conio elementos traza para el cuarzo: Li, Na, K, C, Fe, Al, Ti, Mn, para la
tridimita: Al. Na, K, y Ca; para la cristobalita: Ca, Fe, Al y quizá
Na (Heiiuich, 1970: 119, 125, 127).
Rottlander analiza varios tipos de sílex y encuentra Al y Fe:
"Tlze clzeriiical arialysis offlirlt frorii various deposits slzows
altrii~iniurii be preserit ir1 higher coriceritrationtlzat irori e.xcep/ ir1
to
sorne varieties ofbrowrz jint " (Rottlader, 1975: 107).
Además existen en el sílex inclusiones que pueden confundirse con residuos como calcita de esqueletos de equinodermos o
inoceramidos, o restos de tejidos orgánicos como de dinoflagelados (Unger-Hamilton, 1984: 95), o inclusiones minerales (este
volumen lám. XXII).'"
El trabajo de Sala aborda el estudio de las modificaciones por
uso desde una perspectiva teórica más correcta, pues se plantea definir las deformaciones morfológica y químicamente, de manera
independiente respecto de la interpretación.
Analiza tres tipos de fenómenos: las fracturas debidas a comportamientos elásticos, los puntos deformados plásticamente con
compresión de partículas y las roturas de enlaces químicos. Los
medios empleados para el análisis son el MEB acoplado a una sonda de electrones y la difracción de rayos X. Según este autor se detectan en el dominio de las deformaciones plásticas:
una compactación de las partículas microscópicas.
depósitos de silicio con rotura de la red cristalina, pérdida de
otros elementos que estaban presentes y formación de un
fluido que se deposita, lateralmente, en zonas de menos esfuerzo
fracturas de los depósitos, generadas posteriormente o durante el enfriamiento del fluido (Sala, 1995: 92). Este tipo de fracturas han sido anteriormente observadas en material arqueológico
(Sussman, 1988: fig. 5 y 8) y hemos podido localizarlas también
en nuestro material experimental (figs. 66b, 27a, y 37a y b). F. Collin las menciona como diagnósticas para distinguir los pulidos de
hueso de los de asta (Collin, 1985-86: 22).
Sin embargo la existencia de este tipo de modificaciones se
apoya en interpretaciones de la morfología de las imágenes del
MEB. (Por ejemplo la zona señalada como demostrativa de la
existencia de una capa de fluido sobrepuesta a la microtopografía
"' "Dennoch rührt die schwnrze F a r k k i gresserer Schichtdicke Ncht van FeS2 , viel-
mehr feinverteilten Kohleustoff her...
...MICHEELSEN fülirt in seiuer Anilyse kein kilium auf; degegen h a k u G. de SIEVEKING und wir selbst Kalium geíunden. Dies mag an solchen Scliwnnkungen der
Zusammensemng liegen, die an denFundort gebunden sind". Rottlkder, 1989: 15-16.
en la Iáii~iiia
XLVlll C de R. Sala está eii la iil-iageiien sombra. con
lo cual no se aprecia la transicióii de la paite pulida a la no pulida).
En las otras muestras experiincntales. a nuestro entender. se Iiaii
inteiprctado conio capas de fluido redepositado las diferencias en
la intensidad de los pulidos causadas por la inici-otopografía pi-eexisteiite. Es decir. si existe un microagujero (zona no pulida) rodeada de pulido liso. se considera que la profundidad del rnicroagujero es la de la capa fluida depositada.
Este estudio presenta otros problemas metodológicos. El análisis por difracción de rayos X sirve para detectar cambios en los erilaces químicos. En el caso del sílex, en el que inayoritariainente
existen fases cristalinas y no cristalinas de silicio (cuarzo. cristobalita, tridimita, ópalo amorfo...), de este análisis se obtendría un inforinación fundanlental. El problema es que las modificaciones que
queremos observar son muy superficiales y la preparación de las
muestras es destructiva ( hay que machacarlas). De modo que en el
caso de que fiiera posible extraer muestras muy pequeñas de la superficie (sin modificarlas durante el machacado) sería inevitable
mezclar en el análisis materia de las capas interiores. El resultado es
un análisis en el que obtenemos la composición global de la muestra, sin que podamos distinguir fases que corresponden sólo a su superficie. Por otro lado si la muestra es pequeña y captamos un pequeño cristal de cuarzo o una zona de cuarzo fibroso o más morfizada, el resultado del análisis se verá sesgado por esta circunstancia.
Para probar la existencia de una capa depositada sobre la roca
no alterada, se presentan secciones de objetos utilizados experimentalmente. El método de fracturación empleado consiste en el aserrado con una sierra de diamante en un principio y la terminación de la
fractura por flexión (Sala, 1995: 133). Recordemos las modificaciones de la zona a observar que se introducen con este método que ya
fueron señaladas por Meeks et alii (Meeks et alii, 1982).
Sala se pronuncia por la existencia de un depósito que no sería
de material amorfo sino de partículas desestmcturadas, que puede
alcanzar unas 10 micras.
Sin embargo "110 puede deterriiirzarse si rirt pulido es por adicióil o desgaste simplerlrer1te por su apariencia " (Yamada, 1993:
439). Comparando las transformaciones de la morfología superficial de la roca por uso Shoh Yamada no encuentra evidencias de
la formación de una capa superficial espesa (Yamada, 1992: fig.
8.1, 8.4 y 8.2). Si existe, debe ser del orden de menos de 1 micra.
Para llegar a esta conclusión, Yamada lleva a cabo la observación con MEB del progresivo desarrollo de pulidos producidos por
el trabajo de cereales, de piel seca y de hueso:
"lf rlze silica gel theory is right, distrib~rtiorlof tiiicrofeatures
suck as striatioi~s pits will greatly charlge as rhe polish deveniid
lops. If the wear tlzeoiy is riglzt, such featzires will grad~rally
be
snioothed witlzour changirzg tlzeir locatioru. " (Yamada, 1993: 439).
Llega a la conclusión de que el proceso que pule las superficies es el desgaste, porque la superficie se hace cada vez más
lisa y los microagujeros preexistentes desaparecen gradualmente. En algunos casos aparecen unos microagujeros producidos
por uso. Distingue dos tipos de desgastes: "a cuttirlg type acconlpanied by striatiorls aild a fracture type accornpar~iedby
pits" (Yamada, 1993: 444). Para este autor los caracteres diagnósticos de los tipos de "pulidos" son producidos por la dureza,
las propiedades elásticas y viscosas, la textura de la superficie
del material trabajado y la topografía de la superficie de la roca. El efecto de la humedad en el desarrollo de los pulidos se
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debe a los cambios de propiedades elásticas y viscosas de las
materias trabajadas, al efecto lubrificante. a la aceleración de la
hidratación o a las tres causas.
La presencia de agua. así como de otros aditivos, se señalan como factores que influyen en la velocidad de formación e intensidad de
las modificaciones microscópicas. En el siguiente apartado vamos a
comentar cuáles son las variables que se ha considerado que toman
parte en la formación de pulidos, desgastes y estrías en base a la comparación de experiencias llevadas a cabo por diferentes investigadores.
-Variables y factores que influyen en la formación d e los
pulidos y las estrías d e uso.
Hasta ahora hemos tratado la variabilidad de los pulidos en base
a observaciones de la moifología modificada de la roca. No sabemos
si hay un solo proceso de formación de pulidos y estrías o estos son
variados. Sin embargo se ha observado y comprobado experimentalmente que hay factores que intervienen en la velocidad e intensidad
de desarrollo. Estos factores, que comentamos a continuación, se han
tenido en cuenta a la hora de formular cada una de las explicacionesy
teorías sobre la formación de los pulidos y las estrías:
Características de la materia trabajada: niateria trabajada y su estado.
Desde que Keeley en 1980 afvmara que los pulidos producidos por
el trabajo de diferentes materiales son morfológicamentedistintos, gran
cantidad de experirnentacioneshan conseguido matizar esta aíirmación.
Primero se ha comprobado que el desarrollo de los micropulidos de uso es gradual. En un primer momento se produce una alteración ligera de la superficie. Es lo que se ha denominado micropulido indiferenciado. Este tipo de alteración ligera puede producirse en fdos y aristas por causas naturales. De hecho, sólo puede
afirmarse la existencia de una zona de uso con un micropulido tan
ligero cuando se descarte que se trata de una alteración, mediante
un análisis del estado general de las superficies de la pieza y10 por
la concurrencia de otros indicios. Estos pueden ser la presencia de
otras huellas de uso (micromelladuras, estrías) o la localización
muy concreta del micropulido en una zona de uso aislada.
Para obtener micropulidos bien desmliados es necesario un tiempo de trabajo mínimo, que depende de lamatena trabajada y de la micromorfología de la materia prima con la que se ha fabricado el utensilio.
Sin embargo hay también solapamientos y convergencias entre
las morfologías de micropulidos de uso que por su grado de desarrollo deberían ser completamente distinguibles (Vaughan, 1985). Así
por ejemplo algunos pulidos producidos por el trabajo del asta se
aproximarian al aspecto de los de hueso (Unrath et alii, 1984185186:
161) y los que produce la piel fresca a los de carne, los de vegetales
leñosos a los no leñosos. En estos casos se trata de convergencias
debidas a la similaridad de los materiales que los producen. En
otros, como las convergencias de asta remojada y madera verde, la
explicación no es tan fácil. (Plisson y Van Gijn, 1989).
El estado de la materia trabajada y las condiciones de trabajo
también influyen en el aspecto del pulido resultante. En el testciego realizado en Tübingen se señala la confusión existente entre
algún pulido de piel con madera debido a que se trabajó la piel sobre un soporte rígido de madera (Unrath et alii, 1984185186).
En la experiencia realizada en la Universidad de Lieja se observa
un fenómeno del mismo tipo, pues la piel gruesa de vaca, seca y
tensada, dio micropulidos similares a los producidos por materias
duras (Collin y Jardón, 1993: fig.3a y 3c).
En las experiencias realizadas por Levi-Sala con Ln pulidor
i
mecánico se demuestra que un pulidor de lana y uno recubiei-to
de ante producen el mismo tipo de pulido. Cuando se trabaja materia blanda sobre base dura, el pulido es más parecido al del uso
sobre materiales duros o rígidos que al de blandos. Sobre materias duras los puntos altos de la microtopografía se pulen primero. Los siguientes estadios consisten en una homogeneización
(linking-up) del pulido, en la que influye la cantidad de líquido
presente (Levi-Sala, 1988).
Fullagar lleva a cabo dos experimentos de trabajo de hielo
con sílex para comprobar hasta que punto son responsables del
alisado de la superficie las partículas orgánicas o inorgánicas del
material trabajado:
"Ice, inade frorn purified aizd distilled water; ouglzr to have
rzothing in ir except the typical Iattice of hidrogen and oxigen
rriolecules...The results indicate thatflint tools used to work ice do
sustairz ver- anal1 areas of polish ..."water artd a hard surface are
sufficierit conditions for polish forniatiorz "... "residuesfrom the
rriaterial worked are rzot necessarily contributors to polish developrnent." (Fullagar, 1991:3).
Todas estas consideraciones convergen hacia la explicación que
ofrece Yamada: los caracteres diagnósticos de los tipos de "pulidos"
son producidos por la dureza, las propiedades elásticas y viscosas y
la textura de la superficie del material trabajado y la topografía de
la superficie de la roca. Por lo tanto no se trata de la materia en sí la
que produce pulidos diferenciables (como parecía desprenderse de
la metodología de Keeley) sino de sus propiedades físicas.
Sin embargo es difícil que materias tan distintas como la piel
seca y los vegetales lleguen a presentar, en alguno de los estados
en que se trabajan, propiedades físicas similares que hagan confundibles las huellas de uso resultantes. En todo caso, la observación del material arqueológico y la subsecuente experimentación
deben realizarse teniendo en cuenta estas apreciaciones.
Características de la acción: El tiempo de trabajo, el movirniento, la fuerza.
El tiempo de trabajo influye en el desarrollo de los pulidos. A
mayor tiempo de trabajo, mayor desarrollo de los pulidos. Sin embargo existe un límite del desarrollo que va relacionado con la materia trabajada. Llegado un punto de desarrollo, el pulido se estabiliza, si no varía la materia trabajada o las condiciones de utilización.
El movimiento influye de dos maneras:
- Los movimientos que producen mayor contacto (transversales) dan como resultado pulidos más desarrollados.
- Cuanto más preciso y repetitivo sea el movimiento más se
desarrollará el pulido.
Independientemente del efecto del movimiento, es el hecho de
que, por las características del filo, el movimiento realizado produzca fracturas eliminando las zonas que se van puliendo por uso.
Cuanto mayor sea la fuerza aplicada, más rápida e intensamente
se desarrollará el pulido. Sin embargo en filos agudos y10 materias
duras cuanto mayor sea la fuerza será más fácil que se produzcan
desconchados con la consecuente pérdida de superficies pulidas.
La inateria prinia del útil: durera, corrlposición,granulometría, colzesión.
A. Masson señala que la influencia del material sobre el aspecto de los pulidos de uso se ejerce a través de dos pares de caracteres: el grano y la heterogeneidad, y la cristalinidad y dureza
(1982).
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Dentro de la misma categoría petrográfica las variaciones de
grano no modifican las categorías dcl pulido, aunque sí su grado y
velocidad de desamollo (Mansur, 1983). Lo mismo afirma Beyries
(1982), que ti-abajaexperimentalmente madera, hueso y asta con 5
tipos de sílex, dos de cuarcita y una saiiukita, en diferentes acciones. Concluye que a cada acción y a cada roca corresponde un
conjunto original de huellas microscópicas, pero que acciones diferentes producen los mismos desgastes si se mantienen igual la
materia prima y el material trabajado.
El tiempo que tarda en desarrollarse un pulido típico depende
de la granulomentría de la roca en que esté fabiicado el útil. En el
caso de algunas materias de grano muy grueso no llegan nunca a
desarrollarse pulidos que puedan ser distintivos. Como se desprende de nuestro análisis con MEB, cuanto mayor es la proporción de
material cristalino con respecto al amorfo más difícilmente se modifica la roca.
Se han analizado las huellas de uso en otras materias primas
como el cuarzo (Knutsson, 1988; Sussman, 1988), la cuarcita
(Plisson, 1985), el basalto (Plisson, 1985; Rodríguez, 1993), el
cristal de roca (d'Errico, Gaillard y Misra, 1987) y la obsidiana
(Aoyama, 1993; Fullagar, 1993; Plisson, 1985; Mansur, 1986).
- L a teriiperatura di~rante uso.
el
Se ha señalado como una de las causas de formación de pulidos el aumento de la temperatura durante el uso (Anderson, 1980).
Masson considera que:
"...Étant donné la faible corlductibilité du silex erz général, il
est possible que les teriipératures atteintes fugaceine~ztlors d'un
travail irzterzsif soierit de l'ordre de 700°C.''
Sólo a 1200°C el cuarzo microcristalino o fibroso se transforma en cristobalita y la temperatura de fusión del cuarzo es de
1610°C (Weymouth y Williamson, 1951). A 900°C no aparece ningún enrriquecimiento de material amorfo sino un reordenamiento
estructural de la superficie (Guinier, 1956).
De las experiencias realizadas por 1 Levi-Sala con una pulido.
ra y pasta de diamante se deduce que el sílex debe calentarse por la
velocidad de rotación, pero solo pocos grados porque el pulidor de
lana no muestra haber sufrido un aumento de temperatura (Levi-Sala, 1988). Luego el aumento de temperatura no parece intervenir.
El agua.
La humedad se ha propuesto en varias ocasiones como elemento favorecedor del desarrollo de los pulidos (Anderson, 1980,
1981), comprobándose experimentalmente sus efectos (MansurFranchomme, 1983).
Ya hemos mencionado cuando se discutió las teorías de formación de pulidos la posibilidad de un proceso de hidrolización que
facilitase una arnorfización del silice (transformación de S i 0 2 en
Si02+nH20).
El rol que juega el agua en la formación del pulido probablemente no es sólo químico porque se han obtenido incrementos en
la intensidad de desarrollo del pulido usando aceite hidrocarbónico, que es muy diferente al agua en términos de polaridad (Levi-Sala, 1988). Habría que considerar el efecto del agua más bien
como lubricante. "Waterprornotes thepolislzirzg process by soflerzing the worked iiiaterial and inaking contact arld adherence betweerl tlze two surfaces more intiiilate" (Levi-Sala, 1993: 409).
Los abrasivos.
Mansur analiza la influencia de los abrasivos en el desarrollo
de los pulidos y llega a la conclusión de que los pulidos son más
intensos en presencia de ahi-asivos. Ella lo atribuye a la transformación de los granos de cuarzo en sílice amorfo:
"Tlze great dei~eloppeii~erit /he riiicropolisli obseri~ed rhe
qf
ori
edges irsed ro ivork ic~erred
liide i ~ co~ljirrictioriit~itlz
i
salid, sriggest
tlzat a parr of rlze ariiorplior~s
silica coirld co~iiefroriitlze qtrartz
graiiis of tlze abrasii)e."(Mansur-Francli61nme, 1983: 229).
Señala además otras iiuellas de uso que se incrementan con la
presencia de abrasivo. coino los desgastes y las estrías:
"Roirndiiig of the edge. abrasio~i the iiiicrosiirface arid
of
striatiorl for7iiatiorl are rlie iirost i~iipor-taiit
featirres related to the
preseilce of abi-asiile agerits 0 1 1 d r : ~
hide ivorkir~g1001s. The workirlg edges of tlze espeririie~~tal izlere niuck iiioip ronr~ded
tools
and
sniootlzed wlzerl the w o d ivas accornplished ir1 corlj~rrzctior~ a11
witlz
abrasive agerzt. Tlzese reslrlts slrpport those of Briilk (1978)."
(Mansur-Franchomrne, 1983: 229).
Sin embargo las estrías no se forman únicamente en presencia
de abrasivos:
"7'hepreserice of striatioris docioilented optically arzd with tlze
SEM ir1 tlie abseilce of diist, dirt arid added abrasives suggest that
the asperities of tlzeflirit are therizselves beirlg dragged across the
surfaces. " (Levi-Sala, 1993: 409).
Los abrasivos parecen modificar el aspecto de los pulidos que
dejan de ser distintivos de las materias que se trabaja:.
Levi-Sala añade talco como abrasivo para trabajar madera y
concluye:
"The appearance of the polislz irzstead of beirlg better developed oit the high poirzts as is usual with Iiard niaterials, was consistent with that wich inight be expected froin workirzg a soft material wich, by mouldiizg itself better to tlze flirzt topography, polishes the low poirlts at the sarne tirite as de high points" (LeviSala, 1988: 86).
2.2.3. Observaciones con microscopía electrónica de las modificaciones superficiales en útiles experimentales
2.2.3.1. Planteamientos y objetivos
El principal objetivo fue comprender el proceso de alteración
de la roca que desembocaba en la formación de las morfologías
corrientemente denominadas "micropulidos de uso" y que se
aprecian con microscopía óptica a partir de unos 100X. Pretendíamos también saber si el que existan "pulidos" muy característicos
del trabajo de diferentes materias responde a alteraciones diferentes de los elementos microestructurales, así como si los procesos
de alteración variaban en cada situación de uso.
Hemos visto en el apartado precedente, que el análisis por
bombardeo de iones llega a captar hasta los elementos traza,
por lo que no es posible saber si la variedad de elementos que
se han detectado es debido a residuos de la materia trabajada
o a la propia composición de la roca. De los análisis de zonas
pulidas con EDAX n o s e desprendía una diferencia en la
composición de los pulidos respecto de las zonas no alteradas
por uso.
De todo ello deducimos que las modificaciones que conocemos con el nombre de pulidos son principalmente morfológicas
y que en el caso de que existan reestructuraciones o desestructuraciones cristalinas, estas son muy superficiales y difícilmente
identificables con las técnicas de que se dispone en la actuali-
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dad." Sólo pueden detectarse coriiparando los Iilos y siiperficies
a escala inicroscópica antes y desp~iés liso.
del
Por ello realizamos iiii estudio de riiodificacioiies de la microtopografía del sílex con iiuciascopio electi-ónico. Este cstiidio se
llevó a cabo con material cxpei-imciilal y ticnc como precedente
los trabajos de Yainada (1993). Se dilei-cncia de ellos cii la metodología (nosotros hemos trabajado con réplicas) , y eii el tipo de
muestras (comparamos en nuestro estudio iitensilios enlpleados
para cl trabajo de madera, hueso y piel animal). Nuestro análisis
es fundamentalmente morfológico, aiiiique se realizaron análisis
de coinposición con EDAX para caracterizar alguiias estructuras
y para detectar la presencia de residuos procedentes de la materia
trabajada o rilatcrial detrítico de la propia roca.
El análisis de huellas de uso pretende distinguir las materias
trabajadas a partir de características diferenciales de los pulidos.
Sin embargo hemos visto cómo a veces existen solapamientos entre pulidos producidos por materias diferentes que ya Iian sido señalados por muchos investigadores (Vaughan. 1985). Incluso para
algunos de ellos (Grace, 1989) el proceso sería el mismo y las diferencias morfológicas que se observaii serían fruto de un grado
de modificación mayor o menor.
Aunque sí que existen ciertas tendencias, no parece existir
una relación directa entre las materias trabajadas y las características de los pulidos que producen.
Se ha señalado también qiie hay un componente abrasivo mayor en el trabajo de determinadas materias, como la piel seca, que
en otras, como los vegetales. En el pulido producido por el trabajo de vegetales la fusión del sílice se indica como la causa más
importante de las modificaciones. Por todo ello se eligió realizar
las experiencias sobre pocas materias pero que fueran muy diferentes, como la madera, la piel y el hueso.
Los filos de trabajo obtusos en acciones transversales son los
que permiten un mayor desarrollo de alteraciones superficiales
(desgastes y pulidos de uso) porque el contacto con la materia trabajada es más regular e intenso. Además se conservan mejor las
zonas usadas porque la resistencia a la fractura es mayor.
Esta fue la causa de que realizáramos acciones de raspar con
los filos que analizamos. De este modo obtuvimos pulidos muy
desarrollados y típicos.
La granulometría de la materia prima parece afectar tanto a la
velocidad de formación como al grado de desarrollo final de los
micropulidos de uso.
Por ello nos interesaba realizar todas las experiencias con la
misma materia prima. Además debíamos elegir un tipo de sílex
que tuviera zonas con estructuras microscópicas de diferente granulometría de manera que pudiéramos observar en el mismo filo
utilizado, la influencia de este factor para el desarrollo del pulido.
La consideración de que en ocasiones pueden haberse confundido
las características estructurales y de composición de la roca con
las modificaciones por uso y los residuos, nos llevó a realizar un
trabajo preliminar de caracterización de estructuras microscópicas
de la roca que eniplearíamos en nuestro estudio.
2.2.3.2. Métodos y técnicas
Al ser el sílex una roca criptocristalina, las estructuras susceptibles de modificarse solo se distinguen a partir de unos
"
La difracción de rayos X es inadecuada por su cardcter destructivo y la iniposibilidad
de localizar con la suficiente esactibd la zona que se estd aiializando.
6OOX. Con niicroscopio óptico la profundidad de cainpo es insiificiente para una correcta obscrvación. El niicroscopio clcctróiiico de barrido se i-evela coino indispensable para esle tipo de análisis de superficies. Sin embai-go coiisiderainos conveniente con]binar iiiiestras observaciones con inicroscopio óptico de reflexión
a 200X con las realizadas con MEB de 25 a 1200X, de manera
que pudiéramos tener una con-espondencia entre ambos tipos de
imágenes.
Nuestro trabajo se centró eii la observación. Los análisis de
dispersión de rayos X (EDAX) sirvieron para identificar las estructuras y residuos que se observaban.
Se empleó para el estudio el equipo óptico del laboratorio de
Prehistoria y Arqueología de la Universitat de Valencia: una lupa
modelo Nikon stereoscopic microscope SMZ 10 con objetivo zoom de 0.66 a 4X y oculares de 10X para observaciones de 6.6X a
40X, un microscopio de luz reflejada modelo Nikon Optiphot con
objetivos de 5X a 40X y oculares de 10X. para observaciones de
50X a 400X. A ambos se acopla un tubo de fotografía con un objetivo de 5X y un cuerpo Nikon con sistema de impresión de datos en la película. Las fotografías se realizaron con película Kodak Tmax de 100ASA de formato universal.
Los análisis con microscopía electrónica se llevaron a cabo en
el Servicio de Microscopía Electrónica de la Universitat de Valencia. Utilizamos un microscopio electrónico de barrido marca Hitachi modelo S-2500 al que va acoplado un detector de rayos X marca Kevex Quantum modelo Delta IV con el software KEVEX para
el análisis de composición.
Las piezas Iíticas se fracturaron tras seleccionar con el microscopio óptico la zona que interesaba estudiar en fragmentos entre
0,5 y 2 cm para que cupiesen en la cámara del microscopio electrónico. Las muestras de piezas experimentales utilizadas se sumergieron durante doce horas en agua oxigenada de 110 vol. y una
hora en ácido acético al 5%. Las de roca sin utilizar se lavaron con
agua destilada y acetona.
Previamente se habían realizado dos réplicas del filo activo
antes de utilizarlo. Con objeto de poder comparar las mismas s ~ i perficies antes y después de su uso, se realizaron reproducciones
de las piezas líticas experimentales. Para ello nos basamos en la
técnica puesta a punto por d'Errico (dlErrico, 1988). Con elastómero dental (Provil L Bayer) se tomaron improntas de los filos
que se utilizarían posterioimente. De estos negativos se obtuvieron positivos en resina de poliéster (RBS T2L Chiinie, 11230
Chalabre).
Los intentos de realizar las réplicas con hojas de acetato fueron fallidos. Esta técnica consiste en colocar una hoja de acetato
previamente humedecida con acetona sobre la zona a estudiar presionando ligeramente para extraer una réplica de su microtopografía. Aunque nos parece adecuada para realizar réplicas de superficies, encontramos graves dificultades para realizar réplicas
de los filos ya que se producen pliegues y burbujas de aire al intentar acoplar la hoja flexible en estos puntos (fig. 921).
La silicona fluida resultó más adecuada a nuestros propósitos
dando una calidad de reproducción muy buena. Sin embargo hemos de señalar que la silicona empleada caduca al poco tiempo de
abrir el tubo (un mes aproximadamente), sobre todo con temperatura ambiente mayor a 25". La consecuencia es que el aceite de silicona se separa de la base y si no se mezcla bien puede quedarse
justo en la zona que preteiidemos reproducir (fig. 9c, 9d y 9e). Si
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apartamos el aceite prescindiendo de él, la réplica es más rígida y
se encuentran problemas para desmoldarla. La dificultad es mayor
cuanto mayor sea el relieve.
Estas réplicas y los originales, ya utilizados sobre diferentes
materias, se adhirieron con esmalte de plata a un soporte metálico
(moneda) y esta a los portas de latón. Posteriormente se sombrearon con una capa de oro-paladio de 150nm con un Fine coat marca
JEOL modelo Ion Sputter JFC-1 10, lo que posibilita la conductividad en rnicroscopía electróni~a.'~
Las observaciones se realizaron con un voltaje de 15kv y
20kv a 36 mm de distancia al detector. En las ocasiones en que se
deseaba una aproximación mayor al detector para obtener una
mayor resolución, se disminuyó esta distancia. Pronto observamos que, en el caso de las réplicas en resina, cuando se disminuía
la distancia señalada, la concentración del rayo de electrones que
se producía a más de 800X provocaba una fusión de la resina en
la zona observada.
Las fotografías se realizaron con película AGFA APX de 25
ASA. Se tomaron a los mismos aumentos sobre las piezas usadas y
no usadas.
El pequeño tamaño de las estructuras y su regularidad en
las zonas a analizar dificultó la localización de las mismas zonas exactamente a altos aumentos. Para poder localizar los
puntos observados sobre la muestra original (usada) y la réplica en resina (antes de utilizarla) tomamos como puntos de referencia accidentes topográficos microscópicos de la roca tales
como foraminíferos, cristales xenomorfos de mayor tamaño
(figs. 28 y 36), zonas de cristalización diferencial (fig. 26), retoque (figs. 32, 33, 36, 38), etc.
Una vez elegida la materia prima (sílex)" que sería objeto de
la experimentación, se tomaron pequeñas muestras para observarlas con el microscopio electrónico y familiarizarnos con las
estructuras de la roca sin alteraciones de uso. Se realizaron análisis con EDAX a fin de determinar la composición de los accidentes y morfologías que se observaban. (En los gráficos del
análisis aparece el pico de oro correspondiente a la capa de sombreado que cubre la muestra). Cuando encontramos otros elementos distintos del silicio los localizamos mediante mappings
de distribución.
Análisis de muestras de silex sin utilizar.
Entre las muestras de sílex recogidas en la cima y la ladera
del U11 del Moro se encontraron dos tipos de sílex de coloración y
aspecto diferentes.
2.2.3.3. Análisis y resultados
El análisis se llevó a cabo en dos fases. En la primera se analizaron muestras de la roca virgen, para conocer previamente las
microestructuras originales de la misma y su composición. En la
segunda fase analizamos muestras de filos utilizados experimentalmente y de las réplicas de los mismos filos sin usar para determinar exactamente las modificaciones superficiales que se habían
producido. Todas las piezas experimentales se elaboraron con el
sílex de Penella mencionado en el apartado anterior.
"
l'
Por ello se detecta en todos los análisis la existenciade oro.
El sílex empleado para este estudio procede de un nivel de conglomerados que
aflora en la umbría del monte denominado U11 del Moro de la Serreta o Sierra de
Ondoches, en la zona llamada Penella (término municipal de Cocentaina, Alicante)
que se encuentra en la cabecera del barranco del mismo nombre (coordenadas
~~
U.T.M. 22-7 2 5 1 86A2 87; foto aérea 9278,9277,26111,26112, vuelo 1956)
Los nódulos empleados para tallar las piezas experimentalesse encontraron en posición secundaria en la matriz arcillosa del barranco de Penella y provienen de un
nivel de conglomerados y margas salmón del Oligoceno (T A-Ba3.12)q~ese localiza en la cumbre de la montaña.
'
Figura 9.- Defectos de réplica.
a) moblemas de réplica con Iiiafol. Las superficies quedan bien impresas pero en los fdos se producen pliegues y la reproducción no es buena.
b) Burbuja de aire atrapada en un microagujero. Réplica de resina.
c) ,d) y e) La silicona de dentista empleada se altera con el calor y
con el paso del tiempo (caduca).En estos casos el aceite de silicona
que forma parte de su composición se separa de la matriz y si no se
mezcla bien puede formar una película entre el original y la silicona
impidiendo una buena reproducción del microrrelieve.
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Figura 10.
Las microagujem conesponden a micmfósiles. 40X
a) Aspecto de la superñeie del sílex de la muestra P2 con lupa bimocular e iluminación lateral =te.
b) Aspecto de la superficie de la misma muestra con microscopio óptico de reflexión. En el centro de la foto se observa
un cristal de cuarzo xenomorfo. 200X.
Figura 1 . Muestra observada con microscopio electrónico de sílex de Peneila (P2).
1a) Microtopografia general de la lasca. La zona encuadrada corresponde a un microagujero aumentado en b.
b) Agujero tapizado de cristales de cuarzo automorfo. La zona encuadrada aparece ampliada en c.
c) Cristales automorfos de cuarzo.
d) Cristal xenomorfo señalado con una flecha y esferas silíceas señaladas por dos flechas.
!Z-ie~-!?91 !Z;SB:05
~
~
"~l50b
Vrr~;
~ t i n~ = ~
e
5B008 s o u n t í
Figura 12.
a) Microfósil con esferas siliceas en su interior.
b) Detalle de la esfera observable en la foto anterior.
c) Microanálisis (EDAX) de la esfera de la figura 12b.
2t r e c ~ n d r n
o
Diso= !
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Ppeset-
Elaosed=
150 r i r r
150 r e c í
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Figura 13.- Muestra de sílex de Penella observada con microscopio electrónico. P2b.
a) Esferas en el interior hueco de una concha de forami~fero.
1000X.
b) Aspecto de la superficie de la roca a 49X. Se observan en color claro L s foraminíferos existentes y en color negro los cristales xenomorfos.
o
c) Foraminífero fosilizado. Las paredes de la concha han fosilizado ya que su composición es exclusivamente silícea.
En el interior hueco hay cuarzo detrítico y cuarzo automorfo.
d) Hueco interior de1 foraminífero con cuarzo automorfo.
- Síiex gris:
Marcado con una P (Penella), procede del barranco y la ladera
y es de coloración gris con microagujeros (fig. 10). Cuando hay pátina es blanquecina y el córtex es muy poroso.
La roca está constituida mayoritariamente por granos de bordes
redondeados englobados en una matriz amorfa. Se observan también cristales xenomorfos (figs. 11 y 10b).
Algunos de los microagujeros con bordes blanquecinos que se
observan con la lupa binocular a 22X corresponden a microfósiles
(figs. 12 y 13) también observables con microscopio óptico a 200X
(fig. 14). Estos forarniníferos han perdido la composición calcárea
de su concha, que ha sido sustituida por silicio exclusivamente (fig.
13). En el hueco correspondiente al interior de la concha se han formado glóbulos silíceos (figs. 1Id, 12a, 12b y 13a) y cristales automorfos de cuarzo (fig. 13d) Otros de los microagujeros están tapizados en su interior de cristales de sílice automorfo (figs. 11 y 15).
Como podemos observar por los análisis de dispersión de rayos X
(figs. 15 y 12) todas las estmcturas observables se componen de silicio.
- Sílex anaranjado:
Lo hemos denominado con las siglas UM (Ull del Moro) y procede de la cima, aunque se encuentran nódulos también en el barranco. Es de coloración anaranjada con partes opacas y otras translúcidas, con abundantes manchas y bandas grises de tamaños variados y manchas escasas marrones oscuras. De un mismo núcleo se
extrajeron varias lasquitas para este primer análisis y se emplearon
lascas y hojas más grandes para confeccionar los útiles experimentales que se estudiaron a continuación.
Como podemos observar en la figura 16a, las zonas de color
gris (a la derecha) son de grano algo más grueso que las de coloración anaranjada (a la izquierda). En la zona gris hay mayor proporción de cristales pequeños agrupados en maclas (figs. 16c y d) y
menor proporción de matriz amorfa que en la zona anaranjada.
El agujero localizado en la zona naranja (fig. 16e) parece corresponder a un cristal xenomorfo que se hubiera desprendido.
Además hemos encontrado también en la zona anaranjada oolitos
de composición exclusivamente silícea (fig. 17).
Figura 14.
a) Microfósil de foraminífero que aparece en la figura 12a visible con microscopía óptica de reflexión con fondo oscuro. 200X.
b) Microfósil de forami~fero
observable con microscopía óptica de reflexión (fondo oscuro). 200X.
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12-5ep-1'391
13:94:14
Executinn t i m e =
913508
Vert.
50880 c n u n t r
3 secniids
Disp= 1
Preset-
Elapsed=
150 s e c r
155 s e c r
Figura 15.- Análisis por dispersión de rayos X (EDAX) de la Muestra P2.
a) Análisis de la zona observable en la figura lla.
b) Análisis del cristal xenomorfo observable en lld.
Figura 16.- Muestras de silex de la cima del U 1 del Moro ( UM2Aa y UM2Ab).
1
a) A la izquierda en tono más oscuro zona de cristalización más fina (en observación directa es la zona anaranjada del silex) y a la derecha en tono más
claro zona de mayor tamaño de grano de la roca (en observación directa corresponde a una mancha de color gris).
b) Contraste entre la estructura del córtex, de grano más grueso (a la derecha) y la del interior del nódulo (a la izquierda), de grano más fino.
c) Maclas de cuarzo. d) Detalle de la fotografía anterior. e) Agujero dejado por un cristal xenomorfo desprendido de la matriz.
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22-Nov-1991
18:80:38
E r ~ c o t l o nt i m e
vrrt.
914618
=
18880 c r i u n t .
2 recondr
Dirp. 1
preset-
Elaprid-
a
200 s e c s
280 r e c r
b
Figura 17.- Muestra UM2D2. a) Cocolito silicificado. b) Análisis (EDAX) del cocoiito.
25-Nnu-1591
ixccut,on
914770
Verti
89:56:25
time
=
10008 c o u n t r
2 reconds
Dlrp-
1
u
d
Figura 18.- Muestra UM2cl.
a) Restos de un foraminífero parcialmente silicificado.
b) Mapping de la distribución del silicio en la foto anterior.
c) Mapping de la distribución del calcio en la foto anterior.
d) Análisis (EDAX) de la zona encuadrada en las fotos precedentes.
Sin embargo no hallamos diferencias en la composición de estas zonas de coloraciones diferentes. Todas ellas están compuestas
de silicio y los elementos que hacen variar su color se encuentran en
cantidades no detectadas por el microanáiisis: son elementos traza.
Entre la zona de córtex y el interior del nódulo existen diferencias de cohesión intergranular. En el córtex hay mas espacio intergranular y los granos son más redondeados (fig. 16b). Los microfósiles que se encuentran en la zona del córtex están parcialmente silicificados aunque existen concentraciones de calcio que hemos po-
dido detectar en los mapping de distribución de calcio y de silicio
(fig. 18).
Existen en estos núcleos algunas zonas de color marrón oscuro
(fig. 19). Se diferencian de las zonas grises y anaranjadas por una
tamaño mayor de los cristales y una proporción menor de materia
amorfa englobándolos (fig. 26d y comparar figura 26b con 28d). El
rnicroanálisis de estas zonas da como resultado la presencia de hierro (fig. 20 y 22) que, como vemos en los mapping realizados, se
concentra en puntos más concretos (figs. 21 y 23). La única carac-
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Figura 19.- Muestra UM2Ah. La zona marrón en la parte superior de la foto corresponde a las zonas de las figuras 20,21,22 y 23, con concentraciones de óxidos férricos. Lupa binocular 22X.
Erccutlon tlnc
un
Vert-
=
2 rccondr
914267
50008 counts
Dirp- 1
Preret-
Elapred=
388 r c c r
388 a e c r
1
4-
8.086
Range-
20.460 k t v
Integral 0
-
28.226 -t
368721
Figura 20.- Microanálisis de la muestra UM2Ag.
a) Análisis (EDAX) de la zona encuadrada en la figura 21a. b) Análisis (EDAX) de la zona encuadrada en la figura 21d.
Figura 21.- Muestra UM2Ag.
a) Imagen de una zona del sílex con coloración marrón. b) Mapping de distribución de Fe.
C)Detalle de la foto anterior. d) Detalle de la zona de grano más ñno en la que se concentra el hierro.
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-
8-Nov-1991 1 0 : 0 3 : 2 8
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time
2 SCCO"~.
9 1 4 3 .7 5 2 0 0 0 0 c o u n t .
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8-Nov-1991
10:45:21
Exccutlon t l m e =
Prerct=
Eiaprcd=
380 rccr
300 rccr
3143- 8
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10433 caunts
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3 0 0 recr
308 rccr
PrcretElaprcd-
S,
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Fe
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A
4-
11
12
0.320
13
Rangc=
14
15
10.230 keV
1
16
,e+-m--,
1
,
l8
-
,910.230
-k
b
a
Figura 22.- a) Análisis (EDAX) de la figura 23a. b) Análisis (EDAX) de la figura 23b.
Figura 23.- a) Detalle de la zona enmarcada con un recuadro en la figura 19. b) Detalle de la zona enmarcada con recuadro en a.
c) Mapping de distribución de hierro de a. d) Mapping de distribución de silicio de a.
--1
~
3-JL~-1993 !3:?5:IS
E'o:"?
l o " :>m.
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3 'ecendr
a r o r > r l s o l f e r r d j con f l u o r t , t d - i c a
Ver(iI1UdV c o u n i s l i t r o - 1
1
Preret-
Eiaorid-
ZBO
:0
O
5 - i i
: r;
Figura 24.- Muestra de UM alterada con ácido fluorhídrico. a) imagen de la microtopografía con gran cantidad de huecos entre el grano de la roca.
h) Detalle de un cristal xenomorfo que ha quedado más claramente aislado al desaparecer las estructuras que lo rodeaban. c) Análisis (EDAX) de a.
terística morfológica propia de la microtopografía de los puntos
con concentraciones de hierro es un tamaño de grano algo menor,
pero en ningún caso se observan minerales diferenciables.
Con el fin de detectar la resistencia de las diferentes microestructuras a la alteración, atacamos con ácido fluorhídrico una
muestra del sílex. El resultado fue un aspecto más poroso de la
superficie (fig. 24a), en la que se conserva sin alterar un cristal
xenornorfo (fig. 24b), pero que ha perdido gran parte de materia
arnorfa
Análisis de piezas experimentales.
- 167 bis: Hoja elaborada con sílex procedente de la cima del U11
del Moro (fig. 25). La hoja tiene las tres zonas de coloración diierente que ya estudiamos en el epígrafe anterior. En la parte dista1 se encuentra la zona marrón oscura en la que se había detectado la presen-
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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cia de hierro. Luego presenta una parte de color gris de grano más
grueso que la anaranjada de los dos tercios proximales. Con el fin de
conocer cómo influye la estructura en el desarrollo del rnicropulido
se eligió este filo que comprende las tres zonas. La parte usada se señala con una línea discontinua paralela al filo en la figura 25.
El filo, de unos 35" de angulación, se utilizó para raspar madera de pino seca durante 30 minutos.
Se analizaron con el microscopio electrónico de barrido las réplicas del filo antes y después de ser usado en los puntos marcados
con números en el dibujo.
Descripción del punto 1 figura 26a, b y c):
Elegimos como punto de referencia y de análisis una concentración de cristales más grandes que los circundantes que se observa a la derecha de las fotos 26a y b.
167 bis
La figura 26a corresponde al filo antes de ser utilizado. La figura 26b al mismo después de su uso. Aparecen marcadas con
tres flechas los mismos puntos en los dos casos. La flecha de abajo a la izquierda señala un cristal que aparece fracturado en la foto 26b. Las dos flechas superiores señalan dos puntos en los que
se observa una pérdida de materia. En la de la izquierda un punto
prominente del filo original se presenta como concavidad en la
segunda fotografía. En la de la derecha el redondeamiento del filo
es notorio. La disminución de distancia entre los cristales inferiores y el borde pone de manifiesto una pérdida de materia.
La fotografía 26c muestra los cristales de esta zona (tras la
utilización) a 1200X. Se observa un redondeamiento de los bordes de los cristales.
Deducimos de estas observaciones tres fenómenos. El primero es la fracturación de los cristales en algunos puntos (flecha inferior), el segundo es un desprendimiento de los granos (flecha
superior izquierda), el tercero es una homogeneización superficial
por redondeamiento de las aristas de los cristales (flecha derecha y
26c). Como ya discutiremos más abajo, no podemos saber si esta homogeneización se produce por desgaste o por amorfmción superficial, aunque sí que se detecta (por la disminución de la distancia des-
o
Figura 25.- Pieza experimental 167bis, utilizada para raspar madera
durante 30 minutos. La matena prima en la que se ha tallado
procede de nódulos de sílex euglobados en conglomerados de la cima
del U 1 del Moro (ver muestras analizadas en las figuras 16 a 24).
1
La zona a) corresponde a la que contiene concentraciones
ferruginosas. La zona b es de grano más grueso que la c y las
diferencias de color deben atribuirse a la presencia de elementos
traza en cantidades ínfimas, no detectadas por el EDAX.
Los números indican las zonas de análisis microscópico que se
comentan en las figuras siguientes.
Figura 26.- (Ver fig. 25).
a) Punto situado en la zona marrón antes de utilizar
(zona 1del dibujo de la figura 25).
Fotografía tomada de una réplica de resina sintética.
b) Misma zona después de su utilización. Las zonas marcadas con
las flechas han perdido granos durante el uso. (Comparar con a).
c) Detalle de la zona usada. Las aristas del grano de la
roca aparecen ligeramente redondeadas.
d) Diferencias de estructura entre la zona marrón (derecha) y zona
gris (izquierda) (zona 2 del dibujo de la figura 25).
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Figura 27.- (Ver figura 25). a) Pulido desarrollado en la zona 3 del dibujo de la figura 25. Las flechas marcan una grieta paralela al fdo.
b) Análisis (EDAX) de la zona pulida.
de algunos de los cristales hasta el borde) una pérdida de materia.
Descripción del punto 2 ($gura 26d):
En la fotografía se observan las diferencias existentes entre al
zona marrón oscura, de microrrelieve más accidentado, y la zona
de coloración gris, de grano más fino.
Descripción del punto 3 (figura 27):
Paralela al filo existe una grieta similar a las mostradas por R.
Sala (1995) en su estudio y que él atribuye a una compresión del
borde. Sin embargo podemos observar una grieta similar en el
molde del filo sin usar del punto 4 (fig. 28c).
El análisis de la zona pulida ofrece como resultado una composición exclusiva de silicio.
Descripción del punto 4 (figuras 28 y 29):
Elegimos como referencia un cristal xenomorfo.
Las imágenes 28a y 28c corresponden al filo antes de usarlo
y las 28b y 28d al mismo después de su utilización. La figura 29
presenta una imagen del original y un análisis de composición de
la zona pulida. Este último da como único componente silicio.
Si comparamos las fotografías tomadas a 1200X, descubrimos,
en los puntos señalados por dos flechas negras hacia abajo y tres
flechas negras hacia arriba, que los microagujeros siguen existien-
do, luego no hay un relleno de las áreas intersticiales. Por otro lado
las flechas huecas señalan la desaparición de algunos microagujeros. ¿Se debe esta desaparición a un relleno de los mismos o al desgaste de las superficies que los rodean, que afecta hasta el fondo a
la concavidad haciéndola desaparecer? Las dos flechas que señalan
hacia arriba nos sirven como punto de referencia para analizar el
borde que se encuentra a la izquierda de estos fenómenos. A pesar
de que el ángulo de incidencia de los electrones (por la inclinación
de la pieza) no es exactamente el mismo, por lo que la imagen es
simiIar pero no idéntica, es posible constatar que la distancia de estos dos microagujeros al filo ha disminuido y que el filo se presenta en la imagen b) biselado. Pensamos que hay una pérdida de materia en esta zona. Si existe amorfización es muy superficial.
La nueva superficie es más homogénea. Si todas las microestructuras se erosionan por uso con la misma intensidad
lo que ocurre es que hay una homogeneización por desgaste no diferencial. El microrrelieve desaparece porque las estructuras más
sobresalientes se desgastan.
Descripción del punto 5 (figura 30):
Microtopografía de la zona anaranjada con presencia de concentraciones de maclas de cristales más grandes en la parte derecha de
Figura 28.- (Ver figura 25). Pulido desarrollado en la zona 4 del dibujo de la figura 25. Fotos tomadas de réplicas de
resina sintética antes y después de la utilización. Un cristal xenomorfo ha servido de punto de referencia a altos aumentos.
a) Micromorfología del borde antes de ser utilizado. 1200X.
b) Micromorfología del borde después de su utilización.Filo pulido. Comparar con a.
Las flechas en las dos fotos indican la permanencia de microagujeros preexistentes. 1200X.
C)Misma zona que a (antes de la utilización) a 790X.
d) Misma zona que c después de la utilización. 790X.
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de la zona pulida.
Figura 30.
Topografía de la zona anaranjada (zona 5 en la figura 25)
de la roca a 170X.
b) Microanálisis (EDAX)
de la zona 5.
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Figura 31.- Pieza experimental número 168 bis, utilizada para raspar piel durante 45 minutos.
La materia prima en la que se ha tallado procede de nódulos de silex
englobados en conglomerados de la cima del U 1 del Moro (ver mues1
tras analizadas en las figuras 16 a 24).
La zona coloreada en marrón corresponde a la que contiene concentraciones ferruginosas. La zona coloreada en gris es de grano más
grueso que la anaranjada y las diferencias de color deben atribuirse
a la presencia de elementos traza en cantidades ínfimas, no detectadas por el EDAX. Los números indican las zonas de análisis microscópico que se comentan en las figuras siguientes.
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Figura 33.- a) Fotografía tomada de la zona 2 (ver dibujo de la figura 31) antes de la utilización de una réplica de resina. b) Fotografía
tomada de la misma zona que a después de la utilización. Pieza original. Comparar con a. Obsérvese el desgaste de las aristas del retoque. c) Detalle de la zona marcada con un recuadro en a. d) Detalle
de la zona marcada con un recuadro en b. Comparar con c.
Figura 32.- a) Fotografía tomada de la zona 1 (ver dibujo de la figura 31) antes de la utilización en una réplica de resina.
b) La misma zona después de la utilización. Pieza original.
C)Detalle de la parte derecha de la fotografia a (antes de la utilización).
d) La misma zona que c, después de la utilización.
e) Detalle de la microtopografía antes de la utilización.
f) Detalle de la microtopografía después de la utilización.
la foto. El microanálisis da silicio como único componente.
- 168 bis: Hoja retocada en su borde lateral izquierdo. Como en
el caso anterior está tallada en sílex de Ull del Moro y también presenta las tres zonas de coloración y granulometría diferente. Se utilizó el filo retocado para raspar piel de cabra durante 45 minutos.
Para la observación con el microscopio electrónico a altos aumentos se tomaron como referencia las aristas del retoque, con este
fin se realizó una ampliación del borde retocado con la lupa binocular
a 20X (fig. 31).
Se analizaron con el microscopio electrónico de barrido las réplicas del filo antes y después de ser usado en los puntos marcados
con números en el dibujo.
Descripción del punto 1 (figura 32):
Las figuras 32a, c y e corresponden al filo antes de ser usado. Las
figuras 32b, d y f corresponden al mismo, después de su utilización.
En la figura 32b apreciamos a 34X cómo se ha producido un desgaste del filo que era vivo cortante antes del uso (fig. 32a). Las aristas
horizontales que se observan en la parte derecha de la foto b han desaparecido después del uso (fig. 32d). Antes del uso era posible distinguir el grano de la roca con bordes bien definidos (fig. 32e). Después de la utilización los granos de la roca quedan unidos dando una
superficie alisada con microagujeros que corresponden a los espacios
intergranulares (fig. 32f).
Pensamos que el nuevo aspecto de la superficie se debe al desgaste, con pérdida de materia. El borde aparece romo después de su
UO
S.
Este desgaste, que elimina aristas del retoque, no llega a afectar
al fondo de los rnicroagujeros que hay entre el grano, por lo que el aspecto es más rugoso que en la experiencia anterior (fig. 32d).
Descripción del punto 2 (figura 33):
También en este caso se constata un desgaste importante que
afecta a las aristas de las micromelladuras del retoque que existían
antes del uso. Este desgaste se hace evidente si comparamos las zo-
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Figura 34.- a) Fotografía tomada de la zona 3 (ver dibujo de la figura 31) antes de la utilización de la réplica de resina. b) Fotografía de la
misma zona que a después de la utilización. c) Detalle de la zona enmarcada en a. d) Detalle de la zona enmarcada en b.
nas a la derecha del recuadro de las fotos 33a y 33b, en las que sólo
han quedado las aristas de los desconchados más grandes. El redondearniento (fig. 33b) causado por la acción de raspar la piel, afecta
al filo vivo que existía antes (33a).
Sin embargo el alisado del grano de la roca no es tan
importante. La superficie pulida no es completamente lisa y se
aprecian estrías muy finas que podrían haberse producido al
desprenderse granos disgregados de la misma roca (fig. 33d).
Descripción del punto 3 ('gura 34):
Este punto se halla también situado en la zona de sílex anaranjado. Como en la anterior, se distingue claramente un desgaste
que anula completamente la agudeza del filo y los desconchados
más pequeños preexistentes.
El desgaste afecta más profundamente al filo que en la pieza
167bis.
Aunque hasta 600X se distinguen bien los espacios intergranulares (lo cual no es posible ya a estos aumentos en la pieza anterior),
la impresión de alisado es muy importante a 1200X (fig. 34d)
- 177: Raspador tallado en sílex de U11 del Moro. También hemos aprovechado una lasca que tuviera las tres zonas del sílex
(marrón, gris y anaranjada) para conformar el frente por retoque y
utilizarlo. También en este caso hemos tomado las aristas del retoque como referencia para la observación a altos aumentos, dibujándolas a 20X (fig. 35). En este dibujo hemos señalado los
puntos en los que se hicieron las observaciones con microscopio
electrónico de barrido.
Este raspador se ha empleado experimentalmente para raspar
madera de naranjo seca durante 15 minutos.
El punto 1 del análisis se sitúa en una zona anaranjada. Los
puntos 2 , 3 y 4 en la zona marrón en la que había concentraciones
de hierro en la roca original.
Descripción del punto 1 (figura 36a y b).
