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JOSE ALCI NA FRANCH
(Sevilla)
Un monolito de Tiahuanaco
en Valencia (España)
La reciente donación de una importante colección arqueológica de
Bolivia, al Museo de Prehistoria de Valencia, donación debida al ex Cónsul de la República Argentina en dicha ciudad, el Licenciado Rubén Vela,
motiva estas lineas, que vienen a destacar una singular pieza d~ esa colección, la cual, por si misma, merece un puesto especial en el Museo
que la conserva actualmente y, sin duda, como veremos en seguida, entre las colecciones tiahuanacotas de todo el mundo.
Ignoramos la mayor parte de los datos que, complementariamente, se
necesitan para situar cualquier pieza arqueológica en su contexto cultural y geográfico: lugar del hallazgo, fecha del descubrimiento, situación
en e.l terreno, nombre del descubridor o vias por las cuales llegó a manos
del Sr. Vela. Tenemos, no obstante, la pieza arqueológica y 111ia misma
es la que nos va a responder a cuestiones de mucha mayor entidad ( 1).
La pieza en cuestión, que actualmente lleva la signatura A·914 en la
colección del Museo de Prehistoria de Valencia es, al parecer, auténtica
y tiene, como vamos a ver a continuación, un valor excepcional para comprender uno de los períodos más interesantes de la estatuaria de la an·
tigua cultura de Tiahuanaco, en el altiplano de Bolivia.
(1) Según Información verbal del dOCto~ Dick Edgar Jbarro Grasso, la pieza qu" e$
objc
del señor Vela, doDMre de l• colección, éste imisti6 en el cadcter de autenticidad de la
pjeza.
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2
J.
IU.CINA
DESCRIPCION
La estatua que publicamos está realizada en una pieza monolítica de
58'5 cms. de altura, 25 cms. de anchura máximo y 25'2 cms. de profun·
didad Piedra dura, de color grisáceo oscuro y grano grueso, acaso una
especie de granito o basalto, en la que se ha tallado una figura humana
masculina, arrodillada sobre la pierna Izquierda y con las manos apoya·
da~ sobre ambas rodillas (Lárn. 1)
Su cabeza, de naroz aguileña, ojos resaltados y de figura oval, labios
redondeados dibujando una boca alargada y oval, y barbill¡¡ ligeramente
prominente, se cubre mediante una especie de turbante o gorro circular,
que presenta un adorno en resalte en su parte delantera, dejando al des·
cub1erto dos relieves en zig-zag que representan las orejas.
Ignorando la existenda del cuello -salvo en el plano poste rior- 13
cabeza se asienta directamente sobre unos hombros perfectamente hori zontales, aunque no excesivamente anchos, de los que salen dos brazo~
que se acoplan verticalmente a l torso hasta la altura de los codos, en que
tuercen en un perfecto ángulo recto para ir a descansar las m<>nOs sobre
las rodillas.
El torso, rígido y semicilíndrico, presenta dos pequeños d•scos circu·
lares en relieve que sin duda representan los senos. Lo más Interesante
de la figura se refiere a las piernas: la derecha se hal la doblada, pres~n
tando el pie y la rodilla al frente, mientras la izquierda se apoya direc·
tamente sobre la rodilla, dejando el pie hacia atrás, pie que no ha sido
realizado enteramente. Esa actitud proporciona a la figura un g•an movi·
miento, que contrast¡¡ con la general rigidez de la estatuaria
lf8CO.
COMPARACION
la primera Impresión y el sucesivo estudio del monolito de Valencia,
nos lleva a la comparación con las cinco únicas piezas conocidas del lla·
mado primer periodo o período realista de Posnansky (2). Nos referimos
a las tres estatuas --dos femeninas y una masculina- de Pokotia y a
las dos estatuas de l¡¡ iglesia del pueblo de Tiah uanaco (Lám. 11)
2
(2) A. POSNANSKY: "Tilmamcu. La cuua dd bombrr americano".
York, 1945. Vol. U, p. 169.
1011>0$. N~
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J. J. Augustln,
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MONOUTO DI TLUIUANACO
J
La actitud de nuestra estatua tiene una apariencia en general semu·
jante al de cuatro de las cinco estatuas mdicadas, ya que en e!>Os cuatro
casos las foguras se hallan aparentemente sentadas, mantenierdo amba>
manos (Láms. 111 y IV) o una solamente (Lám. 11) apoyadas sobre las ro·
dlllas.
