Madera y leña en la Lloma de Betxí
Yolanda Carrión Marco
Elena Grau Almero
2015
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MADERA Y LEÑA
EN LA LLOMA DE BETXÍ
Yolanda Carrión Marco, Elena Grau Almero
Universitat de València
La madera en la vida cotidiana
de la Edad del Bronce
La presencia de restos vegetales en los yacimientos arqueológicos constituye la evidencia más directa del aprovechamiento de las plantas por parte de los humanos
que habitan y explotan un territorio. Entre estos restos, los
vegetales leñosos han constituido una fuente de materia
prima que interviene en aspectos tan variados como la
obtención de combustible, la construcción, la fabricación
de herramientas, y de un extenso etcétera que convierten
a la madera en un recurso fundamental en la subsistencia
de los grupos humanos.
Durante la Edad del Bronce, el uso diversificado
de la madera está ampliamente documentado, ya que
alimenta los hogares y hornos domésticos o artesanales,
y es una materia prima renovable y de fácil acceso para
la construcción. La Lloma de Betxí constituye un perfecto
< Nivel de incendio de la Habitación I.
Lloma de Betxí (Paterna, Valencia).
paradigma de esta diversidad de usos, ya que el incendio
que arrasó el poblado hace 3.750 años, ha dejado intactas hasta las evidencias orgánicas más efímeras, conservadas gracias a la acción del fuego. Así, por ejemplo, entre
el potente nivel de derrumbe del poblado se hallaron las
estructuras constructivas de madera; del mismo modo,
el nivel de incendio que afectó a todos los materiales, ha
permitido delimitar las áreas de habitación, de cocina, de
almacenamiento, de molienda, telares y estructuras de
combustión (de Pedro, 1998) (Fig. 1). Todo ello evidencia
la diversidad de actividades en las que la madera está sistemáticamente presente y la riqueza informativa que nos
aporta este material.
Los vegetales leñosos que formaron parte de
estructuras constructivas o fueron usados como combustible, son objeto de análisis mediante la disciplina
conocida como Antracología: su estudio se basa en la
identificación de las especies de las que proceden, y
esto nos ofrece un elenco de las especies utilizadas y de
importancia económica para los habitantes de la Lloma
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Fig. 1. Detalle del nivel de incendio de la Habitación II.
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de Betxí, resultando esencial para la interpretación de la
vida en el poblado, ya que permite inferir las prácticas
de explotación forestal y agrícola, los usos de la madera
en diversos contextos, así como reconstruir las formaciones vegetales en el pasado.
BOSQUE MIXTO
De los carbones a los paisajes del pasado
Pinus halepensis, plano radial
Quercus perennifolio, plano transversal
MATORRAL
Olea europaea, plano transversal
Rosmarinus officnalis, plano transversal
RIBERA
Salix-Poputus, plano transversal
Tamarix sp., plano transversal
Fig. 2. Especies vegetales. Microscopio Electrónico de Barrido.
Madera y leña en la Lloma de Betxí. Yolanda Carrión Marco, Elena Grau Almero
Las actividades llevadas a cabo en la Lloma de
Betxí precisaron de un conjunto variado de especies leñosas, que fueron recogidas con diversos fines. La leña
aportada como combustible a hogares y hornos, posteriormente sedimentada en forma de carbones por los
suelos de habitación, es la que nos permite reconstruir
el paisaje vegetal, ya que para esta tarea tan cotidiana se
suele aprovechar toda madera disponible en el entorno
del poblado.
El conjunto de especies identificadas nos habla
de la existencia de un bosque mediterráneo cálido, con
pinares, madroños, carrascas y algún quejigo, y abundantes especies de matorral, entre las que destacarían el lentisco, el acebuche, el romero, los brezos, las leguminosas
o la coscoja, entre otros (Fig. 2). La vegetación de ribera
estaría representada por fresnos, sauces-chopos, monocotiledóneas y tarays (Grau, 1998).