La homogeneización de la roca es similar a la observada en
la pieza 167bis (36b). Como ocurría en la pieza 168 bis, el desgaste ha afectado a las aristas del retoque pero en menor grado
(36a).
Descripción del punto 2 (figura 37):
En este caso hemos empleado un cristal xenomorfo, como
punto de referencia para situamos a altos aumentos.
Si comparamos las fotos 37a y 37b constatamos varios fenómenos:
Figura 35.- Pieza experimental número 177, utilizada para raspar
madera de naranjo seca durante 15 minutos.
La materia prima en la que se ha tallado procede de nódulos de
sílex englobados en conglomerados de la cima del U 1 del Moro (ver
1
muestras analizadas en las figuras 16 a 24).
La zona coloreada en marrón corresponde a la que contiene concentraciones ferruginosas. La zona coloreada en gris es de grano
más grueso que la anaranjada y las diferencias de color deben
atribuirse a la presencia de elementos traza en cantidades ínfimas, no detectadas por el EDAX. Los números indican las zonas
de análisis microscópico que se comentan en las figuras siguientes.
- Un redondeamiento del filo probablemente debido al desgaste en la zona marcada con cuatro flechas negras hacia abajo.
- Homogeneización muy ligera de la superficie. La homogeneización es mayor en la zona anaranjada (comparar con el punto
1, fig. 36a y b).
- Debajo de estas se observa en la foto 37b una grieta. Esta
grieta podría interpretarse como una compresión de la zona adyacente que llega a cerrar el agujero que se observa en la foto 37a.
Sin embargo pensamos que también la definición clara de esta
grieta puede haberse producido por el desgaste del filo en su parte superior y al fracturarse los cristales señalados con las flechas
huecas en su parte inferior.
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Figura 36.- a) Desgaste de las aristas del retoque en la zona señalada con un 1en la figura 35.
b) Detalle de la misma zona que a. c) Desgaste del grano de la roca por uso en la zona señalada con un 4 en la figura 35.
d) Detalle de la zona encuadrada en c.
Figura 37.
a) Imagen de la zona 2 antes de la utilización (ver dibujo en la
5.
figura 3 ) Fotografía tomada de una réplica de resina.
b) Misma zona después de la utilización. Fotografía tomada del original.
C) Grieta rodeada de cristales, parecen acumulaciones de residuos
o de granos residuales desprendidos por el uso aunque podrían
formar parte de la composición original de la roca.
d) Microanálisis (KEVEX) de la zona fotografiada en c.
La grieta presentada en la foto 37c se encuentra a la izquierda de la zona que aparece en a y b. Se halla rodeada de
granos que aparecen algo sueltos y de cristales. Ignoramos si
estos cristales forman parte de la composición de la roca original o son acumulación de residuos o de granos residuales de la
roca desprendidos por el uso y concentrados en la grieta. El
análisis de composición de esta grieta muestra una concentración de calcio inusual (fig. 37d).
Descripción del punto 3 (figuras 38, 39 y 40):
En las fotos 38a y 38b aparece la misma zona antes y después de su utilización. En b observamos el desgaste de las aristas y la presencia de residuos atrapados en los desconchados, a
pesar de haber lavado la pieza experimental con agua oxigenada
y ácido acético.
Si se comparan las fotos 38c y 38d, se observa un residuo adherido al desconchado de la parte superior y otro en la parte inferior
izquierda (fig. 38d)). Este último aparece ampliado en la figura 40a
y se analiza en la 40b. Su composición es mayoritariamente calcio.
Por otro lado, en la zona marcada con un recuadro en 38c,
se ha producido una homogeneización mayor que en las superficies que la rodean (comparar con 38d). El análisis de composición de esta zona, que aparece de un color más claro en 39b,
da como resultado una concentración de hierro que ya hemos
visto que forma parte de la roca (figs. 20, 21, 22 y 23).
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Figura 38.- a) Imagen de la zona 3 antes de utilizar de una réplica de resina (ver dibujo en la figura 35). b) Misma zona después de la utilización. Pieza original. c) Detalle de la zona enmarcada con un recuadro en a. d) Misma zona que c después de la utilización.
Figura 39.- a) Detalle de la zona enmarcada con un recuadro en la figura 38c (ver dibujo en la figura 35).
b) Misma zona después de la utilización. Obsérvese en el filo una zona ligeramente más clara y compactada que se analiza en c.
C)Microanálisis (KEVEX) de la zona del filo señalada en b por una coloración algo más clara en la foto.
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Figura 40.- a) Detalle del residuo que se obsewa en la figura 38d, parte izquierda de la foto. b) Análisis (KEVEX) de este residuo.
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Figura 41.- a) Residuo atrapado entre el relieve del retoque. Zona 4 (ver dibujo en la figura 35. b) Detalle de a. c) Microanálisis de b.
Figura 42.- Pieza experimental número 204, utilizada para raspar asta de ciervo remojada durante 10 minutos.
Lavada con ácido acético y agua oxigenada de 110 vol. (ver también la figura 76).
La materia prima en la que se ha tallado procede de nódulos de sílex englobados en conglomerados de la cima del U 1 del Moro
1
(ver muestras analizadas en las figuras 16 a 23).
Los números indican las zonas de análisis microscópico que se comentan en las figuras siguientes.
Descripción del punto 4 (figuras 36 y 41):
Respecto a este punto hay dos cuestiones a señalar:
En primer lugar se observa una menor homogeneización en general en los puntos situados en la zona marrón (ferruginosa) que en
la anaranjada (sólo silícea). (Comparar la fig. 28d con la 38d). Sin
embargo la homogeneización es mayor en los puntos de concentración de hierro (fig. 39a y 39b). De ello deducimos que la cristalización de grano más grueso de las zonas donde se encuentran las concentraciones de hierro &culta la alteración. Sin embargo los puntos donde se concentra el hierro (fig. 39) se alteran con más intensidad, quizá debido a una menor dureza o cohesión de estos granos.
En segundo lugar, los residuos adheridos en los desconchados
que son de composición calcárea se distinguen por su morfología
de la roca modificada (fig. 41a, b y c). Este hecho confirma el microanálisis de los otros residuos (fig. 40).
- 204: Raspador tallado en sílex de Uii del Moro. La pieza está
constituida exclusivamente por la zona anaranjada de grano más fino y cohesionado de esta roca (fig. 42).
Se utiüzó experimentalmente para raspar asta de ciervo remojada durante 10 minutos.
Descripción del punto 1:
El desgaste que se aprecia es mucho menor que en las otras pie-
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Figura 43.- a) Desgaste en zona 1(ver figura 42). b) DetaUe de a. c) Detalle de b. d) Microanálisis del pulido que se observa en c.
Figura 44.- a) Zona 2 antes de la utilización (ver figura 42). b) Misma zona después de la utilización. c) Detalle de la zona 2 antes de la utilización. d) La misma zona después de la utilización. Obsérvese la abundancia de residuos atrapados entre las aristas del retoque.
e) Detalle de la zona 3 a 700X. f) DetaUe de la zona 3.
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Figura 45.- a) Residuo en la zona 2. b) Microanálisis (EDAX) del residuo observable en a.
zas experimentales (fig. 43a, b, c). Es importante sin embargo la
homogeneización de la superficie y la composición exclusivamente
silícea de las zonas modificadas (43d).
Descripción del punto 2:
El análisis de la zona antes (fig. 44a y c) y después de su uso
(fig. 44b y d) pone de relieve la presencia de residuos atrapados en
los desconchados. El microanálisis de los residuos, con presencia de
cloro y calcio, confirma su procedencia externa a la roca (fig. 45).
Descripción del punto 3 figuras 44e y f y 46):
También aquí se ve una acumulación de residuos (fig. 44e y f)
compuestos en gran parte por calcio (fig. 46).
El análisis morfológico y de composición con el microscopio
electrónico de barrido pone de manifiesto la composición exclusivamente siiícea del pulido de uso y la presencia de residuos que no
desaparecen ni con los lavados que hemos realizado pero que son
identificables morfológicamente y están adheridos, pero son independientes de la roca.
2.2.4. Experimentación
"Experimentación:Método cientijico de investigación, basado
en la provocación y estudio de los fenómenos. " (Diccionario de la
Real Academia de la Lengua Española. Vigésima primera edición.
Madrid, 1992).
b
2.2.4.1. La experimentación como base inferencial
La experimentación es la base inferencial del método
traceológico. Las huellas de uso que se observan en los útiles experimentales se cotejan con las que se observan en el material arqueológico para deducir su función.
"La experimentación es importante porque además de probar
las cualidades mecánicas de los útiles antiguos proporciona una experiencia fisiológica que sirve para hacer una apreciación de las
costumbres de trabajo primitivas, obtener una impresión viva respecto de la racionalidad de las formas de las herramientas de piedra
empleadas en el trabajo, etc." (Semenov, 1981: 9).
Es una etapa fundamental en la formación del traceólogo, ya que
sirve para obtener unas referencias sobre cómo las principales acciones y materias pueden alterar la roca durante el trabajo. "El recurrir a
ella se hace indispensableen todas las etapas del análisis, para probar
un material particular, evaluar la duración de la utilización, dar validez a una interpretación o sugerir nuevas hipótesis" (Cahen y Caspar,
1984: 279). Además ''familiariza al investigador con los gestos y actividades estudiadas, le sensibilizarespecto a las implicaciones particulares de las tareas efectuadas" (Anderson-Gerfaud et alii, 1987). Se
ha utilizado además para comprobar la validez del método traceológico mediante test-ciegos (Keeley y Newcomer, 1977; Unrath et alii,
1984-85-86; Newcomer et alii, 1986).
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Figura 46.- a) Residuo cercano al filo en la zona 3 (ver figura 42). b) Microanálisis (EDAX) del residuo observable en a.
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No obstante la experimentación en tecnología tiene unos iímites
claros. El más importante es que pueden existir varios medios para
llegar a un mismo fin. Aunque se demuestre experimentalmente que
una acción se puede llevar a cabo de una manera, ello no quiere decir que no pueda realizarse de otro modo. Por ello es fundamental la
traceología, porque el análisis de las huellas de uso sirve para averiguar las condiciones de trabajo.
Las consideraciones sobre la eficacia de los útiles han de apoyarse en un conocimiento y una destreza en el trabajo de las distintas
materias que son costosos de alcanzar.
Los útiles líticos se modifican a medida que se trabaja con ellos
y estas modificaciones pueden redundar en una pérdida o un mantenimiento de su eficacia. Cuando hay pérdida de eficacia, 10s sucesivos reavivados modifican la morfología, pero además eliminan zonas utilizadas, de manera que una parte de la información funcional
se pierde. Por ello pensamos que es arriesgado hacer estimaciones
sobre la duración del trabajo.
Cuando no hay pérdida de eficacia, puede haber modificaciones
de la morfología general del utensilio. Por ejemplo, en el caso de un
filo agudo que se empleara para trabajar una materia dura y se fuera
fracturando, o de un ápice de buril que se fuera utilizando con diferentes inclinaciones para corregir la pérdida de eficacia producida
por los desconchados. Esto significa que la experimentación correcta tendrá que reproducir el útil antes de que se modificara por uso y
después llegar a conseguir esas mismas modificaciones.
La consecuencia es que la experimentación no debe convertirse
en un ejercicio de posibilidades sino en la demostración y confirmación de hipótesis cinemáticas. Para ello es necesario concebir el útil
como un elemento dentro de una dinámica y las huellas de uso como fruto de acciones que pueden llegar a ser bastante complejas.
2.2.4.2. Experimentación con reproducciones de utensilios líticos
Para llegar a comprender esta dinámica realizamos experimentaciones de dos tipos. En algunos casos se llevaron a cabo acciones
muy concretas, que no tienen como fin emplear un utensilio hasta el
límite de su eficacia ni reproducir cadenas operativas completas, sino observar cómo reacciona la roca, o lo que es lo mismo, qué huellas de uso se producen con el trabajo. De este modo pudimos observar sobre nuestros útiles los tipos de huellas que habían sido descritas ampliamente con anterioridad por otros traceólogos. En este caso
el tiempo de trabajo siempre fue corto y la acción se interrumpía
cuando se observaba que el útil dejaba de ser eficaz.
Un segundo tipo de experimentación es la que se centra no tanto
en las huellas que son consecuencia del uso, sino en cómo se realiza
una tarea completa y cómo evolucionan el ú i y las hueilas de uso. Patl
ra el diseño de los experimentos nos basamos en análisis funcionales
llevados a cabo por otros investigadores y en observaciones etnológicas y tecnológicas de diferentes épocas referenciadas bibliográíicamente. En este caso los tiempos de trabajo son largos, los movimientos son más variados y complejos y en ocasiones empleamos varios
utensilios o reavivamos filos para llevar a cabo una misma labor.
Presentamos a continuación el resultado de la experimentación
por materias trabajadas. Realizaremos una descripción general de las
huellas de uso que corresponden a cada una de las acciones, ya que
presentamos las más caracteristicas en las fotografías. A continuación comentaremos los casos en los que, por las huellas de uso presentes o ausentes, no se podría identificar la zona usada, la acción o
la materia trabajada. Los experimentos se llevaron a cabo entre 1986
y 1995. A finales de 1995, tras 9 años de experiencia en la observa-
ción de material experimental propio y ajeno y de material arqueológico, realizamos una revisión de nuestro material experimental
con el microscopio óptico. Aplicando los criterios que se emplean
comentemente en la determinación de las funciones de útiles líticos
(que se describen en cada apartado) valoramos qué piezas presentaban huellas de uso que posibilitaban la identificación de la experimentación realizada y cuáles no. En los cuadros aparecen resumidas
las conclusiones que comentamos en el texto.
Para la observación microscópica se utilizó una lupa Nikon stereoscope microscope SMZ equipada con un objetivo zoom de 0,66x
a 4x y oculares de 10x, así com un microscopio de luz reflejada Nikon Optiphot con objetivos de 5x, 10x, 20x y 40x y oculares de 10x.
Las fotografías se tomaron con ayuda de un sistema automático
adaptable a los dos aparatos descritos con películas Kodak Tmax
100 ASA.
Todo el equipo óptico pertenece al Departament de Prehistoria i
Arqueologia de la Universitat de Valencia.
El trabajo de la piel (figuras 47 a 49)
La piel animal puede trabajarse en carne (o fresca), seca y remojada. Se documenta en Etnografía además el trabajo de la piel seca con
abrasivos (arena, cenizas, ocre), el ahumado y la inmersión de las pieles en agua, en sustancias macerantes ( heces, orina ), curtientes (agua
con raíces u hojas de plantas, grasa, aceite, sesos). En la segunda parte,
cuando tratemos la función de los raspadores, entraremos con más detalle en los métodos y técnicas para la elaboración de la piel.
"Se llama cuero la piel de los animales transformada en una sustancia inalterable, que no puede entrar en putrefacción.
El cuero según el empleo a que se destine, puede ser más o menos
impermeable, mórbido o duro, rígido o flexible." (Gansser, 1953).
El proceso por el cual la piel se transforma en cuero es la curtición. En la documentación etnográfica de pueblos cazadores actuales y subactuales consultada hay pocos casos en los que se realice
una curtición completa. La mayor parte se limitan a descarnar, secar
y reblandecer por zurrado o raspado.
Las acciones que se realizan para tratar las pieles son:
- Descarnado. Eliminación de los restos de carne y grasa adheridos a la parte interior de la piel en contacto con la carne. Para pieles de animales pequeños (como el conejo) puede llevarse a cabo sin
útiles. Para pieles de animales grandes (ciervo, toro, caballo, etc.) se
realiza con un filo cortante y un ángulo de trabajo bajo. El movimiento es de cortar rebanando, al tiempo que se estira la carne o grasa como desgarrándola. Los indios de Kentucky y Tennessee Uevaban a cabo este trabajo con un útil dentado de hueso por percusión
(Schaefer, 1973). Por ello hemos experimentado la percusión con un
raspador de frente denticulado (piezas 110 y 128).
Los esquimales eliminan la gruesa capa de grasa de la piel
de foca con raspadores (Nissen y Dittemore, 1974; Hayden,
1979) con un movimiento "en positivo" (Rigaud, 1977).
- Raspado de la piel seca o remojada para adelgazarla, reblandecerla e igualarla.
Para adelgazarla es necesario que el filo raspe suficiente. Es
adecuado un raspador lítico recién retocado. Conforme se va desgastando el borde es necesario reavivar, si no se reaviva hay que
cambiar de útil (Clark, 1981).
Para reblandecerla e igualar la superficie hay que romper las
fibras en seco con o sin abrasivos, o humedeciendo y raspando
(movimiento "en negativo" [Rigaud, 19771) a un tiempo. El útil
puede ser romo siempre que haya un trabajo de abrasión por frotamiento o por la presencia de abrasivos.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Materia
N" de pieza Trabajada
Piel Cabi-a
Piel Cabra
Piel Conejo
I'iel Vaca
Picl Vaca
Piel Vaca
Piel Vaca
Piel Vaca
Piel Vaca
Piel Vaca
Piel Vaca
Piel Vaca
Piel Vaca
Piel Vaca
Piel Vaca
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
L
Estado
Aditivos
Húmeda
Agua
Húincda
Fresca
Seca
Seca
Húineda
Húineda
Húineda
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Húmeda
Seca
Húmeda
Grasa, Ceniza
Seca
Ceniza
Medio Seca
Remojada
Seca
Ceniza
Seca
Remojada
Seca
Remojada
lieiiipo
(Minutos)
Accióii
RaspaiCortar
Raer
Raspar
Raer
Rasllar
Gi-abar
RaspaiCortar
Raspar
Raer
RaeiRaer
Raspar
Perforar
Raspar
Raspar
Raspar
Raspar
Raspar
Raspar
Raspar
Raspar
Raspar
Rlaiigo
Ideiitificacióii
Ideiitificacióri
Ideiitificacióii
Accióii
Zoiia de uso Materia Trabajad2
60
1o
15
5
.
Piel Ternera
Piel Ternera Secándose
Piel Ternera Secándose
Ceniza
Raspar
Raspar
Raspar
5
1o
1o
20
15
5
1o
20
15
30
30
10
45
90
60
5
20
70
30
15+15+15+1
(4 derivados
60
60
3
Navette
Patagonia
Arnericaii(
Patagonia
Gundane
Gundane
Navette
Patagonia
Gundane
Gundaiie
Amerinanc
Americanc
Figura 47.- Condiciones de experimentación de las piezas que trabajaron piel.
I
I I
N" de pieza Trabajada Estado
Materia
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Teinera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Ternera
Piel Conejo
Piel Conejo
Piel Conejo
Piel Ciervo
Piel Conejo
Piel Conejo
Piel Ciervo
Piel Ciervo
Piel
Piel Cabra
Piel Cabra
Piel Cabra
Piel Cabra
Piel Cabra
Piel Cabra
Aditivos
Fresca
Agua
Fresca
Fresca
Fresca
Fresca
Fresca
Seca
Fresca
Seca
Arena, Agua
Seca
Seca
Ocre
Seca
Ocre
Fresca
Seca
Ocre
Seca
Ocre
Fresca
Fresca
Seca Mantequilla, Ocre
Seca
Seca
Seca
Ceniza
Seca
Seca
Seca
Acción
Cortar, Raer
Cortar, Raer
Cortar, Raer
Cortar, Raer
Cortar, Perforar
Cortar, Perforar
Cortar, Raer
Percutir
Raspar
Raer
Raer
Raspar
Cortar, Raer
Raspar
Raer
Cortar, Percutir
Cortar
Extender aditivos
Raer
Raspar
Raspar
Raspar
Raer
Raspar
Tiempo
(Minuto:
Mango
Identificación Identificación
Identificación
Acción
Zona de uso Materia Trabajad
Navette
Gundane
Americanc
Navette
istil ciervm
Navette
istil ciervm
Figura 48.- Condiciones de experimentación de las piezas que trabajaron piel.
La ceniza como aditivo se añade para absorber la grasa que
haya quedado adherida después del secado de la piel. Mason
(189 1) menciona baños de ceniza y agua para macerar la piel y fa-
cilitar la caída del pelo, entre los indios Crow y los de Pitt River.
Las figuras 50 a 63 y 3 1 a 34 muestran las huellas de uso producidas por el trabajo de la piel.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Materia
No de pieza Trabajada
143
166
171
176
168 bis
180
205
207
Piel Cabra
Piel Nutria
Piel Nutria
Piel Nutria
Piel Cabra
Piel Cabra
Piel Cabra
Piel Cabrito
Estado
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Fresca
Aditivos
Grasa, Ocre
Grasa, Ocre
Grasa, Ocre
Grasa, Ocre
Acción
Tiempo
(Minutos)
Raer
Raspar, Raer
Raspar
Raspar
Raspar
Raspar, Raer
Raer
Coríar, Raer
15
20
5
5
45
20
20
30
Mango
Hueso
Astil ciervo
Identificación
Identificación Identificación
Zona de uso Materia Trabajada
Acción
sí
sí
no
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
no
no
sí
no
sí
sí
no
sí
no
sí
sí
no
sí
sí
Figura 49.- Condiciones de experimentación de las piezas que trabajaron piel.
Figura 50.- Pieza experimental número 76, utilizada para raspar piel humedecida durante 20 minutos. Fotografía de la cara ventral. 100X.
Figura 51.- Pieza experimental número 82, utilizada para raspar piel seca humedecida durante 30 minutos.
a) Borde dorsal del frente de raspador. 200X. b) Borde ventral del frente de raspador. 100X.
c ) Borde ventral del frente de raspador. 200X. El micropulido que se observa no es característico del trabajo de la piel y podría
erróneamente identificarse como producido por una materia dura humedecida (asta) o una materia de dureza media (madera).
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Figura 52.- Pieza experimental número 91, utilizada para raspar piel de ternera tensada, con cenizas que absorbiesen la grasa, durante 90 minutos.
a) Cara ventral del frente de raspador, dónde se observa un pulido y un desgaste típicos del trabajo de la piel y una micromeliadura accidental. 50X.
b) La misma zona a 100X. c) La misma zona a 200X.
Figura 53.- Cara dorsal del frente de raspador de la pieza experimental número 91 (ver también figura 52),
utilizada para raspar piel de ternera tensada, añadiendo cenizas, durante 90 minutos.
a) Morfología del frente retocado antes de la utilización, tal y cómo se observa en una réplica de resina. 100X.
b) La misma zona que a, después de la utilización. Obsérvese el desgaste del filo. 100X.
C)Imagen del desgaste general del füo dorsal. 50X.
d) Detalle de pulido muy desarrollado. 100X.
e) Pulido muy desarrollado y estrías. 100X. f) La misma zona que e. 200X.
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Figura 54.- Pieza experimental número 97, utilizada para raspar piel de ternera tensada durante 70 minutos, sin aditivos.
La pieza Iítica iba atada a un mango de madera con un trozo de piel de morena, estando la cara
dorsal en contacto con la madera y la ventral con la piel que servía para sujetarla al mango.
a ) Pulido en la extremidad izquierda ventral del frente del raspador, producido por la materia de enmangue. 100X.
b) Detalle de la misma zona. 200X. c) Cara ventral del frente del raspador con pulido y desgaste típicos. 200X.
Figura 55.- Pieza experimental número 113, utilizada para raer durante 60 minutos, con un movimiento bidireccional
y un ángulo de trabajo bajo, una piel de conejo seca. El resultado del trabajo es una piel flexible y afieltrada.
a) Cara ventral del frente. Sólo lavada con agua y jabón neutro, por lo que la imagen del pulido tiene algo de miduos de la materia trabajada.
Se observan alvéolos abundantes probablemente debidos a micromelladuras y granos de la roca que se han perdido,
cuyos bordes se han pulido en un segundo tiempo del uso. 200X.
b) Otra zona de la cara ventral del frente. 200X.
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Figura 56.- Pieza experimental número 114, utilizada
para raer durante 15 minutos, con un movimiento bidireccional y un ángulo de trabajo bajo, una piel de conejo
ya raspada añadiéndole ocre.
a) Cara ventral del frente.
Sólo lavada con agua y
jabón neutro. El pulido contiene restos de la materia
trabajada que desaparecieron tras lavarla con ácido
acético y detergente enzimático. 2 0 0 ~b j La misma
.
zona anterior. 50X. c) Pulido
muy liso y extremadamente
brillante desarrollado en la
cara dorsal del frente de raspador tras estar sumergida
la pieza durante 12 horas en
detergente enzimático. Los
bordes de las mnas que presentan esta morfología están
patinados. Desconocemos si
se trata de una alteración o
de un residuo. 50X. d)
Detalle de la misma zona.
100x.
Figura 57.- Pieza experimental número 127, utilizada para raer una piel seca
de conejo con ocre. Las
melladuras en la cara ventral son escasas y pequeñas
y presentan bordes desgastados (flecha en foto b).
a) Cara ventral del frente
del raspador. 50X.
b) Cara ventral. l00X
c) Cara dorsal. 100X.
d) Cara dorsal. 50X.
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-
Figura 58.- Pieza experimental número 129, utilizada para extender grasa y ocre sobre una piel. a) Cara ve1ntral del frente. 50X.
b) Detalle de a. 100X. c) Cara ventral del frente. 100X. d) Detalle de c. 200X.
Figura 59.- Pieza experimental número 143, utilizada para raspar piel de cabra seca con movimiento bidireccional.
Fotografia de la cara ventral del frente de raspador en la que se observa desgaste y una micromelladura de forma 1.riangular en la que se inicia
una estría corta y profunda. 200X.
-
Figura 60.- Pieza experimental número 166, utilizada para raspar una piel de nutria seca con graisa y ocre.
a) Cara ventral del frente. Zona central con desgaste de uso. 200X.
b) Cara ventral del frente. Zona lateral reavivada. 100X.
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Figura 61.- Pieza
experimental número 166
(ver también figura 60).
a) Cara ventral del frente. Zona
central con desgaste de uso. 200X.
b) Cara ventral del frente. Zona
I?teral derecha reavivada. 100X.
c) Apice lateral derecho en contacto
con el mango de hueso durante el
uso y el reavivado con melladuras
y puntos de pulido. 100X.
d) Detalle de la foto anterior. 200X.
Figura 62.- Pieza experimental número 180, utilizada durante 20 minutos para raspar y alisar piel.
Fotografía de desgaste y pulido poco desarrollado, con algunas melladuras de terminación gradual cuyos bordes se han desgastado por el uso. 200X.
Figura 63.- Pieza experimental número 205, utilizada para raspar piel de cabra seca previamente sumergida en una solución de sesos.
a) Cara ventral del frente en la que se observa un pulido y un desgaste poco desarrollados. Las micromelladuras indican la acción. 100X.
b) Detalle de la foto anterior. 200X.
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Tanto el cortar ~01110 raspar la piel producen desgastes del fiel
lo caractei-ísticos, Este desgasie es apreciable comparando el filo
antes y despli6s de utilizarlo tanto con inicroscopio óptico de reflexión (comparar fig. 533) con 53b)). como con el ~iiicroscopio
clectrónico de barrido (comparar fig. 32a con 32b. 32c con 37d, 333
coi1 33b. 33c con 33d y 34a con 34b).
Con tiempos de trabajo muy largos y10 cuando se añaden abrasivos los desgastes suelen ser macroscópicos.
La superficie peilnaiiece rugosa con presencia de inici-oagujeros
sin pulir (fig. 50, 51c. 52, 53b, 54, 55, 56a y b, 57. 59. 6Oa. 6la. 62 y
63b). El pulido se ha descrito como mate (Keeley. 1980; Mansui;
1986; Colliii, 1986) o de brillo medio (Plissoii. 1985). de topografía
irregular u ondulada y trama abierta o cerrada (Ibáñez Estévez, 1993).
Keeley señala la presencia de descamaciones en escalón. Nosotros no las liemos observado en acciones de raspado ("en negativo"). Más bien al contrario, la comparación de las fotografías de
los filos antes y después del uso indican la ausencia de nuevas micromelladuras. Sin embargo no podemos descartar que se produjeran con filos agudos y trabajos sobre soportes duros.
En acciones "en positivo" si que aparecen micromelladuras en la
cara ventral de los raspadores pero son sobre todo reflejadas y en escalón, mientras que en acciones en negativo, cuando se producen accidentalmente en la cara ventral, son de terminación gradual.
Cortando la piel se producen micromelladuras escasas y también de morfología variada.
Algunos autores señalan que el pulido producido por la piel se
extiende en cumbres y depresiones de la microtopografía. Nuestras
fotografías con el MEB contradicen esta afirmación (figs. 31 a 34).
Otros autores señalan diferencias entre el trabajo de la piel
fresca y seca. El pulido producido por la piel fresca es más brillante (Vaughan, 1985; Moss, 1983; Plisson, 1985; Collin, 1986), de
topografía irregular (Ibáñez Estévez, 1993). Hemos observado que
tanto el desgaste como el pulido tardan más en desarrollarse cuando se trabaja sobre piel fresca que sobre piel seca, pero creemos
que es difícil distinguir el pulido producido por la piel seca con poco tiempo de trabajo del de la piel fresca, sobre todo en material arqueológico en el que siempre hay una ligera alteración de los bordes y aristas (ver apartado de alteraciones experimentales).
Hemos observado en nuestro material experimental un tipo de
pulido más desairollado que el descrito en los párrafos anteriores (fig.
Sla, 53d, e y f). Se localiza en la cara dorsal de algunos raspadores
que presentan en la cara ventral un pulido rugoso con desgaste intenso. En un caso (fig. 51a) se trata del trabajo de piel de vaca húmeda.
En el otro (53d, e y f) se raspó piel de ternera medio seca a la que se
Iiabía añadido ceniza para absorber la grasa que quedaba después del
descamado. La presencia de un tipo de pulido diferente en cada una
de las caras se ha planteado como una incógnita en el material arqueológico, en concreto en relación a un tipo de piezas Iíticas neolíticas
denominadas "j-ites" (Van Gijn, 1989; Sliva y Keeley, 1994).
Otro pulido también diferente es el que se observa sobre la pieza número 130 (fig. 58). Este raspador fue empleado para extender
grasa animal sobre una piel (pieza experimental cedida por d'Errico). El pulido que presenta es brillante y macroscópico y se asemeja al que producen los vegetales leñosos. Sólo su distribución y sobre todo su extensión, podrían dar una pista sobre el uso.
De 58 piezas experimentales, es posible identificar: en 48 de
ellas la zona de uso, en 36 la materia trabajada y en 43 la acción.
Pasamos a analizar el porqué de esta falta de huellas características.
-Pieza número 34. No se identifica la materia trabajada ni la
acción. Desgaste muy ligero del filo. No hay pulido, ni micromeIladuras, ni estrías. Acción breve y poco intensa.
- Núm. 51. No se identifica la materia trabajada. Pulido poco
desarrollado en la cara ventral. En la cara dorsal es muy intenso,
como de materia dura, siniilar a los que aparecen eri las I'iguras 5 1
y 53. En este caso no Iiabía aditivos, pero la piel dc vaca es gruesa
y muy dura cuando está seca. El tipo de coiitacio dui-anteel trabajo
debe ser similar al que se produciría con una inaicria dura.
- Núm. 54. No se identifica la acción. Hay pocas inelladuras en
la cara ventral. que indiquen una acción eii positivo. Tieinpo de trabajo demasiado breve.
-Núm. 55. No se identifica la inateria trabajada. El desgaste y
el pulido son iiidifereiiciados. En material arqueológico se coiifundirían con una alteración. Tiempo breve. Trabajo poco intenso.
- Número 72. No se ideiitifica ni la zona de uso. ni la materia
trabajada ni la acción. Zona de uso demasiado restringida. no se desarrolló pulido. Fuerza aplicada poco intensa. no Iiay descamaciones. Tiempo breve y acción poco intensa, no hay esti-ías.
-Número 77. Desgaste ligero. En mateiial arqueológico podría
confundirse con alteración como la que observamos en la figura
100 6 102. Tiempo de trabajo breve, trabajo poco intenso.
-Núm. 81. No se identifica la zona de uso, ni la materia trabajada, ni la acción. Pulido poco desarrollado, en material arqueológico se podría tomar por una alteración. Esta pieza se empleó para
la depilación en seco de piel de vaca. El ángulo de trabajo era bajo
y el trabajo poco regular y poco intenso aunque bastante efectivo.
- Núm. 82. No se identifica la materia trabajada. El pulido es
demasiado desarrollado, parece producido por el trabajo de una
materia más dura como la madera. (fig. 5 1). Trabajo muy intenso.
Piel en estado húmedo, pero tensada.
- Núm. 83. No se identifica ni la zoria de uso, ni la acción, ni
la materia trabajada. La acción es poco regular y hay fracturaciones
de la punta que eliminan zonas potencialmente pulidas. El ápice del
perforador retocado presenta un relieve muy accidentado y es difícil que se desarrollen zonas pulidas. El pulido se distribuye en puntos muy restringidos.
-Núm. 95. No se identifica ni la zona de uso, ni la materia trabajada, ni la acción. La zona del filo usada es de grano grueso, con
mayor proporción de cristales de cuarzo que de materia amorfa. El
tiempo de trabajo es demasiado breve como para modificar una
microtopografía tan accidentada.
- Núm. 99. No se identifica la zona de uso, ni la acción, ni la
materia trabajada. Poco tiempo de trabajo tras el último reavivado.
-Núm. 102. No se identifica ni la acción, ni la materia trabajada, ni la zona de uso. Tiempo de trabajo demasiado breve.
-Núm. 104. El pulido es típico de piel, pero al estar el filo retocado y ser robusto, no se han producido desconchados. Tampoco
hay estrías. Por ello es imposible identificar la acción.
-Núm. 107. Pieza cuyo filo presenta las mismas características
que la anterior. Se ha utilizado durante un tiempo demasiado breve,
por lo que no hay huellas de uso que permitan identificar la zona
usada, ni la materia trabajada, ni la acción.
- Núm. 125. No se identifica la materia trabajada porque el pulido es indiferenciado.La materia es blanda. La acción es posible identificarla por la ausencia de melladuras importantes que se producirían
si un filo tan agudo se emplease en una acción transversal. Esta misma ausencia es indicativa de que no se trabajó una materia dura.
- Núm. 128. No se identifica la materia trabajada más que de una
forma genérica (blanda) por las mismas razones que en el caso anterior.
- Núm. 129. No se identifica las materia trabajada ni la acción
porque el desgaste y el pulido son muy ligeros y en material arqueológico serían fácilmente confundibles con una alteración.
- Núm. 130. No se identifica la materia trabajada porque el pulido está muy desarrollado y es de trama cerrada (similar al producido
por vegetales) por efecto de la grasa que actúa de lubricante. No existe desgaste a causa del tipo de movimiento realizado. La acción es difícil de identificar al no haber desgaste, ni estrías ni desconchados.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
N de pieza
6
Rlateria
Traba,j:ida
Estado
Accióii
Moviiiiieiito
43/48
44
45
46
47
49
53
56
58
59
Hueso
Hueso
Asta ciervo
Asta ciervo
Hueso
Hileso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Asta ciervo
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
N de pieza
Materia
Trabajada
Estado
Acción
Movimieiito
60
61
74a
74b
74c
75
103
178
186
187
193
20 1
203
204
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Hueso
Asta ciervo
Asta ciervo
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Remojado
Remojado
Ranurar
Ranurar
Raspar
Raspar
Raspar
Serrar
Cuña
Ranurar
Taladrar
Taladrar
Taladrar
Cuña
Raspar
Raspar
Unidireccional
Bidireccional
Unidireccional
Bidireccional
Unidireccional
Bidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Bidiieccional
Bidireccional
Bidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Unidireccional
7
II
12
I6a
I6b
19
20a
20b
23
37
38
39
40
41
42
Ticiiipo
(Miiiutos)
Ide~itificacióii Idciitiliracióii
Zona de uso Rlatcria .kñh:!jada
Keino.jado
Rali~irar
liiiidireccio~ial
90
sí
Reino.jado
Serrar
Uiiidirccciotial
30
sí
Rebajar
Reiiiojado
Uiiidii-ecciolial
15
no
Re~iiojado
RaspaiUnidireccional
1O
sí
Seco
Raer
lliiidireccioiial
1O
sí
Seco
Racr
Uiiidireccional
20
sí
Fresco
Raiiurar
Bidireccioiial
sí
10 + 10
Fresco
Rantirar
Bidireccional
sí
1O
Fresco
Raiiurar
Bidireccional
sí
1O
Reinojado
Cuña
Unidireccional
5
sí
Ranurar
Remojado
Unidireccioiial
sí
20
Seco
Raspar
Unidireccioiial
sí
5
Ranurar
Remojado
Unidireccional
40
sí
Ranurar
Remojado
Unidireccional
1O
sí
Remojado
Ranurar
Unidireccional
sí
25
Remojado
Raspar
U~lidireccional
4
sí
Remojado
Serrar
Bidireccional
5 + 30
sí
Remojado
Ranurar
Unidireccional
sí
12
Remojado
Bidireccional
Perforar
8
sí
Seco
Unidireccional
Cuña
1O
sí
Seco
Rebajar
Unidireccional
sí
1O
Seco
Unidireccional
Raspar
1O
sí
Seco
Bidireccional
Raer
3
no
Fresco
Raspar
Unidireccional
sí
5
Fresco
Ranurar
Unidireccional
sí
3
Fresco
Raspar
Uiiidireccional
3
110
Figura 64.-Condiciones de experiinentación de las piezas que trabajaron asta y Iiueso.
110
sí
110
110
110
110
sí
sí
sí
110
sí
sí
no
no
no
sí
sí
sí
sí
no
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
no
sí
sí
sí
no
110
10
1
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
110
110
no
no
sí
sí
1o
1
110
Tiempo
(Minutos)
Ideiitificación
Ideiitificació~i Identificación
Zona de uso Materia Trabajada
Acción
8
10 + 15
10
10
no
no
sí
no
no
no
11o
sí
no
no
no
1o
1
sí
sí
sí
no
sí
no
2
no
sí
15
sí
15
sí
25
15
sí
sí
15
sí
20
sí
15
sí
7
sí
1O
Figura 65.- Condiciones de experime~itación las piezas que trabajaron asta y Iiueso.
de
-Núm. 132. No se identifica la materia trabajada iii la accióii.
El trabajo se realizó apoyando sobre una losa de piedra por lo que
el contacto es como el de una materia dura y no hay desgaste, ni
pulido extenso. Al no Iiaber estrías, micromelladuras ni desgaste es
imposible deteimiiiar la acción y la materia trabajada.
- Núm. 141. Hubo un accidente durante la utilización y cayó al
suelo. Se produjeron micromellad~iras eliminaron la zona usada.
que
- Núm. 143. No se identifica la acción porque no hay melladuras
en la cara ventral solo estrías debido a la poca intensidad del tilibajo. El
raspado de la piel era muy ligero, sólo para igualar su supeificie.
- Núm. 171. No se identifican la materia trabajada, ni la accióii,
ni la zona usada, debido a que se reavivó el filo tras la acción.
- Núm. 176. No se identifica la materia trabajada porque la acción, poco iiiteiisa. y la materia prima, de grano grueso. 110Iiaii permitido el desarrollo de u11 pulido suficientemente característico.
- Núm. 180. No se identifican ni la materia trabajada ni la acción porque el pulido es indeterminado (poco desarrollado) y el
movimiento durante la acción no Iia sido regular.
Ideiitificació~~
Acción
sí
no
sí
no
no
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
Las causas de no identificación de la acción, la zona usada, y
la materia trabajada son:
- Condiciones de utilización que varían el tipo de contacto establecido entre el útil y la materia trabajada.
-Trabajo breve, de poca intensidad y con movimientos poco
regulares.
- La piel fresca produce micropulidos indiferenciados. Por
ello la identificación d e la materia trabajada es genérica: materia
blanda. Si hay poco desgaste es posible que no se distinga de la alteración en material arqueológico.
- Reavivados y accidentes que fracturan el filo de trabajo.
- Materia prima de grano gmeso y10 mayor proporción de material
cristalino que amorfo, por lo que los pulidos se han desarrolladomenos.
El trabajo del asta y el hueso (figuras 6rl y 65)
En el trabajo del asta y del hueso Iiay dos operaciones fundamentales: la obtención de soportes o preformas y el acabado (alisado, pulido y decoración por grabado).
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Las acciones para la obtención de soportes son: serrado, ranurado y fracturación con cuña.
Las acciones para el acabado son: rebajar, raspar, raer, perforar, taladrar y grabar. Una acción de acabado que no se realiza con
útiles tallados pero que es identificable por el análisis de los objetos de hueso es la regularización de las superficies con piedras
abrasivas y el pulido con materias blandas (cuero).
-
Tanto el asta como el hueso se trabajan mejor mojados. En el
caso del asta es suficiente sumergirla en agua unas horas porque
absorbe fácilmente la humedad. En el caso del hueso hay que remojarlo durante el trabajo, pues al tener una estructura más compacta no llega a absorber el agua por capilaridad.
Las figuras 66 a 76 y 42 a 45 muestran huellas de uso producidas por el trabajo del asta y el hueso.
Figura 66.- Pieza experimental número 37, utilizada para ranurar asta durante 20 minutos.
a) Cara ventral del ápice triédrico del buril. 200X. Micropulido bien desarrollado.
b) Zona a la izquierda de la foto anterior. 200X. La flecha señala una grieta abierta en la zona pulida.
Figura 67.- Pieza experimental número 37.
a) Cara ventral del ápice triédrico del buril. 200X. Las flechas señalan una grieta abierta en la zona pulida.
b) Cara ventral del ápice triédrico del buril. 200X. Detalle de la grieta anterior.
Figura 68.- Pieza experimental número 38, utilizada para raspar asta durante 5 minutos. Foto de la cara ventral del frente de raspador. 100X.
Se observa un micropulido bien desarrollado en las zonas altas de la microtopografia.
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Figura 69.- Pieza experimental número 39, utilizada para ranurar asta de ciervo durante 40 minutos. a) Cara ventral de la arista del buril. 50X.
b) Cara ventral de la arista del buril. 200X. Las flechas señalan grietas en la zona pulida. c) Arista del buril. 100X.
d) Cara lateral de la arista del buril. 200X.
Figura 70.- Pieza experimental número 41, utilizada para ranurar asta de ciervo durante 25 minutos.
a) El micropulido situado en la arista de la cara dorsal del golpe de buril señala el contacto de esta zona con la materia trabajada durante el trabajo.
Contraste de la zona pulida y no pulida a 50X.
b) La misma zona a 200X. El mi~ropulido
afecta preferentemente a las lancetas que se pmducen durante la talla al ser lo más prominente del micromlieve.
c) Apice triédrico. Borde lateral. 200X. d) Arista de la cara dorsal del golpe de buril a 200X.
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Figura 71.- Pieza experimental número 43/48, utilizada para rebajar asta remojada
durante 30 minutos con un movimiento oblicuo y a veces perpendicular al filo.
a) Cara ventral. 100X. b) Cara ventral. 200X. Las estrías más grandes corresponden al movimiento perpendicular,
las más finas (indicadas por la flecha) probablemente, al oblicuo.
Figura 72.
Pieza experimental número 44, utilizada para ranurar asta durante 12 minutos. Fotografía de la cara ventral de la extremidad. 100X.
Figura 73.- Pieza experimental número 47, utilizada para serrar y rebajar asta de ciervo seca. a) Cara dorsal. 200X. Micropulido poco desarrollado. Las estrías indican el movimiento. b) Cara ventral. 200X. Micropulido poco desarrollado pero orientado indicando el movimiento.
Micromelladuras producidas por la acción.
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Figura 74.- Pieza experimental númiero 178, utilizada para ranurar hueso durante 25 minutos con el ápice extremo
y para raspa1 hueso con el borde lateral izquierdo durante 2 minutos.
a) Micropulido de uso en el ápice diedro en su cara derecha. 200X. b) Micropulido de uso en el ápice diedro en su cara izquierda. 200X.
c) Borde lateral derecho del ápice, cara ventral. 100X. d) Detalle de la misma zona. 200X.
Figura 75.- Pieza experimental número 203, utilizada para raspar asta durante 7 minutos y posteriormente alterada con ácido fluorhídrico.
a) Cara ventral del frente, lavada sólo con ácido acético y con agua oxigenada de 110 vol. 100X. b) Detalle de la zona anterior. 200X.
c) Zona anterior atacada con ácido fluorhídrico durante 10 segundos. Se observan microagujeros, señalados con flechas en la foto.
Comparar con a. 100X. d) Detalle de la fotografía anterior. 200X.
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Figura 76.- Pieza experimental número 204, utilizada para raspar asta humedecida durante 10 minutos.
a) Cara dorsal del frente de raspador usada. 100X. b) Cara ventral del frente de raspador usada. 200X.
Algunos autores han distinguido las huellas de uso que producen
el hueso de las que produce el asta. Nosotros no las distinguimos porque pensamos que las diferencias señaladas responden a la mayor humedad en el trabajo del asta que es compensada en el caso del hueso
cuando este se humedece regularmente durante el trabajo. La estructura y la materia de los dos son muy similares y creemos que han sido
las condiciones de experimentación las que han inducido a algunos
investigadores a diferenciarlas. En la actualidad cada vez menos analistas las distinguen en el material arqueológico y se identifican con
un genérico "materia dura animal".
El trabajo de las materias duras animales produce en general
gran cantidad de desconchados a veces incluso macroscópicos. El
pulido es muy brillante y liso (figs. 66,67,74 y 43), a veces ondulado (figs. 68 a 73,75 y 76) y se extiende más cuanto más húmedo
esté el material. Con el trabajo en seco el pulido se reduce al mismo filo. H. Plisson (1985) señala tramas laxas a unidas. Ibáñez
(1993) las define como compactas para el hueso y variadas para el
asta (de semicerradas a cerradas).
Los fdos que han trabajado estas materias no están desgastados.
En ocasiones (taladros) presentan un redondeamiento causado por la
superposición de abundantes microfracturaciones (lo que Mansur
[1983] denomina "tranchanteffn'té").
Las estrías son más frecuentes que cuando se trabajan otras materias. Se producen al desprenderse los desconchados que rayan la superficie adyacente (figs. 71 y 73).
Como ya han señalado otros investigadores, en ocasiones la superficie del pulido está grieteada (fig. 67, señalada con las flechas).
De un total de 41 zonas utilizadas es posible identificar en 35 casos la zona de uso, en 19 la materia trabajada, en 28 la acción.
Veamos cuáles son los motivos:
- Núm. 6. Materia prima de grano muy grueso. Puntos de pulido
limitados a las zonas más altas de la microtopografía.Falta de extensión del pulido, que no se ha desarrollado lo suficiente.
- Núm. 7. Por la misma razón que la pieza anterior no es posible
identificar ni la materia trabajada ni la acción.
- Núm. 11. También en este caso la materia en que está fabricado
el utensilio es de grano muy grueso y el pulido no ha llegado a desarrollarse lo suficiente.
- Núm. 16a. No se identifica la acción porque el uso es breve y el
movimiento poco regular.
- Núm. 19. No se identifica la acción porque la zona pulida es demasiado poco extensa para apreciar la distribución.
- Núm. 20a. Hay puntos de pulido y micromelladuras que permiten identificar la zona usada, pero no la materia trabajada ni la acción.
- Núm. 20b. Ocurre igual que en la pieza anterior.
- Núm. 23. Las micromeiladuras y las fracturas por su posición
permiten identificar la acción y la zona de uso, pero la materia trabajada sólo puede identificarse genéricamente como "materia dura".
- Núm. 40. No puede identificarse la acción porque aunque el pulido es típico está poco extendido y la distribución no indica la acción.
- Núm. 46. Ocurre lo mismo que en la pieza 23.
- Núm. 47. Las estrías indican la acción, pero por las melladuras
y el pulido (que es poco extenso) sólo puede afirmarse que es una
materia dura.
- Núm. 49. El pulido está poco desarrollado y es muy limitado en
extensión. En material arqueológicono podría determinarse.
-Núm. 53. Pulido en puntos aislados. La melladuras se confundirían con un retoque intencional. En material arqueológico no podría
identificarseel uso.
- Núm. 59. Hay un pulido restringido al filo que podría confundirse con una alteración (como las de las figuras 97,98 y 101) o con
un pulido producido por el retoque.
- Núm. 60. W d o desarrollado pero al ser poco extenso no puede
apreciarse la trama, por lo cual es indistinguible de un pulido de madera.
- Núm. 61. No hay huellas identificables. El trabajo bidireccional
produce más fracturaciones que eliminan partes del filo que se iban
puliendo.
- Núm. 74b. Las mismas observaciones que la pieza núm. 53.
- Núm. 74c. Las mismas observaciones que la pieza núm. 53.
- Núm. 75. El pulido está poco desarrollado pero por la
distribución de las melladuras y la morfología del filo puede identificarse la materia trabajada genéricamente como materia dura.
- Núm. 103. Ocurre lo mismo que en las piezas 23 y 46.
- Núm. 186. Pulido poco extendido, por ello no se identifica la
materia trabajada. Las melladuras, estrías y la morfología de la zona
de uso permiten deducir la acción.
- Núm. 187. Desgaste y estrías claras de la acción. No hay pulido.
- Núm. 193. Las micromeiladuras indican la acción y la zona de
uso. No hay pulido. Por estos indicios sólo puede afirmarse que la
materia trabajada es dura.
- Núm. 201. Sirven para esta pieza las observaciones hechas para
las piezas 23,46 y 103.
Las causas de no identificación de la función son:
- Pulido poco extenso o poco desarrollado debido a la fracturación continua de la zona de uso o al contacto limitado con la materia
trabajada. Esto ocurre siempre con las cuñas, cuya acción puede
identificarse por la disposición de los desconchados en la pieza.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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No de pieza
Materia
Trabajada
Estado
Acción
Movimiento
Tiempo
(Minutos)
1
2
5
21
22
24
26
27
50
52
57
65
66
144a
144b
167bis
177
179
184
183
196
206
Chopo
Boj
Chopo
Caña
Caña
Madera
Madera
Madera
Madera
Pino
Haya
Sauce
Sauce
Pino
Pino
Pino
Naranjo
Pino
Naranjo
Pino
Pino
Pino
Seca
Verde
Verde
Verde
Verde
Verde
Seca
Seca
Verde
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Seca
Verde
Serrar
Rebajar
Serrar
Serrar
Serrar
Rebajar
Serrar
Cincel
Raspar
Raspar
Ranurar
Raspar
Raer
Raspar
Rebajar
Raspar
Raspar
Raspar
Raspar
Raer
Ranurar
Raspar
Bidireccional
Unidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Unidireccionai
Unidireccionai
Unidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Bidireccional
Unidireccional
15
15
12
15
15
60
10
15
15
10
4
20
15
20
15
30
15
10
15
10
15
30
Identificación
Identificación
Identificación
Zona de uso Materia Trabajada
Acción
sí
no
no
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
no
no
sí
sí
sí
sí
no
sí
no
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
no
no
sí
sí
sí
sí
no
sí
no
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
sí
Figura 77.- Condiciones de experimentaciónde las piezas que trabajaron madera.
- Uso breve y movimiento poco regular.
- Roca de grano muy grueso que no ha permitido desarrollarseel
pulido.
El trabajo de la madera (figura 77)
En el trabajo de la madera hay también dos operaciones fundamentales: el troceado y el acabado de los objetos.
Para el troceado por percusión lanzada se emplean útiles más
voluminosos que los que forman parte de la tipología en sílex del
Paleolítico Superior a la que se refiere fundamentalmente nuestra
experimentación. El troceado por presión se realiza serrando.
También es posible hendir una rama en sentido longitudinal, respetando sus fibras, con una cuña.
Para el acabado de objetos se utilizan fundamentalmente tres
acciones: rebajar, rasparlraer y ranurar.
Las figuras 78 a 82,25 a 30 y 35 a 41 muestran las huellas de
uso producidas por el trabajo de la madera.
El trabajo de la madera produce micromelladuras de disposición variada (que a menudo indica la acción) y pocas estrías.
El pulido se desarrolla pronto y es muy brillante y ondulado,
pues afecta a las prominencias y depresiones de la microtopografía, por lo que los microagujeros presentan bordes pulidos
no abruptos. El redondeamiento del filo es mayor que en el caso del trabajo del asta o el hueso, pero menor que en el caso de
la piel.
De un total de 22 filos usados sólo 4 presentan falta de huellas
de uso, o huellas de uso no características, que impiden identificar correctamente la función.
- Núm. 2. Acción breve e irregular. Filo poco eficaz para la acción.
-Núm. 5. Granulometría gruesa por lo que el pulido está poco
desarrollado y no se identifica la materia trabajada.
- Núm. 27. Por las fracturaciones no se desarrolla pulido. Sirven aquí las mismas observaciones hechas para las cuñas que se
usaron para trabajar materias duras animales.