Pasando a analizar en detalle cada una de las partes de la estatua de l
Musco de Valencia, podemos observar cómo el gorro con que se cubre.
presenta, una gran semejanza CO'I los di! las estatuas de la Iglesia de
Tiahuanaco (lám. 11) : una especoe de turbante que rodea la c.abeza con
una escarapela o diadema en la parte frontal (3), si bien, tanto el tur
bante como la diadema son mucho más sencollos en la estatua que des ·
cribimos que en las ya conocidas. No debemos perder de vista, por otra
parte, que los gorros de las estatuas femeninas de Pokotia (lám. 111) son,
en líneas generales, también semejantes a los antes d~scritos.
Circunscribiendo el rostro de nuestra estatua, podemos apreciar una
Hnea incisa que, frontalmente, dobuja las cejas (lám. 1), moentras de
perfil viene a señalar acaso la lfnea de un adorno complementario del to·
cado o algo semejante (Lám. 1): acaso una trenza o el pelo, pero de mo·
do muy simplista. Nada parecido hallamos en las otras esculturas salvo
el adorno que deseo ende del turbante en las de Tiahuanaco (Lám, 11) y
en la figura masculina de Pokotia (lám. IV) o en las trenzas talladas con
estilo más realista de las figuras femeninas del mismo lugar (lám 111)
La nariz aguoleña de nuestra estatua solamente es comparable con
una de las figuras femenonas de Pokolia (lám. 111), ya que en las restan·
tes, ese apéndice ha quedado destruodo por los accidentes naturales y no
es apreciable en la actualodad
No ocurre lo mismo con los OJOS, cuyo trazado oval es partocularmen·
te comparable al de una de las figuras femeninas de Pokotia !lám. 111),
sl bien, en general, la doble linea que los circunda aparece coro mayor <>
menor evidencia en casi todas las estatuas de esta serie. Igual ocurre en
lo referente a la boca, cuyo corte genera l es casi idéntico en todas esa>
piezas tiahuanacotas, si bien el labio onferlor recuerda con mayor insos·
tencla la figura femenina mejor conservada de Pokotia (lám. 111)
La proporcí6n general entre el torso y la cabeza es semejante en los
~eis monolitos que estamos comparando· la altura total representa a!go
más de dos veces la altura de la cabl!za (4). si bien, en cuanh) al tama·
ño, la pieza de Valencia es menor.
(3) POSNANSKY: Op. cit. Vol. 1, p. 81
(4) El d
de Tiabu•na:o, 2'ZS. 2.• Idem izquierdo, 2'11. 3.0 Estallla femenina de Pototia, 2'14.
4 • Jdem, de rostro desfigunodo, 2'07. S.• t!stoowa maKUlln:l de Pokotia, 2'Z8. 6.• Estauuo
del Musco de Prehistoria de Valencia, 2'12.
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El trazado de los hombros y los brazos de toda esa serie de esculturas
es particularmente semejante, siendo idéntico en espeCial la vista lateral
de una de las faguras femeninas de Pokotia y el monolito de Valencia
(Láms. 1 y 11). De igual modo es semejante e] trazado de las paernas dobladas, sobre todo en las estatuas femeninas de Pokotia y la de Valencia.
Por lo que se refiere a) sexo de nuestra estatua, nada podríamos de cir con seguridad, si nos a tuviésemos a la representación misma, pero
comparando el tipo de senos que presenta nuestra estatua con la evidentemente masculina de Pokotia (Lám. IV) no podemos duoor tampoco en
lo que se refiere al sexo igualmente masculino de la estatua del Museo
de Valencia.
En cuanto al únrco pre representado en nuestro monolito, podemo~
compararlo con los muy semejantes de la estatua masculina de Pokotia
(Lám. IV). Poco o nada podemos decir, sin emba rgo, de las rnanos, y3
que éstas se hallan en general muy deterioradas en las piezas de Tiahuanaco y en casi todas las de Pokotia.