Todas estas especies se desarrollarían en los llanos del Turia y dentro del radio de captación de los habitantes de La Lloma de Betxí; cabe suponer que estos
llanos fértiles serían intensamente explotados tanto para
la tala de madera como para la puesta en cultivo, como
indica la presencia de cereales en el poblado, básicamente trigo y cebada (Pérez Jordá, 1998). Otras secuencias
de vegetación de la zona proponen que durante la Edad
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del Bronce se produciría una apertura de las formaciones
vegetales, así como la progresión de pinos y especies de
matorral, como resultado de las tareas agrícolas y de un
aprovechamiento forestal cada vez más intenso (Mata y
Bonet, 1983; de Pedro y Grau, 1991; de Pedro, 2004).
En este sentido, la Lloma de Betxí se enmarca en
un paisaje con evidente modelado humano, producido
por el aprovechamiento agrícola de los suelos fértiles, el
aterrazamiento de las laderas del propio cerro, y la continua explotación de las masas forestales vecinas hasta
hacer mella en su aspecto y composición.
«El que a buen árbol se arrima…».
Reconstruyendo La Lloma de Betxí
De las complejas técnicas constructivas utilizadas
en la Edad del Bronce, la Lloma de Betxí proporciona
buenos ejemplos tanto en la elaboración de sus accesos,
como en el aterrazamiento de las laderas del cerro o el
sistema de potentes muros que delimitan el espacio de
hábitat. Junto a la piedra y el tapial, la madera se ha revelado como un elemento clave, sobre todo en las cubiertas
del poblado.
En el nivel de derrumbe de las habitaciones, mezclados con mortero o tapial, se excavaron una serie de
troncos de pino que parecían formar un entramado de
grandes vigas y traveseras, recubierto por ramaje y cañas,
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Fig. 3. Detalle de la recogida de carbones
durante la excavación de la Habitación II.
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característica común, todas ellas conservaban la corteza,
es decir, se utiliza la madera sin labrarla para obtener una
forma determinada. Los postes verticales, de al menos 20
cm de diámetro, se elaboran en madera de carrasca, cuyas características principales son la dureza y densidad,
lo que le permitiría soportar bien la fricción y el peso de la
estructura aérea. Tal es su dureza, que la presencia de algunas bases de poste de piedra sin presencia de madera
carbonizada, ha llevado a plantear que ésta perdurara erguida tras el incendio. En algún caso sí se ha documentado entre las maderas de carrasca vestigios de haber sido
labradas, lo que no implicaría necesariamente una forma
escuadrada de los postes sino, tal vez, un trabajo de eliminación de nudos o ramas secundarias.
El uso sistemático de madera de pino para la construcción en muchos poblados de la Edad del Bronce hace
que esta especie esté presente de forma masiva entre los
restos de carbón de los yacimientos, abriendo así un debate sobre la importancia real de esta especie en el paisaje. No obstante, todo apunta a que los pinares serían
abundantes y accesibles en el entorno de los poblados,
constituyendo así una fuente básica de materia prima y
un elemento clave de los paisajes mediterráneos.
Madera y leña en la Lloma de Betxí. Yolanda Carrión Marco, Elena Grau Almero
de las que han quedado numerosas improntas en el barro. Existen evidencias incluso de las cuerdas de esparto
utilizadas para unir los troncos. Este sistema de techumbre apoyaba sobre dos hileras de postes de carrasca localizados en medio de la habitación (de Pedro, 1998).
Durante el incendio producido en el poblado habría caído, en primer lugar, toda esta cubierta vegetal y luego se
habría producido el derrumbe del resto de estructuras,
que hizo que se conservaran cercanas a su posición original (Fig. 3).
Un análisis pormenorizado de las piezas de madera recuperadas en el nivel de derrumbe ha demostrado
el uso de las especies vegetales ya descritas y presentes
en otros contextos del poblado: lentisco, acebuche, leguminosas, etc. para los entramados; pino y carrasca para
las estructuras principales, aunque entre éstas también
se han documentado esporádicamente maderas de quejigo y acebuche. Es decir, se seleccionan las especies por
su accesibilidad en el entorno y por su idoneidad para la
función que han de desempeñar.