- Núm. 52. El pulido no es lo suficientemente extenso como
para identificar la materia trabajada. Ello es debido a que la zona
de contacto es reducida. Las micromelladuras existentes podrían
confundirse con un retoque intencional porque el filo era muy
agudo y son abundantes. El trabajo era muy eficaz.
Figura 78.- Pieza experimental número 57, utilizada para ranurar madera durante 4 minutos.
a) Cara lateral del golpe de buril. 200X. Micropulido restringido a la arista. b) Cara lateral del golpe de buril. 100X.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Figura 79.- Pieza experimental número 66, utilizada para raer madera durante 30 minutos. Fotografía de la cara ventral donde se observa
un micropulido de madera muy desarrollado sobre las prominencias de las lancetas. 200X.
Figura 80.- Pieza experimental número 179, utilizada para raspar madera durante 10 minutos. a) Borde izquierdo, cara dorsal. 100X.
b) Detalle de la misma zona. 200X. c) Zona al lado de la anterior de coloración marrón con presencia de óxidos de hierro. 200X.
Figura 81.- Pieza experimental número 184, utilizada durante 15 minutos para raspar madera.
a) Cara ventral. 100X. b) Detalle de la anterior. 200X.
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Figura 82.- Pieza experimental número 196, utilizada durante 15 minutos para ranurar madera.
a) Fotografía de la cara ventral del ápice triédnco. 100X. b) Detalle de la fotografía de la figura 82a. 200X.
c) Borde lateral del golpe de buril. 100X. d) Detalle de la fotografía anterior. 200X.
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El procesado de los animales (figura 83)
El procesado de los animales desde que son cazados Iiasta que
se consumen comprende varias acciones: desollado, desri~embi-ado de partes del cueipo y fileteado de la carne.
El pulido del trabajo de la carne se define como brillante. indiferenciado y que afecta a las partes altas y bajas de la microtopografía.
N de pieza
3
4
13
14
15
17
18
25
28
29
30
31
32
70
71
138
165
197
198
Materia
Trabajada
Estado
Conejo
Conejo
Cordero
Cordero
Cordero
Caballo
Caballo
Dorada
Ternera
Caballo
Caballo
Dorada
Tiburón
Tapir
Tapir
Caballa
Nutria
Conejo
Gacela
Fresco
Fresco
Cocido
Cocido
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Fresco
Congelado
Fresco
Fresco
Acción
objetos de elaboración compleja en concha, nos hemos limitado a
dos
experimentar la realización de perforaciones. Distinguin~os
acciones: perforar y taladrar. La primera es a mano alzada y L sea
gunda con un perforador de arco.
El trabajo de esta materia produce estrías abundantes. pulidos brillantes puntuales y poco extensos y numerosas micromeIladuras.
Tiempo
Identificación
Identificación
Identificación
(Minutos) Zona de uso Materia lkabajada
Acción
Movimiento
Bidireccional
Coi tar
Cortar
Unidireccional
Cortar
Bidireccional
Raspar
Bidireccional
Cortar
Bidireccional
Cortar
Bidireccional
Cortar
Bidireccional
Descarnar
Unidireccional
Cortar
Unidireccional
Cortar
Bidireccional
Cortar
Unidireccional
Cortar
Bidireccional
Cortar
Bidireccional
Desmembrar
Bidireccional
Desmembrar
Bidireccional
Cortar y raspar Bidireccional
Cortar y raspar Bidireccional
Cortar y raspar Bidireccional
Cortar y raspar Bidireccional
10
2
15
15
3
15
10
10
10
60
5
1O
30
7
?
1O
60
15
25
sí
no
no
no
no
no
no
no
sí
sí
sí
no
no
no
no
no
no
no
no
no
sí
no
no
no
no
no
sí
no
no
no
no
no
no
no
no
no
no
no
sí
no
no
no
no
no
no
no
no
no
sí
no
no
no
no
no
sí
no
no
Figura 83.- Condiciones de experimentación de los útiles que intervinieron en el procesado de animales.
De todas las experiencias que hemos realizado ninguna ha dejado suficientes huellas como para identificar claramente la función. El uso de estos útiles puede aproximarse por eliminación.
De 19 experiencias, en cinco piezas puede identificarse la zona usada por las micromelladuras y las estrías, en 3 puede deducirse la acción por la orientación y posición de desconchados y
estrías y pulidos indiferenciados, y sólo en una podría decirse que
se trata de un trabajo sobre materia blanda.
En la mayoría de los útiles experimentales existe un pulido ligero
en los fdos que podría facilitar el diagnóstico. Sin embargo en material
arqueológico este ligero pulido no podría distinguirse de la ligera alteración de supeficies que afecta casi siempre a este tipo de material.
El trabajo d e la concha (figura 84)
El trabajo de la concha comprende fundamentalmente dos acciones: serrar y perforar. Como en el Paleolítico no se conocen
N" de pieza
Acción
Movimiento
9a
9b
Perforar
Perforar
Taladrar
Taladrar
Perforar
Perforar
Perforar
Perforar
Perforar
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Bidireccional
1O
137
188
189
190
191
192
De 9 filos o ápices usados son identificables en 8 la zona
de uso, en 7 la acción y solo en un caso la materia trabajada.
Ello es así debido a lo breve de las acciones, a la presencia
abundante de micromelladuras, que impiden el desarrollo de
pulidos, y a lo reducido de la zona usada, que generalmente es
puntual.
El trabajo d e la piedra (figuras 85 y 86)
Hemos considerado dos acciones en el trabajo de la piedra caliza: grabar y raspar.
Este trabajo produce huellas de uso muy similares al de l a
concha: estrías abundantes, pulidos muy restringidos a zonas
puntuales y melladuras. Generalmente el pulido no llega a desarrollarse, aunque cuando lo hace (pieza 87, fig. 86) no se diferencia del producido por otras materias duras como el hueso o el
asta en seco.
Tiempo
(Minutos)
Identificación
Zona de uso
Identificación
Materia lkabajada
Identificación
Acción
15
15
10
sí
sí
no
sí
sí
no
no
no
no
no
no
no
no
sí
sí
no
no
15
25
1O
15
20
25
sí
sí
sí
sí
Figura 84.- Condiciones de experimentación de las piezas que trabajaron conchas de gasterópodos y bivalvos.
sí
sí
sí
sí
sí
sí
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Materia
Trabajada
Acción
Movimiento
Piedra
Sílex
Sílex
iedra abrasi
erbas silvest
Pelo
Tendón
Piedra caliza
Piedra caliza
Node pieza
Grabar
Retocar
Retocar
Raspar
Cortar
Cortar
Cortar
Grabar
Grabar
Tiempo
(Minutos)
Identificación
Zona de uso
Identificación
Materia Trabajada
Identificación
Acción
Unidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Unidireccional
Bidireccional
Bidireccional
Unidireccional
Figura 85.- Condiciones de experimentación de los útiles que se utilizaron para trabajar piedra, plantas no leñosas y pelo y tendones animales.
Figura 86.- Pieza experimental número 87, utilizada para grabar una plaqueta caliza durante 5 minutos.
Fotografía de la cara ventral del ápice. 200X. Se observa un pulido puntual pero muy intenso, acompañado de estrías que indican el movimiento.
El uso de proyectiles (figuras 87 y 88)
li
Fischer et a i (1984) realizan una descripción exhaustiva de
las huellas producidas por impacto.
La experimentación con proyectiles comprendió el lanzamiento con dos armas: el arco y el propulsor. En los cuadros 10
y 11 aparece detallado el tipo de enmangue con el que fueron ligados los proyectiles a un astil de madera. La fracturación del
No de pieza
Enmangue
Arma
145
146
147
148
149
150
151
152
153
154
155
156
157
158
159
160
161
162
163
164
193
194
208
209
210
Resina y tendón
Resina y tendón
Resina y tendón
Resina y tendón
Resina y tendón
Tendón
Resina y tendón
Resina
Tendón
Resina y tendón
Resina
Tendón
Resina
Resina y tendón
Tendón
Resina y tendón
Resina y tendón
Resina y tendón
Resina y tendón
Tendón
Resina
Tripa y resina
Tnpa
Tripa y resina
Tripa y resina
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Arco
Propulsor
Propulsor
proyectil se produce cuando este choca contra una materia dura
(sea esta el hueso del animal sobre el que se tiraba, una piedra o
un árbol). Ninguna de las puntas que cayeron al suelo de tierra se
fracturó.
El impacto de un proyectil produce fracturaciones de dos tipos: fracturas de impacto en la punta (fig. 89) o en la base (figs.
90 y 91) y fracturas por flexión en la base (fig. 92), la punta (fig.
Número de
impactos
Fractura de
la punta
Fractura del
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
Escama y pp.
Bunnante
Pulido en
la punta
Lengüeta
Lengüeta
Lengüeta
PP.
Escama
Escama
Escama
Mm. y lengüeta
Lengüeta
PP
Lengüeta
l
Lengüeta
1
1
1
1
1
1
1
1
Escama y pp.
Lengüeta
Mm.
Mm.
Lengüeta
Mm.
Lengüeta
Escama
Lengüeta y escama
PP. y mm.
Figura 87.- Condiciones de experimentación en el lanzamiento de proyectiles Iíticos y fracturas resultantes.
Estrías en
la punta
no
no
no
no
no
sí
no
no
no
no
no
no
no
no
no
no
no
no
no
no
sí
no
no
sí
<í
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No de pieza
21 1
212
213
214
215
Enmangue
Arma
Número de
impactos
Fractura de
la punta
Fractura del
pedúnculo
Pulido en
la punta
Tripa y resina
2
Lengüeta
Propulsor
Mm.
Propulsor
8
Tripa y resina
PP.
PP.
Propulsor
Tnpa
18
Tripa y resina
1
Propulsor
PP.
PP.
Propulsor
2
Tripa y resina
Figura 88.- Condiciones de experimentación en el lanzamiento de proyectiles Iíticos y fracturas
Estrías en
la punta
no
sí
sí
sí
no
resultantes.
sí
sí
sí
sí
no
Figura 89.- Pieza experimental número 151, utilizada como proyectil de arco. Fractura de la punta en escalón. 20X.
Figura 90.- Pieza experimental número 152, utilizada como proyectil de arco. Fractura en escama de la punta. 20X.
Figura 91.- Pieza experimental número 155, utilizada como proyectil de arco. Fractura en lengüeta del pedúnculo. 20X.
93a) o la parte mesial del proyectil (fig 93b). Indican el impacto
porque la fuerza tiene su origen en uno de los extremos del proyectil y se desarrolla en el sentido del lanzamiento. Las más características son las burinantes y las que tienen terminación gradual y se inician en la punta y/o la base (Jardón et alii, e.p.1.
A veces se observan pulidos puntuales y estrías producidos
por las melladuras que se desprenden y frotan la superficie (fig.
94). Este tipo de microhuellas es sin embargo escaso. De un total
de 30 experimentaciones sólo se observaron puntos de pulido en
7 casos y estrías en la punta en 8 casos.
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Figura 92.- Pieza experimental 149, utilizada como proyectil de arco.
Fracturas del pedúnculo enmangado en flexión y en escalón producidas al chocar contra una pared de piedra. 20X.
Figura 93.- Pieza experimental número 156, utilizada como proyectil de arco.
a) Fractura en lengüeta de la punta. 20X. b) Fractura en plano perpendicular con escama en un extremo en el pedúnculo.2OX.
Figura 94.- Pieza experimental número 150, utilizada como proyectil de arco.
Fractura y estrías en la cara ventral dista1 de la parte mesial. 100X.
Figura 95.- Pieza experimental número 200. Retoque con canto de cuarcita.
Fotografía de estrías de percusión. 100X.
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Figura 96.- Pieza experimental número 202. Frente retocado con asta de ciervo.
Cara ventral del frente sin utilizar. 200X.
Marcas producidas por la talla (piezas núm. 36,62,63,67,
68,69,134,136,175,199,200,202)
El retoque y la talla con percutor duro dejan en la superficie
del sílex bandas de estrías paralelas anchas y profundas (fig. 95).
El percutor blando deja ligeras bandas de pulido (fig. 96). Este tipo
de huellas fue detalladamente descrito por Ibáñez et a i (1987).
li
El retoque por presión también produce estrías en el borde.
En los retocadores (piezas núm. 62 y 63) se distinguen dos tipos de huellas según la morfología del borde retocado. El contacto por percusión con ápices como los de los buriles o los de la
cornisa de núcleo produce en el retocador concavidades de las
que salen estrías, al derrapar éste sobre el ápice. Cuando el borde
retocado es de perfil rectilíneo se producen en el retocador bandas
de estrías cortas o pequeñas zonas raspadas.
Alteraciones
Las experiencias de alteración que se han llevado a cabo se
han centrado únicamente en alteraciones mecánicas. Las alteraciones químicas han sido ampliamente desarrolladas por otros
investigadores (Plisson y Mauger, 1988; Levi-Sala, 1986). Consideramos que los resultados obtenidos por ellos son lo suficientemente claros como para no tener que repetir estas experiencias.
Las piezas experimentales números 115, 116, 117, 118, 119,
120, 121, 122 y 123 fueron sometidas a un proceso de simulación
de alteración mecánica.
- Núm. 115. Se introdujo en una bolsa de plástico que se colgó durante 2 horas de un agitador de probetas. Se observa sobre el
filo lateral derecho un pulido liso y brillante como el que produce
una materia dura, acompañado de estría. (fig. 97 y 98c). Si comparamos las fotografías 98a y 98b (antes del uso) con la 98c y 98d
podemos evaluar la magnitud y morfología de la alteración. Se
observan puntos de pulido sobre toda la arista.
- Núm. 116. Esta pieza se agitó durante 5 minutos también acompañada de otras piezas líticas en una bolsa de plástico. Hay sobre la
arista un pulido ligero y estrías en las superficies adyacentes (fig. 99).
- Núm. 117. Esta pieza iítica fue introducida en un saquito de
piel de conejo (reblandecida por raspado con ocre) y sometida a
agitación durante dos horas. Presenta un desgaste sobre la arista
dorsal recuerda a los desgastes producidos por el trabajo de la piel
seca (fig.100b).
- Núm. 118. Esta hoja se introdujo en una bolsa de plástico
junto con otras piezas líticas que se agitaron durante dos horas.
- Núm. 119. La experiencia con esta hoja fue la misma que
con la anterior. Se observan puntos de pulido intenso con estrías
en la arista dorsal que recuerdan las que se producen por el trabajo de materias duras (fig. 101).
- Núm. 120, 121 y 122. Estas piezas se introdujeron en una
bolsa de plásticojunto a las piezas 115 y 118 y se agitaron durante
2 horas. Presentan también puntos de pulido en sus filos y aristas.
-Núm. 123. Este buril se introdujo en una bolsa de plástico
junto con otras piezas líticas y óseas y se agitaron durante 11 horas. Las superficies presentan, como las de algunas piezas arqueológicas, algo de lustre. Al microscopio, las aristas están muy romas, como los filos cuando han trabajado un material muy abrasivo como la piel seca (fig. 102).
Figura 97.- Pieza experimental número 115. Se sometió la pieza a una simulación de alteración mecánica que consistió en introducirla en una
bolsa junto con otras dos piezas Iíticas que se colgó de un agitador de probetas durante dos horas.
Fotografía de la cara dorsal del borde lateral derecho, en la zona marcada con un cuadrado en el dibujo.
Se observa un pulido puntual muy I i o y brillante. 200X.
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Figura 98.- Pieza experimental número 115.
a) Arista dorsal, zona más blanquecina que el resto, con cristales más gruesos. Antes de la experiencia. 200X.
b) Arista dorsal, zona de grano más fino y menos cantidad de cristales. Antes de L experiencia. 200X.
a
C)Cara dorsal del borde lateral derecho. Zona marcada con un recuadro sobre el dibujo. Micromelladura accidental, micropulido
indiferenciadoy estrías (señaladas con flechas en la foto). 200X. Pieza experimental número 115.
d) Arista dorsal después de la experiencia. Redondeamiento, puntos de pulido y estrías. 100X. e) Arista dorsal después de la experiencia. 200X.
Figura 99.- Pieza experimental número 116. Simulación de alteración mecánica que consistió en introducirla en
una bolsa plástica y colgarla durante 15 minutos de un agitador de probetas.
Fotografía de la arista dorsal tras la experiencia. Pulido poco desarrollado en la arista y estrías que ya existían antes de la experiencia. 200X.
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a
b
Figura 100.- Pieza experimental número 117. Simulación de alteración que consistió en introducirla en un saquito de piel con ocre y colgarla
durante dos horas de una agitador de probetas. a) Arista dorsal antes de la experiencia. 200X.
b) Arista dorsal después de la experiencia. Redondeamiento de la arista producido por la experiencia. 200X.
Figura 101.- Pieza experimental número 119. Simulación de alteración mecánica que consistió en introducirla en una bolsa plástica junto con
otras piezas Iíticas y agitarlas durante dos horas en el agitador de probetas. Fotografía de la cara dorsal del fdo derecho en la que se observa un
pulido desarrollado con estrías, parecido al que produce el uso sobre una materia dura.
Figura 102.- Pieza experimental número 123. Simulación de alteración mecánica que consistió en introducirla en una bolsa junto con otras piezas Iíticas y óseas y moverlas con un agitador de probetas durante 11 horas.
Fotografía de la cara ventral del borde lateral izquierdo del golpe de buril. Desgaste intenso de la arista. 100X.
Los pulidos, desconchados y estrías causados por esta simulación tienen una disposición aleatoria en bordes y aristas que 10s
diferencia de los que se producen por uso. Aunque por su morfología se asemejen a huellas de uso, su disposición en la pieza permite distinguirlos. No ocurre lo mismo en el caso de las ligeras
huellas de enmangue que se observan en ocasiones sobre las aristas y que no se diferencian en nada de este tipo de alteraciones.
Huellas de enmangue
No hemos encontrado huellas de enmangue en ninguna de las
piezas utilizadas en esta experimentación. Como ya ha sido apun-
tado en otras ocasiones creemos que el hecho de que la pieza lítica esté bien fijada al mango impide que haya rozamientos que
puedan producir huellas.
Por otro lado en la experimentación sobre enmangues de
raspadores que llevamos a cabo con Collin encontramos algunos
pulidos sobre las aristas de piezas que se movían ligeramente
dentro del mango porque la fijación no era buena. Estos pulidos
son muy similares a los pulidos de alteración que hemos descrito en el apartado anterior y que pueden observarse en las figuras
97, 98, 99 y 101
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3. CONCLUSIONES METODOL~GICAS
Y
PLANTEAMIENTO DE LAS VIAS DE
ANÁLISIS
Hasta hace poco tiempo la metodología del análisis de huellas de uso se basaba en la premisa de que a cada materia trabajada y acción correspondía iin tipo de hiiellas de uso características.
Bajo esta consideración subyacía la idea de que las variables que
intervienen de manera más determinante son la materia trabajada
y la acción.
El objetivo de los programas experimentales de los analistas
de huellas de uso era descubrir asociaciones causa-efecto entre esy
tas dos variables y los rnicropulidos, estrías, micron~elladuras
desgastes resultantes del uso. Por ello se observaron y describieron detalladamente las variaciones en la morfología de las huellas
de uso y se intentaron correlacionar con las variables que permitirían deducir la función. Sin embargo se constataron problemas
de varios tipos:
- Respecto de las micromelladuras se observó que hay ciertas
tendencias que asocian sus diferentes tipos y la función. Pero esta
correlación no es directa. Existen unas leyes de fracturación en las
que intervienen variables, aparte de la acción y de la materia trabajada, que son difíciles de cuantificar: las que están relacionados con la regularidad del movimiento y la fuerza aplicada, pero
sobre todo con la morfología del borde. Por ello ha sido imposible asociar un tipo o frecuencia de micromelladuras a una materia
trabajada o a una acción.
- Respecto de los micropulidos se observan convergencias entre los que han sido producidos por diferentes materias trabajadas.
Las simulaciones experimentales de pulido con instrumentos
mecánicos (Levi-Sala, 1988) revelaron que el desarrollo de pulidos de uso está en relación con el tipo de contacto más que con la
materia trabajada. El tipo de contacto puede variar en función del
estado de la materia, la presencia de aditivos y lubricantes, etc.
Nuestra experimentación muestra que en condiciones de experimentación similares a las que han puesto en práctica otros investigadores, los micropulidos resultantes son absolutamente
comparables. Pero hay también pulidos atípicos producidos por
condiciones de experimentación no aplicadas con anterioridad, y
que hacen variar el tipo de contacto entre el útiI y la materia.
Es muy difícil medir este tipo de variables, de modo que para
interpretar las huellas de uso que se observan es más importante
comprender los procesos que influyen en su formación que obtener morfotipos de pulidos, melladuras y estrías y cuantificarlos.
Contrariamente a lo que parece deducirse de los intentos fallidos de correlación directa huellas de uso-trabajo realizado (experimentalmente), pensamos que las huellas de uso se producen según unas leyes físicas y mecánicas y que en los casos en los que
no se ha hallado la relación causa-efecto es porque no se han tenido en cuenta todas las variables significativas.
Por tanto la experimentación debe ir encaminada a descubrir
los factores que intervienen y hasta qué punto lo hacen, es decir a
reconstruir procesos de uso y no tipos de huellas. Es necesario
concebir el útil como elemento dentro de una dinámica y las huellas de uso como fruto de una acumulación de acciones que pueden llegar a ser complejas y que en todo caso implican al útil desde su fabricación hasta su abandono.
Hemos comprobado sobre nuestras piezas experimentales qué
que
funciones podrían identificarse en base a las h~iellas corrientemente se iitilizan para diagnosticar el liso.
Las causas de una ausencia de huellas de uso caracteiísticas son:
- Granulometría de la roca muy gruesa que impide un suficiente desarrollo de los pulidos.
-Acción breve. poco intensa o movimieiito poco regular.
- Materia trabajada blanda.
- Reavivados, accidentes y fracturación coiitiiiiia durante el
uso que eliminan partes del filo de trabajo.
-Zona de contacto reducida debido a la dureza de la materia
trabajada.
-Condiciones de uso no experimentadas con anterioridad por
nosotros ni por otros analistas, que han hecho variar el tipo de
contacto.
Las materias trabajadas más fáciles de identificar a partir de
las huellas de uso son la madera, la piel y las plantas. Las inaterias que producen huellas menos características son las materias
más blandas y las más duras. Las primeras porque no llegan desarrollar pulidos, las segundas porque la zona de contacto es tan reducida que el pulido es poco extenso.
En el primer caso hay que deducir por eliminación de posibilidades. Una vez identificada la zona usada es importante valorar
la ausencia de desconchados importantes y de desgaste para eliminar la posibilidad de uso sobre otras materias.
En el segundo caso, se identifica la materia como "materia
dura" sin poder distinguir entre, concha, hueso, asta, piedra o madera dura.
En todo caso pensamos que es arriesgado realizar una identificación funcional basada en un razonamiento por exclusión, como el que es necesario llevar a cabo para deducir trabajos sobre
materias blandas o trabajos breves y10 poco regulares sobre el resto de las materias. Es decir, cuando nos encontramos con pulidos
y desgastes poco desarrollados y distribuciones de micromelladuras poco características.
Los movimientos más fáciles de identificar son los peipendiculares al filo. Las acciones que implican movimientos paralelos
al filo producen desconchados en función de la delineación en
sección del filo y además el contacto suele ser menos regular. Los
micropulidos que se desarrollan con este último tipo de acciones
tienen también una distribución menos característica.
Las observaciones del material experimental nos permiten definir mejor los límites del análisis funcional de material arqueológico y las implicaciones para la interpretación de los conjuntos iíticos prehistóricos:
- Es necesario disponer de referencias experimentales para
cada tipo de roca en que esté fabricado el material arqueológico.
- No podrá ser identificada la materia trabajada con la suficiente fiabilidad en los siguientes casos: los trabajos sobre materias blandas, los trabajos breves y poco regulares, los trabajos
en los que la zona de contacto sea reducida y en los que existan
importantes fracturaciones que dañen gravemente la zona de
uso. En el caso que se identifiquen por una distribución de huellas muy característica, esta debería ser suficientemente explícita y documentada.
- Las acciones con movimientos perpendiculares al filo producen huellas de uso más desarrolladas y características que las
acciones que implican movimientos paralelos al filo.
- Las referencias experimentales están basadas en las accio-
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nes más co1-i-ientessobre las materias de que disponían los grupos
prelustóricos. El estudio de las técnicas empleadas por diferentes
sociedades para el trabajo de cada materia ayuda a deducir posibles gestos de trabajo. Sin embargo pueden haber existido acciones no detectadas en etnografía. De allí los límites de la experimentación. y por lo tanto de la interpretación. Las huellas de uso
observadas sobre el inaterial arq~ieológico la única base posison
ble sobre la que fundamentar el diseño de la experimentación y
por lo tanto para deducir la función, aunque en algunos casos esta
base no sea lo suficientemente inteligible.
- No pensamos que sea posible identificar huellas de enmangue sobre material arqueológico, ya que en los casos en que estas
se han producido, no son distinguibles de las alteraciones mecánicas producidas por frotamiento de unas piezas contra otras y durante la talla.
-A todas estas limitaciones que son controladas por la experimentación se añade la desaparición de marcas de uso por alteraciones post-deposicionales y reutilización de material lítico en la
Prehistoria.
Concluimos que la morfología de la zona de uso se ha de
considerar como un factor importante y que los análisis traceológicos han de reconstruir los procesos de uso. La experimentación
es una base limitada. La determinación funcional se puede realizar con el apoyo de la experimentación siempre y cuando esta sea
lo suficientemente explícita como para poder revisarse con posterioridad.
De nuestro análisis con MEB de las modificaciones micromorfológicas por uso en material experimental se desprende que:
- El pulido existe como modificación de la superficie de la
roca independiente de la existencia de residuos que se distinguen
claramente de la superficie de la roca (figs. 40, 41, 44, 45 y 46).
El análisis con EDAX revela una composición química exclusivamente silícea del pulido (figs. 27, 29 y 43) (contra M. Christiansen y Ph. Walter, 1991).
Si existen residuos formando parte del pulido, estos están a
nivel de elementos traza y no serían distinguibles de los elementos traza de la propia roca más que por comparación cuantitativa
de series de referencia. Por el momento esta cuantificación no se
ha intentado.
- La comparación de la morfología de la roca antes y después
del uso indica:
Las modificaciones de la morfología microscópica de la roca
son más intensas en las zonas de grano más fino y menos intensas
en las zonas con cristales de cuarzo (comparar figs. 28 y 38). En
las primeras llegan a homogeneizar totalmente la superficie, que
se presenta lisa.
El trabajo de la piel produce mayor desgaste del borde, que el
del hueso o la madera. Sin embargo el grano de la roca se presenta menos alterado por lo que la superficie usada está menos homogeneizada que en los otros dos casos. Lo definiríamos como
una alteración más extensa pero menos intensa.
Existe en todos los casos analizados una pérdida de materia que
se deduce de la reducción de la distancia al borde de ciertos accidentes microtopográficos que empleamos como referencia. Cuando
hay cristales de cuarzo, se constatan también fracturaciones.
Hay también algunos casos de homogeneización superficial
que pensamos que se produce por erosión de los elementos más
sobresalientes, reduciéndose de este modo la profundidad de los
microagujeros superficiales y la agudeza de las aristas del retoque. Esta hornogeneizacióii es más intensa en las piezas que trabajaron materias duras y se cxtiende inás en la superficie de la
pieza que trabajó la madera. En la pieza que ti-abajó la piel no ha
llegado a producirse el alisamiento de la superficie. Esta se presenta rugosa hasta 300X.
No está demostrada por el momento la disolución superficial del sílice, pero tampoco hay más argumentos para negarla
que los que se desprenden del conocimiento de las condiciones
capaces de alterar las diferentes estructuras silíceas. Estas condiciones de temperatura, acidez y presión no pueden cumplirse en
un contexto de uso de material Iítico prehistórico. En todo caso si
existiera una amorfización superficial esta sería inferior a 2,s micrones, que es el tamaño menor de los microagujeros situados en
el filo del útil que hemos analizado y que no llegan a desaparecer
por completo (fig. 28).
Existe una cuestión no contemplada hasta el momento y que
es fundamental para interpretar las imágenes comparadas que hemos presentado. Si hay microagujeros en la masa pétrea silícea o
no los hay (es decir huecos entre el grano de la roca).
Si hay microagujeros en la roca y el pulido se produce por
una erosión de la superficie, deberían aparecer nuevas concavidades tras homogeneizarse las que existían en la superficie, puesto
que se llega a capas más profundas. En este supuesto al no aparecer en nuestras piezas experimentales nuevas concavidades se
confirmaría el relleno de los huecos intergranulares con un material que pudiera ser amorfo.
Si suponemos que no hay microagujeros en la roca analizada
es perfectamente posible que la erosión llegue a homogeneizar la
superficie hasta el punto de producir pulidos de morfología extremadamente lisa.
Las imágenes del MEB demuestran que las modificaciones
microscópicas producidas por diferentes materias trabajadas son
similares. Su extensión y disposición en los bordes es diferente según el tipo de contacto que se haya establecido durante el uso.
La naturaleza de las alteraciones por uso (fracturas, pulidos,
desprendimientos del grano de la roca, etc.) depende en gran medida del tipo de microestructura sobre la que se esté actuando
(proporción de materia amorfa y cristalina, tamaño de los cristales y el grano). Es importante considerar las características petrológicas de la roca alterada por uso. La imagen de pulido con microscopio óptico es el resultado de una mayor o menor homogeneización de las microest~cturas
pétreas.
Es posible identificar la función de los útiles prehistóricos
siempre y cuando se consideren las huellas de uso en su contexto.
La disposición de las huellas en el utensilio es la que permite diferenciar las alteraciones naturales de las producidas por uso e
identificar la acción. La combinación de las diferentes huellas de
uso (fracturas, desconchados, desgastes, estrías y pulidos) y su situación en la pieza son los indicios sobre los que basar la reconstrucción de los procesos de utilización. Esta combinación de huellas y el contexto en el que se encuentran será tanto más significativo cuanto más recurrente.
El objetivo de la Segunda Parte de este estudio va a ser intentar detectar recurrencias en unos utensilios de morfología muy característica: los raspadores líticos.
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SEGUNDA PARTE: LOS RASPADORES
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1. MORFOLOGÍA Y FUNCIÓN DE LOS RASPADORES LÍTICOS
DE LA PREHISTORIA A LA ACTUALIDAD
1. MORFOLOGÍA. LA TIPOLOGÍA DE
LOS RASPADORES
"Es nzuy probable que el koirzbre prelzistórico no Izaya hecho
iiiza división estricta de las funciones entre las diversas categorías de útiles de trabajo, que a veces adjudicara distii~tas
funcioizes
al nzisrno instrnnzento, o que einpleara distiiztos iítiles de trabajo
para la nzistna función. Sin erizbargo es evidente que el hombre
prehistórico creó un variado iizveiltario de útiles de trabajo, izo
conformándose corz unos pocos. "
(Semenov, 1957 [1981]: 8)
1.1. Definición de raspador y tipos de raspadores
Según Evans (1897) el término raspador es empleado por primera vez por Lartet & Christy (1875) que lo define como sigue:
"A typical scraper iilay be defized as a broadpake, the end of
wich has beei~
chipped to a seniicircirlar belleved edge roud the
ilzargin of the iizrzer face, sinzilar iiz character to tlzat of a 'ro~ind
izosed turizing clzisel'".
Por similitud con los ejemplares etnográficos ya observados
en el siglo pasado los prehistoriadores denominaron raspadores a
las piezas líticas que presentaban una morfología similar.
El raspador es un útil característico del Paleolítico Superior,
aunque está también presente de forma testimonial en algunos
conjuntos musterienses y forma parte del utillaje usual en conjuntos Epipaleolíticos, Mesolíticos y Neolíticos.
En su tipología Iítica del Paleolítico Superior SonnevilleBordes y Perrot (1954-56) definen tipológicamente el raspador
simple como:
"ime laine ou éclat préseiztai~t I'~azede ses extrefnités rine red
touche coiztii~ue abi-upte - sairfeiz cas de réavivage- délin~itant
r~oiz
~ r ifroizt généraleii~eitt
z
phu ou ii~oins
arroizdi, plus rarenzeiif recriligrle ou oblique." (Sonneville-Bordeset Perrot, 1954: 328).
Tras esta definición básica, que tiene en cuenta el soporte sobre el que se fabrica el útil y la morfología del borde considerado
activo, definen en su lista-tipo del Paleolítico Superior otros 14 tipos de raspadores y tres útiles dobles (raspador doble, raspadorburil y perforador-raspador) que se diferencian del primero por
sus dimensiones (raspador unguiforme), tipo de soporte (raspador
sobre hoja auriñaciense, raspador sobre hoja o lámina retocada,
raspador sobre lasca, raspador carenado, raspador nucleiforme,
rabot) morfología del soporte (raspador en abanico) y morfología
del frente (raspador ojival, raspador atípico, raspador circular, raspador carenado atípico, raspador espeso con hocico, raspador plano con hocico u hombrera).
Con esta tipología se realizaron los análisis cuantitativos de
los conjuntos del Paleolítico Superior. Sin embargo su aplicación
generalizada planteaba algunos problemas. Se trataba de listas cerradas que habían demostrado su operatividad en las regiones en
que se habían definido e incluso en otras regiones que pertenecían
a los mismos tecnocomplejos, pero la división por tipos estaba definida de forma intuitiva y primaba los tipos característicos de la
región de referencia (el Périgord francés).
Por ello se intenta crear tipologías más descriptivas (Laplace,
1962-64). Los raspadores se definen según esta tipología en función del frente y su retoque:
"L'éléinent essentiel de tout grattoii; déizoi~ziné,
se1011les cas,
front ou iniiseau, est obteizu par le faconi~age,d ['aide d'une rerouche continile simple ou surélévée, de l'extréiizité d'iriz éclat ou
pouvaizt se proloizger sur
d'uiz fraginent de laine, cette reto~iclze
les c6tés de l'outil, de part et d'autre du froizt 011 du 1711rseair.
Parfois le front ou nziiseau, relativerlzeizt abrrrpts, r~otaininent
daiis le
cas d'un réavivage, peuveilt évoquer une troizcatirre. Parfois ce
in&itefroizt ou ce intrne iizuseau soizt écaillés plus ou inoiizs largeinelzt sur la face non retouchée priinitivement, et l'oiitil preitd
l'aspect d'uiz burin plan.
Le mode de la retoilche dépeild de l'épaisseur de l'éclat ou la
laine br~its " (Laplace, 1962-64: 3 1).
...
La subdivisión en dos grupos fundamentales se lleva a cabo
en función de la delineación del frente y del modo de retoque (es-
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te úl~irilo coiisidei-a que es fuiicióri del espesoi-de la pieza). LOS
se
tipos secundarios se definen poi- la posición del li-ente con respecto al talón, de ius cai-acteres técnicos de su elaboración, su forma,
su inclinación con respecto al eje de la pieza, la forma del áiigulo
de iinióil enti-e el retoque lateral y el frente, de otros retoques, de
las proporciones del útil, etc.
La tipología analítica s~ifre
posterioi-iiientenumerosas inodificaciones fruto tanio de la autocrítica de su autor corno de la confrontación con la realidad y de investigaciones realizadas por él y
s ~ i colaboradores (Laplace, 1968, 1976, 1977; Galiberti et Gians
noni, 1986-87).
Siguiendo con la misma intención de liberar la taxonomía de
útiles Iíticos de opciones subjetivas y dentro de las tendencias de
aplicación de análisis de atributos a la arqueología, se desarrollan
algunos estudios que descomponen los caracteres morfológicos
en atributos. El objetivo es la definición de tipos a partir de la
cuantificación de la asociación de atributos mediante tests estadísticos (Sackett, 1966; Movius et alii, 1968; Bricker & David,
1984; Montet-White. 1973; Delporte et Mazikre, 1977; Bandelier
et Hericher, 1979). Los útiles son considerados como conjuntos
de atributos y la definición de los tipos procede de una asociación
no aleatoria de atributos. Las clases mayores de útiles (entre las
que se encuentra el raspador) se subdividen según la premisa de
que son objetos que tienen la misma función y son el producto de
una secuencia de eventos tecnológicos que reflejan hábitos motores individuales y concepciones tecnológicas que están sujetas a
cambios en el tiempo y el espacio.
En la elección de atributos subyace la idea de que algunos
de ellos tienen un significado funcional y otros un significado
estilística. Sin embargo el verdadero significado de la asociación de atributos queda oculto. No es posible dilucidar si las diferencias observadas entre utensilios responden a especializaciones funcionales, a adaptaciones a mangos o a estadios de elaboración o de reavivado.
El raspador es uno de los útiles más característico del Paleolítico Superior por lo que algunos de estos análisis se refieren exclusivamente a estas piezas (Movius & Brooks, 1971; Bietti y Zanello, 1980; Neira et alii, 1991-92). Sin embargo es curioso como
desde un inicio se denominan raspadores tanto a los ejemplares
sobre lasca y hoja que tienen su paralelo en Etnografía como a
fragmentos nucleiformes con retoques laminares o a laminillas
con una zona retocada realmente pequeña. Es evidente que la potencialidad funcional de cada uno de estos subtipos es diferente.
La única razón que explica una única denominación es la existencia de ejemplares de morfologías intermedias entre, por ejemplo,
el raspador sobre hoja o lasca y el raspador nucleiforme. No es de
extrañar que se haya planteado si este último es realmente un
utensilio (Utrilla, 1984; Schulte im Walde, 1987).
ponder a difereiiies esii-ntcgiascc»iióinicas. iiitensidad o fi-ecuencia de ocupación, api-ovecliriii~iento
intensivo de la materia prima.
adaptaciones ecológicas. dilei-entes estadios de liso c, a especializaciones fiiiiciorialcs.
La proporcióii de raspadores con respecto a la de buriles se ha
empleado incluso para defiiiir conjuritos. No obstante según los
análisis funcionales i-ealizados hasta el presente estos dos útiles
no son substituiblcs (Jardón. 1990) (cfr. Segunda Parte 2.1).
¿Por qué en algunos tecnocomplejos los raspadores simples
llegan a suponer mas de un 40% y en otros no llegan al lo%?
La tipología tradicional tiene coriio objetivo describir conjuntos,
no explicarlos.
Los intentos por valorar el significado de la variabilidad tipológica en el Paleolítico Medio no parecen corresponderse con el
resultado de los análisis funcionales (Binford, 1966, 1973; Beyries, 1987; Anderson, 1980).
Debe existir un trasfondo cultural que se expresa en los restos
materiales:
"A broad spectrirrii o f c ~ r l t ~ ~ r a l l ) ~
corzditio~ted
activities pres~rinably irivested the coriceptiori, rliarli~actlrre, use of any giverz
arzd
artifact, arld artifacts are of colrrse studied precisely beca~rse
the
pattertis of forrnal attributes tkey exlzibit are believed to reflect
tlzese activities. " (Sackett, 1973: 3 19).
Aunque el análisis tipológico haya servido para definir conjuntos regionales y temporales es necesaria la aplicación de otros métodos, como el análisis de materias primas, de la tecnología de talla
y de la función para explicar algunos fenómenos desde un punto de
vista conductual. La relación tipología-función no puede ser directa
ya que la tipología inherentemente considera el útil como un elemento estático, como un resultado morfológico. El análisis funcional es dinámico, parte de una morfología para intentar reconstruir
las acciones que la han producido. La presencia de un mayor o menor número de raspadores es el resultado de un comportamiento
que sólo puede explicarse partiendo del análisis funcional.
2. FUNCIÓN DE LOS RASPADORES
"La techniq~re 2 la fois geste et outil, organisés en chalne
est
par ltrze véritable syntaxe qlti dorztie au.x séries opératoires 2 la
fois leur5xité er lelir sorrplesse" ( A . Leroi-Gourhan, "Le geste et
la Parole", 1964: 164).
2.1. Funcionalidad de los raspadores en la Prehistoria
(figura 103)14
1.2. La distribución porcentual de los raspadores en el
Paleolítico Superior
La aplicación de los estudios funcionales a conjuntos líticos
prehistóricos en los últimos quince años nos brinda un conjunto
numéricamente importante de resultados, que permite evaluar la
entidad del raspador como tipo de útil especializado.
Tanto las tipologías tradicionales como las obtenidas por análisis de atributos tienen en cuenta, para la definición de tipos, el
criterio de utilidad para dilucidar filiaciones culturales o cambios
en el tiempo.
Sin embargo la presencia de unos tipos y ausencia de otros, en
diferentes yacimientos y niveles arqueológicos, pueden corres-
IJNo incluimos en este cuadro los resultados de anilisis realizados a pocos aumentos
como los llevados a cabo por Bordes que observa una situación preferencial de los
desgastes de los frentes de raspador del Perigordiense de Corbiac (Bordes, 1973).
el análisis de raspadores neolíticos de Bagolini i Scanavini (1986) o el de raspadores magdalenienses de La Garenne (Rigaud, 1977).
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Figura 103.- Cuadro resumen de utilización de los raspadores en la Prehistoria
según análisis traceológicos con altos aumentos.
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La función más frecuente realizada por los frentes de los raspadores es el trabajo de la piel, tanto en los yacimientos paleolíticos como neolíticos. También se identifica, aunque con una importancia numérica mucho menor, el raspado de la madera, el asta
y el hueso. Una excepción concreta es el material del yacimiento
de Mureybet en el que los raspadores fueron empleados mayoritariamente para trabajar la madera por percusión. La utilización
por percusión se ha documentado también en el Paleolítico Superior en la Garenne (Rigaud, 1977).15
Sin embargo no queda claro en qué momento del procesado
de la piel interviene el raspador. Algunos analistas han propuesto
la identificación de diferentes estados de la piel durante su elaboración. Somos escépticos respecto a esta posibilidad, ya que no
pensamos que pueda distinguirse a partir de las huellas de uso el
trabajo de la piel seca lubrificada o de una piel fina humedecida
del de la piel fresca. Además en muchos casos el reblandecido se
lleva a cabo durante el proceso de secado y el estado de la materia
cambia desde el inicio hasta el final de la actividad. En nuestra
opinión es más fácil distinguir el tipo de acción, y a partir de ésta
deducir el estado de la piel (e incluso la existencia o no de un soporte en el que se apoya la piel durante el trabajo).
Pero en los resultados de análisis funcionales publicados tampoco queda claro qué tipo de acción o movimiento se realiza durante el raspado. Tal y como veremos en el epígrafe siguiente y se
refleja en el esquema de Rigaud (fig. 104), hay dos movimientos
fundamentales en el trabajo de la piel con raspadores.
COUPE
POSITIVE
1
COUPE NÉGATIVE
Figura 1 4 -Dos maneras de utilizar un raspador según A. Rigaud
0.
(1975). A la izquierda, corte positivo, con la cara dorsal en la parte
delantera durante el movimiento. A la derecha, corte negativo, con
la cara ventral en la parte delantera del movimiento.
'$Esta identificación no aparece en nuestra tabla, al no haberse utilizado para ella la
misma metodología. Sin embargo los levantamientos macmscópicos en uno de los
extremos, o los dos, del eje mayor de los raspadores es suficientemente revelador de
este género de acciones y un análisis microscópico no aportaría mucha más información respecto a la materia trabajada (dura) por las mismas razones que adujimos
al discutir sobre el empleo de cunas en experimentación. (Primera Parte 2.2.4.2).
Anderson-Gerfaud los distingue claramente:
"Theparticular dichotomy of principal use-motions idsed for
working hide in our sample: - "pushing" with the tool held at a
low angle to the working surface, often for wetter or fresher hides, and "pulling" the tool towards the user as ir is held nearly
perpendicular to the working surface, and used to work hide in a
dry state, has also been observed for stone-working tools of the
Nuniamut Eskimo, as opposed to the Plains Indians (Hayden,
1979)" (Anderson, 1987: 12).
También Wilmsen en 1968 los había descrito suficientemente:
"Thefact that the polished area on some specimens extends
over the dorsal surface suggests that some hide-scrapers (Paleoindian as well as Paleolithic) were pulled over the skin with the
ventral surface facing the direction of motion, in contrast to the
recent Eskimo practice of pushing the scraper and thus producing
ventral wear" (Wilmsen, 1968: 159).
Algunos analistas de huellas de uso no los distinguen, por lo
que nos resulta imposible saber a qué trabajo se refieren. Por
ejemplo H. Plisson et J.P. Caspar hablan de "raclage des peawl',I6
mientras que F. Collin lo denomina "grattage". En ocasiones en
las fotografías de la experimentación observamos que se refieren
a una de ellas: H. Plisson y S. Philibert realizan una acción "en
positivo" con un ángulo de trabajo bajo (Plisson, 1987: 133, fig.
11; Philibert, 1993: 134, pl .l) que identifican con un trabajo de
acabado de la piel por alisado con y sin abrasivos.
D'Errico propone un movimiento "en negativo" para los microrraspadores mesolíticos. Sin embargo si comparamos las microfotografías (D'Emco, 1984, figs. 3 y 7) observamos en algunas piezas un desgaste sin melladuras en la cara ventral (lo que indicaría un movimiento "negativo") y en otras hay desconchados
abundantes (lo cual es un indicio de movimiento "positivo")(d'Emco, 1984: 7 y 10).
Para una misma distribución del desgaste Semenov realiza el
siguiente razonamiento:
"Puesto que las huellas del desgaste están ausentes por completo de la cara ventral y sólo se observan en el borde mismo del
filo y en la parte inferior del extremo, quiere decir que la herramienta se movía, durante su utilización, frontalmente con la cara
ventral delante" (Semenov, 1957 [19811).
Keeley distingue entre "fleshing" y "scraping" pero en el primer caso no define el movimiento:
-"scraping": ...If the implement, with a steeply retouched edge,
is heldat a right angle to the worked surface... (Keeley, 1980: 51)".
Mazo propone el término cepillar, alisar y rebajar para la acción "en positivo" y el término raer o raspar para la acción "en negativo" (Mazo, 1991: 54).
Gutiérrez asocia el término raer a un trabajo bidireccional con
un ángulo de trabajo recto (ella lo llama perpendicular), mientras
que raspar y alisar serían trabajos con movimientos bidireccionales pero ángulos de trabajo agudos (ella los denomina oblicuos).
Rebajar y cepillar son para esta autora las acciones unidireccionales (Gutiérrez, 1990).
"Graner":Fmner avec quelque chose de duren entamant trés légirement la su!face.
"Racler": Frotter rudement (une surface) avec quelqire chos de dur ou de tranchant de maniire 6 égaliser au a détacher ce qui adhire (A. Rey et J. Rey- Debove diréc. [1988]. Petit Robert 1. Dictionnaire alphabétique et analogique de la
Iangue francaise).
lb
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Van Gijn cita varios ii~oviinientospara el trabajo de la piel:
"Motio~is
iriclirded bol-irrg. crrttiiig, scrnpirig, aiid skiiririirg"
(Van Gijn. 1989).
Tampoco en este caso se define exactamente el movimiento
de "scrapir~g".
Brink. en su experimentación utiliza úiiicamente el movimiento "en negativo" (Brink. 1978).
Esta distinción de dos niovimientos diferentes es importante ya
que permite diferenciar dos gestos de la cadena operativa del trabajo
de la piel, y ha producido algunas confusiones en la interpretación
(Siegel, 1984; Hayden, 1986). Dada la indeterminación existente no
podemos distinguir entre una y otra acción a partir de los resultados
publicados hasta el momento del análisis del material arqueológico.
En nuestra experimentación intentamos establecer criterios discriminantes (cfr. Pnmera parte 2.2.4.2 y Segunda Parte 3.1 y 3.2.).
Hay una proporción importante de raspadores sin huellas de
uso (fig. 103). En su reflexión sobre la tecnología paleolítica a
partir de comportamientos tecnológicos del mundo aborigen australiano Hayden indica el abandono de los útiles poco después de
su últiino reavivado:
"Edge utility was also gauged by short trials. For iizstance af
ter the fila1 resharpeiziizg of a tool, it was ofetz briejly tried aizd
then discarded, or soinetinzes izot eveiz tested at all. úz the later case it was rtsually evideilt that tlze avarzced state of retouching renderedfirtlzer effective resharpening dificult. " (Hayden, 1979b: 14)
Este mismo factor es señalado por Mason:
"Tlzis coizstant skarpeizings also accouritsfor the fact that few
specin~eizs
shows sigizs of great wear It is inzportaizf to repeat
this, that tlze constarrt use of edgitig tool rapidly wears down the
scraper blade aizd keeps the edge sharp. This accoitizts for the
i
great diffei-eirce i ~ tlie lerzght of the blades in olir cabinet and for
the fact fhat they show so little sign of use. " (Mason, 1889: 586).
Respecto a los raspadores nucleiformes, existen pocos análisis publicados y los resultados son contradictorios. En Geissenklosterle (Symens, 1988) hay dos ejemplares que trabajaron materia dura, uno que trabajó madera y otros dos que no presentan
huellas de uso. El análisis de los raspadores nucleiformes de Mitoc Malul Galben (Jardón et Collin, 1993) dio como resultado una
ausencia de huellas de uso y una presencia abundante de estrías
de percusión. De ello deducimos que se trata de núcleos.''
2.2. Funcionalidad de los raspadores según la
Etnografía de pueblos actuales y subactuales
No pretendemos afirmar, presentando este capítulo, que los
comportamientos de los pueblos cazadores actuales y subactuales
sean directamente comparables con los de los cazadores de la
Prehistoria europea. Sin embargo pensamos que sus respectivas
tecnologías son más parejas entre ellas que con la nuestra, por lo
que acercamos a las soluciones de los pueblos cazadores actuales
puede arrojar alguna luz a las cuestiones prehistóricas. Un repaso
de la información etnográfica que hemos manejado permite, por
otro lado, definir sobre que bases y condiciones nos apoyamos.
"Una vez más es el contexto arqueológico el que permitirá valorar si la ausencia de
huellas de uso se debe o no a la Función del asentamiento. En este caso podrla trat a s e de un taller en el que se hubieran abandonado algunos útiles, en otros casos
habría que considerar la posibilidad de que existiera un almacenamiento de útiles
para un uso posterior.
La información a la que Iieinos podido acceder en relación
con el uso de raspadores Iíticos por pueblos aborígenes de diferentes partes del muiido es en niuchos casos fragmentaria. Los etnólogos, más preocupados pos los aspectos sociales que por los
tecnológicos. no desci-ibeii todo el proceso. desde la fabricación
hasta el abandono de los útiles de trabajo. Las observacioiies de
etnoarqueólogos presentan un mayor interés, ya que no solo describen el utensilio y su utilización sino también el contexto en que
se emplea y la dispersión espacial de utensilios tras su uso.
Sólo hemos encontrado tres casos de utilización de raspadores
en tareas no relacionadas con el procesado de pieles animales. El
primero es el de los yilrigwa de Australia Central. Estos útiles líticos están fabricados sobre hoja o lasca, retocada o no retocada, y
morfológicamente son idénticos a los empleados en el Paleolítico
Superior europeo. J. O'Connell estudia un conjunto de veintisiete
ejemplares provenientes de excavaciones arqueológicas y recoge
información entre los abon'genes. Según los informadores Aljawara estos útiles se empleaban para vaciar tubérculos cocidos y
consumir su interior (O'Connell, 1974). Se trataría por lo tanto de
una especie de cucharas.
El segundo caso es citado por Gallagher en su publicación sobre le trabajo de la piel con raspadores entre los Gurage etíopes:
"One iilforniaizt did state tlzat the sarile oval scrapers were
used in old days to iiiake spoorzs fronr Irortz. " (Gallagher, 1977)
(fig. 105).
En tercer lugar, en el análisis funcional de utillaje lítico australiano, Gould, Koster & Sontz demuestran que las lascas con filos abruptos o purpunpa (algunas de las cuáles son tipológicamente raspadores) se emplean como azuelas para trabajar la madera. El retoque se realiza por presión entre los dientes (Gould et
alii, 1971).
Existen en la bibliografía otras sugerencias respecto a la
función de los raspadores sin base etnográfica, experimental ni
traceológica. Por ejemplo, Cox pretende un uso de los raspadores como cucharas para extraer la médula de los huesos que es
contestado por Over, quien defiende que su función está relacionada con el trabajo de la madera (Cox, 1937; Over, 1937).
Ray experimenta con los raspadores del Noreste de Missouri y
llega a la conclusión de que son muy eficaces para cepillar o
raspar (Ray, 1937).
El resto de los usos documentados refieren diferentes estadios
en el proceso de elaboración de las pieles.