De la comparación que acabamos de establecer entre el monolito del
Museo de Prehistoria de Valencia y Jas estatuas de la iglesia de Trahuanaco y de Pokotia, podemos concluir que .la nueva piez;¡ que hoy publicamos pertenece, sin duda, al mismo grupo de .esculturas ttahuanacota~
an tes aludido. La estructura general, las actitudes, la expresión y buen
número de detalles representativos y estilísticos, nos llevan sin demasiados temores, a esta conclusión. No obstante, si tenemos en cuenta ahora,
el conjunto escultórico constituido por estas seis piezas, la que ahora
publicamos por primera vez tiene sobre las restantes la ventaja, por una
parte, de su mejor conservación -lo que nos permite, por ejemplo, po·
der observar mucho me¡or sus manos- y por otra, un cterto rntento de
expresar ej movimiento, mediante esa asimétrica colocación de pierna y
rodilla izquierda o derecha que implica, por consiguiente, una diferente colocación de brazos y manos. Es posible que una actitud semejante
haya presidido la representación de las dos estatuas de la iglesaa de Tiahuanaco, pero el lamentable estado de conservación de las mismas, no>
impide apreciarlo con tanta perfección como en el caso del monolito
de Valencia.
Importante problema es el que se refiere a la posición cronológicocultural, no sólo de la pieza del Museo de Valencia, sino del grupo de
esculturas al cual pertenece ésta, y en el que debemos finalmente entrar, pese a que el nuevo monolito no pueda proporcionarnos datos aprovechables para aclararlo.
En opinión de Posnansky, tanto las esculturas del atrio de la iglesi.l
de Tiahuanaco como las tres estatuas de Pokotia, pertenecen al primer
periodo de Tiahuanaco que «comenzó con la reproducción re•l ist• en la
-
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MOSOUTO 08 TIAlfUANACO
'
escultura, o como dirían los europeos, con el imJWesionismo, en el qu~
se lm1 ta Ja naturaleza y se procura únicamente dar impresión o concep·
ci6n subje tiva de la realidad» (5). Tal opinión resulta totalmente arbi·
traria y simplista, ya que el conjunto escultórico que estudiamos, por
presentar precisamente caracteres relativamente realistas dentro del es·
tilo escultórico de Tiahuanaco, cabria mejor situarlo dentro de una es·
cala evolutiva en el estadio superior o más reciente, como opinaron In
wards (6) y posteriormente Lehmann (7)
Es, por lo tanto, en una época relativamente reciente, en la que debemos si tuar la pieza del Museo de Valencia, del mismo modo que las
estatuas, ya conocidas, de la iglesia de Tiahvanaco y de Pokotia.
(') POSNANSKY: Op. cit. Vol. 11, p. 169.
(6) R. INWAROS: "Tbe temple ol lht ADcJu••. Loodon, 1884, p. 26.
(7) R. LEHMANN: "Note sur une Nlllt en piure dt Tiahuanac:o~. ""=• de la Prim.,. aeai6n dd XXVII Coagrno lnternac:ional de Amcricanl.sua, tomo 1, pp. 253-260.
lt••tituto Nocio!UI de Anttopologla e Historia. Mfjico, 1939.
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(Sevilla)
Un monolito de Tiahuanaco
en Valencia (España)
La reciente donación de una importante colección arqueológica de
Bolivia, al Museo de Prehistoria de Valencia, donación debida al ex Cónsul de la República Argentina en dicha ciudad, el Licenciado Rubén Vela,
motiva estas lineas, que vienen a destacar una singular pieza d~ esa colección, la cual, por si misma, merece un puesto especial en el Museo
que la conserva actualmente y, sin duda, como veremos en seguida, entre las colecciones tiahuanacotas de todo el mundo.
Ignoramos la mayor parte de los datos que, complementariamente, se
necesitan para situar cualquier pieza arqueológica en su contexto cultural y geográfico: lugar del hallazgo, fecha del descubrimiento, situación
en e.l terreno, nombre del descubridor o vias por las cuales llegó a manos
del Sr. Vela. Tenemos, no obstante, la pieza arqueológica y 111ia misma
es la que nos va a responder a cuestiones de mucha mayor entidad ( 1).
La pieza en cuestión, que actualmente lleva la signatura A·914 en la
colección del Museo de Prehistoria de Valencia es, al parecer, auténtica
y tiene, como vamos a ver a continuación, un valor excepcional para comprender uno de los períodos más interesantes de la estatuaria de la an·
tigua cultura de Tiahuanaco, en el altiplano de Bolivia.
(1) Según Información verbal del dOCto~ Dick Edgar Jbarro Grasso, la pieza qu" e$
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pjeza.