La madera más utilizada para la construcción de
las techumbres es el pino carrasco, cuyos fustes rectos
resultan ideales para la elaboración de elementos sustentantes de diverso calibre: se han documentado piezas cuyo diámetro oscila entre 15 y 3 cm, indicando así
su uso tanto para vigas como para el entramado. Como
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EN LA LLOMA DE BETXÍ
Yolanda Carrión Marco, Elena Grau Almero
Universitat de València
La madera en la vida cotidiana
de la Edad del Bronce
La presencia de restos vegetales en los yacimientos arqueológicos constituye la evidencia más directa del aprovechamiento de las plantas por parte de los humanos
que habitan y explotan un territorio. Entre estos restos, los
vegetales leñosos han constituido una fuente de materia
prima que interviene en aspectos tan variados como la
obtención de combustible, la construcción, la fabricación
de herramientas, y de un extenso etcétera que convierten
a la madera en un recurso fundamental en la subsistencia
de los grupos humanos.
Durante la Edad del Bronce, el uso diversificado
de la madera está ampliamente documentado, ya que
alimenta los hogares y hornos domésticos o artesanales,
y es una materia prima renovable y de fácil acceso para
la construcción. La Lloma de Betxí constituye un perfecto
< Nivel de incendio de la Habitación I.
Lloma de Betxí (Paterna, Valencia).
paradigma de esta diversidad de usos, ya que el incendio
que arrasó el poblado hace 3.750 años, ha dejado intactas hasta las evidencias orgánicas más efímeras, conservadas gracias a la acción del fuego. Así, por ejemplo, entre
el potente nivel de derrumbe del poblado se hallaron las
estructuras constructivas de madera; del mismo modo,
el nivel de incendio que afectó a todos los materiales, ha
permitido delimitar las áreas de habitación, de cocina, de
almacenamiento, de molienda, telares y estructuras de
combustión (de Pedro, 1998) (Fig. 1). Todo ello evidencia
la diversidad de actividades en las que la madera está sistemáticamente presente y la riqueza informativa que nos
aporta este material.
Los vegetales leñosos que formaron parte de
estructuras constructivas o fueron usados como combustible, son objeto de análisis mediante la disciplina
conocida como Antracología: su estudio se basa en la
identificación de las especies de las que proceden, y
esto nos ofrece un elenco de las especies utilizadas y de
importancia económica para los habitantes de la Lloma
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Fig. 1. Detalle del nivel de incendio de la Habitación II.
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de Betxí, resultando esencial para la interpretación de la
vida en el poblado, ya que permite inferir las prácticas
de explotación forestal y agrícola, los usos de la madera
en diversos contextos, así como reconstruir las formaciones vegetales en el pasado.
BOSQUE MIXTO
De los carbones a los paisajes del pasado
Pinus halepensis, plano radial
Quercus perennifolio, plano transversal
MATORRAL
Olea europaea, plano transversal
Rosmarinus officnalis, plano transversal
RIBERA
Salix-Poputus, plano transversal
Tamarix sp., plano transversal
Fig. 2. Especies vegetales. Microscopio Electrónico de Barrido.
Madera y leña en la Lloma de Betxí. Yolanda Carrión Marco, Elena Grau Almero
Las actividades llevadas a cabo en la Lloma de
Betxí precisaron de un conjunto variado de especies leñosas, que fueron recogidas con diversos fines. La leña
aportada como combustible a hogares y hornos, posteriormente sedimentada en forma de carbones por los
suelos de habitación, es la que nos permite reconstruir
el paisaje vegetal, ya que para esta tarea tan cotidiana se
suele aprovechar toda madera disponible en el entorno
del poblado.
El conjunto de especies identificadas nos habla
de la existencia de un bosque mediterráneo cálido, con
pinares, madroños, carrascas y algún quejigo, y abundantes especies de matorral, entre las que destacarían el lentisco, el acebuche, el romero, los brezos, las leguminosas
o la coscoja, entre otros (Fig. 2). La vegetación de ribera
estaría representada por fresnos, sauces-chopos, monocotiledóneas y tarays (Grau, 1998).