2.2.1. Fabricación, reavivados y mangos
Pocos autores inciden, en sus descripciones del trabajo con
raspadores, en la forma de retocarlos inicialmente. Los raspadores
utilizados por los Gurage se fabrican con lascas de unos 6 cm. de
y
longitud, por 4 cm. de a~ichura 2 cm. de grosor. Gallagher describe el gesto del retoque como sigue:
"The blank is held in one haizd, veiztral side up. The forefingers are placed directly uizder the spot where ajlake is to be detached. Work generally starts o11the dista1 eizd where a scraper edge is nzade... Tlzen tlze bulb is thiizized or reinoved. Finally the lateral edges areJlaked to rnake the piece izarrower and sornewhat
thinizer ifit is specially thick" (Gallagher, 1977: 41 0).
Después de conformar el utensilio se presta una especial atención al filo de trabajo:
"The retouch frequently iilvolvesfirst takirrg a few very lighr
strokes otz the edge to streizgthen ir. This iizay also be accornplished by rubbing the edge with the haininerstoize" (Gallagher,
1977: 410).
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Provenance
i
1
support
état de la peau
addififs
animal
amincir
-
pendue
seche
eau
vache
Tehuelche
méridional
amincir
-
sol
seche
-
guanaco renard
autruche vache ?
Tehuelche
méridional
amincir
-
sol
seche
-
guanaco
Sellc'nam
amincir
-
sol
seche
-
guanaco renard
Yamana
amincir
-
sol
skche
-
phoque renard
Tchouktchi
assouplir
+
bois
seche
eau ?
renne
Indiens
d'Amérique
du Nord
amincir
asseuplir
épier
-
+?
tendue
sol
seche
eau
cendre
cerf
buffaco
assouplir
0
action
Guraghe
9
but de travail
+
urine
phoque
semi-seche
+?
?
skhe
humide
Figura 105.- Utilización de raspadores por pueblos actuales y subactuales
El raspador debe ser lo suficientementegrueso como para soportar sucesivos reavivados y lo suficientemente reducido como
para entrar en el orificio del mango.
También las mujeres tehuelche retocan los bordes laterales de
los raspadores para que no corten los tendones que sirven para fijarlos al mango. El retoque se realiza por contragolpe:
"Se toma la lasca (fragmento de vidrio) o el raspador de vidrio o piedra, y se coloca sobre un canto angosto - un aro de metal
de unos 10 cm. de alto y un diámetro de 25 cm., o una piedra aguzada apicalmente- que obran como yunque. Se la sujeta allí con
los dedos índice y pulgar puesta apoyada sobre la cara en que debe producirse el retoque...g olpeando apenas su borde activo va
produciendo sobre él ... las saltaduras que habrán de crear elfilo
o activarlo ... " (Casamiquela, 1978 en: Mansur, 1986: 144).
R. Feustel recoge otra técnica por contragolpe, aunque colocando el raspador a la inversa (el talón de dónde parte el retoque
se apoya sobre el yunque y la percusión se aplica sobre la cara
dorsal del soporte que se retoca):
"Die Gegenschlag-Technik" unterscheidet sich von der technique bipolaire dadurch, dass nicht mehr direkt vom Percuteul; sondem allein vom Amboss aus, insofem also nur indirekt, der Arbeitsgegenstnnd zerlegt wird. '"eustel,
1973: 52-53 y Abb. 23) (fig.106).
Más arriba hemos mencionado una técnica más para el retoque de los piezas líticas similares a los raspadores: por presión entre los dientes (O'Connell, 1974).
Los raspadores empleados en el trabajo de adelgazado de la piel
precisan ser reavivados a menudo. Hemos encontrado explicaciones
de cómo se lleva a cabo este reafilado entre los curtidores gurage etíopes. Para raspar una piel entera hacen falta cuatro raspadores líticos
que van insertados en dos mangos (dos raspadores por mango) (fig.
107 D), de manera que cuando se reaviva hasta el límite uno de los
raspadores se da la vuelta al mango y se emplea el otro.
Según Gallagher cada 100 movimientos aproximadamente se
reavivan los raspadores sin extraerlos del mango.
...the handle is tumed upside down, exposing the ventral surface of the scraper. The gundane is held in one hand, and the
scraping edge is retouched exceedingly gently with the iron hammerstone to even and resharpen the edge (Gallagher, 1977: 41 1).
En la descripción del empleo de este mismo tipo de utensilios
etíopes, Clark & Kurashina a f i i a n que el reavivado se produce
cada 15 ó 20 movimientos:
"After 15-20 scrapes the scraper has to be resharpened and
this done by "brushing" the edge with the ironfabricatol: Sometimes when the angle between the ventral and dorsal faces becomes
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Figura 106.- a), b) y d) Raspadores de la Grotte Gazef con marcas
de impacto y fracturas en el punto donde converge el retoque de raspador. e) Microfotografía de L s punto de impacto en el raspador a.
o
0 Técnica de retoque empleada por aborígenes americanos
(según Feustel, 1975) que produce este tipo de huellas.
too steep- a rejuvenatingflnke is struck to removes the whole of
the scraping edge. " (Clark & Kurashina, 1977: 308).
De este reavivado resulta una reducción de la longitud de la
pieza de lcm. por hora. Además la delineación en planta del filo
de trabajo y el ángulo del filo se ven progresivamente modificados. El filo de trabajo formado por la cara ventral y dorsal pasa de
una media de 44" a unos 57". Este intervalo corresponde bien con
el que proponía Wilmsen para los raspadores paleo-indios destinados al trabajo de las pieles (Wilmsen, 1968).In
Los Tahltan también reafilan los raspadores durante su utilización, pero parece que la vida de estos útiles Iíticos es mucho
mas larga. La razón puede ser el hecho de que son fabricados
con basalto y que se emplean en la fase de reblandecido de las
pieles que no precisa de filos muy agudos (al contrario que en el
adelgazado).
"Dressing stones appear to have a long life span. Two or three
hides can be dressed with a tool before it requires resharpening...
With continued use and resharpening, tools become smaller iiz size
and may dzTer in shapekom newly mnufactured tools. " (Albright,
1984: 57-58).
ISEsteautor realiza un análisis de agmpaciones de ángulos de frente de raspadores
paleo-indios y llega a la conclusión que los raspadores para piel tienen ángulos de
filo entre 46" y 55" y que en los raspadores para madera el ángulo del filo es más
abrupto (Wilmsen, 1968).
Figura 107.- Raspadores experimentales enastados. A- Mango de madera con hendidura en la que se inserta el raspador que luego es atado
con tripa. B- Reproducción de mango tehuelche septentrional; los dos
raspadores están insertados en posiciones opuestas y pegados con un
mastique. C- Reproducción de mango de la llanura de L s Estados
o
Unidos, realizado con una rama, aprovechando el encuentro con otra
para conseguir la inclinación adecuada del raspador con respecto a la
zona de agarre del mango. D- Reproducción de mango guraghe; dos
raspadores son situados en posiciones opuestas insertados en el mango
y pegados con un mastique; el agujero central del mango facilita el agarre. E- Mango realizado con un hueso de cordero cuya espongiosa ha
sido eliminada; el raspador va insertado en la diáfisis y pegado con
mastique. F- Mango de madera con un escalón esculpido que sirve
para situar el raspador; este va atado con tripa al mango. G
Reproducción en madera de una navette magdaleniense; los raspadores
insertados en el mango en posiciones opuestas van luego asegurados
mediante una atadura de tendón. H- Astil de ciervo cuya espongiosa ha
sido eliminada para introducir el raspador y pegarlo con mastique.
El reavivado continuo de los raspadores esquimales es también descrito por el lugarteniente Stoney según Mason:
"Lieutenant Stoney, speaking of his experience at Kotzebue
Sound, says that the leather-worker is incessantly touching up his
scraper edge with the chippec and that in time he wears it out to a
mere stub. This constant sharpenings also accounts for the fact
thatfew specimens shows signs of great weal: It is important to repeat this, thar the constant use of edging tool rapidly wears down
the scraper blade and keeps the edge shalp. This accounts for tke
great difference in the lenght of the blades in our cabinet and for
the fact that they show so little sign of use. " (Mason, 1889: 586).
La mayor parte de los raspadores utilizados en el trabajo de
las pieles documentados se emplean insertados en un mango. Sólo hemos encontrado una mención de uso sin enmangar:
"Sometimes largec broad flakes were retouched as scrapers,
when this happens, they are not mounted in the handle but used
directly in the hand in the sume way. " (Clark, 1981: 74).
Los raspadores gurage están insertados en orificios opuestos
en el mango. Se trata en realidad de una modalidad de raspadores
dobles. Su posición con respecto al eje mayor del mango tiene
una inclinación entre 110" y 120" (fig. 108)j9.Las piezas líticas
quedan fijas con mastique en los orificios rectangulares practicados a tal efecto. Un orificio en la parte proximal del mango facilita el agarre durante el trabajo.
'YAgradecemos colaboración de S. Beyries y J. Tixier que nos permitieron el exala
men de un ejemplar de su propiedad.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Figura 108.- Raspadores guraghe según Clark & Kurashiia (1981).
Arriba se observa la reducción de la parte sobresaliente del mango
del raspador de la derecha por el retoque intensivo, a diferencia del
raspador de la izquierda que no ha sido retocado. A la derecha se
aprecia el cambio de tamaño, de morfología y de ángulo del filo del
raspador por el uso y el reavivado.
Otros casos de enmangue de dos raspadores se documentan
entre los indios de Patagonia. Se trata de los tipos tehuelche septentrional y Selk'Nam . Las piezas líticas están dispuestas en ellos
a modo de hojas de cepillo de carpintero y se fijan con resina en
el primer caso y con ligaduras de cuero en el segundo (fig. 105)
(Mansur, 1986).
La disposición lateral oblicua con respecto al eje mayor del
mango se documenta también entre los indios de la Llanura de
América del Norte, indios Pueblo y indios Gros Ventres de Dakota (Mansur, 1986: fig. 8; Mason, 1891: Iám. XCI, 1 y XCII, 2)
(fig. 105). Sin embargo en este último caso el raspador está atado
con piel "so as to be removed easily for resharpening" (Mason,
1891: Iám.XCIi, 1). Mansur atribuye a este tipo de raspadores un
uso por raspado en "acción negativa" mientras que Mason habla
de una utilización por percusión como si se tratara de azuelas de
carpintero. En la figura publicada por este último se aprecia la
disposición del raspador a la inversa, con la cara ventral hacia la
parte distal del mango, lo que facilitaría la posición del filo activo
con respecto a la materia trabajada en este movimiento.
Un ejemplar hallado en una cueva de Sudáfrica estaría fijado
al mango (que no tiene ninguna perforación ni preparación especial) mediante una bola de resina, como se desprende de la comparación de un mango, con resina adherida pero sin pieza Iítica,
que se conserva en el Albany Museum (Deacon & Deacon, 1980).
La pieza Iítica presenta una inclinación similar a las de los mangos
patagones y etíopes respecto al eje mayor del mango (fig. 109).
Los raspadores esquimales también se sitúan en posición inclinada respecto al mango pero su uso es diferente. El movirniento que realizan presenta la cara retocada delante (acción positiva)
(fig. 105).
Los indios Tehuelche meridonales sitúan sus raspadores en
posición distal, a continuación del eje mayor del mango atados
con tendón (fig. 105)
Figura 109.- Raspador montado en resina de Boomplaas Cave. La
vista de perfil muestra la posición sugerida de la pieza lítica en relación al mango, basada en la comparación con el ejemplar C981 del
Albany Museum. (Según Deacon & Deacon, 1980).
El último ejemplo de enmangue de raspador que queremos señalar es el utilizado por lapones y los tchouktchi de los alrededores del estrecho de Benng (Leroi-Gourhan, 1952). En una pieza de
madera alargada se sitúa la raedera en su parte central y se preparan los dos laterales para empuñar el utensilio con las dos manos.
La pieza litica es un lasca cortical con un desgaste mate muy pronunciado. Se destina al reblandecido de las pieles de reno. Este útil
recuerda en gran manera a los empleados por los curtidores desde
la Edad Media. También en ese caso la hoja que trabaja se sitúa en
una posición central del útil. Se emplea a dos manos para trabajar
la piel que se apoya sobre un caballete (fig. 105).20
Hasta el momento hemos descrito los testimonios etnográficos
de raspadores y sus mangos, falta inscribir estos útiles en su contexto funcional. A partir de ahora detallaremos los gestos y las materias de manera que podamos reconstruirlos experimentalmente
con objeto de comprobar si son traceoIógicarnente identificables.
2.2.2. Integración del raspador en la cadena operativa del
trabajo de la piel
La descripción de los procesos de trabajo de la piel y de los
útiles empleados es en muchos casos fragmentaria. A la gran
En el Museo de Stavelot (Béigica) y el Museo de Artes Populares de Lieja (Bélgica)
hemos podido observar útiles similares provenientes de talleres artesanales de época
histórica en los que la hoja del raspador es un fragmento de vidrio muy desgastado.
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variedad de métodos puestos eri práctica por diferentes pueblos
se suma el hecho de que el proceso también es distinto según el
tipo de picl. su laiiiaño. su contenido en grasa y pelo y el uso al
que vaya a destinarse. Por ello vamos a empezar describiendo las
fases principales de la cadena operativa junto con los útiles que
intervienen. los gestos de ti-abajo y los aditivos que se emplean
para la elaboración de cada tipo de piel. El raspador puede utilizarse en una o eri varias de estas fases. Sin embargo en algunos
casos se emplea otro tipo de útiles de hueso o metal para determinadas tareas. Haremos referencia a estos otros útiles, que no
son objeto de nuestro trabajo, mediante una sucinta descripción.
Hemos elegido proceder por este orden ya que, aunque tiene el
inconveniente de no seguir la cadena operativa de forma lineal,
presenta la ventaja de poder comparar diferentes caminos a seguir para llegar a un mismo objetivo.
El desollado se lleva a cabo sin útiles o con un cuchillo afilado. Sólo hemos encontrado la descripción en el caso de los indios
de América del Norte (Mason, 1891).
El primer paso tras el desollado de un animal es el descarnado, que consiste en la eliminación de los restos de carne y grasa
que hayan quedado adheridos a la piel. Esta fase es más importante en el caso de animales con alto contenido en grasa, como
las focas. Robbe refiere el uso por los esquimales Ammassalimiut de un útil de hoja afilada (el rsake) para este menester (Robbe, 1975). La piel se extiende en el suelo o se sostiene con la otra
mano. Los indios de América del Norte se sirven de un útil dentado de hueso que se emplea por percusión sobre la piel colgada
de un tronco (Schaefer, 1973: fig. 3 y 4). Mason menciona la
existencia de una tabla sobre la que se apoyan las mujeres esquimales: "tlie skin tlteit laid o11a board, and with the woinank knife tlte r~~eritbraite
r~rzderr~eath blubber is separated fron~the
tlze
skiii" (Mason, 1891: 561)
Tras el descarnado, la piel se extiende para el secado sobre el
suelo (patagones), en bastidores (indios de América del Norte) o
clavadas en las paredes de las casas (lapones y esquimales). Sólo
en los lugares más fríos (esquimales y lapones) se señala el sol
como una ventaja para el secado. En el resto de los casos el sol es
un inconveniente ya que produce manchas en la piel.
El segundo paso es el adelgazamiento y preparación de las pieles para agregarles sustancias curtientes por raspado. El raspador
Iítico es empleado mayoritariamente en este trabajo. Tanto los raspadores de Patagonia (Mansur, 1986) como los Gundane etíopes
(Clark y Kurashina, 1981) intervienen en esta fase de la elaboración. En el primer caso se trabaja en seco, en el segundo, la piel es
remojada continuamente. En esta fase se extraen virutas de piel:
"Ce travail rl'est pus destiné a rtettoyer la partie irtterne de
la peau corrinte orz le slrppose couramntent, rnais b l'aniinicir
darts le véritable serts dtd nzot, c 'est d dire en enlévanr des lambeairx poirr ert dirnirluer son épaisse~tr quelqires inillim2tres"
de
(Mansur, 1986: 148).
Los indios Sioux realizaba el adelgazado con el weitbaja un
raspador enmangado y usado a modo de azuela.
Los esquimales remojan continuamente la piel de foca seca
en esta fase del raspado. Se raspa con el kililerriek" y luego se
frota con grasa y se vuelve a escurrir con el mismo útil.
"Le kililrr~~ek 111i grnftoirfíir d'irne se~rle
rsl
piice irrbtolliqiteplnre d'rrn rnillin~?fre
d'bpnissrrir; pliée de relle 17imtiire9ire les deux exfreinifbs,unefois repliées e f érrnssées, doniierir ln fornie er nssurent lo rigidiié de l'instrunieiit" (Robbe, 1975: 203).
Los lapoiies i-aspaii la piel por el lado de la carne primero con
una hoja iiietálica dentada por uno de sus lados y emplean esta
parte para iniciar cl raspado. dejando la parte lisa de la hoja para
el acabado (Delaporte et Roué. 1978). Después la engrasan con
aceite de hígado de pescado. harina y sal.
La tercera fase es la eliminación del pelo y de la flor. La finalidad de la eliminación de la flor o epidermis es perniitir la absorción de las sustancias curtientes. El depilado puede hacerse
afeitando el pelo con un útil cortante o un raspador. Schaefer describe el 1-aspadode la piel tensada con este propósito. Es necesario que el raspador esté afilado. El movimiento es en acción negativa.
"Wi~h rrrck of the skin irpperinost o17 the fraine, tlze handtlte
led scmpei- is rtsed i7 a dowr~wai-d
r
inotiorz ir1 tlze sai~ie
directioit
in wich tlte llair lais ... Tltis grairz nzzistbe removed, one way o r
aiiotlier; to produce i~eliretsoft buckskiri. Tlie scraper rizade arld
sliarper~ed
pr-oper-/ywill get the grairi off' (Schaefer, 1973: 16).
Otra manera de eliminar el pelo consiste en dejar macerar la
piel en agua. o en agua con cenizas, huevas fermentadas o con
orina, de manera que comience el proceso de putrefacción (Mason, 189 l). Entonces se arranca fácilmente el pelo con la mano o
con un útil no muy cortante, como el que utilizaban los indios
Naskopi, consistente en un radio de reno un poco afilado en su
parte central que se agarra con las dos manos de las dos epífisis.
Los indios de California empleaba una costilla de alce para tal
fin y los Navajos un cubito de ciervo.
Los indios de Pitt River eliminaban la flor de la piel empleando la ceniza como abrasivo.
En algunos casos se añaden sustancias curtientes ylo impermeabilizantes. Los esquimales introducen grasa por frotamiento
durante el último reblandecido a mano. Los Lapones colocan las
pieles sobre ramas de abedul, que tiene propiedades curtientes,
para construir las tiendas.
En Norteamérica los indios convertían las pieles en gamuza
o ante para la elaboración de vestidos. Para ello se emplean los
sesos como sustancia lubricante e impermeabilizante, que se
aplica a la piel antes de ahumarla.
Eliminación de sustancias curtientes. Los lapones de Kautokeino eliminan la mezcla de grasa y harina con ayuda de su raedera manejada a dos manos (jiek'ko) (Delaporte et Roué, 1978).
El reblandecimiento de las pieles puede llevarse a cabo por
frotamiento con útiles no cortantes o a mano. El fin que se pretende en esta fase es desagregar las fibras de la piel que han quedado compactadas tras el secado. Además se homogeneiza la superficie, eliminando cutículas que aún queden en la piel.
Entre los aborígenes de la Patagonia se consigue dar a la piel
morbidez mediante el sobado a mano y la aplicación de tierra roja y grasa sin útiles.
Se documenta entre los Tuski el uso del ocre para el reblandecimiento (Mason, 1891: 566).
Los lapones reblandecen también a mano e introducen grasa
al mismo tiempo. Robbe menciona el reblandecimiento de la piel
mediante una pieza de madera de 80 cm. de largo en cuya extremidad se sitúa una pieza metálica plana con ángulos redondeados.
La piel se coloca sobre el suelo y es frotada con este instmmento.
La receta de fabricación de ante a la manera india que recoge Schaefer, comprende el raspado y batido de la piel tensada en
el bastidor con un palo largo de extremidad redondeada (Schaeffer, 1973: 26).
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Un trabajo similar es el que realizan las mujeres Tathlan en
Canadá con un útil de piedra tallada enmangado en una larga
pieza de madera. Para ello la piel se encuentra tensada en un
bastidor.
"The dressing tool is used with two hands, one grasping the
hafted stone pushes with some force against the skin, the other
hand grasping the end of the handle pulls towards the body. This
dressing action completes softening of the skin by taking off remainig cutticles offlesh, thins it and makes it more porous so that
smoke can penetrate it. The stretching frame is turned so that al1
edges and both sides can be worked" (Albright, 1984: 56).
Para este trabajo el útil no debe ser muy cortante:
"A sharp edge is considered undesirable for softening hides
since ir would tear the skin. " (Albright, 1984: 57).
La piel en este momento está húmeda y va secándose al
tiempo que se trabaja.
Entre estas mismas poblaciones canadienses se emplean lascas pequeñas sin mango para reblandecer las pieles más pequeñas, lo cual requiere mucho menos esfuerzo. También se utilizan
para reblandecer las prendas de vestido tras su lavado (que tradicionalmente se hace con orina). Estos útiles tras un uso continuado presentan filos muy pulidos (Albright, 1984: 58).
El reblandecimiento de la piel se realiza en muchos casos
con una cuerda tensa que sirve para frotarla con un movimiento
de vaivén y con piedras abrasivas (Mason, 189 1 : 572).
Además de los útiles empleados en la curtición, el trabajo de
la piel para la elaboración de objetos acabados requiere de otros
utensilios y técnicas que no son objeto del presente trabajo. En
el caso de que las pieles se cosan son necesarias leznas para
agujerearlas y agujas de coser. Como curiosidad señalemos el
tejido de tiras de piel para la elaboración de vestidos con pieles
pequeñas:
"A menudo las pieles mejores y más calurosas proceden de
mamljCeros relativamente pequeños. En la mayoría de los sitios
la solución consiste en coser las pieles, pero muchos indios norteamericanos utilizan una técnica de tejido. Esta es especialmente común en Utah y Nevada, donde los únicos animales numerosos son los conejos. Las pieles de conejos se cortan en tiras y se retuercen sobre sí mismas formando una larga soga de
piel, o se enrollan alrededor de una cordel. Los cordeles se tensan luego sobre un armazón, constituyendo una urdimbre, y las
sogas de piel o los cordones cubiertos de piel se emplean a modo de trama en una técnica sencilla de tejido. El resultado es
una túnica o manta suave y cálida en lugar de una prenda entallada " (Beals y Hoiser, 1974: 409).
La elaboración de las pieles finaliza con su decoración. Hemos encontrado referencias respecto a al uso de ocres y colorantes en Patagonia y América del Norte para pintar las pieles, sin
embargo no se ha documentado el grabado de la piel.
3. EXPERIMENTACI~N
CON
RASPADORES
El análisis traceológico de los raspadores arqueológicos se
ha basado en dos experimentaciones específicas. La primera tenía como objetivo evaluar la influencia de algunas variables en
el desarrollo de las huellas de uso en los frentes de los raspado-
res y en las huellas de enmangue. Para ello hemos probado cada
variable en acciones aisladas de duración limitada.
La segunda experimentación se centra en las modificaciones
morfológicas de los raspadores como consecuencia de las diferentes acciones a las que son sometidos: la fabricación, el enastado, la utilización sobre la piel y el reavivado. Esta experimentación se fundamenta en las bases etnográficas tratadas en el capítulo precedente y ha sido realizada tras un primer examen de
una serie de raspadores de la Grotte Gazel. Tiene como objetivo
la reconstitución de una cadena operatoria completa.
3.1. El trabajo de la piel y de la madera con
raspadores de silex: estudio experimental
de algunas variables que intervienen en la
formación de las huellas de uso en raspadoreszz
3.1.1. Objetivos de la experimentación y elección de variables
La finalidad de esta experimentación era probar si es posible
reconocer las condiciones de trabajo con la observación de las
huellas de uso presentes en los raspadores. Hemos elegido algunas variables que a priori podían influir en la presencia y/o el
desarrollo de las huellas de uso.
Figura 110.- Mangos y enmangues experimentalesde raspadores.
1- Mango recto. 2- Mango para las manos. 3- Mango con inclinación de
45". 4- Mango con inclinación de 90".a) Enmarque con mantique. b)
Enmarque en madera hendida con atadura. c) Enmarque con atado.
" Este estudio ha sido realizado en colaboración con Femand Collin, en la Universidad de Lieja en 1989 (Collin et Jardón, 1993).
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Dos materias, la piel y la madera fueron raspadas en acción
positiva y negativa. Se trabajó una piel de vaca en dos posiciones : colocada sobre el suelo y tensada con cuerdas en un bastidor de madera. Se cortaron troncos de 1-20 m de longitud de pino verde de 15 cm de diámetro sin descortezar. Durante el raspado los experimentadores eliminaban primero la corteza y luego las fibras de madera, siguiendo siempre la dirección de las
fibras
Los mangos tenían formas que permitían la disposición distal de los raspadores con ángulos de O", 45" y 90" en relación a
su eje mayor (fig. 110). En los mangos en codo, el raspador estaba colocado con la cara dorsal tocando la parte interior o la
parte exterior del mango.
Estas disposiciones de las piezas en los mangos tienen correlación en con los ejemplos etnográficos (fig. 105). El tipo l
es similar a los mangos tehuelches meridionales (Mansur,
1983). El tipo 2 se documenta entre los Tchouktchi (LeroiGourhan, 1952) y los Lapones (Delaporte et Roué, 1978). El tipo 3 ofrece paralelos con los enmangues de los Tehuelche septentrionales (Mansur, 1983), los Indios de América del Norte,
los Gurage de Etiopía (Clark, 198l), así como algunos raspadores esquimales americanos (Mason, 1891). El tipo 4 se parece
al de las tribus de las llanuras (Schaefer, 1973), al de los indios
Selk'Nam de Tierra de Fuego (Mansur, 1983) e incluso a los
enmangues de los raspadores holocenos de África del Sur (Deacon & Deacon, 1980).
Los enmangues experimentales eran de tres tipos : inserción
del raspador en una madera hendida y atado con tripa, introducción
del útil en un agujero practicado en la madera y fijado con una
mezcla de resina y cera y atadura simple del raspador con tripa.
La parte no enmangada del raspador sobresalía 1, 2 ó 3 cm
del mango. Esta variación se estableció para evaluar la posibilidad de fracturación de la pieza Iítica durante el uso.
Cada experimentador utilizó un solo tipo de mango. En total, cada uno de ellos disponía de 18 raspadores para raspar la
madera, la piel apoyada y la piel tensada, ejerciendo dos movimientos (acción positiva y acción negativa), salvo en los casos
en los que la forma del mango impedía el trabajo en positivo. El
tiempo de trabajo se limitaba a 15 minutos, sin reavivado del
frente del util.
La combinación de todas estas variables constituyó un conjunto de 360 raspadores experimentales enmangados, que representaban cada uno de ellos un caso único respecto a una variable y compartían con otros el resto de las condiciones experimentales.
Se controlaron las otras variables no definidas por nosotros
pero que intervenían en el trabajo: la morfología del frente, el
ángulo del frente, el ángulo de enastado, el ángulo de trabajo y
los factores personales introducidos por los individuos.
La morfología del frente es descrita por su forma general o
delineación (recta, semicircular u ojival), su inclinación (hacia
la derecha, hacia la izquierda o en el eje), y la morfología del filo activo (regular, sinuoso o denticulado). Estos criterios pretenden determinar si la distribución de las marcas está en rela-
" El ángulo que hemos medido, denominado dngulo de trabajo es el que Unrath et
aiii (1986) llaman "angle de contact" y Mazo (1991) "ángulo de destalonado".
ción con la forma del frente. Para detectar si se Iiabían producido nuevos desconchados en los frentes retocados, grabamos con
vídeo la imagen de lodos los frentes.
Durante la experimentación cada participante anotó indicaciones relativas a la eficacia y a los resultados de su acción sobre la materia. Cada uno de ellos dibujó un croquis sobre la forma de sujetar el mango.
Medimos los ángulos de los frentes de raspador y los ángulos de trabajo con un goniómetro fabricado con un transportador al que se atornilló una lengüeta de plástico fijada en el punto cero. Se considera como ángulo de trabajo en todos los tipos
de acción el ángulo delimitado por la cara ventral del raspador
y la superficie de la materia trabajada.13
3.1.2. Muestra
Para el análisis microscópico apartamos 288 raspadores
después de realizar una selección eliminando las piezas utilizadas poco tiempo. Para el análisis estadístico de los datos de la
experimentación y del análisis microscópico sólo tuvimos en
cuenta los raspadores que habían llegado a trabajar 15 minutos,
a fin de asegurar que las marcas fueran comparables.
3.1.3. Análisis microscópico
La observación microscópica de las piezas experimentales
fue realizada con dos microscopios ópticos de luz reflejada (Nikon Optiphot et Olympus BHM equipados con oculares de 10x
y objetivos de 5x, 10x, 20x y 40x) y de una lupa binocular (Nikon SMZ). Este equipo pertenece al Service de Préhistoire de
1'Université de Likge, al Institut Royal des Sciences Naturelles
de Belgique y al Departament de Prehistoria i Arqueologia de la
Universitat de Valencia.
La limpieza se efectuó con detergente neutro líquido, CIH
diluido al 5% y agua oxigenada de 100 vol. Cuando se realizaron varias observaciones las piezas fueron limpiadas de nuevo
con acetona o alcohol.
Los índices traceológicos que se registraron son los que parecen en la ficha de registro elaborada para esta experimentación (fig. 11l).
3.1.4. Resultados
No se ha determinado ninguna constante absoluta de los intentos de correlación entre las huellas de uso registradas (distribución y extensión de los pulidos de uso y de enmangue, distribución sobre la microtopografía, desgaste del borde, presencia
o ausencia de desconchados y de estrías y sus tipos) y las variables de la experimentación (morfología de la pieza, ángulo y
forma del frente, materia trabajada, acción, ángulo de trabajo,
ángulo de enmangue y tipo de mango).
Sólo algunas tendencias subrayan la interacción de ciertos
parámetros con los estigmas de uso:
-Materia trabajada y rzaturaleza del contacto
Fueron trabajadas dos materias: la piel de vaca seca humidificada y la madera. La dureza del contacto en le caso de la
piel varió según se trabajase la piel tensada en un bastidor o
apoyada en el suelo.
Estas diferentes condiciones de contacto influyeron en el desarrollo, la distribución y la extensión de las huellas. Los micropulidos producidos por el trabajo de la piel apoyada y los de la
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- N" d'inventaire
2. rebreussées
3. en marche
4. 1+2
- Longueui
- Largeur
5.2+3
6. l+3
7. 1+2+3
- Epaisseur
- Morphologie front
l. droit
2. detni-cercle
3. obival
1. droit
2. droite
3. gauche
l . droit
2. sinueux
3. deiiticulé
- Localisation
- Localisation des stries
-Type de manche
3. os
4. peuau
l . gauche
2. centre
3 . droite
5. autre
- Matikre emmanchement
1. boyau
2. tendon
3. cire
1 -Matikre travaillée
1. peau posée
2. peau tendue
4. résine
5.3+4
3. bois
4. peau tendue, détendue
3.3 cm
3. humideltrempée
4. fraisltrempée
5. humidelgrasse
6. ocre
7. tannée
9. indéterminable
2. Négative (-)
3. Positive et
négative (=, -)
-Additifs
-Temps d'ussage
-Angle de travail
- Fracture de i'outil
0. non
1. oui
- Fracture du manche
O.non
1.oui
- Fracture emmanchement
- Esquillement i I'emmanchement
1
1
1. droitier
2. gaucher
1. bon
2. mauvais
- Efficacité du travail
0. non
1. oui
1. oui
l . oui
confortable
1. oui
- Localisation de I'IUZ
- Localisation de Z'iT
-Type d'IUZ et de ZTT
1. IUZ isolé
2. IUZ plus ou moins complktement superposée i une autre IUZ
4. N Z couverte par une substance d'emmanchement
5. Z'IT due 2 la retouche intentionnelle
6. Z'IT due i la préhension directe
7. ZTT due 2 l'emmanchement
8. Z?T due a une abrasion intentionnelle
9. Bripht spot
10. Z7T de débitage
11. ZTT diffuse comme altération
12. denticulé des bords
0. pas d'émoussé du bord
1. émoussé microscopique prononcé
3. émoussé macroscopique léger
4. émoussé macroscopique prononcé
O oui
.
1. dks le départ jusqu' au moment auquel la pikce a
commencé i bougr
- Limite du poli (endroit oG il s'arrete)
2. droite
l. continu
3. spots rares
2. discontinu
4. spots fréquents
- Intensité dans la répartition
- Intense
1. gauche
- Modéré
2. centre
- Faible
3. droite
-Caractkre du poli
1. tipique
2. atypique
-Localisation écaillures front (F.V.)
-Type d'écaillures et no
1. normales
1. abondantes
(F.D.)
- Extension maximale micropoli (F.V.)
- Mouvement de i'outil/manche
1. gauche
3. rares
- Extension maximale micropoli
- Efíicacité de I'emmanchement
0. non
2. présentes
- Émoussé
- Expérimentateur
1. femme
2. homme
l. superficielle
2. profonde
3. additive
4.colinatée
-D'emmanchement
0. non
- État de la matikre travaillée
1. positive (=)
1. longue
2. courte
- Quantité de stries
- Travail
- Contact pikce - emmanchement
O No an IUZ
.
1. frais ou vert
2. skche
6.2+3
7. l+3
1
O. non
- Contact pikce - manche
1
1. lage
2. étroite
1. abondantes
2.2 cm
4. 1+2+3
5. 1+2
-Types de s t k s
6. chanvre
7. bois
- Sailie de I'outil
1.1 cm
des écaillures bord gauche
- Localisation des écaillures bord droit
-Angle front
l. bois
2. bois de cervidé
2. presentes
3. rares
4. localisées
J . peu développé
en microns
en microns
4. 1+2+3
5.1+2
6.2+3
7. 1+3
- Extension du poli
1. limité au ti1 du tranchant
2. limité au front
3. couvrant
Figura 111.- Datos experimentales y traceológicos registrados en la experimentación sobre mangos y enmangues de raspadores.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Figura 112.- a) Filo de raspador utilizado experimentalmente en acción negativa para raspar una piel tensada durante 15 minutos. 200x.
b) Pulido y desgaste producidos por el trabajlo de la piel seca con estrías orientadas. 200x.
c) Borde de raspador experimental con pulido producido por el trabajo de la madera. 200x.
d) Arista dorsal de un raspador experimental con puntos de pulido producidos por un mango de madera. 200x.
madera son característicos (cfr. capítulo 2.2.4.2) (fig. 112b y c).
El pulido producido por el trabajo de la piel de vaca tensada es
completamente diferente que lo que se considera como "pulido de
piel" típico (fig. 112a). Es brillante, ocupa las partes altas de la
microtopografía y recuerda el aspecto de los micropulidos producidos por el trabajo de las materias duras animales. Se extienden
y se desarrollan poco, incluso con tiempos de trabajo de 15 minutos. El desgaste del borde rara vez se produce.
Algunos experimentadores trabajaron la piel apoyada en acción positiva sobre una tabla de madera. Las huellas resultantes
son también diferentes, pues este tipo de soporte favorece la aparición de tantos desconchados escaleriformes como los que se
producen por el trabajo de la madera.
- Acción
El trabajo en corte negativo (fig. 104) debe producir menos
levantamientos sobre la cara ventral que la acción en corte positivo por razones ligadas a la mecánica de fracturación. En el gráfico de la figura 113, se observa que la presencia de melladuras en
la cara ventral no es despreciable. Esto puede ser debido a un movimiento involuntario de vaivén. En todo caso el trabajo en corte
positivo produce descamaciones más grandes que las que se observan en los raspadores esquimales (Nissen & Dittemore, 1974).
La extensión del pulido sobre la cara dorsal y ventral no está
en relación con la acción, sino con el ángulo de trabajo y el ángulo del frente.
No se han observado nuevas melladuras macroscópicas sobre
la cara dorsal del frente de los raspadores, en relación con la grabación en vídeo.
- Mangos y huellas de enastado
No es posible distinguir el tipo de mango a partir de la distribución de las huellas de uso sobre los útiles.
Se han observado pocas huellas de enmangue. El enastado con
una mezcla de cera y de resina no deja huellas. Las ataduras con tripas y el contacto de la arista dorsal con la madera de mango dejaron algunas veces ligeros pulidos, de desarrollo discontinuo. Su extensión es demasiado reducida y no es posible identificar una materia de contacto. Es difícil distinguirlas de las huellas tecnológicas,
que se producen sobre las aristas de las hojas durante la talla.'"
Hemos observado en el microscopio metalográfico hojas no utilizadas. Sobre las aristas dorsales de las hojas y las lascas descubrimos la existencia de puntos de pulido atipico. Pensamos que la arista dorsal de las hojas ha frotado contra los bordes de las exuacciones precedentes cuando se desprendían del núcleo. El pulido producido por los mangos es poco desarrollado e imposible de distinguir del que se produce durante la talla.
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2 Melladuras reflejadas
200
180
PT: Piel tensada
160
140
.
'
120
3
a
100
&
80
U
U
60
40
20
o
1
2
3
1+2
2+3
1+3
1+2+3
b
a
Figura 113.- Tipo de desconchados producidos en la cara ventral de los raspadores en función de la materia trabajada y de la acción.
- Influencia de la acción sobre lafracturación del raspador
Todos los raspadores fracturados durante la utilización están
rotos en la extremidad del mango. Los ejemplares que presentaban una parte extensa fuera del mango tienen las tasas de fracturación más altas. No se fracturó ninguna de las piezas líticas con
una parte sobresaliente del mango inferior a 1 cm.
Se observaron tres tipos de fracturaciones:
- Una fractura que parte de la cara ventral y produce un lengüeta sobre la cara dorsal. Se produce con el trabajo en negativo.
- Una fractura que parte de la cara dorsal y que produce una
lengüeta sobre la cara ventral. Este tipo de fractura se produce
más bien con el trabajo en positivo.
- Fracturas compuestas, que parten del centro de la hoja y se
extienden hacia los dos bordes con forma de X o hacia las dos caras con dos lengüetas. Se asocian a las dos acciones pero resultan
de un movimiento violento (choque) en el momento en el que el
raspador se pone en contacto con la materia trabajada.
- Influencia del ángulo del frente sobre el ángulo de trabajo
Los experimentadores eligieron el ángulo de trabajo que les parecía más eficaz para la acción que realizaban. Independientemente
del ángulo del frente, el ángulo de trabajo vaxía para las acciones en
negativo entre 45" y 90°, y para las acciones en positivo entre 1O y
"
60". No encontramos ninguna relación entre el ángulo del frente y
el ángulo de trabajo aunque teóricamente debería existir alguna relación. La explicación más lógica de esta falta de relación es que en
realidad no medimos el ángulo activo del frente que es sólo apreciable microscópicamente. Este ángulo es diferente del "spine plane
angle" a causa del modo de fracturación concoidea del sílex. Los
ángulo que medimos fueron los formados por la intersección de las
dos caras o spine plane según Tringham et alii (1974).
- Influencia del ángulo de enastado sobre el ángulo de trabajo
No hay correspondencia entre estos dos ángulos porque sea
cual sea el ángulo de enastado, los experimentadores comgieron
sus gestos para adoptar un ángulo de trabajo entre 4' y 90" para
5
la acción negativa y entre 10 y 60 para la acción positiva.
- Influencia de la orientación del frente sobre la distribución
de los micropulidos
Sea cual sea la orientación (desviada hacia la derecha, a la izquierda o centrada en el eje) los micropulidos se sitúan preferentemente en el centro y en la derecha del frente. Esto se explica por
la presencia de 18 experimentadores diestros de entre los 20 participantes.
- Influencia del utilizador sobre las huellas observables
Por acción y por materia trabajada hemos podido observar
una tendencia a la homogeneidad de las microhuellas entre los
raspadores empleados por un mismo experimentador.
A lo largo de la experimentación, cada utilizador eligió su propio gesto sin haber realizado un aprendizaje previo. La intensidad
del trabajo, la fuerza ejercida y la regularidad del gesto debieron
jugar un importante papel en el desarrollo de las marcas de uso.
3.1.5. Discusión
Esta experimentación pone en evidencia el hecho de que la
variabilidad en la intensidad, la distribución y la cantidad de marcas producidas por un mismo trabajo es debida a la intervención
del factor individual. El trabajo humano no siendo mecánico, puede ser más o menos regular. Esta regularidad es fundamental para
el desarrollo de huellas de uso identificables (Primera Parte, 3).
Se observan huellas de uso clásicas, parecidas a las que han
sido descritas por otros autores antes: pulidos producidos por el
trabajo de la madera y de la piel, descamaciones en la cara ventral
para las acciones positivas, ... Sin embargo, las variables tales como el factor individual, la presencia y naturaleza del soporte, (piel
tensada o apoyada sobre el suelo o sobre madera) y algunos parámetros difíciles de controlar en arqueología como la regularidad y
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la intensidad de la utilización coiivierlcii eii difícil muchas veces
la iiiterpretación del gesto y eii ocasioiies de la inateria trabajada.
Solo la recurrencia de las Iiucllas de tiso sobi-e los mismos tipos de útiles permiten llegar mas lejos en la interpretación funcional. revelando constantes ligadas a una ti-adición técnica y a un
trabajo especializado.
3.2. Reconstitución experimental de la cadena operativa del trabajo de la piel con raspadores de piedra:
talla, enastado, uso y reavivado
3.2.1. Descripción d e la experimentación
La experimentación se realizó con 30 raspadores sobre lasca
o hoja. Fueron retocados por percusión lanzada con un retocador
de asta de ciervo o un canto de caliza.
Veinte raspadores fueron insertados en mangos de formas diferentes y utilizados. Otros cinco se emplearon sin mango.
Algunos mangos, con los que se enastaron los raspadores, son
reproducciones de mangos etnográficos: el mango de los raspadores indios de la llanura central de América del Norte (fig. 107c)
Fijación
Mango
1
Madera hend.
2
Tehuelche
3
4
América N.
Tehuelche
5
G
Gurag
Gurage
7
Madera escul.
8
9
Tehuelche
Gurage
10
11
Gurage
Madera hend.
12
13
14
Navette mad.
Gurage
15
16
17
Madera Hend.
18
19
Madera
Madera escul.
20
21
Asta ciervo
Navette Madera
Aditivo
Piel tensada
Ninguno
Tendon
Negativa
Negativa
Ternero
Ternero
Cenizas
Cenizas
60'
90'
Mastique
Mastique
Negativa
Ternero
Sol
Piel tensada
Piel tensada
Piel tensada
Mastique
Piel de morena
Negativa
Negativa
Ternero
Ternero
Ninguno
Ninguno
60'
Negativa
Piel tensada
Cenizas
Ternero
Mastique
Negativa
Negativa
Piel tensada
Piel tensada
Piel tensada
Agua
Ninguno
Número de
Reavivados
1O'
Mastique
Mastique
Crin caballo+Mastique
Piel de cerdo
Mastique
Mastique
Esparto
Negativa
Negativa
Tendon
Tripa
Mastique
Tripa
Ternero
Ternero
Ternero
Ternero
Positiva
Negativa
Ternero
Ternero
Negativa
Positiva
Posit+Negat
Conejo
Conejo
Posit+Negat
Negativa
Negativa
Negativa
Conejo
Conejo
Cabra
Cabra
Cabra
Cabra
Piel tensada
Ninguno
Cenizas
Piel tensada
Piel tensada
Ninguno
Ninguno
Sol
Muslo
Muslo
Arena+Agua
Hematita
Hematita
Muslo
Madera
Ninguno
Hematita
Piel tensada
Piedra
Ninguno
Ninguno
Ninguno
Ninguno
26
Hueso Cordero
Hueso de Cordero
Asta ciervo
Madera
Tendón
Asta ciervo
Mastique
Cabra
Cabra
Piel tensada
Ninguno
Ninguno
Negativa
Piel cabra
Negativa
Negativa
Piel tensada
Piel tensada
Piel tensada
Negativa
Hueso cordero
Madera
Duración
Ternero
27
28
29
30
Variedad
de piel
Negativa
Crin caballoiMastique
Mastique
22
23
24
25
Acción
(Mason, IS91), el iliaiigo de los raspadoi-esteh~ielclies(fig. 107b)
(Mansur. 1986) y el mango de los ,giii-age(fig. 107d) (Gallagher,
1977).
Elaboramos otros cinco modelos. El priiiiei-o es una madera
hendida atada con tendones, tripas o esparto (fig. 107a): el segundo, también de madera posee una cavidad de inserción (fig. 107
f); el tercero es de asta de ciervo (fig. 107h) y el cuarto de hueso
de cordero al que se le eliminó la spoilgiosn (fig. 107e). El último
es una reproducción en madera de una riailette magdaleniense
(fig. 107g).
Para probar la eficacia de los filo y observar el desarrollo de
los desgastes, 25 de ellos fueron utilizados para trabajar pieles de
ternero, de conejo, de cabra y de nutria en condiciones de trabajo
y procesos de empleo diferentes (fig. 114).
Hemos podido observar que la presencia de puntas y aristas
en el filo puede desgarrar la piel. Cuanto más fina es la piel, el
riesgo es mayor.
Un raspador fue reavivado según la técnica documentada por
Feustel (1973) y que era practicada por los indios de América del
Norte (fig. 106). Otros diez raspadores fueron reavivados dentro o
fuera del mango para observar las modificaciones en el contorno y
Nutria
Nutria
Piel tensada
Piel tensada
Negativa
Negativa
5'
15'
70'
15'
60'
4
75'
40'
30'
120'
15'+15'
60'
60'
1
15'
60'
20'
60'
5'
10'+10'
1
Hematita
15'
20'
1
Ninguno
10'
1
1
1
1
1
Nutria
5'
1
Figura 114.- Experimentación sobre el trabajo de la piel con raspadores enmangados.
81
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Figura 115.- Dos movimiento y ángulos de ataque para el retoque de los raspadores.A- Retoque "cepillando" el filo. El ángulo del filo aumenta con
los levantamientos abmptos o reflejados y marginales. B- Retoque invasor. Se consigue un ángulo más agudo a costa de una mayor reducción de la
longitud del raspador. C- Pequeños desconchados que se producen por el retoque de un raspador enmangado en las extremidadesdel arco del frente.
en los ángulos del frente y poner en evidencia las implicaciones técnicas del retoque. Dos retocadores, uno de asta de ciervo y otro de
caliza fueron utilizados para los reavivados en percusión lanzada.
Se reavivaron los raspadores de dos formas. La primera de ellas
consiste en percutir con un movimiento desde el interior de la pieza
hacia el filo según un ángulo rasante, como "cepillando el borde"
(fig. 115). La segunda es un movimiento que sigue una curva desde
el filo hacia el interior de la pieza según un ángulo obtuso (fig.
115). Durante el retoque, la cara dorsal del frente está en contacto
con la palma o con los dedos de la mano que sujetan el útil.
Por otro lado la parte de la pieza lítica sobresaliente del mango se va reduciendo por los reavivados y llega un momento en
que no es posible mantener un ángulo de trabajo eficaz porque el
mango roza con la superficie de la materia trabajada (fig. 116).
O
O
O
@
Figura 116.- Arriba, reducción de la longitud sobresaliente del
l
mango de un raspador reavivado, pérdida d ~ángulo eficaz para el
trabajo por rozamiento con el mango. Abajo, rozamiento con la
,materia trabajada de algunos de los tipos de mangos estudiados.
3.2.2. Análisis microscópico
Todas las piezas experimentales fueron lavadas primero con
agua jabonosa, después con agua oxigenada de 110 volúmenes y
finalmente con una solución de ácido acético al 5%. Los restos de
grasa producidos por la manipulación fueron limpiados con acetona o alcohol puro.
Los raspadores se replicaron antes de su utilización con elastómero dental Provil L (Bayer, Levrekeusen, Alemania). Estas improntas permitieron las realización de positivos de resina poliester (RBS, T2L Chirnie, Chalabra, Francia), según la técnica puesta a punto por F. D'Errico (1988).
Para la observación microscópica y el registro fotográfico,
utilizamos el equipo descrito en la Primera Parte 2.2.4.
3.2.3. Resultados
- Huellas de uso
El análisis microscópico de los raspadores experimentales
muestra que el trabajo de la piel produce un fuerte desgaste de los
filos. Este desgaste es más pronunciado en el caso del trabajo en
seco. Nos parece imposible distinguir en materiales arqueológicos
el trabajo de piel fresca de los trabajos de corta duración sobre al
piel seca. La intensidad de los desgastes depende del tiempo de
trabajo pero también de la presencia de abrasivos.
Algunos raspadores han desarrollado sobre la cara dorsal
pulidos muy intensos que se parecen a los que produce el trabajo de la madera, mientras que en la cara ventral se pueden obServa' las superficies nigOSaS típicas de los ~ u l i d o de ~ i e(figs.
s
l
53, 51 y 58) (cfr. 2.2.4.2). este fenómeno podría explicar por
qué en ciertas piezas del Neolítico antiguo belga, llamadas "jri-
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se ha obser\lado ~ i i ip~ilido
doble (Van Gijn, 1989; Sliva &
Keelcy, 1994).
Los desgastes se limitan primero a las partes más sobresalientes del frentc (aristas del retoque). Poco después modifican todo
el Eilo. El resultado es una erusióri del borde del útil que produce
una hornogeneización de las superficies más próximas al filo.
La existencia de una delineación irregular provoca una localización del desgaste en las zonas más activas y la ausencia de redondeamiento en las partes cóncavas. El paso de una zona a la
otra se hace gradualmente y sin ruptura brusca. Solo los frentes
reavivados después de la utilización presentan un intenupción de
las microhuellas.
El raspado de las pieles con una acción en negativo no provocó levantamientos ni sobre la cara dorsal ni sobre la cara ventral
del frente. Esto confirma en parte las observaciones de Brink
(1978), según las cuales solamente el trabajo del hueso produce
descamaciones más consecuentes. Por el contrario, el trabajo de
descarnado en percusión lanzada, en positivo sobre la piel fresca,
provoca microdesconchados en la cara ventral del útil.
res"
- Huellas de enastado
Como en la experimentación descrita en el capítulo 3.1, no se
ha observado inguna huella de enmangamiento en las piezas líticas
fijadas con mastique. Los pulidos que se sitúan en las aristas de la
cara dorsal de las piezas enmangadas con ligaduras no se distinguen de los que se producen accidentalmente durante la talla.
- Huellas de retoque y nlorfología de los frentes reavivados
El retoque sobre yunque (fig. 106) produce machacados en la
cima en la que convergen los retoques del frente, similares a los
que se observan en los raspadores de la Grotte Gazel.
El reavivado en el mango produce modificaciones del contorno, del ángulo del filo y del tipo de retoque del frente (figs. 117 a
123). Como se observa en los raspadores de los Gurage publicados por Clark (1980) (fig. 108) el radio del arco del frente se reduce como consecuencia del reavivado en el mango y el ángulo
del frente aumenta. Ello es debido a la dificultad de retomar el retque desde las extremidades del arco del frente cuanto más nos
acercamos al mango. Además cada vez es más difícil percutir sobre las aristas del retoque y el retoque es cada vez mas escamoso,
abrupto o reflejado conllevando un pérdida de filo (figs. 117 y
118). Para recuperar la agudeza del frente, sería necesario cambiar
el ángulo de percusión o bien situar el punto de impacto alejado
del borde (figs. 119, 120, 121 y 122). Las dos soluciones provocan una reducción importante de la longitud del raspador.
Los reavivados fuera del mango permiten atacar las extrernidades del arco y mantener un contorno regular en semicírculo, el
ángulo del frente constante y el retoque regular (fig. 123).
El retoque de los raspadores experimentales alojados en un
hueso o asta de ciervo produce pequeños levantamientos en la cara ventral de las extremidades del arco del frente (fig. 115), si este está cerca del mango. Los golpes dados sobre la cara ventral
del frente crean tensiones en la cara dorsal de los bordes en contacto con el mango y producen estos desconchados. No hemos reproducido experimentalmente este tipo de esquillamientos durante el trabajo con raspadores enmangados pero pensamos que es
perfectamente posible que ocurran en condiciones de trabajo
puesto que el juego de fuerzas que intervienen es muy similar y
en consecuencia teóricamente posible.
3.2.4. Discusión
¿Cómo p~iede
deducirse la existeiicia de un mango en ausencia de huellas de ciiasiado?
Cuatro caractcies pueden indicar la presencia de un mango:
- Un fi-ente de tipo B (fig. 119) con una punta desgajada del
frente por retoques abruptos o escamosos. acompañado de un microdesgaste con interrupción brusca en la parte que forma el arco
regular.
- Uii frente con un ángulo obtuso y un contorno en arco rebajado, con hiiellas de LISO o sin ellas (tipo A ) (fig. 118).