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DESCRIPCION
La estatua que publicamos está realizada en una pieza monolítica de
58'5 cms. de altura, 25 cms. de anchura máximo y 25'2 cms. de profun·
didad Piedra dura, de color grisáceo oscuro y grano grueso, acaso una
especie de granito o basalto, en la que se ha tallado una figura humana
masculina, arrodillada sobre la pierna Izquierda y con las manos apoya·
da~ sobre ambas rodillas (Lárn. 1)
Su cabeza, de naroz aguileña, ojos resaltados y de figura oval, labios
redondeados dibujando una boca alargada y oval, y barbill¡¡ ligeramente
prominente, se cubre mediante una especie de turbante o gorro circular,
que presenta un adorno en resalte en su parte delantera, dejando al des·
cub1erto dos relieves en zig-zag que representan las orejas.
Ignorando la existenda del cuello -salvo en el plano poste rior- 13
cabeza se asienta directamente sobre unos hombros perfectamente hori zontales, aunque no excesivamente anchos, de los que salen dos brazo~
que se acoplan verticalmente a l torso hasta la altura de los codos, en que
tuercen en un perfecto ángulo recto para ir a descansar las m<>nOs sobre
las rodillas.
El torso, rígido y semicilíndrico, presenta dos pequeños d•scos circu·
lares en relieve que sin duda representan los senos. Lo más Interesante
de la figura se refiere a las piernas: la derecha se hal la doblada, pres~n
tando el pie y la rodilla al frente, mientras la izquierda se apoya direc·
tamente sobre la rodilla, dejando el pie hacia atrás, pie que no ha sido
realizado enteramente. Esa actitud proporciona a la figura un g•an movi·
miento, que contrast¡¡ con la general rigidez de la estatuaria
COMPARACION
la primera Impresión y el sucesivo estudio del monolito de Valencia,
nos lleva a la comparación con las cinco únicas piezas conocidas del lla·
mado primer periodo o período realista de Posnansky (2). Nos referimos
a las tres estatuas --dos femeninas y una masculina- de Pokotia y a
las dos estatuas de l¡¡ iglesia del pueblo de Tiah uanaco (Lám. 11)
2
(2) A. POSNANSKY: "Tilmamcu. La cuua dd bombrr americano".
York, 1945. Vol. U, p. 169.
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La actitud de nuestra estatua tiene una apariencia en general semu·
jante al de cuatro de las cinco estatuas mdicadas, ya que en e!>Os cuatro
casos las foguras se hallan aparentemente sentadas, mantenierdo amba>
manos (Láms. 111 y IV) o una solamente (Lám. 11) apoyadas sobre las ro·
dlllas.
Pasando a analizar en detalle cada una de las partes de la estatua de l
Musco de Valencia, podemos observar cómo el gorro con que se cubre.
presenta, una gran semejanza CO'I los di! las estatuas de la Iglesia de
Tiahuanaco (lám. 11) : una especoe de turbante que rodea la c.abeza con
una escarapela o diadema en la parte frontal (3), si bien, tanto el tur
bante como la diadema son mucho más sencollos en la estatua que des ·
cribimos que en las ya conocidas. No debemos perder de vista, por otra
parte, que los gorros de las estatuas femeninas de Pokotia (lám. 111) son,
en líneas generales, también semejantes a los antes d~scritos.
Circunscribiendo el rostro de nuestra estatua, podemos apreciar una
Hnea incisa que, frontalmente, dobuja las cejas (lám. 1), moentras de
perfil viene a señalar acaso la lfnea de un adorno complementario del to·
cado o algo semejante (Lám. 1): acaso una trenza o el pelo, pero de mo·
do muy simplista. Nada parecido hallamos en las otras esculturas salvo
el adorno que deseo ende del turbante en las de Tiahuanaco (Lám, 11) y
en la figura masculina de Pokotia (lám. IV) o en las trenzas talladas con
estilo más realista de las figuras femeninas del mismo lugar (lám 111)
La nariz aguoleña de nuestra estatua solamente es comparable con
una de las figuras femenonas de Pokolia (lám. 111), ya que en las restan·
tes, ese apéndice ha quedado destruodo por los accidentes naturales y no
es apreciable en la actualodad
No ocurre lo mismo con los OJOS, cuyo trazado oval es partocularmen·
te comparable al de una de las figuras femeninas de Pokotia !lám. 111),
sl bien, en general, la doble linea que los circunda aparece coro mayor <>
menor evidencia en casi todas las estatuas de esta serie. Igual ocurre en
lo referente a la boca, cuyo corte genera l es casi idéntico en todas esa>
piezas tiahuanacotas, si bien el labio onferlor recuerda con mayor insos·
tencla la figura femenina mejor conservada de Pokotia (lám. 111)
La proporcí6n general entre el torso y la cabeza es semejante en los
~eis monolitos que estamos comparando· la altura total representa a!go
más de dos veces la altura de la cabl!za (4). si bien, en cuanh) al tama·
ño, la pieza de Valencia es menor.