Todas estas especies se desarrollarían en los llanos del Turia y dentro del radio de captación de los habitantes de La Lloma de Betxí; cabe suponer que estos
llanos fértiles serían intensamente explotados tanto para
la tala de madera como para la puesta en cultivo, como
indica la presencia de cereales en el poblado, básicamente trigo y cebada (Pérez Jordá, 1998). Otras secuencias
de vegetación de la zona proponen que durante la Edad
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del Bronce se produciría una apertura de las formaciones
vegetales, así como la progresión de pinos y especies de
matorral, como resultado de las tareas agrícolas y de un
aprovechamiento forestal cada vez más intenso (Mata y
Bonet, 1983; de Pedro y Grau, 1991; de Pedro, 2004).
En este sentido, la Lloma de Betxí se enmarca en
un paisaje con evidente modelado humano, producido
por el aprovechamiento agrícola de los suelos fértiles, el
aterrazamiento de las laderas del propio cerro, y la continua explotación de las masas forestales vecinas hasta
hacer mella en su aspecto y composición.
«El que a buen árbol se arrima…».
Reconstruyendo La Lloma de Betxí
De las complejas técnicas constructivas utilizadas
en la Edad del Bronce, la Lloma de Betxí proporciona
buenos ejemplos tanto en la elaboración de sus accesos,
como en el aterrazamiento de las laderas del cerro o el
sistema de potentes muros que delimitan el espacio de
hábitat. Junto a la piedra y el tapial, la madera se ha revelado como un elemento clave, sobre todo en las cubiertas
del poblado.
En el nivel de derrumbe de las habitaciones, mezclados con mortero o tapial, se excavaron una serie de
troncos de pino que parecían formar un entramado de
grandes vigas y traveseras, recubierto por ramaje y cañas,
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Fig. 3. Detalle de la recogida de carbones
durante la excavación de la Habitación II.
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característica común, todas ellas conservaban la corteza,
es decir, se utiliza la madera sin labrarla para obtener una
forma determinada. Los postes verticales, de al menos 20
cm de diámetro, se elaboran en madera de carrasca, cuyas características principales son la dureza y densidad,
lo que le permitiría soportar bien la fricción y el peso de la
estructura aérea. Tal es su dureza, que la presencia de algunas bases de poste de piedra sin presencia de madera
carbonizada, ha llevado a plantear que ésta perdurara erguida tras el incendio. En algún caso sí se ha documentado entre las maderas de carrasca vestigios de haber sido
labradas, lo que no implicaría necesariamente una forma
escuadrada de los postes sino, tal vez, un trabajo de eliminación de nudos o ramas secundarias.
El uso sistemático de madera de pino para la construcción en muchos poblados de la Edad del Bronce hace
que esta especie esté presente de forma masiva entre los
restos de carbón de los yacimientos, abriendo así un debate sobre la importancia real de esta especie en el paisaje. No obstante, todo apunta a que los pinares serían
abundantes y accesibles en el entorno de los poblados,
constituyendo así una fuente básica de materia prima y
un elemento clave de los paisajes mediterráneos.
Madera y leña en la Lloma de Betxí. Yolanda Carrión Marco, Elena Grau Almero
de las que han quedado numerosas improntas en el barro. Existen evidencias incluso de las cuerdas de esparto
utilizadas para unir los troncos. Este sistema de techumbre apoyaba sobre dos hileras de postes de carrasca localizados en medio de la habitación (de Pedro, 1998).
Durante el incendio producido en el poblado habría caído, en primer lugar, toda esta cubierta vegetal y luego se
habría producido el derrumbe del resto de estructuras,
que hizo que se conservaran cercanas a su posición original (Fig. 3).
Un análisis pormenorizado de las piezas de madera recuperadas en el nivel de derrumbe ha demostrado
el uso de las especies vegetales ya descritas y presentes
en otros contextos del poblado: lentisco, acebuche, leguminosas, etc. para los entramados; pino y carrasca para
las estructuras principales, aunque entre éstas también
se han documentado esporádicamente maderas de quejigo y acebuche. Es decir, se seleccionan las especies por
su accesibilidad en el entorno y por su idoneidad para la
función que han de desempeñar.
La madera más utilizada para la construcción de
las techumbres es el pino carrasco, cuyos fustes rectos
resultan ideales para la elaboración de elementos sustentantes de diverso calibre: se han documentado piezas cuyo diámetro oscila entre 15 y 3 cm, indicando así
su uso tanto para vigas como para el entramado. Como
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