- Un frente que haya trabajado la piel, configurado por levantamientos paralelos con ángulo agudo y extremidades laterales
muy agudas (tipo C) (fig. 121). Si estas extremidades hubieran estado sin cubrir (sin mango o sustancia de enastado) habrían desgarrado la piel.
- Un pulido de materia dura sobre la cara dorsal o ventral de
la extremidad lateral del frente y10 levantamientos microscópicos
sobre la cara ventral de una o de las dos extremidades.
¿Se puede reconstituir la forma del mango de los raspadores?
La localización de la zona usada y el movimiento que realizan
los útiles en acción determinan el diseño de los mangos (Stordeur,
1987). En el caso del raspador el emplazamiento del elemento 1ític0 debe ser terminal. La parte activa puede ser paralela o perpendicular al eje mayor del mango. La etnografía atestigua la
existencia de la piimera (Lapones, Tuchtki) y de la segunda posibilidad (Gurage, Indios de América del Norte, Patagones, Esquimales, etc.).
La cavidad necesaria para albergar un raspador puede ser de
dimensiones próximas a las de la pieza lítica. Sin embargo, algunas sustancias de enastado son necesarias y suficientes para mantener la pieza lítica en el mango sin que tengan que estar ajustadas
(Deacon & Deacon, 1980). En este caso, las dimensiones de la
pieza lítica no tienen mucha importancia.
¿Cómo saber si ha habido reavivado de los frentes del raspador?
Se podría pensar que la presencia en el frente de microlevantamientos no laminares, a veces reflejados o abruptos que parecen
realizados posteriormente al retoque laminar principal, es una
prueba de la existencia de reavivado.
Sin embargo, estas microdescamaciones pueden ser debidas o
a la regularización del filo para suprimir aristas demasiado cortantes que dañarían las pieles o a la utilización. No hemos producido estas descamaciones sobreimpuestas al borde retocado con el
trabajo de la piel (fig. 53) ni con el trabajo de la madera (cfr. Segunda Parte, 3.1 .). Éstas pueden ser debidas también a una utilización sobre una materia dura animal (fig. 44), como el hueso o el
asta (Brink, 1978). La única manera de diferenciarlas es la existencia de una interrupción brusca del desgaste o del pulido.
La morfología rebajada del arco del frente y un ángulo abrupto es un indicio, pero no una prueba del reavivado en el mango.
La mayor parte de los indicios señalados no constituyen pruebas incontestables. Solamente la constatación de una recurrencia
de comportamiento técnico sobre las piezas arqueológicas, aprehendida por la morfología de los útiles y por las huellas de uso
puede proporcionar las bases del razonamiento funcional.
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1. "LA VIDA DE UN ÚTILY LOS
RASPADORES MAGDALENIENSES
DE LA GROTTE GAZEL
1.1. Muestra estudiada
El material arqueológico estudiado comprende un conjunto de
raspadores sacados a la luz en la capa 7 de la Grotte Gazel (Salleles-labardes, Francia) hasta el 1 de septiembre de 1993. Este
estrato constituye la base inferior de los depósitos arqueológicos
de la sala central de la galería superior de la cavidad.
La capa 7 ofrece un conjunto de artefactos característico del
Magdaleniense Medio de facies pirenaica. La fauna que acompaña a esta industria es mayoritariamente de reno (Sacchi, 1986).
Su edad radiométrica es de 15.070 + 270 años BP (Gif-2.655),
según la medida de la tasa de radiocarbono de los carbones que
provienen del mismo conjunto.
La muestra estudiada comprende un total de 117 raspadores
fabricados sobre lasca o sobre hoja. Veintiuna piezas atípicas y
nucleiformes han sido separadas de la serie estudiada y dejadas
para un estudio ulterior.
La observación preliminar de los frentes de raspador en el microscopio metalográfico orientó la experimentación que ha sido
descrita en el capítulo 3.2.
1.2. Huellas de uso y huellas de alteración
Los raspadores de la Grotte Gazel presentan a simple vista
un aspecto de buena conservación, aunque se observa a veces
un ligero brillo de las superficies. A 200X, estas mismas superficies aparecen mucho menos frescas. Los bordes y las aristas
son a menudo alteradas y presentan una abrasión homogénea.
Sin embargo, las abrasiones que se observan sobre los filos de
los frentes permiten reconocer el uso producido por el trabajo
de la piel, en la mayoría de los casos. En primer lugar porque
estas abrasiones son muy intensas y modifican sensiblemente la
micromorfología de los filos. En segundo lugar, porque están a
menudo acompañadas de estrías paralelas perpendiculares al filo que no pueden producirse sin intervención humana.
De los 117 frentes de raspador analizados, 65 han sido
sometidos a una acción de raspado: 55 sobre piel, 1 sobre madera
y 9 sobre una materia dura no identificada (figs. 124 y 125).
Otros cuatro raspadores fueron empleados como percutores
intermedios o cuñas sobre una materia dura. Presentan levantamientos muy invasores sobre la cara ventral del frente y marcas
de impacto o levantamientos en la zona proximal. Los pulidos
situados en la proximidad de estas dos zonas no se distinguen de
los pulidos de alteración.
En los frentes de catorce piezas se observan micropulidos no
identificados y 23 no presentan huellas de uso. Finalmente, 2 frentes
fueron sometidos a una acción no identificada sobre una materia dura
y otros dos fueron empleados uno para raer una materia dura y el otro
una sustancia indeterminada. Las supeificies de 10 piezas están demasiado alteradas para que pueda realizarse un análisis traceológico.
1.3. Distribución de las huellas de uso, de elaboración
y morfología de los frentes
Hemos clasificado los frentes según las morfologías observadas previamente sobre el material arqueológico y definidas por
la experimentación (cfr. cap. 3.2.). Los indicios de uso después
del reavivado fueron igualmente registrados (figs. 124 y 125).
La clase A agrupa los frentes de figura más o menos semicircular, que poseen microdesconchados paralelos y reflejados
(fig. 117). 42 raspadores pertenecen a esta clase. 18 de entre ellos
muestran zonas usadas y no usadas sobre el mismo frente. 8
muestran una interrupción brusca de la zona roma con relación a
la zona virgen. 22 operaron sobre piel y 10 no presentan marcas.
Uno de los raspadores trabajó una materia dura y otro la madera.
En 9 de 42 raspadores no se ha podido identificar la utilización.
Cuatro de 110s estaban demasiado alterados y en los 5 restantes no
se pudo identificar la materia trabajada.
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Figura 117.- Arriba, proceso de reavivado de un frente de raspador enmangado (la zona rayada es la parte cubierta por el mango). El ángulo del
filo se hace más obtuso y los levantamientos del reavivado son cada vez más reflejados al no poder retomar las aristas laterales, por estar éstas
cubiertas por el mango. Abajo, ejemplo de este tipo de morfología de frente en un raspador procedente de la Grotte GazeL El desgaste de la
extremidad izquierda del frente es una pmeba de que ha sido utilizado con anterioridad al retoque. La ausencia de huellas de uso en el centro y el
ángulo obtuso puede asociarse con el retoque del raspador enmangado.
Figura 118.- Reproducción experimental de un frente de tipo A por reavivado del raspador enmangado. a) Raspador antes de ser reavivado.
b) Raspador tras el reavivado.
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Figura 119.- Arriba, proceso de reavivado de un frente de raspador enmangado. Se produce una muesca en el arco del frente que reduce
considerablementela parte del raspador fuera del mango en un lado. Abajo, ejemplo de este tipo de morfología de frente procedente de la
Grotte Gazel. a) Zona usada que se interrumpe a la izquierda por el retoque. b) Zona retocada que no presenta huellas de uso. e) Zona en contacto con el mango que presenta levantamientos en la cara ventral. d) Pulido puntual en la cara dorsal (cfr. fig. 115).
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Figura 120.- Reproducción experimental de un frente de tipo B. a) Zona usada. b) Zona readvada. c) Zona en contacto mn el mango que presenta levantamientos en la cara ventral.
1
Figura 122.- Ejemplo de un frente con morfologia del tipo C, prncedente de la gntte Gazel. E retoque que lo conforma es subparalelo.
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Figura 121.- Arriba, proceso de reavivado de un frente de raspador enmangado por levantamientos paralelos e invasores. Se produce una pérdida de longitud de la pieza litica junto con la disminución del ángulo del fdo. Abajo, reproducción experimental de un frente de tipo C.
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Figura 123.- Arriba, proceso de reavivado de un raspador no enmangado. Es posible retomar las aristas laterales del frente y mantener un
retoque laminar convergente. Abajo, ejemplo de raspador con esta morfología procedente de la Grotte Gazel. Este raspador presenta además un
machacado de la cima del frente donde converge el retoque, confirmando la existencia de retoque por contragolpe sobre yunque (cfr. fig. 106).
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Figura 124.- Tabla resumen del análisis morfológico y traceológico de los raspadores de la Grotte Gazel. (Continuación en la figura 125).
91
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Referei~cia
FI 474
U2 2078
12 2512
F50 3646
52 4722
52 472b
F50 R55
F50 3288
F50 3607a
F50 36071,
G1'1826a
G1'1826b
G50 re13 1
G1'1533
FI 533
F50 R59
H22111
H I ' re176 sb
G50 814
H 1 're165
CS
G0 706
G2 943
H2 1608
F50 R59
12 1321
F1 'R97
F1 1179
F1'1308
F50 3453
Fl'R97
12 2286
11 879 a
11 879 b
G1 1457
F1 557
Fll-C7
SB C7
Hl ' re176sb
F1529
12 639
11 2240
F2 462
F50 2519
H 1180
O
H2 1682
H2 R98
H50 319
F1 R118
12 675
150 1587
F50 3521
H1'2290
HI' 1686
F1 R122a
F1 R122b
F1 R122c
Tipo de
Frente
Al
A1
Al
Al
A1
A2
A1
Al
Al
CI
A1
A2
Al
Al
A1
Al
Al
A1
Al
a1
A1
Al
Al
A1
Al
A2
A2
A2
A2
A2
A2
A2
A2
A1
A2
A2
A2
A2
A2
A2
A2
B
B
B
B
B
B
B
B
B
B
B
B
B
B
D
C2
Interrupción
del desgaste
Melladuras veiitrales
e11uii borde
Accióii
Marcas de percusióii
e11la ciiiia del frente
Raspado
+
Alterado
Piel
Raspado
?
,?
Madera
S
Rlateria
traha,jada
Piel
,
Raspado
S
*
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*
*
*
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Alterado
Alterado
Piel
Piel
Piel
Piel
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e
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Raspado
Raspado
Raspado
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S
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4
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Raspado
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Piel
Piel
Piel
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*
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Piel
*
*
?
Piel
Mat. dura
Piel
Piel
Piel
Piel
Alterado
Piel
Piel
Piel
Piel
Mat. dura
Piel
Mat. dura
Alterado
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
Piel
Piel
Piel
Piel
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
*
*
*
*
*
*
L
*
*
Raspado
Raspado
Raspado
Raspado
*
*
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Figura 125.- Tabla resumen del análisis morfológico y traceológico de los raspadores de la Grotte Gazel. (Viene de la figura 124).
-
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Quince raspadores pertenecen a la clase B (fig. 119). Prescntan una puiita (pulida o iio pulida) en la extremidad latei-al del
frente. Hay abrasioiles producidas por el trabajo de la piel en lodos los ejemplares, a excepción de 4. Dos trabajaron una materia
dura , uno no lleva huellas y otro está demasiado alterado. Entre
.los raspadores de la clase B, 4 presentan micromelladuras sobre el
borde lateral, como las que se describen en el programa expei-imental (cfr. cap. 3.2 ).
3 1 raspadores poseen frentes conformados por un retoque
paralelo (tipo C) (fig. 121). Ocho piezas muestran por otra
parte desconchados en uno de los lados. De 15 artefactos que
mostraban retoques sin desgastes, 10 se distinguen por una
repartición neta de zonas sin huellas y zonas desgastadas. Entre
los 31 raspadores de tipo C, 15 se destinaron a trabajar la piel. 5
no tienen huellas de uso, 4 presentan huellas de un uso no identificado y 4 han trabajado una materia dura. Finalmente 3
frentes de raspador estaban demasiado alterados para el análisis.
24 piezas tienen un frente semicircular sin indicios de reavivados (tipo D) (fig. 123). Su desgaste ha sido producido por el
trabajo de la piel en 10 casos y por una materia dura en cuatro
casos. Otros ocho no presentan huellas de uso y las marcas de
dos no han podido ser identificadas. Cuatro raspadores del tipo
D presentan una interrupción brusca entre las zonas desgastadas
y las partes vírgenes. Se observan levantamientos en un borde
ventral de 5 de los raspadores del tipo D. Dos no tienen huellas
de uso en el frente, lo cual indica un reavivado sin uso posterior
intenso.
También hemos detectado la existencia de machacados en la
cima de los frentes en la que convergen los levantamientos del retoque probando el empleo de una técnica de retoque conocida por
la etnografía (Mansur, 1986; Feustel, 1973) y probada experimentalmente. Sobre 35 frentes de los raspadores de Gazel existen estas marcas de impacto, que en cinco casos han provocado la fracturación del frente (fig. 106). Este procedimiento de retoque sobre
yunque ha debido ser ejecutada sobre el raspador no enmangado.
1.4. Conclusiones
Retoque
Sobre 35 raspadores, se atestigua la existencia de una técnica
de retoque conocida etnográficamente (fig. 106). ¿Es este gesto
idiosincrásico de un tallador? ¿Forma parte de una tradición técnica? Por el momento no llegamos a evaluar la envergadura de esta constatación. Sería necesario observar otros conjuntos contemporáneos y diacrónicos bajo este punto de vista.
uso
La mayor parte de los raspadores de la Grotte Gazel han sido
utilizados para el raspado de la piel animal. Los desgastes presentes en los frentes no están acompañados de micromelladuras
en la caras ventrales de las zonas usadas. Esta falta de melladuras
indica un uso en "negativo" (fig 104) como lo hemos demostrado
experimentalmente (cfr. 3.2.3).
En alg~inos
casos, el desgaste es macroscópico (piezas FI C7450, G 1 C7- 1826 frente b, G 1' C7- 1893. 12 C718-2532 y F1
C7bis relevé 98 frente a). Hemos obtenido en experimentación
este tipo de uso sólo en presencia de abrasivos.'*
En consecuencia i-econoceiiios al menos dos etapas en la cadena operatoria del trabajo de la piel: el raspado de la piel en
seco siti abrasivo y con abrasivo. El primero tiene como objetivo
el ablandado y el adelgazado. El segundo tipo de raspado pretende solamente el reblandecido de la piel. En este caso el filo ya
no es cortante y no se reaviva porque la finalidad del trabajo es
romper las fibras de la piel por frotamiento con un borde romo.
En toda la serie estudiada, no hemos encontrado raspadores
que hubieran trabajado la piel en acción "positiva" (fg. 104). Este
tipo de acción, según los casos etnográficos y nuestra experiencia,
tiene como objeto el descarnado de la piel fresca o el alisado
(acabado) de la piel seca.
Sobre algunas piezas (Fl'C7bisR98b; Fl'C7bR97;
Fl'C7b1308; GlC7R66 y F50C7 3453), se puede observar el
doble pulido descrito en la experimentación: superficie rugosa en
la cara ventral y lisa en la cara dorsal (cfr. Primera Parte, 2.2.4.2
y Segunda Parte, 13.2.).
Algunos ejemplares han trabajado como percutores intermedios
en materias duras. Como los raspadores de La Garenne, presentan
levantamientos invasores en la cara ventral del fiente y a veces también en la extremidad extremidad opuesta. ¿Es esta una utilización
secundaria a posteriori de ciertos raspadores, o una preparación de
los frentes para emplearlos como cuñas para hendir?
Reavivado
En el caso de los raspadores reavivados la articulación entre
la zona roma y la zona no desgastada indica el momento de abandono del útil.
En 29 raspadores el desgaste es homogéneo. Han sido abandonados después de la utilización. Se observa una interrupción
del desgaste con levantamientos no desgastados en otros 37 raspadores. En este caso, o bien no ha habido utilización después del
reavivado o esta no ha tenido la duración necesaria para el desarrollo de nuevas huellas.
Solo 11 raspadores muestran en el frente levantamientos poco
o nada desgastados y a veces una zona roma. Se puede deducir de
ello que el reavivado se ha realizado después de un uso intenso y
antes del desgaste observado, que no ha sido tan largo como la
fase precedente de la utilización.
La presencia de zonas no usadas junto a zonas de uso intensivo prueba la existencia de un reavivado durante la utilización. Los
frentes con una morfología del tipo A o C, cuando presentan melladuras en las extremidades ventraies indican un reavivado (o un
uso) manteniendo la pieza insertada en su mango (incluso en
ausencia de huellas de uso).
No obstante, estos indices de ravivado no están siempre presentes. Como consecuencia, es difícil evaluar el tiempo y la cantidad de trabajo realizado.
- S . Beyries nos mostró un raspador con un desgaste igualmente intenso producido
por el trabajp de la piel sin abrasivos por los indios de Canadá.
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2. ANÁLISIS TIPOL~GICO,
MORFOMÉTRICO Y FUNCIONAL DE
LOS RASPADORES DEL PALEOL~TICO
SUPERIOR DE LA COVA DEL P A R P A L L ~
2.1. La muestra estudiada
El presente estudio comprende una muestra procedente de las
excavaciones de D. Luis Pericot en el yacimiento de la Cova el
Parpalló (Gandía) desde el año 1929 al año 1931 (Pericot, 1942).
No vamos a extendemos en la descripción de este yacimiento arqueológico, sobrada y justificadamente conocido tanto por la riqueza
del conjunto artístico en plaquetas que contiene (que ha sido objeto
de los análisis d e h (1985, 1986), Velasco (1985) y Porte11 (1986)
y recientemente estudiado por Villaverde (1994)). como por la circunstancia de recoger en su estratigrafía los restos materiales de los
grupos que la frecuentaron durante una buena parte del Paleolítico
Superior: desde el Gravetiense hasta el Paleolítico Superior Final. De
estos restos existen ya estudios que preceden al nuestro. Sobre ellos
vamos a apoyamos a la hora de desarrollar ciertos aspectos funcionales y tecnológicos más generales (Aura, 1988, 1995; Davidson,
1989; Fullola, 1983; Rodrigo, 1988; Miralles, 1982).
Únicamente vamos a recordar aquí la existencia de tres dataciones absolutas. Una es del Solutrense Superior (1 8080+800), la segunda del Solutreogravetiense(179-340) y la última del Magdaleniense Superior (13975-00) (Boffinger y Davidson, 1977).
Se ha elegido analizar el total de los raspadores correspondientes a los niveles con industrias atribuibles al Gravetiense, Solutrense Inferior, Solutrense Medio y Solutrense Superior. De los
materiales procedentes de los niveles solutreogravetienses y magdalenienses se han seleccionado únicamente los raspadores que
provienen de la última fase de la excavación que se realizó en el
talud testigo. La excesiva abundancia de material lítico en estos
niveles hacía imposible el contemplar el estudio de su totalidad. La
reciente revisión realizada por J.E. Aura del material magddeniense
del Talud permite abordar su estudio funcional sobre unas bases sólidas (Aura, 1995). Por un lado, la revisión de la documentación de
L. Pericot referente a las excavaciones ha permitido demostrar el
rigor con que se realizó esta última fase de la excavación, en la que
se distinguieron las capas naturales de la estratigrafía de Parpalló.
Por otro, el análisis morfotécnico y morfométrico de la industria Iítica que lleva a cabo Aura nos dota de una información sobre las características generales de la industria lítica de este período en las que
inscribir el comportamiento técnico respecto a los raspadores. Esta
información falta para el resto de los niveles.
La adscripción cronológica de las diferentes capas cuyo material
se ha estudiado es la que proponen Aura (1988) y Villaverde (1993).
Cuando llevamos a cabo el análisis morfológico de los raspadores de
Parpalló tomamos como atribuciones cronológicas las propuestas por
Aura en su tesis inédita. Por ello manteníamos individualizadala capa 12 del talud. En la publicación posterior de su tesis el autor incluía
el material de esta capa en el Solutreogravetiensepor su laminaridad.
Hemos incluido en nuestras tablas generales (Anexo 111) L c q a 12
a
en el Solutreogravetiense, pero mantenemos la subdivisión en las
tablas parciales ya que según nuestro análisis se confirma la idea de
Aura de que está más cercana al Solutreogravetiense que al Magdaleniense Antiguo que la sucede.
Se incluyen en el análisis útiles Iíticos cuya moilología de filo se
aproxima a la del raspador sobi-e lasca u hoja simple o a los raspadores espesos y nucleifoi-mes:tiuncadui-as. piezas de retoque continuo conformando un arco (como las piezas de retoque alterno del
Magdaleniense Antiguo de Parpalló). raspadores esquirlados y algunas rasquetas. El muestre0 respecto a estos útiles no ha sido exhaustivo. Únicamente se han estudiado los que se encontraban en las bolsas de material retocado junto a raspadores."'
Se ha realizado un análisis morfométrico de todas las piezas seleccionadas (n=3320), que contienen un total 3483 frentes de raspador (considerando los raspadores dobles). Para el análisis traceológico se seleccionaron 1066 piezas al azai; procurando que estuviesen contemplados todos los tipos más representativos de cada
uno de los conjuntos de distintas cronologías.
El estado de conservación de las superficies microscópicas
del utillaje lítico de Parpalló es bastante bueno. La presencia de
piezas con pátina blanca es muy escasa y las alteraciones de tipo
lustre (o los briglzt spots, como suele denominarse en jerga traceológica) son aún menos frecuentes que en el material de Gazel.
Únicamente existe el problema de las posibles alteraciones postexcavación. Durante la recogida del material en la excavación no
se observaron los procedimientos que actualmente se aconsejan
para todo material que tenga que ser objeto de análisis traceológico (no lavado, conservación en bolsas de plástico individuales, no
siglado, etc.). El material se recogió en paquetes de papel y posteriormente se ha trasladado a bolsas de plástico (por grupos de
piezas), buena parte de él no fue lavado durante el proceso de excavación y el estudio de Pericot. La sigla no está escrita sobre la
pieza sino en un papel introducido en la bolsa, salvo en aquellas
que fueron dibujadas para la publicación de Pericot, o estudiadas
posteriormente. Por lo tanto el tipo de alteración, por tratamiento
post-excavación, que cabe esperar es el que se produce al chocar
unas piezas contra otras, pero no el derivado de otro género de
manipulaciones.
No obstante, los sucesivos estudios a que se ha sometido este
matenal, han introducido algunos agentes de alteración. Sabemos
que actuaciones como verter una bolsa llena d e útiles sobre la
mesa para su observación puede producir alteraciones mecánicas
de tipo micromelladuras y pulidos ligeros (Gero, 1978; Plisson,
1985; Vaughan, 1985; Gutiérrez et alii, 1988). Nuestra experimentación recoge algunas de las alteraciones producidas por el
choque de las piezas unas contra otras (Primera Parte, 2.2.4.2). En
general son estigmas distinguibles por su distribución no regular
ni localizada. Se ha considerado la posibilidad de existencia de
estas marcas, es decir, no se ha tenido en cuenta para el análisis
funcional la presencia de puntos de pulido aislados, no asociados
a bordes activos y10 no regulares ni suficientemente desarrollados
y extensos." Tampoco se ha utilizado la presencia de micromelladuras como único criterio para realizar interpretaciones funcionales.
El material se conserva en bolsas que agrupan las piezas retocadas por un lado y
las piezas no retocadas por otro. Los raspadores se hallan junto a otros útiles retocados. Querernos agradecer aquí k colaboraciónde B. Soler, quien bas realizar los trabajos de inventario de material Iítico de Parpalló, nos indicó qué bolsas, entre las del
material retocado, contenían riispadores Respecto a los útiles Iíticos con morfologías
de filo similares a las del raspador, se han estudiado únicamente aquellos que se encontraban en estas bolsas.
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Más grave que ninguna otra, porque deja el matei-ial defiiiitivamente inservible pai-a iodo análisis iraceológico. es la costunibre de pasar el lápiz sobre las aristas y los filos para "ver inejor el
retoque" a la hora de dib~ijarlas. hemos conseguido eliminar
No
los restos de grafito que quedan adheridos a la roca. con ninguno
de los procedimientos que utilizamos habitualmente para su lavado (lámina VI1 b). Los con.juntos más afectados por este tipo de
alteración son el Gravetieiise y el Solutrense.
La mayor paite de las piezas analizadas no tienen un número de
inventario individual que las identifique en su lugar de conservación,
ya que se encuentran agrupadas en bolsas. De cara a poder identificarlas a lo largo de este análisis y a hacer posible posteriores comprobaciones, registramos el número de inventario de la bolsa de almacén
en la que se conservan y dibujamos y adjudicamos un número de inventario a cada una de las piezas analizadas.
2.2. Objetivos
"Still it is clear tlzat tool ii~orpltology
reflects a coizscio~rs
atteinpt to fashioii a rool for a specific task or ser of related tasks,
and subseqlrerzt use or recm " (Schiffer, 1972).
Nuestra aproximación actual al conjunto de raspadores difiere de
las realizadas hasta el momento en que nuestro objetivo no es clasificatorio. El objetivo final es identificar comportamientos técnicos
idiosincrásicos para cada uno de los tecnocomplejos analizados y
averiguar cuál es el grado de relación entre la morfología de las piezas
y de los filos y la función a que se han destinado.
La clasificación tipológica que hemos llevado a cabo sigue los
criterios de la propuesta por Sonneviile-Bordes y Perrot. Independientemente de la tipología aplicada, vamos a servirnos de un conjunto de
caracteres morfológicos para describir las piezas, tanto su soporte como el frente del raspador. Los caracteres descriptivos del frente no
han sido elegidos al azar, sino que responden a hipótesis sobre la potencialidad funcional de los raspadores que se desprenden tanto de
nuestro propio material experimental como de los fenómenos observados en Etnografía.Algunos datos se refieren también a las técnicas
de retoque o reavivado y al estado del frente en el momento de su
abandono. Otros caracteres rnorfológicos ya han sido propuestos con
anterioridad (Movius et alii, 1968) y se retornan aquí por su significado funcional. El registro de evidencias traceológicas también recoge
criterios diagnósticos de las técnicas y procedimientos ya mencionados. Todo ello ha sido aplicado con anterioridad al conjunto mas reducido de raspadores de la Grotte Gazel. observamos después cómo
se distribuyen estos caracteres entre los diferentes tipos de raspadores
y en los diferentes espectros temporales de Parpalló. La comparación
entre los tipos de soporte del material retocado y los de los raspadores
de los diferentes conjuntos (de los períodos de los que disponemos de
esta información respecto al total de la industria) permitirá valorar si
ha habido una selección de los soportes para la elaboración de raspadores.
La relación entre los datos funcionales y los morfológicos se
llevará a cabo posteriormente. De este modo pensamos evaluar
"En cuanto a los pulidos y desgastes de uso producidos por el trabajo de la piel, sabemos que so11los inis resistentes a todo tipo de alteraciones debido a que modifican en un grado inuy intenso la microtopografía de la roca. (Plisson, 1983; Plisson et
Mauger, 1988: 12)
qué significado tiene la distribución poi-ceiitual de los raspadores
dentro de los diferentes coi~juntos.y si existe una relación entre
tipología y función en cada uiio o e11todos los períodos analizados.
El análisis riiétiico se Iia aplicado más conci-etarnentea tres tipos
de raspadores que presentan morfologías de frente más homogéneas
y cuya atiibución funcional es iaiiibién más recurrente. Se trata de
los raspadores siniples (tipo I ). los raspadores sobre lasca u hoja retocada (tipo 5) y los raspadores dobles (tipo 3).
Se observarán las diferencias y coiivergencias entre los
diferentes períodos analizados respecto a:
A.- Morfolozía. Análisis desciiptivo de la morfología de los raspadores de cada pei-íodo a partir de las frecuencias de grupos
tipológicos, de morfología de los soportes y de los frentes (las dimensiones, ángulos de los filos y delineación del frente). Una vez
descritos estos caracteres se intentará relacionarlos con las técnicas
de retoque, de reavivado, posibilidades de enmangue y función.
B.- Técnicas de retoque. de reavivado y estadio en el que se
abandona el útil. Se consideran significativos para indicar gestos técnicos de retoque y reavivado los siguientes caracteres:
- Presencidausencia de estrías de percusión. La presencia de estrías de percusión en la cara ventral de los raspadores es indicativa
de dos tipos de circunstancias. La primera es la ausencia de uso. Un
filo no desgastado del que parten estrías de percusión en una pieza
con morfología nucleiforme está indicando una alta probabilidad de
que se trate de un desecho de talla (núcleo o fragmento de núcleo) y
no de un útil.
La segunda circunstancia que indican las estrías de percusión es
la utilización de un retocador de materia Iítica y no ósea o vegetal
(estos dos últimos no dejan estrías de percusión sino pulidos orientados muy ligeros, que en nuestro conjunto no podrían distinguirse
de los que se pueden haber producido por alteración post-excavación).
- Presencidausencia de machacados en la cima del frente. Las
marcas de percusión en el centro de la cara dorsal del soporte del
raspador, muchas veces en el punto donde converge el retoque, indican un retoque sobre yunque (cfr. Segunda Parte 1.3.2y 11.1).
- Fracturas del frente. La presencia de una fractura que parte de
la cara dorsal es indicativa de la misma técnica de retoque señalada
en el párrafo anterior.
- Morfología del retoque. Modo (simple, abrupto, sobreelevado,
variable), dirección (directo o inverso), tipo (convergente o no). Los
retoques sobreelevados y los abniptos, y los tipos no convergentes
pueden estar asociados a reavivados intensivos.
- Delineación irregular o sinuosa del frente. El contorno del filo
retocado denticulado o sinuoso y los tipos de frentes A, B y C, que
definimos en el estudio de los raspadores de Gazel.
- Ápice lateral. La existencia de un ápice lateral puede estar asociada al reavivado en presencia de un mango.
- La relación altura del arcolanchura del arco (del frente de raspador) favorable a la segunda se relaciona con mayor reavivado.
- Un contorno general rebajado o asimétrico.
-Articulación usolno uso o interrupción brusca del desgaste o
del pulido.
- Grado de desgaste.
C.- Enastado. Se evalúa la posibilidad de existencia de enastados a partir de:
- Homogeneidad en la anchura del soporte, el espesor y la
longitud.
- Modificación de los bordes laterales.
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- Exteiisión del retoque de los bordes laterales y contorno del
soporte (lados paralelos. convergentes o divergentes).
- Tipo de soporte.
- Modificaciones de la zona proximal u opuesta al frente.
- Ápice latcral.
D.- Función. Las huellas de uso que permiten identificar la
función de los frentes de raspador son:
- Presencia o ausencia de desgaste y tipo.
- Desgaste inacroscópico.
- Estrías: tipos y orientación.
- Morfología y distribución del pulido.
- Micromelladuras en la cara ventral.
Teniendo en cuenta el significado que tienen los caracteres
mencionados para la reconstrucción de las funciones de los raspadores y la identificación de comportamientos técnicos, elaboramos una ficha de registro con los campos que se detallan en el
siguiente apartado.
2.3. Metodología para e l estudio funcional d e un conj u n t o de r a s p a d o r e s arqueológicos
2.3.1. Análisis morfológico y métrico
Han sido objeto de este análisis 3320 piezas líticas elegidas
según los criterios detallados en el apartado 2.1. Se han tenido en
cuenta algunos caracteres que tienen que ver con la morfología
del soporte y otros que describen la morfología del frente del raspador. Las dimensiones de las diferentes partes de las piezas se
tomaron con un calibre de plástico, para evitar dejar residuos
metálicos en las superficies de las piezas líticas.
La descripción del soporte se formaliza con los siguientes
caracteres:
- Tipo d e soporte.
0.- Irreconocible.
1.- Hoja regular.
2.- Hoja irregular.
3 .- Hoja de preparación del núcleo.
4.- Lasca.
5.- Lasca laminar.
6.- Lasca de preparación del núcleo.
7.- Nucleiforme.
8.- Desecho de talla.
9.- Hojita irregular.
10.- Hoja irregular.
- Contorno del soporte.
1.- Lados paralelos.
2.- Lados convergentes.
3.- Lados divergentes.
4.- Otros.
- Sección del soporte.
1 .- Triangular.
2.- Trapezoidal.
3.- Variable.
4.- Piramidal.
5.- Otra.
- Dimensiones.
- Longitud máxima (en mm).
- Anchura máxima (en mm).
- Espesor máximo (en rnm).
- Distancia del frente a bordes laterales modificados (en mm).
- Anchui-ade la zona con bordes laterales modificados (en mm).
- Espesor de la zona con bordes laterales modificados (en mm).
- Modificación de bordes laterales.
1 .- Reg~ilai:
2.- Muesca pronunciada.
3.- No están modificados.
- Localización y descripción de retoques en los bordes
laterales.
- Retoque siiiiestro distal.
- Retoque siniestro mesial.
- Retoque siniestro proximal.
- Retoque dextro distal.
- Retoque dextro mesial.
- Retoque dextro proximal.
En cada una de las localizaciones se describe la dirección, la
extensión, el modo y el tipo de retoque con los siguientes cuatro
dígitos:
1.- Directo. 2.- Inverso. 3.- Mixto. 4.- Alternante. 5.- Bifacial.
1.- Marginal. 2.- Profundo.
1.- Simple. 2.- Plano. 3.- Abrupto. 4.- Sobreelevado. 5.- Burinante.
1.- Escaleriforme. 2.- Muesca. 3.- Denticulado. 4.- Escamoso.
5.- Auriñaciense.
- Distribución del retoque en los bordes laterales.
1.- Parcial en un borde.
2.- Parcial en los dos bordes.
3.- Total en un borde.
4.- Total en los dos bordes.
5.- Discontinuo en un borde.
6.- Discontinuo en los dos bordes.
7.- Parcial en un borde y total en el otro.
- Zona proximal. (En nuestra descripción consideramos como
zona proximal la opuesta al frente).
1.- Fractura por flexión.
2.- Buril.
3.- Retoque.
4.- Esquirlarniento.
5.- Bulbo.
6.- Eliminación intencional del bulbo.
7.- No se distingue.
8.- Perforador.
9.- Truncadura.
10.- Raspador.
11.- Zona dista1 del soporte (el raspador es basal).
12.- Lateral (el frente de raspador se sitúa en uno de los bordes laterales del soporte).
13.- Bec.
El frente del raspador se describe como sigue:
- Contorno general.
1.-Desviado hacia la izquierda.
2.- Desviado hacia la derecha.
3.- Arco rebajado.
4.- Ojival o apuntado.
5.- Regular.
6.- Hocico.
7.- Hombrera.
8.- Circular.
- Contorno del filo retocado.
1.- Regular.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
2.- Denticulado.
3.- Sinuoso.
- Tipo de frente (según los tipos que definimos tecnológicaniente
por expei-iinentación y aplicamos al análisis de los raspadores de
Gazel (Segunda Parte, 1.3.2 y 11.1; fig. 17, 19. 21 y 23).
1 .-Tipo A.
2.- Tipo B.
3.- Tipo C.
4.- Tipo D.
- Modo de retoque.
1.- Simple
2.- Abrupto.
3.- Esquirlado.
4.- Variable.
5.- Sobreelevado.
- Tipo de retoque.
1 .- Convergente. (El retoque del frente converge en un solo
pu11to).
2.- No convergente.
3.- Semiconvergente. (Cuando hay varias aristas en las que
converge el retoque)
- Perfil del frente.
O.- Variable.
1.- Cara ventral cóncava.
2.- Cara ventral convexa.
3.- Cara ventral recta.
- Frente fracturado.
O.- No.
1.- Desde la cara dorsal.
2.- Desde la cara ventral.
3.- Desde un lateral.
4.- No se distingue.
5.- Esquirlamiento.
- Ápice lateral.
O.- No.
1.- Sí, asociado a retoque escamoso.
2.- Sí, no asociado a retoque escamoso.
- Marcas de percusión en la cúspide del frente o zona central
de la cara dorsal.
N.- No.
Y.- Sí.
- Dimensiones.
- Anchura del frente (en mm).
- Altura del frente (en rnm).
- Ángulo del filo (en grados sexagesimales).
2.3.2. Análisis traceológico
Hemos llevado a cabo este análisis sobre un total de 1173
frentes de raspador (1066 raspadores, si consideramos como un
único útil, los raspadores dobles).
El análisis funcional está basado en algunas huellas de uso
que se han considerado significativas de determinados comportamientos técnicos. Para reconstruir la función es necesario identificar la materia trabajada y la acción. Ya planteamos en la
Primera Parte la problemática de la identificación de materias trabajadas a partir de los mcropulidos. Como ya argumentamos más
arriba, el tipo de contacto que se produce entre el utensilio y la
materia que se trabaja es el que determina el desarrollo de los micropulidos de uso, y este puede presentar una gama de mor-
I¿)logías iii~iy
divei-sas según las condiciones en que se realice un
11-ahajo. ello registramos aderiiás de la iilorfología de los p~iliPor
dos. oti-os caracteres que en ocasiones van a presentarse como argumentos más importantes para el diagnóstico funcional (presencia de desgastes macroscópicos. desconchados en la cara ventral
del frente de raspador. pulido con alvéolos orientados. etc.). Veremos en los cuadros de resultados que hemos señalado algunos
casos de estadios diferentes de material trabajado (piel seca. piel
con abrasivos. etc.). En estos casos siempre hay algún factor,
además del micropulido, que resulta determinante del estado de la
materia trabajada. Por ejemplo, se identifica un trabajo de piel seca en las piezas con un desgaste microscópico intenso o
macroscópico ligero muy regular y con pocas estrías. Cuando las
estrías son muy profundas y abundantes se señala la presencia de
abrasivos.
Hemos encontrado también en el material de Parpalló pulidos
dobles que describimos en la Segunda Parte 1.3.2. y en la Primera
Pai-te 2.2.4. Aunque estamos convencidos, por haberlos observado en material experimental, que se producen del trabajo de una
sola materia con situaciones de contacto distintas en las dos caras
del filo activo, los hemos distinguido en las tablas como
"maderalpiel".
- Preparación del rnateriul a estudiar y observación
El material arqueológico se lavó con ácido acético al 5% y
con agua oxigenada de 110 vol. Para eliminar los restos de grasa
producidos por la manipulación lavamos el material con detergente neutro y agua y lo dejamos secar al aire. En determinados
casos, en los que a mitad observación se introducían manchas de
grasa de los dedos, se limpió con alcohol etílico.
La observación se realizó con el equipo de micoscopía óptica
del Departamento de Prehistoria y Arqueología de Ia Universidad
de Valencia descrito en la Primera Parte 2.2.4.2.
- Registro
El registro de huellas de uso está centrado en la determinación
funcional de los frentes de los raspadores. Las descripciones de
otras zonas de uso se incluyen en las observaciones.
Los datos registrados durante la observación se refieren a
huellas de uso que se consideran significativas de determinados
modos de acción o materias trabajadas. En las tablas de resultados
se presenta la acción y la materia trabajada identificada, es decir
la interpretación que damos a tales huellas de uso. Por ello vamos
a definir a continuación junto a la descripción de los caracteres
registrados su significado funcional.
- Estrías de percusión en la cara ventral
N.- No.
Y.- Sí.
Los útiles de morfología nucleiforme sin huellas de uso y con
estrías de percusión se identifican como núcleos.
- Magnit~cddel desgaste
O.- No.
1.- Microscópico ligero. Desgaste sólo apreciable con el microscopio a 200x. Puede producirse por alteración o por el trabajo
de materias de dureza media (madera, asta remojada).
2.- Microscópico intenso. Desgaste apreciable con microscopio a 100x. Se considera diagnóstico de trabajo de la piel,
cuando va acompañado de un micropulido de morfología rugosa.
3.- Macroscópico ligero. Desgaste apreciable con lupa binoc-
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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d a r a 6x.Se identifica como tilo que ha trabajado la piel durante
un tiempo largo.
4.- Macroscópico intenso. Desgaste que llega a redondear el
filo e incluso las aristas de retoque cercanas a estc. Lo relacionamos con el trabajo de la piel con abrasivos.
- Típo de desgaste
1.- Desgaste ligero que afecta a la cara dorsal asociado a melladuras pequeñas y en escalón en la ca-a ventral. Se identifica con acciones positivas (la cara dorsal va delante durante el movimiento).
2.- Desgaste que afecta a la cara ventral principalmente pero
que presenta alveolos orientados. De algunos de ellos salen estrías
que se extienden por la cara ventral. Se identifica como acción
positiva sobre piel apoyada en base a las experimentaciones descritas en Segunda parte 1.3.l.
3.- Desgaste regular y homogéneo que suele afectar a las dos c r s
aa.
No hay melladuras en la cara ventral . Acción negativa sobre piel.
4.- Desgaste regular y homogéneo que afecta a las dos caras
acompañado de micromelladuras de terminación gradual. Acción
negativa sobre piel. Las melladuras probablemente son accidentales
Micropulido
Se identifica por su morfología con la denominación de la materia trabajada o de su dureza relativa, en función de las descripciones
y observaciones que se hicieron en la Pnmera Parte capítulo 2.2.4.2.
Intensidad del micropulido
O.- No.
1.- Típico, claramente aislado.
2.- Existente sin límites claros.
3.- Atípico o alterado.
4.- Poco desarrollado.
En los casos 3 y 4 se identifica la existencia de un uso pero no
la acción ni la materia trabajada si no hay otros caracteres que lo
permitan.
- Distribución del micropulido
l.- Continuo.
2.- Discontinuo.
3.- Puntos escasos de pulido.
4.- Puntos frecuentes.
En los dos primeros casos se considera una acción regular, en
los dos últimos puede tratarse de una acción corta o poco irregular
o de una alteración.
- Extensión en el borde ventral y extensión en el borde dorsal
l.- Limitado al filo.
2.- Limitado al borde.
3.- Cubriente.
En el caso 1 puede tratarse de un uso corto o de una alteración. En el caso 2 nos encontramos ante un uso sobre una materia medianamente dura (como la madera o la piel gruesa seca y
no tensada) o un uso corto sobre una materia blanda abrasiva (como la piel). En el caso 3, si se asocia a un pulido característico de
piel seca, se identifica como tal.
- Localización
1.- Izquierda.
2.- Derecha.
3.- Centro.
4.- 1+2+3.
5.-1+2.
6.- 2+3.
7.-1+3.
-
- Límite izquierdo y Iínlite derecho
Se divide el frente en 6 sectores y se localiza donde empieza y
donde acaba ei pulido.
- I~iterrupciónbrusca del desgaste o del pulido
N.- No.
S.- Sí.
Se identifica como reavivado siempre que esté acompañada
de levantamientos n~acroscópicos.(Cuando es así se identifica
no
como alteración post-deposicional).
- Estrías
Se describen las estrías con 5 dígitos:
1.- Ancha. 2.- Estrecha.
1.- Larga. 2.- Corta.
1.- Superficial. 2.- Profunda. 3.- Aditiva.
1.- Abundantes. 2.- Presentes. 3.- Escasas.
1.- Izquierda. 2.- Derecha. 3.- Centro 4.-1+2+3. 5.- 1 +2. 6.2+3. 7.-1+3.
- Desconchados en la cara ventral
Se describen con cinco dígitos:
O.-No hay desconchados.
1.- Terminación gradual. 2.- Reflejada. 3.- En escalón.
1.- Microscópicas marginales. 2- Microscópicas invasoras. 3.Macroscópicas marginales. 4.- Macroscópicas invasoras.
1.- Abundantes. 2.- Ocasionales.
l.- Izquierda. 2.- Derecha. 3.- Centro 4.-1+2+3. 5.-1+2. 6.2+3. 7.-1+3.
1.- Desgaste sobrepuesto. 2.- No desgastadas.
Pulidos atribuibles a nzango
1.- Arista. 2.- Borde derecho. 3.- Borde izquierdo. 4.- Ápice
- Estado de conservación
1.- Fresca.
2.- Alteración microscópica de aristas.
3.- Lustre ligero.
4.- Lustre intenso.
5.- Pátina sobre aristas.
6.- Pátina general.
7.- Quemada.
- Observaciones
Descripción de otras zonas de uso.
-
2.4. Análisis de dimensiones
Para analizar las dimensiones generales de los soportes de los
raspadores se han elaborado gráficos de puntos combinando 1011gitud con anchura, longitud con espesor y anchura con espesor.
La razón de expresar de esta forma nuestras observaciones, en vez
de utilizar los índices de carenado y espesor, es que pensamos que
los gráficos ofrecen más detalle y es posible vislumbrar más
claramente la intensidad de las concentraciones.
Vamos a presentar únicamente resultados generales de cada
penodo y los correspondientes a los raspadores simples (tipo 1) y
los raspadores sobre lasca u hoja retocadas (tipo 5). Queremos
comparar los módulos de los raspadores con el fin de establecer
posibles modificaciones o reducciones debidas al uso o al enmangue.
Realizaremos una descripción general de los módulos de todos los raspadores de cada grupo cronológico para luego compararlos con los tipos elegidos.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Gravetiense (fig. 126)
Lo más característico de los raspadores Gravetienses es su
laminaridad y su módulo relativamente grande. La longitud está
dispersa entre 25 y 50 milímetros y la anchura mucho más concentrada entre 15 y 25 mm. El espesor está concentrado entre 4
y 1Ornm.
Dado el reducido número de raspadores estudiados no consideramos que la distribución por tipos sea significativa aunque
se aprecia que los raspadores de mayor longitud son los raspadores simples y sobre soportes modificados y que no existe un
módulo que concentre a los raspadores más retocados (tipo 5).
GWmnENSEVOMS LOS TfWSi
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Figura 126.- Relación entre longitud, anchura y espesor de los soportes de los raspadores en el Gravetiense de Parpalló.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Solutrense Inferior (fig. 127)
La longitud está entre 20 y 40 mm, la anchura entre 10 y 30
rnrn y el espesor entre 4 y 14 mm.
En los tipos 1 y 5 no se aprecian diferencias con las dimensiones generales. La mayor parte de los raspadores de este período son del tipo 1 por los que las diferencias con el cuadro general
son prácticamente inexistentes. Con respecto a los raspadores sobre soportes retocados, el número total es demasiado reducido como para poder extraer conclusiones.
SOLUTRENSE INFERIOR ( I O W S L N TIPOSI
42
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20
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SDLUTRENSE INFERIOR VODOS LOS nP05)
SOLUTRENSEINFERiOR (TIPO 1)
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Figura 127.- Relación entre longitud, anchura y espesor de los soportes de los raspadores en el Solutrense Inferior de Parpalló.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Solutrmse Medio (fig. 128)
La longitud se concentra entre 15 y 40 m m y la anchura entre
10 y 25 mm, el espesor está centrado entre 2 y 10 r r .
nn
En los gráficos que relaciona anchurallongitud y espesorlanchura se observa que el tipo 1 se concentra en la banda baja de la
anchura. Esto significa que en los raspadores de soportes más estrechos no se retocan los bordes laterales. Los raspadores de tipo 5
recogen el módulo generalizado a todos los tipos.
En cuanto al espesor vemos que no varía en los raspadores del
tipo 1, si los comparamos con el gráfico general. Sin embargo los
raspadores del tipo 5 son los menos espesos.
SOLWRENSE UEOIO ( TS
SOLUTRENSE MEOiD (TOMSLOS TIWSI
LOS TIWS)
ANCHURA
SOLUTRENSEMEOiO lTlW 11
SDLUTRENSEME080 ViW I l
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SMLITRENSE MEMO WPOS]
LOWOlTUD
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Figura 128.- Relación entre longitud, anchura y espesor de los soportes de los raspadores en el Solutrense Medio de Parpalló.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Solutrense Su~erior 129)
(fig.
La mayor parte de los raspadores de este gmpo se concentran
por su longitud entre 15 y 40 rnm y por su anchura entre 10 y 25.
El espesor es de 2 a 10 mm. El tipo 1 sigue la tendencia general al
período respecto a anchura y a longitud aunque tiende a ser
menos ancho, al igual que ocum'a en el Solutrense Medio.
Los raspadores del tipo 5 se concentran también la banda de
menor grosor.
Solutreogravetiense (fig. 130)
Como se aprecia en el cuadro general, en el que se relaciona anchura y longitud, la anchura es menor que en los períodos solutrenses
BOLLIIRENSE SUPERIOR ITO-
SOIUTRENSE SUPERIOR WWS LOS TIPOS)
LOS TIPOSI
LONOlTUD
SOLUTRENSE SUPERIOR (7iPO 11
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SOLUTRENSE SUPERIOR mPO Il
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LOWOlND
SOLUmENSE SUPERIOR
ANCHURA
Figura 129.- Relación entre longitud, anchura y espesor de los soportes de los raspadores en el Solutrense Superior de Parpalló.
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(entre 11 y 20 rnm). En el gráfico que relaciona espesor y anchura se
observa que es también menos espeso (entre 3 y 7 mm). Estas dos
claves describen una industria claramente más laminar que la solutrense. El módulo en el Solutreogravetiense está mucho más homogeneizado, en los gráficos hay una menor dispersión de los valores.
El tipo 1 sigue la media general y el tipo 5 no abarca los raspadores más cortos. Esto indica una falta de variación entre los
raspadores más o menos retocados, y puede interpretarse como
una adaptación de los raspadores retocados al módulo de los no
retocados.
SULUTREOOWV~ENSEPODOS LOS TIPOS)
S O L m E O G W W E W S E (TODOS LOS nPOS1
ANCHURA
S<>LUTREOOR*V~ENSE~P~~)
Figura 130.- Relación entre longitud, anchura y espesor de los soportes de los raspadores en el Solutreogravetiensede Parpalló.
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Magdaleniense Antiguo A (fig. 131)
La anchura general es de 10 a 25 mm, la longitud es de 10 a
36 mm, y el espesor esta entre 3 y 15 mrn. Las medidas de espesor reflejan la presencia de nucleiformes, ya que si comparamos
el gráfico que recoge todos los raspadores con el que se refiere
únicamente a los raspadores simples (tipo 1 ) se observa que los
típicos tienen un espesor entre 3 y 10 mm. Esta tendencia aún es
más marcada en el tipo 5, que recoge los elementos menos espesos con una banda muy concentrada entre 5 y 7 mm.
Lo mismo ocurre con la anchura, que es más reducida en los
tipos 1 y 5 .
WGOALENIENSEM n0WS LOS TIPOS)
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Figura 131.- Relación entre longitud, anchura y espesor de los soportes de los raspadores en el Magdaleniense Antiguo A de Parpalló.
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Magdaleniense Antiguo B (fig. 132)
En los gráficos que describen las dimensiones de todos los
tipos de raspadores observamos una longitud concentrada entre
10 y 25 mm y una anchura similar. El espesor es de 3 a 12 mm.
Son en general más cortos que los raspadores del Magdaleniense
Antiguo A.
Los raspadores de tipo 1 recogen tendencias generales respecto a la longitud y la anchura, aunque son algo menos espesos.
Los del tipo 5 también recogen módulos similares a los del tipo 1.
UAGOALENIENB AB mOOOS LOS TIPOSI
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Figura 132.- Relación entre longitud, anchura y espesor de los soportes de los raspadores en el MagdalenienseAntiguo B de Parpalló.
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Magdaleniense Superior (fig. 133)
La anchura está entre 10 y 25 mm, concentrándose entre 10 y
20 mm. La longitud está entre 10 y 35 mm pero hay gran número
de raspadores con longitudes entre 15 y 30 mm. El espesor bascula claramente entre 3 y 8 mrn.
Los raspadores del tipo 1 siguen las tendencias generales de
anchura, longitud y espesor, aunque son algo menos espesos y
más estrechos.
El tipo 5 sigue la tendencia general agrupándose en las zonas
de mayor concentración general con tendencia a ser menos espeso, menos ancho y abandona las más cortas.
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LONGITUD
MAGOALENIENSE (TODOS LOS TIPOS)
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Figura 133.- Relación entre longitud, anchura y espesor de los soportes de los raspadores en el Magdaleniense Superior de Parpalló.
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2.5. Análisis morfológico descriptivo p o r períodos y
tipos d e raspadores. (Tipología, soportes y frentes)
Este análisis tiene por objeto describir la inorfología general
de los soportes y de los frentes de raspador en cada período. Se
pretende además determinar si hay tipos de raspadores que
prevalecen en los diferentes periodos. Para poder estimar la interrelación entre los caracteres elegidos se han elaborado tablas
combinándolos. Las discusiones de cada una de las tablas pretenden vislumbrar, a partir de la variabilidad observada, aspectos
técnicos y funcionales que se retomarán más adelante cuando se
trate el análisis traceológico.