(3) POSNANSKY: Op. cit. Vol. 1, p. 81
(4) El d
4 • Jdem, de rostro desfigunodo, 2'07. S.• t!stoowa maKUlln:l de Pokotia, 2'Z8. 6.• Estauuo
del Musco de Prehistoria de Valencia, 2'12.
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El trazado de los hombros y los brazos de toda esa serie de esculturas
es particularmente semejante, siendo idéntico en espeCial la vista lateral
de una de las faguras femeninas de Pokotia y el monolito de Valencia
(Láms. 1 y 11). De igual modo es semejante e] trazado de las paernas dobladas, sobre todo en las estatuas femeninas de Pokotia y la de Valencia.
Por lo que se refiere a) sexo de nuestra estatua, nada podríamos de cir con seguridad, si nos a tuviésemos a la representación misma, pero
comparando el tipo de senos que presenta nuestra estatua con la evidentemente masculina de Pokotia (Lám. IV) no podemos duoor tampoco en
lo que se refiere al sexo igualmente masculino de la estatua del Museo
de Valencia.
En cuanto al únrco pre representado en nuestro monolito, podemo~
compararlo con los muy semejantes de la estatua masculina de Pokotia
(Lám. IV). Poco o nada podemos decir, sin emba rgo, de las rnanos, y3
que éstas se hallan en general muy deterioradas en las piezas de Tiahuanaco y en casi todas las de Pokotia.
De la comparación que acabamos de establecer entre el monolito del
Museo de Prehistoria de Valencia y Jas estatuas de la iglesia de Trahuanaco y de Pokotia, podemos concluir que .la nueva piez;¡ que hoy publicamos pertenece, sin duda, al mismo grupo de .esculturas ttahuanacota~
an tes aludido. La estructura general, las actitudes, la expresión y buen
número de detalles representativos y estilísticos, nos llevan sin demasiados temores, a esta conclusión. No obstante, si tenemos en cuenta ahora,
el conjunto escultórico constituido por estas seis piezas, la que ahora
publicamos por primera vez tiene sobre las restantes la ventaja, por una
parte, de su mejor conservación -lo que nos permite, por ejemplo, po·
der observar mucho me¡or sus manos- y por otra, un cterto rntento de
expresar ej movimiento, mediante esa asimétrica colocación de pierna y
rodilla izquierda o derecha que implica, por consiguiente, una diferente colocación de brazos y manos. Es posible que una actitud semejante
haya presidido la representación de las dos estatuas de la iglesaa de Tiahuanaco, pero el lamentable estado de conservación de las mismas, no>
impide apreciarlo con tanta perfección como en el caso del monolito
de Valencia.
Importante problema es el que se refiere a la posición cronológicocultural, no sólo de la pieza del Museo de Valencia, sino del grupo de
esculturas al cual pertenece ésta, y en el que debemos finalmente entrar, pese a que el nuevo monolito no pueda proporcionarnos datos aprovechables para aclararlo.
En opinión de Posnansky, tanto las esculturas del atrio de la iglesi.l
de Tiahuanaco como las tres estatuas de Pokotia, pertenecen al primer
periodo de Tiahuanaco que «comenzó con la reproducción re•l ist• en la
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traria y simplista, ya que el conjunto escultórico que estudiamos, por
presentar precisamente caracteres relativamente realistas dentro del es·
tilo escultórico de Tiahuanaco, cabria mejor situarlo dentro de una es·
cala evolutiva en el estadio superior o más reciente, como opinaron In
wards (6) y posteriormente Lehmann (7)
Es, por lo tanto, en una época relativamente reciente, en la que debemos si tuar la pieza del Museo de Valencia, del mismo modo que las
estatuas, ya conocidas, de la iglesia de Tiahvanaco y de Pokotia.
(') POSNANSKY: Op. cit. Vol. 11, p. 169.
(6) R. INWAROS: "Tbe temple ol lht ADcJu••. Loodon, 1884, p. 26.
(7) R. LEHMANN: "Note sur une Nlllt en piure dt Tiahuanac:o~. ""=• de la Prim.,. aeai6n dd XXVII Coagrno lnternac:ional de Amcricanl.sua, tomo 1, pp. 253-260.
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