Comuosición ti~ológicapor períodos (fig. 134,135 y 136)
Teniendo en cuenta la escasez de algunos de los tipos elegidos
inicialmente se han realizado tablas simplificadas en las que no se
incluyen aquellos tipos cuya representatividad era menor a quince
ejemplares sumando los procedentes de todos los niveles.
Se trata de los raspadores sobre hoja auriñaciense (tipo 6), los
raspadores circulares (tipo 9), los buriles-lámina truncada (tipo
19) y los raspadores-perforadores (tipo 21). Dada su escasa presencia los hemos eliminado de todos los análisis.
Asimismo se agruparon los tipos mas afines:
- Espesos, carenados y nucleiformes (números 11 a 16 en la
lista tipo).
- Raspadores-útiles compuestos (17 y 18).
Los raspadores más abundantes en todos los niveles son los
raspadores simples (tipo 1 en la lista tipológica de SonnevilleBordes y Perrot). Algo menos numerosos son los raspadores so-
bre hoja o lasca 1-eiocada (tipo 5 ) . Se observa una mayor variabilidad de tipos en el Soluti-ense Medio. Superior y Solutreogravetiense. Los raspadores atípicos (tipo 2) y dobles (tipo 3)
están presentes en todos los períodos en proporciones que van
de 3% a 1 1 % excepto en el Soluti-ense Inferior dónde sólo existe
un atípico.
Además de estas tendencias generales se observan tendencias
particulares en algunos períodos:
- Alta proporción de raspadores espesos y nucleiformes (tipos
11 a 16) en el Magdaleniense Antiguo A y B, y presencia en el
Magdaleniense Superior.
- Los raspadores ojivales (tipo 4) están presentes en el Solutrense Medio, Solutrense Superior, Solutreogravetiense y Magdaleniense Superior.
- Lo mismo ocurre con los raspadores sobre lasca (tipo 8).
- Los raspadores unguiformes son muy escasos, aparecen sobre todo en el Magdaleniense Superior (tipo 10).
- Los útiles compuestos, también poco numerosos, (tipos 17 y
18) registran su mayor número en el Solutrense Medio, Solutreogravetiense y Magdaleniense Superior.
- Los raspadores esquirlados se encuentran en los niveles solutrenses (tipo 76).
Además de los raspadores, se consideraron en el análisis algunas piezas que por la morfología de su zona retocada pudieran
haber tenido un uso similar al del raspador (fig. 134):
- Las raederas (tipo 78) del Magdaleniense.
- Las rasquetas del Magdaleniense Antiguo y Superior.
- Las truncaduras del Solutrense, Solutreogravetiense y Magdaleniense (tipos 60 a 64).
Raspador
1
Gravetiense
35
Solutrense Inferior
53
Solutrense Medio
210
Solutrense Superior
217
Solutreogravetiense
190
Magda1enienseA.A. 179
Magda1enienseA.B. 200
Magdaleniense Superior 434
Total
2
3
2
1
57
44
13
47
34
54
4
6
27
13
24
39
15
47
4
5
9
9
114
75
35
54
1 81
18 189
1
19
22
8
2
6
7
8
9
10 11
12 13 14 15
1
1
1
1
2
1
1 1
15 < 2 0
1 2 2 7 1
12 2
5
71 107 2
1518252 175 71 566 6 116 157 3
3
1
2
5 1 1 1
1 4
1
1 33 20 9
1 8 4 2 1 1
2
11 12 2 4
21 58 27 17
5
3
2
47
1
13
79
Figura 134.- Típología de los raspadores por períodos (números absolutos).Los números corresponden a los tipos definidos por SonnevilleBordes y Perrot.
Figura 135.- Tipología por períodos. Tabla simplificada (números absolutos).
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Raspador
1
2
3
4
S
7
8
10
11 a 16
17 y 18
Total
Gravetiense
Soluti-eiiseIriferior
Solutrerise Medio
Solutrense Superior
Soliitreogravetiense
MagdalenieiiseA.A.
Magdaleniense A.B.
Magdalenieiise Supenoi
67
70
42
51
6I
41
55
44
4
O
1
4
5
3
O
O
1
4
>
6
o
o
17
12
23
18
II
12
22
22
O
l
3
4
11
9
5
8
8
5
3
8
9
4
4
4
O
I
I
o
o
O
O
O
1
O
O
o
o
2
4
O
1
2
26
7
7
2
I
7
2
7
O
o
o
1O
0
1O
0
1O
0
1O
0
1O
0
1O
0
1O
0
100
Total
48
8
6
2
18
4
5
1
6
3
1O
0
1
11
1O
1
O
Figura 136.- Tipologia por penodos.Tabla siniplificada (porcentajes por períodos).
Discusiórz de las figuras 134, 135 y 136
1.- Los raspadores más abundantes en todos los periodos son
los del tipo 1 y los del tipo 5. Confrontando estos datos con los de
dimensiones (Cfr. 11. 2.4 ) observamos:
- Que sólo en el Solutrense Medio y Superior y Magdaleniense Superior hay diferencias entre el módulo general de los
raspadores y los de los tipos 1 y 5 : los del tipo 1 son algo más estrechos indicando que se busca reducir la anchura, al retocar los
bordes laterales de los del tipo 5.
- El tamaño de los soportes varía diacrónicamente indicando
que los raspadores se fabrican sobre los soportes que las técnicas
de talla de cada momento permiten.
Queda por comprobar si los raspadores se abandonan porque
sus frentes ya no son útiles, no pueden ser reavivados o porque se
ha acabado el trabajo para el que fueron fabricados. El grado de
desgaste y la morfología y ángulo de los frentes pueden aportar
indicios a este respecto.
2.- Hay raspadores atípicos en todos los períodos pero en mayor
cantidad en los períodos con mayor cantidad total de piezas. ¿Se
debe al mayor tamaño de la muestra o corresponden a otra función?
Pensamos que hay mayor cantidad de piezas no fácilmente clasificables cuanto mayor sea la muestra, pero como veremos más abajo
también corresponden a funciones más variadas.
3.- Los raspadores dobles existen con porcentajes similares en
todos los periodos. ¿Se trata de reutilización de soportes para la
misma función? En ese caso el ángulo de filo será mayor para ellos que para el resto de raspadores simples. Como veremos más
abajo el ángulo del filo es mayor.
4.- Los raspadores ojivales (tipo 4), en abanico (tipo 7) sobre
lasca (tipo 8) y unguiformes son escasos en todos los penodos y en
algunos casos inexistentes. Comparando los caracteres del frente y
el uso de estos raspadores con los típicos (tipos 1 y 5) podremos
saber si se trata del mismo útil que se clasifica en grupos diferentes
por características que no son funcionalmente significativas.
5.- Algunos tipos son característicos de determinados períodos:
- Raspadores espesos y nucleiformes (tipos 11 a 16). Sólo significativamente presentes en el Magdaleniense. La función nos indicará si son realmente raspadores. Además a partir del análisis de
soportes y frentes podremos distinguir los caracteres que los hacen morfológicamente distintos.
- Raspadores-útiles compuestos (tipos 17 y 18). Se documentan en el Solutrense Medio, Solutreogravetiense y Magdaleniense
Superior, precisamente los períodos de mayor laminaridad. ¿Se
utilizó la otra zona de útil retocado? Si fue así se trata de un comportamiento comparable al de los raspadores dobles en cuanto a
reempleo de soportes, pero en este caso probablemente para otras
funciones.
6.- Los raspadores esquirlados se encuentran en los niveles
solutrenses. A partir del análisis funcional podremos saber si son
raspadores reutilizados como cuñas, esbozos de piezas bifaciales,
o raspadores utilizados por percusión.
T i ~ o de so~orte períodos v tiuos de ras~ador
s
por
(figuras 137 a 141)
La división inicial en 10 tipos de soporte se ha simplificado
considerando cuatro grupos: los desechos de talla y soportes
irreconocibles (O y S), las láminas (1, 2 y 3), lascas (4, 5 y 6) y
larninitas (9 y 10).
Soporte
O
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Total
1
2
3
4
5
6
7
3
2
36
15
5
2
5
16
4
3
22
3
20
11
3
31
13
38
260
335
94
255
330
433
6
13
76
25
47
17
13
116
1
23
1
4
33
9
15
1
4
1
1
3
29
24
95
54
127
34
5
275
12
643
81
97
1758
313
86
8
9
10
Total
1
3
5
46
12
18
2
1
1
47
13
3
1
2
14
5
18
1
1
129
1
1
54
84
535
444
322
449
392
1040
85
67
171
7
3320
3
1
Figura 137.- Tipo de soporte por periodos (números absolutos). O=irreconocible, l=hoja regular, 2=hoja irregular, 3=hoja de preparación del
núcleo, 4=lasca, 5=lasca laminar, 6=lasca de preparación del núcleo, 7=nucleiforme, 8=desecho de talla, 9=hojita regular, lO=hojita irregular.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Soporte
Total
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Supenor
Total
Figura 138.- Tipo de soporte por períodos. Tabla simplificada
(números absolutos).
Soporte
Oy8 1,2y34,5y6
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Total
O
O
2
O
1
11
3
1
3
36
60
62
34
63
29
81
16
45
47
67
11
4
8
9
32
53
25
64
7
9y10
Total
0
1
O
1
2
11
3
2
4
3
6
6
O
1
13
100
100
100
100
100
100
100
100
3
6
100
1
Figura 139.- Tipo de soporte por períodos. Tabla simplificada (porcentajes).
Se observa el empleo preferente de lascas para fabricar raspadores en todos los períodos excepto en el Gravetiense y el Solutreogravetiense. Los raspadores sobre lasca son especialmente
mayoritarios en el Solutrense Superior y Magdaleniense Antiguo
A y B. En el Magdaleniense Antiguo A se utilizan además de lascas, restos de talla y nucleiformes. Los raspadores sobre hojita alcanzan su mayor número en el Magdaleniense Superior (ver
fig. 139).
La relación de tipos de raspador con los soportes en los que
se realizan se analizan por períodos en las figuras 140 y 141:
- Gravetiense (fig. 141): La mayoría de los raspadores son
sobre lasca u hoja bruta de talla (tipo 1). Entre éstos, el soporte
elegido preferentemente es laminar. Los ejemplares de ras-
padoi-es sobre lasca u hoja retocada (tipo 5 ) se realiza11pi-efci-entcmente sobre lasca. El resto de los tipos tienen una presencia
minoritaria. De los cuatro raspadores dobles. tres tienen sopoi-te
laminar.
- Solutrense Inferior (fig. 141): Los mayoría de los soportes
son lascas en todos los tipos de raspadores presentes. A pesar de
ello la laminaridad es considerable. Los raspadores son del tipo 1,
3 y 5. El resto alcanzan muy escasa representación.
- Solutrense Medio (fig. 141): Los raspadores son en su
mayoría sobre soportes no modificados (tipo 1). También Iiay
gran abundancia de raspadores sobre hoja o lasca retocada
(tipo 5) y en general una mayor diversificación de tipos: están presentes los atípicos, dobles, en abanico y sobre lasca.
En todos los casos el número de lascas como soportes supera
ampliamente a los soportes laminares. Aparecen algunos sobre hojita.
- Solutrense Superior (fig. 141): Mayoría absoluta de raspadores simples sobre lasca. Menor proporción del tipo 5 que en
el período anterior. Las proporciones de raspadores sobre lasca de
los tipos 2, 3, 4, 7 y 8 son similares a las que aparecían en el
período anterior. Se registran algunos nucleiformes y algunos sobre hojita.
- Solutreogravetiense (fig. 141): Proporción mayor de raspadores sobre hoja. Sin embargo los del tipo 5 siguen realizándose sobre lasca. Disminuye la cantidad de raspadores del tipo 8.
Mayor número de raspadores sobre hojita. Gran cantidad de raspadores dobles. Disminuyen los atípicos y los ojivales. Existen
escasos nucleiformes.
- Capa 12 (fig. 141): Hay una mayoría absoluta de raspadores
simples. Los soportes son lascas casi exclusivamente. No hay raspadores sobre hojita.
- Magdaleniense Antiguo A (fig. 141): Los soportes de los
raspadores siguen siendo preferentemente las lascas para todos
los tipos de raspadores incluidos los nucleiformes que son en
este momento muy abundantes. También se registra un notable
incremento de raspadores sobre fragmentos de talla e irreconocibles.
- Magdaleniense Antiguo B (fig. 141): Casi todos los raspadores son sobre lasca. Se registra aún la presencia de nucleiformes sobre lasca.
- Magdaleniense Superior (fig. 141): Hay un aumento de raspadores sobre hoja y hojita. La proporción de estos es menor en el
tipo 5 que en el tipo 1. Hay relativamente pocos nucleiformes.
Raspador
Figura 140.- Número en la lista tipo versus tipo de soporte en todos los períodos.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Gra\,etieiise
lista tipo
1
Solutreogravetierise
lista tipo
2
3
1
3
I
5
5
8
7
Total
o
OY8
1,2,3 23
12
4,5,6
7
9 y 10
1
Total
2
35
11
10 a16
>
4
1
30
19
o
I
O
4
2
9
O
O
O
1
51
Solutrense Inferior
lista t i ~ o
Magdaleniense Inicial
lista tipo
1
OY8
1,2,3
4,5,6
7
9 y 10
Total
Solutrense Medio
lista t i ~ o
2
25
1
2
4
1
2
3
8
4
21
6
180 47
39
Solutrense Superior
lista tipo
Total
13
217
45
3
10
2
O
4
1
7
1 1 1
20 64
7
2
2
54
8
1
0
1
11
27
75
5
12
27
8
1
14
40
5
1
22
1
O
34
O
-
5
Magdaleniense AB
5
1
8
23
2
O
1
Magdaleniense AA
lista tipo
Total
4
11
1OaI6Total
1
I
1
1
10 5
Oy8
3
25
1,2,3
4,5,6 143 37
7
1
2
9y10
1
3
8
7
5
1
6
19
1
1
2
1
OY8
4 6 5
1.2.3
4 3 5 166 39
7
9 y 10
1
4
4
3
Magdaleniense Superior
lista t i ~ o
Figura 141.- Número en la Lista tipo versus tipo de soporte en cada período.
0
1
O
O
I
1
Total
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Discrrsióíi de las jiglrrrrs 137 a 141
Pai-a valorar si esta distribución de tipos de soporte responde a
una seleccióii o no. hay que teriei-en cuenta las técnicas de talla y el
carácter inás o menos larniiiai-de la industria.
No disponemos de datos completos de la tecnología de talla de
cada periodo, aunque si que se encuentran referencias. en los estudios llevados a cabo anteriormente. respecto a la distribución de los
soportes.
Pericot hace la siguiente descripción de la presencia relativa
de hojas: ... "En general la proporción de hojas es mayor en los
niveles superiores, en especial las hojitas, numerosísimas y muy
variadas hasta cerca de los dos metros de profundidad. De los dos
a los cuatro metros, la proporción de lascas es fuerte, y las hojas,
como todos los útiles, son inuy toscos. Más allá de los cuatro metros, las hojas son bastante numerosas, pero las hojitas no lo son
tanto como en las capas superiores, y una proporción normal de
hojas se mantiene hasta la capa más profunda del yacimiento;
notemos asimismo que en estas capas inferiores aparecen las hojas de mayor tamaño observadas en la cueva, al mismo tiempo
que, como veremos, aquí es dónde más abundan las hojas retocadas." (Pericot, 1942: 29).
En las observaciones de Pericot se refleja en primer lugar la
laminaridad de los momentos Magdaleniense Superior y Solutreogravetiense separados por el episodio Magdaleniense Antiguo en
el que la proporción de lascas es la manifestación de una talla no
laminar. Esto mismo se señala en el análisis morfométrico Ilevado a cabo por Aura sobre el material retocado de las capas 1 a 13
de la excavación del talud: "Pasando ya al comportamiento y
evolución de los soportes clasificados vemos en primer lugar que
a partir de la comparación de sus respectivos índices laminares se
nos destacan tres conjuntos bastante homogéneos:
- El primero, sería el formado por las capas 13 (ilam: 64%) y 12
(ilam: 48%), con una significativa frecuencia de útiles obtenidos sobre hojas-hojitas más acorde con la dinámica Solutreogravetiense..."
- "El segundo bloque es el constituido por las capas 11(Ilam:
18%), 10 (ilam: 11%), 9 (Ilam: 4%), 8 (Ilam: 2,7%), 7 (Ilam: 7,1%)
y 6 (Ilarn: 8,9%). Aunados por unos bajos porcentajes de utillaje retocado sobre soportes laminares ..."
- "El tercer bloque es el formado por las capas 5 Olam: 31%), 4
(ilam: 68%), 2 (ilam: 61,7%) y 1 (ilam: 55%), parciales más acordes
con las características laminares repetidamente señaladas en los momentos avanzados del Magdaleniense." (Aura, 1988:148)
En segundo lugar Pericot señala que la laminaridad se continúa desde los cuatro metros hasta las capas más profundas del
Gravetiense. La confirmación de la laminaridad muy marcada del
Gravetiense viene de1 estudio de Miralles que señala un índice
laminar alto para el material no retocado (41,60%) y además en el
material retocado ... "El índice laminar, con un valor del 62,33%
es mucho más elevado que el dado para el desecho de talla, lo que
nos indica una mayor preferencia por hacer los útiles sobre piezas
laminares." (Miralles, 1982).
Sobre estas bases se destaca que:
1.- La laminaridad de la industria se refleja en la realización de
raspadores en el Gravetiense y en el Solutreogravetiense pero no
tanto en el Magdaleniense Superior en el que teniendo un índice
laminar similar para el material retocado hay una mayor proporción
de raspadores realizados sobre lasca. La razón de esta diferencia
puede ser o bien la ausencia de selección de soportes en este mo-
ineiito. o bien el Iieclio de que cii el indicc laminar en el Magdaleniense incluye soportes mici-olaiiiiiiai-esq~ic su tamaño no son
por
adecuados para la fabricacióii de raspadores. Nos refeilmos a la
abundancia de hojitas de dorso enire el iiiaterial retocado y al
tamaño general de la talla lamiiiai
Otra explicación podi-ía sci- que los raspadores en este peiíodo
estén más reavivados reduciendo su longit~id manera que al agnide
par las lascas laminares con las lascas. los soportes que antes del LISO
y del reavivado fueron láminas se han considerado como lascas.
Pero esta explicación no es posible ya que en los datos no simplificados se refleja una baja propoi-ción de lascas laminares si se compara con el número de lascas (figura 137).
2.- La utilización de soportes laminares en el Gravetiense y
el Solutreogravetiense es más marcada para los raspadores del
tipo 1 (raspadores sobre soportes no modificados) y 3 (raspadores dobles) que para los del tipo 5 (raspadores sobre hoja o
lasca retocada), en los que las lascas son ligeramente más abundantes. El análisis de las dimensiones del Solutreogravetiense no
indica diferencias en la anchura del módulo apreciables entre los
tipos 1 y 5. Este hecho podría interpretarse como un intento de
unificar el módulo por retoque si no fuera porque el intervalo de
anchura (entre 15 y 25 mm) es demasiado amplio como para ser
significativo.
En el caso del Gravetiense los raspadores del tipo 5 son precisamente los que presentan anchuras más dispares indicando una falta
de relación entre el retoque y un eventual enmangue.
3.- En los momentos Solutrenses (para los que Pericot señalaba
"una proporción normal de hojas") observamos una elección marcada de las lascas como soportes para todos los tipos de raspadores,
excepto los carenados y nucleifonnes. No ocurre lo mismo en el
Magdaleniense Antiguo en el que los nucleiformes también se realizan sobre lasca.
4.- El Magdaleniense Antiguo se destaca claramente de todo el
resto de la secuencia en el uso casi exclusivo de las lascas para todos
los tipos de raspadores. El uso de desechos de talla y de fragmentos
de soportes irreconocibles indica un comportamiento de
aprovechamiento máximo de la materia prima, por lo menos en
cuanto a la talla se refiere, que deberá ser matizado o confirmado
por el análisis traceológico.
5.- Los raspadores carenados y nucleiformes, cuyo número alcanza una gran significatividad en el Magdaleniense Antiguo, se realizan frecuentemente sobre lascas y deseclios de talla. La morfología nucleiforme de los soportes no permite distinguir en ocasiones el origen de los mismos. El análisis traceológico permitirá
definir si existió una utilización de los frentes o si se trata de núcleos
y fragmentos de núcleos, en cuyo caso se reflejada de nuevo el
aprovechamiento intensivo de la materia prima.
6.- Los raspadores atípicos (tipo 2), ojivales (tipo 4) y sobre lasca (tipo 8) parecen seguir las tendencias de los raspadores sobre soportes modificados (tipo 5). Los raspadores dobles (tipo 3) y los raspadores en abanico (tipo 7) presentan proporciones de soportes laminares paralelizables a las de los raspadores simples (tipo 1). ¿Son
asimilables estos dos grupos respecto a otros caracteres morfológicos o respecto a la función?
7.- Las hojitas están presentes en el Solutrense Medio, Superior
y Solutreogravetiense y de manera mucho más significativa en el
Magddeniense Superior. Los raspadores sobre estos soportes tan pequeños ¿tienen la misma utilización que el resto?
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Contoriio del souorte por ueríodos v tipos de raspador
(figuras 142 a 145)
Los iraspadores se realizan mayontariamente en soportes con
lados paralelos en todos los períodos. En el Gravetiense llegan a
constituii- el 81% de las piezas. En todos los niveles hay también
un alto porcentaje de raspadores fabricados en soportes de lados
convergentes y escasos de lados divergentes. Solamente en el
Magdaleniense Antiguo los soportes con lados divergentes llegan
a cifras proporcionalmente altas. También en este momento la
cantidad de raspadores en otros tipos de soportes no regulares es
mayor (figuras 142 y 143).
En general todos los tipos de raspadores, excepto carenados
y nucleiformes, se realizan mayoritariamente en soportes de lados paralelos en todos los periodos. La proporción de lados paralelos respecto de los de lados convergentes en el caso de los raspadores simples (tipo 1) es casi siempre mayor al doble. En el
caso de raspadores sobre lasca u hoja retocada las proporciones
relativas de lados convergentes y lados paralelos están más
igualadas. Sólo en el Solutrense Superior los soportes con lados
Gravetiense
Solutrense lnferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
MagdalenienseA.B.
Magdaleniense Superioi
convergentes superan a los de lados paralelos en los raspadores
del tipo 5. 7. 8 y 10. En el Solutrense Medio las cifras de estos
son también altas aunque no llegan a juperar a los de lados paraen
lelos más que en los 1-aspadoi-es abanico.
Los dobles (tipo 3) se realizan sobre soportes de lados paralelos. No se aprecian tendencias pi-eferentesen los raspadores espesos y atípicos eii ningún período.
Los nucleiformes (tipo 15) se fabrican preferentemente sobre
formas no regulai-es (figura 144).
Disc~isiólzde lasfigici-as 142 a 145
Un enmangue de raspador cubre la parte proximal del mismo
dejando libre para el uso únicamente el frente.
Los soportes con lados paralelos y convergentes son, en
líneas generales, más aptos para el enmangue por la misma regularidad general de la pieza. Sin embargo el inconveniente de encontrar un soporte no muy regular o con bordes laterales divergentes puede no ser importante si el grado de irregularidad o divergencia no es muy marcado y es, en todo caso, subsanable por
el tipo de enastado o la materia de enmangue.
La elección de un tipo de morfología y sobre todo su modificación voluntaria reflejan los condicionantes del tipo de enastado.
Hechas estas aclaraciones, pasemos a comentar los resultados
reflejados en las tablas:
1.- En general, dejando a un lado los raspadores carenados
y nucleiformes, los soportes de lados paralelos son los elegidos
en todos los periodos. Esto es lógico si tenemos en cuenta que
un raspador presenta por definición un frente retocado en forma
de arco en una de las extremidades del soporte. Ya analizaremos más adelante los casos de frentes situados en los bordes
laterales.
2.- Los lados convergentes, menos abundantes, responden a
las leyes de fracturación propias de las rocas silíceas que se
aprovechan para su talla.28Pero cuando existen retoques en los
bordes laterales esta morfología convergente puede estar indicando una modificación voluntaria del soporte para que cumpla unas
características morfológicas algo más "exigentes". El Solutrense
Superior y, en menor medida, el Solutrense Medio parecen perfilar esta peculiar conducta tecnológica. Recordemos además la
abundancia de lascas en estos períodos (figura 141).
3.- La gran abundancia de soportes de lados paralelos en el
Gravetiense se justifica por la laminaridad del conjunto acompañada por la mayoría de raspadores sobre soportes no modificados.
4.- El hecho de que los raspadores dobles se realicen casi exclusivamente en soportes de lados paralelos indica únicamente el
deseo de conseguir anchuras similares en los dos frentes opuestos,
probablemente para una misma función.
Figura 143.- Contorno de los soportes de los raspadores por períodos. Porcentajes.
Si el frente de raspador se sitúa en la parte dista1 del soporte, es Iógico que los lados converjan hacia el punto de percusión.
Contorno
Total
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
MapdalenienseA.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
181
99
44
59
1001
3176
Figura 142.- Contorno de los soportes de los raspadores por penodos. Números absolutos. l=lados paralelos, 2=lados convergentes,
3=lados divergentes, 4=otros.
Contorno
1
1
4
5
2
6
36 328
16 204
13 24
6 10
4
2
71 566
6
1
7
3
8
1
4
9
10
4 73
112 53
15
16
1
1
9
10
1
2
116 157
3
21
1
Total
12
13
14
15
16
17
18
19
21
,6:4
76
16 11
9
5
9
3
2 4 8
5
5
3
4
2
1
2
22
9
7
41
3
37
13
2
1
37
1
2
23
15
4
1
1
22
8
4
6
28
16
2
2
17
5
79
5
43
52
39
40
48
11
58
27
1
Figura 144.- Número en la lista tipo versus contorno de los soportes para todos los períodos.
77
1 78 IG.B.(
Total
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Solutrcogravctiense
lista tipo
Gravctictisc
lista tipo
1
1
2
3
4
Total
3
2
1
1
3
1
3
4
5
7
1
8
1
2
4
O
9
O
1
2
3
4
33
16
3
1
Total
53
2
3
4
7
1
6
1
8
1
20
13
11
2
9
23
8
33
11
2
7
8
9
1
1
72
-
O
Magdaleniense AA
lista tipo
2
3
4
5
9417
58 17
1 1 4
15 9
23
3
1
12
1
1
25
23
4
2
Total 178 47
39
2
54
1
4
5
7
8
146
40
15
9
26
20
4
7
21
5
65
44
5
2
13
1
12
3
3
1
12
5
1
2
Total 210
57
27
19
114
15
20
1
2
3
4
1
2
3
4
132
55
17
13
23
6
6
10
9
4
Total 217
45
13
O
Magdaleniense AB
lista tipo
Solutrense Superior
lista tipo
4
O
44
23
4
1
3
3
0
-
1
2
2
1
Total
0
1
5
4
1
1
8
5
1
1
1
Solutrense Medio
lista tipo
1
2
3
4
7
Total 165
O
1
1
5
Magdaleniense Inicial
lista tipo
5
4
2
4
19
4
Solutrcnse Inferior
lista tipo
1
7
5
2
1
1
2
3
4
1
35
.
124
34
4
3
1
5
2
2
3
2
5
7
8
7
7
4
4
26
42
2
5
1
11
22
75
12
1
0
10
14
3
2
3
27
5
1
2
3
4
22
Total
Magdaleniense Superior
lista tipo
1
1
2
3
4
2
3
4
5
7
281 25
104 6
27
5
22 18
35
8
10
4
4
126
57
4
2
1
70
18
189
71
Total 434
54
4
47
Figura 145.- Número en la lista tipo versus contorno de los soportes para cada período.
O
1
1
10 a14
19
11
1
10
23
1
63
Total
178
114
31
61
384
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
5.- El Magdaleniense Antiguo sigue distiiiyuiéndose ya que
aparecen soportes de lados divergentes y con otras formas. Esto
no se debe solaineiite a la gran cantidad de i-aspadores espesos y
n~icleiforines
sino que ocurre igual en los raspadores típicos.
Parece como si cualquier soporte se empleara para conseguir un
frente de raspador sin que sea determinante sil forina. ¿O acaso
hay funciones diversas para los frentes de i-aspador en este momento? Tanto la diversidad interna de los caracteres del frente como el análisis traceológico permitirán profundizar en esta
cuestión.
.
oor
s
Sección del s o ~ o r t e oeríodos y t i ~ o d e raspador
(figuras 146 a 149)
En el Gravetiense y Solutreogravetiense Iiay tendencia a la
utilización de soportes de sección trapezoidal. A partir del Magdaleniense Antiguo la opción por un tipo de sección no parece ser
Disc~isión lasfig~~ras a 149
de
146
La sección de los soportes está relacionada fundamentalmente
con la técnica de talla y con la elección de soportes bmtos ya que
en ella no influyen las modificaciones por retoques posteriores.
Se confirman las tendencias apuntadas anteriormente respecto
a estos factores:
1.- La laminaridad de los periodos Gravetiense y Solutreogravetiense se refleja en los soportes de los raspadores.
2.- Al contrario, la talla de lascas del Magdaleniense Antiguo también se ve reflejada en los soportes empleados en este
momento que presentan secciones muy variadas. Además no se
eligen soportes estandarizados en cuanto a la sección. Parece
haber por tanto aprovechamiento máximo y escasa selección de
soportes. Sólo el análisis traceológico y de morfología de los
frentes puede solucionar la cuestión de una posible diversidad
interna.
3.- El Solutrense se distingue de las industrias de lascas magdalenienses por la presencia de secciones trapezoidales, pero se
acerca a ellas por la utilización de gran cantidad de soportes con
secciones variables u otras (figura 147). Interpretarnos estas tendencias como una presencia de técnica laminar que no se refleja
en la elección de los soportes para la realización de los raspadore~.?~
Secciói
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
MagdalenienseA.B.
Magdde~ense
Superior
18
31
161
112
97
97
90
367
Figura 146.- Sección del soporte por períodos. Números absolutos.
l=triangular, 2=trapezoidal,3=variable, 4=piramidal, %otra.
Secciór
3
5
Total
13
12
4
17
6
7
7
4
O
4
22
24
37
1
1
13
3
1
2
8
22
27
7
30
38
15
100
100
100
100
100
100
100
100
31
Gravetiense
Solutrense lnfenor
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
4
7
3
21
100
o
cióii trapezoidal que ti-iaiigularen el Gi-avctieiise, Solutreograve- tiense y Magdaleniense Supeiior se inantiene en todos los tipos de
raspadore>, poi- lo que no parece ser tipológica, sino tecnológica.
ligada a la mayor laminaridad de estas industrias (figuras 148 y
149). Lo mismo ocurre en el Magdaleniensc Antiguo. aunque
aparecen todo tipo de secciones para todos los tipos de raspadores. Lógicamente en los raspadores ii~icleiformes carenados
y
las secciones son piramidales u otras.
El Solutrense se distingue del Gravetiense y del Solutreogravetiense por la menor presencia de soportes con secciones trapezoidales y mayor número de secciones variables, piramidales y
otras. No responde este hecho a criterios tipológicos como
podemos ver en la figura 149.
Zona ~ r o x i m a por veríodos v tiuos de raspador
l
(figuras 150 a 154)
En casi todos los períodos la mayoría de los raspadores conservan el bulbo en la parte proximal del soporte. Sólo en el el Solutreogravetiense hay un número algo mayor de soportes con zona
proximal fracturada por flexión. En el resto suele haber un
Figura 147.- Sección del soporte. Porcentajes por períodos.
muy importante o bien se utilizan todo tipo de soportes para la realización de raspadores (figuras 146 y 147).
La tendencia a haber un mayor número de soportes de sec-
" Desconocemos cuál es el grado de laminaridad del resto de h industria Solutrense
de Parpalió
17
7
9
10
11
12
13
14
15
24 159
28 250
4 44
4
15 108
2
4
1
49 39
47 37
1 2 2 6 1
2
1
8 53
8
8
3
4
4
2
7
10
2
3
1
5
6
2
3
2
8
9
4
15
22
6
1 15 20
9
1 2 3 2 2 1
3
1
1
4
32
2 9 2 4 6
Total 1518 253 175 71 565
6
3
21
58
27
17
5
1
2
3
4
5
2
3
513 53 65
626 67 62
95 23 7
1 1 7 5
273 103 36
4
5
8
116 157
79
16
5
43
18
19
6
1
52
1
21
,664
76
7
2
16
1 1 4 1 9
2
4
1
17
9
4
40
48
Figura 148.- Número en la lista tipo versrrs sección del soporte para todos los períodos.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Gravetiense
lista tipo
1
13
1 8
3
1
2
3
4
5
Total
2
3
2
4
1
2
I
5
7
8
11
a16 Total
17
1
26
7
10
>
>
7
o
1
1
35
2
4
O
9
O
O
51
1
O
RASPADORES DE LA CUEVA DE PARPALLO
Solutrense Inferior
Magdaleniense Inicial
Total
Magdaleniense AA
- lista tino
Solutrense Medio
1
2
3
4
5
Total
-
Magdaleniense AB
lista tipo
Solutrense Superior
lista tipo
1
1
2
3
4
5
Total
6
2
4 7
7 3 9
28
9
1
52 19
217
45
5
7
4
6
5
8 2 0 4 3
6
2
6 2 0
6
5
3 1 4
1
1 12
5 20
1
1
13
22
75
12
11
a16 Total
112
1 1 2 4
68
3
112
2
10
8
3
27
2
3
3
5
1
1
2
3
4
5
Total
419
Magdaleniense Superior
lista tipo
1
1
2
3
4
5
Total
3
4
181 14
9
203
1 0 3
1
39 28
2
20
18
1
1
7
9
7
434
47
18
54
2
5
7
51 32
105 35
10 2
22
5
2
3 6
55 10
1 2 2
4
7616
200
34
3
4
5
22
26
7
2
3
2
1
7
'i'
Total
1 2 6
15
1
1-
81
Total
2
188 71
Figura 149.- Número en la lista tipo versus sección del soporte para todos los períodos.
O
1
15
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
núriiero alto de li-act~iras
por flexión de la zona proxiinal (aiiiiq~ie
menos que las zonas psoxirnales con bulbo) excepto en el Magdalcnieiise Antiguo. En este últirno destaca la canti¿ad de soportes en los que e s imposible reconocer dónde se encuentra la
zona proxirnal (figura 152).
Hay que destacar la cantidad absoluta d e raspadores con
zona pi-oximal retocada, con truiicadusa y con eliminación in-
teiicional del biilbo en el Solutseiise Medio y el Superior. Eii el
Solutreogi-aveticiise destaca cl iiúinero de raspadoi-es-buril
(figura 150).
Los raspadores proximales y laterales están presentes en
el Solulrense Inferior y en menor proporción e n el Solutreogravetiense. Soliitrense Medio y Magdaleiiiense Antiguo B y
Superior-.
Zoiia proxiinal
4
5
6
7
1
3
2
1
30
32
192
190
79
6
158
181
351
5
4
14
28
3
3
7
9
29
1
8
41
39
8
3
140
96
106
1219
102
442
Gravetieiisc
8
Solutrense Infei-ior
15
Solutrense Medio
136
Solutrense Superior
104
Solutreogravetiense
97
Magdaleniense inicial
8
Magdaleniense A.A.
35
Magdaleniense A.B.
27
Magdaleniense Superior 303
6
3
18
3
4
2
27
11
33
19
6
4
1
2
2
7
Total
63
119
42
733
3
28
20
7
1
1G
9
10
11
I
I
21
4
8
I
3
15
47
23
40
8
31
18
116
2
52
171
301
Total
1
1
2
54
84
535
444
288
34
449
392
1040
3320
1
6
2
9
4
6
28
14
24
1
37
10
47
13
12
8
I
3
13
l2
33
10
72
Figura 150.- Morfología de la zona proximal del soporte de los raspadores por períodos. Se considera zona proximal la opuesta al frente. l=fractura
por flexión, 2=buril, 3=retoque, 4=esquirlamiento, ->=bulbo,
6=eliminación intencionada del bulbo, 7=no se distingue, 8=perforador, 9=truncadura,
lO=frente de raspador (raspador doble), ll=zona dista1 del soporte (el frente raspador se sitúa en la zona proximal), 12=lateral, 13=bec.
Zona oroximal
Zona proximal
-
2,3,8
1 9y13 4
Gravetiense
8
Solutrense Inferior
15
SolutrenseMedio
131
SolutrenseSuperior 104
SolutreograveOense
97
Magdaleniense Inicial 8
MagdalenienseA A
35
MagdalenienseA B
25
MagdalenienseSupenor 299
Total
1
4
54
26
30
4
24
15
69
5
6
7
3 0 5 1
3
28
6
6 184 13 34
4 186 25 34
2
77
8
3
1
3
6
3
2 155
5 134
2 170
9 85
2 332 28 100
4 4 5 3
76
6 14
27 49 498
13 37 429
22 42 281
8
1
34
39 41 435
15 48 369
47 124 1001
2,398
1 9y13 4
10lly12 Total
722 227 19 1168
94 405
174 367 3176
Figura 151.- Morfología de la zona proximal del soporte de los raspadores por períodos. Tabla simplificada. Números absolutos.
5
6
7
10 11y12 Total
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense Inicial
Magda1enienseA.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
15
20
26
24
35
24
8
7
30
2
5
11
6
11
12
6
4
7
O
O
1
1
1
3
O
1
O
57
37
37
43
27
18
36
46
33
9
2
4
8
3 7
6
8
1 3
9
9
1 31
2 23
3 10
8
8
5
3
8
3
9
4
5
8
18
10
9
15
24
9
13
12
100
100
100
100
100
100
100
100
100
Total
23
7
1
37
3
5
12
100
13
Figura 152.- Morfología de la zona proximal del soporte de los raspadores por períodos. Tabla simplificada. Porcentajes.
Raspador
Figura 153.-Número de la Lista tipo versus morfología de la zona proximal para todos los períodos.
[page-n-127]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Gravetiense
tipo
Solutreiise Iiiferior
Solutrense Medio
tino
Solutrense Superior
Magdaleniense Superior
tipo
Solutreogravetiense
tipo
tinn
Zona
prnx
1
2
4
5
1
2.3.8
9y13
4
5
6
7
lly12
70
5
4
15
Total
Magdaleniense Inferior
tioo
Zona
,,,,
1
1
2.3.8
Yy13
4
5
6
7
lly12
2
1
3
3
1
8
Total
25
4
5
8
10
1
1
165
Y
1
:t4
6
4
8
3
2
11
2
1
6
1
O
-
---
1
33
O
-
4
1
1
33
3
3
O
~
Y6
7
2
77
3
6
41
4
232
1
8
4
~
1
8
2
0
1
4
1
1
2
3
Tntal
1
1
2
5
31
3
tinn
7
1
1
2
1
Magdaleniense AA
7
2
2
8
2
1
3
2
5
7
-
Magdaleniense AB
tipo
Figura 154.- Número de la lista tipo versus morfología de la zona proximal para cada período.
O
~
~
~
t
a
~
[page-n-128]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Los distintos tipos de raspadores pi-eieiitan las /ollas pi-oxiriiales que siguen (figura 154):
- GI-avetiense:Tanto lo> sin~ples
(tipo 1 ) coiiio los sobre soporte retocado (tipo 5 ) conservan en su mayoría el bulbo
- Solutrense Inferior: Siguen la misma tendencia que en el
período anterior pero hay un mayor número de rahpadoi-es proximalcs y laterales.
- Solutreiise Medio: Gran número de los raspadores sirnples
conservan el bulbo, pero hay mayoría de piezas coi1 zona proximal tlexionada (tipo 1). En el caso del tipo 5 ocurre algo parecido
aunque el número de raspadores que conservan el bulbo casi duplica a los que tienen fractura proximal. Los retoques proximales
junto con las eliminaciones intencionales del bulbo son abundantes. También lo son los raspadores proximales y laterales. Los
raspadores en abanico suelen conservar el bulbo
- Solutrense Supeiior: La mayoría de los raspadores poseen el
bulbo en la zona proximal. Solo en los raspadores simples las
zonas proximales fracturadas por flexión son importantes. En los
raspadores sobre soporte retocado el bulbo se conserva mayoritariamente, aunque también existen con flexión proximal y algunos con retoques. Hay una cantidad considerable de raspadores
proximales y laterales así como de algunos en los que no se aprecia la zona proximal. La eliminación intencional del bulbo sigue
apareciendo en número mayor al período anterior.
- Solutreogravetiense: Dominan los raspadores con zona
proximal flexionada en todos los tipos presentes excepto en los
raspadores en abanico (tipo 7). Se encuentran proporciones similares de raspadores que conservan el bulbo. Son más abundantes
que en el periodo anterior los raspadores con frentes proximai o
r---
-
Medidas (mm)
Total
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Figura 155.- Longitud máxima para los raspadores con flexión proximal por períodos. Números absolutos.
Medidas (min)
>5 y >10 >15 y >20 y
<=5 <=lo <=15 <=20 <=30
latei-al.Sin cinbai-gocasi no exisicii raspadores con rcioqucs eii la
zona proximal o eliniiiiacióri iiitencioiial del bulbo y soportes no
orientables.
- Capa 12: Mayoría de raspadores simples con fractura por
flexión eii la zona proximal y frentes laterales o proximales.
- Magdaleniense Antiguo A: Las piezas más abundantes son
los raspadores de tipo 1 que conservan el bulbo. De este mismo
tipo hay un riúinero importante de soportes iil-econocibles y una
cantidad algo menor de frentes en la zona proximal y lateral. Gran
cantidad de carenados y nucleiforines en los que la zona proximal
es iil-econocible y algunos que conservan el bulbo.
- Magdaleniense Antiguo B: Casi todos los raspadores consei-van la zona proximal, tanto los simples como los sobre lasca retocada. Un número menor, pero también importante están hechos
sobre soportes en los que no se distingue la dirección de lascado.
Pocos tienen la zona proxirnal fracturada por Hexión.
- Magdaieniense Superior: Las zonas proximales con el bulbo
siguen siendo importantes aunque aumenta de forma espectacular
el número de raspadores con fracturas por flexión proximales. Así
como en el tipo 1 las flexiones de la zona proximal superan a las
que tienen el bulbo, no ocurre así en los raspadores sobre hoja o
lasca retocada (tipo 5 ) ni en los raspadores sobre lasca (tipo 8).
Tanto los ojivales como los en abanico conservan el bulbo. Hay
buena representación tanto de soportes en los que no se distingue
la dirección de lascado como de aquellos en los que el frente se
sitúa en la zona proximal o lateral.
Discrcsión de las figuras 150 a 154
Las modificaciones de la zona proximal pueden realizarse
con objeto de adaptar mejor la morfología del soporte a un
mango o para conseguir conformar una segunda zona activa.
Con la realización de frentes de raspador en las zonas proximales se consigue aprovechar la zona generalmente más espesa
del soporte facilitando al mismo tiempo la posibilidad de enmangue, ya que la zona dista1 del lascado s~iele más delgada
ser
y estrecha.
Las siguientes cuestiones se tendrán en cuenta en la realización
del análisis traceológico:
1.- Hemos visto cómo existe una mayoría de zonas proximales que conservan el bulbo en casi todos los periodos. Por lo
tanto no siempre la eliminación del bulbo se considera necesaria
o conveniente. En el Magdaleniense Antiguo esta tendencia es
aún más marcada y, unida a la cantidad importante de soportes
cuya zona proximal es irreconocible, refuerza la impresión que
los otros caracteres de morfología del soporte han ido indican-
>30 Total
Medidas (mm)
>5 y >10 >15 y >20 y
<=S <=lo <=15 <=20 e 3 0
>30 Total
1
2
18
14
15
5
3
41
100
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magda1enienseA.A.
Magda1enienseA.B.
Magdaleniense Superior
O
O
1
O
O
O
O
O
O
O
2
7
6
O
4
3
O
O
5
16
10
20
40
11
13
13
19
25
11
17
44
29
25
60
60
34
45
46
12
52
63
27
14
18
28
17
O
5
100
100
100
100
100
100
100
100
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magda1enienseA.A.
Magda1enienseA.B.
Magdaleniense Superior
O
0
100
O
O
O
O
O
0
0
8
29
25
O
4
33
0
0
8
20
13
8
12
40
1
1
15
15
7
4
7
51
1
45
5
4
19
20
30
6
O
16
Total
O
3
12
23
48
13
100
Total
100 100
100
100
100
100
Figura 156.- Longitud máxima para los raspadores con flexión proximal por períodos. Porcentajes por períodos.
1
3
23
10
14
5
Figura 157.- Longitud máxima para los raspadores con flexión proximal por períodos. Porcentajes por tamaños.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
do: no existen preferencias evidenics eii la conformacióii de los
soportes, por lo menos en cuanto a los caracteres considerados
se refiere.
2.- En el Gravetierise hay muy pocas modificaciones de la
zona proximal en todos los tipos de raspadores. ¿Se modifican los
laterales? Si no es así podrenios afiriiiai- la ausencia de preparaciones para el enastado que puede estar motivada por una mayor
regularidad general del módulo (conseguida por la talla estandarizada) o quizá por la ausencia de mangos.
3.- En todos los periodos. excepto en el Magdaleniense Antiguo, hay gran cantidad de fracturas por flexión de la zona proximal.
Destaca la mayoría de fracturas proximales que existe en el
Solutreogravetiense. Este tipo de fracturas puede ser un accidente
de talla, una eliminación voluntaria de la zona bulbar o un accidente durante el uso. En el primer caso la abundancia de estos soportes constituirÍa una selección de los mismos o, por lo menos, el
hecho de que no se considera importante la ausencia de esta zona
para la fabricación de raspadores. La segunda posibilidad se suma
a otros tipos de modificaciones, como el retoque, para adaptar la
zona proximal a un mango o para conformar otra zona activa. La
tercera posibilidad se puede matizar considerando la longitud general de estas piezas con fractura proximal (figura 155).
La ausencia de las fracturas por flexión en el Magdaleniense
Antiguo es completamente lógica teniendo en cuenta que los soportes de este periodo son lascas, más cortas y más espesas que
las hojas, y por lo tanto menos susceptibles de ser fracturadas accidental o intencionalmente.
4.- El Solutrense (sobre todo el Medio y el Superior) reúne
modificaciones variadas de las zonas proximales de los soportes:
un gran número de fracturas por flexión, y un número proporcionalmente alto de modificaciones proximales si sumamos los
retoques, las eliminaciones intencionales del bulbo y los raspadores cuya zona proximal no se distingue. Los raspadores distales son también abundantes. Esta apreciación es un tanto forzada en cuanto a proporciones relativas, pero nos parece señalada en
las cifras absolutas (figura 151). Hemos visto más arriba cómo la
abundancia de soportes con lados convergentes en los raspadores
sobre hoja o lasca retocada podría indicar modificaciones voluntarias más abundantes que en el resto de los periodos. Vemos ahora que existen retoques intencionales y eliminaciones del bulbo
tanto en este tipo de raspadores (tipo 5) como en el raspador simple (tipo 1). ¿Se trata de adaptaciones para el enastado? Volveremos a considerar esta cuestión cuando analicemos los retoques en
bordes laterales.
Las fracturas por flexión son proporcionalmente más importantes en los raspadores simples (tipo 1) que en los raspadores del
tipo 5. En estos últimos las proporciones de otros tipos de modificaciones son sin embargo algo mayores.
5.- Los raspadores ojivales (tipo 4) y los raspadores en abanico (tipo 7) y sobre lasca (tipo 8) suelen conservar el bulbo en todos los periodos.
6.- Existen raspadores distales y laterales en todos los períodos.
7.- En el Magdaleniense Superior el aumento de fracturas por
flexión debe relacionarse con la mayor laminaridad de los soportes. La fractura por flexión se asocia más a los raspadores simples (tipo 1) que a los que tiene soportes modificados (tipo 5 y 8).
Éstos últiinos conservan en iiiás ocasioiies cl bulbo. Se cncueiitraii iiiodificacioiies de la zona proximal de todo tipo. en proporciones sinlilares a las del Solutrense. En el aiiálisis de iiiodificaciones de bordes laterales volvereinos a ti-aiai-la posibilidad de
adaptaciones a un rnango.
Flexión ~roximai/ion~itud
máxima (figuras 155 y 156)
Se observa en la figura 156 cóino cii el Gravetiense los raspadores con flexión proxirnal tienen una longitud mayor a
30rnm.. En el Solutrense Inferior y Medio inás del 60% están entre 20 y 30 inrn de longitud. En el Solutrense Superior y Magdaleniense Superior están entre 15 y 30 mm. En el Solutreogravetiense la mayor parte es mayor a 20 mm. En el Magdaleniense
Antiguo A está más distribuido entre 10 y 30 mm. En el Magdaleniense Antiguo B la mayoría se encuentran entre 10 y 20 rnrn.
Discusiórr de las Jigzrrns 1.V n 1.57
La utilización de un filo transversal al eje principal de la
pieza lítica en un movimiento de raspado produce fracturas accidentales por flexión del soporte. Las mismas fuerzas entran en
juego cuando se retoca un frente de raspador.
La combinación de la presencia de una fractura por flexión en
la parte proximal con la longitud máxima del soporte permite matizar la causa de esta fractura. Experimentalmente hemos comprobado que cuando se produce una fractura durante el uso o el reavivado de raspadores enmangados esta ocuire a nivel del punto de
inflexión entre la pieza lítica y el mango (Collin et Jai-dón, 1993).
La resistencia de un soporte de raspador a la fractura está en función del espesor de la pieza y de la proporción de la misma que
queda fuera del enmangue. Interviene también la fuerza aplicada.
1.- El significado que tiene la alta presencia de fracturas por
flexión en el Solutreogravetiense jse debe a fracturas durante el
uso o a eliminaciones de una parte del soporte para su adaptación al
mango? Observamos en la figura 156 que, precisamente en este periodo la mayona de los raspadores con fractura en su zona proximal
tiene una longitud mayor a 20 mm, por lo que es difícil que la fractura sea un accidente durante la utilización o el reavivado del raspador enmangado. Sin embargo debemos considerar la posibilidad
de que el espesor de los soportes permitiese dejar más parte de la
pieza Iítica fuera del enmangue sin un riesgo evidente de fractura.
2.- En todos los periodos los raspadores con fracturas por
flexión proximales tienen longitudes mayores a 15 mm excepto
en el Magdaleniense Antiguo. En este momento este tipo de morfología es muy escasa por lo que bien podría deberse a accidentes
durante el uso o el reavivado. Sin embargo la longitud general de
los soportes debe ser también menor ya que se trata de industrias
de lascas.
Modificación de bordes laterales Dor Deríodos v t i ~ o de
s
raspador (figuras 158 a 161)
En todos los periodos existe un número mayor de raspadores
que no tienen sus bordes laterales conformados por retoques que
de aquellos que sí que lo están. Solo en el Solutrense Medio y en
el Superior el número relativo de piezas retocadas es ligeramente
superior que el de las no retocadas en sus bordes laterales. En todos los períodos la existencia de muescas laterales es poco importante (figuras 158 y 159).
El retoque en los bordes entra en la definición tipológica de
los raspadores del tipo 1 y 5. A pesar de ello hemos clasificado los
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
1
2
1
13
9
9
20
10
6
31
45
228
192
204
242
217
507
53
76
498
429
315
435
369
1001
70
1666
adaptación a L I I ~eiiinaiigiie o a un accidente durante el LISO del raspadoi-. Para que este accidente se produzca los bordes laterales
deben ser fi-6gilesy el i-aspadoi-no debe estar muy bien sujeto permitiendo que en i i i i nionieiito dado la resistencia al desenmague
se produzca en los piiiiios más vulnerables de los bordes laterales
y no en el conjunto del soporte. Evidentemente un enmangue correcto debe conseguir que la pieza y su mango funcionen como un
todo. Cuando no es así el riesgo de fracturas y desenmangues accidentales es mayor. Observamos que la presencia de muescas laterales es marginal en todos los periodos por lo que concluin~os
Total
1440
Total
3
20
30
257
228
102
173
142
488
Gi.;ivetiense
Solutrense Iiiferior
Solutreiise Medio
Solutrense SuperioiSolutreogravetieiisc
~ a ~ d a l e n i e nA.A.
se
Magdaleiiiense A.B.
Magdaleniense Superioi-
2
3176
que "0 se trata de una adaptación voluntaria al mango sino robablemente de un accidente o quizá de un uso alternativo poco frecuente del soporte.
2.- En general la proporción de soportes de raspadores con
bordes laterales modificados está bastante igualada con los no
modificados y dominan estos últimos. Los únicos casos en que no
es así son los correspondientes al Solutrense Medio y al Solutrense Superior. Ya henios considerado al tratar las modificaciones de las zonas proximales y la presencia de bordes convergentes la posibilidad de que en este momento los retoques de
adaptación a un mango fueran considerables. Parece ahora confirmarse esta posibilidad. Como ya vimos en los gráficos de dimensiones del Solutrense Medio y del Solutrense Superior, los raspadores del tipo 1 son los más estrechos indicando quizá que el
retoque del tipo 5 tiene un objetivo de acercamiento al módulo de
los no retocados.
3.- La proporción de soportes modificados, aunque es menor
que en el Solutrense, también se destaca del resto de los periodos,
en el Magdaleniense Superior. Las modificaciones de las zonas
proximales eran proporcionalmente considerables. iSe trata aquí
también de adaptaciones al enmangue?
Figura 158.- Retoques el, los bordes laterales por períodos. Números
absolutos. I=regular, I=muesca pronunciada, 3=no están modificados.
Contorno
1
2
3
Total
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
38
39
52
53
32
40
38
49
4
1
3
2
3
5
3
1
58
59
46
45
65
56
59
51
1O0
100
100
1O0
1O0
1O0
1O
0
100
Total
45
2
52
100
Figura 159.- Retoques en los bordes laterales por períodos.
Porcentajes.
raspadores como del tipo 1 en las ocasiones en las que el retoque
era marginal, con pequeñas modificaciones que no parecen alterar
el soporte en su conjunto y que podnan incluso deberse al uso o
al roce con el enmangue. De todos modos la mayoría de los raspadores del tipo 1 no tienen retoques en los bordes laterales y los
del tipo 5 sí los tienen. En el Solutrense Medio y Superior y en el
Magdaleniense Superior los raspadores con retoques son muy
abundantes.
Los raspadores atípicos no parecen seguir una norma, aunque
la mayoría no tiene los bordes retocados. En el caso de los raspadores dobles (tipo 3) siempre es bastante superior el número de
raspadores con bordes laterales no retocados. Entre los raspadores
ojivales los bordes laterales retocados y no retocados están bastante igualados pero son ligeramente más abundantes los no retocados. Los espesos y nucleiformes no suelen tener bordes retocados. El resto de los tipos (5,7, 8, 10) tienen mayoritariamente los
bordes laterales retocados.
Discusión de las figuras 1-78a 161
1 .- La presencia de muescas laterales puede deberse a una
Extensión de retoaues en otras zonas vor veriodos v tioos
de raspador (figuras 162 a 166)
Hay más cantidad de piezas que tienen un sólo borde retocado. No existe sin embargo una preferencia por retocar parcial o
totalmente los bordes laterales en ninguno de los períodos estudiados.
Por tipos se observa que los raspadores simples (tipo 1)30
suele tener retoques parciales y en uno solo de los bordes cuando
son continuos. El raspador sobre lasca u hoja retocada (tipo 5)
suele presentar retoques continuos, más a menudo en uno de los
' Los retoques en raspadores simples que se consideran aquí son los muy marginales o poco extendidos en los bordes ya que de ser más intenso o extenso se clasificarían como del tipo 5 (raspador sobre Iioja o lasca retocada).
tipo
1
1
2
3
Total
6
7
8
9
10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 21
4: :
5
96 65
2 1
17 91
1
3
2
12
5
2
16 16 9
1 2
5 41 16
1516 253 246 636 571 121 272 160 24
79 85 44
22
84
2
3
4
5
433 86 80 33 522
22
8 3 1 24
1061 159 92 37 19
1
21
3
55
1
4
84 48
20 27
1
22 25
1
95
53
76 77 78 G.B. Total
14
7
1
26
26
2
20
23
9
2
1500
72
1743
86
85
53 19 318
3315
1
12
3
5 42
Figura 160.- Número en la lista tipo versus retoques en los bordes laterales para todos los períodos.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Gravetiense
M;~gd;ilenieiise I n i c i a l
-
Solutreogravetiense
tipo
1
2
3
1
2
3
3 0 2 9
4
1
131 6 14
Total
165
9
23
4
Solutrense Superior
tipo
5
7
3 3 0
1
5
2
4
33
11
8
7
8
2
2
1
1
10 a14 Total
83
G
4
166
O
1
3
4
5
7
8
10
1
2
3
73
4
140
13
1
3
9
10
72
3
12
26
5
3
12
Total
255
4
2
217
45
13
22
Solutrense Medio
1
2
3
1
2
3
14
1
38
1
53
1
4
5
1
2
3
64 21
4
3
111 23
11
1
27
1
1
179 47
39
2
54
7
43
5
6
Total
27
5
5
7
8
10
1
1
1
1
O
7
8
3
34
1
9
221
9
189
75
2
1
Total
3O
1
49
1
6
1
1
O
72
Magdaleniense AB
tipo
Magdaleniense AA
tipo
3
12
9
4
4
Total
2
2
1
1
Total
Solutrense Inferior
tipo
1
1
1
1
O
1
1
Total
81Oa1', 1 18
159
18
5
208
40
0
2
3
2
3
36 10
3
160 24
3
1
11
Total
199 34
15
1
385
63
1
1
4
5
1
75
4
2
81
5
O
Magdaleniense Superior
tipo
1
2
3
4
5
1
2
3
147 11
1
285 43
24
23
11 178
5
5
7
Total
433
54
47
18 188
7
8
61
24
9
83
70 107
1
1
10 a14 Total
7
469
6
6
5 13 473
11
20
Total
9
3
1
1
1
1
1
10 a14
1
6
948
Figura 161.- Número en la lista tipo versus retoques en los bordes laterales para cada período.
1
134
9
208
15
351
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Exteiisióii
1
2
8
12
55
66
39
52
43
75
Esteiisióii
2
2
21
26
10
22
11
48
4
5
6
7
Total
4
3
12
6
83 61
66 51
35 17
81 37
82 18
161 153
1
2
12
2
7
6
2
2
53
34
10
7
8
62
2.3
34
791
245
113
199
162
512
350 142 524 346
22
18 177
1579
Gravetieiise
Solutrense Inferior
Solutreiise Medio
Soliitrense Superior
Soluti-eogravetieiise
Magdalenieiise A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Total
3
6
7
3
4
7
43
39
23
27
35
25
27
16
14
6
9
12
11
12
7
11
19
35
28
28
31
41
49
31
10
19
21
20
14
18
12
30
14
O
19
13
9
4
5
12
23
10
33
22
11
50
31
10
7
8
60
1
3I
270
234
112
176
154
499
154
495
328
169
1497
44
2
Contorno general del frente por periodos v tinos
de raspador (figuras 167 a 170)
Son los contornos en arco rebajado (3) y los semicirculares
regulares (5) los más abundantes en todos los periodos. Los
primeros superan a los segundos excepto en el Solutrense Superior, Solutreogravetiense y Magdaleniense Antiguo A. Esta tendencia es más marcada en lo que se refiere a los raspadores del tipo
1. Los raspadores sobre lasca u hoja retocada (tipo 5 ) no muestran tendencias tan marcadas, con excepción de los raspadores del
Magdaleniense Superior que se abandonan mayoritariamente
cuando su contorno es rebajado (tanto los del tipo 1 como los del
tipo 5). En el Magdaleniense Antiguo los raspadores dobles presentan sin embargo mayoría de frentes en arco rebajado. Los
frentes asimétricos son más importantes en el Gravetiense, Solutrense Inferior y Solutreogravetiense. Esta morfología de frente
está presente en todos los periodos y dominan los desviados hacia
la derecha. Los frentes de raspador en hocico y en hombrera
comienzan a estar algo más presentes a partir del Magdaleniense
Antiguo A reduciéndose de nuevo después de este período (figuras 169 y 170).
Discusióll de las figuras 167a 170
El contorno general del frente puede ser indicativo del momento de abandono del raspador en la cadena operativa de fabricación, utilización, con mango o sin él, y reavivado.
Los contornos en arco rebajado unidos al retoque abrupto o
sobreelevado pueden indicar la presencia de un mango que cubra
los bordes laterales impidiendo otro tipo de reavivados, como ya
vimos en el estudio de los raspadores de la Grotte Gazel o en los
raspadores etíopes (Clark, 1981).
100
100
100
100
100
100
100
100
Total
2
6
57
47
16
31
18
151
351
Total
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
MagdalenienseA . A .
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
4
11
76
65
35
73
76
155
3
41
80
3
2
25
27
12
21
11
53
9
12
62
64
39
Total
Figura 163.- Distribución del retoque en los bordes laterales por
períodos. Números absolutos. Tabla siinplificada.
Extensióii
2y6
4
Zy6
Gravetieiise
Solutrense Inferior
Soliitreiise Medio
Solutrense Superior
Solutreogiavetiense
Magdaleiiiense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleiiiense Superior
Figura 162.- Distribución del retoque en los bordes laterales por
períodos. Números absolutos. l=parcial en u11 borde, 2=parcial cn
los dos bordes, 3=total en un borde, 4=total en los dos bordes, 5=discontinuo en u n borde, 6=discontinuo en los dos bordes, 7=parcial en
un borde y total en el otro.
ly5
7
3
1y5
100
Figura 164.- Distribución del retoque en los bordes laterales por
periodos. Porcentajes. Tabla simplificada.
dos bordes que en los dos. Solo el raspador en abanico se retoca
más en los dos bordes y con retoques continuos. El resto de los
tipos no muestra tendencias particulares.
Discusión de las figuras 162 a 166
1.- El retoque en los dos bordes que destaca para los raspadores en abanico no se considera muy significativo al ser este
un tipo de raspador cuya presencia es marginal y al necesitarse
generalmente este retoque bilateral para la conformación general
del soporte que es intrínseca a la definición del tipo.
2.- El hecho de que haya una mayoría de piezas con retoque
unilateral apunta a una intención de adaptación al mango o, en todo caso, a un uso secundario.
Tipo
1
1
2
3
4
5
6
7
Total
2
3
167 29 14
54 10 6
145 29 31
45 1 9 1 8
1 0 1 1
9
3
30 5 10
460
4
5
6
10
5
9
3
1
57
39
212 1
1554
5
5
7 75
93 83 35 548 5
7
8
7
7
22
43
1
1
17
13
8
13
23
11
12 13 14 15 16 17 18 19 21
1
4
1
5
2
5
2
6
2
3
2
4
2
3
10
98 67
1
2
1
2
1
1
2
1
2
15 17
11
5
8
1
7
5
9
1
1
5 22
6
1
5
1
-
7
2
7
7
1
-
5
3
9
6
1
4
1
6
2
4
1
348
142
1 5 2 4
347
22
18
176
14 7
1
f4
:
1
3
21 27 O
-
77 78 G.B. Total
2
10
76
2
1
3
4
9
1 12 28
-
-
-
Figura 165.- Número en la Lista tipo versus distribución del retoque en los bordes laterales para todos los períodos.
1
5
1
1577
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Gravetieiise
tipo
Magdalciiieiise Inicial
tipo
Solutrense Medio
ti~0
Magdaleniense Inicial
tipo
1
2
ly5
2y6
3
4
7
6
38
12
1 8 3
4
4
4
1
Total
76
14
3
4
3
4
5
2 1 0
3 3 4
1 1 6
1 1
3
2
2
10
11
5
75
Solutreogravetiense
tino
8
2
1
2
1
3
4 1 5
0 5 4
1
75
26
10 a114 Total
1
2
4
Magdaleniense AB
tioo
1
2
3
1 ~
2~ 6
3
4
7
523
6
31
5
2
7
5
6
5
Total
67
23
4
5
1
1
5
4
1
1
7
5
23
13
2
12
1
50
7
8
10
11
a 14 Total
1
O
O
6
4
7
4
2
44
21
74
31
7
1
23
177
Magdaleniense Superior
tioo
Figura 166
1
62
27
65
46
29
1
229
2
Magdaleniense Inicial
tioo
Magdaleniense AA
tipo
7
.-Número en la lista tipo versus distribución del retoque en los bordes laterales para cada período.
[page-n-134]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
O
2
3
2
1
Gravetiense
Solutrense Infel-ior
Solutrense Medio
Solutreiise Superior
Solutreogravetiense
Magdalenieiise A.A.
Magda1enienseA.B.
Magdalenieiise Superior
1
8
14
44
32
43
46
50
81
9
5
45
38
31
41
31
72
17
44
227
132
99
147
159
577
2
Total
5 6,7,8 Total
4
6
16
3
16
32 172
52 180
22 138
21 183
29 104
76 231
5
6
5
36
9
11
Figura 167.- Contorno general del frente por períodos. Números
absolutos. l=desviado Iiacia la izquierda, Z=desviado hacia la
derecha, 3=arco rebajado, 4=ojival o apuntado, 5=regular, 6=liocico,
7=hombrera, 8=circular
1
3
4
O
O
O
O
O
O
1
O
14
17
8
7
13
10
13
8
16
6
9
9
9
9
8
7
30
54
43
30
29
31
41
55
11
4
6
12
6
4
8
7
28
20
33
41
41
39
27
22
2
O
1
1
1
8
2
1
100
100
100
100
100
100
100
100
Total
73 3351
1
Gravetieiise
Solutiense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetieiise
Magdaleniense A.A.
Magdalei1ienseA.B.
Magdaleniense Superior
57
82
525
442
339
474
384
1048
1
5 318 272 1402 241 1040
O
O
9
8
42
7
31
2
100
5 6,7,8 Total
Figura 168.- Contorno general del frente por períodos. Porcentajes.
Tipo
1
159
106
672
69
502
6
4
2
3
4
35
40
84
13
67
7
6
1
37
31
165
24
77
7
5
3
2
1
63
1
1
5
10 11
12 13 14 15
10
12.
68 70
1
11 6
28 57 2
6
4
17 15
1 3
3 28
2
2
4
8
2
6
2
3
7
52
55 1
212 1
33 2
208 1
4 1
3
I
Total
9
6
8
G
2
1518 253 346 71 564 6 116 157 3
1
5
2
9
21 58 27 17
16
17 18 19 21
2
1 7
2 3
22 28 1
2 1
16 13
3
6
34
3
25
4 3
1 4
1
1
2
5 79
5
,6t4 76
4
3
28
1 1
3 1
4
1
19
2
19
1
43 52
1
4 37 46
Figura 169.- Número en la Lista tipo versus contorno general del frente para todos los períodos.
Los contornos desviados indican o un mayor desgaste por
lateralidad del gesto humano (Bordes, 1973) o el abandono del
reavivado por excesiva disminución del tamaño de la pieza lítica, en cuyo caso entraría en juego el modo de retoque.
Del análisis del contorno general de los frentes se desprende:
1.- Que en todos los períodos los raspadores se abandonan
mayoritariamente cuando presentan un contorno rebajado excepto
del Solutrense Superior al Magdaleniense Antiguo A. Este factor
se tendrá en cuenta al analizar los otros caracteres de descripción
del frente ya que por sí sólo no es definitorio.
2.- Que los raspadores con frentes en hocico o en hombrera
alcanzan su mayor representación en el Magdaleniense Antiguo y,
aunque no de manera absoluta, suelen asociarse a raspadores espesos y nucleiformes.
3.- La morfología desviada indica un mayor número de inclinaciones hacia la derecha en todos los periodos excepto el Solutrense Medio y el Superior lo que supondría una lateralidad
diestra. Sin embargo si lo comparamos con contornos asimétricos
izquierdos su proporción relativa no es concluyente.
-
Contorno del filo retocado por periodos y tipos de ras(figuras 171 a 175)
El filo de los raspadores es siempre en mayor o menor medida
regular y alcanza sus más altas cotas de regularidad en el Gravetiense y el Solutreogravetiense y las más bajas en el Magdaleniense Antiguo A y B. Existen no obstante cifras considerables de
frentes de raspador con filo denticulado y sinuoso en todos los periodos excepto en el Gravetiense.
No hay asociación entre los filos denticulados y sinuosos y
los tipos de raspadores (figuras 174 y 175). Su presencia aumenta
en los momentos magdalenienses pero sigue habiendo un mayor
número de filos regulares. En el caso de los raspadores atípicos y
dobles la presencia de filos irregulares y sinuosos es mayor que
en el resto de los tipos.
Discusiórz de las figuras 171 a 175
1.- La gran abundancia de filos denticulados y sinuosos en el
Magdaleniense Antiguo indica o el reavivado hasta sus últimas
posibilidades o la presencia de utilizaciones diversas dentro de lo
que se clasifica como raspador. Ya apuntamos estas posibilidades
al tratar los soportes más aniba. Es el análisis traceológico el que
debe dar respuesta a esta disyuntiva.
2.- La regularidad de los frentes de raspadores gravetienses y
solutreogravetienses puede indicar que los frentes no se reavivan
hasta sus máximas posibilidades, que se abandonan en estadio
aún utilizable. Se perfilaría en este caso un menor economía en el
aprovechamiento de los útiles retocados que en los otros momentos. Por otro lado la laminaridad de estas industrias produce el que
la realización de reavivados esté menos constreñida al uso de retoques abruptos. Aunque el retoque simple sacrifique más la longitud del soporte esto no supone un problema pues los soportes
son más largos.
Estos indicios se han de contrastar con los tipos de frentes, el
ángulo del filo, la convergencia en el retoque y el modo de retoque.
3.- Los raspadores dobles presentan más filos denticulados y
sinuosos que los simples. Es posible que su utilización hasta el
máximo de reavivado sea mayor en otros tipos de raspadores.
[page-n-135]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Soliitrciise liiferior
tino
1
I
3
2
8
3
4
5
6.7 y 8
79
I
12
1
33
I
11
a14 Total
1
4
5
47
3
14
O
I
5
12
1
I
Total
10
1
2
1
7
2
8
7
5
4
I
I
9
1
Solutrense Medio
tipo
78
Solutrense Superior
tipo
Solutregravetiense
tipo
O
O
1
1
Magdaleniense Inicial
tipo
11
.
- 1 - 3 - 5 - 8 -a 4 T o t a 1
- 2- 4 - 7 - 1 0
1
2
3
4
5
67 y8
.
Total
2
3
23
14
57
2
78
5
4
9
13
1
5
6
6
6
3
1
6
24
5
179
47
78
1
2
3
4
5
6.7~8
Total
4
2
2
25
5
7
8
2
1
1
4
2
1
1
2
1
o
O
2
1
11
10a14Tota1
5
3
17
1
25
3
54
5
5
14
7
21
10
O
O
1
43
38
133
18
163
29
63
1
424
Maedaleniense Superior
254
21
93
29
434
54
67 Y 8
.
Total
1
4
14
1
15
1
Magdaleniense AB
tipo
Magdaleniense AA
tipo
1
4
10
1
10
Figura 170.- Número en la lista tipo versus contorno general del frente para cada período.
O
1
O
35
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Coiitoriio de filo
Total
Coiitoriio dc kilo
1
O
1
2
3
Total
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Supei-ior
Solutreogravetieiise
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdalenieiise Superior
O
O
O
O
1
O
1
O
89
65
68
69
73
42
40
68
7
23
19
21
39
37
23
4
12
14
1O
7
19
23
10
1O
0
1 00
100
1O
0
1 O0
1O
0
1 O0
1O
0
Total
O
62
25
13
1O
0
Gravetiense
Solutrense Inferior
Soliitrense Medio
Solutreiise Superior
Soluti-eogravetieiise
Magdaleniense A.A.
Magdaleiiiense A.B.
Magdalenieiise Superior
Figura 171.- Coiitoriio del filo retocado por períodos. Núiiicros
absolutos. l=regular, 2=denticulado, 3=siiiuoso.
19
Figura 172.- Contorno del filo retocado por períodos. Porcentajes
por períodos.
Coiitoriio de filo
0
Total
2
3
Total
O
O
O
33
33
O
33
O
2
2
3
17
15
1O
10
7
O
2
12
11
8
22
17
28
O
2
17
1O
6
21
20
24
2
2
16
13
10
14
31
100
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetieiise
MagdalenienseA A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
1
100
100
100
1O0
11
Figura 173.- Contorno del filo retocado por períodos. Porcentajes
por tipo de contorno.
Tipo
1
2
3
4
5
6
7
13
14 15
8
9
10 11 12
13 15 6 5 2 24
38
3 35 13 3
5 8 8 9 3 1 7
1
2
3
1006 109 196
329 101 103
182 43 47
66 378
4 122
1 64
2
4
83 105
19 37
14 15
2
1
Total
1517 253 346
71 564
6 116 157
3
21 58 27
17
5
79
16
17 18
19 21
4: :
1
4
23 34
17 12
3 6
1
43 52
1
5
3
76
77 78 G.B. Total
1
1
15 18 17 8
18 15 12 5
4 1 3 8 3
4
37 46 37 16
2
1
Figura 174.- Número en la lista tipo versus contorno del filo retocado para todos los períodos.
Habrá que tener en cuenta esta posibilidad cuando se revise el
análisis funcional.
Tiuo de frente uor períodos v tipos de rasuador
(figuras 176 a 180)
La mayoría de frentes de raspador estudiados presentan un
filo con retoques abruptos y sobreelevados superpuestos a los
retoques laminares o sublaminares que conforman el filo del
raspador en general. Solo existen dos excepciones: en el Solutreogravetiense el retoque laminar convergente no se ha visto
rectificado por retoques posteriores en más de la mitad de los
ejemplares (tipo de frente=4) y lo mismo ocurre en el Solutrense Superior pero sólo en los raspadores simples. En el
Magdaleniense Antiguo B más de la mitad de los frentes están
realizados con retoques subparalelos (tipo de frente=3) que coincide con la escasez de raspadores con retoques laminares en
sus frentes.
Por tipos de raspador se observa una mayoría de frentes
con retoques sobreelevados (tipo de frente=l) para los raspadores simples (tipo 1) en todos los periodos excepto en el Solutrense Superior y Solutreogravetiense. En estos momentos
dominan los frentes con retoques laminares convergentes para
los raspadores simples. No ocurre lo mismo con los raspadores
sobre hoja o lasca retocada (tipo 5 ) , que en el Solutrense Superior y Solutreogravetiense tienen frentes con retoques sobreelevados y abruptos.
A partir del Magdaleniense Antiguo A hay una cantidad considerable de frentes con retoques subparalelos (tipo de frente=3)
que se convierte en mayoritario en el Magdaleniense Antiguo B.
Esta mayoría es producida por los raspadores simples y los dobles
pero no por los raspadores sobre lasca u hoja retocada.
Los frentes con muesca y ápice lateral (tipo de frente=2) son
muy escasos en todos los períodos y alcanzan los mayores porcentajes en el Gravetiense ( 5 % ) y el Magdaleniense Antiguo A.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Solutrense Inferior
tipo
tipo
1
2
3
I
2
3
32
2
1
1
1
7
1
Totiil
35
2
5
4
7
11
10,14Totai
8
3
4
5
7
4
3
2
9
1
1
0
5
7
8
9
0
0
0
8
2
2
1
1
0
55
Total
53
1
12
1
3
4
5
1
2
3
150
31
29
33
19
5
33
13
8
19
82
17
15
Total
210
57
54
19 114
26
15
4
8
Total
210
9
45
8
11 24
16 21 51
2
17
6
7
3
1
6
1
1
217
45
25
3
22
74
12
27
Magdalenieiise Inicial
-
5
5
3
1
23
15
0
7
Solutreoeravetiense
tipo
135
23
7
152
45
2
Total
15
1
2
3
4
2
1
2
3
8
3
4
4
52
17
9
I
1
2
3
10
0
78
Solutrense Superior
tipo
1
2
Tohl
10
38
10
5
1
I
8
11
,l4
1
I
2
3
Solutrense Medio
tipo
1
2
49
4
2
9
8
1
7
25
5
3
10
33
11
8
1
1
1
2
11
Total
10,14 2
212
2
49
16
0
4
277
Magdaleniense A B
tipo
Maedaleniense A A
1
1
2
3
Total
2
3
82
72
46
12
16
6
7
13
8
4
1
200
34
28
1
5
7
8
1
34
32
15
4
81
5
Magdaleniense Superior
Figura 175.- Número en la lista tipo versus contorno del fdo retocado para cada periodo.
(1
11
a14 Total
1
301
2
S7
2
42
1
2
5
3
430
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
O
1
2
3
4
4
Total
Gravetiense
Soliitrense Inferior
Soliitrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleiiiense Si~perior
Gravetiense
Solutreiise Inferior
Solutrense Medio
Solotrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A .A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleiiiense Superior
Total
( 14 ( 1 3 6 2 129 1 9 2 2 ( 9 2 4 1351
Figura 176.- Tipo de frente por períodos. Números absolutos. O=otro,
l=tipo A, l=tipo B, 3=tipo C, 4=tipo D (definidos en el análisis de los
raspadores de la grotte Gazel).
1 Total
Total
41
4
28
28
LO0
O
Figura 177.- Tipo de frente por períodos. Porceiitajes por períodos.
Frente
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
1
2
3
4
Figura 178.- Tipo de frente por períodos. Porcentajespor tipos de frente
Total
Figura 179.- Número en la lista tipo versus tipo de frente para todos
los períodos.
Los raspadores atípicos no siguen las tendencias generales.
Los raspadores dobles mantienen siempre cifras considerables de
frentes con retoques sobreelevados. Los raspadores ojivales por el
contrario mantienen cifras más elevadas de frentes con retoques
laminares convergentes.
Disc~lsión las figuras 176 a 180
de
A partir del estudio de los raspadores de la Grotte Gazel
definimos varios tipos de morfología de los frentes de raspador
que en aquel caso estaban en relación con los estadios de abandono de estos útiles.
Los hemos utilizado en este análisis ya que, aunque combinan diferentes caracteres (delineación, modo de retoque, presencia de ápices laterales, etc.), nos parecen más operativos para describir la variabilidad de caracteres dentro de un mismo frente.
1.- La mayoría de frentes del tipo 1 (de contorno general
regular y retoques abruptos o sobreelevados superpuestos a retoques más o menos laminares y convergentes) indica un
abandono de los útiles en una fase en la que han sido objeto
por lo menos de un reavivado. También indican la presencia
de una técnica de reavivado "como cepillando el borde del filo
con el retocador" documentada ampliamente en la etnografía.
Con esta técnica se consigue un filo vivo sin que sea necesario
mantener una ángulo de filo muy agudo. Este tipo de filos es
particularmente adecuado para el trabajo de las pieles por raspado con objeto de eliminar capas finas de la piel al tiempo
que se rompen las fibras para reblandecerla. Esto no quiere decir que todos los raspadores que presentan esta morfología se
utilizaran necesariamente para este trabajo sino simplemente
que el tipo de filo es potencialmente adecuado para este fin. El
análisis traceológico e s el que debe dar respuesta a esta
hipótesis.
2.- En el Solutreogravetiense no existe esta modificación secundaria del filo en más de la mitad de los ejemplares (tipo de
frente=4) principalmente en el caso de los raspadores simples.
¿Responde a una ausencia de esta técnica de reavivado? En el epígrafe anterior se discutió lo que esto significaría respecto a la utilización no intensiva de los soportes. En el Solutrense Superior
aparece esta misma circunstancia, aunque menos marcada, en los
raspadores simples (tipo 1).
3.- Por el contrario los raspadores sobre hoja o lasca retocada
que, del Solutreogravetiense y el Solutrense Superior parecen
haber sido frecuentemente reavivados con retoques abruptos o sobreelevados.
4.- La abundancia de frentes del tipo 3 (retoques simples y
subparalelos) en el Magdaleniense Antiguo para los raspadores
simples y los dobles puede ser indicativa de dos cuestiones. La
primera es la utilización de una técnica de retoque no laminar. La
segunda es la presencia de enmangues que impidan retomar los
bordes laterales para volver a conseguir ángulos de filo agudos.
La abundancia de frentes del tipo 1 parece confirmar este extremo. El análisis traceológico puede contribuir a aclarar esta
cuestión.
5.- La escasez de frentes del tipo 2 (con retoque sobreelevado
en una parte del frente y ápice lateral) señala la accidentalidad de
esta circunstancia o quizá la ausencia de esta conducta en las técnicas de reavivado de los raspadores de Parpalló.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Gravetieiise
tipo
Solutrciisc Iiif'erior
t i 11 o
Solutrense Medio
Solutreiise Superior
tipo
1
2
3
I
2
3
4
69 20 1 1
6
3
I
3 9 5 4
9
103 17
Total
217
45
25
1
2
3
1
2
3
4
10
3
5
6
1
Total
24
Magdaleniense AA
tipo
I
2
3
4
Total
2
3
4
5
95
9
49
26
28
1
13
5
33
2
20
23
1
1
179 47
2
54
8
10
31
7
4 1 6
13 20
4
3
7
1
9
1
5
12
1
2
152
19
80
176
12
27
5
2
429
11
10 ,14
Total
5
22
74
5
7
1
1
1
3
1
1
4
2
4
O
2
Magdaleniense AB
tioo
29
4
14
7
78
7
Total
Magdaleniense Inicial
tipo
Solutreogravitense
tipo
1
11
5
4
7
8
10
11
Total
1
O
O
33
4
10
16
219
20
107
78
1
63
424
Magdaleniense Superior
tia0
Figura 180.- Número en la lista tipo versrrs tipo de frente para cada período.
8
14
3
9
8
1
1
1
O
1
0
34
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Retoque
O
Gravetieilse
Soliitreiise Inferior
Soliitrense Medio
Soliitreiise Superior
Sol~itreogravetiense
Magdalenieiise A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Total
1
2
2
3
2
1
6
1
38
56
325
316
251
222
214
700
II
12
146
65
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255
105
2 10
15
2122
832
3
4
1
4
2
9
2
I
5
3
12
5 Total
6
57
14
82
49 525
56 4-42
38 339
6 474
52 384
134 1048
0,3y4
Gravetieiise
Solotreiise Infei-ior
Solutreiise Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleiliense A.B.
Magdaleiiieiise Superior
1
2
S
Total
2
O
5
5
2
11
13
4
15 355 3351
Figura 181.- Modo de retoque por períodos. Números absolutos.
O=otros, I=simple, 2=abrupto, 3=esquirlado, 4=variable, 5=sobreelevado.
Figura 182.- Modo de retoque por períodos. Números absolutos.
Tabla simplificada.
Retoque
0,3y4
1
2
5
Total
l
Gravetiense
Soiutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Figura 183.- Modo de retoque por períodos. Porcentajes por períodos. Tabla simplificada.
Figura 184.- Número en la lista tipo versus inodo de retoque para todos los períodos.
6.- Las proporciones de frentes de raspadores dobles con retoques sobreelevados parece indicar el reavivado de al menos uno
de los dos frentes y su utilización intensiva. El ángulo de los filos
y el grado de uso pueden aportar indicios más concluyentes a este
respecto.
Modo de retoaue por periodos v tipos de raspador
(figuras 181 a 185)
El retoque para conformar el frente es mayoiitariamente
simple pues el modo de retoque se encuentra explícito en la
definición tipológica del raspador Sin embargo en el Magdaleniense Antiguo A el retoque abrupto llega a superar al retoque
simple. En genera1 el retoque abrupto aumenta a partir del
Magdaleniense.
El retoque sobreelevado no es muy abundante y se sitúa en
todos los casos alrededor del 15% excepto en el Magdaleniense
Antiguo A y Solutrense Medio, en los que es bastante inayor.
No hay asociación clara entre el tipo de raspador y el modo
de retoque excepto para los espesos y nucleifoimes que siempre
tienen mayor número de abruptos.
Discusiórz de las figuras 181 a 185
Como ya adelantamos al tratar los tipos de frente definidos
por nosotros (que son objeto de las figuras 176 a 180) encontramos dificultades al analizar la significatividad funcional del
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
1
S o l u t r c n s c Iiifci-ior
tino
8
1
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-
11
Toial
a 14
52
II
7
4
3
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1
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7
Total
1
2
3
4
5
136 30 27
17
50 22
1
1
2
2 2 3 1
Total
210
57
5
8
7
10
10
7
10
7
79
30
7
6
5
1
1
19 114
15
20
Total
3
15
2
0
54
l1
a 14
Total
94
77
4
o
o
1
9
2
3
4
5
7
8 24
30
2
6
9
45
2
10
36
1
3
7
33
8
33
2
20
23
4
5
2
47
78
2
1
2
i
9
1
I
1
2
Total
5
7
8
10
27
12
16
1
19
3
51
10
11
18
3
3
4
5
492
2
4
162
33
1
2
304
137
1
4
46
O
O
22
6
8
217
45
25
22
74
12
309
63
o
7
2
4
13
Total
2
27
5
8
10
55
7
429
Magdaleniense Inicial
tipo
8
9
1
1
11
1
2
3
1
2
3
4
5
1
2
16
7
4
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1
25
0
2
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2
1
1
11
a 1 4 Total
21
12
o
o
2
2
O
4
2
2
O
O
1
O
1
7
8
35
10
Magdaleniense A B
tino
7
8
1
0
30
24
54
1
11
a l4
2
7
1 1 5 1 5 1 8
4
60 10
1
1
1
3
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7
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Total
1
O
4
3
1
2
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4
5
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O
2
1
4
179
1
3
Magdaleniense A A
tipo
1
2
3
4
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1
2
Total
2
4
4
12
164
1
4
10
1
Solutreogravetiense
tino
Total
1
8
Solutrense Superior
tipo
Solutrense Medio
tino
1
2
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7
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7
4
5
Total
1
135
17
4
3
197
1 4 3
22
1
80
Magdaleniense Superior
tiiin
- - S- -
1
2
3
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2
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4
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25
24
55
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17 128
42
58
4
65
27
9
2
50
5
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23
1
16
9
1
14
Total
434
54
94
18 187
71
107
4
1
5
11
Total
3
10
669
199
7
11
2
3
11
a14
1
8
3
3
125
20
996
o
Figura 185.-Número en la lista tipo versiis modo de retoque para cada período.
Total
3
15
28
34
5
5
O
1
203
102
2
5
49
15
361
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Retoque
Retoque
o
2
3
27
21
1-31
96
109
101
49
-332
24
37
258
241
135
257
271
470
9
24
136
100
93
115
61
246
57
82
525
442
339
474
384
1001
Gravetieiise
Soluti-eiiseInferior
Soliitreiise Medio
Solutreiise Superior
Soiutreogravetiense
Magdaleiiierise A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
916
216
281
1048
2
O
O
I
1
O
I
O
Total
40
2O
Total
I
Gravetiense
Solutreiise IiiferioiSolutrense Medio
Solutreiise Superior
Sol~itreogravetiense
Magdalenieiise A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Supeiior
1
1
26
O
5
2
1
3
Total
Figura 186.- Tipo de retoque en el frente por períodos. Números
absolutos. l=convergente, 2=no convergente, 3=senuconvergente.
1
2
3
2
3
437 50 87
742 153 169
336 49 90
4
5
27 114
23 309
21 141
Total 1515 252 346 71
564
3
Total
42
32
21
l3
-2
3
45
49
55
40
54
71
45
16
29
26
23
27
24
16
23
1O
0
1O
0
1O
0
1O
0
1O
0
100
100
1O0
76
74
123
100
25
7J
-
-A
Figura 187.- Tipo de retoque en el frente por períodos. Porcentajes.
Tipo
1
?.
6
7
S
9
10
11
12
13
14
15
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26
95
36
1
1
1
3
13
5
21
20
17
5
14
7
3
6
8
1
2
2
17
34
27
6
116 157
3
21
58
26
17
5
78
17
z4
78 G.B. Total
18
19
21
1
4
11 15
23 29
9 8
1
2
2
2 1 3 3
34 23 30
2 1 1 4
15
1
5
43 52
1
4
38
16
76
77
47 37
2
1
885
1796
800
3
3481
Figura 188.- Número en la lista tipo versus tipo de retoque para todos los períodos.
Perfil
Perfil
O
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Total
1
2
3
Total
2
3
4
5
1
5
3
33
43
210
158
140
165
133
48 1
4
6
43
21
13
66
65
71
18
33
269
259
181
242
181
493
57
82
525
442
339
474
384
1048
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
1386
1652
1965
5027
3351
Total
O
1
2
3
Total
4
O
1
1
1
O
1
O
58
52
40
36
41
35
35
46
7
7
8
5
4
14
17
7
32
40
51
59
53
51
47
47
100
100
1O0
1O
0
1O0
1O
0
100
100
41
49
59
150
100
Figura 190.- Perfil del frente por períodos. Números absolutos.
O=variable, l=cara ventral cóncava, 2=cara ventral convexa, 3=cara
ventral recta.
Figura 191.- Perfü del frente por períodos. Porcentajes por períodos.
modo de retoque de los frentes de raspador pues en algunas ocasiones el reavivado no afecta al retoque inicial.
Solamente volvemos a incidir en la abundancia de retoques
abruptos en el Magdaleniense Antiguo que por el momento no es
posible interpretar.
Discilsión de las figuras 186 a 189
El retoque convergente se concentra más en las industrias
más laminares y está casi ausente en el Magdaleniense Antiguo
debido quizá a la mayor regularidad de los soportes de las
primeras.
Tiuo de retoaue uor períodos v tipos de rasuador
(figuras 186 a 189)
La convergencia en el retoque del frente es similar en todos
los periodos, dominando el no convergente. En el Magdaleniense
Antiguo B esta preponderancia se hace extremadamente acusada
llegando a suponer el 7 1% de los frentes de raspador.
Se destaca el caso de los frentes con retoque convergente en los
raspadores simples del Gravetiense como excepción y un porcentaje
mayor al 30%en el Solutreogravetiensey el Magdaleniense Superior.
Perfil del frente por períodos v tipos de raspador
(figuras 190 a 192)
El perfil del frente es en general cóncavo o recto. El perfil
convexo es siempre escaso aunque hay que señalar que en el
Magdaleniense Antiguo A y B hay un aumento significativo de
este tipo de perfil.
Discsoióiz de lasfigsrras 190 a 192
El aumento del perfil convexo en el Magdaleniense Antiguo no se
asocia a la existencia de mayor número de frentes proximales que ex-
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Gravetieiise
ti130
Solutretise Inferior
tinn
1
2
3
17
2
3
13
Total
53
I
2
Solutrense Medio
tino
10
5
7
3
6
1
1
0
8
a14
8
1
2
1
17
1
Total
20
36
22
2
1
1
0
78
Solutreiise Superior
tipo
1
2
3
4
5
7
8
10
1
2
3
60
108
49
9
32
3
4
11
10
4
10
8
11
47
16
,2
9
I
5
16
6
5
Total
217
44
25
22
74
12
27
5
-
Magdaleiiiense Inicial
Solutreogravetiense
tipo
1
2
3
4
5
7
58
61
45
5
3
8
25
5
3
10
1
26
15
4
Total164
9
45
8
33
11
1
2
3
1
1
1
9
4
3
1
1
8 1 0 a 1 4
2
1
1
2
1
2
4
0
Magdaleniense Superior
tipo
Magdaleniense AB
1
2
3
3
160
173
101
11
28
15
35
40
19
11 43
3 100
4 45
34
20
17
Totiil
434
54
94
18 188
1
2
Magdaleniense AA
tipo
1
2
3
4
5
1
2
3
38
8
10329
38 10
18
43
17
2
179
47
78
2
54
5
7
7
8
1
0
Total
-
1
12
31
11
Total
4
0
0
92
233
99
1
424
Figura 189.- Número en la Lista tipo versus tipo de retoque para cada período.
8
1
0
17
66
24
3
6
2
71 107
11
1
1
a 14 Total
96
1
1
239
93
2
428
[page-n-144]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
l'il>0
1
1
2
3
Total
2
3
4
5
6
7
8
9
1
0
11
12
13
1.1
15
16
17
1
18
9
31
3
7
16
4
1
12
I
1
3
37
3
38
2
1
2
2 2 2 6
1
1
20 25
1
58
26
17
5
78
5
43 52
1
624 90 157 32 23.3
129 40 29 3
43
759 121 157 35 286
2
1
3
46 59
1 1 3
69 84
2
6
6
9
1512 251 343 70
6
116 156
3
21
562
18
19
21
1
60 76
a 64
77
78 G.B.
Total
3
10
4
23
28
5
12
11
5
20
3
3
10
2
1417
306
1743
4
37
45
36
16
3
3466
1
Figura 192.- Número en la lista tipo versirs perfil del frente para todos los períodos.
Lateral
Lateral
I
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
1 Total
374
272
370
242
77 1
1
2808
801
O
1
1
1
2
1
Total
1
2808
1
801
1
3894
1
3351
I
1
1
3894
1
3751
1
Total
Figura 193.- Ápice lateral por períodos. Números absolutos. O=no, l=sí,
asociado a retoque escamoso, 2 3 í , no asociado a retoque escamoso.
Figura 194.- Ápice lateral por períodos. Porcentajes por períodos.
plicaría la convexidad por la presencia de zonas bulbares como se
puede observar en las figuras 150 a 154. Quizá esté asociado a las técnicas de obtención de los soportes (talla en "rodajas de salchichón").
Gravetiense y Solutrense Inferior. No obstante el número de casos es
proporcional a la cantidad absoluta de raspadores en cada período.
Discusió~zde las figuras 193 a 195
Como ya comentamos en las figuras 176 a 180, apartado 5,
esta morfología del filo parece más accidental que reiterada.
Áuice lateral uor períodos v tipos de rasuador
(figuras 193 a 195)
La proporción de raspadores que presentan un ápice en la extremidad lateral de frente es en general bastante reducida y siempre
inferior al 40%. En el Solutrense Inferior y el Magdaleniense Antiguo B llega a superar el 30% pero no es así en el resto de los periodos. Aún son más escasos los raspadores en los que se asocia al
ápice mencionado. una muesca realizada con retoque sobreelevado.
Los períodos en que más alto es el porcentaje de ápice lateral son el
1
1
1
Gravetiense
Solutrense Iiiferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleiueiise Superior
29
89
1
(
1
Marcas de uercusión en la cúspide por ueríodos v tiuos de
rasuador (figuras 196 a 199)
El número de casos en los que se observan marcas de percusión en la cúspide es muy escaso: solamente 234 de los 3318
raspadores analizados. El mayor número es de raspadores simples
(tipo 1) y dobles (tipo 3). Les siguen en cantidad los raspadores
sobre hoja o lasca retocada.
[page-n-145]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Raspador
Gravetiense
Soluti-ense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
MagdalenienseSuperior
1 Total
Figura 196.- Número en la lista tipo versus percusión en la cúspide. Números absolutos.
Raspador
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Total
2
3
4
5
7
8
10
11 a 16
17 y 18
5
7
8
1O
6
7
2
58
O
O
1
4
3
2
O
O
O
O
4
O
G
1
O
O
O
O
O
O
O
O
O
1
1
1
O
O
14
O
1
1
1
O
O
O
3
O
O
O
1
O
O
O
O
O
O
O
1
O
O
O
O
2
18
1
O
O
O
O
O
1
4
2
3
4
4
21
1
1
7
1
34
39
1
1
17
6
Figura 197.- Número en la Lista tipo versus percusión en la cúspide. Números absolutos. Tabla simplificada.
103
Total
9
12
18
16
16
16
7
117
2
211
Total
Raspador
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
2
3
4
5
7
8
10
11 a 16
17 y 18
5
7
O
O
14
O
O
57
O
29
12
9
6
O
18
3
O
53
O
O
1O
0
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
O
100
O
O
O
6
6
6
O
O
82
O
17
17
17
O
O
O
50
O
O
O
10
O
O
O
O
O
O
O
O
50
O
O
O
50
8
10
6
7
2
56
3
10
5
8
10
10
54
4
G
9
8
8
8
3
55
Total
100
1O
0
1O
0
1O
0
1O
0
100
100
100
1O
0
1O
0
1O
0
Figura 199.- Número en la Lista tipo versus percusión en la cúspide. Números absolutos. Tabla simpLif1cada.Porcentajes por número en la lista tipo.
[page-n-146]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Discrrsióri cle lasj?g~rras o 199
196
Las marcas de percusión en la cúspide de la arista cciitral cercana al frente indican una técnica atestiguada etnogi-áficarnente
(Feustel, 1973) y ampliamente documentada en los raspadores
rnagdalenienses de Gazel. Se trata del retoque por contragolpe:
apoyando el filo que se retoca en un yunque y golpeando en la
cara dorsal del soporte.
Como puede observarse en la figura 196 más de la mitad de
los casos registrados se encuentran en los riiveles asignados al
Magdaleniense. ¿Se trata de una técnica utilizada sólo en este momento?
La escasa presencia en el resto de los niveles del Paleolítico
Superior de Parpalló nos indica el empleo ocasional de una técnica que está más generalizada en el Magdalenien~e.~'
Media de ángulo del filo uor períodos v tipos de raspador
(figura 200)
El ángulo del filo del frente para los raspadores simples y sobre lasca u hoja retocada (tipos 1 y 5 ) está alrededor de los 65" en
todos los periodos excepto el Magdaleniense Antiguo en el que se
encuentra alrededor de los 75". Es casi siempre un poco más alto
en los raspadores del tipo 5 que en los del tipo 1.
Los raspadores atípicos y carenados no presentan tendencias
marcadas. Los raspadores dobles tienen generalmente ángulos de
filo mayores como media.
Discusión de la figura 200
1.-El ángulo algo mayor de los raspadores sobre soportes
modificados apunta hacia un más frecuente reavivado de éstos.
2.- En el Magdaleniense Antiguo el ángulo del filo es mayor
que en el resto de los períodos. Valgan aquí las observaciones que
realizamos en las discusiones de las figuras 171 a 175, punto 1 y
figura 176 a 180, punto 4.
3.- Los raspadores dobles tienen medias de ángulo de filo del
frente mayores probablemente debido a un uso más intensivo de
éstos. Esta posibilidad ya la apuntamos al discutir el tipo de frente
(figuras 176 a 180, punto 6) así como el modo de retoque y el
contorno general del frente. Volveremos sobre esta cuestión en el
análisis traceológico.
se han estudiado exhaustivamente los frentes fracturados que pueden encontrarse entre el material clasificado como no retocado y cuya separación, dada la
abundancia de material Iítico de la Cova de Parpalló es una larga tarea.
" No
Medidas (iiun)
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
MagdalenienseA.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Aiicliura
Altura
media iiuiiim inaxiiii inedia iiiiiiiiii iiiaxiin
6
5
5
6
9
6
5
4
3
2
2
1
3
1
1
1
15
13
15
19
27
23
19
18
10
18
18
18
19
31
18
18
15
6
8
15
5
8
5
Figura 201.- Altura y anchura del frente. Núiiieros absolutos.
Anchura y altura del frente uor periodos (figura 201)
La media de la anchura y altura del frente es similar en todos
los periodos: alrededor de los 5 mm la altura y de los 18 mm. para
la anchura.
Discusión de la figura 201
Pensamos que la media no refleja en este caso la variabilidad
interna, pues las diferencias entre el máximo y el mínimo son
muy altas.
2.6. Análisis traceológico (figura 202 y siguientes)
Este análisis tiene por objeto determinar las materias trabajadas y las acciones llevadas a cabo por diferentes tipos de frentes
de raspador y útiles de morfología similar.
Hemos elaborado en primer lugar tablas que recogen la utilización de los diferentes tipos de raspadores a lo largo de todo el
periodo cronológico que se registra en la estratigrafía de Parpalló.
Comprobada una cierta afinidad en el uso de raspadores simples,
sobre lasca u hoja retocada y dobles, hemos correlacionado los
distintos usos con la morfologías de frentes asociando estos tres
tipos. Compararemos los resultados con los que presentan los raspadores nucleifonnes.
Finalmente, se ha tenido en cuenta la intensidad del desgaste,
que puede relacionarse con estadios de mayor elaboración en la
cadena operativa del trabajo de las pieles.
Puesto que la mayor parte de Los frentes de raspador analizados fueron empleados en acción negativa, en las tablas solo se
menciona la acción cuando se identifican movimientos de otro
género (percusión lanzada, acción positiva ...)
Número de lista tipo
Soporte
38
27
48
40
32
43
36
41
9
-
1
2
3
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogrevetiense
MagdalenienseAA
Magdaleniense A
B
Magdaleniense Superioi
63
66
64
66
131
74
75
65
69
59
66
67
148
84
78
72
71
75
74
73
157
74
74
68
Total
604 643 666 440 614 374 478 320 136 425 371 220 368 283 473
Figura 200.- Número en la lista tipo versiis media de ángulo
4
5
6
71
53
58
61
62
76
72
59
66
67
65
67
131
74
76
67
7
75
70
65
86 129
59
97 76
61 63
8
9
10
11 12 13 14
15
78 G.B. Total
-
77
555
732
949
1.109
1.501
1.393
1.482
1.611
233
95 9.330
57
56
72
66
67 74 69
57
70
87
67
69 62 66
77
71
60
74
67
77 83 80 73
79 71 80 72
75 67 77 81
69
89
80
77
81
[page-n-147]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
1
5
6
9
9
69
23
32
1O
16
11
3
GI-avetiense
Solutrense inferior
Solutrense Medio
Solutrense Siipeiior
Solutreogi-avetiense
Magda1enienseA.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
-35 2
53 1
112 27
54 10
154 8
19 4
27 6
57
4
Total
511 58 107
6
13
9
24
26
8
17
1
4
4
8
13 14 15
I
4
2
1
7
8
I
10
5
11
9
10 11 12
l
10
5
2
3
3
1
1
20
4
1
1
4
1
II
2
38
3
O
18
5
1
1
1
30
,661 76
77 78 G.U. Total
7
1
I
7
1 13
II
2 3
54
84
285
127
273
80
63
1O
0
1
5 35
7
19 21
1
I
4 14
I
13 9
1
I
17 179
16 17 18
1
1
2
1
1
19 27
O
O
O
1066
Figura 202.- Aiiálisis traceológico. Recuento de piezas analizadas por períodos.
no Iiuellas
tipo piel piel? piel+ madera piel
piel piel + materia dura materia materia
asta
piel Iiúmeda seca abras percusión
dura dura? madera madera? hueso hueso? de uso ?
Gravetiense
Solutrense inferior
Solutrense medio
Solutrense superior
Solukopvetiense
Magdaleniense A
A
Magdaleniense AB
Magdal. superior
1
5
1
5
1
5
1
5
1
5
1
5
1
5
1
5
12
2
12
1
25
1 6
1
6
56
12
5
2
3
1
1
1
12
6
11
7
15
2
1
2
2
8
4
1
2
1
5
2
2
1
4
1
1
1
1
1
2
3
3
3
5
2
14
3
13
1
80
3
1
6
2
16
5
2
17
5
38
22
13
1
2
41
11
3
1
9
3
11
3
23
14
9
3
25
4
4
2
2
2
2
1
2
1
4
7
8
2
2
1
11
1
2
1
1
3
1
1
1
3
4
1
2
1
1
167
Total
I
3
2
5
25
14
12
18
5
6
11
1
183
+? Total
37
9
53
9
1110
69
1 57
23
158
33
19
9
5
o
8
3
62
14
121 2 6 6 7
Figura 203.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas por periodos. Sólo los raspadores de los tipos 1y 5.
Análisis traceológico de los ras~adores
simpies (tipo 1) v los
ras~adores
sobre lasca v hoia retocada (tiw5) Cfigura203)
Hemos asociado en una sola tabla los resultados del análisis
traceológico de los raspadores de los tipos I y S, ya que presentan
frecuencias funcionales similares.
De un total de S1 1 raspadores simples y 179 sobre lasca u hoja
retocada, 270 han trabajado la piel en acción negativa. Sobre 167
se reconocieron huellas de uso del raspado de la piel sin que pueda
especificarse el estado. A estos se añaden 80 cuyo desgaste es intenso y que probablemente también se deba al trabajo de la piel y
16 que presentan el pulido doble del que discutimos en la Primera
madera piel+ mat.
no Iiuellas
? total
piel piel + piel abras dura madera de uso
Gravetiense
Solut.Iiiferior
Solut.Medio
Solut. Superior
Solutreograv.
Magdal. A.A.
Magda1.A.B.
Magdai. Supior
Total
5
2
1
1
9
1
1
1
2
1
1
2
1
6
1
1
1
1
1
1
2
15
7
4
28
2
1
1
1
5
2
16
19
9
4
2
O
1
53
Figura 204.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas
por periodos. Sólo los raspadores de tipo 2.
Parte, capítulo 2.2.4.2 y Segunda Parte, capítulos 1.3.2 y 11.1. Otros
5 ejemplares trabajaron la piel seca, produciendo un desgaste muy
intenso. Aún más intensos son los desgastes acompañados de numerosas estrías de los 7 raspadores que se emplearon sobre piel
con abrasivos.
El raspado de una materia dura sin especificar, dejó huellas de
uso sobre 39 raspadores. En general las huellas de uso producidas
por acciones de raspado de otras materias distintas a la piel afecta
a 87 frentes de raspador.
Sobre algunas piezas no es posible identificar la materia trabajada (aparecen bajo la columna con "?"). 183 raspadores no
presentan huellas de uso.
Solamente 4 raspadores se emplearon en una acción de percusión lanzada y 14 trabajaron en acción positiva.
En todos los conjuntos estudiados el trabajo de la piel en acción
negativa es mayoritario, salvo en los momentos magdalenienses.
En el Magdaleniense Superior hay una proporción no despreciable
de útiles empleados en tareas de raspado de las pieles, sin embargo
en el Magdaleniense Antiguo hay una proporción mayor de raspadores que no presentan huellas de uso.
Disczisión de lafigilra 203
Se confirma según este análisis la asociación del raspador
típico con el trabajo de la piel. Hay que destacar sin embargo la
[page-n-148]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
pieV
pieV
piel iiiat.dusa
Gravetiense
Solutr. InferioiSolutr. Medio
Soluti: Superior
Solutreograv.
Magdal. A.A.
Magdal. A.B.
Magdal. Superior
Total
pieV
niadera
I
I
piel?
I
1
1
1
2
3
I
1
>
I
I
7
5
3
19
1
4
pieV madera/iio iiiat.dura/nia niat.dura/
no l1.u.
h.u.
t.dura
no 1i.u. ?/?
2
iio li.u.1
no 1i.u.
?/no percusióii
1i.u. laiizada
+
total
4
1
2
2
5
2
1
3
16
9
1
1
1
1
I
2
I
I
5
1
2
6
1
2
1
2
4
1
1
I
6
16
I
I
2
5
1
2
I
I
1
2
1
12
11
22
15
4
20
93
1
2
8
2
.
2
Figura 205.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas por períodos. Sólo los raspadores de tipo 3.
piel
Gravetiense
Solut. Inferior
Solut. Medio
Solut. Superior
Solutreograv.
Magdal. A.A.
Magdal. A.B.
Magdal. Superior
Total
inat. mat. Dura
dura perforar madera?
1
I
2
4
2
2
1
1
3.
1
2
1
cantidad de raspadores sin huellas de uso y sobre todo el reducido número de tareas de elaboración de pieles en el conjunto del
Magdaleniense Antiguo.
Análisis traceolóeico d e raspadores atíuicos (tipo 2)
(figura 204)
Entre los raspadores atipicos, la mayona no presentan huellas de
uso (28) y el resto se ha utilizado para trabajar materias diversas. Sólo 9 ejemplares presentan huellas de uso del trabajo de la piel.
Discusión de la figura 204
Los raspadores atípicos no muestran las mismas distribuciones de USO que 10s típicos. La ausencia de huellas de USO en
casi la mitad de los frentes y la presencia de usos variados en el
resto puede interpretarse de dos formas. La primera posibilidad
es que el reavivado del frente los haya transformado en atípicos
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdalenieuse Superior
Total
4
1
5
5
15
piel ?
mad.pie1
Análisis traceológico de los r a s p a d o r e s dobles (tipo 3)
(figura 205)
1
4
6
8
O
O
O
0
2
1
6
8
2
2 1
Figura 206.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas
por períodos. Sólo los raspadores de tipo 4.
piel
e inadecuados para el uso. por lo que se han abandonado.
La segunda posibilidad es que se trate de útiles elaborados para
variados fines que se asemejan a los raspadores.
no Iiuellas
?
de uso total
materia
dura
Casi la mitad del total de raspadores dobles analizados han
trabajado la piel al menos con uno de sus frentes. 19 ejemplares
presentan en sus dos frentes huellas de uso características del trabajo de la piel, mientras que 16 tienen huellas de uso en uno sólo
de los frentes. El resto de las utilizaciones para las que se han empleado es marginal.
Discusión de la figura 205.
La distribución uso-no uso de los raspadores dobles parece indicar que se emplean mayoritariamente sobre piel y que es frecuente que uno de los frentes presente huellas de uso intensivas y
el otro no. Durante el análisis observamos además que los raspadores que presentan huellas en los dos frentes tienen uno de ellos mucho más intensivamente utilizado y reavivado que el otro.
Por este motivo pensamos que en es en realidad un útil doble y
que se emplean sucesivamente uno y otro frente,
Análisis traceolóeico d e los rasuadores
(figura 207)
Los raspadores en abanico presentan distribuciones de huellas
de uso similares a 10s simples. Hay un uso mayoritario en el raspado en acción negativa de la piel y en segundo lugar, cuantitativamente hablando, se encuentra un grupo de raspadores en abanico sin huellas de uso.
materia dura
+
madera?
madera
+
?
no huellas
de uso
1
1
1
3
1
3
3
4
12
2
1
1
1
1
en abanico (ti00 71
1
1
1
1
2
1
1
1
Figura 207.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas por períodos. Sólo los raspadores de tipo 7.
total
O
1
10
4
11
O
O
11
37
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
no Iiuellas estrías de
piel materia
piel iiiadera piedra dura ? de uso percusióii total
madera
Gravetieiise
Solutreiise InferioiSolutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Supeiior
I
Craveiieiise
Solui.liikiior
Soliii.Medio
Solut.Superior
Soluireograv.
Ma;dal. A.A.
Magda1.A.B.
Magddal. Supetior
Total
Total
Figura 208.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas
por períodos. Sólo los raspadores de tipo 8.
15
1
4
I
20
2
2
6
I
1
1
1
I
I
1
2
1
1
4
Total
Gravetieiise
Solut.liiferior
SolutMedio
Solut. Superior
Solutreograv.
Magdal.A.A.
Magda1.A.B.
Magdal. Supior
11
3
Figura 210.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas
por períodos. Sólo los raspadores de tipo 17.
materia
dura
5
2
1
1
Total
1
9
1
Figura 212.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas
por períodos. Sólo los raspadores de tipo 76.
Discusión de la figura 207
En nuestra opinión los raspadores en abanico pertenecen a
la misma categoría funcional que los simples y sobre lasca retocada.
Análisis traceolóeico de los ras~adores
sobre lasca ( t i ~ o
8)
(figura 208)
También en este caso hay una proporción pareja de raspadores empleados sobre piel y raspadores sin huellas de uso.
Discusión de la figura 208
Al igual que los raspadores en abanico, los raspadores sobre
lasca, son funcionalmente análogos a los tipos 1 y 5.
1
7
4
2
1
1
1
5
53
1
1
1
2
1
6
28
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
17
1
2
16
1 9
9
4
2
O
1
Figura 211.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas por
períodos. Sólo los raspadores de tipo 18.
Total
Total
1
no
1i.u. total
2
15
1
2
1
1
1
no Iiuellas
de uso total
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdal. Supenor
40
Figura 209.- Análisis traceológico. Recuento de piezas analizadas
1
por períodos. Sólo los raspadores de los tipos 1 a 16.
piel inat. Iiueso
piel piel? abrasivo dura asta madera? ?
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdal. Supenor
I
3
O
2
5
22
2
5
3
2
3
Total
23
18
51
19
88
25
8
32
1
2
15
16
19
4
3
12
1
14
6
7
2
4
4
24
21
80
41
114
31
15
44
264
72
34
370
Figura 213.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1 , 3 y 5
utilizados para trabajar la piel. Cronología versus contorno del filo
retocado. l=regular, 2=denticulado, 3=sinuoso.
Análisis traceológico de los ras~adores
esDesos v nucleiformes (tipos 11 a 16) (figura 209)
La mayoría de los raspadores de estas categorías no presentan
huellas de uso. Los únicos estigmas microscópicos que se observan son estrías de percusión en las caras ventrales, que interpretamos como plataformas de golpeo.
Discusión de lafigura 209
Los raspadores espesos y nucleiformes no son útiles sino núcleos. En alguna ocasión se han empleado en tareas cortas y poco
regulares sobre materias fundamentalmente duras, pero son usos
no estandarizados.
[page-n-150]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutreiise Superior
Solutreogiavetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Total
4
1
6
6
2
2
3
I
I
6
2
3
2
1
2
2
24
7
l
2
5
Total
4
2
7
6
4
2
6
5
36
Figura 214.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1 , 3 y 5
utilizados para trabajar madera, hueso o materia dura. Cronología
versus contorno del filo retocado.
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogavetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B .
Magdaleniense Superior
Total
13
Total
1
1
1
3
O
2
5
21
7
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
40
Total
18
3
3
9
9
4
4
4
6
2
22
45
69
32
290
7
7
18
67
20
77
7 -
-7 -7
Figura 215.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1, 3 y 5
sin huellas de uso. Cronología versus contorno del filo retocado.
2
2
8
6
1
1
5
1O
4
16
11
10
12
198
Total
3
I
Total
2
6
20
48
12
57
18
6
31
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Sol~i
treogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
2
I
3
10
2
3
1
1
14
6
38
16
26
13
7
14
134
3
4
Total
1
6
10
23
8
23
6
6
10
4
4
17
13
60
12
2
19
24
20
80
41
114
31
15
44
12
92
131
369
2
2
4
5
1
Figura 216.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1 a 16
sin huellas de uso. Cronología versus contorno del filo retocado.
Figura 217.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1,s y 5
utiiizados para trabajar la piel. Cronología versus tipo de frente.
l=tipo A, l=tipo B, 3=tipo C, 4=tipo D.
Análisis traceolóeico de los rasvadores esauirlados
(tipo 76) (figura 212)
Las piezas esquirladas presentan pocas trazas de uso. Sobre más de
la mitad no se observan pulidos de uso y sólo en 13 ejemplares hay
spots de pulido que permiten
un uso sobre una materia dura.
Discusión de la figura 212.
Ya comentamos en el apartado de experimentación cómo la utilización como cuña no permite el desarrollo de pulidos de uso. Es la fiacturación intensa de los filos la que caracteriza este tipo de utilizaciones.
Este parece ser el uso más habitual de los raspadores esquirlados.
Relación de la función con la morfología del frente:
rasvadores simvles. sobre sovortes retocados
y rasvadores dobles aue no presentan huellas de uso.
Contorno del filo retocado (figura 215)
Es también mayoritaria la proporción de frentes de contorno
regular, aunque proporcionalmente hay más cantidad de filos denticulado~ sinuosos que en los raspadores con huellas de uso.
y
Relación de la función con la morfolo~ía frente: rasdel
padores simples. sobre soportes retocados y raspadores
dobles aue han operado sobre piel.
Contorno del filo retocado (figura 213)
Los raspadores que han trabajado la piel presentan en todos los
períodos estudiados frentes de morfología mayoritariamenteregular.
Ya vimos en el análisis morfológico preliminar que los raspadores
dobles presentaban proporciones importantes de frentes denticulados y
sinuosos, atribuibles a un último reavivado sin posterior reutilización.
Relación de la función con la morfoloeía del frente:
raspadores simples. sobre soportes retocados
y rasvadores dobles Quehan o~erado
sobre madera. hueso o materia dura. Contorno del filo retocado (figura 214)
También en este caso, la mayoría presentan filos de contorno
regular. Los raspadores del Magdaleniense Antiguo destacan por
presentar más filos denticulados y sinuosos.
Relación de la función con la morfoloeía del frente:
raspadores carenados v nucleiformes Contorno del filo
retocado (figura 216)
En el caso de los raspadores espesos y nucleiformes, que como hemos visto en la tabla 26 no han sido utilizados en su mayoría, hay una mayor proporción de frentes denticulados y sinuosos que regulares.
Discusión de lasfiguras 213 a 216
La mayor parte de los raspadores presentan filos de contorno
regular, exceptuando los carenados y nucleiformes que en su mayoría no han sido utilizados. Según esta constatación, podrían distinguirse los núcleos de los raspadores por su contorno más irregular. Si comparamos la distribución de contornos de filo de raspadores utilizados con la distribución general que se presentaba en
la tabla 10, observamos que la mayor proporción de raspadores
con filos denticulados y sinuosos se constata en el Magdaleniense
Antiguo, precisamente el momento con mayor proporción de raspadores espesos y nucleiformes, pero que esta morfología de filo
afecta también de forma mayoritaria a los raspadores simples.
[page-n-151]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdalenieiise A.B.
Magdaleniense Superior
Total
2
3
1
Total
1
1
J
2
5
2
7
6
4
2
6
I
I
I
4
2
1
1
4
I
14
7
I
2
2
2
I
2
I
1
3
5
1O
12
37
Figura 218.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1 , 3 y 5
utilizados para trabajar madera, hueso o materia dura. Croiiología
versus tipo de frente.
Gravetiense
Solutreiise Iiiferior
Solutreiise Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdalenieiise A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Total
Total
Total
3
13
26
7
29
15
6
14
I
1
2
I
1
3
8
23
5
9
7
13
II
7
17
7
36
1O
2
17
7
28
67
20
76
33
22
45
113
9
77
99
298
1
1
1
Figura 219.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1 , 3 y 5
sin huellas de uso. Cronología versus tipo de frente.
1
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
4
2
1
2
5
Total
15
15
54
26
91
19
9
35
2
2
22
8
11
12
1
6
4
4
7
12
5
5
4
23
21
80
41
114
31
15
44
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
264
63
42
369
Total
2
4
1
5
4
2
5
1
Total
2
3
2
2
2
2
3
1
1
1
5
2
7
6
4
2
6
5
21
13
3
37
1
Figura 220.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1,3 y 5
utilizados para trabajar la piel. Cronología versus modo de retoque.
l=simple, 2=abrupto, 5=sobreelevado.
Figura 221.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1 , 3 y 5
utilizados para trabajar madera, hueso o materia dura. Cronología
versus modo de retoque.
Los raspadores utilizados sobre materias más duras que la piel
tienen una proporción algo mayor de raspadores con frentes sinuosos y denticulados, al igual que los que no presentan huellas de
uso. En el último caso podría tratarse de reavivados tras los que se
ha trabajado poco tiempo (en el caso de los filos regulares) o que
han modificado de tal forma el filo, que lo han hecho inadecuado
para el trabajo (en el caso de los filos denticulados o sinuosos).
Relación de la función con la morfoloeía del frente: raspadores simvles. sobre soportes retocados v raspadores
dobles aue han traba-iadola madera. el hueso o materia
dura. Tivo de frente (figura 218)
Los tipos de frente están regularmente repartidos. NO
prevalece ninguno de ellos.
Relación de la función con la morfoloeía del frente:
rasvadores simples. sobre soportes retocados
y rasvadores dobles aue han trabaiado la viel. T i ~ o
de frente (figura 217)
Hay una proporción importante de raspadores con frentes en arco rebajado con levantamientos reflejados identificados como del
tipo A (que definimos para el estudio de los raspadores de Gazel,
fig. 28) y en arco regular con retoques convergentes (tipo D).
Los raspadores del tipo B, con un ápice lateral y retoque escamoso en una parte del frente son escasos. Los frentes de raspador del tipo D, con un frente en arco regular conformado por
retoques convergentes, son tan abundantes como los del tipo A,
pero se concentran fundamentalmente en el Solutrense Superior,
Solutreogravetiense, y Magdaleniense Superior (que son de los
períodos que presentan mayor laminaridad). Sin embargo en el
Gravetiense y el Solutrense Inferior, que tienen una industria muy
laminar, los raspadores que han trabajado piel presentan filos del
tipo A, es decir, probablemente reavivados.
Relación de la función con la morfología del frente: raspadores simples. sobre soportes retocados v rasvadores
dobles aue no vresentan huellas de uso. Tivo de frente
(figura 219)
Entre los raspadores sin huellas de uso la distribución es similar a la de los frentes que han trabajado la piel, la madera o las
materias duras antes de su abandono.
Discusión de las figuras 217 a 219
De los cuatro tipos de frentes que propusimos experimentalmente. Ninguno de ellos prevalece de forma absoluta en
ninguna de las circunstancias de uso. Únicamente se destacan
los frentes de tipo A en el Gravetiense y el Solutrense Inferior,
pese a ser industrias laminares. Pensamos que esto está indicando un mayor grado de reavivado de los frentes en estos dos
períodos que en las otras industrias laminares que muestran una
preferencia por el tipo D. En el Magdaleniense Antiguo hay
mayor número de frentes de raspador de los tipos A y C que del
tipo D. Esta circunstancia indica también mayor frecuencia de
reavivados.
[page-n-152]
ISSN: 1989 - 0540, 2000
ISSN: 1989 - 0540, 2000
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutreiise Supei-ior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
Total
2
4
10
44
13
54
16
13
34
2
4
18
3
8
16
2
6
197
59
3
4
5
total
7
5
1
1
39
Gravetiense
Solutreiise Iiiferior
Solutreiise Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdalenieiise A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
6
28
67
20
76
33
22
45
297
5
4
4
14
I
1
1
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdaleniense Superior
3
4
5
I
2
1
>
6
5
I
19
Total
Figura 222.- Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1,3 y 5
sin huellas de uso. Cronología versus modo de retoque.
2
1
I
I
14
1
18
1
1
1
1
O
2
total
I
3
O
2
5
21
7
I
40
Figura 223.-Análisis traceológico. Raspadores de los tipos 1 a 16.
1
Cronología versus modo de retoque.
piel
70
65
68
68
65
69
82
63
tipos 1 , 3 , 6
mat. dura
58
81
62
57
70
80
76
66
no 11.11.
68
68
66
70
67
72
73
64
tipos
11 a 16
57
77
75
67
83
82
79
Figura 224.- Análisis traceológico. Cronología versus media del
ángulo del filo por tipos de raspadores y materias trabajadas.
Relación de la función con la morfología del frente:
rasaadores simples. sobre soportes retocados v ras~adores
dobles aue han trabaiado la aiel. Modo de retoaue
(figura 220)
Como cabe esperar, ya que forma parte de la definición de raspador, hay una gran mayoría de raspadores con frente conformado
por retoque simple. El mayor número de retoques abruptos se producen en el Solutrense Medio y en el Magdaieniense Antiguo A.
Relación de la función con la morfoloeía del frente: raspadores simules. sobre soaortes retocados v rasuadores
dobles que han trabaiado la madera. el hueso o una materia dura. Modo de retoaue (figura 221)
Pese a haber una mayoría de retoque simple, hay una buena
proporción de retoque abrupto.
Relación de la función con la morfoloeía del frente: raspadores simules. sobre soportes retocados v rasaadores
dobles sin huellas de uso. Modo de retoaue (figura 222)
Entre los raspadores que no tienen huellas de uso hay mayona de
retoque simple en la conformación del frente, sin embargo la proporción de retoque abrupto o sobreelevado es también importante.
Relación de la función con la morfología del frente: raspadores esmos v nucleiformes Modo de retoque (figura 223)
En general tienen retoque simple. Sin embargo en el Magdaleniense Antiguo, que es cuando más nucleiformes hay, el retoque es mayoritariamente abrupto.
Discusión de lasfiguras 220 a 223
El modo de retoque que delinea el frente de raspador suele ser
simple. Solamente en el Magdaleniense Antiguo A, el retoque
abrupto es muy común. Entre los raspadores analizados traceológicamente son los nucleiformes los que presentan este modo
de retoque. Sin embargo si observamos la tabla 12K podemos
comprobar que entre los raspadores simples hay también muchos
con retoque abrupto.
Relación de la función con el ángulo del filo. Tiuos 1.3.5
v 11 a 16 (figura 224)
Observamos una media de ángulo de filo centrado entre 63"
y 68" para los raspadores que han trabajado la piel, con dos excepciones: los del Gravetiense y los del Magdaleniense Antiguo.
Como vimos en las figuras 227 a 219, en el Gravetiense había una
buena proporción de frentes de tipo A. El ángulo del frente parece
confirmar el abandono de raspadores ya reavivados en este penodo.
Los ángulos de los raspadores que han trabajado materias
duras son más variables, aunque en general son más abruptos.
Lo mismo ocurre con los raspadores que no presentan huellas
de uso.
Los raspadores nucleiformes y espesos tienen ángulos de filo
más abruptos.
Huellas de uso en otras zonas del útil (figuras 226 y 227)
Se documenta en todos los períodos el empleo circunstancial
de los bordes laterales y la zona proximal. En el caso de los raspadores simples (tipo 1) y los raspadores sobre lasca u hoja retocada (tipo 5) se emplea fundamentalmente uno de los dos filos
laterales para trabajar una materia dura.
Otra cuestión es la de los útiles dobles, raspador-truncadura y
raspador-buril (tipos 17 y 18) que se revelan como tales, al
mostrar huellas de uso en sus zonas activas opuestas al frente.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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DESG ASTE=Q
1
Gravetieiise
Solutreiise Iiifci-ioiSolutrense Medio
Solutrensr Superior
Soluti-eogravetieiise
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdalenieiise Supeiior
2
4
23
21
6
30
5
5
1
1
2
2
20
20
49
25
73
14
7
3
2
8
34
1
Gravetiense
2
5 .
6
6
2
5
8
2
10
1
2
I
I
5
9
2
3
3
4
3
1
7
2
1
1
2
39
5
3
8
13
26
25
9
9
3
3
2
7
8
10
I
2
2
4
1
I
6
2
1
1
2
3
4
4
5
3
37
12
15
5
1
6
5
17 y 18
1
1
5
11 a 16
2
I
4
I
3
4
2
5
8
10
11 a 16
17 y 18
1
7
1
4
1
3
1
1
1
4
1O
9
2
3
3
7
8
10
3
8
7
28
15
1
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
4
1
1
Gravetieiise
Solutreiise Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdalenieiise A.A.
Magdaleniense A.B.
Magdalenieiise Superior
3
1
15
8
7
2
3
1
3
3
2
1
2
5
7
8
10
17 y 18
3
1
1 a 16
1
9
1
11
7
3
4
1
6
11 a 16
17 y 18
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
1
2
1
2
1
1
1
2
3
4
5
2
7
8
10
11 a 16
17 y 18
Gravetiense
Solutrense Inferior
Solutrense Medio
Solutrense Superior
Solutreogravetiense
Magdaleniense A.A.
Magdaleniense A.B.
1
2
1
1
Figura 225.- Análisis traceológico. Tipología versus cronología y desgaste. Desgaste: O=no, l=desgaste ligero en la cara dorsal con melladuras en la cara
ventral, 2=desgaste principalmente en la cara ventral con alvéolos en los que se inician estrías, 3=desgaste regular que afecta a las dos caras, no hay
melladuras en la cara ventral, 4=desgaste regular y homogéneo que afecta a las dos caras con melladuras de tenninación gradual en la cara ventral.
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ISSN: 1989 - 0540, 2000
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Referencia
2160
2 183
2207
2166
2176
2181
2191
2201
2230
2247
2256
1927
1985
2029
203 1
2033
2322
2323
2354
2374
2383
2298
2310
2321
2050
2056
2312
2303
2314
2316
2317
2318
2319
2417
240 1
205 1
2062
2400
2305
2111
2147
2726
2741
2744
2745
2749
2807
2728
2142
2085
2729
3180
3181
3247
3281
3284
3135
Período
Gravetiense
Gravetiense
Gravetiense
Gravetiense
Gravetiense
Gravetiense
Gravetiense
Gravetiense
Solutrense inf.
Solutrense inf.
Solutrense inf.
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense medio
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutrense sup.
Solutreogravetiense
Solutreogravetiense
Solutreogravetiense
Solutreogravetiense
Solutreogravetiense
Solutreogravetiense
Tipo
I
1
5
I
I
1
1
1
5
1
I
3
1
5
5
5
1
5
1
5
1
2
5
1
18
18
18
18
18
18
18
18
18
18
17
17
17
17
62
5
5
1
5
1
1
1
1
5
3
17
8
1
1
1
5
5
17
Materia
trabajada
inat. dura
inat. dura
madera
mal. dura
mat. dura
mat. dura
mal. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
piel
mat. dura
mat. dura
piel
piel
?
?
?
?
?
?
madera
mat. dura
mat. dura
piel
piel
hueso
mat. dura
madera
?
?
?
?
hueso
hueso
hueso
?
?
madera
madera
piel
mat. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
hueso
mat. dura
mat. dura
piel
?
?
madera
mat. dura
mat. dura
Accióii
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
cortar
ranurar
cortar
raspar
raspar
cortar
cortar
raspar
raspar
raspar
raspar
ranurar
cortar
raspar
raspar
raspar
ranura
cortar
cortar
ranurar
raspar
ranurar
raspar
raspar
raspar
raspar
ranurar
raspar
raspar
cortar
raspar
ranurar
ranurar
perforar
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
cuña
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
ranurar
Borde
lat. dereclio
Borde
lat. izquierdc
+
*
*
*
%
.
*
*
e
e
*
*
*
*
*
*
*
*
e
*
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*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
e
*
*
*
*
*
e
e
*
*
Figura 226.- Utilización d e los bordes laterales y zona proximal en los raspadores de Parpalló (sigue en 227).
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Rcfcrc~icia
3318
33 16
3313
3308
3306
3102
312
305
563
566
573
590
297
1068
1193
1196
1504
924
1832
1759
1826
Período
Tipo
Materia
trabajada
Acción
Solutreogravetieiise
Solutreogravetieiise
Solutreogravetiense
Soliitreogravetiense
Solutreogravetiense
Solutreogravetiense
Magdaleniense ant.
Magdaleniense ant.
Magdaleniense ant.
Magdaleniense ant.
Magdaleniense ant.
Magdaleniense ant.
Magdaleniense sup.
Magdaleniense sup.
Magdaleniense sup.
Magdaleniense sup.
Magdaleniense sup.
Magdaleniense sup.
Magdaleniense sup.
Magdaleniense sup.
Magdaleniense sup.
17
17
17
17
21
18
I
I
piedra
iuat. dura
mal. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
mat. dura
madera
rnat. dura
mat. dura
mat. dura
raniirar
rai~urar
raiiurar
ranurar
raspar
ranurar
cortar
raspar
ranurar
ranurar
raspar
cortar
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
raspar
perforar
raspar
raspar
1
I
2
5
1
I
1
I
I
5
I
18
17
?
?
?
mat. dura
mat. dura
piel
madera
Borde
lat. dereclio
Borde
lat. izquierdo
Zona
proxinial
*
4:
L
*
*
*
*
%
L
e
*
Figura 227.- Utilización de los bordes laterales g zona proximal en los raspadores de ParpaUó (viene de 226).
*
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CONCLUSIONES
El objetivo que nos habíamos propuesto al principio de este
trabajo era el situar el raspador como útil tanto de forma sincrónica como diacrónica. Es decir, inscribirlo dentro de la cadena operativa de la que forma parte como herramienta de trabajo
y comprender su papel como útil transcultural. El análisis del
material de la Grotte Gazel y de la Cova del Parpalló se ha
orientado con este fin.
Sin embargo vamos a comenzar resumiendo las conclusiones
más generales a que hemos llegado al planteamos la metodología
empleada para realizar el análisis funcional de los raspadores y
que se refieren fundamentalmente a dos aspectos: el método
traceológico y su aplicación al material prehistórico.'?
Las bases en que sustentamos nuestra revisión crítica del
método aplicado (el método traceológico) son una amplia experimentación y un análisis a altos aumentos de las modificaciones de
la superficie de la roca.
¿Cuáles son los procesos que intervienen en las modificaciones microscópicas del aspecto de la superficie de la roca (micropulidos)? El análisis a altos aumentos con microscopía electrónica de filos utilizados experimentalmente nos ha permitido
apreciar los mecanismos que producen estas modificaciones. De
la comparación de las imágenes de la superficie de los filos experimentales antes de su uso (sus réplicas en resina) con las imágenes de las mismas zonas después de la utilización (sobre las
piezas originales) se desprende en primer lugar que el pulido de
uso existe como modificación de la superficie de la roca y que la
causa fundamental de las modificaciones que denominamos pulidos es una pérdida de materia por erosión (desgaste) (coiztra Anderson, 1980). Estamos de acuerdo con los investigadores que
afirman que el aspecto "fundido" de los pulidos es un efecto óptico consecuencia de una homogeneización o alisado de las superficies (Yamada, 1993; Levi-Sala, 1988 y 1993). En segundo
lugar, el análisis con microsonda revela una composición exclusivamente silícea de las zonas pulidas. Pensamos que los análisis
realizados por algunos investigadores con técnicas con mayor
resolución (bombardeo de iones y acelerador de partículas) lle-
gan a detectar elementos traza de la roca y estos elementos traza
son interpretados erróneamente como residuos de la materia trabajada (contra Christiansen et alii, 1995). Los residuos que
quedan adheridos a la roca son visibles en algunas de nuestras
piezas experimentales y se distinguen morfológica y químicamente de las modificaciones que son resultado de la alteración
por uso de la microtopografía.
En tercer lugar, la micromorfología de la superficie de la roca
es muy importante en el desarrollo de las modificaciones por uso.
La proporción de materia cristalizada o amorfa y el tamaño del
grano de la roca determinan el aspecto de las superficies alteradas
por uso, y su grado de alteración. Hemos observado además que
se producen fracturas de cristales y grietas.
Hasta el presente, la metodología traceológica se sustenta en
la afirmación de que a cada materia trabajada y a cada acción
corresponde un tipo de huellas de uso característico. El objetivo
de la experimentación era descubrir relaciones causa-efecto entre
estas dos variables y las huellas de uso resultantes. Las huellas de
uso que se analizan son generalmente de cuatro tipos: micropulidos, desgastes, estrías y desconchados. Se consideran importantes
para el diagnóstico de la acción, la distribución de los micropulidos y los desgastes, el tipo y distribución de los desconchados y
la dirección de las estrías. Para identificar la materia trabajada la
base fundamental es la tipología de los micropulidos y la presencia o ausencia de determinados tipos de desconchados.
Comprobamos en nuestra experimentación tendencias que ya
habían sido señaladas por otros investigadores. Hemos evaluado
cuáles, de entre las experimentaciones realizadas, son identificables
y cuáles no lo son y llegamos a la conclusión de que las acciones de
corta duración, poco intensas y10 poco regulares son difíciles de reconocer. También confirmamos que el trabajo de materias blandas
sólo se puede identificar a partir de una argumentación negativa, es
'' Una discusión más detallada puede encontrarse en
la Primera Parte, punto 3.
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decir, un proceso de razoiia~iiiento va excluyendo posibilidades
que
pero cuya deducción final depende del estado de alteración de la
stipe~ticie útil Iítico. Se coiioboian experimentalmente la exisdel
tencia de coiivergei-iciasen el aspecto de los micropulidos de uso
producidos por diferentes iiiaterias. sin embargo también observanios aspectos muy diferentes en micropulidos producidos por una
sola mateiia. De todo ello se desprende que no es la naturaleza de
la matei-ia trabajada sino su estado físico el que produce efectos
diferentes en el útil que incide sobre ella. Además materias trabajadas de diferente natiiraleza (y10 dureza) pueden producir tipos de
contacto similares."
Los intentos de otros investigadores de hallar una relación
directa entre las materias trabajadas y acciones y los desconhan
c h a d o ~ resultado fallidos. Según nuestra experimentación,
las leyes mecánicas de fracturación intervienen durante el trabajo, pero la materia trabajada y la acción no son las principales variables que influyen en el desconchado de los filos activos. La regularidad e intensidad del movimiento, pero sobre
todo la morfología microscópica del borde, participan de una
forma determinante.
Otras de nuestras observaciones no habían sido explícitamente señaladas con anterioridad. En concreto advertimos la dificultad de identificar huellas de enastado por su débil desarrollo y
porque existen pulidos de distribución e intensidad similar de entre los producidos por alteración o por la talla. Apuntamos además
a partir de la experimentación una solución a la presencia de niicropulidos dobles (de diferente aspecto en cada una de las caras
del filo) que han sido detectados arqueológicamente por otros
analistas y que encontramos bien documentados entre el material
de Gazel y de Parpalló. Dedujimos que la causa no es el trabajo
de dos materias diferentes sino el tipo de contacto que se establece entre el útil y la materia trabajada que es diferente en distintas partes de un mismo filo.
La amplia experimentación desarrollada en la Universidad de
Lieja con un mismo tipo de útil, el raspador, y diferentes tipos de
mangos y usuarios pennitió introducir un nuevo factor que hace
variar la intensidad de las huellas de uso y en ocasiones su distribución y morfología: el factor individual. La fuerza, la destreza,
la regularidad en los movimientos es una variable más, difícil de
apreciar cuando se analiza material arqueológico.
Sin embargo comprobamos que en las mismas condiciones
de trabajo, el aspecto de los micropulidos de uso y la distribución de los desconchados y las estrías son recurrentes en sucesivas experimentaciones. S i trabajamos experimentalmente
diferentes materias con diferentes modos de acción, la distribución y el tipo de huellas resultantes son distintas. Sin embargo el
problema se ha de plantear a la inversa. ¿Son estas huellas de uso
discriminantes de una materia o de una acción concreta? Como
hemos visto hay convergencias entre las huellas producidas por
materias similares. Además el tipo de contacto entre la materia
trabajada y el útil puede variar en función del estado de la materia, la presencia de aditivos lubricantes o abrasivos, la regularidad del movimiento, la fuerza ejercida, etc.
"De esta forma se explican las convergencias entre micropulidos de asta y Iiueso y
entre estos y los producidos por madera duras. También se explica así el hecho de
que el trabajo de piel tensada produzca micropulidos similares a los de materia dura.
'
Dc iodo ello sc deduce q ~ i c Iiay iiiicropiilidos producidos
no
por una u 011-a iiiarei-ia y10 acción sino por una u oti-a situación de
contacto. Pai-a interpi-etai- las huellas dc uso es inás inipoi-tantc
cornpreiider los procesos que influyen en las inodificaciones que
clasificai- ~ipológicaineiitclas huellas de uso e intentar cuantiticarlas. Proponemos por esta razón un enfoque teciiológico del
análisis funcional: cl útil se concibe como un elemento dentro de
tina dinámica y las hitellas de uso como consecuencia de una acumulación de acciones. Estas acciones pueden ser complejas y
afectan al útil desde su fabricación a su abandono.
La rcvisión de los resultados de análisis de raspadores prehistóricos nos indica un uso mayoritario en el trabajo de las
pieles. Los raspadores Iíticos de pueblos aborígenes actuales y
subactuales de distantes partes de la tierra también se emplean
mayorilariamente para la elaboración de las pieles de animales.
La documentación etnográfica del empleo de los raspadores
nos sirve de base para identificar ciertas técnicas en la talla y la
utilización. Los indicios macroscópicos y microscópicos que presentan los 1 18 raspadores de los niveles magdalenienses de la
Grotte Gazel son relacionados con algunas de las técnicas que se
documentan en etnografía tras una comprobación experimental.
Los esquirlamientos de la cara dorsal de los soportes de los
raspadores se identifican con una técnica de talla por contragolpe.
Se detecta la existencia de mangos en los que irían insertados los
raspadores a partir de la distribución de las huellas de uso y de la
morfología macroscópica de los frentes de raspador.
Dos tipos de acciones se asocian al trabajo de las pieles con
raspadores en Etnografía. La primera (acción positiva) se utiliza
para descarnar las pieles. El raspador se mueve con la cara dorsal
delante y un ángulo de trabajo reducido. La segunda (acción
negativa) se emplea para adelgazarlas y reblandecerlas. El raspador se mueve con la cara ventral delante. Estos dos tipos de trabajo producen huellas distintas y reflejan diversos grados de elaboración de las pieles.
Sin embargo queda por dilucidar si las variantes técnicas
identificadas corresponden a gestos de individuos, a cadenas
operativas que son necesarias para unas materias trabajadas y no
para otras, o son generales a cada sociedad. Esta distinción es
fundamental para evaluar el significado cultural de la tecnología.
El estudio morfológico y funcional de los raspadores del Paleolítico Superior de la Cova del Parpalló se ha realizado en base
a los índices macroscópicos y microscópicos detectados en el
análisis de los raspadores magdalenienses de la Grotte Gazel. Se
ha analizado la morfología de los soportes y de los frentes de un
total de 3320 raspadores y la función de 1173 frentes de raspador
(1066 raspadores) con dos objetivos fundamentales: evaluar la
homogeneidad tipológica y funcional del raspador lítico y descubrir conductas técnicas del trabajo con raspadores idiosincrásícas para cada período. Respecto a nuestro primer objetivo hemos
observado algunos comportamientos recurrentes en todos los
períodos. La morfología y la función de los frentes de los raspadores simples, dobles, en abanico, sobre lasca y sobre lasca u
hoja retocada (tipos 1, 3, 5, 7 y 8 de la tipología de SonnevilleBordes y Perrot) es similar en todos los períodos. Se documenta
un uso mayoritario en el trabajo de la piel en acción negativa. Hay
usos puntuales para otros trabajos. Este tipo de usos cortos en actividades simples estaría asociado a útiles conservados (curated
tools, en la terminología anglosajona) y de "vida larga" simple-
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mente porque al conservarse siempre está disponible cuando se
necesita un útil afilado (Hayden, 1986).
Los raspadores dobles presentati una incidencia mayor de
ti-entes con ángulo obtuso, retoques sobreelevados y filos denticulados y sinuosos. Es corriente encontrar uno de los filos muy desgastado y el otro casi sin huellas. Todos estos factores nos indican
que se trata de útiles dobles cuyos frentes se emplean sucesivamente.
Los raspadores atípicos presentan morfologías de frente irregulares y usos poco típicos. Puede tratarse tanto de útiles distintos de los raspadores en algunos casos, pero en otros la irregularidad del frente se debe a un reavivado fallido.
Los retoques laterales de los soportes afectan mayoritariamente en todos los períodos a uno solo de los dos lados.
Consideramos este hecho un indicio de la adaptación a un mango.
Los raspadores espesos y nucleiformes no suelen presentar
huellas de uso. Es bastante común encontrar sobre ellos estrías de
percusión que indican que se trata de núcleos. Sus frentes de raspador están conformados con retoques abruptos y tienen ángulos de filo superiores a los verdaderos raspadores.
Los raspadores esquirlados se concentran en los momentos
solutrenses y la mayoría no presenta micropulidos de uso identificable~. los levantamientos macroscópicos la mayor parte
Por
pueden haber servido como cuñas. Sin embargo los levantamientos bifaciales que encontramos en algunos de ellos apuntan otra
posibilidad: el que se trate de lascas en las que se ha intentado un
retoque bifacial fallido. El análisis traceológico no arroja más luz
sobre esta cuestión. Quizá un estudio de la cadena operativa de
técnicas de retoque bifacial del Solutrense pudiera aclarar este extremo.
Hay un número bastante elevado de raspadores sin huellas de
uso. Ya señalamos en el capitulo 2.1. de la Segunda Parte que se
documenta etnográficamente el abandono del útil tras un uso corto que se produce después del último reavivado. Esta sena una
razón de la ausencia de huellas de uso.
Aunque el uso de los raspadores simples es bastante homogéneo, los soportes, la morfología de los raspadores y de los frentes
varía de unos períodos a otros.
En el Gravetiense se realizan sobre hoja, coincidiendo la proporción de raspadores sobre hoja con el índice laminar. La mayor
parte de los frentes desviados hallados corresponden a este período y al Solutreogravetiense. Podría esto deberse a la utilización de
los raspadores sin mango, ya que el empleo de mangos hace que
el gesto sea más regular. Precisamente estos dos conjuntos son los
más laminares de Parpalló. El retoque es en su mayoría convergente, pero abundan los frentes de tipo A, es decir con un probable reavivado que produce un retoque abrupto.
En el Solutrense Inferior se tallan los raspadores sobre lasca.
Hay un buen número de ellos que tiene un ápice lateral. También
aparecen raspadores esquirlados.
En el Solutrense Medio aumenta enormemente el número de
útiles. También hay una mayor variabilidad. Se encuentran algunos raspadores en abanico, ojivales y útiles compuestos. A pesar de que Pericot señala una laminaridad importante en este momento, la mayor parte de los raspadores son sobre lasca o lasca
laminar. Son más numerosos los raspadores de tipo 1, pero hay
muchos con bordes laterales y zonas proximales retocados. En
general el nivel de transformación del soporte es importante. Hay
un iiúiilei-o iinportante de raspadores de este peiiodo a los que se
les suprimió el bulbo mediante una muesca clactonieiise en la
parte pi-oxiirial o una truncadura.
Tanto en el Solutrense Medio como en el Solutrense Superior
los módulos de los raspadores simples son más estrechos que los
de los raspadores sobre soportes retocados (tipo 5) indicando una
inteiicionalidad de acercar las dimensiones de los soportes que
podría estar relacionada con el enastado.
En el Solutrense Superior las características de los raspadores son similares a las del Solutrense Medio pero hay más
proporción de raspadores sobre lasca. Los soportes están también
muy modificados. Se destaca una tendencia que se mantiene en
el Solutreogravetiense: los raspadores simples tienen frentes conformados por retoque laminar convergente, los raspadores sobre
lasca retocada presentan más frecuentemente retoques sobreelevados. ¿Se debe a un reavivado más intenso o a la existencia de
un tipo de raspador que se reaviva en el mango (tipo 5: sobre lasca u hoja retocada) y otro que se utiliza sin mango o al menos se
reavi va fuera del mango (tipo 1: simple)?
En el conjunto Solutreogravetiense aumenta la proporción de
raspadores sobre hoja. Hay muchas fracturas por flexión de la zona
proximal, pero no creemos que se hayan producido por uso porque
se sitúan a 20 rnm del frente. También aquí hay una dualidad entre
frentes del tipo D asociados a raspadores simples, y frentes de tipo
A asociados a raspadores sobre lasca u hoja retocada.
A partir del Magdaleniense el empleo de la técnica de retoque
de los raspadores por contragolpe que observamos entre los raspadores de Gazel es más frecuente. El uso de restos de talla y nucleiformes en la fabricación de raspadores refleja la tendencia
general de la industria del Magdaleniense Antiguo A. En el Magdaleniense Antiguo B los nucleiformes son sobre lasca, revelando
un aprovechamiento máximo de la materia prima. En todo el
Magdaleniense Antiguo hay gran número de soportes con lados
divergentes, filos obtusos, retoques abruptos, frentes denticulados
y sinuosos. Los frentes son del tipo C, es decir con retoques paralelos no convergentes. En el Magdaleniense Antiguo B esta morfología del frente alcanza el 71% de los raspadores. Además un
30% de los raspadores de este período presentan un ápice lateral,
paralelamente y en cuanto a la función de estos útiles tan difícilmente clasificables, hay también muchas piezas que no presentan
huellas de uso. Esta industria sobre lascas ha sido intensamente
reavivada. La ausencia de huellas de uso típicas se debe a utilizaciones cortas y poco regulares y es posible que estemos ante un
conjunto de útiles polifuncionales que se reavivan en sus mangos.
Abundan las piezas de retoque inverso y los raspadores dobles alternos, con retoque directo en un extremo e inverso en el opuesto.
Aura señala la evolución interna del Magdaleniense Antiguo
A al Magdaleniense Antiguo B. De una industria con mayoría de
raspadores se pasa a un conjunto en el que hay menor cantidad de
raspadores y más abundancia de piezas del substrato (denticulados, raedera, piezas con retoques continuos). Pensamos que esta
transición pudiera tener justificación tecnológica y no tipológica.
En el conjunto del Magdaleniense Antiguo A los raspadores nucleiformes son muy abundantes, por ello aparece hinchado el
índice de raspadores. En el Magdaleniense Antiguo B hay gran
cantidad de piezas que son fragmentos de núcleos, de muy pequeñas dimensiones y fácilmente clasificables como denticulados
o piezas de retoques continuos. Pensamos que el aprovechamien-
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to de la materia prima lítica se hace aún más iiiteilso en el Magdaleniense Antiguo B. En todo caso es difícil la clasificación morfologica de esta industria, pero también su análisis traceológico.
En el Magdaleniense Superior se emplean lascas para tallar
frentes de raspador, sin embargo el índice laminar de esta industria es alto (Aura, 1988). Creemos que la explicación es que este
índice refleja en realidad la microlaminaridad de la industria. Los
soportes lo suficientemente grandes como para fabricar raspadores son las lascas. Las zonas proximales están fracturadas por
flexión y hay también mayor número de útiles compuestos (tipos
17 y 18).
En resumen, las modificaciones importantes de los soportes
que es posible asociar a la existencia de mangos aparecen en el
Solutrense Medio y se hacen intensas en el Magdaleniense Antiguo.
Un comentario aparte merece la industria sobre lasca del
Magdaleniense Antiguo. El enastado de los útiles debe jugar aquí
un papel primordial. Salvando las distancias (temporales y
geográficas) un comportamiento que podría servir de explicación
es recogido por Hayden (1986). Señala para las azuelas multifuncionales y sumamente reavivadas de los aborígenes australianos
que son más retocadas que cualquier otro útil. La explicación que
se ofrece es que el tiempo y el esfuerzo que se necesita para reenmangar otro útil hace que siempre se intente reavivarlo al máximo. Una reconstrucción de las técnicas de talla y reavivado
probablemente explicaría mejor el funcionamiento tecnológico de
este peculiar conjunto leptolítico.
La explicación pasa también por el análisis de
aprovechamiento de la materia prima. Un comportamiento de este
tipo puede asociarse a una escasez de materia prima. Bamforth
(1986) señala como causas para una escasez de materia prima,
apai-te de la escasez regional. aquella que se del-iva del comportamiento de los grupos y que restringe el acceso a la niateiia pi-ima. Según este autor la escasez de matei-iaprima que provoca el
reavivado exhaustivo se asocia a "collecting societies" en las que
determinados grupos desplazan el alimento desde su origen hacia
un campamento central. En las sociedades en las que todo el
grupo (foraging societies) se mueve de una fuente de i-ecui-sosa
otra, no existiría esa escasez. A la espera de que un estudio de las
procedencias de las materias primas de Parpalló arroje más luz
sobre esta cuestión pueden apuntarse algunos indicios basados en
la intensidad del reavivado de los raspadores.
Para Keeley (1982) la incidencia del reenmangue puede estar relacionada con la duración de la ocupación, estación de la
ocupación, acceso a las fuentes de materia prima, etc. Yellen
(1977) proponía que cuanto más tiempo está ocupado un asentamiento hay más evidencias acumuladas de actividades de mantenimiento. El desenmangue y reenmangue de piezas Iíticas forma
parte de las tareas de mantenimiento que se asociarían a asentamiento~ larga duración. Estas mismas tareas se realizan en
de
las épocas del año en que el asentamiento es más estable y hay
más tiempo libre. Todo en Parpalló parece apuntar a una estabilidad mayor en el asentamiento en el Magdaleniense Antiguo y a la
gran repercusión de las tareas de mantenimiento. Contrasta fuertemente con este conjunto, el comportamiento que se deriva del
análisis de los conjuntos Gravetiense y Solutrense Inferior.
Habría que relacionar los datos tecnológicos y económicos
que hemos obtenido a partir del análisis morfométrico y funcional con los que se deduzcan del estudio del aprovechamiento
de los recursos alimenticios en cada período y con los de otros
yacimientos, para establecer modelos más generales de comportamiento para la región en la que se sitúa Parpalló.
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LÁMINAS DE EXPERIMENTACIÓN Y DE HUELLAS DE USO
EN LOS RASPADORES DE P A R P A L L ~
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LÁMINA 1.- Descarnado de piel de ternera.
a) Trabajo por percusión lanzada con raspador Iítico enmangado.
b) Descarnado cortando con ángulo bajo con una raedera.
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u, útilef emplcadus para descarnar una piel de ternera.
hl ~ c c i o n descarnar durante el p m o u dc seradi, con la piel tensada.
de
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LÁMINA1iI.- Trabajo de la piel seca.
a) A la derecha se observa la zona raspada de textura afieltrada. A la izquierda apreciamos la dureza de la cutícula exterior cuando se empieza a
raspar y la compactación de las fibras que hace resbalar el raspador.
b) Acción de raspado de piel de ternera con raspador enastado en mango gundane. Primeras vimtas que eliminan la capa más superficial de la piel.
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LÁMINA N.
a) Raspado de piel a la que se ha añadido ceniza para absorber la grasa.
b) Raspado de piel con una piedra abrasiva.
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LÁMINA v.
a) Descarnado de piel de conejo sin útiles.
b) Utilización de ocre con abrasivo para reblandecer una piel de conejo.
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-
LÁMINA VI.- Raspador del Solutrense Medio (capa 5,75 6). (Número de inventario 24891).
a) Pulido de piel en la cara ventral del frente del raspador. 200x.
b) Desgaste de alteración (por sus características y disposición) en el borde lateral izquierdo, cara ventral. lOOx
c) Arista central de la cara dorsal. Pulido con estrías producidas por la talla o la alteración. 200x.
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LÁMZNAVII.
a) Raspador gravetiense. Estrías de percusión en la arista central en cresta parcial. 200x.
b) Raspador gravetiense. Residuos de grafito de lápiz producidos por el frotamiento del retoque. 50x.
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LÁMINA W .
1Raspador del nivel gravetiense.
a) Arista central. 200x.
b) Borde del frente. Cara ventral, zona central a 200x. Ligero desgaste.
c) Borde del frente. Cara ventral a 200x. No se observan huellas de uso que indiquen la acción.
d) Borde del frente. Cara ventral a 200x. No hay desgaste en esta zona.
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LÁMINA M.- Raspador del nivel gravetiense.
a) Cara ventral del frente a 200x. Ligero desgaste de uso.
b) Cara ventral del frente a 200x. Zona sin desgaste. Sólo se observan puntos de pulido de distribución aleatoria.
C) Cara dorsal del frente a 100x. Desgaste muy intenso.
[page-n-180]
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LÁMINA X.
a) Raspador del nivel gravetiense (número 2206). Cara ventral del frente a 100x. Desgaste regular del filo.
b) Raspador del nivel gravetiense (número 2207). Cara ventral del frente a 100x. Desgaste intenso y pulido alterado.
c) La misma zona que la foto anterior a 200x.
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LÁMINA XI.
a) Raspador número 2228. Cara dorsal del frente esquirlado a 200x.
Estrías producidas por las esquirlas que frotan la superficie cuando se desprenden.
b) Raspador número 3413. Se observa en la cara ventral del frente un pulido y desgaste intensos.
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LÁMINA xn.
a) Raspador número 2417. Cara ventral. Micropulido producido por el trabajo del hueso. 100x.
b) Raspador número 2417. Cara ventral. Micropulido producido por el trabajo del hueso. 100x. Zona al lado de la imagen anterior.
c) Zona al lado de la anterior. Melladuras y pulido. 100x.
d) Misma zona a 200x.
e) Gradación de intensidad del pulido desde el centro del frente hasta su borde lateral. 200x.
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LÁMINA XUI.
a) Raspador número 2401. Cara ventral del frente a 100x.
b) Raspador número 2401. Misma zona que la foto anterior a 200x.
C)Raspador número 2402. Esquirlamiento microscópico en la cara ventral del frente. 200x.
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LAMINA XN.
a) Cara dorsal del frente del raspador 2743. Desgaste intenso producido por un uso anterior al que ha producido el esquilrlamiento. 200x.
b) Cara ventral del raspador esquirlado con puntos de pulido de materia dura. 100x.
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LÁMINA XV.
a) Cara ventral del frente del raspador a 100x. Desgaste del borde.
b) Cara dorsal a 100x. Desgaste y estrías.
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LÁMINA XVI.
a) Cara ventral del frente del raspador a 50x. Desgaste intenso del borde. No se observa pulido típico.
b) imagen de la misma zona a 100x.
c) Cara dorsal del raspador a 100x. Desgaste intenso y estrías características del trabajo de piel seca con abrasivos.
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LÁMINA XVII.
a) Filo dista1 de raspador nucleiforme a 100x. Pulido típico de materia dura ósea.
b) La misma zona a 200x.
c) Marcas de percusión sobre la arista dorsal del raspador nucleiforme número 133.200~.
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LAMINA XVIH.
a) Raspador nucleiforme número 136. Extremidad proximal derecha, cara ventral a 100x. Estrías de percusión.
b) Zona central proximal de la misma pieza. Cara ventral a 100x.
c) Zona central dista1 del raspador doble nucleiforme número 254 a 100x. Estrías de percusión.
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LÁMINA m.
a) Zona proxirnal del fragmento de núcleo número 257 a 100x. Estrías de percusión.
b) Cara ventral de la zona dista1 de la misma pieza a 100x. Estrías de percusión.
c) Borde del raspador nucleiforme número 238 a 100x. Estrías profundas de percusión.
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LÁMINA XX.
a) Puntos de pulido de materia dura a lOOx en la parte proximal del raspador circular número 751.
b) Desgaste intenso a lOOx en la cara dorsal del frente dista1 del raspador doble número 1128.
e) La misma zona que b a 200x.
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LÁMINAXXI.
a) Ápice lateral izquierdo pmximal con puntos de pulido de materia dura a 1OOx. Cara ventral.
b) Zona a continuación de la anterior a 100x. Pulido orientado de materia dura.
c) La misma zona que b a 200x.
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LÁMINAXXIí.- Muestra de síiex de 1' U 1 del Moro.
1
a) Inclusión laminar no silícea en un fragmento de roca Mrgen de utilización.
b) Microanálisis EDAX de esta inclusión.
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